Páginas Amigas

jueves, 28 de mayo de 2015

Capítulo séptimo



Capítulo séptimo
Antes de empezar quiero dejar una cosa clara. Normalmente no soy tan capullo,  pero acababa de pasar lo que (después de la muerte de mi tía) seguro que es la peor experiencia de mi vida. Y En esos momentos no estaba yo muy fino. Dicho esto, en mi defensa, continuaré donde lo dejé.

Cando llegó el martes y Reena no vino a despertarme a primera hora, deduje que aquel día tampoco iría a la escuela. Unas pequeñas vacaciones, pensé. Las cosas hubieran sido mejor si aquel día me hubieran dejado salir de mi cuarto. Pero el abuelo por la mañana estuvo fuera y Reena me dijo que mi abuela había dicho que no podía salir de mi habitación. Se me había ido de la cabeza por completo lo de la disculpa, pues iba apañada, prefería quedarme encerrado en la habitación jugando con mis cosas o leyendo que pedirle perdón. Ella era la que debía disculparse, no yo.
Tía Brunilda me acompañó en el desayuno, y estuvimos hablando sobre los planes para este verano. En tres mese llegarían las ansiadas vacaciones de verano, y ella, tío Senta y mis primos solían pasar una quincena en una casa que los padres de tío Senta, tenían en Colonia. Aprovechaban para hacer turismo, compras, ir al teatro, cine, bueno, todo lo que una ciudad como Colonia puede ofrecer. Después mis primos iban a una especie de colonias en Irlanda para mejorar su inglés y el resto de vacaciones lo pasaban en casa con los abuelos.  También me dijo que tío Sigmund y tía Camille se solían quedar en casa casi todas las vacaciones alguna escapada un par de días, pero a ellos no les gustaba mucho viajar. Y que tío Tristán y su familia solían viajar a Ibiza alquilar un velero y estaban casi desaparecidos gran parte del verano. Como el año anterior justo acababa de perder a mi tía ninguno de ellos quisieron agobiarme con planes de vacaciones, pero este año, era distinto.
Yo pensé que me iba a quedar con el abuelo, pero ahora quedarse con el abuelo significaba quedarse en una cas casi vacía, con el abuelo Y LA ABUELA. Y esa idea no me volvía loco, precisamente. Mi tía me dijo que no debía tomar una decisión de inmediato, que aún faltaban 3 meses para las vacaciones, pero que debía tener en cuenta cuales eran mis opciones. Pero repito, en ningún momento mencionó la posibilidad de quedarme con el abuelo. Y eso hizo que me preguntara si mis tíos no pensarían que el abuelo debía descansar de mí. Y de los disgustos que le había causado. Y por eso habían hablado entre ellos para hacerse cargo de mí y darle un poco de descanso al abuelo. Pero si lo habían hablado, lo hicieron sin consultarnos al abuelo y a mí. Porque cuando más adelante tía Brunilda sacó el tema de nuevo, el abuelo le dejó muy claro que de querer navegar, lo haría con él y de querer ir a Colonia lo haría con él también. Y cuando Darland Hofner toma una decisión  no hay quien discuta con él.
Estaba viendo una película en la Tablet de tía Brunilda cuando oí como aparcaba el coche el, miré por la ventana de mi habitación, y el abuelo no venía solo. Venía con mi tutor, entonces recordé el porque de la discusión inicial, mis resultados en los parciales. Tragué saliva, porque el profesor Ancher, ya me había dicho que no estaba muy contento con mis resultados. Cito textualmente  “Señor Hofner,  estoy bastante decepcionado con su trabajo, esperaba encontrar una clara mejoría de sus  calificaciones, en vez de la misma mediocridad  que el semestre pasado (dijo mediocridad, en serio)”. Pero mi profesor solía regalarme ese tipo de perlas constantemente, a mí y a otros compañeros, en esta escuela parece que nunca te esfuerzas lo suficiente. Así que simplemente llega un momento que por un oído te entran y por otro te salen, inocente de mí, por entonces aún pensaba que mientras no suspendiera nada me dejarían tranquilo.
Mi profesor estuvo casi dos horas reunido con el abuelo y después vino un taxi a recogerlo, supongo que a llevarlo de vuelta a la escuela o a su casa, ni idea, ni me importa. Pero en cuanto escuché el motor del taxi alejarse supe que era cuestión de minutos que subiera a darme la bronca, pensé que poco me habían durado a mí las vacaciones. Pero no subió, en vez de eso, fue Reena la que entró y me dijo que mis abuelos me esperaban en la biblioteca. Yo me quedé parado. La biblioteca era el sitio preferido de la abuela, casi siempre estaba allí o en el invernadero, si iban a hablar de mis notas no debía hablarlo en el despacho, y sobre todo que pintaba la abuela en todo aquello.
