Primer
punto: Dedicada a Mery, una
estupenda escritora y amiga. Hay personas que isnpiran sin siquiera conocerlas,
las joyas no son abundantes, pero tú eres una de ellas y me considero
afortunada. De verdad, te agradezco el que te tomes el tiempo para decir
“hola” o enviarme continuos mails de
apoyo. Gracias también por cada línea que me has dedicado de tus hermosos
relatos, ésta es una insignificante muestra de lo mucho que aprecio ese gesto.
Segundo
punto: La historia está inspirada
en eventos reales, y es que a veces la realidad es más cruda que la ficción…aunque
vale aclarar que esta historia es una mezcla de ambas.
Existe una película y varios libros escritos en honor a George
Hogg. Un joven inglés cuya
corta vida fue dramática. Tras
licenciarse en Oxford, llega a Shangai en 1938 cuando el país está siendo
tomado por los japoneses y salva la vida de aproximadamente 60 huérfano
sacrificándose por el bien de los pequeños.
Quiero confesar que leer la biografía de este personaje
me impactó, la recomiendo altamente y después de conocer todos los retos y
peligros que sufrió, quizá ustedes también deseen preguntarle:
¿Valió la pena tanto sacrificio?
Estaba
intranquilo y divisaba el horizonte deseando ver la conocida silueta. Llevaba
varios días esperando la visita de Nanking, la joven enfermera que de vez en
cuando cruzaba la frontera y nos traía medicamentos de contrabando…aunque hoy
yo esperaba algo más importante que un shampoo contra piojos…hoy esperaba una
carta.
El vidrio de la
ventana estaba empañado, apenas y se podía distinguir al grupo de niños que
correteaban en el patio haciendo exagerados ruidos y destruyendo la
tranquilidad del lugar como fierecillas salvajes y hambrientas…una comparación
muy acertada si me permiten decirlo.
Pasé la palma de
mi mano por el vidrio queriendo limpiarlo un poco pero terminó peor, la ligera
mancha gris se convirtió en una nube de
color café espeso y ahora si que ya no
podía ver nada…umm…definitivamente la limpieza de este orfanato dejaba mucho
que desear, pero dados los tiempos difíciles que atraviesa el país, pues hay
que agradecer que por lo menos tengamos una ventana, aunque sea sucia y un
techo…aunque sea lleno de agujeros.
Caminé por
pasillo rodeando el pequeño cuarto que de día cumplía la función de oficina, de
noche, las de mi habitación personal, de verano las de salón escolar y de fines
de semana las de enfermería o confesionario según se necesite… si, esa
habitación tenía muchos usos…igual que yo…
Me llamo George
Hogg y soy periodista por profesión, maestro
por pura suerte, doctor por necesidad, cantante porque sino los niños no se
duermen, abogado porque me sobra experiencia en pleitos con los mercaderes,
granjero porque el hambre aprieta, soldado por obligación, sacerdote porque creo
en los milagros y padre de 60 hermosos niños porque me nació del corazón.
Me enorgullezco
al decirles que no me costó mucho ganarme el cariño de los chicos, algunos eran
tan pequeñitos, tan necesitados de protección que dormían aferrados a mi cuello…como
Lao-Si, que era una mezcla de monito y piraña-devora-todo.
Otros eran más
retraídos, no hablaban con nadie y aunque al principio les forzaba a socializar
con lo demás, al final entendí que era algo normal…teniendo en cuenta que
muchos vieron a los soldados asesinar a sus padres… su comportamiento era
normal y sólo debía darles espacio y cariño.
Hoy el cielo
está algo nublado y hay rastros de nieve que reflejan de vez en cuando los
escasos destellos del sol. Me parece imposible creer que llevo tres años aquí,
¡Santo Cielo!¡Tres años viviendo en un
país extraño! ¡Y yo que pensé que sólo me quedaría un día!...pero el destino
tiene formas bastante crudas de mostrarnos que no somos los reyes del mundo y
desde que puse un pie aquí, supe que nunca más volvería salir…al menos no con
vida..
Llegué al patio los
mosquitos me dieron la bienvenida y comenzaron a atacarme sin piedad…pero yo me
alegré al sentirlos…y no, no estoy loco, es sólo que Lo único que los alejaba
el humo y yo prefería estar rodeado de esos pequeños monstruos chupasangre y no de tanques
lanzallamas.
