Un
mes más tarde…
-
Ya estamos en casa (gritó desde el recibidor
Camilo)
-
En el salón (gritó Mario) ¿Qué tal ha ido? (pero en esos
instantes entró saltando a la pata coja Juan)
-
Ves, perfecto, no más
escayolas, y la de la mano (enseñándole
la muñeca) tampoco. Vuelvo a ser humano.
-
Jajaja ¿Qué ha dicho de la
rehabilitación? (dijo
mirando a Camilo)
-
No hay rehabilitación (dijo Juan tirándose contra su
hermano para hacer un poco de wrestling).
-
Tiene que ir dos veces por
semana durante los próximos 4 meses (dijo Camilo negando con la cabeza. Juan y Mario parecían
dos cachorritos jugueteando).
-
Ni caso. Estoy fantástico (Inmovilizando a Mario con una
llave de lucha).
-
Juaaaaaaaaaaaaan (dijo Camilo en un tono
bastante serio).
-
Papaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa (imitando exactamente el tono
y voz de Camilo)
-
Ey, monillo, lo de la
rehabilitación no tiene discusión (dijo Mario parando el juego) si el médico ha dicho que tienes que hacerla, la tienes que hacer.
-
Venga Mario, si estoy bien (poniéndole los ojitos de
cachorrito abandonado).
-
Si, lo estuvieses el médico no
te hubiera dicho lo de la rehabilitación (dijo Camilo poniéndose muy pero que
muy serio. Juan enseguida captó que mejor dejaba esa batalla para más adelante) Te has roto dos veces seguidas la muñeca,
está claro que necesitas rehabilitación.
-
Mario, cariño, recoge todo
eso, dentro de un rato vendrá Ornella y no va a tener sitio donde poner sus
cosas (la
mesa del salón estaba llena de pequeños dosieres y libros. También tenía el
portátil, el netbook, la blackberry una
taza sucia de té y un plato con media tostada con queso. Y Mario también había
empezado a ocupar parte del sofá y la mesita del café).
-
Disculpa, he estado ocupado
con la excavación de Nosst y me ha pillado el toro. Debería haber corregido
todos estos trabajos la semana pasada. Mis alumnos me van a matar.
-
Jajaja todos los profes sois
iguales, exigís mucho dais poco
-
Primero la nota de los
trabajos me comprometí a colgarla el 16. Y el 16 la colgaré. Solo me he salido
de MI agenda de trabajo. Segundo, la mayoría de estudiantes son unos holgazanes
que solo van a calentar el asiento y hacer lo mínimo para sacarse de encima la
materia. Y tercero, me preparo cada clase que doy, como si fuera la primera vez
que la doy, y ellos no vienen ni con el capitulo leído. En teoría los últimos
10 minutos de clases deberían de ser para preguntas. Y jamás lo hemos dedicado
a eso, porque los muy vagos no hacen ni el esfuerzo de leerse un triste
capitulo. (dijo
bastante ofendido Mario).
-
Uffffff vale, vale, disculpa.
Está claro que este es un tema que te afecta mucho (dijo Juan burlándose de su hermano)
-
Es mi trabajo Juan, me gusta y
lo doy todo, claro que me afecta. Si tuvieras una cuarta parte de la pasión que
nosotros tenemos por nuestros trabajos por algo, entenderías perfectamente de
lo que hablo.
-
Lo que tú digas, Mario (dijo Juan rodando los ojos y
con una mueca de asco y se levantó de encima de su hermano para irse a su
habitación).
-
Juan, (Camilo le agarró del brazo
cuando pasó por su lado) los deberes.
-
Mañana es sábado (dijo quitándole importancia a
la orden que acababa de darle Camilo).
-
Juan sé perfectamente en el
día que vivo, gracias. Ve a hacer los deberes, ya te avisaré cuando la cena
esté lista.
-
¡Joder! No sé porque siempre
estás con lo de…
(pero Juan no acabó a frase. Camilo le dio 4 palmadas bien fuertes en el
trasero) PLASS PLASS PLASS PLASS
-
AUUUUUUUUUUUUUUUUU (le pillaron totalmente por
sorpresa. Juan rápidamente puso la mano para proteger su trasero de futuras nalgadas).
-
No me repliques, jovencito. A
tu habitación y ponte con los deberes. De aquí a un rato iré a ver y más vale
que esté haciendo tus deberes. ¿De acuerdo?
-
Siiii (dijo Juan poniendo morros y
sonando muy fastidiado)
-
PLASS
(Una nalgada aun más fuerte cayó de nuevo sobre el trasero del chico).
-
Lo siento (cambiando completamente de
actitud) ya me pongo (Camilo lo
soltó y Juan se fue para su habitación).
-
Lleva un par de días de un
impertinente…(empezó
a quejarse Camilo, mientras ayudaba a Mario a recoger todo aquel desorden)
-
Es por lo de la adopción, está
nervioso.
-
¿Nervioso? No entiendo. Si él
está de acuerdo ¿Crees que se ha echado atrás? (dijo Camilo un poco asustado)
-
No, claro que no. Solo que es
un cambio muy grande. Y bueno, será algo oficial, no solo entre nosotros.
Dejará de ser Juan Carlos Macias Escobedo para ser Juan Carlos Alcázar Macias.
-
¿Podríamos poner un guioncito?
Juan Carlos Alcázar Macias-Escobedo. Como si Macias –Escobedo fuera un solo
apellido.
-
Sí, claro y sus tarjetas de
visita que fueran desplegables (dijo Mario burlándose de su marido) Camilo (dijo Mario dulcemente acariciándole la mejilla a Camilo) No es por perder el apellido de su madre. ¡Total!
jamás se utiliza el segundo apellido… Creo que es por ganar el tuyo.
-
Pero si está de acuerdo en que
lo adopte ¿lo está, verdad?
-
Está de acuerdo con que hagas
de su padre, pero no parece muy entusiasmado con la idea de hacerlo de forma
oficial.
-
¿Se avergüenza de mi? (preguntó un poco
escandalizado).
-
No, no creo que vayan por ahí
los tiros. No sé lo que ronda por esa cabecita. Pero estos días, cada vez que
he sacado el tema de la adopción, Juan ha cambiado de tema rápidamente. Y tú
mismo lo has dicho lleva unos días de un impertinente que echa para atrás. A
medida que se acerca el día de la citación, se pone más insoportable.
-
Debería hablar con él.
-
Si, pero no ahora. Si entras
ahí ahora solo vas acabar enfadándole más y eso acabará como siempre…en llanto.
-
Tienes razón, mientras tú le
das clase a Ornella, yo iré a mi despacho y me pondré a trabajar un poco. Esta
noche después de cenar, hablaré con él.
-
Mejor déjalo para mañana.
-
Pero de mañana no pasa (dijo Camilo dándole un beso a
su marido. En ese momento sonó el timbre)
Esa debe de ser Ornella, os dejo para que trabajéis.
