Capítulo séptimo
Antes de empezar quiero dejar una cosa clara.
Normalmente no soy tan capullo, pero
acababa de pasar lo que (después de la muerte de mi tía) seguro que es la peor
experiencia de mi vida. Y En esos momentos no estaba yo muy fino. Dicho esto,
en mi defensa, continuaré donde lo dejé.
Cando llegó el martes y
Reena no vino a despertarme a primera hora, deduje que aquel día tampoco iría a
la escuela. Unas pequeñas vacaciones, pensé. Las cosas hubieran sido mejor si
aquel día me hubieran dejado salir de mi cuarto. Pero el abuelo por la mañana
estuvo fuera y Reena me dijo que mi abuela había dicho que no podía salir de mi
habitación. Se me había ido de la cabeza por completo lo de la disculpa, pues
iba apañada, prefería quedarme encerrado en la habitación jugando con mis cosas
o leyendo que pedirle perdón. Ella era la que debía disculparse, no yo.
Tía
Brunilda me acompañó en el desayuno, y estuvimos hablando sobre los planes para
este verano. En tres mese llegarían las ansiadas vacaciones de verano, y ella,
tío Senta y mis primos solían pasar una quincena en una casa que los padres de
tío Senta, tenían en Colonia. Aprovechaban para hacer turismo, compras, ir al
teatro, cine, bueno, todo lo que una ciudad como Colonia puede ofrecer. Después
mis primos iban a una especie de colonias en Irlanda para mejorar su inglés y
el resto de vacaciones lo pasaban en casa con los abuelos. También me dijo que tío Sigmund y tía Camille
se solían quedar en casa casi todas las vacaciones alguna escapada un par de días,
pero a ellos no les gustaba mucho viajar. Y que tío Tristán y su familia solían
viajar a Ibiza alquilar un velero y estaban casi desaparecidos gran parte del
verano. Como el año anterior justo acababa de perder a mi tía ninguno de ellos
quisieron agobiarme con planes de vacaciones, pero este año, era distinto.
Yo
pensé que me iba a quedar con el abuelo, pero ahora quedarse con el abuelo
significaba quedarse en una cas casi vacía, con el abuelo Y LA ABUELA. Y esa
idea no me volvía loco, precisamente. Mi tía me dijo que no debía tomar una
decisión de inmediato, que aún faltaban 3 meses para las vacaciones, pero que
debía tener en cuenta cuales eran mis opciones. Pero repito, en ningún momento
mencionó la posibilidad de quedarme con el abuelo. Y eso hizo que me preguntara
si mis tíos no pensarían que el abuelo debía descansar de mí. Y de los
disgustos que le había causado. Y por eso habían hablado entre ellos para
hacerse cargo de mí y darle un poco de descanso al abuelo. Pero si lo habían
hablado, lo hicieron sin consultarnos al abuelo y a mí. Porque cuando más
adelante tía Brunilda sacó el tema de nuevo, el abuelo le dejó muy claro que de
querer navegar, lo haría con él y de querer ir a Colonia lo haría con él
también. Y cuando Darland Hofner toma una decisión no hay quien discuta con él.
Estaba
viendo una película en la Tablet de tía Brunilda cuando oí como aparcaba el
coche el, miré por la ventana de mi habitación, y el abuelo no venía solo.
Venía con mi tutor, entonces recordé el porque de la discusión inicial, mis
resultados en los parciales. Tragué saliva, porque el profesor Ancher, ya me
había dicho que no estaba muy contento con mis resultados. Cito
textualmente “Señor Hofner, estoy bastante decepcionado con su trabajo,
esperaba encontrar una clara mejoría de sus
calificaciones, en vez de la misma mediocridad que el semestre pasado (dijo mediocridad, en
serio)”. Pero mi profesor solía regalarme ese tipo de perlas constantemente, a
mí y a otros compañeros, en esta escuela parece que nunca te esfuerzas lo
suficiente. Así que simplemente llega un momento que por un oído te entran y
por otro te salen, inocente de mí, por entonces aún pensaba que mientras no
suspendiera nada me dejarían tranquilo.
Mi
profesor estuvo casi dos horas reunido con el abuelo y después vino un taxi a
recogerlo, supongo que a llevarlo de vuelta a la escuela o a su casa, ni idea,
ni me importa. Pero en cuanto escuché el motor del taxi alejarse supe que era
cuestión de minutos que subiera a darme la bronca, pensé que poco me habían
durado a mí las vacaciones. Pero no subió, en vez de eso, fue Reena la que
entró y me dijo que mis abuelos me esperaban en la biblioteca. Yo me quedé
parado. La biblioteca era el sitio preferido de la abuela, casi siempre estaba
allí o en el invernadero, si iban a hablar de mis notas no debía hablarlo en el
despacho, y sobre todo que pintaba la abuela en todo aquello.
