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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 20: Niños adultos y adolescentes



 


Chapter 20: Niños adultos y adolescentes
 


Chris se pasó los dos días siguientes respondiendo a preguntas sobre brujería. Se sentía una especie de enciclopedia humana, y muchas veces delegó en Wyatt y en sus padres, o en sus tías. Los chicos parecían tener especial interés por su lado de luz blanca, porque consideraban que eso quería decir que era un ángel. Nick incluso llegó a preguntarle si tenía alas. Por lo demás, todo seguía como siempre. Chris casi se había imaginado que su vida sería completamente diferente cuando su secreto ya no lo fuera, pero la única diferencia era que desde entonces podía orbitar sin preocuparse porque le vieran. Había echado de menos ese aspecto de su vida, aunque había estado demasiado ocupado haciendo de padre como para darse cuenta. De hecho, seguía muy ocupado: con sus tres hijos de vacaciones la casa estaba permanentemente llena de vida. Aquello no hubiera sido un problema, de no ser porque el humor de Nick estaba impregnado de aburrimiento: sin televisión y sin ordenador desde hacía dos días, y con la perspectiva de que aún le quedaban dos semanas de castigo aquellas vacaciones eran un infierno para Nick, o al menos eso decía él a cada momento y en cada ocasión. Cada vez iba más lejos en su queja, hasta convertirla en una enérgica protesta. Hacía sólo dos días que Chris le había castigado y Nick ya parecía haberlo olvidado, porque estaba muy cerca e volver a sus costumbres irrespetuosas. Aquella mañana Chris le había recordado por qué estaba castigado y había dejado caer que, igual que había dicho dos semanas, podía convertirlo en un mes. Nick no le había dirigido la palabra desde entonces, y en la hora de la comida todo estaba mortalmente silencioso.
- Sé que Nick ha hecho voto de silencio – dijo Chris – pero los demás podemos hablar de algo ¿no?
- He pasado el día contigo, papá. – le respondió Leo – No tengo nada que contarte.
- Caray, eso sí que es grave – rió Chris – Tú sin nada que decir.
Leo sonrió, y comenzó a contarle un par de cosas, pero era cierto que había pasado la mañana con Chris y su conversación se acabó en seguida.
- ¿Y tú, Peter? A ti no te he visto en todo el día. Has sido absorbido por tu cuarto. Y no me vengas con que tenías que estudiar, que estáis de vacaciones.
- No, estudiar no, pero tampoco he hecho gran cosa. Me dolía la cabeza. – explicó - Así que desistí de tocar la guitarra, que es básicamente lo que voy a hacer estos días.
- ¿Te encuentras bien? – le preguntó Chris. Parecía algo decaído; tal vez estuviera enfermo.
- Sí, sólo es jaqueca.
"Sólo jaqueca" se convirtió en fiebre aquella misma tarde, así que Chris estuvo pendiente de él mientras el chico descansaba. Le hizo compañía e incluso hizo alguno de los juegos infantiles que solía hacer con Leo, pero no le sacó a Peter ni una triste sonrisa.
- ¿Qué te pasa, Peter? Pensé que el que estaba de morros era tu hermano.
- No estoy enfadado – respondió el chico. Estaba tumbado en la cama, sobre un costado.
- Pero sí estás triste.
- Supongo.
- ¿Me dices por qué? – le pregunto con voz suave, apartándole el pelo de la cara cariñosamente.
- Nick ha quedado con unos chicos de clase. – dijo Peter como toda respuesta.
- Sí, eso me ha dicho. Quizás así descubra que no tener ni tele ni ordenador no es tan malo. ¿Qué tiene eso que ver contigo?
- Yo no tengo amigos. Pensé que Nick tampoco, que sólo llevamos un mes de clase, pero él ya tiene gente con la que salir por ahí.
- Date tiempo. Que tu hermano tenga ya un grupo no quiere decir nada. Seguro que tú haces amigos en seguida.
- Ya…- respondió Peter con un suspiro.
Chris se dio cuenta de que normalmente los chicos a esa edad tenían amigos, algunos incluso de la infancia, pero Nick y Peter sólo se tenían el uno al otro. En el orfanato se fueron quedando solos, hasta ser los únicos de su edad. No tenía que ser fácil relacionarse con otros chicos después de eso. Su intuición fue la que habló por él cuando dijo:
- Te pasa algo más ¿verdad? No es el hecho de que aún no tengas amigos, sino el hecho de que Nick los tenga. Siempre habéis sido vosotros dos, sin nadie más. Y ahora él tiene a otros chicos e vuestra edad….
- Sí. Sé que es egoísta por mi parte, pero sí.
- Nick no se va a olvidar de ti por tener amigos. Puede que te los presente y formes parte de su grupo.
- Entonces….¿por qué no me ha invitado a ir con él?
Chris entendió por fin qué era lo que a Peter le dolía. Él no quería meterse en aquellas "cosas de hermanos", aunque sí creía que hubiera sido un buen detalle por parte de Nick el invitarle. No dijo nada, y le puso otra vez el termómetro, de esos que dicen la temperatura sólo con un rápido contacto.
- Eso ya da igual, porque tú no puedes ir a ningún lado. Tienes 38,5. Anda, arrópate bien e intenta dormir un poquito.
Peter se aovilló hasta ocupar muy poco espacio, de forma similar a como lo hacía Leo. Puso además la misma voz que él para decir:
- Papi, haz aparecer algo.
"¿Papi?" Le hizo gracia, pero no dijo nada. También le hizo gracia la petición, muy similar a lo que había dicho Nick el otro día.