Camilo se metió en su oficina
y se puso a trabajar, pero no lograba centrarse, así que lo dejó y se fue a ver
que hacía Juan. Camilo pasó por delante de la habitación como si pasara de
paso. Juan estaba con los auriculares puestos en su escritorio haciendo los
deberes, o eso creía él. Sonrió al ver que el chico se aplicaba en sus
estudios. Pero de repente, una cosa que hizo Juan, le pareció extrañó, encima
de la mesa había un montón de rotuladores de colores. Y no paraba de agarrar y
soltarlos. Camilo, se dio cuenta que el chico no estaba haciendo los deberes
estaba dibujando. Con cuidado se acercó a la mesa, estaba apunto de ponerse a
reñir a Juan, cuando vio lo que estaba dibujando Juan. Era una especie de comic
futurista, y era realmente bueno. No era infantil, ni sencillo, era realmente
bueno, las líneas eran limpias y seguras. El chico tenía realmente talento.
-
Eso no son los deberes (dijo Camilo tirándole de uno
de los cables de los auriculares)
-
¡Papá! (Juan casi le da un ataque al
corazón, se llevó un buen susto) Eeeeeeeeeeeh
yo, ahora me estaba tomando un descanso.
-
Si, ya veo…(agarrándole la libreta)
-
Ey, eso es mío (intentando recuperar la
libreta)
-
Y es muy bueno (pasando las hojas de la
libreta viendo otros dibujos) ¡vaya! No
todo son viñetas, este es realmente bueno. Refiriéndose un dibujo de un caballo.
-
Si, bueno, cuando me aburro me
gusta dibujar
(sacando de la mochila otra libreta y un libro de mates).
-
Lo digo en serio, Juan, alguno
de estos son realmente buenos ¿has pensado en dedicarte a esto?
-
¿A qué? ¿A hacer dibujitos?
-
O algo por el estilo. Hay muy
buenas academias de bellas artes aquí.
-
Ya, bueno (dijo ignorándolo)
-
Juan, deja eso, estoy hablando
contigo (dijo
armándose de paciencia y con un tono afable)
-
¿Creí que querías que hiciera
los deberes?
-
¡Oh, si! Pero no lo estabas
haciendo, ¿quieres que hablemos sobre lo de desobedecerme? (dijo Camilo cruzándose los
brazos y arqueando la ceja) ¿o volvemos
a hablar sobre esto? (enseñándole la libreta con los dibujos).
-
Camilo solo son dibujos, nadie
pagaría un céntimo por ellos.
-
Eso no lo sabes, yo pagaría
por este
(enseñándole un dibujo del estadio de atletismo de la ciudad) bueno, tiene algunos problemas de…pero yo
soy arquitecto y me es imposible no fijarme en detalles como este arco. Ves
este arco debería ser más grueso, porque sino el ventanal caería y…
-
Camilo, vale, lo he entendido
está mal (intentando
recuperar la libreta. Camilo le picó en la mano)
-
Auuu (apartando la mano)
-
Juan, es papá, si he de volver
a decírtelo será mi mano la que se lo cuente a tu culo.
-
Lo sientoooo
-
Que no se vuelva a repetir (dijo muy serio).Juan, esto es bueno, si te interesa de
dedicarte a esto, podríamos mirar con algunas de esas academias.
-
De acuerdo (dijo Juan pero solo para
quitárselo de encima).
-
Ya veo, te dejo con los
deberes, pero piénsalo, ¿vale?
-
Si, lo pensaré (y se giró en seguida a
ponerse con los deberes)
-
Ok, te dejo, con los deberes.
Cenaremos a las ocho y media ¿te apetece algo en especial?
-
¿Pizza?
-
¿Algo sano?
-
¿Macarrones?
-
Para cenar, Juan, para cenar.
-
Hamburguesas con queso y huevo
-
Grrrrrrrrrrrrrrr Juaaaaaaaaaaaaaaaan
¿En serio disfrutas sacándome de quicio, o qué?’
-
No sé porqué me preguntas lo
que quiero si después dices no a todo. Da igual yo no soy como tú, me comeré lo
que me pongas.
-
Dime Juan, ¿por qué tienes
tantas ganas que te ponga sobre mis rodillas y te dé una buena zurra?
-
Eres tú el que no para de
buscarme. Estás todo el rato detrás mío buscando la más pequeña excusa para
reñirme o pegarme (Juan
dijo ya perdiendo las maneras)
-
Juan ¿qué es lo que pasa? ¿Qué
es lo que te está reconcomiendo por dentro?
-
Nada, a mi no me pasa nada. Me
comeré lo que me pongas, ¿vale?
-
Esto no es sobre la comida, no
sobre los deberes, Juan, hijo, habla conmigo. Dime qué es lo que te preocupa,
porqué está claro que hay algo que te preocupa.
-
No me preocupa nada, papá,
todo está bien
(cambiando de actitud, ahora no se mostraba molesto sino intentaba parecer
sosegado y despreocupado para que Camilo le dejara en paz).
-
Me estás mintiendo a la cara.
-
Y vas a pegarme por ello,
perfecto, ya encontraste la excusa para pegarme. ¿dime donde va a ser? ¿Aquí en
la silla o en la cama?
-
Mira, Juan, ya estoy harto de
toda esa actitud agresivo-pasiva tuya. Más vale que la cambies para la cena.
Porqué, niñito, si vuelves a ponerte en ese plan, te voy a sacar las respuestas
a base de nalgadas. Y no porque yo te esté buscando sino porque tú te las estás
ganando (dijo
Camilo, saliendo de la habitación. Mario dejó un momento a Ornella sola
trabajando en unos ejercicios y fue hacia el despacho de Mario).
-
Te dije que lo dejarás hasta
mañana.
-
Lo sé, y tenías razón, ¿de
acuerdo?
-
Ey, no he venido aquí, para
discutir.
-
Lo siento, Mario, es que no
saber que es lo que le preocupa me consume por dentro.
-
Camilo, mi amor, a mi tampoco
me gusta verlo así, pero está no es una de esas veces que hay que achucharlo.
Lo conozco un poquitín, y sé que si lo achuchas solo lograrás que se cierre aun
más. No se trata de que confiese una travesura, se trata que se abra a
nosotros. Y me temo que a los Macias, no se nos da muy bien eso.
-
Pues ahora también es un
Alcázar
-
Cariño, sé que te encanta
decirlo y que si, tú ves a Juan como tu hijo, y si, sé que Juan no te ve como a
su cuñado o como a un hermano más. Pero lleva 17 años siendo una cosa y no va a
cambiar de la noche a la mañana. En casa nos educaron para no dar mucho por culo
con lo de los sentimientos. Así que olvídate de que
Juan se vaya a sentar a la mesa y se vaya a poner a hablar de lo que le
preocupa.
-
Pero debe hacerlo, sino sea lo
que sea que le está consumiendo
-
Camilo, tienes razón debe de
hacerlo. Si, por supuesto. Pero, cariño, en este caso creo que deberías
escucharme. Dale espacio.
-
Grrrrrr
-
Jajaja hay mi gruñón
impaciente
(dijo haciéndole un cariñito) Me voy que
Ornella ya debe haber acabado.
-
¿Mario? ¿te apetece pizza para
cenar?
-
Yupi! (Mario dio un saltó de alegría y se
fue hacía el salón)
Camilo decidió seguir el
consejo de Mario y darle un poco de espacio a Juan. Aunque le estaba costando
un mundo. Finalmente el martes por la tarde, no puedo más. Y aprovechando que
Juan estaba en el salón viendo un partido de baloncesto. Se sentó junto a él a
verlo.
-
Juan ¿preparado para el gran
día?