Al
entrar ya pude respirar la tensión, más que respirar, la podía masticar. El
abuelo estaba visiblemente enfadado, la abuela siempre está con esa pose, así
que ni le di importancia. Me quedé cerca de la puerta preparado para echar a
correr, aunque después de lo que había pasado aquel domingo, no es que fuera a
hacerlo. Pero el inconsciente es muy cabroncete y mi primera reacción es correr.
El abuelo, abrió una carpeta y sacó todos mis trabajos y tareas de la escuela
de esos tres últimos meses. En todos había anotaciones de mis profesores en las
que venían diciendo que eran trabajos muy pobres y faltos de profundidad.
Confieso que algunos incluso tenían comentarios mucho peores, tragué saliva y
me preparé para la ejecución.
-
Inaceptable
(dijo el abuelo devolviéndome mis trabajos). Los he estado ojeando y es una vergüenza, es obvio que no te has
esforzado lo más mínimo. Esos trabajos son para cumplir, algunos ni eso. No te
debieron de tomar más de 5 minutos hacerlos ¿no? (yo bajé la cabeza, porque
era verdad, por entonces hacía mis deberes corriendo y a veces entre clase y
clase o mientras pensaba en otras cosas. Eran algo que quitarse de encima
cuanto antes posible y olvidarlos aún más rápidamente). Te he hecho una pregunta Hans
-
No
están tan mal (cometí el error de decir)
-
¿Qué
NO ESTÁN TAN MAL? ¡ME TOMAS EL PELO! (el abuelo
volvió a agarrar la carpeta y empezó a
leer en voz alta alguno de los comentarios que habían escrito mis profesores en
mis deberes y trabajos. A medida que leía yo me iba poniendo más y más
colorado) Vas a un internado Hans, no
hay distracciones. Has estado castigado gran parte de estos 3 meses, y aún así,
vienes con estos resultados. ¿Dime a que dedicas el tiempo, porque a estudiar
está claro que no? (Yo me encogí de hombros. Y me devolvió la carpeta de
una forma un pelín brusca). He hablado
con tu tutor y hemos quedado que a partir de ahora todas tus tareas me serán
enviadas por fax de inmediato, incluso las más insignificantes. Y esas (señalando
la carpeta) las vas a repetir, y esta
vez las vas a hacer bien. Y cuando digo bien, digo que no quiero nada más bajo
de un NOTABLE ¿Entendiste? ( y para
esas alturas yo ya casi me había cagado encima) Tu tutor y yo estamos de acuerdo en una cosa, no eres tonto, solo un
flojo de campeonato (entonces empecé a llorar porque no me gustaba que mi
abuelo me dijera esas cosa, el debía de ser el bueno, podía aguantar que la
abuela y los tíos fueran huesos duros de roer, pero él no). Oh, no jovencito, no. Ahora no me vengas
con lágrimas. Debería darte una buena zurra por tomarnos el pelo como nos los
está tomando. Vas a la escuela a aprender no a calentar el asiento
-
Snif
snif lo siento snif (yo no quería que siguiera
riñéndome).
-
¿Lo
sientes? Hans, esto es de cajón. A la escuela se va a estudiar. No hay malos
entendidos posibles (dijo y se debió cuenta que se
estaba pasando porque me alargó un pañuelo para que me sonara los mocos). Al
primer trabajo que vea que está hecho rápido o mal, me presento en la escuela y
la charla que tendremos tú y yo, jovencito, no va ser bonita ¿Me pillas o te hago una
demostración?
-
No,
no señor. Entendí (dije cubriéndome mi trasero lo
más rápido que pude)
-
Eso
espero, Hans. Acarrado esto. Sobre lo que sucedió el otro día mientras estaba
en el despacho hablando por teléfono con tu tutor, creo que le debes una
disculpa a tu abuela. Y no quiero oír excusas, quiero una disculpa y que sea
una buena disculpa (mi abuelo seguía en plan general
de la GESTAPO, así que tragándome el orgullo me disculpé con mi abuela).
-
Siento
mucho haberle dicho esas cosas en la mesa, no debí faltarle al respeto de esa
manera. Estuvo mal de mi parte y no volverá a pasar
(la traté de usted para dejar claro que ella no era nada cercano para mí, no lo
hoce por educación, lo hice por desprecio. También eran unas disculpas vacías,
no sentía nada de lo que decía). Lo
siento mucho.
-
Disculpas
aceptadas (dijo de esa forma tan regía que solo
un Hofner podría decir). Y espero que tu
también aceptes mis disculpas, no estuvo bien insinuar que tu tía no te educó
bien, está claro que la mujer hizo lo que pudo “contigo”
-
¡Edna!
(casi fue una súplica por parte de mi abuelo, mi abuela solo negó con la cabeza
y respiró hondo).