Al entrar ya pude respirar la tensión, más que respirar, la podía masticar. El abuelo estaba visiblemente enfadado, la abuela siempre está con esa pose, así que ni le di importancia. Me quedé cerca de la puerta preparado para echar a correr, aunque después de lo que había pasado aquel domingo, no es que fuera a hacerlo. Pero el inconsciente es muy cabroncete y mi primera reacción es correr. El abuelo, abrió una carpeta y sacó todos mis trabajos y tareas de la escuela de esos tres últimos meses. En todos había anotaciones de mis profesores en las que venían diciendo que eran trabajos muy pobres y faltos de profundidad. Confieso que algunos incluso tenían comentarios mucho peores, tragué saliva y me preparé para la ejecución.
-         Inaceptable (dijo el abuelo devolviéndome mis trabajos). Los he estado ojeando y es una vergüenza, es obvio que no te has esforzado lo más mínimo. Esos trabajos son para cumplir, algunos ni eso. No te debieron de tomar más de 5 minutos hacerlos ¿no? (yo bajé la cabeza, porque era verdad, por entonces hacía mis deberes corriendo y a veces entre clase y clase o mientras pensaba en otras cosas. Eran algo que quitarse de encima cuanto antes posible y olvidarlos aún más rápidamente). Te he hecho una pregunta Hans
-         No están tan mal (cometí el error de decir)
-         ¿Qué NO ESTÁN TAN MAL? ¡ME TOMAS EL PELO! (el abuelo volvió a agarrar la carpeta y  empezó a leer en voz alta alguno de los comentarios que habían escrito mis profesores en mis deberes y trabajos. A medida que leía yo me iba poniendo más y más colorado) Vas a un internado Hans, no hay distracciones. Has estado castigado gran parte de estos 3 meses, y aún así, vienes con estos resultados. ¿Dime a que dedicas el tiempo, porque a estudiar está claro que no? (Yo me encogí de hombros. Y me devolvió la carpeta de una forma un pelín brusca). He hablado con tu tutor y hemos quedado que a partir de ahora todas tus tareas me serán enviadas por fax de inmediato, incluso las más insignificantes. Y esas (señalando la carpeta) las vas a repetir, y esta vez las vas a hacer bien. Y cuando digo bien, digo que no quiero nada más bajo de un NOTABLE ¿Entendiste?  ( y para esas alturas yo ya casi me había cagado encima) Tu tutor y yo estamos de acuerdo en una cosa, no eres tonto, solo un flojo de campeonato (entonces empecé a llorar porque no me gustaba que mi abuelo me dijera esas cosa, el debía de ser el bueno, podía aguantar que la abuela y los tíos fueran huesos duros de roer, pero él no). Oh, no jovencito, no. Ahora no me vengas con lágrimas. Debería darte una buena zurra por tomarnos el pelo como nos los está tomando. Vas a la escuela a aprender no a calentar el asiento
-         Snif snif lo siento snif (yo no quería que siguiera riñéndome).
-         ¿Lo sientes? Hans, esto es de cajón. A la escuela se va a estudiar. No hay malos entendidos posibles (dijo y se debió cuenta que se estaba pasando porque me alargó un pañuelo para que me sonara los mocos).  Al primer trabajo que vea que está hecho rápido o mal, me presento en la escuela y la charla que tendremos tú y yo, jovencito, no va  ser bonita ¿Me pillas o te hago una demostración?
-         No, no señor. Entendí (dije cubriéndome mi trasero lo más rápido que pude)
-         Eso espero, Hans. Acarrado esto. Sobre lo que sucedió el otro día mientras estaba en el despacho hablando por teléfono con tu tutor, creo que le debes una disculpa a tu abuela. Y no quiero oír excusas, quiero una disculpa y que sea una buena disculpa (mi abuelo seguía en plan general de la GESTAPO, así que tragándome el orgullo me disculpé con mi abuela).
-         Siento mucho haberle dicho esas cosas en la mesa, no debí faltarle al respeto de esa manera. Estuvo mal de mi parte y no volverá a pasar (la traté de usted para dejar claro que ella no era nada cercano para mí, no lo hoce por educación, lo hice por desprecio. También eran unas disculpas vacías, no sentía nada de lo que decía). Lo siento mucho.
-         Disculpas aceptadas (dijo de esa forma tan regía que solo un Hofner podría decir). Y espero que tu también aceptes mis disculpas, no estuvo bien insinuar que tu tía no te educó bien, está claro que la mujer hizo lo que pudo “contigo”
-         ¡Edna! (casi fue una súplica por parte de mi abuelo, mi abuela solo negó con la cabeza y respiró hondo).
