Nuevas reglas, nuevos castigos
Capítulo
32
Es domingo pero me levanto temprano y sin protestar, bajo
al comedor, me he vestido con el bañador y una camiseta. Mi padre ya está
tomando café.
Carlos: Buenos
días. Cuando terminemos de desayunar quiero que te vistas y rápidamente
prepares todo lo que tienes que llevarte.
Adrián: Ya estoy
vestido papá, vamos a la playa.
Carlos: Sí, vamos a
la playa pero aún no estamos allí y te recuerdo que lo primero que haremos es
ir en barco.
Carlos: Empecemos
bien el día, por favor.
Desayunamos y subo a mi habitación, preparo una mochila
con la toalla, las gafas, el tubo de snorkel y los patos, y bajo al salón. Mi
padre entra unos cinco minutos más tarde.
Carlos: Te dije que
te vistieras, y me parece que tu mochila está muy vacía.
Adrián: Uf, papá,
¿en serio? Voy bien, y he cogido una toalla y el equipo para el snorkel, no
necesito nada más.
Mi padre respira hondo, ¿qué le pasa? ¿Por qué se pone
tan pesado?
Carlos: Quiero que
cojas el protector solar y ropa para cambiarte, por la tarde querrás estar en
el agua hasta que nos marchemos y no quiero que subas mojado al coche. Y haz el
favor de ponerte pantalones, encima del bañador si quieres.
Adrián: Pero papá, si
es un bañador tipo bermuda, ¿por qué no puedo ir así?
Carlos: Vamos
Adrián, se me está acabando la paciencia.
Adrián: No se te
acaba, ¡es que no tienes!
Carlos: Martina no
tardará en llegar y no quiero discutir más contigo, si sigues así acabaré
dándote unas nalgadas, y me da igual si está Martina delante.
Suelto un bufido pero doy media vuelta y me voy a mi
habitación a hacer lo que me dice, cuando se pone así de intransigente mi
trasero acaba mal.
Estoy terminando de preparar todo lo que me ha pedido cuando
oigo el timbre, seguro que es Martina, me apresuro y bajo. Martina está en la
puerta con su padre, que está hablando con el mío, veo que se dan los
teléfonos.
Adrián: Hola
Martina, qué bien que hayas podido venir, nos lo pasaremos genial.
Martina: Sí, seguro
que será una salida muy chula.
Nos besamos en la mejilla, con nuestros padres delante no
nos atrevemos a darnos un beso en la boca, ni siquiera uno rápido. El padre de
Martina se despide de ella, le dice que se porte bien y que haga caso a mi padre,
y se va.
Carlos: Adrián,
¿has cogido todo lo que te he pedido?
Vamos al coche, Martina y yo dejamos las cosas en el
maletero donde mi padre ya ha puesto la sombrilla, una pequeña nevera con hielo
y botellas de agua y sus cosas, y nos dirigimos a casa de mis primos. Están
acabando de poner las cosas en el coche, veo que Víctor está de morros, se
acerca a nosotros y habla con mi padre.
Víctor: Tío, ¿puedo
ir con vosotros en el coche?
Carlos: Claro
Víctor, sin problema.
Mi padre baja del coche y Víctor sube al lado del
copiloto, Martina y yo estamos detrás.
Víctor: Buenos
días, primo. Hola Martina, no sabía que también venías.
Martina: Hola
Víctor, Adrián me dijo ayer si quería venir y mis padres me han dado permiso.
Adrián: Tienes mala
cara, ¿qué te pasa?
Víctor: He
discutido con mi padre y, según él, le he faltado al respeto. Ya puedes
imaginar cómo ha cortado la discusión.
Le ruedo los ojos y le sonrío. Martina me mira
interrogativamente pero hago como que no me doy cuenta.
Adrián: Sí, me lo
imagino, la paciencia de tu padre y la del mío les vino defectuosa a los dos,
por algo son hermanos.
Martina y Víctor se ríen de mi comentario, me uno a
ellos. Mi padre sube al coche.
Carlos: Veo que
estáis de buen humor, ¿se puede saber de qué os reís?
Víctor: De nada
tío, Adrián nos ha contado un chiste malo.
El trayecto en coche no se hace pesado, Víctor se encarga
de escoger la música, cantamos, charlamos y nos reímos. Me doy cuenta de que
Martina tiene muy buena voz y canta muy bien, hace poco me dijo que antes daba
clases de canto y que en septiembre las retomará.
Llegamos y bajamos del coche, de momento para el barco no
necesitamos casi nada de lo que hemos traído. Mi padre coge una pequeña
mochila, la llena con unas botellas de agua fría y nos pide que nos pongamos
protector solar. Vamos a comprar los tickets y vamos a la cola de entrada,
subimos en un cuarto de hora. Presento a Martina a mi tío y a Pablo, con ellos
aún no había coincidido y no se conocían, Paula enseguida le da la mano y se
pega a ella. El barco tiene en la parte de arriba unos bancos para sentarnos, y
para cuando estemos cerca de los islotes podremos bajar a la bodega donde tiene
unos cristales que permiten ver lo que hay debajo y alrededor del barco. El
paseo es muy agradable, cuando estamos en la parte de arriba notamos la brisa
del mar que sopla suave pero de forma constante. El fondo marino se ve muy
bien, con la ayuda de unos biólogos vamos viendo y reconociendo algunos peces,
algas, corales e incluso algunas estrellas de mar. También nos dicen por dónde
podemos hacer snorkel para seguir disfrutando de esta biodiversidad
excepcional.