- ¿Es que tengo pinta de atracción de circo? ¬¬
- Un poco – respondió Peter, y Chris levantó una ceja. Le habría hecho cosquillas, pero Peter necesitaba descansar, y aquello sólo acabaría con toda posibilidad de que lograra dormirse. Resignado a ser el bufón de la corte, estiró la mano y dijo lo primero que se le ocurrió:
- Galleta
Una de las galletas que había hecho aquella mañana orbitó desde el horno hasta su mano.
- ¿Te duele la tripa? – le preguntó a Peter, y él negó con la cabeza – Anda, toma.
Le dio la galleta y observó que Peter se la comía a mordisquitos, casi royéndola. "Un pajarito, un lémur y un ratón" pensó divertido, acordándose de las diversas manías de todos sus hijos.
Cuando Peter se quedó dormido, salió de su habitación y casi se chocó con Nick, que pasaba en ese momento por el pasillo.
- Ey – le dijo - ¿A qué hora has quedado?
- A las seis.
- Llévate el móvil ¿vale?
- ¿Para qué? ¿para que me controles? – dijo Nick bruscamente.
- No, por si pasa algo. Baja esos humos Nick, que no te he hecho nada.
- Me has condenado al aburrimiento eterno.
- No, te he castigado porque te pasaste tres pueblos, y aun así te dejo salir, así que podrías estar un poco más agradecido.
Al castigarle no incluyó el tema de las salidas, porque ni siquiera había pensado en ello. Por eso cuando el día anterior Nick le dijo que le habían llamado para salir no puso objeciones, y porque iba a ser además la primera vez que Nick quedaba con algún amigo.
- Gracias – dijo el chico, en un tono que más bien venía a decir "Te odio".
Chris suspiró
- Pásalo bien, hijo.
A ver si saliendo un rato se divertía y volvía más relajado, porque como fuera así las dos semanas de castigo a Chris iba a darle algo. Nick siguió andando, pero se giró un segundo antes de irse:
- Papá, yo…
- ¿Sí? – animó Chris, al ver que no continuaba.
- No, nada.
- Quieres dinero ¿no?
- S-sí – admitió Nick. No sabía si estaba bien que lo pidiera en circunstancias normales, pero sobretodo, se daba cuenta de lo improcedente que era pedírselo después de haber sido tan arisco. Supuso que le diría que no, y no podría culparle. Se ruborizó, y deseó que se lo tragara la tierra, pero Chris se limitó a sacar la cartera. Cogió un billete y se lo dio.
- Siempre que quieras. Si tengo dinero, te lo daré.
- Gra-gracias – dijo Nick, esta vez siendo totalmente sincero.
Se giró para irse otra vez, pero esta vez fue Chris quien lo llamó.
- Nick, ¿puedo hacerte una pregunta?
Nick se lo pensó demasiado para el gusto de Chris, pero al final asintió.
- ¿Por qué no has incluido a tu hermano en los planes?
Nick se le quedó mirando. No había sonado a reproche, sino a una pregunta normal, así que intentó responder de buenas maneras.
- Está malo ¿no?
- Sí, pero antes de estarlo tampoco iba a ir contigo. Y, por cierto, ni siquiera le has ido a ver.
Aquello sí sonó un poco como un reproche, y Nick se dio cuenta de que en esa última parte Chris tenía razón. Se sintió culpable. No lo había hecho con mala intención, al igual que lo de excluirle.
- A mí me daba igual que viniera – explicó – Pero Paul y el resto dijeron que con quien querían quedar era conmigo.
Chris pensó que eso era extraño. A veces en las quedadas alguien lleva un amigo y no pasa nada. Él no hubiera aceptado aquellos términos, pero no dijo nada. Nick era libre, y podía decidir por sí mismo.
- Me alegra que hayas hecho amigos tan pronto – dijo solamente, y Nick le sonrió, quizá por primera vez en aquél día.
Nick se fue a arreglarse y se dispuso a salir. Peter estaba dormido, así que no se despidió de él, pero sí fue a decirle adiós a Christopher, que estaba sentado leyéndole un libro a Leo. El pequeño sabía leer, claro, pero le gustaba leer con Chris porque él ponía voces.
- Me voy, papá – dijo Nick.
- Que te diviertas. Vuelve antes de las diez.
"Tres, dos, uno…" pensó Chris, esperando una explosión. Pero tal cosa no se produjo y Nick se limitó a decir:
- ¡Vale! ¡Hasta luego!
Y se fue. "Caray, qué razonable". Había dado por sentado que le discutiría la hora. Luego recordó que en el orfanato todos los que tenían edad suficiente para que les dejaran salir tenían que estar de vuelta cuando anochecía. Las diez debía de parecerle a Nick una hora más que buena.
Volvió a centrarse en el libro, pero Leo le preguntó:
- ¿Y yo cuándo podré salir sólo?
- Dentro de unos años, Leo. Cuando…
- Sí, sí, cuando sea mayor. – dijo el niño, aburrido de la frasecita.
- Exacto – Chris le revolvió el pelo – No quieras crecer tan rápido.
- No quiero crecer – le dijo Leo, y aquello le extrañó, primero porque lo había dicho en serio, y segundo porque Chris pensaba que Leo odiaba que por ser pequeño le dijeran que no podía hacer algunas cosas.
- ¿Por qué no? – le preguntó.
- Porque no quiero olvidarme de mamá.
El corazón de Chris se hizo muy pequeñito.
- Crecer no va a hacer que la olvides.
- Si lo hará. Me he olvidado de cómo era, de cómo olía y cómo hablaba. Ya no recuerdo la canción que me cantaba por la noche. Además, la gente mayor olvida con más facilidad.
Chris, con la garganta seca, le preguntó:
- ¿Por qué dices eso?
- Porque tú ya no te acuerdas de ella y vas a tener una nueva novia.
Chris respiró hondo. Sentía que se ahogaba, pero sabía que era sólo una impresión emocional y no algo físico.