-         Esta es tu casa (dijo como si acabara de oler un pedo), eres un Hofner, y cuanto antes se te meta eso en tu pequeña cabecita, antes empezarás a disfrutar de los beneficios de pertenecer a esta ilustre familia. No eres un perrito acogido, eres Hans Hofner y debes empezar a comportarte como tal. Y eso por supuesto incluye la educación, tanto a conocimientos como a modales(el abuelo carraspeó). No me mires así, Danland, no estoy diciendo ninguna estupidez.
-         Lo que tu abuela intenta decir es que eres nuestro nieto y no nos conformamos con algo mediocre para tí. Y si nosotros no nos conformamos, tú aún deberías menos.
-         ¿Ella puede hablarme así, pero yo no? (le pregunté furioso al abuelo sin escuchar lo que me estaba diciendo).
-         Sube a tu cuarto, Hans (me ordenó ya cansado).
-         Claro. ..un Hofner más, ya lo veo (tuve que añadir o reventaba).
-         Has,  he dicho a tu cuarto. No tientes tu suerte. Sigo muy enfadado contigo. De haber sido tu padre el que hubiera traído a casa esas notas no sería una charla lo que estaría dando ahora mismo sino unos buenos varazos. Y eso es lo que tenía en mente cuando hablé el otro día con tu profesor justo antes que llamarás "puta" a tu abuela y salieras corriendo. Ha sido tu abuela la que me ha convencido que después del susto del Domingo lo mejor sería que me reuniera con tu tutor para encontrar otra forma de mejorar tu rendimiento y tu actitud en la escuela (entonces se me debió de quedar cara de idiota). Hans, te quiero más que a mi propía vida y no me perdonaré por no haberte protegido lo suficientemente bien y que hayas tenido que vivir una experiencia tan horrible, porque a parte de tu abuelo soy la persona a la que tu tía encomendó tu cuidado una vez ella ya no estuviera. Le prometí que cuidaría de tí, que haría que se sintiese orgullosa del hombre en que un día te convertirás. Le prometí que no dejaría que nada malo te pasara. Y le he fallado y eso es lo que me apena (el abuelo tomó aire y se sentó en un sillón). Soy tu abuelo y siempre que pueda te malcriaré,  pero también soy responsable de tí y eso significa también que te exigiré más que a tus primos, ellos ya tienen que lidiar con sus padres. También a veces te pareceré más sobreprotector que el resto de padres de tus compañeros y otras veces te pareceré más intransigente con tus faltas. Pero eso es porque te queremos y queremos lo mejor para tí.
-         Yo no pedí ir a esa estúpida escuela, yo ya era feliz en mi antigua escuela.
-         ¿Porque te dejaban desperdiciar tu talento? ( dijo la abuela con sarcasmo,  miré al abuelo pero esta vez no le reprochó nada).
-         Porque me dejaban ser Yo mismo.
-         ¿Un holgazán? (volvió al ataque).
-         ¡No! un niño de 11 años (le grité).
-         Doce. En 18 días haces 12 años. Ya tienes más de 12 que de 11. Pero viendo tu progreso en matemáticas quizás no te hayas dado aún cuenta de eso.
-         Once o Doce. Que más da (estaba furioso porque la abuela siempre estaba dispuesta a atacarme y el abuelo parecía no verlo) . No quiero pasarme la vida entre libros.  Eso no es lo mío.
-         ¡Eres solo un niño que sabrás tú lo que es lo tuyo!  A tu edad tu padre quiso ser arquitecto, mago, médico, futbolista
-         Piloto (dijo el abuelo con una sonrisa. Yo no lo sabía pero esa era la primera vez que la abuela hablaba de mi Padre desde que supieron que mi madre y él vivían juntos).
-         Oh si, piloto. Incluso nos hizo comprar aquella colección de libros de aerodinámica (y la abuela sonrió por una milésima de segundo). A tu edad, se cambia de idea casi como de camisa.
-         Yo no. Yo siempre he sabido que de mayor seré cocinero.
-         Ves, a un eres un niño (y sonó como si pensará que eso fuera una fantasía de niños pequeños) No sabes cuantas posibilidades te deparará el futuro.  Pero tú sigue así,  que con esas notas acabaràs trabajando en una cocina,  pero la de un McDonald’s.
-         ¡Te odio! (y de no haber estado el abuelo le habría arreado una patada en sus huesudas espinillas)
-         Eso lo has dejado patente demasiadas veces.
-         ¿YO? (aquello era el colmo de los colmos, ahora era yo el déspota) No fui yo la que dijo que habían de esconder al bastardo para que su queredísima sobrina no se sintiera ofendida ¿No és así como me llamáis? (y fue decir eso Y darme cuenta que acababa de meter la pata porque se suponía que yo no sabía Nada de eso).
