Páginas Amigas

viernes, 9 de noviembre de 2012

Ten cuidado con lo que deseas… puede destrozarte la vida

Capítulo catorce
“Ten cuidado con lo que deseas, puede destrozarte la vida”

Después de todo lo que hemos pasado, quise darle una sorpresa a papá y le hice una visita, pero al final el sorprendido fui yo al enterarme que estaba viviendo en su casa, o mejor dicho, en nuestra casa en New York. Eso me dejó un poco inquieto porque siempre se queda donde Terry su amigote y dejo patente que ese hombre no me agrada mucho ya que siempre necesita a papá para algo.
En cuanto entre a la casa me encontré las cosas de Adrianne, las reconocería en cualquier parte. Ella era la mujer que yo había elegido para papá, era la que yo quería de mamá.
Descubrir que ellos estaban viviendo juntos, fue lejos lo peor que me podían imaginar, no sabía qué hacer se suponía que seríamos una familia, pero la realidad llegó a mí de repente, ellos decidieron ser una familia sin mí y no los culpo, nadie quiere lidiar con el “hijo” de otra y peor aun cuando ese “hijo” es todo un problema como yo.

Suspiré y con determinación me negué a derramar ni una sola lágrima, no señor no lo haré, no les daré el gusto de verme derrotado y llorando solo como un bebe. Regresé a casa lo antes posible, me embriagué en el avión, el chofer me estaba esperando y hasta tuvo que ayudarme a subir a la limo, fue toda una vergüenza pero ¿A quién diablos le importa? ¿A papá? ja no lo creo.
Cuando llegué a casa, lo vi. Sí, ahí estaba el muy infeliz, sonriéndome como si nada hubiese pasado y esperando por mi abrazo de bienvenida. No pude más con mi rabia, le escupí en la cara y comencé a sacarlo a empujones de MI hogar.
“TE ODIO SEAN, LARGATE DE MI CASA” le grité con furia deseando que mis palabras pudiesen hacerle sufrir tanto como yo estaba sufriendo.
“¿Pero qué te pasa Steve?” él se limpió la cara sin saber cómo reaccionar.
“DIJE-LARGO-DE-MI-CASA” le repetí puntualizando cada sílaba con amargura sintiendo que el alcohol estaba haciendo estragos en mí.
Sean pareció darse cuenta, me llevó al baño a rastras, me ayudo a vomitar y luego sin decir absolutamente nada, me metió en la cama. No abrió su boca en ningún momento, pero en sus ojos la amenaza era fuerte y clara: “espera hasta estar sano jovencito”.
Desperté adolorido al día siguiente y Sean estaba a mi lado con sus ojos hinchados. Sé que lloró toda la noche, pero cada vez que lo veía recordaba cómo me había sentido al ingresar, al que se suponía era “nuestro hogar” pero que ahora se había convertido en “un perfecto hogar” del que yo no era parte.
Me aparte bruscamente de su lado, no lo quería cerca, respirar su mismo aire me asfixiaba, me dañaba tenerlo a mi lado.
“Steve” me dijo desorientado sonando como un perfecto idiota.
“Sean” le respondí desafiante mientras en el interior mi alma clamaba por venganza.
“ES PAPÁ” me reclamó enojado.
“Te llamaré PAPÁ cuando lo merezcas” susurré entre dientes, él no tenía ni la menor idea de lo que yo estaba sufriendo.
“¿Qué quieres decir con eso? yo soy tu padre Steve y te amo”.
“Ja, si claro” Comenté sonriendo sarcásticamente como si me hubiesen contado un mal chistey en realidad así era.
Sean me miró un rato, se notaba que estaba ofendido con mi sarcasmo y eso me hizo reír con más fuerza.
“Ya basta de juegos Steve, tenemos mucho de hablar hoy” Su voz sonaba amenazante pero a mí me importaba un pepino. Yo sabía exactamente a lo que mi padre se refería con “hablar”, así que me armé de valor, no quería esperar por eso.
“si vas a golpearme hazlo ya y lárgate de mi casa”, le dije con una voz gélida, eso le tomó por sorpresa, no se lo esperaba.
“Hijo” Su tono había cambiado y casi podía jurar que era más dulce que de costumbre. Eso me hizo rabiar más.
“no me llames así, no me importa lo que paso, lo que hiciste, ya no te quiero no te quiero cerca mío me haces daño, me pones enfermo de solo verte, largo de mi casa, no quiero volver a verte jamás te odio, eres lo peor que me paso en la vida, tú no eres mi padre, no eres más que el cabrón que se tiró a mi madre” todo mi grito se detuvo por una fuerte palmada en la boca, fue tan fuerte que creí me había soltado algún diente, pero no solo me quebró mi orgullo.