- Leo, me acuerdo de ella todos los días. La veo en ti, en tus ojos, y en tu sonrisa. Y lamento que no haya podido conocer a Peter y a Nick. Yo también…Yo también olvido algunas cosas, porque ya no está aquí con nosotros, pero a ella no voy a olvidarla nunca. No sé… no sé si Amy va a ser mi novia, pero ella no va a hacer que olvide a mamá.
- ¿Y cómo es eso posible? No lo entiendo. ¿Cómo puede uno querer a alguien, y luego querer a otro? ¿cómo pueden Peter y Nick haber tenido tantos papás?¿Cómo puedes tú tener otra novia? ¿No se supone que esas cosas son para siempre? ¿Es que tú no me quieres para siempre sino sólo para un ratito?
"Au, au, y mil veces au" pensó Chris. Le habría dolido menos si le hubieran clavado un puñal en el corazón. Una vez un demonio lo hizo, así que sabía de lo que hablaba. Leo le miraba exigiendo una explicación. Chris supo que se había estado callando esas preguntas desde hacía un tiempo.
- Yo te quiero para siempre Leo, y para mucho después. Y… no he dejado de querer a mamá. No se puede querer a dos personas a la vez, pero cuando alguien….ya no está…. Puedes quererle y ser capaz….de querer a otras personas. Lo de Peter y Nick es diferente. Ellos no conocieron a su padre biológico, al que les dio su sangre. – explicó Chris. El niño no sabía mucho de sexo, pero sí sabía lo básico de la reproducción humana porque se lo había explicado él, y lo había dado hacía poco en el colegio – Así que tenían que buscarles otro papá. Pero no han tenido muchos padres. Me tienen a mí, que estaré siempre a su lado, igual que al tuyo. Ellos tuvieron un papá y ahora me tienen a mí – repitió, casi más para sí que para Leo – No se puede tener dos papás a la vez.
Leo se quedó callado. Chris esperó a que lo entendiera, sabiendo que su hijo estaba pensando en todo lo que había dicho.
- Un compañero de clase tiene dos papás – dijo el niño.
- Eeeem. Sí, bueno. A veces en vez de papá y mamá, hay papá y papá, o mamá y mamá….- Chris se las vio y se las deseó para buscar la forma de explicarle aquello.
- Sólo te estoy tomando el pelo. Los padres de Will son gays, por eso son dos. No soy tonto.
Chris sonrió. No, claro que no lo era.
- Entonces…¿entiendes que aun quiero a mamá….aunque pueda llegar a querer a Amy?
- Lo entiendo. Pero yo no voy a poder llamar mamá a tu novia– le dijo – Mamá sólo tengo una.
- No tienes que hacerlo, campeón. Y no es mi novia.
- Aún – apuntó el niño – Pero Peter dice que vas a salir con ella.
- Peter dice muchas cosas ¬¬
- ¿Sigue durmiendo? – preguntó el niño.
- Eso creo. Voy a ir a verle ¿vale? Enseguida vuelvo.
Chris fue al cuarto de su hijo, y le encontró sentado sobre la cama y no tumbado como le había dejado.
- ¿Qué haces levantado?
- Es por si vomito – explicó - Para que me dé tiempo a llegar al baño.
- ¿Te encuentras mal? – preguntó Chris, pensando que no tendría que haberle dado la galleta.
- No, pero estoy un poco mareado.
Treinta y ocho y medio era una fiebre considerable. Se sentó a su lado y le puso la mano en la frente. Seguía caliente. En ese momento Peter estornudó, y Chris le pasó un pañuelo.
- ¿Toses? – le preguntó. Con lo del asma, era importante que no se le pasara a los pulmones.
- No mucho – dijo, y de pronto sonrió.
- ¿Qué es tan divertido? – preguntó Chris, contento de verle más animado.
- Que hasta los microbios te hacen caso. Dijiste: aquí os ponéis malos por turnos, y se ha cumplido. No me puse malo cuando lo estaba Leo, así que me toca ahora. Luego le tocará a Nick.
Chris sonrió.
- Pues Nick y tú podríais aprender de los microbios y hacerme caso también.
- Yo te hago caso – protestó Peter.
- Bastante – tuvo que reconocer Chris, pero no dijo nada más porque a Peter le dio un pequeño ataque de tos. – Me siento impotente cuando no puedo curar esta clase de cosas – digo Chris, con rabia.
- ¿Por qué crees que es? – preguntó Peter, tratando de recordar todo lo que le habían dicho sobre la magia - ¿Por qué crees que puedes curar heridas pero no enfermedades?
- Nunca lo había pensado. Supongo que es porque algunas enfermedades, como los catarros, por molestos que sean, son necesarios para fortalecer el sistema inmunológico. Pero supongo que tiene que ver también con un aspecto utilitario: ningún luz blanca se negaría a curar un cáncer de poder hacerlo, y eso podría hacer que pusieran el secreto en peligro, curando a todos los enfermos que se cruzaran en su camino. La función del luz blanca es, en principio, cuidar de sus protegidos, no de toda la humanidad. Además, aunque suene cruel, la Naturaleza tiene su propia forma de arreglar el mundo. Si la gente no muriera, algunos por desgracia de forma temprana, el mundo tendría demasiada población. Se perdería el equilibrio, es por eso que entre las especies animales unos son depredadores de otros. Nosotros no podemos interferir en la Naturaleza, o sería el caos. Seríamos como dioses, y nadie debe tener tanto poder: un luz blanca se puede corromper. Sería peligroso. Una herida provocada por un accidente o un ataque es diferente: el hombre es la causa, el luz blanca es la solución. Las enfermedades están fuera de alcance, aunque si podemos mitigar el dolor. Al menos, mi padre puede hacerlo.
- Tiene…sentido. Aunque sería bueno que fueras como un antibiótico.
Chris sonrió.
- Chris "Aspirina" Haliwell.