-         Yo jamás te he llamado eso (dijo la abuela casi con fuego en la mirada). Jamás (eso lo repitió mirando al abuelo).
-         Lo sé, querida (dijo el abuelo). Solo una persona de esta habitación se ha referido a él con esa palabra y no eres tú (entonces abrí tanto los ojos que podía oír como se me desquebrajaba la retina) Fue lo último que le dije a tu padre. Le dí la enhorabuena por haber traído al mundo a un bastardo (sentí como me apuñalaban por la espalda). Llevo esa última conversación gravada a fuego y no hay día que no me sienta como la peor escoria por haber sido tan despreciable con mi propio hijo (entonces recordé la charla con el tío Sigmund, y maldije mi bocaza). Si quieres odiar a alguien, odiame a mí. Porque tu abuela, ahí donde la ves jamás pronunció una mala palabra de tí o de tu madre o de Walter. Simplemente los enterró en lo más hondo, en un lugar donde el dolor no fuese tan insoportable.
-         abuelo noooooo
-         Yo fui, él que le cerró las puertas de esta casa, yo fui el que le dijo cosas que un padre jamás debería decir a un hijo. Yo fui el malo de la historia. Tu abuela estaba dolida, yo, en cambio estaba furioso. Todos estos años tu abuela ha dejado creer a toda su familia que fue ella quién desterró a tu padre. Pero tú debes de saber la verdad (yo los miraba con horror, no quería oír eso, yo quería seguir creyendo que mi abuelo era el hombre más bueno del mundo) . Pequeño, no puedo cambiar lo que hice, daría mi vida por poder hacerlo, pero no puedo, Hans. Mi castigo es vivir cada día del resto de mi vida sabiendo que fui un miserable con mi propio hijo. Y que nada de lo que haga ya,  podrá arreglarlo. Tu abuela no te odia…
-         No te odio, eso estúpido, no me has hecho nada para que te odie (en eso último estaba de acuerdo) Hans te pareces tanto a tu padre cuando tenía tu edad que es imposible olvidar que ya no está aquí y que jamás podremos hacer las paces. Cada vez que te miro veo a tu padre y todo el dolor vuelve a resurgir.
-         Pero tu abuela y yo hemos estado hablando y tras lo que pasó el pasado domingo, hasta tu abuela ha tenido que reconocer que no eres Walter, que tú eres tu mismo. Y yo he tenido que reconocer que a pesar de mis esfuerzos, no nos ves como a tu familia.
-         ¡Eso no es cierto! Yo siempre quise tener una abuela y un  abuelo, como mis amigos, pero ella desde el primer día me rehuyó. Jamás me dio las buenas noches, ni me trajo galletas cuando estaba triste, ni me contó historias, ni...
-         jajaja (la abuela empezó a reírse y me di cuenta que el abuelo se estaba conteniendo la risa también). Ni a tí, ni a ninguno de tus primos (dijo la abuela con una mueca burlona en la cara). No soy ese tipo de abuela sacada de un cliché de cuento de hadas. He subido prácticamente sola a 4 hijos y toda esta monstruosidad de casa y todas las obligaciones y responsabilidades que comporta ser la matriarca de la familía Hofner. No tengo ni el tiempo ni las ganas de fingir ser quien no soy. El amor no tiene nada que ver con esas cursiladas. Podría hornear un millón de galletas para el mismísimo Káiser y no por eso lo querría lo más mínimo. Toda esa ostentación de pamplinas es puro exhibicionismo, simplemente ridículo e innecesario.
Hans, lo que tu abuela intenta decir es que aunque no te vaya a hornear galletas eso no significa que no vaya a estar a tu lado siempre que la necesites (aquello hizo que enfadara aún más  porque intentaban darle la vuelta a todo para dejarme a mi como el malo)
-         ¿Cómo lo estuvisteis de mi padre? Preferir a una sobrina que al propio hijo. No alegrarse de que al fin fuera feliz, no querer conocer a tu propio nieto, ¡A mí! (intenté calmarme) Estoy seguro que en cuanto haga algo que no os guste me daréis puerta, eso es lo que hacéis, así que mejor dejamos de fingir eso de que somos una familia. Abu ¿sabes? Esta charla ha sido muy reveladora. La abuela es la más honesta de los tres. No me tiene ningún tipo de cariño Y no finge tenérmelo,  Ni para acallar  remordimientos (dije furioso y salí de la biblioteca y me escondí en el desván para llorar y dejarme llevar por todos aquellos pensamientos grises).