Me senté al filo
de las graderías y en ese instante tuve que cubrirme los oídos porque el sonido
de los bombardeos era demasiado fuerte. ¡Oh cómo extrañaba el silencio!...el
dulce y pacífico silencio que ahora parecía tan lejano.
A veces me
siento tan cansado como un anciano que ha vivido dos siglos completos, me veo
al espejo esperando que mi reflejo sea el de un hombre encorvado con larga
barca y cabello blanco…pero aquél joven sigue estando ahí…con más arrugas, un
par de cicatrices y ojos llenos de
tristeza, pero sigue ahí.
Recuerdo los
años de mi niñez, cuando mi vida era tan distinta. Mi madre y mi tía eran
pacifistas, y lo digo en serio, incluso tomaron el té con Gandhi en una ocasión.
¿Qué pensarían de mi si supiera que estoy
luchando en plena guerra?...bueno, por lo menos me queda el consuelo de saber
que nunca he disparado una pistola…y si de mi depende, mis niños tampoco
tocaran una.
“Odio las armas, tanto como amo a cada uno de
mis hijos”…umm… Esa frase me recuerda la primera discusión que tuve con Shi-kai…Fue hace tres años atrás y aún la
recuerdo como si fuera ayer…
Él es mayor de
todos mis niños y el adolescente más temperamental que he conocido. Él era la
esencia de la rebeldía…y creo que aún lo sigue siendo, pero al menos ya no es
el ciclón que destroza a todo el que le lleva la contraria.
Cuando lo
conocí, intentaba no meterme en su camino, total ¿Qué muchacho no es rebelde a
su edad? Pero las cosas fueron subiendo a un nivel intolerable y mi “cuota
anual de paciencia” se rebalsó el día en
que encontré al pequeño Lao-Si jugando…con
un rifle:
- ¿Me
lo das…por favor?...Le pregunté muy despacito y con voz
dulce, señalando el arma con mi dedo. Por más que tenía ganas de gritarle no
podía arriesgarme a que el niño se asustara y esa maldita cosa se disparara por
accidente.
-mmm..mmm… quero jugal…me
respondió moviendo la cabecita de lado a lado sin siquiera mirarme, como si yo
fuera invisible o algo así. Claro, el chiquitín había encontrado un curioso
juguete y obvio no lo quería soltar!
-…Laoooo…Dije que me dieras el rifle…ahora…repetí
igual de lento que antes pero con un tono más…¿autoritario?
¿Mandón?¿imponente?...ummm…prefiero decir: “Paternal”
-No seas tan pesado, yo le quité las balas…Una
voz juvenil comentó desde el fondo de la
galera… deja que juegue un rato que de
todas formas ya se debe ir acostumbrando.
-¿Acostumbrando
a qué?...Pregunté algo molesto, no me
había percatado que Shi-kai estaba ahí despatarrado masticando en el piso una
ramita de heno.
-¿Cómo qué
a qué?...Shi-kai me miró con cara de
espanto:¡Pues a las armas por supuesto! Lao será un soldado y si aprende a disparar
desde chiquito mejor!
¿Lao será
un soldado? Já, ¡Sobre mi cadáver! ¡No señor! Yo no voy a permitir que este
niño…que ninguno de mis niños se involucre en esta estúpida guerra!
Dejando de lado mis deseos de soltarle al muchacho una
bofetada para acomodarle el cerebro, me incliné frente al niñito y estiré mi
mano: ¡Lao, dame esa pistola ya!
Creí que con eso me obedecería pero no, simplemente me
siguió ignorando… ¡ok! Veamos si puede ignorar esto:
-¡Suelta-el-rifle!...le dije acompañando mis palabras con suaves golpecitos en
su manito.
Por su mirada de enojo, el mini puchero y la unión de sus
cejas en el centro de su frente, concluí
que no le gustó nadita mi llamado de atención, pero tampoco se dio por vencido,
al contrario, ¡apretó el rifle contra su pecho! ¿Por qué tenía que ser tan
adorablemente terco?...
Suspiré preguntándome qué debía hacer, claro que podía
arrebatárselo de un tirón y tragarme los gritos y el berrinche que seguro
llegarían, pero yo deseaba que me obedeciera, ¡¿Eso era mucho pedir?! ¡Esa cosa
no era un juguete, MATABA y yo no la quería cerca de hijo! ¿Por qué Lao no entendía
mis razones?...Duuu, ¡pues porque Lao es un solo un niñito!...un niñito muy desobediente por
cierto…pero niñito al fin y al cabo, ahora la pregunta aquí es ¿y cómo debo
corregirlo?