-
Esta
es tu casa (dijo como si acabara de oler un pedo), eres un Hofner, y cuanto antes se te meta
eso en tu pequeña cabecita,
antes empezarás
a disfrutar de los beneficios de pertenecer a esta ilustre familia. No eres un
perrito acogido, eres Hans Hofner y debes empezar a comportarte como tal. Y eso
por supuesto incluye la educación, tanto a conocimientos como a modales(el
abuelo carraspeó). No me mires así,
Danland, no estoy diciendo ninguna estupidez.
-
Lo que tu abuela intenta decir es que eres nuestro
nieto y no nos conformamos con algo mediocre para tí. Y si nosotros no nos
conformamos, tú aún deberías menos.
-
¿Ella puede hablarme así, pero yo no? (le pregunté furioso al abuelo sin escuchar lo que
me estaba diciendo).
-
Sube a tu cuarto, Hans (me ordenó ya cansado).
-
Claro. ..un Hofner más, ya lo veo (tuve que añadir o reventaba).
-
Has, he dicho
a tu cuarto. No tientes tu suerte. Sigo muy enfadado contigo. De haber sido tu
padre el que hubiera traído a casa esas notas no sería una charla lo que
estaría dando ahora mismo sino unos buenos varazos. Y eso es lo que tenía en
mente cuando hablé el otro día con tu profesor justo antes que llamarás
"puta" a tu abuela y salieras corriendo. Ha sido tu abuela la que me
ha convencido que después del susto del Domingo lo mejor sería que me reuniera
con tu tutor para encontrar otra forma de mejorar tu rendimiento y tu actitud
en la escuela
(entonces se me debió de quedar cara de idiota). Hans, te quiero más que a mi propía vida y no me perdonaré por no
haberte protegido lo suficientemente bien y que hayas tenido que vivir una
experiencia tan horrible, porque a parte de tu abuelo soy la persona a la que
tu tía encomendó tu cuidado una vez ella ya no estuviera. Le prometí que
cuidaría de tí, que haría que se sintiese orgullosa del hombre en que un día te
convertirás. Le prometí que no dejaría que nada malo te pasara. Y le he fallado
y eso es lo que me apena (el abuelo tomó aire y se sentó en un sillón). Soy tu abuelo y siempre que pueda te malcriaré, pero también soy responsable de tí y eso
significa también que te exigiré más que a tus primos, ellos ya tienen que
lidiar con sus padres. También a veces te pareceré más sobreprotector que el
resto de padres de tus compañeros y otras veces te pareceré más intransigente
con tus faltas. Pero eso es porque te queremos y queremos lo mejor para tí.
-
Yo no pedí ir a esa estúpida escuela, yo ya era
feliz en mi antigua escuela.
-
¿Porque te dejaban desperdiciar tu talento? ( dijo la abuela con sarcasmo, miré al abuelo pero esta vez no le reprochó
nada).
-
Porque me dejaban ser Yo mismo.
-
¿Un holgazán? (volvió al ataque).
-
¡No! un niño de 11 años (le grité).
-
Doce. En 18 días haces 12 años. Ya tienes más de 12
que de 11. Pero viendo tu progreso en matemáticas quizás no te hayas dado aún
cuenta de eso.
-
Once
o Doce. Que más da (estaba furioso porque la abuela
siempre estaba dispuesta a atacarme y el abuelo parecía no verlo) . No quiero pasarme la vida
entre libros. Eso no es lo mío.
-
¡Eres
solo un niño que sabrás tú lo que es lo tuyo! A tu edad tu padre quiso ser
arquitecto, mago, médico, futbolista
-
Piloto (dijo el abuelo con una sonrisa. Yo no lo sabía pero
esa era la primera vez que la abuela hablaba de mi Padre desde que supieron que
mi madre y él vivían juntos).
-
Oh si, piloto. Incluso nos hizo comprar aquella
colección de libros de aerodinámica (y la abuela sonrió por una milésima de segundo). A tu edad, se cambia de idea casi como de
camisa.
-
Yo no. Yo siempre he sabido que de mayor seré
cocinero.
-
Ves,
a un eres un niño (y
sonó como si pensará que eso fuera una fantasía de niños pequeños) No sabes cuantas posibilidades te deparará
el futuro. Pero tú sigue así, que con esas notas acabaràs trabajando en una
cocina, pero la de un McDonald’s.
-
¡Te odio! (y de no haber estado el abuelo le habría arreado
una patada en sus huesudas espinillas)
-
Eso lo has dejado patente demasiadas veces.
-
¿YO? (aquello era el colmo de los colmos, ahora era yo el déspota) No fui yo la que dijo que habían de
esconder al bastardo para que su queredísima sobrina no se sintiera ofendida
¿No és así como me llamáis? (y fue decir eso Y darme cuenta que acababa de
meter la pata porque se suponía que yo no sabía Nada de eso).
-
Yo jamás te he llamado eso (dijo la abuela casi con fuego en la mirada). Jamás (eso lo repitió mirando al
abuelo).