-
¿qué? (lo miró extrañado. En ese momento
entró Mario en casa)
-
Hola, mi amor ¿qué tal las
clases?
-
Bien (dijo muy seco) Juan vete a la habitación.
-
¿qué? Estoy viendo el partido
-
He dicho que te vayas a la
habitación
(rugió Mario. Juan no se lo esperaba, pero no le gustaba ese rugido, así que se
levantó sin rechistar y se fue a la habitación).
-
(Camilo
esperó que Juan se fuera a su habitación) ¿Qué
pasa? (dijo Camilo extrañado)
-
Hoy he tenido una visita muy
interesante (Camilo
lo miró esperando a que Mario continuara con la explicación). Era del profesor Millán, el tutor de Juan.
Era para ofrecernos una alternativa para que Juan no pierda el curso.
-
¿qué? ¿qué pierda el curso?
Pero si el trimestre pasado le fue bien.
-
Eso le dije yo, pero resulta
que si faltas muchas horas pierdes el derecho a examinarte.
-
Mario, lo dejo cada día en
clase, lo dejo dentro de la recepción.
-
Si, lo sé (Mario le da un papel a
Camilo)
-
Pero qué…la rehabilitación
solo es dos días a la semana y después de clases.
-
Por no mencionar que esa no es
mí firma.
-
Yo lo mato.
-
Camilo, su profesor me ha
dicho que Juan no se graduará en Julio. Me ha dicho que podría graduarse en
octubre si asistiera a al escuela de verano.
-
¿y dónde narices va todas las
tardes?
-
Ni idea, pero me he pedido la
tarde libre y mañana pienso averiguarlo.
-
¿Lo vas a seguir?
-
¡Si!
-
De acuerdo, pero te acompaño.
Yo también quiero saber que hace todas las tardes.
-
¡Este niño es increíble! Se le
ha metido entre ceja y ceja que no va a graduarse y no sabe ya que inventarse
para salirse con la suya. No sé que demonios pasa por su cabeza. ¿Quiere
pasarse el resto de su vida haciendo trabajos no cualificados? Si fuera idiota
lo entendería, pero Camilo, Juan es muy inteligente, podría estudiar cualquier
carrera, podría ser cualquier cosa que se propusiera.
-
Mario, cálmate (viendo que Mario estaba
realmente alterado). Su tutor fue a
verte para sugerirte una alternativa ¿no? Está la escuela de verano
-
Si, claro, ¿pero graduarse en
octubre? tendrá un expediente mediocre ¡cuando es un chico brillante! Ninguna
Universidad de las buenas lo querrá.
-
Las privadas si.
-
Las privadas menos, yo tuve
que tener una media de 9,8 para que me admitieran.
-
Eso es para que te den la
beca, Mario.
-
Camilo ¿sabes cuanto vale la
matricula de una de esas universidades? Y para un chico que no se toma nada en
serio.
-
Mario, cálmate, tenemos dinero
para eso y más, si quiere estudiar una carrera podremos pagarla.
-
No se trata de eso, no pienso
deslomarme para que él muy idiota se pegue la gran vida universitaria hasta que
un año más tarde lo echen por no haber aprobado los mínimos. Y entonces ¿qué?
¿Trabajará de friegaplatos? ¿De aparcacoches? ¿De camarero?
-
Marioooo
-
De verdad Camilo, no te
entiendo, generalmente soy yo quien tiene que calmarte, pero ahí estás tú, todo tranquilo, como si nada, como si te diera
igual que Juan echara a la basura su futuro.
-
Mario, sabes que eso no es
cierto. Y créeme que tendremos unas serias palabras con Juan cuando mañana al
fin sepamos donde narices pasa las tardes. Pero Mario, deberías de ir
haciéndote la idea que puede que Juan no quiera estudiar una carrera.
-
Eso es una supina estupidez.
Juan tiene un coeficiente de 124, no es el coeficiente para un dependiente o un
camarero.
-
¿Pero si eso no le hace feliz,
y si Juan no es feliz estudiando una carrera?
-
Camilo, Juan es un maldito
vago, no tiene nada que ver con la felicidad. Si supone un poco de esfuerzo ya
no le interesa. Y la vida real no funciona así y tú y yo lo sabemos.
-
Mario, hemos tenido está misma
discusión demasiadas veces.
-
¡Y no! ¡No Camilo! ¡No me bajo
del burro! Llámame esnob, llámame clasista, lo que quieras. Pero no cambiaré de
opinión ese mocoso de hay podría llegar más lejos que ninguno jamás hemos
soñado, y me consume por dentro ver como desperdicia todas las oportunidades
que la vida le está dando.
-
Valeeeeee, tranquilízate, te
va a subir la tensión.
-
Me voy a cenar algo
-
¿tan pronto?
-
Si, ceno ahora y me voy a la
habitación. Así no tendré que cruzarle la cara.
-
Mariooooooooooooo
-
No, Camilo. Estoy demasiado
furioso para fingir que todo está bien (dijo Mario entrando en la cocina
como un bisonte).
Al
día siguiente Mario seguía de un humor de perros. Durante el desayuno a penas
abrió la boca, y las dos veces que la abrió fue para regañar a Juan. Así que
Juan decidió no acercarse mucho a Mario el resto el desayuno. Camilo y Mario
llevaron al instituto a Juan con la excusa que después tenían que ir a comprar
unas cosas, para la casa. Y como si fueran una pareja de policías haciendo el
seguimiento de un sospechosos se quedaron aparcados cerca de la salida de la
escuela, para ver si Juan hacía su numerito de escapismo. Tuvieron que esperar
hasta el receso del almuerzo, para ver a Juan salir, a toda prisa, mochila a la
espalda, de la escuela, para tomar un autobús. Mario siguió el autobús hasta
que vio que Juan se bajaba. Estaban en una de las zonas más desfavorecidas de
la ciudad. Mario la conocía muy bien, la conocía de cuando era joven y estaba
enganchado. Aquello le puso los pelos de punta. Juan metido en drogas era una
de las cosas que más miedo le daba, le paralizaba. Camilo se dio cuenta de los
temores de su marido y le agarró dulcemente la mano para calmarlo. Juan, caminó
entre las callejuelas durante un buen rato hasta que se detuvo ante una vieja
estación de ferrocarriles. Allí había un montón de gente, trabajando para
arreglarla. Camilo sabía del proyecto para recuperar viejas infraestructuras
municipales abandonadas para el uso de la comunidad. Era un proyecto privado, la
gente del mismo barrio se reunía y ponía sus propios recursos para rehabilitar
esas zonas. Mario recordaba esa zona de años atrás, era un sitio donde los
yonkis iban a drogarse, un sitio abandonado, donde nadie con dos dedos de
frente hubiera ni asomado la nariz. Pero ahora, quizás con la luz del día, se
veía diferente. No era un sitio siniestro como recordaba. De repente, vieron
como Juan se ponía en una de las paredes de la estación y sacó un montón de
sprays de una cajeta y empezó a pintar un mural que estaba a medio hacer. Era algo
realmente precioso era las vistas de parte de la ciudad y del puerto al
amanecer, con una gama de colores intensa y llena de vida y sensibilidad. Aquel
mural estaba hecho con el corazón. Y era realmente precioso. Camilo no pudo
evitar sentirse orgulloso. Orgullosos como jamás se había sentido. Más
orgulloso que cuando recibía el reconocimiento de la gente y de los colegas de
profesión por alguno de sus proyectos. Era un orgullo que le llenaba el corazón
hasta el punto que creía que le iba explotar.
