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martes, 22 de junio de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 31

 

Nuevas reglas, nuevos castigos

 

Capítulo 31

 

Hoy es un día muy triste, hace exactamente dos años del accidente de mi madre. Me levanto y voy al comedor, mi padre ya está allí tomando café. Es sábado, normalmente mi padre pasaría gran parte del día en su despacho trabajando pero hoy se ha tomado el día libre y lo pasaremos juntos.

Carlos: Buenos días, Adrián. ¿Cómo estás?

Adrián: Buenos días, papá. Estoy bien, ¿y tú?

Me acerco a él y lo abrazo, me lo devuelve, me acaricia la espalda y me da un beso.

Carlos: Bien, gracias. Ayer le pedí a María que nos hiciera tortitas, las caliento y las traigo.

Adrián: Te ayudo.

Vamos a la cocina y las ponemos en el microondas para calentarlas, las de mi padre las ha rellenado con jamón y queso, las mías con chocolate y fruta. Las ponemos cada uno en un plato y a la mías les echo nata por encima. Mi padre me prepara un zumo exprimido de naranja. Tomamos el desayuno sin hablar demasiado.

Después del desayuno me ducho y me visto, hoy no me pongo la ropa informal que llevo normalmente sino que me pongo unos pantalones negros largos, una camisa blanca y una corbata fina, también negra, la misma que usé en su funeral.

Recuerdo bastante bien como empezó ese día, hace dos años. Yo estaba en unos campamentos, con Nico y Sergio, era el cuarto día, estábamos en el bosque, participando en un juego de equipos. Un monitor me llamó y me dijo que debía acompañarlo, le pregunté qué quería pero sólo me dijo que lo siguiera. Fuimos hacia la casa donde nos alojábamos, el monitor me hizo pasar a una pequeña sala donde encontré a mi padre esperándome, y nos dejó solos. Mi padre vino hacia mí, parecía muy triste y tenía la mirada perdida, y me abrazó.

Carlos: Hola cariño.

Adrián: Hola papá, ¿qué haces aquí?

Carlos: Tu madre ha tenido un accidente con el coche.

Adrián: ¿Qué? ¿Cómo está mamá? Quiero verla.

Carlos: Tenemos que ser fuertes, vamos a superarlo juntos, ¿vale?

Mi padre empezó a llorar y yo también, no tuvo que decir nada más, entendí perfectamente qué quería decirme.

A partir de ahí los recuerdos se vuelven algo borrosos. Estuvimos un buen rato abrazados, hasta que mi padre se separó, se limpió los ojos y me los limpió a mí. Salimos de la sala, creo que nos encontramos con el mismo monitor que me había acompañado, tenía mi mochila con todas mis cosas. Salimos y vi que estaba el chofer esperándonos, subimos al coche y nos llevó a casa. Todo el trayecto estuve llorando abrazado a mi padre. Esa misma noche llegaron mis tíos y primos y se instalaron con nosotros, ellos junto con Natalia, María y Rafa se encargaron de todo. Dos días más tarde fue el funeral, lo tengo bastante borroso, vino mucha gente, todos nos daban el pésame, me abrazaban, me decían que tenía que ser fuerte, que todo iría bien, que el dolor pasaría … y yo sólo quería irme de allí y estar a solas con mi familia. Mis tíos estuvieron unos días con nosotros, nos aconsejaron ver a un psicólogo para que nos ayudara a pasar el duelo, y fuimos durante casi medio año. Tengo que reconocer que me ayudó mucho, pero también me ayudó que mi padre dejara el trabajo un par de meses, hasta que comencé el curso y volví a mi rutina.

Me encuentro de nuevo con mi padre y vamos a una floristería, donde hemos encargado un ramo de flores, para después ir al cementerio. Nos encontramos en la puerta con mis tíos y primos, ellos también llevan un ramo de flores. Queremos recordar a mi madre en una ceremonia íntima delante de su tumba, le ponemos las flores en unos jarrones, mi padre limpia la lápida y decimos algunas palabras, no puedo evitar que me caigan algunas lágrimas cuando me toca hablar. Mi tía me atrae hacia ella y me da un fuerte abrazo, veo que ella también tiene los ojos llenos de lágrimas, ella y mi madre eran amigas desde la secundaria.