-
Lo sé, querida (dijo el abuelo). Solo una persona de esta habitación se ha referido a él con esa palabra
y no eres tú (entonces abrí tanto los ojos que podía oír como se me
desquebrajaba la retina) Fue lo último
que le dije a tu padre. Le dí la
enhorabuena por haber traído al mundo a un bastardo (sentí como me
apuñalaban por la espalda). Llevo esa
última conversación gravada a fuego y no hay día que no me sienta como la peor
escoria por haber sido tan despreciable con mi propio hijo (entonces
recordé la charla con el tío Sigmund, y maldije mi bocaza). Si quieres odiar a alguien, odiame a mí.
Porque tu abuela, ahí donde la ves jamás pronunció una mala palabra de tí o de
tu madre o de Walter. Simplemente los enterró en lo más hondo, en un lugar
donde el dolor no fuese tan insoportable.
-
abuelo noooooo
-
Yo fui, él que le cerró las puertas de esta casa, yo
fui el que le dijo cosas que un padre jamás debería decir a un hijo. Yo fui el
malo de la historia. Tu abuela estaba dolida, yo, en cambio estaba furioso.
Todos estos años tu abuela ha dejado creer a toda su familia que fue ella quién
desterró a tu padre. Pero tú debes de saber la verdad (yo los miraba con horror, no quería oír eso, yo
quería seguir creyendo que mi abuelo era el hombre más bueno del mundo) . Pequeño, no puedo cambiar lo que hice,
daría mi vida por poder hacerlo, pero no puedo, Hans. Mi castigo es vivir cada
día del resto de mi vida sabiendo que fui un miserable con mi propio hijo. Y
que nada de lo que haga ya, podrá arreglarlo.
Tu abuela no te odia…
-
No
te odio, eso estúpido, no me has hecho nada para que te odie
(en eso último estaba de acuerdo) Hans
te pareces tanto a tu padre cuando tenía tu edad que es imposible olvidar que
ya no está aquí y que jamás podremos hacer las paces. Cada vez que te miro veo
a tu padre y todo el dolor vuelve a resurgir.
-
Pero tu abuela y yo hemos estado hablando y tras lo
que pasó el pasado domingo, hasta tu abuela ha tenido que reconocer que no eres
Walter, que tú eres tu mismo. Y yo he tenido que reconocer que a pesar de mis
esfuerzos, no nos ves como a tu familia.
-
¡Eso no es cierto! Yo siempre quise tener una abuela
y un abuelo, como mis amigos, pero ella desde
el primer día me rehuyó. Jamás me dio las buenas noches, ni me trajo galletas
cuando estaba triste, ni me contó historias, ni...
-
jajaja (la abuela empezó a reírse y me di cuenta que el
abuelo se estaba conteniendo la risa también). Ni a tí, ni a ninguno de tus primos (dijo la abuela con una mueca
burlona en la cara). No soy ese tipo de
abuela sacada de un cliché de cuento de hadas. He subido prácticamente sola a 4
hijos y toda esta monstruosidad de casa y todas las obligaciones y
responsabilidades que comporta ser la matriarca de la familía Hofner. No tengo
ni el tiempo ni las ganas de fingir ser quien no soy. El amor no tiene nada que
ver con esas cursiladas. Podría hornear un millón de galletas para el mismísimo
Káiser y no por eso lo querría lo más mínimo. Toda esa ostentación de pamplinas es puro
exhibicionismo, simplemente ridículo e innecesario.
Hans,
lo que tu abuela intenta decir es que aunque no te vaya a hornear galletas eso
no significa que no vaya a estar a tu lado siempre que la necesites (aquello hizo que enfadara aún más porque intentaban darle la vuelta a todo para
dejarme a mi como el malo)
-
¿Cómo lo estuvisteis de mi padre? Preferir a una
sobrina que al propio hijo. No alegrarse de que al fin fuera feliz, no querer
conocer a tu propio nieto, ¡A mí! (intenté calmarme) Estoy seguro que en cuanto haga algo que no os guste me daréis puerta, eso
es lo que hacéis, así que mejor dejamos de fingir eso de que somos una familia.
Abu ¿sabes? Esta charla ha sido muy reveladora. La abuela es la más honesta de
los tres. No me tiene ningún tipo de cariño Y no finge tenérmelo, Ni para acallar remordimientos (dije furioso y salí de la
biblioteca y me escondí en el desván para llorar y dejarme llevar por todos
aquellos pensamientos grises).
Me
quedé escondido en el desván el resto de la tarde, no iba a salir corriendo, no
me atrevía. Pero tampoco quería ser encontrado. Pude oír perfectamente como el
abuelo y Reena me llamaban, pero me tapé las orejas y me hice un ovillito detrás
del viejo sofá rinconera del desván. Cuando empezó a oscurecer, el desván ya no
se veía un lugar tan bueno como para esconderse. Estaba lleno de viejos muebles
y cachivaches y olía a creado y solo, sin ninguno de mis primos por allí, daba
un poco de miedo. Con sumo cuidado y sigilo, salí del desván y me escabullí de
nuevo en mi habitación, me metí dentro del armario y me decidí que aquel sería
mi escondite, hasta que decidiera que hacer.
