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domingo, 28 de marzo de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 18

 

Nuevas reglas, nuevos castigos

 

Capítulo 18

 

Mi tía viene a despertarnos, tengo mucho sueño, nos acostamos muy tarde y no he dormido suficientes horas, pero sé lo que me conviene y me levanto sin protestar. Después de ducharnos y vestirnos vamos al comedor. Mi tía, Paula y Pablo ya están sentados en la mesa, delante de un montón de croissants que tienen muy buena pinta, lástima que yo tenga un nudo en el estómago. Pablo no tiene muy buena cara, tiene el labio algo hinchado con una pequeña herida y supongo que le duele la cabeza. Llegan mi tío y mi padre y empezamos a desayunar. Hay silencio, el ambiente es tenso, la única ajena a lo que hicimos anoche es Paula.

Paula: ¿Qué vamos a hacer hoy?

Alicia: Lo siento Paula, pero tus hermanos y tu primo están castigados. Ayer por la noche hicieron algo que no debían y tienen una conversación pendiente con tu padre y tu tío.

Paula mira alternativamente a sus dos hermanos.

Paula: ¿Otra vez? Parece que os guste que papá os caliente el trasero.

Alicia: ¡Paula!

Paula: ¿Qué pasa mamá? Es la verdad, siempre se están metiendo en líos, sobre todo Pablo, que se pasa la vida castigado. Son unos tontos.

¡Buf! ¿La enana también nos está regañando? Aunque, por el momento, parece que ella tiene mejor juicio que nosotros tres juntos. Terminamos de comer en silencio y nos mandan castigados a nuestras habitaciones, bueno, a Víctor y a Pablo a su habitación, a mí me mandan a la de mi padre. Me tumbo en la cama, no sé qué decidirán mi padre y mi tío pero no será nada bueno, estoy bastante nervioso, la de ayer fue una cagada de las grandes.

Mi padre está tardando mucho, supongo que estará con mi tío decidiendo el castigo. Sé que a mis primos también les aplican castigos físicos pero no sé qué tan duro es el tío Luís. Anoche le vi muy enfadado y me dio algo de miedo, aunque después mi padre me tranquilizó. Finalmente la puerta se abre y entra mi padre, ¡con una regla de madera en la mano! Me siento de golpe en la cama.

Adrián: Papá no, con la regla no, por favor.

Carlos: Vamos a hablar primero, ¿vale?

Mi padre deja la regla sobre el escritorio, se sienta a mi lado y me da un fuerte abrazo. Noto que estoy temblando.

Carlos: Tranquilo, no seré tan duro como cuando diste la fiesta en casa.

Lo abrazo fuerte y empiezo a llorar.

Adrián: Lo siento papá. Buaaa

Carlos: Shhh. Vamos, tranquilo, deja de llorar que quiero hablar contigo.

Me acaricia la espalda y me voy tranquilizando, mi padre se separa, me levanta la cara y me seca las lágrimas que aún tengo en los ojos y las mejillas.

Carlos: Necesito que entiendas que lo que hicisteis ayer fue muy peligroso Adrián. Os escapasteis de noche, cualquier ciudad de noche puede ser peligrosa, y fuisteis a una fiesta en un local para mayores de 16 donde además servían alcohol, y dónde sospecho que había drogas.

Adrián: Pero papá, yo no bebí alcohol ni tomé nada, no se me ocurriría probar las drogas. Sólo estuve con unos amigos de Víctor, estuvimos hablando y bailando, no hice nada malo ni me puse en peligro. El local no estaba lejos y fuimos en autobús.

Carlos: Os pusisteis los tres en peligro desde el momento en que salisteis de casa de noche sin que nadie lo supiera, sois pequeños aún, sobre todo Víctor y tú, erais blancos fáciles para alguien que quisiera robaros, por ejemplo. Sé que no tomaste alcohol y me alegro por ello, pero, para empezar, no os deberían haber dejado entrar ya que no tenéis la edad, ¿qué habríais hecho en ese caso?

Eso ni se me había pasado por la cabeza, ¿es posible que hubieran dejado pasar sólo a Pablo?

Adrián: Papá, yo no sabía que en ese local está prohibida la entrada a menores de 16.

Carlos: Eso me lo creo, supongo que tú no sabías todos los detalles, pero desde el momento que escapaste sin pedir permiso es que sabías que la respuesta sería no. O sea, que me estabas desobedeciendo. Mentiste cuando te fuiste a dormir porque estabas muy cansado. Te escapaste y te pusiste en peligro saliendo por la noche sin que ningún adulto supiera de tu paradero. Pablo tuvo suerte que se metió en una pelea con un chico de su misma edad que iba tan ebrio como él y la policía los separó enseguida, pero imagina lo que podría haber pasado si se pelea con un chico mayor, o si os meten a ti o a Víctor en la pelea. No tomaste alcohol y espero que no te ofrecieran ningún tipo de droga, pero había en la fiesta chicos más mayores que buscan a otros más jóvenes para introducirlos en el mundo de las drogas y, a veces, por la presión de grupo, chicos como tú acaban cediendo, es muy peligroso Adrián. El alcohol y las drogas son muy peligrosos, te pueden destrozar la vida. Cuando tu tío me despertó sólo sabía que había llamado un policía y que teníamos que ir a por vosotros, pero no sabíamos qué había pasado ni si estabais bien. Nos asustamos mucho.