- Mario, es precioso.
- Si, lo es.
- Creo que tu hermano ya
encontró algo que lo motiva
(Mario se quedó quieto sin habla).
- ¿y ahora qué?
- Buena pregunta. Hay unas
academias de bellas artes realmente buenas, podría hacer unas llamadas y no veo
porque no podría matricularse para el próximo curso. En la Nacional, enseña un
antiguo profesor de la facultad, podría enviarle la libreta de Juan y que le
echara un vistazo.
- ¿La libreta? (Mario no sabía de que
narices hablaba Camilo) Da igual, no me
refería a eso, Camilo. Me refería, a lo de faltar a las clases, lo de
falsificar mi firma, lo de mentirnos todo este tiempo. Ya no sé qué vamos a
hacer con Juan. Parece que estar castigado no funciona, siempre se las ingenia
para saltarse el castigo. Y hablar con él es como hablar con una pared. Y
sinceramente, ya me estoy cansando de zurrar al chico. ¡No creo haber visto el
culo de nadie tantas veces como le he visto el culo a mi hermanito en los
últimos 5 meses!
- Ya hablaré yo con él.
- No quiero que piense que no
me importa tres mierdas lo que hace con su vida, pero si le vuelvo a tener que
dar una charla sobre faltar a la escuela o mentirnos, te juro que acabamos
saliendo en las noticias. Este niño, acabó ya con mi paciencia.
- De acuerdo Mario, déjamelo a
mí, al fin y al cabo a partir del viernes será ya su padre oficialmente.
- En serio, Camilo. Se suponía
que yo era el loco y tú el sensato.
- jajaja la última vez que
tomé una decisión en contra del buen juicio, me salió muy bien (dándole un beso)
- eyyyyy (fingiendo estar ofendido).
- venga vamos a por nuestro
pequeño Michel Ángelo
(sonriéndole dulcemente).
Mario
y Camilo se aproximaron hacía Juan con cuidado, aunque podrían haberse acercado
montados en elefantes que el chico ni se hubiera percatado. Estaba demasiado
concentrado en el mural y llevaba la música del ipod demasiado alta, que aunque
llevaba los auriculares incluso ellos podían oírla.
- ¿Crees que podrías hacer
algo así en mi estudio? En blanco y negro, claro (dijo Camilo en voz muy alta. Juan se
dio la vuelta muy lentamente, pensando que si no se giraba aquello no sería
real).
- ¿Mario?, ¿Camilo? ¿Qué?
¿Cómo?
- Eso deberíamos de decir
nosotros
(dijo Mario que apretaba fuertemente la mandíbula).
- yo… bueno… hoy no había clases
por la tarde y decidí pasarme por aquí y
- córtalo Juan, ya estás en
demasiados problemas, no hagas más profunda tu tumba. Agarra tus cosas, nos
vamos para casa, tienes muchas explicaciones que dar.
- Camilo yo… (Camilo se acercó al muchacho
y le dijo algo al oído. Juan tragó saliva y dio un paso hacía atrás) no, papá. ¡Chicos! (gritó Juan y
aquellas personas que estaban trabajando en la estación) me tengo que ir.
- ¡pero si acabas de llegar
Jota! ¿Y el mural?
- tranquilo, mañana después de
clase, sobre las cinco ya lo traeré de vuelta (dijo Camilo).
-
¿Clase? (los miró extrañado el tipo
aquel)
- si, clase. Ya sabe, esas
aulas donde imparten enseñanza en las escuelas (dijo con toda la maldad Mario) Vamos Juan Carlos (agarrándole la
mochila de la escuela y marchando hacía donde tenían aparcado el coche. Camilo
le pasó el brazo por encima a Juan y marcharon detrás de Mario).
…
- ¡Siéntate! (dijo Mario apuntando al
sofá. Juan asustado obedeció. Mario se sentó en el sillón y se quedó en
silencio con una cara de perro que ponía los pelos de punta).
- ¿Cuánto hace que haces grafitis? (dijo muy calmado Camilo)
- Desde los trece.
- ¿Porqué no nos dijiste nada?
- porque sabía que os podríais
como ahora.
- Esto no es por el mural.
Esto es por las mentiras, la falsificación de la firma de Mario, por saltarte
todas las clases de la tarde y por suspender el curso (Camilo estaba muy calmado y
aquello aun asustaba más a Juan). Dime
Juan, ¿porqué? ¿Por qué sigues retándonos? Nada de eso era necesario. Si lo
hubieras dicho te hubiéramos dado permiso. Eso que estáis haciendo
rehabilitando la vieja estación es un bonito gesto para la comunidad. ¿En serio
crees que Mario o yo te hubiéramos prohibido ir? (Juan bajó la cabeza aun
más) No Juan. No es un monólogo. Espero
una respuesta.
- No soy ningún niño pequeño,
no tenéis porque saber en cada momento lo que hago y donde estoy.
- Si, si que tenemos, somos tu
familia, nos preocupamos por ti.
- Mario no te dice a cada
momento donde va y a qué hacer.
- Si que lo hago. (Saltó Mario) Camilo es mi marido, claro que sabe donde
estoy.
- ¿en serio? Y si te piden que
vayas un momento a recoger algo en la central, lo llamas para decirle “hola,
Camilo, que salgo de mi despacho y voy a la central, pero estaré de vuelta en
20 minutos ¿puedo?” (Dijo
Juan lleno de sarcasmo).
- Mario, es mi marido, no mi
hijo. Y tiene 32 años, no 17. Nunca me ha mentido cuando le he preguntado que
ha estado haciendo. Y niñito. Tu hermano me ha demostrado un millón de veces,
que él tiene más juicio en uno de sus cabellos que tú en todo tu cuerpo. Y no
te me vengas por las ramas. ¿Porque nos mentiste en algo que sabías que no te
íbamos a prohibir?
- Ya te lo he dicho no
necesito tu permiso, sé apañármelas bien solo.
- Juan, ya te he dicho muchas
veces que yo no soy uno de tus amiguitos, así que baja esos humos, jovencito (Juan se cruzó los brazos y
puso morros pero se calló). El viernes
iremos al juzgado, y pasarás a ser mi hijo ante todo el mundo. ¿Por qué crees
que lo hago? Podría perfectamente esperarme 4 meses a que cumplas los 18 y
limpiarme las manos.
- No lo sé (encogiéndose de hombros) ¿Por qué no podéis tener hijos?
- Si fuera por eso Mario y yo
podríamos adoptar un bebé en vez de adoptarte a ti yo solo.
- ¿Y porque no lo hacéis?
- No me gustan los bebes (dijo Mario). Y Camilo se moriría si tuviera que
cambiar un pañal.
- A él no le gustan los bebes
y yo no quiero cambiar pañales. Pero no es esa la razón por la que no
adoptamos. Podría adoptar un niñito de 3 o 4 añitos, esos ya no usan pañales.
Pero ni me lo planteo, porque yo ya tengo un hijo. Tú, Juan, Tú eres mi hijo.