No
haría mucho que me había quedado mucho cuando las puertas del armario se
abrieron y el tío Senta grito “lo encontré, en el armario” y me agarró del
brazo y me obligó a salir de allí, mientras empezaba a regañarme sobre lo mal
que estaba haberles asustado así, que ya no era un niño pequeño para ir
escondiéndome en los armarios, que si tenía suerte de no ser hijo suyo, blah
blah blah. Tampoco le dio tiempo de decirme mucho más, porque al poco rato
todos estaban en la habitación mirándome como si yo fuera un asesino en serie o
algo así. Fue entonces cuando tío Tristán dijo que telefonearía a Camille y a
la abuela para que le dijeran al abuelo que me habían encontrado y que estaba
perfectamente. Entonces un nudo se me hizo en el estómago, el abuelo no estaba,
y si tía Camille estaba con él era porque era relacionado con su salud. El
abuelo era muy viejo, quizás por mi culpa…ya estaba poniéndome en lo peor
cuando tío Sigmund, mandó a todos fuera.
-
Tu
abuelo está bien, solo le subió un poco la tensión, lleva una temporada que
come como si tuviera 20 años, muchos fritos y muchas salsas y mucha sal.
Camille ya le ha advertido varias veces que tiene que seguir una dieta más
saludable, pero tu abuelo solo hace caso cuando se lleva un susto, cuando se le
pasa vuelve a comer sin mirar el que. Pero está bien, solo lo ha llevado a la
clínica para hacerle unas analíticas y ver si le mete algo de miedo en el
cuerpo y hace bondad otra temporadita.
-
¿Entonces no fue porque yo…?
-
Bueno,
eso no ha ayudado, pero no (dijo serio) tu abuelo no están tan débil como piensas.
Supongo que estarán de vuelta en un par de horas (respiré aliviado). ¿Así que has estado todo este tiempo ahí
dentro?
-
No
(dije sin atreverme a mirarle a la cara, realmente mi tío parece un gigante
devorador de niños).
-
¿Saliste
de la casa? (yo negué con la cabeza) bueno al menos eso aprendiste de la último
berrinche (yo no tengo berrinches, eso era insultante) He hablado con tu abuelo y me ha puesto al corriente de tu última
pataleta (yo estaba apunto de decirle alguna bordería cuando continuó). Mañana a primera hora volverás a tus
clases, no es que te puedas permitir faltar a muchas clases, no si no quieres
que tu abuelo cumpla lo que te ha dicho que pasaría si volvías a hacer el manta
con tus estudios (me puse rojo como un tomate al darme cuenta que el abuelo
le había dicho que me zurraría sino mejoraba).
-
¿Eso
también te lo ha contado? (pregunté aunque era
obvia la respuesta)
-
Me
ha contado muchas cosas (dijo muy serio y
faltó que un rayo cayera para hacerlo más aterrador). Mi padre me ha hecho muchas preguntas también, estaba muy sorprendido
que supieras ciertas cosas sobre tu padre y él, sobre todo porque por lo que
tenía entendido tu tía nunca te había hablado de nosotros. Y había cosas que
dudaba que tu padre le hubiera contado a nadie (maldita bocaza la mía). El día que te conté todo lo que te conté de
tu padre y de tu abuelo, te pedí dos cosas ¿verdad? (yo estaba asustado ni
me atrevía a respirar muy fuerte) Hans! (me llamó la atención) ¿Qué dos cosas te pedí?
-
Que
no se lo dijera nunca al abuelo, porque se pondría muy triste
-
Si,
y lo has soltado varias veces desde que te lo conté, una cuando lo de Klaus y
ahora otra vez, pero lo peor que esta vez ha sido delante de tus abuelos. Son
mayores, ya han sufrido mucho, Hans. Eso fue cruel.
-
Estaba
enfadado ellos estaban dándole la vuelta a todo.
-
Me
importa un comino lo que ellos estuvieran diciendo, me prometiste que no se lo
contarías jamás. ¡Me diste tu palabra! Soy tan responsable como tú del sufrimiento que
tus palabras hayan podido causar en mis padres. Y por lo visto a diferencia de
ti a mi si que me importa
-
A
mi me importa, estaba enfadado pero no quiero que nada malo le pase al abuelo.
-
Ya
te he dicho que Camille lo ha llevado a hacer unas analíticas, ya estaban
programadas, y no tienen nada que ver con tu ataque, tu abuelo no se cuida y
punto (tío Sigmund me gritó enfadado).
