Páginas Amigas

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Noches emocionantes; mañanas... no tanto



N/A: La historia tiene lugar en la quinta temporada, con obvias modificaciones y cambios de poca importancia como en la edad y los diálogos originales. 

"Noches emocionantes; mañanas... no tanto"
La mañana iniciaba temprano, como siempre, en la primaveral Villa Chica. El sol entró a hurtadillas a través de las cortinas y chocó ferozmente en los párpados de Clark. Se obligó a abrir sus ojos y la vista no pudo ser más bella para él: allí, en frente suyo, Lana yacía tranquilamente dormida. El sueño suavizaba sus delicadas facciones y, para Clark, ella lucía como un verdadero ángel.
Gratas imágenes inundaron su mente con los recuerdos de la noche anterior. Al fin había tenido su primera experiencia sexual, y qué mejor que haberla tenido con Lana. El perder temporalmente sus poderes era una de las cosas más fantásticas que pudieran sucederle. Como todo adolescente –incluso uno extraterrestre- Clark había empezado a experimentar las consecuencias de la locura de hormonas en su cuerpo, pero por sus habilidades especiales temía iniciar su vida sexual por la sospecha de que lastimaría a su chica. Y ahora sin su súper fuerza, pudo disfrutar de la mejor de sus noches.
Clark vio cómo Lana abría sus ojos lentamente. Ella lo saludó con una fresca sonrisa que hizo brillar su rostro.
–Esa fue la mejor noche que tuve en semanas –dijo ella.
Clark le correspondió con una sonrisa y un suspiro. Pero su expresión de felicidad plena se desvaneció cuando escuchó el locutor en su radio despertador.
Son las 6:30 de un nuevo día en Villa Chica –comunicaba la voz en el aparato.
–¡Oh, Dios mío! –exclamó Lana con sus ojos abiertos como platos.
–¡Mis padres llegarán pronto! –prosiguió Clark saltando de la cama–. Tienes que irte.
–¿En serio? Porque pensaba que sería genial quedarme a desayunar –bromeó Lana, y ante la expresión de pánico en los ojos de Clark, agregó riendo:– es broma, será mejor que me vaya.
Se vistieron tan rápida y decentemente como pudieron. Lana no tuvo tiempo de recordar en qué lugar cayó su ropa, así que sólo se puso una camisa de franela de Clark, y él vistió únicamente sus jeans.
Bajaron las escaleras procurando no hacer ni el más mínimo ruido pero, una vez en el pasillo, tropezaron con varios objetos y, cuando estaban a punto de estallar en risas, se encontraron cara a cara con Jonathan y Martha Kent, que hablaban tranquilos en la cocina.
–Clark –se dispuso a saludar el mayor de los Kent, pero al ver a los dos adolescentes en tan comprometedora situación, se interrumpió de inmediato–. ¡Qué demonios!
–Puedo explicarlo –se apresuró a decir Clark, en vano.
–Señores Kent, Clark y yo tomamos esta decisión juntos, así que si están enojados, debe ser con ambos –dijo Lana dando un paso adelante.
–No estamos enojados –repuso Martha poco segura de sus propias palabras–, es sólo que están en… un nuevo territorio.
Jonathan miró a su esposa y luego a Lana.
–Mira Lana –dijo–. Agradezco tu franqueza, pero debo hablar con mi hijo. A solas.
Con el tono severo de Jonathan, Lana supo que debía irse, así que dio una última mirada al rostro enrojecido de Clark y se marchó por la puerta de la cocina.
Cuando la muchacha salió, Jonathan se giró a su hijo con los ojos llenos de peligro.
–Tú. Siéntate –ordenó acentuando cada palabra.
Clark obedeció mientras decía:
–Antes que nada quiero que recuerden que tengo 17 años, y he estado enamorado de Lana desde los 8, así que no es como si nos hubiéramos adelantado en algo.
Ante la defensa de su hijo, Martha pidió:
–Por favor dime que al menos usaron protección.
Los dos hombres miraron con sorpresa. Las mejillas de Clark estaban más rojas que nunca.
–Sí, mamá… –susurró escondiendo su rostro.
–¿Protección? –repitió Jonathan enojado– ¡Esto no es sobre usar protección! No deberías hacer ese tipo de cosas, ¡y mucho menos en mi casa!
Jonathan era un hombre muy conservador y de fuerte sentido moral. Para él, el sexo era algo sagrado entre esposos, no un juego para adolescentes. Sabía que gran parte de los chicos de la edad de Clark habían iniciado su vida sexual, pero no era lo que habría querido para su hijo.
–Como si tú y mamá no lo hubieran hecho –reprochó el pelinegro.