Me quedé escondido en el desván el resto de la tarde, no iba a salir corriendo, no me atrevía. Pero tampoco quería ser encontrado. Pude oír perfectamente como el abuelo y Reena me llamaban, pero me tapé las orejas y me hice un ovillito detrás del viejo sofá rinconera del desván. Cuando empezó a oscurecer, el desván ya no se veía un lugar tan bueno como para esconderse. Estaba lleno de viejos muebles y cachivaches y olía a creado y solo, sin ninguno de mis primos por allí, daba un poco de miedo. Con sumo cuidado y sigilo, salí del desván y me escabullí de nuevo en mi habitación, me metí dentro del armario y me decidí que aquel sería mi escondite, hasta que decidiera que hacer.
No haría mucho que me había quedado mucho cuando las puertas del armario se abrieron y el tío Senta grito “lo encontré, en el armario” y me agarró del brazo y me obligó a salir de allí, mientras empezaba a regañarme sobre lo mal que estaba haberles asustado así, que ya no era un niño pequeño para ir escondiéndome en los armarios, que si tenía suerte de no ser hijo suyo, blah blah blah. Tampoco le dio tiempo de decirme mucho más, porque al poco rato todos estaban en la habitación mirándome como si yo fuera un asesino en serie o algo así. Fue entonces cuando tío Tristán dijo que telefonearía a Camille y a la abuela para que le dijeran al abuelo que me habían encontrado y que estaba perfectamente. Entonces un nudo se me hizo en el estómago, el abuelo no estaba, y si tía Camille estaba con él era porque era relacionado con su salud. El abuelo era muy viejo, quizás por mi culpa…ya estaba poniéndome en lo peor cuando tío Sigmund, mandó a todos fuera.
-         Tu abuelo está bien, solo le subió un poco la tensión, lleva una temporada que come como si tuviera 20 años, muchos fritos y muchas salsas y mucha sal. Camille ya le ha advertido varias veces que tiene que seguir una dieta más saludable, pero tu abuelo solo hace caso cuando se lleva un susto, cuando se le pasa vuelve a comer sin mirar el que. Pero está bien, solo lo ha llevado a la clínica para hacerle unas analíticas y ver si le mete algo de miedo en el cuerpo y hace bondad otra temporadita.
-         ¿Entonces no fue porque yo…?
-         Bueno, eso no ha ayudado, pero no (dijo serio) tu abuelo no están tan débil como piensas. Supongo que estarán de vuelta en un par de horas (respiré aliviado). ¿Así que has estado todo este tiempo ahí dentro?
-         No (dije sin atreverme a mirarle a la cara, realmente mi tío parece un gigante devorador de niños).
-         ¿Saliste de la casa? (yo negué con la cabeza) bueno al menos eso aprendiste de la último berrinche (yo no tengo berrinches, eso era insultante) He hablado con tu abuelo y me ha puesto al corriente de tu última pataleta (yo estaba apunto de decirle alguna bordería cuando continuó). Mañana a primera hora volverás a tus clases, no es que te puedas permitir faltar a muchas clases, no si no quieres que tu abuelo cumpla lo que te ha dicho que pasaría si volvías a hacer el manta con tus estudios (me puse rojo como un tomate al darme cuenta que el abuelo le había dicho que me zurraría sino mejoraba).
-         ¿Eso también te lo ha contado? (pregunté aunque era obvia la respuesta)
-         Me ha contado muchas cosas (dijo muy serio y faltó que un rayo cayera para hacerlo más aterrador). Mi padre me ha hecho muchas preguntas también, estaba muy sorprendido que supieras ciertas cosas sobre tu padre y él, sobre todo porque por lo que tenía entendido tu tía nunca te había hablado de nosotros. Y había cosas que dudaba que tu padre le hubiera contado a nadie (maldita bocaza la mía). El día que te conté todo lo que te conté de tu padre y de tu abuelo, te pedí dos cosas ¿verdad? (yo estaba asustado ni me atrevía a respirar muy fuerte) Hans! (me llamó la atención) ¿Qué dos cosas te pedí?
-         Que no se lo dijera nunca al abuelo, porque se pondría muy triste
-         Si, y lo has soltado varias veces desde que te lo conté, una cuando lo de Klaus y ahora otra vez, pero lo peor que esta vez ha sido delante de tus abuelos. Son mayores, ya han sufrido mucho, Hans. Eso fue cruel.
-         Estaba enfadado ellos estaban dándole la vuelta a todo.
-         Me importa un comino lo que ellos estuvieran diciendo, me prometiste que no se lo contarías jamás. ¡Me diste tu palabra! Soy tan responsable como tú del sufrimiento que tus palabras hayan podido causar en mis padres. Y por lo visto a diferencia de ti a mi si que me importa
-         A mi me importa, estaba enfadado pero no quiero que nada malo le pase al abuelo.
-         Ya te he dicho que Camille lo ha llevado a hacer unas analíticas, ya estaban programadas, y no tienen nada que ver con tu ataque, tu abuelo no se cuida y punto (tío Sigmund me gritó enfadado).
