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domingo, 4 de abril de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 19

 

Nuevas reglas, nuevos castigos

 

Capítulo 19

 

Nico: ¿Qué tal el finde? ¿Qué se cuentan tus primos?

Adrián: ¡Muy bien! Víctor me manda recuerdos para ti, ¡y tengo una gran noticia!

Nico me mira y levanta las cejas interrogativamente.

Adrián: Dentro de dos semanas vienen a ver una casa y a firmar los papeles para comprarla.

Nico: ¿En serio? ¿Y cuándo se mudan? ¿A qué colegio irán?

Adrián: Se van a mudar en verano y el próximo curso vendrán aquí.

Nico: ¡Guay! ¡Víctor en nuestra clase!

De pronto pone una cara de ¡ups!, bromeando, como si se asustara.

Adrián: ¿Qué pasa?

Nico: Víctor y tú juntos, con tu yo actual, ¡qué miedo! Antes él era el que se metía en líos pero tú, normalmente, ponías la razón y los evitabas, o no te metías, e impedías que yo lo siguiera, pero ahora, ¡si te metes en líos mayores que él!

Adrián: Jajaja, el de las grandes cagadas siempre ha sido Pablo. Y hablando de líos, nos metimos en uno bueno este finde.

Le explico a Nico nuestra escapada, y todo lo que hicimos estos días. Quedamos en que tenemos que planear alguna actividad divertida con ellos para cuando vengan a ver la casa.

El jueves comenzamos los trimestrales, tenemos inglés y biología el jueves, y matemáticas e historia el viernes. Me van muy bien, este trimestre estoy más atento en clase, hago las tareas y he estudiado bastante, creo que conseguiré no sólo no suspender ninguna asignatura sino que también subiré todas las notas como mínimo a notable. Entrego el examen de historia, el último del viernes, y espero en mi sitio a que termine la hora, algunos compañeros aún están haciendo la prueba. Noto que algo me golpea en la espalda y veo como cae una bola de papel en el suelo. La recojo y la abro, en cuanto veo qué es me quedo frío, ¡mierda! El profe no puede verme con este papel en las manos.

Profesor: Adrián, tráeme el papel que tienes en las manos.

Adrián: No, no es mío.

Vuelvo a arrugarlo.

Profesor: ¿Puedo verlo?

Adrián: No es nada profesor, de verdad.

El profesor se acerca a mí, me lo quita de las manos y lo lee.

Profesor: ¡Qué interesante! Y yo que pensaba que ahora sí estabas estudiando. ¿Así aprobaste la recuperación con tan buena nota?

Noto cómo me estoy enfadando, debo calmarme, entiendo que este curso le he dado motivos para pensar así, pero esto no es mío, esta vez he estudiado un montón. Cuento hasta diez antes de contestarle con el tono más calmado del que soy capaz.

Adrián: No, de verdad que no es mío, alguien me lo ha tirado. Yo sólo lo he recogido del suelo y lo he abierto para ver qué era.

Profesor: Sal al pasillo, cuando todos terminen el examen iremos a ver al director.

Me levanto, al girarme veo que Hugo me sonríe maliciosamente, ¡ha sido él! ¿Por qué quiere meterme en problemas? No pienso caer en su trampa. Salgo de clase y cuento de nuevo hasta diez para no dar un portazo. Voy al baño, necesito calmarme, lo he hecho bien hasta ahora, no puedo perder los nervios, si no acabaré con un cero y una falta de disciplina de nuevo, y hoy no he hecho nada malo.

Al rato sale el profesor y me pide que lo acompañe. Vamos al despacho del director, por enésima vez en este curso.

Director: Hola Adrián, ¿qué ha pasado ahora? Hacía mucho que no te veía por aquí.

Adrián: No he hecho nada esta vez, de verdad.

El profesor le muestra el papel, en él hay los datos más importantes de los temas que entraban en el examen de historia, y le dice que es mío, que he copiado en el examen y que no quiero reconocerlo.

Adrián: No es así señor, tiene que creerme. Ya se lo he contado al profesor pero él no confía en mí.

Le cuento lo que ha pasado.

Director: ¿Y por qué debemos creerte?

Adrián: Sé que este curso he dado motivos de sobra para que no me creáis, pero de verdad que ahora me estoy esforzando para portarme bien, trabajar y volver a sacar buenas notas.

Miro al profesor de historia.

Adrián: Siento mucho como me estuve comportando los dos trimestres anteriores en tu clase, pero desde que comenzamos este trimestre me he portado bien, he estado atento y he hecho las tareas. Seguramente no he participado ni mostrado el mismo interés que el curso anterior pero me he esforzado para mejorar. Estudié mucho para sacar buena nota en la recuperación y me he preparado muy bien para el examen de hoy. Te juro que este papel no es mío.

Profesor: Entonces, ¿por qué lo tenías tú? ¿Por qué no me lo querías dar? ¿Y de quién es?