Lo fuiste desde el instante que entraste por esa puerta hace 5 meses y no
dejarás de serlo por cumplir 18, 20 o 50 años. ¿Entiendes? Yo no puedo cambiar
lo que siento, solo hago lo que creo que es correcto y creo que darte mi
apellido y hacerte mi heredero es lo correcto. Ya te estoy haciendo de padre,
lo del viernes solo será una mera formalidad. Para mi no cambiará nada y para
ti tampoco debería.
- ¿qué quieres decir que de
aquí a 4 meses cuando cumpla 18 seguirás siendo mi padre?
- si, y de aquí a 20 años, y
mientras me quede un aliento de vida tú serás mi hijo. Quiero que te quede bien
clarito, eso. No importa lo que hagas digas o pienses eso es y será así. Me
gustaría que tú sintieras lo mismo por mi, pero si no es así, eso tampoco
cambiará lo que siento por ti.
- si (Juan lo interrumpió pero a él no le
salían las palabras como a Camilo) yo
también quiero que seas mi padre siempre (finalmente logró decir).
- Entonces, por amor de dios,
Juan, deja de probarme. Es agotador. No sé tú pero a mi no me gusta nada tener
que estar todo el rato detrás de tu nuca vigilando que no te mates, no eches al
retrete tu futuro, no me mientas o me obedezcas. Tienes 17 años, por favor. Es
hora que empieces a ser más responsable y sobretodo es hora que empieces en
confiar en mí. Si te digo que hagas algo es porque es lo mejor para ti. Y los
estudios es una de esas cosas que tendrás que confiar en nosotros. Los
necesitas. Cuando acabes en octubre el instituto, miraremos academias de bellas
artes para que te ayuden a formarte como artista. Tienes un gran talento y
estoy seguro que si te centras y te aplicas podrás llegar muy lejos. Pero esto
es como todo por mucho talento que tengas sino trabajas duro no conseguirás
nada.
- ¿En serio crees que podría
dedicarme a dibujar?
- Si, pero solo si te aplicas
y te lo tomas en serio. El talento está bien, hijo. Pero sin trabajo no te
lleva a ninguna parte. Tu hermano y yo somos buenos en nuestros campos, pero ya
ves cuantas horas nos la pasamos trabajando, sino fuera por eso yo seguiría
haciendo planillos para un estudio de tres al cuarto y Mario haría de perito en
alguno que otro juicio.
- O serviría copas en un bar (dijo Mario sabiendo que es lo
que hacían algunos de sus compañeros de promoción).
- de acuerdo.
- ¿De acuerdo qué? ¿De acuerdo
dejaré de comportarme como un insufrible arrogante y malcriado niñato? ¿O de
acuerdo me tomaré en serio lo del dibujo?
- de acuerdo a las dos.
- así me gusta (dijo Camilo dándole un abrazo
bien fuerte y un beso en la cabecita).
- Supongo que estoy castigado
hasta el día del juicio final ¿no? (dijo Juan totalmente derrotado).
- No más arrestos
domiciliarios
(Juan sonrió de punta a punta y se le iluminaron los ojos) No tan rápido. Has falsificado la firma de tu hermano, has faltado a
todas las clases de la tarde y nos has mentido. Y eso en mi libro es igual a
ser un niño muy muy malo.
- Papaaaaaaaaaaaaaaaá (dijo Juan muriéndose de
vergüenza).
- Lo dicho, has sido un niño
muy malo (intentando
no reírse y continuar serio) y en esta
casa los niños que son malos siempre
acaban igual.
- papá, por favor, no
podríamos hablarlo (suplicándole).
- ¿Y qué es lo que estamos
haciendo?
- cuando dije hablarlo quería
decir olvidarlo (con
una media sonrisita).
- Tengo 37 años, hijo, lo
lamento, pero aun no tengo problemas de memoria.
- Mi trasero lo lamenta más.
- jajaja (Camilo no pudo aguantarse la
risa. Pero Mario seguía serio y ver la cara de su marido le hizo volver a
ponerse serio) Dejémonos de tonterías,
te quiero plantado en esa esquina pensando lo que has hecho mal. Cuando regrese
más vale que me guste lo que oiga o sino la zurra que te voy a dar va ser tres
veces peor. (Y camilo se fue hacia el dormitorio, Mario le siguió, dejando
al chico solo en el salón pensando sobre sus malas decisiones).
- ¿Qué pasa? (Preguntó Camilo nada más
cerrar la puerta de su dormitorio)
- nada (dijo Mario sentándose
rendido en la cama, mientras se quitaba los zapatos).
- Mario, te conozco como si te
hubiera parido, y te pasa algo
(Camilo se sentó a su lado y puso su mano sobre la pierna de Mario).
- Sé que jamás hemos hablado
de esto
(empezó a hablar Mario con un hilito de voz). Pero… no me gustan los bebés, no te engañaré, pero si que me gustaría
que tu y yo tuviéramos un hijo o una hija, una pequeña Alcázar-Macias o Macias-
Alcázar que llevar los fines de semana al parque o que contar cuentos antes de
dormir o …
- Nunca habías dicho nada (le interrumpió sorprendido
Camilo)
- Pensé que no querías ser
padre. Y sinceramente, antes yo tampoco quería, pero ahora que os veo a
vosotros dos, bueno…
- ¿Una niña? (dijo con una media sonrisa
Camilo)
- ¿o un niño? (dijo tímidamente Mario)
- jajaja
- ¿qué? No te rías de mí (golpeándolo juguetonamente
en el brazo).
- Lo siento has puesto una
carita tan mona.
- Idiota (dándole con uno de los
cojines de la cama. Sin darse cuento ambos se encontraron besándose y
acariciándose, y digámoslo así la hora de Mario y Camilo pasó más rápido que la
hora de Juan).
- Muy bien, Juan sal de ahí (dijo una hora más tarde
Camilo al entrar de nuevo en el salón). A
ver, hijo. Dime ¿Qué hiciste mal y porque estuvo mal?
- No fui a las clases de la
tarde y estuvo mal porque ahora no podré graduarme en julio.
- Juan, eso estuvo mal porque
tu obligación es ir a las clases y mantener un buen expediente. Nosotros
trabajamos y traemos dinero a casa y tú estudias y traes buenas notas a casa.
¿De acuerdo?
- si, señor.
- ok, por saltarte todas esa
clases recibirás un zapatillazo por cada clase que dejaste de asistir (Juan hizo el calculo mental
eran 40 zapatillazos, tragó saliva y puso cara de cordero degollado. Pero
Camilo parecía inmune). Continuemos, ¿qué más has hecho mal?
- Falsifiqué la firma de Mario
y eso está mal porque es un delito.
- Si, es un delito. Y además
es faltar a la confianza que tu hermano tiene en ti. Que Juan, no es por nada,
pero ahora mismo Mario se siente muy defraudado contigo. Creo que le debes unas
buenas y sinceras disculpas.
- si, lo sé. Pero está muy
enfadado, ahora no (Camilo
intentó no reírse).
- No, Juan, esto no funciona
así, no es cuando a ti más te convenga. Cuanto más dejes pasar el tiempo tus
disculpas valdrán menos.
- ¿Ahora? (dijo con una mueca de
fastidio).
- Si, ahora estaría bien (Juan se levantó y fue hacía
el dormitorio de los muchachos para disculparse con su hermano. Tras un largo
sermón por parte de Mario, Mario finalmente lo perdonó y se dieron un largo
abrazo y los dos salieron del dormitorio con una enorme sonrisa) Veo que habéis hecho las paces (en
verdad iba dirigido a Mario pero contestó Juan).