-         Lo siento (dije antes que las lágrimas me delataran)
-         Sientes mucho tú, pero siempre tarde. Ya te he avisado un par de veces que no debes dejar que ese carácter tuyo te traicione. Tienes buen corazón, no lo dudo, pero tus prontos son terribles, ya eres mayorcito para darte cuenta que puedes hacer mucho daño con esa lengua desbocada tuya.  No pienso darte más charlas sobre lo mal que estuvo lo que le dijiste a  tus abuelos antes. Como te he dicho también es culpa mía porque fui yo quien te lo conté (estaba irritado, no, enfadado, no, furioso. Pero volvió a bajar el volumen, por lo que daba la sensación que fuera a matarme y a ocultar el cadáver en el bosque).
-         Tío Sigmund (iba a decirle que realmente lo sentía, y que en cuanto regresara el abuelo me disculparía, pero esta vez lo haría bien, cuando me interrumpió levantando un dedo como sé que hace en clase cuando llama la atención a alguno de sus alumnos).
-         ¿Hans, cuál era la otra cosa que te pedí aquella tarde y que tampoco has cumplido? (y me quedé en blanco, ahora iba perdido, ni idea de lo que estaba hablando. Tío Sigmund dio una especie de gruñido que me puso los pelos de punta) dije y te repito que Tú te quedabas aquí, que no ibas a ninguna parte sin que nosotros te diéramos permiso que solo eras un  niño y los niños hacen, dicen y se comportan como sus mayores les dicen. No era tu primera fuga, la otra te la frustré yo. Entonces pensé que te había dejado claro que no se te permitía salir de esta casa sin permiso, que es aquí donde perteneces, pero en eso también me equivoqué (y entonces se empezó a arremangar las mangas, y allí no hacía calor. Yo di un paso atrás, a esas alturas ya sabía que cuando un adulto se remanga las mangas cuando te está riñendo es porque va a dejar de reñirte y va a empezar a zurrarte). Error que no voy a repetir. Te aseguro que después de esta zurra te va quedar muy claro que este es tu hogar y que no puedes huir de tu familia, aunque te enfades con ella o te digan algo que no quieras oír (yo di otro paso hacía atrás, el tío Sigmund me agarró por el brazo y me arrastró hasta el piso de abajo, para mi vergüenza, el resto de mis tíos y Daniel vieron como me arrastraba hasta el despacho mientras yo le suplicaba llorando que me perdonara y que soltase. Una vez dentro del despacho, tío Sigmund cerró con llave, yo casi me meo encima. Pero fue llevarse la llave al bolsillo y soltarme, yo corrí al otro extremo del despacho, dejando la mayor distancia entre él y yo). Como ya sabes al último que intentó fugarse de esta casa se llevó 12 varazos en el trasero y 4 en las manos (casi me pongo a hiperventilar) tu padre y yo teníamos 14 y 16 años, y no pasó nada. Teniendo en cuenta que tienes 11 años y lo que pasó (agradezco que no dijera en voz alta lo del tipo aquel). Serán 9: 6 en el trasero y 3 en las manos (y no me sonó a que estuviera siendo misericordioso para nada, y aún menos después de recibirlos). Pero si esto se vuelve a repetir alguna vez, sin importarme lo que tu abuelo decida hacer o la edad que tengas, te daré 12 y 12 (y pude ver que la vara estaba justo encima del escritorio. Creo que me mee de miedo, no literalmente pero poco faltó). Ahora acabemos con esto (y señaló justo delante de él, para que fuera. Pues no es tan sencillo ir a una muerte segura, eso ya se lo adelanto yo). Hans, si voy yo, los pantalones van a bajo. No es que sirvan de mucha protección, pero si fuera tú, agradecería conservarlos (eso debió de haberme reaccionar, pero el miedo me tenía paralizado. Había oída historias sobre esa vara y a cual más aterradora). ¿Hans? Última oportunidad (me advirtió y volvió a señalar a un punto imaginario justo delante de él. Y no se cómo, pero logré armarme de valor e ir hasta justo delante de mi tío Sigmund. No se demoró nada, me agarró de nuevo del brazo, supongo que para que no saliera corriendo, agarró la vara y cayeron los 6 varazos como si fuera una ráfaga de metralleta) ZWASS ZWASS ZWASS ZWASS ZWASS ZWASS
-         AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAU (aullé como si me acabará de clavar una barra de hierro candente en el ojo, que fueran tan rápidos que ni pude contarlos no hizo que dolieran menos)
-         Las manos, Hans (ordenó tras darme unos minutos para recuperar el aliento. Pero tras recibir esos 6 varazos en el tarsero y con ropa,  no tenía valor para mostrarle mis manos para que me diera 3 más en las palmas desnudas). Hans, quiero acabar con esto tanto cómo tú (ya, seguro. ¡No eran sus manos sino las mías!).