Pasó una eternidad mientras sobaba mi boca y le observaba respirar entre cortado. Una lágrima traicionera se escapó de mis ojos y en ese instante comencé a aplaudir como loco, y sí yo estaba loco, loco de tanto dolor.
“¡¡Bravo! ¡¡Bravo Sean!” le gritaba con rabia “Dime ¿te sientes mejor ahora?”
Él no decía nada pero era claro que su paciencia había llegado al límite. De pronto me agarró de un brazo y me dejó en medio del sofá acomodándome en su regazo.
“Al menos golpéame como a un hombre” aullaba pataleando para liberarme de esa postura tan humillante.
“Tú no eres un hombre, eres un niño, mi niño y no entiendo tu comportamiento pero en este instante poco importa, te ganaste esta zurra por irrespetuoso y no sé qué mierda se te metió dentro pero ten por seguro que no parare hasta que lo averigüe” con eso comenzó una lluvia de nalgadas a mi indefenso trasero y así continuó por horas y horas, bueno en realidad no fueron más de tres minutos, luego comenzó a deslizar mi ropa, primero mis pantalones y por último mis bóxer.
Sí, esa era la escena. Yo estaba con mi trasero desnudo como un mocoso travieso recibiendo una buena tunda en el regazo de papá, pero eso no iba a doblegar mi orgullo, Sean me azotaba con fuerza pero no me arrancó ni un solo quejido, no le daré el placer de verme llorar, así que no abriré mi boca para suplicar clemencia, pero si para desquitarme un poco del coraje que me está consumiendo por dentro.
“TE ODIO, TE ODIO, TE ODIO” le grité una y otra vez hasta que decidió que su mano no era suficiente y entonces se sacó su cinturón. Yo rompí en aullidos frenéticos, sabía que mi trasero no podría soportar un solo golpe con esa cosa, me había pegado demasiado, tanto que perdí la noción del tiempo y de sus palabras, no escuché nada de lo que dijo, solo me concentraba en no llorar.
“Déjame Sean, me dueleeee, me estas matandoooo” le repetí asustado entre gemidos y esperaba que se detuviera, pero nada, el cinturón cayó en mi traserito adolorido.
Me dio cinco correazos y al final terminé con arcadas, suplicando que se detuviera, si me sentía todo un cobarde por suplicarle pero jamás le dije papá, él ya no lo es, ya no lo quiero.
En cuanto termino me puse de pie sin su maldita ayuda y me acomodé la ropa. Corrí como endemoniado a encerrarme en mi habitación pero no llegué ni a la cama, me derrumbé en el piso. Sean no se movió del sofá y con su voz quebrada me advirtió: “esto es solo un adelanto hijo”
Yo le escuché y mi sangre se puso fría, sentía que el dolor y el rencor invadía todo mi ser como si fuese veneno corriendo en mis venas “TE ODIO, TE ODIO, DEJAME EN PAZ” le gritaba mientras me tiré a la cama y entonces ya no pude más comencé a llorar.
Sean se asustó y no era para menos mi llanto se escuchaba fuerte y claro en toda la casa. Él echó la puerta abajo y me sujeto por los hombros, sus ojos lagrimearon al ver mi rostro estaba desfigurado de tanto llorar.
Yo no podía dejar de pensar que frente a mí estaba el culpable de todo mi dolor y le escupí nuevamente. Ahora sí estaba muerto, sabía que esta vez Sean me mataría así que cerré mis ojos con fuerzas esperando que todo esto terminara. Pero al parecer, él tenía otros planes.
No supe cómo pero en un segundo me tomo entre sus brazos y me guió la bañera. Yo grite y pataleé todo el camino, pero no me soltó hasta que me dejó caer en el agua fría.
“Hijo ¿qué te ocurre?” Me preguntó cuando vio que mi pataleta había cesado.
“No me llames eso” le respondí bajito y titiritando del frío, obviamente a mi cuerpo ya no le quedaba fuerza, pero me retorcía cada vez que él me llamaba así.
“Steve” dijo con calma mientras me sacaba de la ducha envuelto en una toalla yo no podía dejar de tiritar pero él me cambio ropa con un cuidado único, yo no abrí la boca en ningún segundo, me sentía tan solo y la realidad golpeó mis sentidos me acaba de dar cuenta que no tenía papá ya no tendría a nadie, la Kathya está con el general celebrando su cumpleaños mientras yo supuestamente hacía lo propio con el mío, pero aquí no hay pastel, ni regalos esto es cualquier cosa menos “celebrar”.
“Steve dime que paso, yo vine a verte y te encuentro en estas condiciones” me dijo preocupado.
Yo no podía más, no podría recibir una palmada más y mi corazón dolía demasiado.