Salimos del cementerio y nos despedimos de ellos. Mi tío le pregunta a mi padre si vamos a estar bien y si queremos estar solos o que nos acompañen. Mi padre prefiere que nos dejen solos, ya nos veremos mañana. Mi tío y mis primos me abrazan antes de irse, Víctor me dice que si necesito cualquier cosa sólo tengo que llamarlo, se lo agradezco. Mi padre y yo vamos a pasear por un parque cercano, me coge por los hombros en un medio abrazo y caminamos muy juntos mientras hablamos.

Adrián: Papá, te quiero mucho. Pero también echo mucho de menos a mamá, no quiero olvidarla aunque cuando la recuerdo a veces me duele.

Carlos: Yo también te quiero, campeón. Y pienso en tu madre cada día, nunca la olvidaré. Pero, para que duela menos, intento recordar siempre que fuimos muy felices, y tú debes saber que lo que más feliz la hizo en su vida fuiste tú.

De nuevo se me llenan los ojos de lágrimas, mi padre me abraza y me da un beso.

Adrián: Este último año no habría estado demasiado contenta conmigo, no salgo de un lío para meterme en otro.

Carlos: Tu madre siempre estuvo muy orgullosa de ti y lo seguiría estando, eso seguro, te quería mucho. Sólo que hubieras conocido como era ella cuando se enfadaba y te hubieras calado más regaños de los que estabas acostumbrado.

Me mira sonriendo y me seca los ojos, le devuelvo la sonrisa.

Adrián: Lo siento papá, sé que últimamente te he dado muchos dolores de cabeza. Al principio lo hacía a posta para enfadarte y que me hicieras caso, pero ahora no es así, es que a veces se me va la olla.

Carlos: Algunas canas sí que me has sacado este año pero lo importante es que ahora te esfuerzas para hacer las cosas bien y que nuestra relación ha mejorado mucho. Me gustaría que llegaras a sentirte tan unido a mí y me tuvieras tanta confianza como tenías con tu madre, aunque sé que eso es difícil pues ella te dedicó todo su tiempo durante trece años y yo recién empiezo a hacerlo.

Nos abrazamos fuerte y seguimos caminando. Volvemos a casa para comer, cuando llegamos está Natalia que nos ha preparado la comida, se queda hablando con mi padre mientras voy a mi habitación a cambiarme de ropa. Cuando bajo ella ya no está, la mesa está puesta y la comida servida. Después de comer vamos a la sala de cine para ver una película de mi madre.

A media tarde me llama Martina para saber cómo estoy. Le pregunto a mi padre si puedo quedar con ella un rato y me dice que sí. Quedamos en el centro, me lleva mi padre y me dice que nos encontraremos en el mismo sitio en dos horas.

Martina me abraza y nos damos un beso, paseamos un rato cogidos de la mano, no tengo muchas ganas de hablar y Martina lo respeta, sabe por qué hoy estoy triste. Nos sentamos en una terraza a tomar un refresco. De lejos me parece ver a mi padre, ¿con Natalia y cogidos de la mano? No, no debe de ser él, giran por una esquina y ya no los veo, seguro que me he confundido.

Mañana hemos quedado con mis tíos y primos para hacer una salida todos juntos. Iremos a un pueblo, a una hora y media en coche de donde vivimos, donde hay unos islotes que son reserva natural por su biodiversidad submarina, allí daremos una vuelta en un barco que tiene visión submarina para ver los peces, algas y corales que hay en la zona y, después, los que queramos, haremos snorkel. Pasaremos allí todo el día. Le pregunto a Martina si quiere venir, le parece un buen plan pero tiene que preguntar a sus padres, después me lo dirá.

Vuelvo dónde he quedado con mi padre, él ya está allí. Nos vamos a casa, le digo que he invitado a Martina a la salida de mañana, sé que no le he preguntado pero espero que no le importe. Me dice que no hay ningún problema en que venga si sus padres le dan permiso. Martina me manda un mensaje diciéndome que sí puede venir, quedamos para mañana.

 

 

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