- Un buen segundo nombre – corroboró Peter.
- Ya tengo uno. Perry. Christopher Perry Haliwell.
Peter no lo sabía. Había tantas cosas que aun no sabía de Chris… pero tenía toda la vida para conocerle.
- Yo también, aunque creo que ya lo sabes.
- Sí, el tuyo es Adam, y el de Nick, Ariel. Ariel. ¿En serio? ¿A quién se le ocurriría? – preguntó, sin poder ocultar lo absurdo que le parecía.
- A mi madre – respondió Peter – Se llamaba así.
- Yo…Peter, lo siento. No pretendía ser insensible.
- No importa. Es un nombre ridículo para un chico. – dijo Peter, y se quedó pensativo. – Adam. ¿Se llamaría así mi padre? – se preguntó en voz alta, y de pronto su expresión se volcó en la furia. - ¿Tanto le hubiera costado dejar una nota? "Hola hijos, os abandono por la droga. Tenéis un padre en algún lado, pero me he acostado con tantos hombres que ni sé quién es. Ah, y tenéis un apellido. Quizá os agrade saberlo."
Chris se quedó helado al oírle hablar así.
- Nick cree que vuestra madre….Ariel…. hubiera vuelto a por vosotros sino…
- …hubiera muerto. Lo sé. Pero yo no opino igual. Si la hubiéramos importado nos habría sobrepuesto a su adicción. Tal vez no dábamos la talla como hijos. Yo me he culpado en muchas ocasiones. Pero, por el motivo que sea, el hecho es que le importábamos una mierda.
¿Cómo había podido pensar alguna vez que Peter no estaba lleno de rencor? Ya se había dado cuenta cuando le habló de Derek, pero en ese momento quedaba confirmado que Peter guardaba mucho rencor dentro de él. No sabía que decir, ni estaba seguro de si debía decir algo.
- Hubiera sido bueno…tener una madre y esas cosas. – prosiguió Peter – Nunca he considerado mi padre al señor Wright, pero al menos había un hombre que, en su función de director del orfanato, se preocupaba porque todos estuviéramos bien. – comentó pensativo. – Discúlpame. Es la fiebre, que me hace hablar demasiado.
- Está bien que te desahogues. No sabía que pensaras así de tu madre.
Chris no podía culparle. Él mismo maldecía a aquella mujer que se había dejado arrastrar por la droga en vez de por la maternidad, aunque era consciente de que gracias a eso él tenía entonces dos hijos más. Pero la reacción de Nick, la de pensar que iba a volver a por ellos, era en cierta forma más normal. Más propia de un hijo. De un niño.
- No es mi madre. Es la mujer que me alojó en su cuerpo nueve meses y luego me expulsó de él y de su vida.
- Le quitaron vuestra custodia…
- Eso es lo mismo que abandonarnos. Nos cambió por la droga. Pero mira el lado positivo: no tendrás que preocuparte porque Nick y yo nos droguemos. Esta clase de cosas hacen que ni siquiera te lo plantees.
Chris cayó en la cuenta de que había temas relacionados con la adolescencia que no había hablado con ellos. A veces parecía pensar que eran niños, pero, aunque ya lo sabía, las duras palabras de Peter le recordaron que en cierta forma hacía mucho que no lo eran. Aunque en otros aspectos sí…
- Es bueno saberlo. Creo que la lista de normas es muy corta. La hice pensando en dos niños; debería rehacerla pensando en uno, y dos hombres.
- ¿Qué quieres decir? – preguntó Peter con curiosidad.
- Hay un par de cosas que Nick ha hecho últimamente que no están en la lista – dijo Chris, pensando en las agresiones y en su intento de fuga. – Pensé que no era necesario, que sería tan tonto como poner que no metáis los dedos en el enchufe. Hay cosas que están mal, y uno necesita que estén escritas en un papel para saberlo. Pero tengo que replanteármelo.
- ¿Cómo lo de incluir "no a las drogas"?
- Sí. Y no al alcohol.
Peter puso una cara extraña.
- ¿Alguno de los dos bebe? Puedes decírmelo. No voy a enfadarme por algo que hayáis hecho antes de venir aquí.
- No tomamos alcohol, Chris, tranquilo.
- Es papá, Peter – le recordó pacientemente, pensando que a lo mejor tenía que añadir eso también. – Y, entonces, ¿por qué has puesto esa cara?
- Porque la gente de mi clase sí lo hace. Como si yo no fuera raro de por sí, el que yo no beba y eso hace que añadan "niño bueno" a la lista. No va a ayudarme a hacer amigos.
- Yo no creo que seas raro, Peter. Y si tienes que hacer algo malo para ser sus amigos, entonces no…
- No merecen la pena – interrumpió Peter, terminando por él – Sí, sí, ya lo sé. Tranquilo, que no voy a beber hasta los 21. Y tal vez tampoco entonces.
No le gustaba el olor de las bebidas alcohólicas.
- Me alegra oírlo. – dijo Chris – Y ahora me voy para que puedas descansar. Vamos, métete en la cama.
Peter obedeció, y dejó que le tapara. Se encontraba mejor; tal vez le hubiera bajado un poco la fiebre.
- ¿Ves como soy un niño bueno? – bromeó, con algo de picardía e infantilizando la voz.
- A ver si eres tan obediente cuando te pida algo que no quieras hacer – replicó Chris, medio en broma también.
- Ya me lo pides.
- ¿Ah sí? ¿Cómo qué?
Chris estaba seguro de que no le pedía gran cosa.
- Te aseguro que no me apetece nada acercarme a ti cuando estás aquí sentado y me dices "ven aquí" con ese tono que no augura nada bueno.
Chris supo que se estaba refiriendo a cuando le castigaba.
- Aunque pensándolo bien, eso no es una petición, es una orden – continuó Peter, metiendo las manos debajo de la almohada. Chris sonrió y se inclinó para darle un beso.