-         Por favor tío, por favor, lo juro, lo juro, créeme jamás volveré a huir, créeme que aprendí la lección.
-         Ni huir, ni esconderte. No eres un bebé, si haces algo mal debes tener la hombría para aceptar las consecuencias. Y entender que tus actos tienen consecuencias, no solo para tu trasero, ni te imaginas cuanto sufrimos en las horas que estuviste desparecido, y cuando llamaron del hospital y nos contaron lo que te había pasado…Hans, te fallamos, no pudimos protegerte, le fallamos a Walter de nuevo (dijo con un brillo en los ojos que de no ser tío Sigmund hubiera dicho que estaba a punto de ponerse él también a llorar). Si nos apartas de tu lado, no podremos protegerte y ya te debes de haber dado cuenta que ahí afuera hay cosa mucho peores que los Hofner (y llevaba razón aunque doliera dársela, así que tembloroso extendí las manos) Zwass
-         Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah (ese es el dolor más inhumano que nadie pueda recibir, sin duda)
-         Vete a tu cuarto (dijo, tras darme ese primer varazo en las manos, dejando la vara de nuevo encima del escritorio. Yo estaba muy ocupado centrándome en el inmenso dolor y que aún faltaban dos más, que ni le oí), Hans a tu cuarto, mañana saldremos muy temprano para estar a tiempo para la primera clase. Ya le diré al abuelo cuando llegue, que vaya darte el beso de buenas noches (dijo dándome la espalda, estoy seguro que no podía mirarme a la cara, no sé si porque seguía enfadado conmigo, porque se estaba controlando para no matarme o porque estaba tan afectado como yo. Con mi tío nunca se sabe).
-         Lo siento (dije tímidamente justo antes de salir, pero no logre salir, aún estaba echada la llave, fue un poco cómico, lo cierto. Tío Sigmund resopló, pasó por mi lado, no me atreví a mirarlo, no quería verlo ni enfadado ni decepcionado, sacó la llave de su bolsillo y abrió la puerta)
-         Yo también lo siento (dijo casi en un susurro, cosa rara porque mi tío Sigmund tiene una voz muy grave e imponente) Mañana será otro día Hans, ves a descansar.
Cuando salí del despacho todos estaban mirándome, no me extraña, con ese último varazo (el de la mano) debí de dar un grito que les debió reventar los tímpanos. Yo corrí a mi habitación, no quería ver ni hablar con nadie, además era tarde, y aunque me había pasado el día haciendo nada y dormitando, me sentía sin energías. Me puse el pijama y me metí en la cama, esa noche mejor dormiría bocabajo, así que encendí la lamparita de la mesita y cerré los ojos, esperando quedarme dormido al instante.
Me quedé frito, no oí al abuelo entrar hasta que puso su mano en mi hombro.
-         Hans, pequeño, levanta, te traigo un bocadillo y un poco de caldo. Tu tío me ha dicho que no has cenado. Y seguramente no habrás comido nada en tu escondite ¿no? (el abuelo volvía a sonar tan dulce como siempre. Yo no pude hacer otra cosa que ponerme de nuevo a llorar y abrazarme fuerte a él) Ey ey ey  Shhhhh ¿Tan duro fue Sigmund? ¿Quieres que vaya y le dé un buen tirón de orejas?
-         Nooo, buenoooo (se me pasó por la cabeza decirle que si, y creo que se me vio en la cara porque mi abuelo empezó a reírse). ¿Te lo ha dicho? (dije aún con lágrimas en los ojos)
-         Bueno, no me ha contado mucho, me ha dicho que te ha castigado pero que ya está todo arreglado, por lo que no debo de preocuparme. Mi hijo de un tiempo a esta parte que cree que estoy para sopitas. ¿me vas a decir tú porque te ha tenido que castigar tu tío? ¿No es porque te escondieras, verdad? Porque si es por eso si que le voy a…(empezó a enfadarse)
-         No abuelo no, no fue por eso. Es algo entre el tío y yo.
-         No sé si me gusta eso. Yo soy tu abuelo grrrr pero bueno, Sigmund no suele entrometer sino cree que es necesario. ¿seguro que no quieres explicármelo? Sabes que puedes contármelo todo. Además si ya te ha castigado tu tío, yo no puedo enfadarme contigo si tu tío ha dicho que ya está todo ok.
-         Si el tío ha dicho que está todo ok, entonces dejémoslo así ¿no? (dije rezando porque el abuelo lo dejase pasar)
-         No me hace gracia, pero si los dos estáis bien con eso…¿Y porque llorabas?
-         Porque me alegro que estés bien, y porque siento mucho haberte dicho todas esas cosas antes, no sé que pasa conmigo, yo no quise decirte eso.
