Capítulo catorce
“Ten cuidado con lo que deseas, puede
destrozarte la vida”
Después de todo lo que hemos pasado, quise darle una sorpresa
a papá y le hice una visita, pero al final el sorprendido fui yo al enterarme
que estaba viviendo en su casa, o mejor dicho, en nuestra casa en New York. Eso
me dejó un poco inquieto porque siempre se queda donde Terry su amigote y dejo
patente que ese hombre no me agrada mucho ya que siempre necesita a papá para
algo.
En cuanto entre a la casa me encontré las cosas de Adrianne, las
reconocería en cualquier parte. Ella era la mujer que yo había elegido para
papá, era la que yo quería de mamá.
Descubrir que ellos estaban viviendo juntos, fue lejos lo peor
que me podían imaginar, no sabía qué hacer se suponía que seríamos una familia,
pero la realidad llegó a mí de repente, ellos
decidieron ser una familia sin mí y no los culpo, nadie quiere lidiar
con el “hijo” de otra y peor aun cuando ese “hijo” es todo un problema como yo.
Suspiré y con determinación me negué a derramar ni una sola
lágrima, no señor no lo haré, no les
daré el gusto de verme derrotado y llorando solo como un bebe. Regresé a
casa lo antes posible, me embriagué en el avión, el chofer me estaba esperando
y hasta tuvo que ayudarme a subir a la limo, fue toda una vergüenza pero ¿A
quién diablos le importa? ¿A papá? ja no lo creo.
Cuando llegué a casa, lo vi. Sí, ahí estaba el muy infeliz, sonriéndome
como si nada hubiese pasado y esperando por mi abrazo de bienvenida. No pude
más con mi rabia, le escupí en la cara y comencé a sacarlo a empujones de MI
hogar.
“TE ODIO SEAN, LARGATE
DE MI CASA” le grité con furia deseando que mis palabras pudiesen
hacerle sufrir tanto como yo estaba sufriendo.
“¿Pero qué te pasa Steve?” él se limpió la cara sin saber
cómo reaccionar.
“DIJE-LARGO-DE-MI-CASA”
le repetí puntualizando cada sílaba con amargura sintiendo que el alcohol
estaba haciendo estragos en mí.
Sean pareció darse cuenta, me llevó al baño a rastras, me
ayudo a vomitar y luego sin decir absolutamente nada, me metió en la cama. No
abrió su boca en ningún momento, pero en sus ojos la amenaza era fuerte y
clara: “espera hasta estar sano jovencito”.
Desperté adolorido al día siguiente y Sean estaba a mi lado
con sus ojos hinchados. Sé que lloró toda la noche, pero cada vez que lo veía
recordaba cómo me había sentido al ingresar, al que se suponía era “nuestro
hogar” pero que ahora se había convertido en “un perfecto hogar” del que yo no
era parte.
Me aparte bruscamente de su lado, no lo quería cerca, respirar
su mismo aire me asfixiaba, me dañaba tenerlo a mi lado.
“Steve” me dijo desorientado
sonando como un perfecto idiota.
“Sean” le respondí desafiante mientras en el interior mi alma
clamaba por venganza.
“ES PAPÁ” me
reclamó enojado.
“Te llamaré PAPÁ
cuando lo merezcas” susurré entre dientes, él no tenía ni la menor idea
de lo que yo estaba sufriendo.
“¿Qué quieres decir
con eso? yo soy tu padre Steve y te amo”.
“Ja, si claro” Comenté
sonriendo sarcásticamente como si me hubiesen contado un mal chistey en
realidad así era.
Sean me miró un rato, se notaba que estaba ofendido con mi
sarcasmo y eso me hizo reír con más fuerza.
“Ya basta de juegos
Steve, tenemos mucho de hablar hoy” Su voz sonaba amenazante pero a mí
me importaba un pepino. Yo sabía exactamente a lo que mi padre se refería con
“hablar”, así que me armé de valor, no
quería esperar por eso.
“si vas a golpearme hazlo ya y
lárgate de mi casa”, le dije con una voz gélida, eso le tomó por
sorpresa, no se lo esperaba.
