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martes, 22 de junio de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 32


 Nuevas reglas, nuevos castigos

 

Capítulo 32

 

Es domingo pero me levanto temprano y sin protestar, bajo al comedor, me he vestido con el bañador y una camiseta. Mi padre ya está tomando café.

Adrián: Buenos días, papá.

Carlos: Buenos días. Cuando terminemos de desayunar quiero que te vistas y rápidamente prepares todo lo que tienes que llevarte.

Adrián: Ya estoy vestido papá, vamos a la playa.

Carlos: Sí, vamos a la playa pero aún no estamos allí y te recuerdo que lo primero que haremos es ir en barco.

Adrián: Jo papá, qué pesado.

Carlos: Empecemos bien el día, por favor.

Desayunamos y subo a mi habitación, preparo una mochila con la toalla, las gafas, el tubo de snorkel y los patos, y bajo al salón. Mi padre entra unos cinco minutos más tarde.

Carlos: Te dije que te vistieras, y me parece que tu mochila está muy vacía.

Adrián: Uf, papá, ¿en serio? Voy bien, y he cogido una toalla y el equipo para el snorkel, no necesito nada más.

Mi padre respira hondo, ¿qué le pasa? ¿Por qué se pone tan pesado?

Carlos: Quiero que cojas el protector solar y ropa para cambiarte, por la tarde querrás estar en el agua hasta que nos marchemos y no quiero que subas mojado al coche. Y haz el favor de ponerte pantalones, encima del bañador si quieres.

Adrián: Pero papá, si es un bañador tipo bermuda, ¿por qué no puedo ir así?

Carlos: Vamos Adrián, se me está acabando la paciencia.

Adrián: No se te acaba, ¡es que no tienes!

Carlos: Martina no tardará en llegar y no quiero discutir más contigo, si sigues así acabaré dándote unas nalgadas, y me da igual si está Martina delante.

Suelto un bufido pero doy media vuelta y me voy a mi habitación a hacer lo que me dice, cuando se pone así de intransigente mi trasero acaba mal.

Estoy terminando de preparar todo lo que me ha pedido cuando oigo el timbre, seguro que es Martina, me apresuro y bajo. Martina está en la puerta con su padre, que está hablando con el mío, veo que se dan los teléfonos.

Adrián: Hola Martina, qué bien que hayas podido venir, nos lo pasaremos genial.

Martina: Sí, seguro que será una salida muy chula.

Nos besamos en la mejilla, con nuestros padres delante no nos atrevemos a darnos un beso en la boca, ni siquiera uno rápido. El padre de Martina se despide de ella, le dice que se porte bien y que haga caso a mi padre, y se va.

Carlos: Adrián, ¿has cogido todo lo que te he pedido?

Adrián: Sí papá.

Vamos al coche, Martina y yo dejamos las cosas en el maletero donde mi padre ya ha puesto la sombrilla, una pequeña nevera con hielo y botellas de agua y sus cosas, y nos dirigimos a casa de mis primos. Están acabando de poner las cosas en el coche, veo que Víctor está de morros, se acerca a nosotros y habla con mi padre.

Víctor: Tío, ¿puedo ir con vosotros en el coche?

Carlos: Claro Víctor, sin problema.

Mi padre baja del coche y Víctor sube al lado del copiloto, Martina y yo estamos detrás.

Víctor: Buenos días, primo. Hola Martina, no sabía que también venías.

Martina: Hola Víctor, Adrián me dijo ayer si quería venir y mis padres me han dado permiso.

Adrián: Tienes mala cara, ¿qué te pasa?

Víctor: He discutido con mi padre y, según él, le he faltado al respeto. Ya puedes imaginar cómo ha cortado la discusión.

Le ruedo los ojos y le sonrío. Martina me mira interrogativamente pero hago como que no me doy cuenta.

Adrián: Sí, me lo imagino, la paciencia de tu padre y la del mío les vino defectuosa a los dos, por algo son hermanos.

Martina y Víctor se ríen de mi comentario, me uno a ellos. Mi padre sube al coche.

Carlos: Veo que estáis de buen humor, ¿se puede saber de qué os reís?

Víctor: De nada tío, Adrián nos ha contado un chiste malo.

El trayecto en coche no se hace pesado, Víctor se encarga de escoger la música, cantamos, charlamos y nos reímos. Me doy cuenta de que Martina tiene muy buena voz y canta muy bien, hace poco me dijo que antes daba clases de canto y que en septiembre las retomará.

Llegamos y bajamos del coche, de momento para el barco no necesitamos casi nada de lo que hemos traído. Mi padre coge una pequeña mochila, la llena con unas botellas de agua fría y nos pide que nos pongamos protector solar. Vamos a comprar los tickets y vamos a la cola de entrada, subimos en un cuarto de hora. Presento a Martina a mi tío y a Pablo, con ellos aún no había coincidido y no se conocían, Paula enseguida le da la mano y se pega a ella. El barco tiene en la parte de arriba unos bancos para sentarnos, y para cuando estemos cerca de los islotes podremos bajar a la bodega donde tiene unos cristales que permiten ver lo que hay debajo y alrededor del barco. El paseo es muy agradable, cuando estamos en la parte de arriba notamos la brisa del mar que sopla suave pero de forma constante. El fondo marino se ve muy bien, con la ayuda de unos biólogos vamos viendo y reconociendo algunos peces, algas, corales e incluso algunas estrellas de mar. También nos dicen por dónde podemos hacer snorkel para seguir disfrutando de esta biodiversidad excepcional.