- si, Mario ladra pero no
muerde. Jajaja
- ¿ah sí?, renacuajo, (dijo Mario, tirándolo al
sofá y haciéndole cosquillas hasta que Juan suplico clemencia).
- ¿Habéis acabado ya? (dijo Camilo con cara de
bibliotecaria amargada).
- si (bajando los dos la cabeza pero aun
riendo).
- Mario ¿Qué cree que merece
por haber falsificado tu firma en la escuela?
- ¿más cosquillas?
- Marioooo (dijo rodando los ojos, a
veces Mario era peor que Juan)
- a mi me parece bien (se apresuró Juan a decir).
- vale, vale, 20 con la
correa.
- ¡Ey! ¡Creí que me habías
perdonado! (dijo
indignado Juan)
- ¿he dicho 20 quería decir
40? (dijo
arqueando la ceja Mario. Mario estaba siendo muy indulgente y le sorprendía que
Juan aun le rechistara).
- veinte, veinte, veinte está
bien (dijo
con los ojos abiertos como platos).
- Mario, quieres que se las dé
yo o prefieres dárselas tu mismo, ya que fue tu firma.
- no, todo tuyo.
- traidor (dijo Camilo sonriendo a su
marido).
- bueno solo queda una cosa
más no ¿Juan?
- ¿qué? (Juan se había dispersado por
completo)
- ¿qué más hiciste mal, hijo? (dijo Camilo armándose de
paciencia).
- Os mentí todos los días
cuando os decía que iba a clase y me iba a la estación. ¡Pero era para ayudar a
la comunidad! Eso debe de ser algún tipo de atenuante, seguro.
- jajaja si no te ganas la
vida como pintor deberías plantearte hacerte abogado (dijo Mario, que le parecía gracioso
que su hermano probara esa táctica tan lamentable con mister juez implacable
Camilo. Juan le sacó la lengua a Mario).
- ya está bien de tanta
tontería si no te lo vas a tomar en serio quizás deba enseñarte yo lo serio que
es todo esto
(sacándose el cinturón)
- no, no, no, papá, me lo tomo
en serio, me lo tomo, lo juro
(en pánico dijo Juan).
- De acuerdo, como no es la
primera vez que nos mientes y como empieza a ser una fea costumbre para ti, voy
a darte un pequeño escarmiento.
- ¿escarmiento? (preguntó Juan que no sabía de
lo que hablaba su padre pero no le hacía mucha gracia como sonaba eso de
escarmiento)
- que te va a atizar de lo
lindo (dijo
Mario haciendo de traductor).
- Mariooo (dijo Camilo, ya era difícil
tener que castigar al chico para encima tener que aguantar los chistecitos de
Mario). Como iba diciendo (volviendo
al hilo de la conversación. Mario entendió que no era momento para más
interrupciones y se calló) ya he perdido
la cuenta de cuantas veces no has mentido, Juan. Así que esta vez pienso
dejarte claro, o al menos a tu trasero, que en esta casa no toleramos a los
embusteros.
- ¿Cuantos?
- Tres docenas con la pala,
que empezarán ahora mismo. Juan ve a por la pala, ya sabes donde está. (Juan se quedó paralizado unos
segundos pero tras una miradita aterradora de Camilo, se levantó y fue a la
terraza y abrió el pequeño arcón donde guardaban todas las cosas de la terraza
y sacó la odiosa pala. Juan entró de nuevo en el salón con la cabeza gacha y
arrastrando los píes) pantalones y
calzoncillos abajo y sobre el respaldo del sofá (eso no molaba, no molaba
nada, pero ¿Cuántas formas diferentes conocía Camilo de pegar? ¿Y donde narices
las había aprendido? Juan se dijo así mismo que mejor no preguntar. Simplemente
obedeció, aquella iba a ser una tarde muy muy muy larga y no sabía si al día
siguiente podría sentarse en clase. Seguro que no podría ni sentarse cuando
fueran al juzgado por lo de la adopción. Y mientras estaba inmerso en su
pensamiento cayó el primer palazo) PLACKA
- ARGGGGGGGGGGGGGGGH (maldita sea,
Ojala Camilo en vez de jugar al squash jugara al ajedrez)
- PLACKA
- ARGGGGGGGGGGGGGGGH grrrrrrrrr (dos,
le quedaban 34, definitivamente aquella iba a ser una tarde muy larga)
-
PLACKA
- Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr (Juan mordía
el cojín del sofá para apagar el grito)
- PLACKA
…
Los
golpes fueron cayeron uno tras otro, pero Camilo no parecí atener prisa, se
tomaba su tiempo entre palazo y plazo, cuando iba por la mitad, Juan empezó a
dar saltitos y doblar las piernas para intentar aliviar el ardor, pero Camilo,
no se apiadó lo más mínimo y le dejó unos minutos para recuperarse y después
volvió a la faena. Cuando hubo acabado el culo de Juan estaba de un rojo
carmesí que dañaba a la retina).
- 36 PLACKA ok, Juan, hemos
acabado con la pala ve a lavarte la cara. Cuando estés preparado pasaremos a
los 20 con la correa
- papá por favor (Juan estaba llorando y
gimoteando como un niño de parvulario al cual se le ha caído el helado al
suelo).
- Juan, si tengo que
volvértelo a decir, te daré ahora mismo eso 20 con al correar por falsificar la
firma de Mario y 20 más por desobedecerme ahora.
- noooooo ya va, ya voy al
lavabo (dijo
subiéndose los calzoncillos, pero dejando los pantalones en el suelo, algo le
decía que tardaría aun en ponérselos y que cuando su padre acabara con él, no
se moriría mucho por ponérselos. Juan fue al lavabo sobándose el culo. La cabo
de 20 minutos, Juan regresó al comedor, esta vez más recompuesto).
- muy bien Juan, vuelve a la
posición, calzoncillos abajo (Juan
obedeció dudoso, pero obedeció) ZWASS (el primer correazo cayó sobre su muslo
izquierdo).
- aaaaaaaaaah (gritó Juan y se puso de píe)
- Juan, vuelve a tu sitio (Juan obedeció pero ya estaba
llorando de nuevo) Aun quedan 19. ZWASS
18.
- aaaaaaaaaah
- quedan 17 ZWASS
- AAAAAAAAAHHH AYYYY (pero esta vez permaneció
recostado sobre el respaldo del sofá.
Camilo
fue implacable los 20 correazos cayeron todos sobre los muslos del muchacho.
Cuando acabó Juan tenía 10 marcas alargadas en el muslo derecho y 10 marcas
alargadas en el muslo izquierdo).
- Muy bien, Juan, acabemos ya
con esto,
(dijo Camilo y agarró alo chico, que era una maraña de mocos, lagrimas y babas,
y lo llevó al sofá de nuevo, se sentó y puso al chico sobre sus rodillas y
empezó a acariciarle el pelo hasta que el chico se calmó por completo) Ahora quedan los 40 zapatillazos, ¿Mario
puedes traerme mi alpargata, la negra que me regaló Dani hace tres navidades,
por favor? (Mario no dijo nada solo fue a por una de las zapatilla de
Camilo y se la dio en la mano)
-
papá, no más, papi por favor, ya no más, juro que jamás en mi vida, jamás
volveré a desobedeceros, lo juro.