Antes de que me tilden de tonto, aclaro que mi
experiencia en esto de ser “padre” ¡es menos que “ninguna”! nunca antes había
castigado a mis niños, ellos habían sufrido tanto que lo que necesitaban era
que alguien les abrazara, les cuidara, les amara, les protegiera…¡Lo que menos
deseaba era hacerlos llorar!...pero…quizá…sólo quizá, Lao necesite una demostración más “cruda” de
lo mucho que le quiero…
Me paré lentamente y me coloqué a su lado. Puse mi mano
izquierda en su espalda, halé un poquito su bata y le presioné hasta
inclinarlo, no mucho, sólo lo suficiente para que mi mano derecha alcanzara con
facilidad sus pompitas.
Creo que nunca se esperó que lo fuera a nalguear porque
se dejó hacer sin oponer resistencia. Yo volví a coger aire…aunque la verdad lo
que realmente necesitaba era valor, grrrr, ¡Por favor que alguien me detenga
que estoy por hacer algo monstruoso!…
- Te dije
que soltaras el rifle… le advertí
como explicándole por qué iba a castigarlo…Y
a papá debes hacerle caso porque si
no, papá te hará “pao-pao” en el culito y te va doler…no sé porque usé esa
expresión tan infantil, es decir, no quería decirle “Si no
me obedeces te voy a dar una paliza que no te dejará sentarte” Noooo, eso
sonaba muy…muy… ¿Cruel?¿Doloroso?…pero ese día aprendí que no importa como
carajos lo digas, esto seguirá siendo igual de doloroso para mi hijo…y
doblemente para mí.
Con un nudo en el pecho, sintiéndome miserable y a punto
de vomitar, apenas alcé la mano usando más que todo el impulso de mi muñeca
para soltar el golpe.
¡Plas!
¡Plas!
Apenas con dos palmadas suaves lo hice reaccionar. Lao
dio un chillidito y se removió como si le hubiera golpeado sin piedad. Confieso
que me asusté, ¡Maldición!¿Será que lo había lastimado?. Quité mi mano de su
espalda y le rodeé el estómago, parte para evitar que saliera corriendo y parte
porque deseaba alzarlo.
Lo levanté un poquito hasta que sus pies ya no tocaban el
suelo y lo incliné un poco para revisar su traserito. No sé que imaginaba ver,
quizá la enorme marca roja de mi mano, quizá dos profundos moretes, o sangre
cuagulada, qué sé yo! pero por más ilógico que me pareciera…ahí no había
nada…Lao no tenía ni una sola marquita…aunque mi brazo si quedó marcado por
varios días después de que el angelito me clavara sus filosos dientecitos de
leche.
-¡Hay! ¡A
papá no se le muerde Lao!
Le dije dándole tres nalgadas más fuertecitas que antes,
esas si debieron dolerle…y lo sé porque le pusieron un poquito colorada su
pompita derecha.
¡Plas!
¡Plas! ¡Plas!
Después de eso si se puso a llorar con ganas, sentía sus
lagrimitas caer en mi muñeca y también escuché cuando tiró el arma al suelo. De
inmediato le dí la vuelta y lo abracé descargando todo el amor que mi corazón
poseía y un poco más.
Le sobé la cabeza y lo balanceaba de un lado a otro… ¡Por favor, que ya no llore que me voy a
morir! ¿Qué es esto, remordimiento, culpa? ¿Algún día dejará de dolerme el
pecho?
-¡Papi! ¡No pao-pao!
Me pedía entre chispitas de saliva y yo sólo moví la
cabeza como un autómata dándole la razon…já, ¡como si pudiera volver a
castigarlo en la vida!
-¿Verdad
que vas a obedecer a papá?...Le pregunté
con mi voz cortada y sonreí al verlo asentir rápidamente…bueno, quizá si
aprendió la lección …umm…¿y si hacemos una prueba?
Cuando noté que ya no lloraba, le dí un beso en la frente
y lo coloqué en el suelo. Señalé el rifle y le pedí de nuevo: Dámelo.