“¿Desde cuándo vives con ella, desde cuando son un familia y me dejaste fuera?” le pregunté con amargura pura mientras mis lágrimas se mezclaban con unas gotitas de agua fría que escurrían todavía por mi cara.
Sean se quedó inerte como tratando de procesar que le estaba diciendo, esperé un rato por su respuesta pero él enmudeció por unos minutos o al menos para mí fueron minutos, perfectamente pudieron ser un par de segundos.
Cuando finalmente encontró la respuesta en su cerebro rompió el silencio.
“Adrianne está haciendo unas reparaciones en su departamento por eso se quedó unos días en casa, no se ha mudado hijo, jamás te haría una cosa así, eres mi hijo, mi tesoro, mi vida”
“¡No me digas más así mentiroso! ¿Sabes qué? ya no me importan tus excusas, no me importa si es verdad o no, terminé contigo, terminó el sentirme una mierda cada vez que estoy a tu lado o lejos de ti, ya no más, hemos acabado olvídate que existo que yo ya lo hice” Me di media vuelta en la cama, no me importaba nada solo quería que el mundo desapareciera.
Sean suspiró “Steve las cosas no funciona así”
“Si, así funcionan, puedes pegarme todo lo que quieras pero tendrás que matarme a golpes porque no conseguirás nada” le dije en un aullido que fue contenido por la almohada que tapaba mi cara.
En realidad no supe que más dijo, tampoco sé en qué momento rompió a llorar con su alma destrozada, la verdad es que no me di cuenta porque yo mismo estaba ocupado en mantener mi alma con banditas, no podía volver a pasar por eso. No importa que esta vez haya sido un error, eventualmente no lo será y si me voy a morir del dolor mejor que sea ahora y nos olvidemos de nosotros, si definitivamente eso es lo mejor.
Sean se quedó una semana, me mantuve firme y no hable con él ni una sola vez. Me levantaba muy temprano y me iba al colegio, trataba de quedarme en mi departamento la mayor parte del tiempo, aunque un par de veces me fue a buscar. Demás está decir que las peleas eran eternas, me castigó todos los días pero no di mi brazo a torcer.
Era lunes y Sean me llamó al despacho, me esperaba la paliza de mi vida, no sabía cómo diablos iría a clases después de esto.
“Steve, no comparto tu comportamiento, nos está matando” Me dijo con voz dolida aunque en mi interior pensé que era totalmente falso, aun así lo dejé terminar “te amo hijo de mi corazón pero no puedo seguir, tengo miedo a que te dañes si sigo intentándolo” escondí mi brazo donde anoche descubrió una nueva marca, aún me duelen los correazos por ese incidente “Me iré Steve, porque te amo y no quiero perderte, pero tienes que prométeme que ya no más” terminó de hablar y no apartaba su vista de mi vergüenza.
“No más” Le dije repleto de odio “solo vete de una vez”
“te llamare a diario, respóndele a papá hazme saber que estas bien, no te dañes más, papito se está yendo para que no te dañes más, cuídate chiquito eres mi vida Steve Hyuga”
“Lo prometo” no podía dejar de llorar una parte de mi estaba feliz de haber conseguido lo que quería y otra me quería morir del dolor por su partida.
“Sean” le llamé y él me miró con esperanza pero simplemente murmuré un “gracias” y cerré la puerta lo más rápido que pude porque el llanto de papá me estaba matando, corrí hasta la piscina y me tire con ropa, quería que el agua lavara mi llanto, no pude, no podía, lloré, lloré y lloré, grité hasta quedar mudo dentro del agua donde nadie pudiera presenciar mi agonía, él no vino a despedirse, logré lo que quería y ahora debo pagar el precio hoy perdí a mi padre, hoy dejé de ser su hijo.
Los meses pasaron iguales, él llamaba a diario pero yo no contesté jamás, Nancy y la K hablaban con él, mi pantera me miraba con decepción pero no me dijo nada, no tuve tanta suerte con Nancy que todos los días me regañó. Él viajaba una vez al mes pero yo me las ingeniaba para no verlo, las pocas veces que me vi forzado a cruzar alguna palabra no era más que un frío “Sean” y en respuesta obtenía un cálido “Hola Steve” entonces comprobé con dolor que ya no se atrevía siquiera a llamarme “Hijo”
Siempre fui un chico acostumbrado a tener todo lo que deseaba y ésta vez no fue la excepción, Sean se estaba alejando de mi vida, tal como se lo pedí, pero jamás me imaginé que obtener lo que quería, me iba a destrozar la vida.