-
Es bueno oír eso hijo, pero ya lo he oído demasiadas veces antes, espero que
después de esta si que sea la última zurra que te tenga que dar por
desobedecernos y saltarte las clases. ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF!
(cinco zapatillazos rápidos pero duros cayeron sobre la nalga derecha de Juan) ¡PLAFF!
¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! (otros cinco sobre la otra nalga).
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO NO NO, NO MÁS AAAAAAAAAAAAAAAH
- Eso es. Juan, no más faltas
de asistencia a la escuela. ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF!
¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! (y cayeron 10 implacables
zapatillazos sobre el punto más sensible del trasero de Jan, justo donde la
nalga se une con el muslo)
-
AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY AU AU BWUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA NO PAPÁ NOOOOOOOOOOOOOOO
BWUAAAAAAAAAAAAAAA.
- No más hacer el holgazán en
tus estudios.
¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF!
¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! (y volvió a castigar la misma zona pero
esta vez con más fuerza aun. A Juan le salían lagrimones como sandias).
-
AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY AU AU BWUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA NO PAPÁ NOOOOOOOOOOOOOOO
BWUAAAAAAAAAAAAAAA, SERÉ BUENO, SERÉ BUENO, IRÉ A TODAS LAS CLASES, LO JUROOOOO
-
JUAN CARLOS, ESPERO QUE ESTÁ SEA LA
ÚLTIMA VEZ QUE TENEMOS ESTA CHARLA ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF!
PORQUE SI TENGO QUE VOLVER A TENER ESTA
CHARLA UNA SOLA VEZ MÁS, LA PRÓXIMA VEZ, NO PODRÁS SENTARTE EN UNA SEMANA. ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! (y
con esas últimas cinco dio por finalizada la zurra. Camilo empezó a acariciar
el pelo y la nuca de su niñito y a decirle palabras de consuelo) Shhhhhhhhhhhhh ya está, Juanillo, ya está
mi niño, yaaaa, papá te tiene shhhhhhhhhhhhhhh ya pasó, ya está, todo
perdonado, ya shhhhhhhhh. Venga vamos a la cama contigo, una buena siesta te
hará bien. Además no querrás que Ornella venga y te vea con todo el trasero
bien zurradito al aire (Juan tardó una milésima de segundo en ponerse de
pie y en subirse los calzoncillos. Mario intentó ahogar la carcajada pero a duras
penas pudo. Camilo lo acompañó a la habitación y hasta que no se quedó dormido
no lo dejó)
- Creo que hoy paso de ir al
gimnasio a jugar un partidito con Dani (tocándose el hombro).
- venga, camilo, deberías
darle las gracias, seguro que tu sacada ha mejorado un montón des de que Juan
vive con nosotros, jajaja.
- muy graciosillo, siempre
puedo practicar también contigo enseñándole la zapatilla negra.
-ey ey ey que haya paz. Jajajaja
Viernes
por la mañana oficinas judiciales
- Juan, estate quieto, deja la
corbata en paz.
- me ahoga (dijo quejándose y metía el
dedo en el espacio entre el cuello de la camisa y la corbata para holgarla más)
- Juan, la corbata está bien,
no está apretada.
- si, lo está. Y estos
pantalones pican.
- Juan, que no tienes 3 añitos,
por favor.
- No sé porque tenía que
ponerme yo de traje, yo no soy el que ha pedido la adopción. Con que fuera
Camilo era suficiente.
- es importante la impresión
que damos.
- pues el juez va a pensar que
soy un panoli.
- no pareces un panoli (dijo Camilo cansado).
- no parezco el enterrador
panoli
(Camilo puso los ojos en blanco).
- me voy a hacer un
cigarrillo, ahora vengo
(dijo Mario)
- quizás yo también debería
fumarme uno
(dijo Juan con una media sonrisita).
- Quizás debería llevarte a
los aseos del juzgado y cambiar el picor de los pantalones por el dolor de unas
buenas nalgadas. Juan, que no te lo tenga que repetir, estate quietecito y
calladito (Camilo
sonó bastante irritado).
- pero es que estoy nervioso.
- todos lo estamos (Camilo empezaba a estar
cansado).
- grrrrrrr
- No me provoques (dijo Camilo fulminándolo con
la mirada. Juan dio una larga y profunda respiración).
- ¿Cuánto queda?
- Cuando salgan los que hay
dentro iremos nosotros
(dijo Miguel el abogado y hermano de Camilo).
- ¿Y qué cojones están
haciendo ahí dentro? ¡Entraron hace siglos!
- No, lo sé. Pero mejor haces
caso a Camilo y te calmas un poquito. Ahí dentro no les gustan las tonterías (le dijo Miguel que se había
pasado todo el rato con la blackberry). Juan,
anda chato, ¿porque no vas a por un refresco, eh?, y de paso me traes un café (alargándole
unas monedas).
- ok (dijo tomando el dinero y marchándose
hacia la máquina. En cuanto el chico estuvo fuera del alance los dos adultos
empezaron a hablar)
- El chico es puro nervio ¿no?
- si, todos estamos bastante
nerviosos.
- Camilo, ya te lo dije, es
solo una formalidad, la adopción ya fue aceptada.
- Lo sé.
- Por cierto, permíteme que te
lo diga, hermanito. Creo que estás loco.
- jajaja no es la primera vez
que alguien me lo dice. Después iremos todos al restaurante de David a celebrarlo
¿vendrás, verdad?
- no puedo, trabajo.
- ¡Joder, Miguel! Siempre con
el trabajo. Es importante para nosotros.
- Estoy aquí ¿no?
- Porque eres nuestro abogado.
- no, porque soy tu hermano.
Si fuera solo tu abogado te pasaría la minuta.
- ¿Quieres dinero? (preguntó sorprendido Camilo)
- te puedes meter tu maldito dinero
por… (Miguel
se mordió la lengua). Camilo, estamos en
los juzgados, yo trabajo aquí, por favor, no tengamos una bronca.
- solo quería tener a mi
hermano en un día tan importante como hoy.
- Camilo, estará toda la
familia.
- menos Carlos y tú.
- Bueno, no todos somos unos
grandes profesionales con unos grandes sueldos, Acabo de empezar, no me puedo
permitir el lujo de rechazar un trabajo. Y antes que digas algo, no, no quiero
ni un puto céntimo de ninguno de vosotros. Y ni una palabra a los papas.
- ¿pero tan mal vas?
- Camilo, no voy mal, voy
justo. Pero ya irá mejor, es mi primer año ¿Cómo te fue a ti el primer año? (Miguel se llevaba 12 Años
con Camilo pero recordaba perfectamente los primeros años de Camilo).
- De acuerdo. Pero el domingo
no hay juzgados, así que no quiero excusas el Domingo vendrás a almorzar con
nosotros.
- valeeeeee (dijo rodando los ojos)
- jajaja casi me engañas
vestido así, con el maletín, esa cara de estreñido y liado con tu blackebrry,
pero sigues siendo el Miguelín de siempre jajaja
- ¡shhhhhhhhhhh calla, que
alguien podría oírte! Camilo, ¿voy yo a tu trabajo a avergonzarte?
- perdón, perdón su señoría.