-
Lo
siento (dije antes que las lágrimas me
delataran)
-
Sientes
mucho tú, pero siempre tarde. Ya te he avisado un par de veces que no debes
dejar que ese carácter tuyo te traicione. Tienes buen corazón, no lo dudo, pero
tus prontos son terribles, ya eres mayorcito para darte cuenta que puedes hacer
mucho daño con esa lengua desbocada tuya.
No pienso darte más charlas sobre lo mal que estuvo lo que le dijiste a tus abuelos antes. Como te he dicho también
es culpa mía porque fui yo quien te lo conté
(estaba irritado, no, enfadado, no, furioso. Pero volvió a bajar el volumen,
por lo que daba la sensación que fuera a matarme y a ocultar el cadáver en el
bosque).
-
Tío
Sigmund (iba a decirle que realmente lo sentía,
y que en cuanto regresara el abuelo me disculparía, pero esta vez lo haría
bien, cuando me interrumpió levantando un dedo como sé que hace en clase cuando
llama la atención a alguno de sus alumnos).
-
¿Hans,
cuál era la otra cosa que te pedí aquella tarde y que tampoco has cumplido?
(y me quedé en blanco, ahora iba perdido, ni idea de lo que estaba hablando.
Tío Sigmund dio una especie de gruñido que me puso los pelos de punta) dije y te repito que Tú te quedabas aquí, que no ibas a ninguna
parte sin que nosotros te diéramos permiso que solo eras un niño y los niños hacen, dicen y se comportan
como sus mayores les dicen. No era tu primera fuga, la otra te la frustré yo.
Entonces pensé que te había dejado claro que no se te permitía salir de esta
casa sin permiso, que es aquí donde perteneces, pero en eso también me
equivoqué (y entonces se empezó a arremangar las mangas, y allí no hacía
calor. Yo di un paso atrás, a esas alturas ya sabía que cuando un adulto se
remanga las mangas cuando te está riñendo es porque va a dejar de reñirte y va
a empezar a zurrarte). Error que no voy
a repetir. Te aseguro que después de esta zurra te va quedar muy claro que este
es tu hogar y que no puedes huir de tu familia, aunque te enfades con ella o te
digan algo que no quieras oír (yo di otro paso hacía atrás, el tío Sigmund
me agarró por el brazo y me arrastró hasta el piso de abajo, para mi vergüenza,
el resto de mis tíos y Daniel vieron como me arrastraba hasta el despacho
mientras yo le suplicaba llorando que me perdonara y que soltase. Una vez
dentro del despacho, tío Sigmund cerró con llave, yo casi me meo encima. Pero
fue llevarse la llave al bolsillo y soltarme, yo corrí al otro extremo del
despacho, dejando la mayor distancia entre él y yo). Como ya sabes al último que
intentó fugarse de esta casa se llevó 12
varazos en el trasero y 4 en las manos (casi me pongo a hiperventilar) tu padre y yo teníamos 14 y 16 años, y no
pasó nada. Teniendo en cuenta que tienes 11 años y lo que pasó (agradezco
que no dijera en voz alta lo del tipo aquel). Serán 9: 6 en el trasero y 3 en las manos (y no me sonó a que
estuviera siendo misericordioso para nada, y aún menos después de recibirlos). Pero si esto se vuelve a repetir alguna
vez, sin importarme lo que tu abuelo decida hacer o la edad que tengas, te daré
12 y 12 (y pude ver que la vara estaba justo encima del escritorio. Creo
que me mee de miedo, no literalmente pero poco faltó). Ahora acabemos con esto (y señaló justo delante de él, para que
fuera. Pues no es tan sencillo ir a una muerte segura, eso ya se lo adelanto
yo). Hans, si voy yo, los pantalones van
a bajo. No es que sirvan de mucha protección, pero si fuera tú, agradecería
conservarlos (eso debió de haberme reaccionar, pero el miedo me tenía
paralizado. Había oída historias sobre esa vara y a cual más aterradora). ¿Hans? Última oportunidad (me advirtió
y volvió a señalar a un punto imaginario justo delante de él. Y no se cómo,
pero logré armarme de valor e ir hasta justo delante de mi tío Sigmund. No se
demoró nada, me agarró de nuevo del brazo, supongo que para que no saliera
corriendo, agarró la vara y cayeron los 6 varazos como si fuera una ráfaga de
metralleta) ZWASS ZWASS ZWASS ZWASS ZWASS ZWASS
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAU
(aullé como si me acabará de clavar una barra de
hierro candente en el ojo, que fueran tan rápidos que ni pude contarlos no hizo
que dolieran menos)
-
Las
manos, Hans (ordenó tras darme unos minutos para
recuperar el aliento. Pero tras recibir esos 6 varazos en el tarsero y con
ropa, no tenía valor para mostrarle mis
manos para que me diera 3 más en las palmas desnudas). Hans, quiero acabar con esto tanto cómo tú (ya, seguro. ¡No eran
sus manos sino las mías!).