Acabado el paseo vamos al coche a coger todas las cosas y las ponemos en la arena. Martina, mis primos y yo nos metemos rápidamente en el agua con los equipos de snorkel para ver la zona que nos han recomendado los biólogos. Lo que queda de mañana pasa rápido, nos dicen que salgamos del agua, tenemos que secarnos para ir a comer. Pablo empieza a quejarse pero su padre lo corta rápido con una mirada. Mi tía ha escogido un restaurante que está delante mismo de la playa y ha encargado unos aperitivos de pescado y una paella de marisco. Durante la comida mi tía nos dice que están a punto de cerrar la venta de la casa de París, irán la próxima semana para terminar la mudanza y arreglar los papeles. Se marcharán el miércoles por la mañana y volverán el domingo por la tarde, mis primos también irán y así podrán ver a sus amigos.

Después de comer damos un corto paseo antes de volver a la playa, mi prima dice que no tiene ganas de volver a bañarse, se cambia de ropa y se va con mi tía a mirar tiendas. Mi padre y mi tío se quedan charlando en la arena y nosotros nos volvemos a meter en el agua. Vemos que hay un puesto donde alquilan patines de pedales y queremos coger uno. Nos dan permiso y cogemos uno que tiene un tobogán, entramos hacia dentro del mar, primero Martina y yo pedaleamos y Víctor y Pablo se tiran por el tobogán y nadan, después nos cambiamos los turnos. Vemos que mi padre nos está haciendo señas, la hora de alquiler ha pasado muy rápido. Lo devolvemos y nos volvemos a meter en el agua, nos dicen que una hora como mucho y nos piden que cuando nos avisen salgamos rápido. En el agua jugamos a perseguirnos y a ahogarnos, Pablo es muy fuerte y tenemos que unirnos Víctor, Martina y yo para poder con él, pero lo conseguimos. El tiempo pasa muy rápido y mi tío nos llama para salir del agua pero no le hacemos ni caso.

Martina: Adrián, tu tío nos está llamando, es hora de salir.

Adrián: Sí, ya vamos.

Veo que Martina se va hacia la orilla, pero Víctor y yo estamos persiguiendo a Pablo, nos está costando mucho atraparlo y se está riendo de nosotros, no lo podemos permitir. Seguimos persiguiéndolo hasta que lo atrapamos, entonces Pablo se mete bajo el agua y nos coge por una pierna a cada uno para ahogarnos, ¡era una trampa! Pablo sale y Víctor y yo seguimos jugando. Me ha parecido oír a mi padre llamándome pero cuando miro hacia la arena no lo veo. De repente alguien me atrapa por detrás, me doy la vuelta, es mi padre con cara de enfadado, ¡ai no!, y veo que mi tío ha atrapado a Víctor.

Carlos: Adrián, te he llamado un montón de veces, y no me digas que no me has oído porque Martina hace más de diez minutos que ha salido del agua.

Adrián: Papá, lo siento, es que estábamos jugando.

Carlos: Rápido fuera del agua, no lo empeores más, y decide si quieres que hablemos aquí o en casa.

Bajo la cabeza, sé perfectamente cómo irá la conversación. Le contesto en un susurro.

Adrián: En casa.

Salgo rápido y voy a cambiarme a unos vestuarios que hay en la orilla. Cuando acabo Martina ya está esperando fuera con Pablo y con mi padre, mi tío sale justo detrás de mí y finalmente sale Víctor, le veo los ojos algo llorosos, parece que mi tío no ha esperado para castigarlo.

Mi tía y Paula ya nos están esperando al lado de los coches. Nos despedimos y subimos, ahora Víctor va con sus padres. Durante el trayecto, Martina, mi padre y yo vamos hablando, nos lo hemos pasado muy bien, ha sido un día fantástico. Dejamos a Martina en su casa, me despido de ella con un pico rápido antes de bajar del coche. Mi padre me pide que suba delante, en el asiento del copiloto.

Adrián: Papá, ¿estás muy enfadado?

Carlos: No estoy enfadado y ya te he perdonado. Os hemos dicho que salierais del agua cuando os avisáramos y tú y Víctor nos habéis desobedecido, ¿por qué?

Adrián: No sé, es que estábamos jugando y no podíamos atrapar a Pablo.

Carlos: Pero Pablo ha salido justo después de Martina y vosotros habéis seguido en el agua y no parecía que tuvierais ninguna intención de salir.

Adrián: Lo siento papá, ¿cuántas serán?

Carlos: Sólo serán diez, lo dejamos en un aviso, pero tienes que recordar que debes obedecer enseguida, no puede ser que tenga que repetirte las cosas más de una vez, ¿de acuerdo?

Adrián: Sí papá. Gracias por no regañarme delante de Martina.

Llegamos a casa, descargamos el coche y me acompaña a mi habitación. Se sienta en la cama sin decir nada, sé lo que debo hacer. Me acerco a él, me bajo los pantalones y me tumbo. Empieza a acariciarme.

Carlos: ¿Por qué te voy a castigar?

Adrián: Por desobedecerte, tengo que hacer caso al primer aviso.

Me sujeta y empiezan las nalgadas, no me baja el bóxer.

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Me levanto y me froto el trasero, han sido pocas pero han dolido. Mi padre me atrapa en un abrazo, me revuelve el pelo y me da un beso. Le devuelvo el abrazo.

Carlos: ¿Estás bien?

Adrián: Sí papá, ha dolido pero ya está.

Carlos: Ahora dúchate y baja a cenar, ¿vale? Después podemos ver la tele un rato o jugar a la consola, lo que te apetezca.

Me ducho, me cambio de ropa y voy a cenar. Después de comer vamos al salón y vemos una película de acción.

 

 

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