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domingo, 18 de abril de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 20

 

Nuevas reglas, nuevos castigos

 

Capítulo 20

 

¡Viernes! ¡Por fin! Esta noche llegan mis tíos y primos, con Nico hemos planeado un par de quedadas para el fin de semana, y hemos estado chateando con Víctor y le parece fantástico.

Hace casi cuatro años que se marcharon a vivir a París, Víctor tenía 11 años, Pablo 13 y Paula 5. Víctor hizo casi toda la primaria con Nico y conmigo, y con otros compañeros que aún compartimos clase, cuando viene aprovechamos para encontrarnos y hacer actividades juntos, y esta vez más sabiendo que en verano volverán. Pablo también tiene amigos aquí, él estudió toda la primaria y comenzó la secundaria, y ha seguido en contacto con ellos, por lo que el fin de semana ha quedado con sus amigos. Paula era más pequeña, no había empezado la primaria, así que casi no conoce a nadie, mi padre me ha pedido, como cada vez que vienen, que busquemos actividades que ella pueda hacer y estemos pendientes. ¡Uf! Es mi prima y me cae bien pero ¿por qué siempre Víctor y yo tenemos que llevárnosla cuando quedamos con nuestros amigos?

Después de la clase de piano me voy directamente a casa.

Natalia: Hola Adrián, recuerda que tu padre ha dicho que debes terminar todas las tareas si no quieres quedarte mañana en casa trabajando.

Adrián: Sí Natalia, lo sé. No tengo muchos deberes, durante la semana he ido adelantando las tareas pendientes y solo me quedan los ejercicios que me han mandado hoy, lo tendré todo terminado antes de que lleguen.

Natalia: Tienes la merienda preparada en el comedor, sube a tu habitación en cuanto termines, en un rato vendré.

Como y me voy a mi habitación a trabajar, no tengo casi nada pendiente y termino muy pronto. Estoy jugando a la consola cuando viene Natalia y le enseño que tengo todas las tareas terminadas. Hoy mi padre irá directamente al aeropuerto después del trabajo, el avión tiene previsto aterrizar a las siete por lo que llegarán a casa hacia las siete y media. Aún falta más de una hora.

Adrián: Natalia, llévame al aeropuerto, por favor.

Natalia: No Adrián, tu padre dijo que esperaras en casa.

Adrián: Pero porque quería que terminara los deberes y ya has visto que está todo hecho. Vamos, porfa.

Mi voz me suena infantil e incluso pongo un pequeño puchero, a ver si así convenzo a Natalia.

Natalia: No, y no insistas. Puedes seguir jugando a la consola o ver la tele o bajar al salón. Un poco de paciencia, ¿vale?

¡Jo!, ¿por qué? Yo quiero ir al aeropuerto. Me empiezo a enfadar, ¡Natalia siempre es tan inflexible! ¿Por qué siempre tiene que cumplir lo que mi padre dice al pie de la letra? Si ya he hecho las tareas, ¿qué problema hay en que vaya al aeropuerto? Suelto un bufido.

Natalia: Adrián, no hagas las cosas difíciles.

Adrián: Jo Natalia, siempre igual. ¡Yo quiero ir al aeropuerto! ¡Si tú no me llevas iré en autobús o en metro!

Natalia me mira con una ceja levantada.

Natalia: Sí, claro, y acabarás con el trasero caliente y el fin de semana castigado, ¿de verdad merece la pena?

¡Mierda! Sé que tiene razón, pero no pienso dársela.

Adrián: Eres una pesada, ¡déjame en paz!

Natalia da media vuelta y sale de mi habitación. Dejo la consola y me tumbo en la cama, intento tranquilizarme. Al cabo de un rato estoy más calmado, bajo al salón y encuentro a Natalia, le pido disculpas por mi reacción y las acepta. Me quedo con ella hablando y le explico los planes que hemos hecho para el fin de semana.

Carlos: ¡Hola! ¡Adrián!

Es la voz de mi padre, por fin han llegado, voy al recibidor a saludarlos. Después de los saludos y los abrazos acompaño a Víctor a mi habitación para que deje sus cosas, siempre que vienen ponemos una cama auxiliar y dormimos juntos. Cuando termina vamos al comedor a cenar. María ya ha preparado la mesa y está sirviendo la comida, mi padre le ha pedido cambiar los horarios para estar disponible el fin de semana.

María: Hola chicos, ¿cómo estás Víctor?

Víctor: Hola María, todo bien, gracias.

Van llegando todos al comedor. Después de cenar hacemos un rato de sobremesa y hablamos de los planes para estos dos días.

Alicia: Chicos, mañana por la mañana Luís, Carlos y yo iremos a ver la casa, y después tenemos cita con un asesor para arreglar todo lo referente a la compra de la propiedad. Estaremos ocupados toda la mañana. ¿Vosotros habéis hecho planes?