Creí que se negaría, vale que era un niño después de
todo, pero al parecer Lao era muy inteligente porque de inmediato recogió el
arma y me la dio en mi propia mano.
Me quedé asustado, digo, ¿este era el mismo niño terco de
antes?
Le dí otro beso, esta vez en la frente: Muy bien hecho hijo …le dije sintiendo
que la culpa se evaporaba de mi pecho y era suplantada por algo diferente, ¡Hay
que orgulloso me sentía de mi pequeñín!…esto
no se toca ¿ok?...
Esperé a que asistiera de nuevo y con otro beso le mandé
al comedor…ya casi era la hora de la cena y en lugar de estómago yo tenía un
león enorme pidiendo ser alimentado.
Sonreí caminando hacia el comedor, a pesar de todo lo que
había pasado esa tarde, me sentía tranquilo, es decir, Había hecho lo correcto
¿verdad que si?…al menos eso era lo que mi conciencia me decía, aunque es una
lástima que no todos pensaban igual…
-¡Hey! ¿Dónde vas?
¡devuélveme mi rifle imbécil!
No sé por qué me sorprendió tanto el grito, tal vez
porque había olvidado que Shi-kai estaba ahí, o tal vez fue el inesperado
jalonazo que me dio.
-Me costó mucho
conseguirlo, ¡dámelo ya!...
Me quedé inerte
viendo como este adolescente me daba órdenes con su palma derecha hacia arriba de
la misma manera en que yo lo hice minutos antes…¿Es que yo me había transformado en el pequeño Lao y nadie me aviso?
Con cuidado retiré su mano de mi hombro y abracé el rifle
a mi pecho diciendo: “NO”…vale, que
si me convertí el Lao, pero a quién le importa eso.
La mirada de Shi-kai se oscureció y pude predecir sus
movimientos: Iba a tirárseme encima en tres…dos…uno…
-Te voy a
matar malditoooo!...gritó
segundos antes de arrojarse sobre mí.
No me creo un experto karateka ni nada por el estilo,
pero bueno, aquí se aprende de todo y con poco esfuerzo logré dominarlo…claro
que para eso ocupaba mis dos manos y el rifle cayó al suelo.
-¡Suétame,
suéltame, desgraciado, imbécil!
Al contrario de sus gritos, yo me acerqué a su oído y le
dije suavecito: Esta bien, te
suelto…pero solo si prometes nunca volver a toca una arma en tu vida!
Yo lo consideraba una petición razonable aunque
cualquiera juraría que le había propuesto meter a un niñito en aceite hirviendo
porque comenzó a revolverse y a gritar más fuerte.
-Eres un
pendejo, ¿Qué no te has enterado que estamos en guerra?! ¡Los soldados te
matarán! ¡Vas a morir muy pronto!
-Eso es
casi seguro…le dije sabiendo que era la
verdad…cruda, pero verdad al fin y al cabo…pero
tú si vas a vivir, saldrás de este lugar, estudiarás, te casarás y serás feliz!
Todo eso sin necesidad de tener una maldita pistola en tu mano!
Dejó de menearse tanto y creí que le había convencido
hasta que le oí responder: No tienes ningún
derecho a decidir mi vida…voy a ser un soldado y voy a matar a cualquier hijo
de puta que se me atraviese en el camino…
Su voz sonaba tan convincente que casi le suelto… ¿Cómo
razonas con alguien que tiene el corazón vacío?…umm…corrección: ¿Cómo razonas
con alguien que tiene el corazón lleno de odio y venganza?
Le tomé por los hombros, lo apreté con fuerza y
prácticamente le obligué a mirarme..no sólo necesitaba que me escuchara, sino
que viera en mis ojos que lo que le decía era la absoluta verdad.
-Eres mi hijo
mayor y por ende uno de los mayores tesoros que poseo. No sé cómo sea aquí en
tu país, pero en el mío, los tesoros se cuidan, se protegen…y yo voy a
protegerte a ti de todo aquel que intente hacerles daño. Te amo Shi-kai y te
considero demasiado valioso como para permitir que esta maldita guerra te
destruya y si te empeñas en convertirte en un soldado, yo seré el primer hijo
de puta que tendrás que matar porque sólo sobre mi cadáver permitiré que uno de
mi amados niños pelee esta guerra, así que entiende que no, no voy a darte ese
rifle…ni hoy, ni nunca.