- eso es el juez (dijo rodando los ojos).
- ¿Sabes algo de Carlos? (dijo con tristeza en la voz)
- Camilo, hoy es un día feliz (dijo dándole un achuchón y
una calida sonrisa), lo has dicho tu
mismo, centrémonos en eso. Ok. Por cierto, Juan tiene razón, parece un panoli.
¿En serio eres gay? ¿No sé supone que los gays tenéis buen gusto con la ropa? Ese
traje es…es…
- Es el único que tiene Juan.
Era eso o el uniforme de la escuela. Tiene 17 años, los trajes no ocupan el
fondo de su armario jajaja
- jajaja (en ese momento llegó Mario)
- hombre Miguel riendo,
¡milagro! ¿De que os reíais vosotros dos?
- de nada (dijo Miguel)
- ¡ey, no me dejéis fuera del
club! ¿Y Juan?
- Lo mandé a por un café (dijo Miguel) pero ya debería hacer rato que habría de
haber vuelto. ¿Debe haber ido al mismo Colombia a por el café? (dijo
divertido).
- Debe de estar recogiendo el
grano el mismo
(dijo Mario siguiéndole la broma a Miguel)
- Voy a buscarlo, ya debemos
estar a punto de entrar (dijo
Camilo ignorando a aquellos dos bufones).
- ok, yo me quedó aquí, con el
señor letrado, jajaja
(dijo Mario pasándole el brazo por encima).
- Queréis dejar de burlaros de
mi (dijo
Miguel intentando no perder la paciencia ni con su hermano ni con su cuñado), por favor.
- Quizás Camilo, pero,
cuñadito, yo… jamás (Miguel volvió a rodar los
ojos).
Camilo
salió fuera a ver si veía a Juan. Juan estaba sentado en mangas de camisa en
uno de los escalones de la entrada con la corbata y la americana en el suelo a
su lado.
- Aun no hace tiempo para ir
en mangas de camisa, Juan
(dijo camilo sentándose al lado de Juan).
- ¿Ya nos llaman?
- no ¿eso es un café?
- si, pero no es el de Miguel.
- ya me lo imagino, sino se lo
va a tomar helado. ¿Estás bien?
- estoy aterrado
- yo también.
- ¿en serio?
- claro, en unos minutos me
voy a convertir oficialmente en tu padre. No es que cambie en absoluto lo que
siento por ti. Pero…ya sabes
(dijo poniendo una mueca muy graciosa)
- si, es como si hasta ahora
todo hubiera sido un sueño y a partir de ahora todo será muy real.
- ¿Y si la cago?
- ¡si la cagas tu! ¿Y si la
cago yo?
- ¡papá! (Exclamó Juan como si Camilo
acabará de decir la mayor estupidez del mundo).
- Ey tú la cagas y yo me
encargo de limpiar la mierda, ya está. Como mucho tu culo será él único que se
resienta. Pero si la cago yo…hijo, si lo hago mal quizás me cargue tu futuro,
eso si que da miedo.
- Tú no la vas a cagar, eres
perfecto.
- ¿Qué? ¿Yo? ¿Perfecto? No sé
que irá diciendo Mario de mí.
- Mejor no lo sepas jajaja (dijo con malicia) pero eso no me lo ha dicho Mario, tú jamás
te equivocas lo haces todo bien.
- ¡Ojala! Jajaja creo que me
tienes sobrevalorado.
- ¡Qué va! Ojala no fueras tan
perfecto así no te importaría tanto que yo no lo fuera (dijo un poco triste)
- Yo no soy perfecto, yo no
quiero a un hijo perfecto
(pasándole el brazo por encima y acercándolo a él) y lo
siento, pero si, espero mucho de ti. Pero solo porque sé que si quieres puedes
llegar muy lejos. No tienes porque resignarte a una vida mediocre, porque hijo,
porque eres un montón de cosas menos mediocre.
- ¿tú crees? (con una media sonrisita)
- No lo creo, lo sé. (Dijo pellizcándole la nariz)
- papaaaaaaaaaaa (escandalizado) ¡alguien podría vernos! (muerto de
vergüenza por tal muestra publica de afecto).
- ¿y? ¿Eres mi hijo? ¿No puede
un padre pellizcarle la naricita a su hijo?
- ¡no si el hijo tiene 17
años!
(fingiendo estar ultrajado) venga, vamos
para dentro, papá seguro que ya deben de estar por llamarnos.
- Ok (levantándose de las escaleras) pero pasemos a por el café de Miguel. Sino
va a pillar una pataleta.
- Papá, Miguel tiene 25 años.
- Es mi hermanito, sé
perfectamente la edad que tiene (mirándolo extrañado).
- Porque me parece a mi que
con 25 años vas a seguir pellizcándome la nariz (dijo Juan negando con la cabeza y
flojito)
- Y si sigues así de insolente
eso no es solo lo único que voy a seguir haciendo (dándole una nalgadita cariñosa para
empujarlo dentro del juzgado)
- ¡Papaaaaá!
- jajaja (Camilo no pudo evitarlo,
Mario tenía razón, era tan divertido ver la cara de Juan cuando se sonrojaba).
- ¡Chicos, corred es nuestro
turno! (les
gritó Mario y Juan y Camilo corrieron riéndose hasta la sala. Y aquel fue el
primer día de la familia Alcázar-Macias.)
FIN
Sin lugar a dudas,una historia bellamente enternecedora...como para soñar con una vida llena de esperanzas y oportunidades,...me rei,me preocupé,me llené de ansiedad y quedé plena de satisfacción de haber disfrutado tanto éste conmovedor cuento,...como siempre Little extrañamente magica,...Lady áunque era un obsequio creo que era imposible no compartirlo así que desde ya un grande y muy sincero "gracias",ámbas sois maravillosas
ResponderBorrarDefinitivamente era imposible no compartirlo... es una historia genial me encanta como le dijo a Little Hoshi me reencanta, así que no modo había que compartirla es un pecado privar al mundo de ella.
BorrarLizzy
ResponderBorrarLittle y Lady: Hermosamente a estilo de la famila Waldorf, serie de televisión en la que eran un montón de hermanos y aunque tuvieran sus altas y bajas nunca se daban la espalda; y todas las noches antes de dormirse se daban las buenas noches desde los papás, pasaban el saludo por el hermano mayor hasta llegar a los menores.
Gracias por compartir tan PRECIOSA historia. me van a ser mucha falta.
Hola Lady y Little: Como siempre un felicitaciones se queda corto ante tan grande talento agradezco a ambas el haber compartido con nosotros su historia, es increíble ver como fue cambiando la vida de Juan en las amorosas manos de su hermano y padre, ese chico tan desubicado pasa ahora a tener un centro en el cual se siente seguro y felíz, me encantaría conocer sobre su nueva vida como una familia legal y de su paso por la Academía de Artes porque seguro que a eso se dedicará estoy segura que siempre se meterá en algún lío y papá tendrá que corregir el camino, de todo corazón va mi felicitación sincera para ambas gracias por su buen trabajo, sigan adelante que sus admiradoras siempre estamos deseosas de más de ese maravilloso talento, un abrazo muy fuerte
ResponderBorrarwaaw soy tu admiradora número. 1 jajaja hermoozaz tus historias te admiro mucho
ResponderBorrarhermosa historia me enknto felicidades!!!
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