- Tú sé siempre un "niño bueno" y así no me verás más ahí sentado – le dijo, en ese tono medio en broma medio en serio que estaban empleando. Le apagó la luz y salió de la habitación.
- ¡Papá! – le llamó, apenas hubo salido. Chris volvió a entrar – No me apagues la luz, por favor.
Chris recordó que una vez le dijo que le daba miedo dormir a oscuras, como efecto de los maltratos que había sufrido. Le dio al interruptor y se fue de nuevo.
Bajó al piso de abajo y se encontró a Leo viendo la tele, unos dibujos que Peter solía ver con él. Aunque fueran infantiles, Chris empezaba a pensar que a Peter también le gustaban.
- No has vuelto "en seguida". – le acusó el niño.
- Es que Peter estaba despierto. Así sabes cómo me siento yo cuando te llamo y no vienes.
- Así sabes cómo me siento yo cuando me llamas, y estoy haciendo otra cosa, como ver la tele.
- ¡Tendrás morro! – dijo Chris y se lanzó a hacerle cosquillas. Leo se rió y se movió como si tuviera hormigas subiéndole por el cuerpo. Cuando se acabaron las coquillas, tardó un rato en recuperar la respiración.
- ¿Ves los dibujos conmigo? – le preguntó, haciéndole un hueco en el sofá. Chris se sentó con él, y vio los dibujos. A él aquello le aburría soberanamente, pero se entretenía viendo lo contento que parecía su hijo. A Leo siempre le había gustado mucho la televisión, sobre todo las películas y las series de fantasía. También le gustaban esa clase de libros, y a Chris no le cupo duda de que su hijo tenía mucha imaginación.
Estaban viendo como el protagonista de los dibujos se metía en una especie de cueva cuando oyeron un ruido, que venía con casi toda seguridad del piso de arriba.
- Voy a ver qué ha sido eso – le dijo a Leo.
Subió, y se encontró con un Peter que parecía algo asustado.
- ¿Qué ha pasado? – le preguntó a su hijo, buscando la fuente del sonido - ¿Y qué haces levantado? ¬¬
- El…el…-musitó Peter. Respiró hondo y levantó la mano. Tenía una piedra con algo escrito en ella. – El cristal.
Chris se fijó en que efectivamente el cristal de la ventana de Peter estaba roto. Tomó la piedra para ver lo que ponía:
"En la esquina en 20 minutos, Haliwell2. Paul"
Haliwell2 debía de ser Peter.
- ¿No podía usar el móvil como todo el mundo? – preguntó Chris, alucinando. – Paul es uno de los chicos con los que está Nick ¿no?
- Creo que sí. Está en todas las clases con Nick; conmigo sólo en algunas. Es un poco bruto.
- Sí, eso me ha parecido. ¿Qué clase de…? ¡Ha roto la ventana!
- Dice que quiere verme en veinte minutos. A lo mejor Nick les ha dicho que me inviten…
- Ni lo pienses, Peter. Estás malo, no vas a ir a ningún sitio, y menos con esos….esos….destrozaventanas. Más vale que Nick no tenga nada que ver en esto. ¿cómo ha podido dejar que tiren una piedra? Ale, tu vuelve a la cama. No, espera. Vete a mi cuarto o al de Nick, que yo voy a recoger los cristales.
Entró en el cuarto de Peter y vio que la cama, que estaba bajo la ventana, estaba llena de trocitos de cristal. Había sido toda una suerte que ninguno le hubiera dado a Peter, que no debía estar tumbado en ese momento, o tal vez estaba bien tapado y las mantas le habían protegido. Entendió por qué estaba tan asustado cuando subió.
- Cristales – dijo, pero no los orbitó a su mano, sino que hizo un montoncito en el suelo. Fue a por la escoba, los recogió y los tiró a la basura. Al día siguiente llamaría para que pusieran un cristal nuevo. Hasta entonces, bajó la persiana para que no entrara frío por el agujero.
- Peter, si quieres ya puedes venir – gritó, y fue a buscarle, pero no le vio en el cuarto de Nick. Fue al suyo, pero tampoco. Tuvo un presentimiento, y orbitó a la puerta de entrada. Le pilló justo saliendo de casa. Peter soltó un grito, asustado por verle aparecer allí, de repente.
- ¿Vas a algún sitio? – le preguntó.
- Yo….yo….
- Ni siquiera has cogido el abrigo. ¿Es que quieres empeorar? Vamos, entra en casa.
Peter obedeció.
- Papá ¿quién se ha ido? – gritó Leo, desde el baño, al oír la puerta cerrarse.
- Nadie, campeón – dijo en voz alta, para que le oyera. Cogió el mando y apagó la televisión, que se había quedado encendida. – Peter, sube a tu cuarto – le dijo. – y ponte el termómetro otra vez ¿quieres? A estas horas suele subir la fiebre.
Peter hizo lo que le mandaban, manso como un corderito. Chris subió enseguida, en cuanto hubo preparado un cola-cao caliente. Peter tenía el termómetro puesto. Chris lo miró, y vio que seguía teniendo 38,5, aunque tal vez había llegado a bajarle en algún momento.
Chris dejó el cola-cao en la mesa, y se sentó en la silla.
- Ven aquí – ordenó, y no pudo evitar recordar lo que Peter le había dicho aquella tarde, sobre el tono que ponía al decir aquello. No dejaba ninguna duda sobre lo que iba a hacer. Peter se acercó, despacito y triste, y Chris casi ni le tumbó, y le dio seis azotes.
- No te pego más porque estás enfermo – le dijo – Pero que sepas que te mereces una buena azotaina. Me has desobedecido deliberadamente y encima has puesto en peligro tu salud. Por no mencionar que te has ido sin avisar a nadie. Estás castigado sin televisión, sin libros, sin ordenador y sin salir, durante dos semanas. Y voy a quitarte las guitarras hasta entonces.