Sé que mis palabras lo impactaron…lo vi en sus ojos, pero
por desgracias la chispa de rebeldía también seguía ahí. Se separó de mis
brazos con brusquedad inclinándose para recoger el arma…¡Oh Dios, qué hago?
-¿Y qué vas
a hacer?...me preguntó como haciendo
eco de mis pensamientos… ¿darme
palmaditas en el culo como hiciste con Lao?...Eso no se toca, obedece a papi…se
burlaba imitando mi tono de voz, lo cual me dio un poco de risa porque era muy
buen comediante…pero de pronto le ví sacar algo del bolsillo de su
pantalón…eran…eran…las balas!
-¡Deja
eso!...le grité y por instinto le
dí un golpe en la mano haciendo que las balas y el rifle cayeran al piso, por
tercera vez ese día, vale, que si de mi dependiera, lo enterraba 1000 Metros
bajo el cemento! Pero Shi-kai no estaba dispuesto a dejar las cosas en paz:
-Voy a
meterte ese rifle por el…
Nunca supe que era lo que deseaba decirme…aunque bien me
lo imaginé, pero antes de que terminara la frase le tiré sobre una parcela de
heno y le saqué los pantalones sosteniéndole las pierdas presionadas contra su
pecho y el trasero bien levantado.
Hasta el día de hoy no me explico como lo hice ni por qué
le coloque en esa posición tan extraña, quizá hubiese sido más… “cómodo” para
ambos si me hubiera sentado en la banca colocándole sobre mis rodillas…pero ya
les mencioné que soy novato en estos asuntos así que no pidan muchos gustos.
¡Plas! ¡Plas! ¡Plas! ¡Plas! ¡Plas!
- ¡No
volverás a tocar una pistola en tu vida!...le reprendí dándole una tanda de cinco nalgadas seguidas… ¡Promételo!...exigí con voz dura
esperando hacerlo reaccionar…pero sólo obtuve una sarta de insultos en su
idioma natal y no era que yo supiera hablar mucho japonés, pero si comprendí
varias de sus palabras.
¡Plas!
¡Plas! ¡Plas! ¡Plas! ¡Plas!
Estas cinco, si fueron fuertes, vale, que hasta a mi me
dolió la mano y ni que decir de la mancha roja que adornaba el trasero del
chico.
- ¡No volverás a
tocar una pistola en tu vida!…
¡Promételo!
-¡Ggggrrrr!
Se notaba que el muy testarudo se mordía el labio para no
hablar. Poco a poco, aún sosteniendo los Piernas de Shi-kai, me di cuenta que
estaba en medio de una batalla, no había tanques ni hombres vestidos de
soldados…pero si tenía a un adolescente deseoso de destrozarse la vida…y yo no
iba a permitírselo…nooo, claro que no, esta era una batalla que no podía darme
el lujo de perder.
Levanté la mano lo más alto que pude y la impacté contra sus
muslos dos veces seguidas en cada pierna, provocando no solo cuatro fuertes ecos…sino
también los primeros gritos de dolor… Shi-kai estaba sufriendo y yo quise
arrancarme la mano por hacerlo sufrir.
¡Plaff!
¡Plaff!...¡Plaff! ¡Plaff!
-¡Aggg!..¡hayyyy!
-Shi-kai…por
favor…prométemelo, prométemelo…ya no era
una orden…era un ruego, el ruego de un padre que se siente impotente ante la
rebeldía de su hijo.
ño.
¡Plaff!
¡Plaff!...¡Plaff! ¡Plaff!
Cuatro golpes más, mi mano ya estaba ardiendo y por el
color berenjena de su piel supuso que al muchacho le dolía mucho más que a
mi...por lo menos en lo físico porque en lo interno…
¡Dios! como deseaba que me obedeciera para terminar con
esto de un vez, pero no, Shi-kai se enfurecía y se revolvía mas con cada nalgada…hasta
llegué a preguntarme si esto era lo correcto, Vamos, que funcionó con Lao pero
Shi-kai ya no era un niño.
-Agggg…no…no…prometo
nada!!... ¡Ayyy! Si no me sueltas ahora mismo…yo…yo…
Lo dicho, esto no está funcionando, en lugar de pedir
perdón, el chico está buscaba la mejor frase para amenazarme…quizá me
equivoqué…quizá nunca debí quedarme aquí, aceptémoslo no sirvo como padre,
quizá estos niños estarían mejor sin mi…
-Yo…yo…me
quiero morir!!!...