“Hijo” Su tono
había cambiado y casi podía jurar que era más dulce que de costumbre. Eso me
hizo rabiar más.
“no me llames así, no
me importa lo que paso, lo que hiciste, ya no te quiero no te quiero cerca mío
me haces daño, me pones enfermo de solo verte, largo de mi casa, no quiero
volver a verte jamás te odio, eres lo peor que me paso en la vida, tú no eres
mi padre, no eres más que el cabrón que se tiró a mi madre” todo mi grito se detuvo por una fuerte
palmada en la boca, fue tan fuerte que creí me había soltado algún diente, pero
no solo me quebró mi orgullo.
Pasó una eternidad mientras sobaba mi boca y le observaba
respirar entre cortado. Una lágrima traicionera se escapó de mis ojos y en ese
instante comencé a aplaudir como loco, y sí yo estaba loco, loco de tanto dolor.
“¡¡Bravo! ¡¡Bravo Sean!” le gritaba con rabia “Dime ¿te sientes mejor ahora?”
Él no decía nada pero era claro que su paciencia había llegado
al límite. De pronto me agarró de un brazo y me dejó en medio del sofá
acomodándome en su regazo.
“Al menos golpéame
como a un hombre” aullaba pataleando para liberarme de esa postura tan humillante.
“Tú no eres un hombre,
eres un niño, mi niño y no entiendo tu comportamiento pero en este instante
poco importa, te ganaste esta zurra por irrespetuoso y no sé qué mierda se te
metió dentro pero ten por seguro que no parare hasta que lo averigüe” con eso comenzó una lluvia de nalgadas
a mi indefenso trasero y así continuó por horas y horas, bueno en realidad no
fueron más de tres minutos, luego comenzó a deslizar mi ropa, primero mis pantalones
y por último mis bóxer.
Sí, esa era la escena. Yo estaba con mi trasero desnudo como
un mocoso travieso recibiendo una buena tunda en el regazo de papá, pero eso no
iba a doblegar mi orgullo, Sean me azotaba con fuerza pero no me arrancó ni un
solo quejido, no le daré el placer de verme llorar, así que no abriré mi boca
para suplicar clemencia, pero si para desquitarme un poco del coraje que me
está consumiendo por dentro.
“TE ODIO, TE ODIO, TE ODIO” le grité
una y otra vez hasta que decidió que su mano no era suficiente y entonces se
sacó su cinturón. Yo rompí en aullidos frenéticos, sabía que mi trasero no
podría soportar un solo golpe con esa cosa, me había pegado demasiado, tanto
que perdí la noción del tiempo y de sus palabras, no escuché nada de lo que
dijo, solo me concentraba en no llorar.
“Déjame Sean, me
dueleeee, me estas matandoooo” le repetí asustado entre gemidos y
esperaba que se detuviera, pero nada, el cinturón cayó en mi traserito
adolorido.
Me dio cinco correazos y al final terminé con arcadas, suplicando
que se detuviera, si me sentía todo un cobarde por suplicarle pero jamás le
dije papá, él ya no lo es, ya no lo quiero.
En cuanto termino me puse de pie sin su maldita ayuda y me
acomodé la ropa. Corrí como endemoniado a encerrarme en mi habitación pero no
llegué ni a la cama, me derrumbé en el piso. Sean no se movió del sofá y con su
voz quebrada me advirtió: “esto es solo un adelanto hijo”
Yo le escuché y mi sangre se puso fría, sentía que el dolor y
el rencor invadía todo mi ser como si fuese veneno corriendo en mis venas “TE ODIO, TE ODIO, DEJAME EN PAZ” le
gritaba mientras me tiré a la cama y entonces ya no pude más comencé a llorar.
Sean se asustó y no era para menos mi llanto se escuchaba
fuerte y claro en toda la casa. Él echó la puerta abajo y me sujeto por los
hombros, sus ojos lagrimearon al ver mi rostro estaba desfigurado de tanto
llorar.