Nada más decirlo, Chris pensó que quizás se había pasado un poco, pero Peter no dijo nada y se limitó a tumbarse en la cama. Pensó que tal vez estaba enfadado y por eso decidió irse y dejarle sólo, pero Peter le llamó con voz triste.
- ¿Y mi abrazo?
Chris se acercó, y le medio abrazó agachándose para estar a la altura de la cama.
- No sé yo si dártelo – le dijo, a pesar de que ya le estaba abrazando. – Me molesta mucho que desobedezcáis a una orden directa, Peter, y te dije claramente que no podías ir. Me pareció además que el motivo era perfectamente lógico, si hasta estás tiritando ahora mismo.
- Lo siento – dijo el chico, y Chris notó que era sincero – Sólo me gustó que me avisarán y pensé que si no iba hoy no volverían a decírmelo en otra ocasión.
- Está bien. Sé por qué lo hiciste y sé que como adolescente es casi inevitable que quieras irte por ahí cuando te estás esperando. Pero creo que te has aprovechado, porque sabías que estando malo no te iba a castigar. Normalmente no te habrías atrevido a irte en mis narices.
- Yo… si creía que ibas a castigarme. Pero después. No contaba con que orbitaras y me detuvieras. Lo de usar tus poderes no es justo. Además, me asustaste.
- Lamento haberte asustado, pero los usaré siempre que sirvan para impedir que hagas una tontería. Creías que iba a castigarte y aun así te fuiste – dijo, y no pudo evitar sonar un poco rabioso al decirlo, y al añadir - ¿Es que te da igual que te de unos azotes?
Porque a él no le daba igual. Era un castigo que creía que los chicos se tomaban en serio y Peter casi había reconocido, hablando mal y pronto, que se la sudaba. Al menos, eso entendió Chris.
- No, claro que no me da igual – negó Peter, muy triste, al ver que Chris estaba enfadado de verdad – Siento haberte desobedecido. No lo volveré a hacer.
Peter derramó algunas lágrimas silenciosas. Para él no había sido más que un juego divertido. Le dio igual estar enfermo, no se encontraba tan mal y los amigos de Nick le estaban esperando. Pensó que no pasaba nada por salir un rato. Pero Chris estaba enfadado, y sólo entonces pensó que si hubiera llegado a salir sin que se lo impidiera, le habría dado un buen susto al desaparecer sin decir nada.
Chris se debatió entre seguir regañándole o hacer las paces. No dudaba que Peter sintiera haberlo hecho, pero le enfurecía que hubiera sido tan irresponsable, sobretodo estando enfermo.
- Claro que no volverás a hacerlo porque te aseguro que si lo haces me importará un rábano que estés malo – mintió descaradamente. Nunca le daría una azotaina mientras estuviera enfermo, pero si volvía a repetir aquello esperaría a que se curara para darle una lección.
Considerando que ya le había regañado lo suficiente, le limpió las pocas lágrimas que manchaban su rostro, y le dio un beso.
- Ala, duérmete, pero ahora de verdad. Nunca he visto un paciente que se deje cuidar menos que tú. Y tómate el cola-cao, está caliente.
Se levantó para irse.
- Las guitarras – le recordó Peter – La acústica está en el armario.
Que Peter se lo recordara le hizo comprobar que era honrado y que sabía asumir sus responsabilidades. Chris se arrepintió de haberle castigado tanto. Aquello había sido un "intento de travesura" y él le había dejado sin todo lo que le gustaba. ¿Qué iba a hacer el chico en aquellas dos semanas, estando encima de vacaciones? Aun así, no se echó atrás, porque no le había gustado aquello de que, aun pensando que iba a castigarle, decidiera desobedecerle como si el rebelarse mereciera la pena. Más el valía evitar que Peter comenzara a rebelarse como su hermano. Fue al armario y cogió la guitarra. Después cogió la otra, que estaba apoyada en la pared, y se fue.
Volvió al rato cuando le escuchó llorar. Se preguntó si era por lo que había pasado, pero no le pareció lógico. Peter no lloraba por tonterías y él tampoco había sido un ogro. ¿O sí? Repasó su conversación y pensó que a lo mejor había sido duro en sus palabras, pero es que tampoco iba a ser dulce mientras le regañaba….Sabía que Peter era muy sensible y decidió entrar para decirle que ya no estaba enfadado. Sin embargo, nada más entrar entendió que Peter no lloraba por eso. En el suelo del cuarto había un charquito de vómito.
- No he llegado al baño – le explicó, llorando. Caminó hacia Chris y le abrazó.
- Vale, no pasa nada. ¿Te encuentras bien? ¿Vas a devolver de nuevo?
- Creo que no – respondió Peter, y emitió un sollozo. – Odio vomitar.
Chris supo que no era el momento de recordarle que el otro día estuvo a punto de provocarse el vómito. Le abrazó y le consoló hasta que se calmó, aunque en realidad Peter tardó muy poco en dejar de llorar, consciente de que llorar por eso era algo infantil. Pero la sensación de las náuseas siempre le hacía llorar.
- Siento haber manchado el suelo – dijo, separándose del abrazo – Voy a recogerlo.
- No, tú te vas a mi cama. Ahora lo limpio yo. No te disculpes por esto, Peter, porque no ha sido culpa tuya. No has hecho nada malo. Vamos, ve. Yo voy en seguida ¿vale?
Peter asintió, pero no las tenía todas consigo.
- Lo siento – repitió, con un hilo de voz.
- ¿Por qué siempre pides disculpas por las cosas más absurdas, y luego la lías haciendo cosas que sabes objetivamente que están mal? Estás enfermo, Peter. No has podido evitarlo. Vamos, ve a mi cuarto.