-
Por
favor tío, por favor, lo juro, lo juro, créeme jamás volveré a huir, créeme que
aprendí la lección.
-
Ni
huir, ni esconderte. No eres un bebé, si haces algo mal debes tener la hombría
para aceptar las consecuencias. Y entender que tus actos tienen consecuencias,
no solo para tu trasero, ni te imaginas cuanto sufrimos en las horas que
estuviste desparecido, y cuando llamaron del hospital y nos contaron lo que te
había pasado…Hans, te fallamos, no pudimos protegerte, le fallamos a Walter de
nuevo (dijo con un brillo en los ojos que de
no ser tío Sigmund hubiera dicho que estaba a punto de ponerse él también a
llorar). Si nos apartas de tu lado, no
podremos protegerte y ya te debes de haber dado cuenta que ahí afuera hay cosa
mucho peores que los Hofner (y llevaba razón aunque doliera dársela, así
que tembloroso extendí las manos) Zwass
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah
(ese es el dolor más inhumano que nadie pueda
recibir, sin duda)
-
Vete
a tu cuarto (dijo, tras darme ese primer varazo en
las manos, dejando la vara de nuevo encima del escritorio. Yo estaba muy
ocupado centrándome en el inmenso dolor y que aún faltaban dos más, que ni le
oí), Hans a tu cuarto, mañana saldremos
muy temprano para estar a tiempo para la primera clase. Ya le diré al abuelo
cuando llegue, que vaya darte el beso de buenas noches (dijo dándome la
espalda, estoy seguro que no podía mirarme a la cara, no sé si porque seguía
enfadado conmigo, porque se estaba controlando para no matarme o porque estaba
tan afectado como yo. Con mi tío nunca se sabe).
-
Lo
siento (dije tímidamente justo antes de salir,
pero no logre salir, aún estaba echada la llave, fue un poco cómico, lo cierto.
Tío Sigmund resopló, pasó por mi lado, no me atreví a mirarlo, no quería verlo
ni enfadado ni decepcionado, sacó la llave de su bolsillo y abrió la puerta)
-
Yo
también lo siento (dijo casi en un susurro, cosa rara
porque mi tío Sigmund tiene una voz muy grave e imponente) Mañana será otro día Hans, ves a descansar.
Cuando
salí del despacho todos estaban mirándome, no me extraña, con ese último varazo
(el de la mano) debí de dar un grito que les debió reventar los tímpanos. Yo
corrí a mi habitación, no quería ver ni hablar con nadie, además era tarde, y
aunque me había pasado el día haciendo nada y dormitando, me sentía sin
energías. Me puse el pijama y me metí en la cama, esa noche mejor dormiría
bocabajo, así que encendí la lamparita de la mesita y cerré los ojos, esperando
quedarme dormido al instante.
Me
quedé frito, no oí al abuelo entrar hasta que puso su mano en mi hombro.
-
Hans,
pequeño, levanta, te traigo un bocadillo y un poco de caldo. Tu tío me ha dicho
que no has cenado. Y seguramente no habrás comido nada en tu escondite ¿no?
(el abuelo volvía a sonar tan dulce como siempre. Yo no pude hacer otra cosa
que ponerme de nuevo a llorar y abrazarme fuerte a él) Ey ey ey Shhhhh ¿Tan duro fue
Sigmund? ¿Quieres que vaya y le dé un buen tirón de orejas?
-
Nooo,
buenoooo (se me pasó por la cabeza decirle que
si, y creo que se me vio en la cara porque mi abuelo empezó a reírse). ¿Te lo ha dicho? (dije aún con lágrimas
en los ojos)
-
Bueno,
no me ha contado mucho, me ha dicho que te ha castigado pero que ya está todo
arreglado, por lo que no debo de preocuparme. Mi hijo de un tiempo a esta parte
que cree que estoy para sopitas. ¿me vas a decir tú porque te ha tenido que
castigar tu tío? ¿No es porque te escondieras, verdad? Porque si es por eso si
que le voy a…(empezó a enfadarse)
-
No
abuelo no, no fue por eso. Es algo entre el tío y yo.
-
No
sé si me gusta eso. Yo soy tu abuelo grrrr pero bueno, Sigmund no suele
entrometer sino cree que es necesario. ¿seguro que no quieres explicármelo?
Sabes que puedes contármelo todo. Además si ya te ha castigado tu tío, yo no
puedo enfadarme contigo si tu tío ha dicho que ya está todo ok.
-
Si
el tío ha dicho que está todo ok, entonces dejémoslo así ¿no? (dije
rezando porque el abuelo lo dejase pasar)
-
No
me hace gracia, pero si los dos estáis bien con eso…¿Y porque llorabas?
-
Porque
me alegro que estés bien, y porque siento mucho haberte dicho todas esas cosas
antes, no sé que pasa conmigo, yo no quise decirte eso.