Yo no podía dejar de pensar que frente a mí estaba el culpable
de todo mi dolor y le escupí nuevamente. Ahora sí estaba muerto, sabía que esta
vez Sean me mataría así que cerré mis ojos con fuerzas esperando que todo esto
terminara. Pero al parecer, él tenía otros planes.
No supe cómo pero en un segundo me tomo entre sus brazos y me
guió la bañera. Yo grite y pataleé todo el camino, pero no me soltó hasta que
me dejó caer en el agua fría.
“Hijo ¿qué te ocurre?” Me
preguntó cuando vio que mi pataleta había cesado.
“No me llames eso”
le respondí bajito y titiritando del frío, obviamente a mi cuerpo ya no le
quedaba fuerza, pero me retorcía cada vez que él me llamaba así.
“Steve” dijo con calma
mientras me sacaba de la ducha envuelto en una toalla yo no podía dejar de
tiritar pero él me cambio ropa con un cuidado único, yo no abrí la boca en
ningún segundo, me sentía tan solo y la realidad golpeó mis sentidos me acaba
de dar cuenta que no tenía papá ya no tendría a nadie, la Kathya está con el
general celebrando su cumpleaños mientras yo supuestamente hacía lo propio con
el mío, pero aquí no hay pastel, ni regalos esto es cualquier cosa menos
“celebrar”.
“Steve dime que paso, yo vine a
verte y te encuentro en estas condiciones” me dijo preocupado.
Yo no podía más, no podría recibir una palmada más y mi
corazón dolía demasiado.
“¿Desde cuándo vives con ella, desde
cuando son un familia y me dejaste fuera?” le pregunté con amargura pura
mientras mis lágrimas se mezclaban con unas gotitas de agua fría que escurrían
todavía por mi cara.
Sean se quedó inerte como tratando de procesar que le estaba
diciendo, esperé un rato por su respuesta pero él enmudeció por unos minutos o
al menos para mí fueron minutos, perfectamente pudieron ser un par de segundos.
Cuando finalmente encontró la respuesta en su cerebro rompió
el silencio.
“Adrianne está
haciendo unas reparaciones en su departamento por eso se quedó unos días en
casa, no se ha mudado hijo, jamás te haría una cosa así, eres mi hijo, mi
tesoro, mi vida”
“¡No me digas más así mentiroso! ¿Sabes
qué? ya no me importan tus excusas, no me importa si es verdad o no, terminé
contigo, terminó el sentirme una mierda cada vez que estoy a tu lado o lejos de
ti, ya no más, hemos acabado olvídate que existo que yo ya lo hice” Me di
media vuelta en la cama, no me importaba nada solo quería que el mundo
desapareciera.
Sean suspiró “Steve
las cosas no funciona así”
“Si, así funcionan, puedes pegarme
todo lo que quieras pero tendrás que matarme a golpes porque no conseguirás
nada” le
dije en un aullido que fue contenido por la almohada que tapaba mi cara.
En realidad no supe que más dijo, tampoco sé en qué momento
rompió a llorar con su alma destrozada, la verdad es que no me di cuenta porque
yo mismo estaba ocupado en mantener mi alma con banditas, no podía volver a
pasar por eso. No importa que esta vez haya sido un error, eventualmente no lo
será y si me voy a morir del dolor mejor que sea ahora y nos olvidemos de
nosotros, si definitivamente eso es lo mejor.
Sean se quedó una semana, me mantuve firme y no hable con él
ni una sola vez. Me levantaba muy temprano y me iba al colegio, trataba de
quedarme en mi departamento la mayor parte del tiempo, aunque un par de veces
me fue a buscar. Demás está decir que las peleas eran eternas, me castigó todos
los días pero no di mi brazo a torcer.
Era lunes y Sean me llamó al despacho, me esperaba la paliza
de mi vida, no sabía cómo diablos iría a clases después de esto.
“Steve, no comparto tu
comportamiento, nos está matando” Me dijo con voz dolida aunque en
mi interior pensé que era totalmente falso, aun así lo dejé terminar “te amo hijo de mi corazón pero no puedo
seguir, tengo miedo a que te dañes si sigo intentándolo” escondí mi brazo donde anoche
descubrió una nueva marca, aún me duelen los correazos por ese incidente “Me iré Steve, porque te amo y no quiero
perderte, pero tienes que prométeme que ya no más” terminó de hablar y
no apartaba su vista de mi vergüenza.