Acabado el paseo vamos al coche a coger todas las cosas y
las ponemos en la arena. Martina, mis primos y yo nos metemos rápidamente en el
agua con los equipos de snorkel para ver la zona que nos han recomendado los
biólogos. Lo que queda de mañana pasa rápido, nos dicen que salgamos del agua,
tenemos que secarnos para ir a comer. Pablo empieza a quejarse pero su padre lo
corta rápido con una mirada. Mi tía ha escogido un restaurante que está delante
mismo de la playa y ha encargado unos aperitivos de pescado y una paella de
marisco. Durante la comida mi tía nos dice que están a punto de cerrar la venta
de la casa de París, irán la próxima semana para terminar la mudanza y arreglar
los papeles. Se marcharán el miércoles por la mañana y volverán el domingo por
la tarde, mis primos también irán y así podrán ver a sus amigos.
Después de comer damos un
corto paseo antes de volver a la playa, mi prima dice que no tiene ganas de
volver a bañarse, se cambia de ropa y se va con mi tía a mirar tiendas. Mi
padre y mi tío se quedan charlando en la arena y nosotros nos volvemos a meter
en el agua. Vemos que hay un puesto donde alquilan patines de pedales y queremos
coger uno. Nos dan permiso y cogemos uno que tiene un tobogán, entramos hacia
dentro del mar, primero Martina y yo pedaleamos y Víctor y Pablo se tiran por
el tobogán y nadan, después nos cambiamos los turnos. Vemos que mi padre nos
está haciendo señas, la hora de alquiler ha pasado muy rápido. Lo devolvemos y
nos volvemos a meter en el agua, nos dicen que una hora como mucho y nos piden
que cuando nos avisen salgamos rápido. En el agua jugamos a perseguirnos y a
ahogarnos, Pablo es muy fuerte y tenemos que unirnos Víctor, Martina y yo para
poder con él, pero lo conseguimos. El tiempo pasa muy rápido y mi tío nos llama
para salir del agua pero no le hacemos ni caso.
Martina: Adrián, tu tío nos está llamando, es hora de
salir.
Veo que Martina se va hacia
la orilla, pero Víctor y yo estamos persiguiendo a Pablo, nos está costando
mucho atraparlo y se está riendo de nosotros, no lo podemos permitir. Seguimos
persiguiéndolo hasta que lo atrapamos, entonces Pablo se mete bajo el agua y nos
coge por una pierna a cada uno para ahogarnos, ¡era una trampa! Pablo sale y
Víctor y yo seguimos jugando. Me ha parecido oír a mi padre llamándome pero
cuando miro hacia la arena no lo veo. De repente alguien me atrapa por detrás,
me doy la vuelta, es mi padre con cara de enfadado, ¡ai no!, y veo que mi tío
ha atrapado a Víctor.
Carlos: Adrián, te he llamado un montón de veces, y
no me digas que no me has oído porque Martina hace más de diez minutos que ha
salido del agua.
Adrián: Papá, lo siento, es que estábamos jugando.
Carlos: Rápido fuera del agua, no lo empeores más, y
decide si quieres que hablemos aquí o en casa.
Bajo la cabeza, sé
perfectamente cómo irá la conversación. Le contesto en un susurro.
Salgo rápido y voy a
cambiarme a unos vestuarios que hay en la orilla. Cuando acabo Martina ya está
esperando fuera con Pablo y con mi padre, mi tío sale justo detrás de mí y
finalmente sale Víctor, le veo los ojos algo llorosos, parece que mi tío no ha
esperado para castigarlo.
Mi tía y Paula ya nos están
esperando al lado de los coches. Nos despedimos y subimos, ahora Víctor va con
sus padres. Durante el trayecto, Martina, mi padre y yo vamos hablando, nos lo
hemos pasado muy bien, ha sido un día fantástico. Dejamos a Martina en su casa,
me despido de ella con un pico rápido antes de bajar del coche. Mi padre me
pide que suba delante, en el asiento del copiloto.
Adrián: Papá, ¿estás muy enfadado?
Carlos: No estoy enfadado y ya te he perdonado. Os
hemos dicho que salierais del agua cuando os avisáramos y tú y Víctor nos
habéis desobedecido, ¿por qué?
Adrián: No sé, es que estábamos jugando y no podíamos atrapar a Pablo.
Carlos: Pero Pablo ha salido justo después de
Martina y vosotros habéis seguido en el agua y no parecía que tuvierais ninguna
intención de salir.
Adrián: Lo siento papá, ¿cuántas serán?
Carlos: Sólo serán diez, lo dejamos en un aviso,
pero tienes que recordar que debes obedecer enseguida, no puede ser que tenga
que repetirte las cosas más de una vez, ¿de acuerdo?
Adrián: Sí papá. Gracias por no regañarme delante de
Martina.
Llegamos a casa,
descargamos el coche y me acompaña a mi habitación. Se sienta en la cama sin
decir nada, sé lo que debo hacer. Me acerco a él, me bajo los pantalones y me
tumbo. Empieza a acariciarme.
Carlos: ¿Por qué te voy a castigar?
Adrián: Por desobedecerte, tengo que hacer caso al
primer aviso.
Me sujeta y empiezan las
nalgadas, no me baja el bóxer.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, au, PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, au, PLAS,
PLAS, snif
Me levanto y me froto el
trasero, han sido pocas pero han dolido. Mi padre me atrapa en un abrazo, me
revuelve el pelo y me da un beso. Le devuelvo el abrazo.
Adrián: Sí papá, ha dolido pero ya está.
Carlos: Ahora dúchate y baja a cenar, ¿vale? Después
podemos ver la tele un rato o jugar a la consola, lo que te apetezca.
Me ducho, me cambio de ropa
y voy a cenar. Después de comer vamos al salón y vemos una película de acción.
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