Peter se fue, y él limpió aquello y fue a acompañarle. El chico se había metido en su cama y tenía un aspecto muy vulnerable. Chris se echó a su lado y le acarició el pelo. Tenía una televisión en su habitación, y le preguntó si quería ver algo.
- Estoy castigado.
- A partir de mañana. Hoy estás enfermo, y para ti sólo hay mimos. ¿Qué quieres ver?
- Nada. Me duele la cabeza. – respondió, y al mirarle Chris vio que tenía los ojos húmedos.
- ¿Vas a llorar? – le preguntó, algo descolocado.
- Intento no hacerlo.
- ¿Por qué quieres llorar?
- La última vez que vomité en casa de otra persona me provocaron el dolor más horrible de toda mi vida, estuve un día inconsciente, y casi me muero. Tú me has abrazado, has limpiado mi cuarto, y me has traído a tu habitación, donde tu único objetivo es hacer que me sienta mejor. Creo que lloro de felicidad.
Con el corazón en un puño, Chris le dio un abrazo, y así las lágrimas de Peter salieron, pero no sollozó. Chris recordaba perfectamente aquella historia, de cómo Peter había devuelto en la moqueta de Derek, y lo que éste le había hecho por eso. Su hijo aun llevaba las marcas de aquella brutal paliza.
- No es que no te tome en serio, papá – le dijo Peter al cabo del rato – Lamento si te he hecho pensar que me da igual que me castigues. Es que sé que nunca vas a hacerme verdadero daño.
Chris le abrazó con más fuerza, entendiendo que lo que había interpretado como pasotismo era confianza.
- Tienes la habilidad de tocarme siempre la fibra sensible. – le dijo Chris, en cuanto estuvo seguro de que no le iba a temblar la voz. De pronto pensó que el hecho de que Peter hiciera cosas como desobedecerle y ser irresponsable, quería decir que se sentía seguro. Eran cosas que hacían los chicos de su edad, cuando saben que sus padres van a estar ahí para sacarles de cualquier problema. Peter no había hecho nada que no hubiera hecho cualquier otro chico de 16 años, y aquello le hizo sentir bien, contento de que Peter se permitiera ser un niño de vez en cuando.
- ¿Eso es bueno o malo? – le preguntó Peter
- Bueno cuando me haces darme cuenta de lo mucho que te quiero. Malo cuando tengo que regañarte, y sobreponerme a esos ojitos de cordero que me pones.
- Siento haberte desobedecido.
- Sí, sí, ya lo has dicho varias veces. Mejor no vuelvas a hacerlo, y así todos estaremos contentos.
- Hecho.
Peter se recostó, y apoyó la cabeza en Chris, que no estaba tumbado del todo. No tardó en quedarse dormido. Chris, adormilándose también, pensó que Peter sí que era un "niño bueno", incluso cuando le desobedecía. Había ternura e inocencia en Peter, y era dulce hasta cuando se portaba mal. Era como un niño que sólo buscaba el amor de su padre, y que tenía miedo de perderlo por portarse mal. A veces dudaba que el de los ocho años fuera Leo.
Estuvo un rato observando como Peter dormía, luchando contra su propio sueño mientras escuchaba la televisión de abajo, señal de que Leo estaría en el sofá. A eso de las diez menos cuarto escuchó abrirse la puerta. Sería Nick. Sacudió la cabeza para despejarse y se levantó con cuidado de no despertar a Peter. Bajó a recibir a su otro hijo.
- ¿Estoy en problemas? – preguntó Nick cuando le vio, antes de dejarle decir ni hola.
- ¿Te refieres al acto vandálico que se ha cargado la ventana de tu hermano?
- Sí.
- ¿Qué ha pasado?
- Le dije a Paul que Peter podría venirse con nosotros otro día, y al principio no le gustó la idea. Pero habló con los demás y dijo que le pondría una prueba, y que si la superaba podría venir.
- ¿Y la prueba era hacerle salir de casa estando enfermo? – preguntó Chris con incredulidad. Una cosa era tener dieciséis años, y otra no tener cerebro. Aunque empezaba a pensar que ambos conceptos eran sinónimos.
- Sí. Para ver cuánto deseaba estar con ellos. Es una tontería, ya lo sé. Menos mal que Peter tiene cabeza y no ha venido.
- En realidad, no ha ido porque le he castigado. Pero eso es otro tema. ¿Cómo les has dejado hacer eso?
- No sabía que pensaba tirar una piedra. Creí que le mandaría un mensaje y a lo mejor…a lo mejor si se encontraba mejor le dejabas venir.
Chris se dio cuenta de que Nick no mentía. El chico no solía mentir, de todas formas, ni para librarse de un castigo. Cuando mentía lo hacía deliberada y torpemente, y como intento de provocación. Aquella vez había sido sincero.
- ¿Me vas a castigar? – le preguntó Nick.
- Sé que crees que debes hacer lo que sea para caerles bien, pero tendrías que haberles impedido hacerlo. Sé también que juntar a un grupo de adolescentes suele implicar que se acabe haciendo una tontería, y tal como yo lo veo ha sido un juego sin mucha gracia. Hubiera estado bien que volvieras a casa nada más ocurrió, pero al menos has vuelto a la hora que te dije. Entiendo que no te entusiasmaba mucho enfrentarte a un castigo y lo cierto es que, si hubieras vuelto en ese momento, quizás te hubiera dado una azotaina, porque estaba enfadado. Pero ahora ya no lo estoy, eso agradéceselo a la ternura de tu hermano, y entiendo que lo de la piedra no ha sido del todo culpa tuya. Será una semana más sin televisión – le dijo.
"Y atrévete a protestar" pensó, pero Nick no dijo nada. Se limitó a asentir y a mirarle con inseguridad.