“No más” Le dije
repleto de odio “solo vete de
una vez”
“te llamare a diario, respóndele a
papá hazme saber que estas bien, no te dañes más, papito se está yendo para que
no te dañes más, cuídate chiquito eres mi vida Steve Hyuga”
“Lo prometo” no podía
dejar de llorar una parte de mi estaba feliz de haber conseguido lo que quería
y otra me quería morir del dolor por su partida.
“Sean” le llamé
y él me miró con esperanza pero simplemente murmuré un “gracias” y cerré la
puerta lo más rápido que pude porque el llanto de papá me estaba matando, corrí
hasta la piscina y me tire con ropa, quería que el agua lavara mi llanto, no
pude, no podía, lloré, lloré y lloré, grité hasta quedar mudo dentro del agua
donde nadie pudiera presenciar mi agonía, él no vino a despedirse, logré lo que
quería y ahora debo pagar el precio hoy perdí a mi padre, hoy dejé de ser su
hijo.
Los meses pasaron iguales, él llamaba a diario pero yo no
contesté jamás, Nancy y la K hablaban con él, mi pantera me miraba con
decepción pero no me dijo nada, no tuve tanta suerte con Nancy que todos los
días me regañó. Él viajaba una vez al mes pero yo me las ingeniaba para no
verlo, las pocas veces que me vi forzado a cruzar alguna palabra no era más que
un frío “Sean” y en
respuesta obtenía un cálido “Hola Steve” entonces comprobé con
dolor que ya no se atrevía siquiera a llamarme “Hijo”
Siempre fui un chico acostumbrado a tener todo lo que deseaba
y ésta vez no fue la excepción, Sean se estaba alejando de mi vida, tal como se
lo pedí, pero jamás me imaginé que obtener lo que quería, me iba a destrozar la
vida.
BUUUUUUUUUUAaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa voy a llorar, como puede ser tan tontooooooooooooooo, yo que Sean le doy tres correazos y luego lo achucho hasta que no pueda respirar ajjaja (entira no lo voy a matar) lo comeria besos y mimos para qeu entienda que se lo ama pero qeu tiene que terminar de ser tan terco
ResponderBorrarMarambraaaaaaaaa tienes razón pero de ser así no tendríamos es resto de la historia jajaja
BorrarLittleHoshi: Otra vez estos dos peleándose como un par de necios! Creo que aqui ambos se merecen una buena zurra.
ResponderBorrarLittle Hoshi esos dos se llevan como perro y el gato pero se aman profundamente... y por suerte el Opa no estaba para ponerlos en cintura :D
BorrarCreo que si se merecia una paliza memorable y después que su padre no lo soltara hasta que reconociera que nos guste o no un padre o madre siempre lo serán, que nos aman pero que también son personas y nuestras inseguridades no debe ser prioridad en nuestra vida sino el amor de los nuestros.
ResponderBorrartienes toda la razón pero este capitulo era necesario para el que sigue... no te preocupes las cosas empeoraran pero luego saldrán adelante
BorrarYo quiero qeu salga el Opa, no pude ser qeu deje que ese par de tontos del remate esten de nuevo agrediendose, bueno el crio al papa, y el papa ande ahi llorando por los rincones, jajajaja que salga el abuelo qeu salga el abuelo, que salga el abuelo, jajajaja
ResponderBorrarestoy deseosa que pronto publiques el otro capitulo un besote
El Opa lo haría pero ya no habría historia pues los mataria a palmazos por bobos
BorrarYo también pido al abuelo para que los meta en cintura a los dos al padre por alcahueta y al hijo por mal chineado
ResponderBorrarel Opa seguro que les hace entrar en razón a fajasos
Andrea
Lamentablemente no podremos recurrir al Opa esta vez porque Sean debe aprender a cuidar de su hijo le guste al tigresito o no... y te aseguro no le gustara...
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