Pablo: Yo he quedado con unos amigos, iremos a dar una vuelta para ponernos al día. Después queremos ir a comer y pasar la tarde en la bolera. ¿Puedo?

Alicia: No hay problema, recuerda que tienes que estar localizable con el móvil, y a las seis como muy tarde te quiero de vuelta. Después haremos una salida en familia y cenaremos fuera.

Pablo: Pero mamá, ¿a las seis? Es muy temprano.

Luís: A las seis Pablo, ya pasarás todo el día fuera con tus amigos, creo que es tiempo suficiente.

Víctor: Nosotros hemos quedado para ir, por la mañana, a la pista de hielo a patinar. Adrián tiene un par de patines que me puede prestar. Regresaremos para la hora del almuerzo.

Alicia: Víctor, Paula irá con vosotros, ¿de acuerdo?

Paula: ¡Sí Víctor! Yo quiero patinar.

Víctor: Pero mamá, ella casi no sabe y no tiene patines.

Carlos: En la pista los alquilan, no hay problema, y vosotros dos sabéis patinar bien, le podéis enseñar.

Adrián: Pero papá …

Mi padre corta mi protesta con una mirada que seguidamente dirige hacia Paula. Veo que está a punto de llorar.

Adrián: ¡Claro que sí, enana! Puedes venir, nosotros te enseñamos, ¿vale?

Paula: ¡Sí! Gracias Adrián.

Víctor me echa una mirada, no está para nada contento. Nos vamos a mi habitación a jugar a la consola, Pablo se apunta, a Paula la mandan a la cama. A los pocos minutos llaman a la puerta, es mi tía.

Alicia: Víctor, Adrián, sé que queréis pasar tiempo con vuestros amigos pero Paula no puede quedarse sola en casa y no podemos llevarla con nosotros, se aburriría mucho. ¿Me hacéis el favor? Por la tarde iré con ella de compras y tendréis tiempo para vosotros, ¿vale? ¿Sin malas caras Víctor?

Víctor: Sí mamá, lo siento. Estaremos pendientes.

Alicia: Gracias.

Mi tía se va, seguimos jugando un rato más y charlando.

Adrián: Ya tengo ganas de que sea verano y os mudéis.

Víctor: Sí, aunque me entristece dejar a los amigos que he hecho en París, tengo muchas ganas de volver, y puedo seguir en contacto con ellos. Además papá nos ha dicho que podremos ir de vez en cuando para verlos.

Pablo suelta un bufido.

Pablo: Sí, claro, lo mismo nos dijeron cuando nos marchamos a París.

Adrián: ¿Y a ti qué mosca te ha picado?

Víctor: No quiere dejar París, o, mejor dicho, no quiere dejar a Brigitte.

Pablo: ¡Cállate imbécil! En parte me apetece volver, aquí tengo un montón de amigos, pero allí también tengo amigos, y mantener una relación a distancia no será fácil.

Pablo deja el mando de la consola y se deja caer en mi cama.

Adrián: ¿Hace mucho que sales con Brigitte? ¿Vais en serio?

Pablo: Hace un par de meses, no sé si vamos en serio o no, pero me gustaría descubrirlo, y quizás volviendo aquí no tendré esa oportunidad.

Pablo dice que ya no tiene ganas de jugar y se va a su habitación.

Víctor: ¿Vas a chatear con Brigitte? Es lo único que haces últimamente.

Le saca la lengua.

Pablo: ¡Déjame en paz!

Y se va. Recojo la consola y los mandos, ya no vamos a seguir jugando. Nos ponemos el pijama y nos metemos en la cama.

Adrián: Víctor, ¿recuerdas a Hugo?

Víctor: ¿Hugo? ¿El capullo que en cuarto se metía contigo?

Adrián: Sí, ese mismo. Sé que dejó de molestarme porque le contaste a Pablo lo que pasaba y le asustó un poco, entonces él estaba en el último curso de primaria. En quinto nos pusieron en clases separadas y hemos seguido así hasta este curso que vamos de nuevo a la misma clase. Últimamente me está buscando.

Le cuento los encontronazos que he tenido con Hugo. Después de los parciales intenté hablar con él para que me dejara en paz, pero cuando le dije que sabía que había sido él quién me había tirado la bola de papel para meterme en líos con el profesor de historia se echó a reír y me dijo “Demuéstralo si puedes”. He decidido que esta vez seré yo quien le pare los pies, no pienso dejar que me esté molestando constantemente.

Víctor: Eres demasiado bueno primo, aunque últimamente te hayas metido en algunos líos, aún no me superas. ¡Tengo un par de ideas! Ése te las pagará.

Me cuenta algunas ideas alocadas y poco factibles, pero poco a poco una va tomando forma. Seguiremos mañana, es ya tarde y empezamos a tener sueño.

