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domingo, 24 de mayo de 2015

UNA NUEVA OPORTUNIDAD… A TU LADO, PAPÁ!


UNA NUEVA OPORTUNIDAD… A TU LADO, PAPÁ!

-Papá. Puedo explicarlo. Lo juro.. sólo... sólo dame unos minutos, quieres?! - Decía un nervioso Exequiel, atropellándose con sus palabras, mientras intentaba ocultar infructuosamente de la vista de su padre unos paquetes debajo de sus frazadas.
-Explicar, Exequiel?! -Su padre no podía creer lo que estaba escuchando, mucho menos viendo- De veras crees que puedes explicar esto?!- Replicó Mario, levantando la manta y sacando lo que su hijo había tratado de esconder.
-Papá, por favor! - Exe quiso arrebatarle aquello de las manos a su papá. Pero no era tan alto como él. Mario elevó su mano un poco más y apartó a su niño con la otra, lo que despertó una especie de furia en Exequiel.- No te entrometas, papá...-Dijo, empujando la mano de su padre bruscamente- yo ya soy grande..y..y.. lo que hago es asunto MÍO y de nadie más! Así que, por favor, devuélveme eso y sal de mi habitación.
Mario abrió grande los ojos cuando Exequiel logró quitarle aquello de su poder. Su pecho pareció dejar de moverse con el movimiento natural de sus pulmones. Él había dejado de respirar. Jamás creyó poder enojarse tanto como en ese momento. La rabia que lo invadía sobrepasaba niveles peligros, no sólo para su salud, sino también para la salud física de su propio hijo. Es justo que tenga que pasar por esto una segunda vez?! No había sido suficiente para todos en la familia con lo que habían soportado hacía tan solo un año?
Ver a su hijo con esa aguja en la mano...otra vez no! Otra vez no, porque ésta vez no lo soportaría. Ya no se sentía tan fuerte y seguro como el anterior año. Ésta vez sus fuerzas huían de su cuerpo.
-Hijo...-Murmuró recuperando el aliento.
-No, papá. Vete. No quiero escucharte. Ya me tienen harto. Tú, mamá, Esteban... No se dan cuenta que ya soy grande?! No soy un niño.  No necesito que me cuiden más.
-Te vas a arruinar la vida con esas porquerías. Cómo quieres que no intervengamos?! Eres mí hijo! Mi niño...
-Te equivocas, papá! No soy un niño. Soy un adulto. Ya tengo 22.- Exequiel se había armado de un valor que no pensaba tener para enfrentar a su papá. Él sabía que estaba mal. Su padre no lo fastidiaría por gusto. Había sido un gran padre siempre, sólo... sólo que él ya no se podía detener... no podía hacerlo, pero tampoco admitiría que necesitaba ayuda. Si ese era su fin, entonces sus padres y su hermano tendrían que aceptarlo. Al fin que había sido una decisión suya. Tomada como el adulto que era.
Mario negó con la cabeza -No, Exe. El equivocado aquí eres tú. Puedes tener cincuenta, hijito, pero yo soy tu papá y siempre estaré contigo, para cuidarte y protegerte, y corregirte cuando te equivoques. Y ahora estás equivocado, mi niño, y mucho! Te estás haciendo daño a ti mismo. Y eso no lo consiento. Jamás lo haré. Si necesitas algo más que terapia, creo que yo puedo dártelo. Tal vez esto es lo que debí haber hecho desde un principio. Pero no es tarde aún. -Sin darse cuenta en qué momento lo hizo, Mario se quitó el cinturón de sus pantalones, doblándolo en una de sus manos, guardando la hebilla en ella. Nunca lastimaría a su hijo.
Parado en medio de la habitación, frente a su pequeño, viéndolo cómo se destruía la vida con DROGAS, lo hicieron dar sus próximos pasos.
Con gran destreza, atrapó el brazo de su hijo y lo jaló en un intento de arrastrarlo hasta la cama. Exequiel estaba tan sorprendido que al principio ni reaccionó.... pero sólo al principio.
-Déjame! Suéltame, papá. Suéltame! Qué piensas hacerme?! Azotarme?- Gritaba, tratando de liberarse del férreo agarre de su padre. Jamás creyó que Mario, a su edad, podría tener tanta fuerza... pero él no se quedaba atrás.
Exequiel se resistía lo más que podía mientras su papá intentaba maniobrarlo para colocarlo sobre sus piernas.- No puedes. No puedes. Suéltame. Te digo que me sueltes, papá. No puedes hacer esto. Yo no quiero que lo hagas. No quiero!! Déjameee...