-         Hijo, entiendo que te disgustara oír todo lo que te dije. Es normal, yo mismo estoy disgustado conmigo, mucho más de lo que tú nunca lo puedas estar (dijo dándome un abrazo de abuelo-oso).
-         No, abuelo, yo no quiero que te pongas triste por mi culpa, es que la abuela saca lo peor de mí
-         Sobre tu abuela y tú, hijo hay que trabajar esa relación. No puede ser que dos de las personas que más quiero en el mundo estén como el perro y el gato siempre.
-         ¿Y eso se lo has dicho a ella? (dijo con picardía)
-         Hans, es tu abuela, es mayor, le debes un poquito de espeto ¿no creer? (y antes que pudiera contestarle) Y si, se lo he dicho. Y está dispuesta a ser más cercana contigo si tú esmeras un poco tus modales.
-         ¡Tengo buenos modales!
-         Haaaaaaaaaaaaaaaans (me regañó)
-         No son tan malos (protesté pero no con mucho ahínco)
-         Hans, eres bueno, no me cabe duda, pero cuando te enfadas tienes una boquita…y bueno, en la mesa
-         ¿Qué? Uso los cubiertos
-         Pero no los que tocan y sueles hablar con la boca llena y…
-         Vale, vale, lo pillo, ¡No sabia que comía con la maldita realeza!
-         Hans, a esto me refiero, tu abuela no tolera ese tipo de reacciones. Y lo cierto es que a mi no es que me disgusten tanto como a tu abuela pero tampoco me hacen sentirme muy orgulloso ¿Entiendes?
-         Pero ella no me habla, cuando tú no estás, hace como que no existo. 
-         Ya, y tu abuela me ha dicho que intentará ser más cercaba, ya te lo he dicho-
-         Eso me lo creeré, cuando lo vea.
-         ¡Hans! (me riñó pero esta vez se notaba que se le estaba acabando la paciencia) por favor, hazlo por mi, da una segunda oportunidad a tu abuela (yo no dije nada solo asentí con la cabeza pero no muy convencido). Anda come, que des de la calle podía oír tus tripas rugir (yo tomé el tazón de caldo y empecé a beber).
-         ¿Abu? ¿Estás bien? El médico no ha encontrado nada malo, verdad?
-         Nada, solo lo típico de mi edad, tensión alta y un poco de colesterol (yo respiré aliviado). Ya te he dicho que tienes abuelo para rato.
-         No deberías comer tantos fritos y salsas. Hay comida saludable que es muy rica también, tengo unos cuantos libros de recetas de verduras y…
-         ¿Eso te lo ha dicho mi hija o tu tía Camille? (dijo rodando los ojos)
-         Se dice el pecado, no el pecador, abuelo
-         Bueno pues le dices a ese pecador tuyo que mi padre comió toda la vida lo que le vino en gana y murió con 97 años.
-         ¿y cuántos años tienes tú?
-         ¿cuántos m echas?
-         ¿No sé? ¿100?
-         ¡Serás demonio! (y empezó a hacerme cosquillas hasta que me puse azul) Hans, acaba de cenar 8dijo cuando ya dejé de reír), que mañana debéis madrugar.
-         ¿he de ir? No puedo quedarme le resto de la semana? (dijo poniendo mi mejor carita de niño bueno)
-         Hans, no te puedes permitir el lujo de perder más clases, no si quieres cumplir con la promesa de mejorar tus notas.
-         Pero abu, dos días más, no es como si…
-         Hans, el viernes por la tarde estarás de vuelta y podremos hacer un montón de cosas, hace bueno, he pensado de ir a investigar al bosque ¿qué te parece?
-         ¿En serio? (llevaba tiempo que quería hacerlo). Júralo
-         Si hace bueno, y te esmeras un poquito más en la escuela.
-         Puffff (resoplé) ok, pero iremos hasta la cueva esa de que Howie me habló, la que está encantada.
-         No sé de que cueva hablas, pero si, ¿y tú has oído lo que he dicho, no? Sino hay una mejora en la escuela no habrá excursión y me enfadaré mucho contigo, eh?
-         Si, haré las tareas, y me esmeraré un poco (el abuelo alzó una ceja) me esmeraré mucho más (dije resignado y el abuelo me dio un beso y me arropó como hacía siempre que dormía en casa)
-         Buenas noches, Hans. Nos vemos el viernes.
-         Buenas noche, abu.


3 comentarios:

  1. Continúala pronto por favor, me encanto.

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  2. Precioso precioso de verdad

    Adoro este drama y te agradezco de corazon que retomaras la historia

    Un abrazo

    Marambra

    Jj manana estaré como zombie

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  3. Me encanta esta historia, se la vio barata con todas las que ha hecho jajajajaja

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