Nuevas reglas, nuevos castigos
Capítulo 19
Nico: ¿Qué tal el
finde? ¿Qué se cuentan tus primos?
Adrián: ¡Muy bien!
Víctor me manda recuerdos para ti, ¡y tengo una gran noticia!
Nico me mira y levanta las cejas interrogativamente.
Adrián: Dentro de
dos semanas vienen a ver una casa y a firmar los papeles para comprarla.
Nico: ¿En serio? ¿Y
cuándo se mudan? ¿A qué colegio irán?
Adrián: Se van a
mudar en verano y el próximo curso vendrán aquí.
Nico: ¡Guay!
¡Víctor en nuestra clase!
De pronto pone una cara de ¡ups!, bromeando, como si se
asustara.
Nico: Víctor y tú
juntos, con tu yo actual, ¡qué miedo! Antes él era el que se metía en líos pero
tú, normalmente, ponías la razón y los evitabas, o no te metías, e impedías que
yo lo siguiera, pero ahora, ¡si te metes en líos mayores que él!
Adrián: Jajaja, el
de las grandes cagadas siempre ha sido Pablo. Y hablando de líos, nos metimos
en uno bueno este finde.
Le explico a Nico nuestra escapada, y todo lo que hicimos
estos días. Quedamos en que tenemos que planear alguna actividad divertida con
ellos para cuando vengan a ver la casa.
El jueves comenzamos los trimestrales, tenemos inglés y
biología el jueves, y matemáticas e historia el viernes. Me van muy bien, este
trimestre estoy más atento en clase, hago las tareas y he estudiado bastante,
creo que conseguiré no sólo no suspender ninguna asignatura sino que también
subiré todas las notas como mínimo a notable. Entrego el examen de historia, el
último del viernes, y espero en mi sitio a que termine la hora, algunos
compañeros aún están haciendo la prueba. Noto que algo me golpea en la espalda
y veo como cae una bola de papel en el suelo. La recojo y la abro, en cuanto
veo qué es me quedo frío, ¡mierda! El profe no puede verme con este papel en las
manos.
Profesor: Adrián,
tráeme el papel que tienes en las manos.
Adrián: No es nada
profesor, de verdad.
El profesor se acerca a mí, me lo quita de las manos y lo
lee.
Profesor: ¡Qué interesante!
Y yo que pensaba que ahora sí estabas estudiando. ¿Así aprobaste la
recuperación con tan buena nota?
Noto cómo me estoy enfadando, debo calmarme, entiendo que
este curso le he dado motivos para pensar así, pero esto no es mío, esta vez he
estudiado un montón. Cuento hasta diez antes de contestarle con el tono más
calmado del que soy capaz.
Adrián: No, de
verdad que no es mío, alguien me lo ha tirado. Yo sólo lo he recogido del suelo
y lo he abierto para ver qué era.
Profesor: Sal al
pasillo, cuando todos terminen el examen iremos a ver al director.
Me levanto, al girarme veo que Hugo me sonríe
maliciosamente, ¡ha sido él! ¿Por qué quiere meterme en problemas? No pienso
caer en su trampa. Salgo de clase y cuento de nuevo hasta diez para no dar un
portazo. Voy al baño, necesito calmarme, lo he hecho bien hasta ahora, no puedo
perder los nervios, si no acabaré con un cero y una falta de disciplina de
nuevo, y hoy no he hecho nada malo.
Al rato sale el profesor y me pide que lo acompañe. Vamos
al despacho del director, por enésima vez en este curso.
Director: Hola
Adrián, ¿qué ha pasado ahora? Hacía mucho que no te veía por aquí.
Adrián: No he hecho
nada esta vez, de verdad.
El profesor le muestra el papel, en él hay los datos más
importantes de los temas que entraban en el examen de historia, y le dice que
es mío, que he copiado en el examen y que no quiero reconocerlo.
Adrián: No es así
señor, tiene que creerme. Ya se lo he contado al profesor pero él no confía en
mí.
Director: ¿Y por
qué debemos creerte?
Adrián: Sé que este
curso he dado motivos de sobra para que no me creáis, pero de verdad que ahora
me estoy esforzando para portarme bien, trabajar y volver a sacar buenas notas.
Adrián: Siento
mucho como me estuve comportando los dos trimestres anteriores en tu clase,
pero desde que comenzamos este trimestre me he portado bien, he estado atento y
he hecho las tareas. Seguramente no he participado ni mostrado el mismo interés
que el curso anterior pero me he esforzado para mejorar. Estudié mucho para
sacar buena nota en la recuperación y me he preparado muy bien para el examen
de hoy. Te juro que este papel no es mío.
Profesor: Entonces,
¿por qué lo tenías tú? ¿Por qué no me lo querías dar? ¿Y de quién es?