Las lágrimas vuelven a resbalar por mis mejillas, me está afectando mucho todo lo que me está diciendo mi padre, aunque yo no vi nada de eso. Yo sólo estuve bailando, pero entiendo su punto, se preocupó por mi seguridad. Quiero disculparme, decirle lo que estoy sintiendo ahora, pero no me salen las palabras. Mi padre vuelve a abrazarme y a acariciarme la espalda. Estamos un rato abrazados hasta que me tranquilizo un poco, entonces me separa y me mira a la cara.

Carlos: Serán 30 nalgadas algo fuertes con la mano y 10 con la regla, todo el castigo sin ropa. Creo que lo más duro del castigo que te di por tu fiesta de cumpleaños fue aguantar la posición, no lo pensé bien cuando decidí que te apoyaras en la mesa. Esta vez no será así, todo el castigo será sobre mi regazo, para ti será más fácil si no tienes que aguantar una posición incómoda.

Asiento con la cabeza, me levanto y me quito los pantalones. Mi padre se levanta, coge la regla y vuelve a sentarse en su cama dejándola a un lado, donde puede alcanzarla. Respiro profundamente en un intento, con poco éxito, de calmarme y me tumbo sobre sus rodillas. Mi padre me acaricia la espalda.

Carlos: Dime porqué te voy a castigar.

Adrián: Me he saltado un montón de reglas, pero lo más importante es que me puse en peligro escapando por la noche a una fiesta que no era para chicos de mi edad.

Me baja el bóxer, deja de acariciarme y me sujeta fuerte. Aunque es bastante vergonzoso, prefiero esta posición que apoyar las manos sobre la mesa. Cae la primera nalgada, como me ha advertido es bastante fuerte, ¡ai, duele!

PLAS, ¡ai! PLAS, PLAS, au, PLAS, PLAS, papá, PLAS, duele, PLAS, PLAS, ai, PLAS, au, PLAS, no tan fuerte,

PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, papá, PLAS, para, PLAS, PLAS, au, PLAS, au, PLAS, PLAS, porfa.

Las lágrimas vuelven a brotar de mis ojos, me está doliendo, y además aún estoy afectado por sus palabras.

PLAS, PLAS, snif, PLAS, ai, PLAS, PLAS, snif, PLAS, PLAS, au, PLAS, au, PLAS, snif, PLAS, buaaa.

Para un momento, adivino que va a coger la regla, me estremezco.

Carlos: Tranquilo, ya falta poco.

PLACK, ¡au!, PLACK, buaaa, PLACK, ai papá, PLACK, buaaa, PLACK, no, para, PLACK, buaaa, PLACK, buaaa, PLACK, ai, PLACK, buaaa, PLACK, buaaa, duele, buaaa.

Me duele mucho, es verdad que no ha sido tan duro como cuando di la fiesta, pero aún así duele. Me acaricia la espalda.

Carlos: Shhh, ya pasó campeón, shhh, tranquilo Adrián, ya está. Todo perdonado, ¿vale?

Adrián: Buaaa, lo siento mucho, buaaa. No lo volveré, buaaa, a hacer.

Sigo llorando mientras mi padre me acaricia. Cuando me siento más calmado me levanto y me pongo bien el bóxer. Me abrazo a mi padre.

Carlos: Ya está Adrián. Te quiero cariño, y no quiero que te pase nada malo.

Estamos un rato abrazados. Mi padre me ayuda a tumbarme en su cama, me arropa, se sienta a mi lado y me sigue acariciando.

Carlos: Supongo que estarás cansado y tendrás sueño, has dormido poco esta noche. Intenta dormir un rato, te despertaré para el almuerzo.

Sigo sintiendo sus caricias mientras mis ojos se cierran.

Siento que alguien me está zarandeando suavemente, los ojos me pesan, no puedo abrirlos.

Carlos: Adrián, despierta, en media hora almorzamos.

Abro los ojos, estoy en la cama bocabajo, me doy la vuelta. ¡Ai!, ¡mi trasero!, joder, cómo odio esa regla. Y, por cierto, ¿de dónde la sacó mi padre? ¿Se la trajo en la maleta? Me levanto rápido, me froto enérgicamente el trasero y me doy cuenta de que sigo sin pantalones.

Adrián: Papá, ¿de dónde sacaste la regla? No me dirás que te la trajiste porque ya pensabas castigarme.

Mi padre se ríe.

Carlos: Jajaja, no esperaba castigarte este fin de semana. Me la prestó tu tío.