Adrián: Ya te lo he dicho, alguien me lo ha tirado, yo lo he cogido y estaba mirando qué era. Al darme cuenta de que era un resumen de los puntos más importantes que entraban en el examen he querido esconderlo porque sabía lo que parecería si me pillabas con él. Pero no sé de quién es, de verdad.

No voy a decir que ha sido Hugo, no soy un chivato, ya me enfrentaré a él a mi manera. Tengo una idea para que me crean.

Adrián: Puedo demostrarte que domino muy bien el temario, repíteme el examen, o hazme otro, cuando quieras, ahora mismo.

El director mira al profesor.

Director: Me parece una buena idea, un examen oral ahora mismo.

Adrián: Sí, por favor.

Al profesor le parece bien y me hace algunas preguntas que estaban en el examen y otras que no. Algunas son bastante rebuscadas pero he estudiado mucho y las contesto todas sin vacilar.

Profesor: Muy bien Adrián, veo que de verdad has estudiado y dominas los temas, no tiene sentido que hayas copiado. Te creo.

Respiro aliviado, no pensé que me creyeran, por suerte me ha permitido demostrárselo.

Adrián: Muchas gracias profesor.

Profesor: Intentaré averiguar quién te ha tirado el papel. Si lo sabes dímelo, por favor.

Asiento con la cabeza, el director dice que puedo retirarme, ya es hora de ir a comer. Recojo mis cosas y voy al comedor, ya han entrado. Me siento en mi sitio, al lado de Nico.

Nico: ¿Qué ha pasado? ¿Qué era ese papel? ¿Te has metido en otro lío?

Adrián: Todo está bien.

Le sonrío y le cuento todo. Él también cree que ha sido Hugo. Después de comer recibo un mensaje de Martina, me pregunta qué ha pasado, está preocupada porque me han mandado de nuevo al despacho del director. Le contesto que todo está bien y que si quiere podemos vernos después de la clase de piano para contárselo todo. Le parece bien aunque no dispondrá de mucho tiempo, una hora como máximo. Quedamos en un parque cercano.

Me encuentro con Martina a la hora acordada y le cuento todo. Me ha gustado que se preocupara por mí y me preguntara, y también que no haya dado por hecho que la he cagado, con mi historial desde que me conoce sería lo más normal. Paseamos por el parque y la invito a tomar un refresco en una cafetería, hasta que viene su padre a recogerla.

Me voy a casa. Cuando entro me encuentro con mi padre con cara de enfadado, ¿qué pasa ahora?

Adrián: Hola papá.

Mi padre se acerca a mí, me coge por el brazo, me gira y me da cinco fuertes nalgadas.

PLAS, ¡ai!, PLAS, au, PLAS, papá, PLAS, para, PLAS, au

Me froto el trasero.

Adrián: ¡Au papá! Y eso ¿por qué? ¿Qué he hecho? Sea lo que sea ni me has preguntado.

Carlos: No he preguntado igual que tú no has preguntado si podías salir después de la clase de piano. Porque no se tarda una hora y cuarto, ni andando muy despacio, hasta aquí, cinco minutos o diez como máximo.

Hago una mueca con la boca. ¡Ai, mierda! Al recibir el mensaje de Martina le he propuesto quedar sin pensar en nada más. Y cuando me ha contestado que sí, sólo podía pensar en ella, íbamos a encontrarnos los dos solos, y me he olvidado de pedir permiso.

Adrián: Lo siento papá, olvidé pedir permiso, pero seguro que Natalia me hubiera dicho que sí. Pasó algo esta mañana en clase y Martina quería preguntarme, quedé con ella en el parque, estuvimos hablando, paseando y tomando un refresco.

Carlos: ¿Qué pasó en clase esta mañana? ¿Traes una nota o me llamará el director?

Adrián: Nada de eso, de verdad, no hice nada malo.

Mi padre levanta las cejas, preguntándome.

Adrián: ¿Te parece si te lo cuento mientras como algo? Tengo hambre.

Nos sentamos en el comedor y le cuento todo lo ocurrido, y que creo que ha sido Hugo, me chincha constantemente. Mi padre me escucha, me dice que si Hugo me está molestando debería hablar con la tutora.

Adrián: Pero no quiero ser un chivato, hablaré con él.

Carlos: Puedes hablarlo con él pero no te metas en líos, ¿vale?

Adrián: Sí papá, te lo prometo.

Carlos: Estoy muy orgulloso de ti, has actuado bien aguantando el enfado y hablándole correctamente al profesor. Seguro que eso ha ayudado a que accediera a preguntarte para que demostraras que de verdad habías estudiado.

Adrián: Gracias papá.

Me da un abrazo y se lo devuelvo. Yo también estoy orgulloso de cómo he logrado aguantarme y no gritarle ni faltarle al respeto.

 

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