–¡Clark! –regañó su padre, y luego dijo más tranquilo:– Hay conversaciones que nunca tuve contigo porque creí que no eran necesarias.
–Porque ustedes piensan que no soy normal –alegó el chico.
–No, Clark –dijo Martha–, es sólo que sin tus poderes seguramente ahora eres más… débil.
–Sea como sea, Clark –interrumpió Jonathan–, es inaceptable que hagas esto.
–¡Ya, lo siento! ¿Bien? –dijo Clark levantando los brazos e intentando ponerse de pie, pero la mano firme de su padre en su hombro, lo devolvió a su asiento.
–Cuida tu tono,  Clark. A tu cuarto. Ahora.
El joven suspiró resignado y subió a su habitación.
Abajo, Jonathan pasó una mano por su rostro tratando de canalizar su ira. Como adivinando lo que su esposo tenía en mente, Martha llevó su vista hasta la sala adyacente, donde estaba la repisa con el conocido cofre de cobre que guardaba el trozo de kryptonita verde, la cual era utilizada en emergencias.
Jonathan captó el gesto de Martha y se incorporó.
–¿Estás de acuerdo con esto? –preguntó él.
–Sabes que nunca estuve complemente de acuerdo con que castigues a Clark así, pero creo que es lo mejor, o al menos lo correcto.
Jonathan asintió. En toda su vida sólo había azotado una vez a su hijo cuando lo trajo de regreso de Metrópolis. Sabía que la falta ahora era mucho más leve que la anterior, pero aún así debía ser reprendido. Para esta ocasión las cosas serían mucho más sencillas, puesto que sin sus poderes Clark era tan vulnerable como cualquier otro chico de su edad, y no necesitaría usar la kryptonita para hacerlo sentir débil.
-Sólo procura no ser demasiado duro con él –pidió su esposa.
Jonathan asintió nuevamente, caminó hasta una repisa, tomó un cepillo para el cabello y subió las escaleras.
Arriba, Clark esperaba sentado a su padre temiendo lo que sucedería, y cuando lo vio entrar a su cuarto con un cepillo en su mano, supo que estaba en problemas. Agradeció internamente que al menos esta vez no usaría el cinturón.
–Supongo que sabes para qué vengo –inició Jonathan sentándose junto a su hijo.
–¿Quieres pegarme? –preguntó Clark con una mueca que se parecía más a la de un niño de 7 años en lugar de un muchacho de 17.
–Quiero que hablemos –repuso Jonathan y puso una mano sobre el hombro del chico–. A todo padre le alegra ver que su hijo está creciendo, pero también eso lo llena de miedo. No quiero que arruines tu vida por un momento de… calor. Y no pongas esa cara, que no me refiero únicamente al sexo.
Clark juró en su interior que jamás había sentido tanta vergüenza. Siempre pensó, con gran alivio, que esas charlas no las tendría con su padre.
–Escúchame, hijo –continuó Jonathan–. El sexo no es algo que te debas tomar a la ligera. Requiere de responsabilidad y respeto. Y haber aprovechado nuestra ausencia para acostarte con Lana es algo inaceptable. Ya te he dicho que las acciones tienen consecuencias, así que…
Jonathan se puso de pie y Clark supo lo que venía a continuación.
El menor tragó con fuerza intentando eliminar el nudo que se formó en su garganta.
–Papá, por favor…
–Sabes que lo mereces, Clark.
–Pero… Aún no me he acostumbrado a sentirme tan… humano. No lo aguantaré.
–No exageres, Clark. Además, se supone que esto no debe ser agradable. Lo siento hijo pero va a suceder. Ponte de pie y baja tus jeans.
Clark cerró los ojos derramando dos lágrimas que había estado reteniendo. Se puso de pie mirando fijamente a su padre que sostenía el cepillo y tuvo que ahogar un sollozo que por poco logra salir.
Jonathan sintió un hueco en su corazón al ver la miseria en el rostro de Clark, pero sabía que debía continuar. Como en esta ocasión sus acciones no fueron tan malas como la primera vez, Jonathan decidió que podía conservar sus bóxers y Clark agradeció que su padre le evitara la humillación de ser azotado en su trasero desnudo.
Jonathan se sentó en la cama y estiró una mano. Clark entendió su intención así que se puso a horcajadas sobre el regazo de su padre. Era una posición en la que nunca había estado pese a haber sido zurrado una vez. Era un chico muy grande y pesado, así que para quedar más cómodo, tuvo que estirar levemente su cuerpo sobre la cama aún en el regazo de su padre, y enterró su rostro en una de las almohadas.