Adrián (en tono irónico): Vaya, pues recuérdame que le dé las gracias.

Carlos: Vamos, ve al baño, lávate la cara, despéjate, vístete y baja al comedor. Hoy casi no has desayunado, debes de tener hambre.

Adrián: Sí papá, ya voy. ¿Te das cuenta de que me has dado cinco órdenes seguidas?

Carlos: Jajaja, ¿en serio las has contado?

Lo miro y pongo cara de enfadado, aunque es en broma.

Adrián: Sí, las he contado, ¡te pasas! ¿Ves cómo eres un dictador?

Mi padre me da un breve abrazo y se va. Después de hacer todo lo que me ha pedido voy al comedor. ¿Tengo que sentarme? ¿En serio? Me siento lentamente, el trasero aún me duele, no puedo evitar hacer una mueca, estoy muy incómodo, tendré que intentar no moverme.

Alicia: Voy a por cojines.

Me sonrojo, veo que Paula me mira, bajo la cabeza.

Paula: ¿A ti también te han zurrado? ¿Qué hicisteis? Ya les vale a mis hermanos, además de hacer tonterías ahora te meten a ti en líos.

Adrián: Nos escapamos para ir a una fiesta, pero no fue culpa suya, en realidad yo tuve la idea.

Mi tía regresa con tres cojines del salón, me da uno y pone los otros dos en las sillas de Víctor y Pablo. Pongo el mío y me vuelvo a sentar, aún duele pero estoy algo más cómodo. Mis primos entran al comedor, veo que tienen las mismas dificultades que yo para sentarse. Cuando estamos todos comemos, el almuerzo es bastante silencioso, solo los mayores están hablando como si no hubiera pasado nada. Me siento muy incómodo y avergonzado, cuando mi padre me castiga en casa no hay nadie más, excepto Natalia, que lo sepa, no estoy acostumbrado a esta situación. Pero me doy cuenta de que mis primos, aunque sí están acostumbrados, tampoco se sienten demasiado cómodos. Al menos, a parte del comentario que me ha hecho Paula, nadie hace referencia a la escapada ni al castigo.

Después de comer mi padre me manda a su habitación a estudiar. Paso las dos horas de pie. Mi padre entra y está un buen rato conmigo, me pregunta y se asegura de que llevo bien la preparación de los exámenes. Me felicita porque domino bien todas las asignaturas. Después de las dos horas me dice que puedo quedarme en su habitación o ir con Víctor, me decido por la segunda opción.

Víctor está tumbado en su cama, bocabajo, chateando con el móvil. Le imito y me tumbo en mi cama, él deja el móvil y charlamos un rato. Me entero de que él ha recibido exactamente el mismo castigo que yo, pero a Pablo le ha ido peor puesto que su padre le ha dado los mismos azotes que a nosotros pero los diez últimos no han sido con la regla sino con el cinturón. Jugamos un rato a la consola antes de ir a cenar y a dormir.

Me despierto y veo la cama de Víctor vacía, ¡qué raro! ¿Dónde estará? ¿Y por qué nadie me ha despertado? ¿Qué día es hoy? ¡Ah, claro! Es lunes, hoy es mi último día de fiesta pero mis primos hoy sí tienen clase. Después de ducharme bajo al comedor, me encuentro a mi padre y a mi tía charlando.

Alicia: Buenos días, cielo, ¿tienes apetito? ¿Te apetece un zumo y unas tostadas con queso y jamón?

Carlos: Buenos días, Adrián. ¿Cómo estás?

Adrián: Buenos días. Sí tía, tengo mucha hambre, gracias. Estoy bien papá, ya no me duele.

Me siento a desayunar. Ellos siguen hablando y así me entero de que dentro de dos semanas vendrán a ver la casa que tienen apalabrada y, si todo está en orden, formalizarán la compra. Pasarán el fin de semana en nuestra casa, será poco tiempo porque llegarán el viernes por la noche y se irán el domingo después de la comida.

Carlos: Ayer vi que realmente te has preparado bien para los exámenes. ¿qué te parece si te perdono las dos horas de estudio que había previsto para esta mañana y vamos a Montmartre?

Adrián: ¡Sí! Vamos papá.

Mi tía nos acerca en coche al pie del funicular al que subimos para ir a la parte alta de este bohemio barrio. Nos deja justo en el Sacre Coeur, una inmensa basílica, desde aquí las vistas del barrio y de París son preciosas. Paseamos por las calles adoquinadas hasta llegar a una plaza donde se congregan muchos pintores. Mi padre escoge uno que hace retratos y le pide que nos haga uno de los dos. Tenemos que estar un rato sentados, posando como si fuéramos modelos, el cuadro le queda muy bien. Después cogemos un taxi para volver al centro y encontrarnos con mis tíos y primos para almorzar en su casa.

Después del almuerzo nos despedimos de ellos, aunque esta vez no tardaremos mucho en volver a vernos, y mi tío nos lleva al aeropuerto a coger el avión para volver a casa.

 

 


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