10 comentarios:

  1. BUUUUUUUUUUAaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa voy a llorar, como puede ser tan tontooooooooooooooo, yo que Sean le doy tres correazos y luego lo achucho hasta que no pueda respirar ajjaja (entira no lo voy a matar) lo comeria besos y mimos para qeu entienda que se lo ama pero qeu tiene que terminar de ser tan terco

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    1. Marambraaaaaaaaa tienes razón pero de ser así no tendríamos es resto de la historia jajaja

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  2. LittleHoshi: Otra vez estos dos peleándose como un par de necios! Creo que aqui ambos se merecen una buena zurra.

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    1. Little Hoshi esos dos se llevan como perro y el gato pero se aman profundamente... y por suerte el Opa no estaba para ponerlos en cintura :D

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  3. Creo que si se merecia una paliza memorable y después que su padre no lo soltara hasta que reconociera que nos guste o no un padre o madre siempre lo serán, que nos aman pero que también son personas y nuestras inseguridades no debe ser prioridad en nuestra vida sino el amor de los nuestros.

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    1. tienes toda la razón pero este capitulo era necesario para el que sigue... no te preocupes las cosas empeoraran pero luego saldrán adelante

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  4. Yo quiero qeu salga el Opa, no pude ser qeu deje que ese par de tontos del remate esten de nuevo agrediendose, bueno el crio al papa, y el papa ande ahi llorando por los rincones, jajajaja que salga el abuelo qeu salga el abuelo, que salga el abuelo, jajajaja

    estoy deseosa que pronto publiques el otro capitulo un besote

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    1. El Opa lo haría pero ya no habría historia pues los mataria a palmazos por bobos

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  5. Yo también pido al abuelo para que los meta en cintura a los dos al padre por alcahueta y al hijo por mal chineado
    el Opa seguro que les hace entrar en razón a fajasos
    Andrea

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    1. Lamentablemente no podremos recurrir al Opa esta vez porque Sean debe aprender a cuidar de su hijo le guste al tigresito o no... y te aseguro no le gustara...

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