En medio de mis depresivos pensamientos no me percaté que
Shi-kai había comenzado a llorar, ¡Santo cielo! ¡Nunca lo había visto soltar ni
una sola lágrima!
Le solté las piernas, lo jalé de una mano hasta
enderezarlo y lo apreté muy fuerte en mis brazos.
- Shuuu, shuuu,
tranquilo…le besaba la cabeza, su
cabello era abundante, denso y negro como el ébano…todo estará bien mi niño, te lo prometo, saldremos adelante…te lo
prometo…
-pero…pero..me
siento tan solo…e respondió aferrado a
mi cuello con propiedad, como si yo le perteneciera..y quizá así era, yo le
pertenecía a cada niño de ese orfanato.
-¿Solo?
Pero si aquí estoy yo!!...Ahora soy tu padre y nunca voy a abandonarte!!...le respondí con firmeza deseando que se lo creyera,
necesitaba que lo creyera…y al parecer si lo hizo porque por primera vez desde
que lo conocí…me sonrió.
Le di otro largo beso en su frente, lo acuné como hacía
con a los bebitos y creo que en ese momento Shi-kai era como uno de esos bebés,
necesitado de protección, indefenso, inseguro y semi-desnudo… ¡ohh!¿Dónde
quedaron sus pantalones? De inmediato quise ayudarle a buscarlos y a ponérselos
pero él no me dejó…
-Al menos
déjame recuperar un poco de mi orgullo, ya basta de tratarme como un bebé por
hoy…me dijo un poco avergonzado mientras terminaba de subírselos.
-Tú y tus
hermanitos siempre serán tan frágiles como un bebé para mi…Le comenté sonriendo, pero no me respondió…su mirada
estaba fija en el suelo…específicamente sobre el rifle.
Intentando que no se me saliera el alma del cuerpo otra
vez, levanté la mano con la palma extendida y le ordené: Dámelo…Con el mismo tono de voz que usé con Lao-Si anteriormente.
Shi-Kai abrió mucho los ojos y me miró fijo. Yo repetí la
orden: Dale el rifle a papá hijo…
El muchacho se sorprendió todavía más por mis palabras y
sin quitarme la mirada de encima se agachó de lado, tomó el rifle y me lo puso
en la mano.
La sensación de alivio que embargó mi cuerpo en ese
momento fue indescriptible y no pude evitar atraerlo a mi pecho con una mano…Bien hecho hijo, estoy orgulloso de ti…Le
dije mientras le frotaba el cabello sintiéndome el hombre…no, el padre más
feliz de todo el mundo.
Esa fue la única vez que Shi-kai discutimos y no es que
él dejar de ser rebelde...si no porque tuve que alejarlo de mi.
Un teniente japonés apareció en el orfanato días después
y quiso reclutarlo por ser el mayor de todos los niños…yo no iba a permitirlo
así que soborné a un camionero y logré sacarlo del país escondido entre restos de
basura…
Aún no olvido su rostro, lleno de suciedad y con restos
de lágrimas en sus mejillas la noche en que nos despedimos…no, eso es algo que
nunca podré olvidar en lo que me quede de vida.
………………..
-¡Hey
Hogg!!!..Deja de soñar depierto!!!... la voz de la enfermera me
despertó de mis sueños…o mejor dicho, de la dimensión de recuerdos en que me
había sumergido.
- ¡Nanking! ¡Qué gusto verte!...la saludé
con mucha emoción, la extrañaba y…quizá la amaba también.
-Já, ¿Te da
gusto verme a mí o a esta cartita que tengo aquí?...Me preguntó sonriendo poniendo frente a mí un sobre
amarillento y sucio.
Sin dejar de lado la educación pero con la curiosidad
carcomiéndome el corazón, le arrebaté la carta de los dedos.
Eran pocas líneas pero significaban el mundo para
mí…lloré al terminar de leerla y casi se me quebró la voz cuando tuve que repetirla ante voz alta ante Nanking
y los demás niños:
“Hoy fue uno de los días más felices de mi vida. ¡Me
gradué papá, al fin lo conseguí!...y fue gracias a ti. Sin tu ayuda nunca
hubiera cruzado la frontera y ahora mismo no estaría recibiendo mi diploma de
secundaria.