El rubio se incorporó y, sin querer alargar más el momento, bajó con fuerza el cepillo sobre los glúteos semidesnudos de Clark.
Un “ouch” no pudo ser ahogado completamente en la almohada y Clark tampoco pudo evitar que su cuerpo saltara. Más de un año había pasado desde su primer azote y odiaba tener que recordarlo tan vívidamente.
Jonathan dio tres golpes seguidos y Clark tuvo que sacar su rostro de entre las almohadas para tomar aire.
–Papá… por favor… duele –dijo mordiendo su labio inferior. Le costaba manejar el ardor en su trasero. No estaba acostumbrado a sentirse humano, ni siquiera cuando era expuesto a Kryptonita.
Jonathan logró ignorar las súplicas de su hijo y se mantuvo firme. Situó dos fuertes azotes que terminaban en un sonoro "crack" que ocultaban un poco los gemidos de su hijo. 
–Papá, lo siento, ¡pero por favor detente! –pidió Clark apretando los dientes y aferrándose a las sábanas. Las lágrimas ahora mojaban su cama y su voz sonaba quebrada.
Cuatro golpes cayeron justo debajo de los glúteos, cerca de las piernas, y esta vez Clark gritó en cada uno de ellos.
crack ¡Ay! crack ¡No, papá! crack ¡Basta! crack ¡Lo siento, lo siento! 
Jonathan decidió que ya casi era suficiente y dio los últimos dos golpes, más fuertes que los anteriores.
–¡Ay! ¡No más! –gritó nuevamente soltando un sonoro gemido.
El muchacho sentía que su trasero ardía en llamas. No pudo contenerse más y empezó a sollozar suavemente sobre la almohada. Sus hombros se sacudían mientras su padre acariciaba su espalda.
–Ya, ya está. Todo terminó –dijo dejando el cepillo a un lado–. Te daré unos minutos a solas para que te calmes y en un rato bajas a desayunar, ¿bien?
Clark sólo sacudió su cabeza como para decir “sí” y esperó a que su padre saliera para incorporarse. Cuando se sentó, un siseo escapó de sus labios y de un salto se puso de pie. Aunque aún no estaba muy de acuerdo con el motivo de la paliza, supo que evidentemente necesitaba de más responsabilidad para enfrentar el sexo. Ambos habían sido unos tontos al acostarse en un lugar tan… poco seguro, y ahora que lo pensaba, no recordaba si realmente usaron protección. Pero después de todo, ni siquiera sabía si podía embarazar a una chica terrícola.
Caminó con torpeza al baño y bajó su ropa interior para ver las líneas rojizas que surcaban su trasero. Probablemente no se sentaría con comodidad por un largo tiempo.
Lavó su rostro para borrar el rastro de lágrimas y bajó a la cocina.
–Lo siento...–dijo a sus padres que lo esperaban en la mesa.
–Está bien hijo, te perdonamos –respondió Martha con una sonrisa.
En ese momento, Chloe entró de repente a la cocina con el rostro confundido.
–Ey, ¿qué pasa? Hace un rato vi a Lana corriendo por todo el campo y usando sólo una camisa masculina…
La rubia clavó los ojos en Clark, que había intentado sentarse pero que al caer sobre la silla, hizo una mueca y se paró de un salto.
Chloe vio su rostro de vergüenza y la expresión firme de Jonathan y dedujo todo de inmediato.
Clark enrojeció ferozmente. Sólo esperaba que su mejor amiga no hiciera un reportaje sobre eso.

4 comentarios:

  1. hola sol! bienvenida! he leido los dos caps y me han gustado mucho, al menos valio la pena la paliza no? je je

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  2. BIENVENIDA AMIGUITA NUEVA JJJJJ

    me he liedo con deleite tus dos relatos geniales os dos, preciosos....

    espero de corazon que sigas publicando para el deleite de much@s de nosotr@s que disfrutamos al maximo de esta linda pagina.
    Hilas la historia con verdadero gusto y atrapas, Clark mi gran Clark el amor de mi adolescencia castigado nunca me lo hubiese imaginado en ese estado meido humano con kritonita de colores, e imagino que de mejor tno quedo el trasero jajajaja

    un besote, no te pierdas guapa, sigue enviando historias si? asi simos mas y disfrutamos mucho mas noc rees'

    Marambra

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  3. muy lindas tus historias espero que continues con esta serie, es de mis favoritas.
    gracias

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  4. Me gustaría leer el fic de cuando castigan a klarc por primera ves me encantaría y tu cap me encantooo

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