UNA NUEVA
OPORTUNIDAD… A TU LADO, PAPÁ!
-Papá. Puedo
explicarlo. Lo juro.. sólo... sólo dame unos minutos, quieres?! - Decía un
nervioso Exequiel, atropellándose con sus palabras, mientras intentaba ocultar
infructuosamente de la vista de su padre unos paquetes debajo de sus frazadas.
-Explicar, Exequiel?!
-Su padre no podía creer lo que estaba escuchando, mucho menos viendo- De veras
crees que puedes explicar esto?!- Replicó Mario, levantando la manta y sacando
lo que su hijo había tratado de esconder.
-Papá, por favor! -
Exe quiso arrebatarle aquello de las manos a su papá. Pero no era tan alto como
él. Mario elevó su mano un poco más y apartó a su niño con la otra, lo que
despertó una especie de furia en Exequiel.- No te entrometas, papá...-Dijo,
empujando la mano de su padre bruscamente- yo ya soy grande..y..y.. lo que hago
es asunto MÍO y de nadie más! Así que, por favor, devuélveme eso y sal de mi
habitación.
Mario abrió grande
los ojos cuando Exequiel logró quitarle aquello de su poder. Su pecho pareció
dejar de moverse con el movimiento natural de sus pulmones. Él había dejado de
respirar. Jamás creyó poder enojarse tanto como en ese momento. La rabia que lo
invadía sobrepasaba niveles peligros, no sólo para su salud, sino también para
la salud física de su propio hijo. Es justo que tenga que pasar por esto una
segunda vez?! No había sido suficiente para todos en la familia con lo que
habían soportado hacía tan solo un año?
Ver a su hijo con esa
aguja en la mano...otra vez no! Otra vez no, porque ésta vez no lo soportaría.
Ya no se sentía tan fuerte y seguro como el anterior año. Ésta vez sus fuerzas
huían de su cuerpo.
-Hijo...-Murmuró
recuperando el aliento.
-No, papá. Vete. No
quiero escucharte. Ya me tienen harto. Tú, mamá, Esteban... No se dan cuenta
que ya soy grande?! No soy un niño. No
necesito que me cuiden más.
-Te vas a arruinar la
vida con esas porquerías. Cómo quieres que no intervengamos?! Eres mí hijo! Mi
niño...
-Te equivocas, papá!
No soy un niño. Soy un adulto. Ya tengo 22.- Exequiel se había armado de un
valor que no pensaba tener para enfrentar a su papá. Él sabía que estaba mal.
Su padre no lo fastidiaría por gusto. Había sido un gran padre siempre, sólo...
sólo que él ya no se podía detener... no podía hacerlo, pero tampoco admitiría
que necesitaba ayuda. Si ese era su fin, entonces sus padres y su hermano
tendrían que aceptarlo. Al fin que había sido una decisión suya. Tomada como el
adulto que era.
Mario negó con la
cabeza -No, Exe. El equivocado aquí eres tú. Puedes tener cincuenta, hijito,
pero yo soy tu papá y siempre estaré contigo, para cuidarte y protegerte, y
corregirte cuando te equivoques. Y ahora estás equivocado, mi niño, y mucho! Te
estás haciendo daño a ti mismo. Y eso no lo consiento. Jamás lo haré. Si
necesitas algo más que terapia, creo que yo puedo dártelo. Tal vez esto es lo
que debí haber hecho desde un principio. Pero no es tarde aún. -Sin darse
cuenta en qué momento lo hizo, Mario se quitó el cinturón de sus pantalones,
doblándolo en una de sus manos, guardando la hebilla en ella. Nunca lastimaría
a su hijo.
Parado en medio de la
habitación, frente a su pequeño, viéndolo cómo se destruía la vida con DROGAS,
lo hicieron dar sus próximos pasos.
Con gran destreza,
atrapó el brazo de su hijo y lo jaló en un intento de arrastrarlo hasta la
cama. Exequiel estaba tan sorprendido que al principio ni reaccionó.... pero
sólo al principio.
-Déjame! Suéltame,
papá. Suéltame! Qué piensas hacerme?! Azotarme?- Gritaba, tratando de liberarse
del férreo agarre de su padre. Jamás creyó que Mario, a su edad, podría tener
tanta fuerza... pero él no se quedaba atrás.
Exequiel se resistía
lo más que podía mientras su papá intentaba maniobrarlo para colocarlo sobre
sus piernas.- No puedes. No puedes. Suéltame. Te digo que me sueltes, papá. No
puedes hacer esto. Yo no quiero que lo hagas. No quiero!! Déjameee...
Pero sus desesperados
reclamos parecían caer en saco roto. Por mucho que se resistió, la persistencia
de su papá fue mayor, y pudo colocarlo sobre su regazo, fijándolo allí con uno
de sus brazos alrededor de la cintura, entrampando las piernas del muchacho con
una de las suyas. Afortunadamente para Mario, su hijo sólo vestía unos pijamas
holgados en esa ocasión, por lo que de un tirón le desnudó la cola, dejándola
lista para la paliza que entregaría por primera vez en su vida.