Cada día recuerdo tus palabras y la razón que tenías…aquí
afuera el mundo es distinto. Busqué a tus amigos y ellos me ayudaron, ahora
tengo una familia…y soy feliz…todo gracias a ti…
Este diploma es para ti y también la promesa que viviré
cada día poniendo en práctica tus consejos
Muchos ni siquiera recordamos el día en que nacimos, o el
rostro de nuestras madres…pero ninguno será capaz de olvidarte a ti, eres y
serás siempre mi padre a quien le debo estar hoy con vida.
Te amo papá…
Shi-kai
……………….
La frase final, que coloqué en la carta, es un parte del
testimonio de un anciano, quien fue uno de los niños salvados por George:
“Muchos ni siquiera recordamos el día en que nacimos, o el rostro de
nuestras madres, pero ninguno será capaz de olvidar a nuestro padre “Okou” y a
quien le debemos estar hoy con vida”…
Y quiero terminar el relato con un pensamiento extraído
de una carta que George Hogg escribió a su familia alrededor de 1941. Citado
por Rewi Alley en Fruition:
“Las cosas
malas pasan en todas partes, y aquí también desde luego, pero el mundo sigue
girando.
Errasteis
al enseñarme que de la guerra nunca sale nada bueno. A veces sí, a veces puede
beneficiar a muchos. Claro está que no sé si esto hace que todo lo demás
merezca la pena, todo depende del espíritu con el que se realicen las cosas y
ahí el pacifista queda muy mal porque tras lavarse las manos del asunto no le
queda mucho por decir ¿O sí?
Los tiempos
cambian y los principios deberían cambiar con ellos. Al igual que ocurre en el
mundo científico, los principios ataño considerados infalibles se desarrollan
para dar forma a un principio todavía más importante que se encuentra más allá
del primero. Por tanto, siempre hay que estar dispuesto a actuar siguiendo el
principio que nos parece más acertado, pero, de igual manera, también hay que
estar siempre dispuesto a mirar más allá…”
No puedo leer, las letras no se miran q puedo haser para ler
ResponderBorrarCassy :')
ResponderBorrarTe luciste con el regalo de Mery y debo decir que este relato se convirtió en mi favorito :3 no había escuchado hablar de este gran personaje pero ahora me leeré su biografía
No se si soy muy sensiblera pero me hiciste llorar con tremenda historia :') te quedo mas que hermosa :3
Saludos
Hermosa historia vi la película pero jamás supe bien lo estaba viendo sólo supe que era genial lo que ese hombre hacia por los pequeños pero ahora que leo esto y reconocí al actor de la foto me quedo claro todo la busque antes pero como dije jamás me enteré de como iba la cosa o el nombre de la misma pero sin duda con esto será más fácil de buscarla gracias. [^.^]
ResponderBorrarQuerida Cassy solo tu genialidad podia ver spank en una historia tan poderosa como esta, yo lei su biografia y vi la cinta, es unahisstoria conmovedora hasta el ultimo minuto, y si ha sido un gran padre para todos esos niños y aunque murio joven en una tierra lejana sin su familia original, no murio solo, murio siendo amado y respetado y para una buena vida como la de el, una buena muerte como la que tuvo con la postrer del recuerdo en la memoria de muchos
ResponderBorrarSe agredece tu genio para darle el toque de humor que nos gusta
Cassy eres una genia :D me dejaste sin palabras, adore esta historia :D
ResponderBorrarCassy te quedo perfecto no se que mas decir pues ya todas dieron su punto de vista y pues asi me siento yo, asombrada de leer de tan maavilloso personaje, eres realmente increible, me encanta todo lo que escribes
ResponderBorrarestrella
Cassy, muchisimas felicidades por esta historia!
ResponderBorrarEsa película siempre me saca un montón de lágrimas :’) Créeme que está hermoso tu relato, sobretodo desde el punto de vista de Hogg… Él es un gran tipo, yo también me puse a investigarlo y es de lo más admirable.
Tu historia está hermosísima, podría leerla mil veces y no cansarme. Adoro esa película, adoro tu estilo de narración y adoro cada vez que leo algo tuyo, nunca de los nunca decepcionas a ninguno de tus lectores!
Por cierto, tengo que hablar contigo, cuando puedas comunícate por favor!!!