- ¿Y el viaje con el tío?
- No, Nick. No voy a dejarte sin ir a Disney Land por esta tontería. Pero me gustaría que empezaras a pensar antes de actuar. Te ahorrarías muchos problemas.
Nick se mordió el labio, y le abrazó. Chris, un tanto sorprendido, le devolvió el gesto.
- ¿A qué hermano tengo que agradecer que sea tan tierno? ¿Al enano?
- No, a Peter.
- Eso no vale. Tenemos los mismos ojos. ¿Por qué la mirada de cordero el sale mejor a él que a mí?
- En realidad, te sale mejor a ti. Lo que pasa es que a él le sale del corazón y tú eres un pequeño manipulador.
- Eso no es cierto – dijo Nick, medio ofendido – El manipulador es Peter, lo que pasa es que aun no ha sacado sus armas.
Chris no se lo discutió. Nick parecía de un humor bastante bueno, y eso era todo un alivio para lo que se habría podido encontrar.
- Anda, vete a la ducha y baja, que vamos a cenar.
- Mejor cenemos ahora, que tengo hambre.
- Nick, no seas guarro. Hay que ducharse todos los días.
- Y me ducho todos los días.
- Hoy no.
- Por un día no pasa nada.
- Vamos, anda, ve.
- ¿Por qué?
- Porque lo digo yo.
- Vaya respuesta
- ¿Qué tal, porque puedo cambiar de opinión, y darte otro tipo de castigo? – le preguntó, pero no estaba realmente enfadado. Nick sólo estaba siendo cabezón, y la cabezonería se combate con más cabezonería.
- Esa respuesta me convence más.
Nick se dispuso a subir las escaleras, pero se giró un segundo antes de irse.
- Esperaba que estuvieras más enfadado. Creí que ibas a gritarme hecho un basilisco. He sido un grano en el culo estos últimos dos días, y tienes que estar harto.
- Un poco sí. Espero que seas menos difícil las próximas semanas. Te castigo porque haces las cosas mal, no porque me divierta hacerlo.
- Lo sé. No me oirás quejarme, te lo prometo. Antes de ducharme, ¿puedo ir a ver a Peter? Le he comprado gominolas. Ah, por cierto, me ha sobrado dinero, toma.
- A ver, a ver, por partes, terremoto. En primer lugar, puedes quedarte el dinero. En segundo lugar, puedes ir a ver a Peter….pero está durmiendo. Y mejor guárdale las gominolas, porque ha vomitado.
- ¿Ha vomitado y tú le has pegado? – le preguntó en un tono de "eres una mala persona" que le recordó a cuando Peter hacía lo mismo en el caso contrario.
- He dicho que le he castigado, no que le haya pegado. Y, para otra vez, impide que tu amigo le tiente y le haga desobedecerme.
- Eres muy duro con él. Ha sido culpa mía.
- No, Nick. Suelo ser muy duro contigo. Cuando Peter la pifia también el castigo a él. Ahora, vamos. Sube y baja rápido, que se va a hacer tarde. No sé como Leo no se está cayendo de sueño y muriéndose de hambre.
- Le daré las gominolas a él – decidió – A Peter no le importará.
Nick subió las escaleras, y Chris pensó que tal vez y sólo tal vez se hubiera extinguido el comportamiento huraño de su hijo. Le observó subir, y le vio tropezar. Sin pensarlo, orbitó y le sujetó, aunque Nick tampoco iba a caerse.
- ¿Qué problema tienes tú con las escaleras? Es la segunda vez en menos de una semana.
- Soy torpe – dijo Nick, ruborizándose. Peter entonces asoció el repentino buen humor de su hijo en contraste con su mal humor anterior con la torpeza y el comportamiento tímido que estaba teniendo.
- Tú has conocido a una chica – le dijo, con una sonrisa. Por alguna razón había pensado que los nuevos amigos de Nick eran sólo chicos, pero se dio cuenta de que eso no tenía por qué ser así. Buscaría la forma de preguntarle por sus amigos sin que pareciera un interrogatorio.
- No, qué va – negó Nick, pero se ruborizó más.
- ¡Has conocido a una chica! – confirmo Chris, y se rió. – Vaya Nick, un solo día y ya has ligado.
- No he ligado – dijo Nick, muriéndose de la vergüenza – En realidad no he dicho más que tonterías y balbuceos.
- ¿Es guapa? – tradujo Chris.
- Mucho.
- Bueno, bienvenido al mundo de las parejas, Nick. Ellas nos miran y nosotros nos volvemos tontos. Así es como funciona.
- Yo…nunca….nunca ha habido una chica.
- Lo sé, tu hermano me lo dijo.
- No sé…no sé lo que se hace.
Hasta entonces, no había visto a Nick tan vergonzoso. Se parecía a Peter más que nunca y aquello le hizo sonreír.
- Bueno, yo tengo algo de experiencia. Aunque el Casanova ha sido de siempre tu tío Wyatt. Puedes preguntarme lo que quieras.
- ¡No! Quiero decir…uno no habla con su padre sobre chicas…¿no? – preguntó Nick, sin estar muy seguro.
- No lo sé. Supongo que todo depende. Tú puedes hacerlo si quieres.
- Me da vergüenza – admitió el muchacho.
- Bueno, pues no hables entonces – dijo Chris, encogiéndose de hombros.
- ¡Pero se supone que tú me tienes que ayudar! – exclamó Nick y Chris se rió.
- ¿En qué quedamos? ¿Quieres hablar conmigo o no quieres hablar conmigo?
- No lo sé. Mejor me voy a la ducha.
Nick se fue, y Chris aun no había borrado la sonrisa de su cara cuando su hijo asomó la cabeza.
- Como se lo digas a Peter te mato.
- Mis labios están sellados

Chris se pasó los dedos por los labios, como si echara una cremallera.

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