ZASSS!! - Sin previo
aviso, el primer cintarazo se derrumbó, cruzando las nalgas de Exequiel de lado
a lado.
-AUUUUUUUUU.....
NOOOOOO. NO LO HAGAS, PAPÁAAA!!- Gritó a todo pulmón el jovencito, cubriéndose
las nalgas como pudo, con una de sus manos. Ésa era la primera vez que su papá
lo castigaba físicamente. Y el dolor era indescriptible. Era imperioso escapar
de aquella posición.
Mario le retiró la
mano y la sostuvo contra la espalda baja, endureciendo su corazón para bajar
nuevamente el cinturón en contra de su hijito. Pensar las veces que él había
estado en la situación de su niño. Ahora entendía eso que su papá solía decirle
siempre: "Me duele tener que castigarte, pequeño, pero es por tu bien y
eso me da el valor de hacerlo cada vez que lo necesites..."
-ZASSS!!! ZASS!!
ZASSS!!!- El hombre observó con la mirada cargada de lágrimas las líneas rojas
que empezaban a adornar el trasero de su niño.
-AUUUUGHHHHH.....
DEEETEEENTEEEEE....
-Quieto, hijo.- Dijo,
apretando más su brazo por la cintura de Exequiel- Tú mismo te pusiste en éste aprieto, así que
afronta las consecuencias. ZASS! ZASSS!! ZASSS! ZASSS!! -Sonó la cola desnuda
del muchacho que se retorcía como gusanito sobre los muslos de su papá.
-AYYYYY... UFFF
UFFF... NOOOO!!!- Resoplaba, tratando de no gritar demasiado para llamar la
atención del vecindario.
Pero ¿cómo evitarlo?!
Cómo dolía ese cinto. A quién cornos se le había ocurrido darle un uso extra
además del de sostener los pantalones en la cintura?!
-ZASS1! ZASSS!!
ZASSS!
-AUUUUU..AUGHHHH...
PAPÁ, PAPÁAAA.... DUELEEE... NO SIGAS, NO SI.. NO SIGAAASSSS... AYYYYYY!! -El
muchacho no pudo evitar las primeras lágrimas.
ZASSS!! ZASSS! Lo
siento, pequeño. ZASS!! ZASSS!! No voy a detenerme ZASS!!! ZASSSS!! hasta que
entiendas ZASSS!! ZASSS! lo mal que haces ZASSS!! ZASSS! al tomar ZASSS!!
drogas ZASSS!! ZASSS!! ZASSS!
-Ayyyyyyy....
Buaaaaaaaaaa.... me lastiiiiimass! Buaaaaaaa... Me ha.. me haces daaañoooo....
Auuuuuauauauuuuuu....- Exequiel no podía entender cómo había terminado en esa posición llorando como un bebé de pecho
ante el castigo de su padre. Sí, dolía como mil picaduras de abejas los chirlos
que le daba papá, pero él era un adulto. No un nene. Podía aguantar eso. Pero
entonces por qué lloraba como lo hacía?!
-Te estás destruyendo
a ti mismo... ZASS!!... tu cuerpo y tu mente... ZASS!! ZASS!!... Te estás
destruyendo la vida, mi amor.
-Buaaaaaaaa...
Buaaaaaaaaa.... papito, no más! No más! Lo siento!!! No sabía qué hacerrr.. No
sabía como... no sabía... Sniff... no me dejes, papá... no me dejes, por favor!
buaaaaa...
Mario soltó el
cinturón y dio vuelta a su hijo, tratando de sentarlo, o al menos acomodarlo
algo más cómodamente sobre sus piernas. -Yo jamás te dejaría, mi gordito! Cómo
puedes pensar eso, mi cielo, si eres como el oxígeno para mí. Eres mi bebito.
Mi solcito chiquitito... Por qué piensas que te dejaría?!
Exe tenía los
bracitos aferrados al cuello de su papá, convulsionando en los brazos de éste
por causa del llanto. No podía hablar y respirar estaba siendo una batalla muy
difícil.
Mario se dio cuenta
de eso y la desesperación intentó hacerlo su presa, pero él no se dejó.
Exequiel lo necesitaba.
-Imanoool!!!
Imanooool! Trae el remedio de tu hermano, rápido!- Gritó urgido. Su nene era
asmático y al parecer le estaba dando un episodio de asma.
-Pa...pá..
no..puedo...res...pirar..- Dijo Exequiel aferrando sus manitos a la camisa de
su padre.
-Calma, bebito. Papá
te pondrá tu medicina y podrás respirar bien otra vez.
-Noooo- Lloró
sabiendo que la medicina que le tocaría por su estado era inyectable.