-
Hijo,
entiendo que te disgustara oír todo lo que te dije. Es normal, yo mismo estoy
disgustado conmigo, mucho más de lo que tú nunca lo puedas estar
(dijo dándome un abrazo de abuelo-oso).
-
No,
abuelo, yo no quiero que te pongas triste por mi culpa, es que la abuela saca
lo peor de mí
-
Sobre
tu abuela y tú, hijo hay que trabajar esa relación. No puede ser que dos de las
personas que más quiero en el mundo estén como el perro y el gato siempre.
-
¿Y
eso se lo has dicho a ella? (dijo con picardía)
-
Hans,
es tu abuela, es mayor, le debes un poquito de espeto ¿no creer?
(y antes que pudiera contestarle) Y si,
se lo he dicho. Y está dispuesta a ser más cercana contigo si tú esmeras un
poco tus modales.
-
¡Tengo
buenos modales!
-
Haaaaaaaaaaaaaaaans
(me regañó)
-
No
son tan malos (protesté pero no con mucho ahínco)
-
Hans,
eres bueno, no me cabe duda, pero cuando te enfadas tienes una boquita…y bueno,
en la mesa
-
¿Qué?
Uso los cubiertos
-
Pero
no los que tocan y sueles hablar con la boca llena y…
-
Vale,
vale, lo pillo, ¡No sabia que comía con la maldita realeza!
-
Hans,
a esto me refiero, tu abuela no tolera ese tipo de reacciones. Y lo cierto es
que a mi no es que me disgusten tanto como a tu abuela pero tampoco me hacen
sentirme muy orgulloso ¿Entiendes?
-
Pero
ella no me habla, cuando tú no estás, hace como que no existo.
-
Ya,
y tu abuela me ha dicho que intentará ser más cercaba, ya te lo he dicho-
-
Eso
me lo creeré, cuando lo vea.
-
¡Hans!
(me riñó pero esta vez se notaba que se le estaba
acabando la paciencia) por favor, hazlo
por mi, da una segunda oportunidad a tu abuela (yo no dije nada solo asentí
con la cabeza pero no muy convencido). Anda
come, que des de la calle podía oír tus tripas rugir (yo tomé el tazón de
caldo y empecé a beber).
-
¿Abu?
¿Estás bien? El médico no ha encontrado nada malo, verdad?
-
Nada,
solo lo típico de mi edad, tensión alta y un poco de colesterol
(yo respiré aliviado). Ya te he dicho
que tienes abuelo para rato.
-
No
deberías comer tantos fritos y salsas. Hay comida saludable que es muy rica
también, tengo unos cuantos libros de recetas de verduras y…
-
¿Eso
te lo ha dicho mi hija o tu tía Camille?
(dijo rodando los ojos)
-
Se
dice el pecado, no el pecador, abuelo
-
Bueno
pues le dices a ese pecador tuyo que mi padre comió toda la vida lo que le vino
en gana y murió con 97 años.
-
¿y
cuántos años tienes tú?
-
¿cuántos
m echas?
-
¿No
sé? ¿100?
-
¡Serás
demonio! (y empezó a hacerme cosquillas hasta
que me puse azul) Hans, acaba de cenar 8dijo cuando ya dejé de reír), que mañana debéis madrugar.
-
¿he
de ir? No puedo quedarme le resto de la semana?
(dijo poniendo mi mejor carita de niño bueno)
-
Hans,
no te puedes permitir el lujo de perder más clases, no si quieres cumplir con
la promesa de mejorar tus notas.
-
Pero
abu, dos días más, no es como si…
-
Hans,
el viernes por la tarde estarás de vuelta y podremos hacer un montón de cosas,
hace bueno, he pensado de ir a investigar al bosque ¿qué te parece?
-
¿En
serio? (llevaba tiempo que quería hacerlo). Júralo
-
Si
hace bueno, y te esmeras un poquito más en la escuela.
-
Puffff
(resoplé) ok, pero iremos hasta la cueva
esa de que Howie me habló, la que está encantada.
-
No
sé de que cueva hablas, pero si, ¿y tú has oído lo que he dicho, no? Sino hay
una mejora en la escuela no habrá excursión y me enfadaré mucho contigo, eh?
-
Si,
haré las tareas, y me esmeraré un poco
(el abuelo alzó una ceja) me esmeraré
mucho más (dije resignado y el abuelo me dio un beso y me arropó como hacía
siempre que dormía en casa)
-
Buenas
noches, Hans. Nos vemos el viernes.
-
Buenas
noche, abu.
Continúala pronto por favor, me encanto.
ResponderBorrarPrecioso precioso de verdad
ResponderBorrarAdoro este drama y te agradezco de corazon que retomaras la historia
Un abrazo
Marambra
Jj manana estaré como zombie
Me encanta esta historia, se la vio barata con todas las que ha hecho jajajajaja
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