¡Aaau! Pero, ¿me ha caído el techo encima? ¿Qué hora es? Intento abrir los ojos.

Paula: ¡Buenos días, Adrián! Vamos a desayunar que quiero ir a patinar.

Mi prima está encima de mí, ya vestida y con una gran sonrisa en la cara, le devuelvo la sonrisa.

Adrián: Hola Paula. Deja que me levante, porfa, aún faltan dos horas para encontrarnos en la pista de hielo. Me ducho y bajo a desayunar, ¿vale?

Paula: Sí, pero date prisa.

Víctor: Jajaja, parece que la enana es la única que consigue que te levantes de mejor humor.

Desayunamos todos juntos, mis tíos y mi padre se van, no sin antes recordarnos que estemos localizables con el móvil y a qué hora debemos estar en casa, y a Víctor y a mí que estemos pendientes de Paula. Pablo sigue enfadado por tener que estar a las seis en casa, cuando su madre se lo recuerda pone una mueca de fastidio que cambia rápidamente con la mirada que le echa mi tío.

Víctor, Paula y yo preparamos todo lo que necesitamos para ir a patinar y salimos hacia el Palacio de Hielo. Nos encontramos con nuestros amigos en la puerta. Hoy también vienen Martina y Shaila, ellas no conocen a mis primos, se los presento, veo que con Paula enseguida se caen bien. Entramos, alquilamos los patines para mi prima, y vamos a los vestuarios. Paula no puede entrar conmigo y con Víctor ya que los vestuarios no son mixtos, los de chicos y chicas están separados, pero enseguida Martina nos dice que no nos preocupemos, que ella se encarga de Paula, la coge de la mano y se van.

Nos encontramos en la pista y entramos, Paula casi no sabe patinar, vamos a ayudarla cuando Martina la coge de una mano y Shaila de la otra, están completamente embobadas con mi prima, ¿qué les pasa a las chicas con los niños más pequeños?

Víctor: Bueno primo, ¿cuándo le vas a pedir a Martina que sea tu novia?

¿Qué? Yo no le he dicho nada a Víctor, no le he hablado nunca de Martina, justo se la he presentado antes de entrar a la pista de hielo.

Adrián: ¿Qué?

Víctor: Vamos, os estáis mirando todo el rato, si incluso pareces celoso porque le hace más caso a Paula que a ti.

Noto como me sonrojo.

Adrián: ¿Tanto se me nota?

Víctor: Jajaja, sí, si incluso te has sonrojado.

Pasamos una mañana muy divertida patinando y bromeando con nuestros amigos. Martina y Shaila son buenas profesoras y Paula al final de la mañana ya puede dar una vuelta entera a la pista sin cogerse de la barandilla. Nos despedimos y regresamos a casa para comer. Después de almorzar, mi tía y mi prima se van de compras. Víctor y yo hemos quedado con Nico para ir a su casa, jugamos a la consola, charlamos y le cuento a Nico mis planes para lograr que Hugo deje de molestarme, necesitaré que él me cubra, sólo será una pequeña broma como advertencia para que se le pasen las ganas de seguir molestándome.

Volvemos a casa para la merienda y esperamos a Pablo, hemos quedado con mi tía y Paula en el centro a las seis y media. Son ya las seis y cuarto y Pablo todavía no ha llegado, mi tío lo llama al móvil pero parece que lo tiene apagado, veo como se está enfadando. Esperamos un rato más. Casi son las siete menos cuarto y aún no ha vuelto ni ha dado señales de vida. Mi tío nos dice que vayamos a encontrarnos con mi tía en el centro que él lo espera. Justo cuando vamos a salir oímos el timbre, mi padre abre, es Pablo.

Luís (gritando): ¿Dónde te habías metido? Deberías haber llegado hace 45 minutos, ¿Y por qué el móvil está apagado?

¡Uf! Mi tío enfadado da miedo, grita mucho. Pablo enseguida baja la cabeza.

Pablo: Lo siento papá, se me pasó la hora y tardé en llegar más de lo que esperaba. No me di cuenta de que el móvil estaba con la batería baja y me quedé sin. No lo hice a posta, de verdad.

Luís: Ve a tu habitación, ¡ahora!

Nos indica a mi padre y a nosotros que nos vayamos, ellos vendrán en un rato. Sé que mi tío va a castigar a Pablo.

Nos encontramos con mi tía y con Paula y damos una vuelta por el centro, después vamos a su restaurante, aquí también tienen uno, el primero que abrieron. A los pocos minutos de entrar llegan mi tío y Pablo, es fácil darse cuenta de que le ha castigado por la mueca que hace al sentarse. Cenamos y charlamos, nos dicen que la compra de la casa ya está firmada y que podrán disponer de ella a principios del próximo mes. Le harán una pequeña reforma en la cocina y los baños, y a principios de julio se mudarán.

Después de cenar regresamos a casa y nos vamos a dormir.

 

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