Adrián: Ya te lo he
dicho, alguien me lo ha tirado, yo lo he cogido y estaba mirando qué era. Al
darme cuenta de que era un resumen de los puntos más importantes que entraban
en el examen he querido esconderlo porque sabía lo que parecería si me pillabas
con él. Pero no sé de quién es, de verdad.
No voy a decir que ha sido Hugo, no soy un chivato, ya me
enfrentaré a él a mi manera. Tengo una idea para que me crean.
Adrián: Puedo
demostrarte que domino muy bien el temario, repíteme el examen, o hazme otro,
cuando quieras, ahora mismo.
Director: Me parece
una buena idea, un examen oral ahora mismo.
Al profesor le parece bien y me hace algunas preguntas
que estaban en el examen y otras que no. Algunas son bastante rebuscadas pero
he estudiado mucho y las contesto todas sin vacilar.
Profesor: Muy bien
Adrián, veo que de verdad has estudiado y dominas los temas, no tiene sentido
que hayas copiado. Te creo.
Respiro aliviado, no pensé que me creyeran, por suerte me
ha permitido demostrárselo.
Adrián: Muchas
gracias profesor.
Profesor: Intentaré
averiguar quién te ha tirado el papel. Si lo sabes dímelo, por favor.
Asiento con la cabeza, el director dice que puedo
retirarme, ya es hora de ir a comer. Recojo mis cosas y voy al comedor, ya han
entrado. Me siento en mi sitio, al lado de Nico.
Nico: ¿Qué ha
pasado? ¿Qué era ese papel? ¿Te has metido en otro lío?
Le sonrío y le cuento todo. Él también cree que ha sido
Hugo. Después de comer recibo un mensaje de Martina, me pregunta qué ha pasado,
está preocupada porque me han mandado de nuevo al despacho del director. Le
contesto que todo está bien y que si quiere podemos vernos después de la clase
de piano para contárselo todo. Le parece bien aunque no dispondrá de mucho
tiempo, una hora como máximo. Quedamos en un parque cercano.
Me encuentro con Martina a la hora acordada y le cuento
todo. Me ha gustado que se preocupara por mí y me preguntara, y también que no
haya dado por hecho que la he cagado, con mi historial desde que me conoce
sería lo más normal. Paseamos por el parque y la invito a tomar un refresco en
una cafetería, hasta que viene su padre a recogerla.
Me voy a casa. Cuando entro me encuentro con mi padre con
cara de enfadado, ¿qué pasa ahora?
Mi padre se acerca a mí, me coge por el brazo, me gira y
me da cinco fuertes nalgadas.
PLAS, ¡ai!,
PLAS, au, PLAS, papá, PLAS, para, PLAS, au
Adrián: ¡Au papá! Y
eso ¿por qué? ¿Qué he hecho? Sea lo que sea ni me has preguntado.
Carlos: No he
preguntado igual que tú no has preguntado si podías salir después de la clase
de piano. Porque no se tarda una hora y cuarto, ni andando muy despacio, hasta
aquí, cinco minutos o diez como máximo.
Hago una mueca con la boca. ¡Ai, mierda! Al recibir el
mensaje de Martina le he propuesto quedar sin pensar en nada más. Y cuando me
ha contestado que sí, sólo podía pensar en ella, íbamos a encontrarnos los dos
solos, y me he olvidado de pedir permiso.
Adrián: Lo siento
papá, olvidé pedir permiso, pero seguro que Natalia me hubiera dicho que sí.
Pasó algo esta mañana en clase y Martina quería preguntarme, quedé con ella en
el parque, estuvimos hablando, paseando y tomando un refresco.
Carlos: ¿Qué pasó
en clase esta mañana? ¿Traes una nota o me llamará el director?
Adrián: Nada de
eso, de verdad, no hice nada malo.
Mi padre levanta las cejas, preguntándome.
Adrián: ¿Te parece
si te lo cuento mientras como algo? Tengo hambre.
Nos sentamos en el comedor y le cuento todo lo ocurrido,
y que creo que ha sido Hugo, me chincha constantemente. Mi padre me escucha, me
dice que si Hugo me está molestando debería hablar con la tutora.
Adrián: Pero no
quiero ser un chivato, hablaré con él.
Carlos: Puedes
hablarlo con él pero no te metas en líos, ¿vale?
Adrián: Sí papá, te
lo prometo.
Carlos: Estoy muy
orgulloso de ti, has actuado bien aguantando el enfado y hablándole
correctamente al profesor. Seguro que eso ha ayudado a que accediera a
preguntarte para que demostraras que de verdad habías estudiado.
Me da un abrazo y se lo devuelvo. Yo también estoy
orgulloso de cómo he logrado aguantarme y no gritarle ni faltarle al respeto.
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