-Shhhh, chiquito de
papá... no llores que te agitas más, mi rey. Imanoool, por favor!!- En ese
momento, Imanol entró a la habitación cargando una cajita con la medicina de
Exequiel. Destapó unos frascos y sacó dos jeringas que preparó en cuestión de
segundos.
-Toma, papá. -Le
extendió una de las inyecciones. Mario lo tenía con el pantalón y el
calzoncillo bajado, pasando un algodoncito por la nalguita para desinfectar.
Exe hacía fuerza para
soltarse de los brazos de su papá, pero Mario lo sostenía con firmeza y aún así
sin lastimarlo. Odiaba ver a su pequeño tan débil, tan vulnerable y frágil.
-Quietito, sí, mi
principito. Papá te pondrá la inyección. Deja quieta la piernita, cariño.
Imanol, ayúdame por favor!
-Yo lo pincharé,
papá. Tú sostenlo. -Mario asintió con la cabeza, tomando con más firmeza a su
niño en sus brazos, mirando hipnotizado cómo la aguja se acercaba inminente al
glúteo colorado de su hijito. No pudo evitar sentir remordimientos por eso.
Cuando Imanol logró
colocar los dos inyectables, Exequiel era un mar de lágrimas. lloraba sin
consuelo en el pecho de su padre, queriendo sobarse las nalgas. Su papá le tomó
la mano y le dio un beso en la palma y fue él quién impartió las caricias
suavecitas a la zona del pinchazo.
-Si no hacen efecto
los medicamentos, tendrás que llevarlo al hospital, papá. -Dijo Imanol, con voz
preocupada. Había pasado tiempo desde que su hermanito presentó el último
episodio asmático.
-Lo sé, hijo.
Esperaremos unos minutos. Por qué no le hablas a su doctor?! Pídele que venga.
-No, papito. Noo.. No
quiero que nadie me.. me vea llorando... buaaaa...
-Hey, bebé. No pasa
nada. Shhhh.. ya está, cielo, ya está!- Murmuraba Mario en la orejita de su
niño.
-Le pegaste, papá?!
Por qué?!- Imanol se mostraba molesto. No recordaba ni una sola vez que su papá
les hubiera levantado la mano, por qué ahora, a los 22 años de su hermanito lo
había hecho?! Qué lo habría motivado?!
-Sí, hijito. Le
pegué.´- Respondió mirando a los ojos de su hijo mayor- Y lo volveré a hacer si
es que me vuelvo a enterar que te metes porquerías en el cuerpo, Exequiel-
Afirmó clavando su vista azulada en los celestes ojos de su niño.
-Papito... yo.. yo...
No más, papá. Lo juro. -Dijo Exequiel, manteniendo la mirada.- Me crees,
papito?! Dime que sí y que me.. y que me ayudarás... por favor, no quiero
seguir sufriendo así. -Y las lágrimas acudieron nuevamente a sus ojitos. Su
papá lo abrazó con fuerzas, pero a la vez cuidando de dejarle espacio para
respirar.
-Siempre, mi rey.
Siempre, siempre... Siempre que me necesites, estaré a tu lado... Siempre nos
tendrás. Porque te amamos, mi corazón. Y queremos lo mejor para ti. Seremos
fuertes por y para ti, Exequiel y te ayudaremos a ser fuerte a ti también.
Lograrás vencer a éste demonio asqueroso de las drogas, saldrás adelante, mi
gordito bello. -Mario no podía contener el amor en sus palabras, mientras daba
besos en cada pausa en las mejillas y la frente de su adoración. Su hijito
menor.
-Eres... ya eres
fuerte, papá. Eres todo lo que necesito. Contigo a mi lado me siento seguro y
fuerte. Papi... lo venceremos, verdad?!
-Sí, mi amor. Lo
venceremos.
-Gracias, papá.-Dijo
finalmente Exequiel, dejándose mecer en los fuertes brazos de su padre. Ahí él
siempre estaba seguro. En ellos no necesitaba nada.
Los días y semanas
siguientes, fueron muy complicadas para todos, en especial para Exe, pero no se
rindió. Su papá estaba a su lado, y su presencia fue suficiente para que
Exequiel venciera su adicción.
:) un pequeño corto encantador, me gusto mucho.
ResponderBorrarQue drama para ambos padre e hijo... El sufrimiento es mutuo
ResponderBorrarMenos mal Exequiel tiene a su padre a su lado... Un padre muy comprometido
Marambra
Bastante, realista y actual, un tema muy fuerte en las familias hoy día, pero que padre mas valiente y ejemplar que esta dispuesto a defender a su hijo aun de el mismo, ese es un papa con todas las letras.
ResponderBorrarMuchas gracias por animarme con sus comentarios, chicos. Me alegra muchísimo su acompañamiento en mis historias, no saben cuanto! ;D
ResponderBorrarTaz, Mary, Marambra y Andrés me han hecho feliz con sus palabras.