Pero sus desesperados reclamos parecían caer en saco roto. Por mucho que se resistió, la persistencia de su papá fue mayor, y pudo colocarlo sobre su regazo, fijándolo allí con uno de sus brazos alrededor de la cintura, entrampando las piernas del muchacho con una de las suyas. Afortunadamente para Mario, su hijo sólo vestía unos pijamas holgados en esa ocasión, por lo que de un tirón le desnudó la cola, dejándola lista para la paliza que entregaría por primera vez en su vida.
ZASSS!! - Sin previo aviso, el primer cintarazo se derrumbó, cruzando las nalgas de Exequiel de lado a lado.
-AUUUUUUUUU..... NOOOOOO. NO LO HAGAS, PAPÁAAA!!- Gritó a todo pulmón el jovencito, cubriéndose las nalgas como pudo, con una de sus manos. Ésa era la primera vez que su papá lo castigaba físicamente. Y el dolor era indescriptible. Era imperioso escapar de aquella posición.
Mario le retiró la mano y la sostuvo contra la espalda baja, endureciendo su corazón para bajar nuevamente el cinturón en contra de su hijito. Pensar las veces que él había estado en la situación de su niño. Ahora entendía eso que su papá solía decirle siempre: "Me duele tener que castigarte, pequeño, pero es por tu bien y eso me da el valor de hacerlo cada vez que lo necesites..."
-ZASSS!!! ZASS!! ZASSS!!!- El hombre observó con la mirada cargada de lágrimas las líneas rojas que empezaban a adornar el trasero de su niño.
-AUUUUGHHHHH..... DEEETEEENTEEEEE....
-Quieto, hijo.- Dijo, apretando más su brazo por la cintura de Exequiel-  Tú mismo te pusiste en éste aprieto, así que afronta las consecuencias. ZASS! ZASSS!! ZASSS! ZASSS!! -Sonó la cola desnuda del muchacho que se retorcía como gusanito sobre los muslos de su papá.
-AYYYYY... UFFF UFFF... NOOOO!!!- Resoplaba, tratando de no gritar demasiado para llamar la atención del vecindario.
Pero ¿cómo evitarlo?! Cómo dolía ese cinto. A quién cornos se le había ocurrido darle un uso extra además del de sostener los pantalones en la cintura?!
-ZASS1! ZASSS!! ZASSS!
-AUUUUU..AUGHHHH... PAPÁ, PAPÁAAA.... DUELEEE... NO SIGAS, NO SI.. NO SIGAAASSSS... AYYYYYY!! -El muchacho no pudo evitar las primeras lágrimas.
ZASSS!! ZASSS! Lo siento, pequeño. ZASS!! ZASSS!! No voy a detenerme ZASS!!! ZASSSS!! hasta que entiendas ZASSS!! ZASSS! lo mal que haces ZASSS!! ZASSS! al tomar ZASSS!! drogas ZASSS!! ZASSS!! ZASSS!
-Ayyyyyyy.... Buaaaaaaaaaa.... me lastiiiiimass! Buaaaaaaa... Me ha.. me haces daaañoooo.... Auuuuuauauauuuuuu....- Exequiel no podía entender cómo había terminado en  esa posición llorando como un bebé de pecho ante el castigo de su padre. Sí, dolía como mil picaduras de abejas los chirlos que le daba papá, pero él era un adulto. No un nene. Podía aguantar eso. Pero entonces por qué lloraba como lo hacía?!
-Te estás destruyendo a ti mismo... ZASS!!... tu cuerpo y tu mente... ZASS!! ZASS!!... Te estás destruyendo la vida, mi amor.
-Buaaaaaaaa... Buaaaaaaaaa.... papito, no más! No más! Lo siento!!! No sabía qué hacerrr.. No sabía como... no sabía... Sniff... no me dejes, papá... no me dejes, por favor! buaaaaa...
Mario soltó el cinturón y dio vuelta a su hijo, tratando de sentarlo, o al menos acomodarlo algo más cómodamente sobre sus piernas. -Yo jamás te dejaría, mi gordito! Cómo puedes pensar eso, mi cielo, si eres como el oxígeno para mí. Eres mi bebito. Mi solcito chiquitito... Por qué piensas que te dejaría?!
Exe tenía los bracitos aferrados al cuello de su papá, convulsionando en los brazos de éste por causa del llanto. No podía hablar y respirar estaba siendo una batalla muy difícil.
Mario se dio cuenta de eso y la desesperación intentó hacerlo su presa, pero él no se dejó. Exequiel lo necesitaba.
-Imanoool!!! Imanooool! Trae el remedio de tu hermano, rápido!- Gritó urgido. Su nene era asmático y al parecer le estaba dando un episodio de asma.
-Pa...pá.. no..puedo...res...pirar..- Dijo Exequiel aferrando sus manitos a la camisa de su padre.
-Calma, bebito. Papá te pondrá tu medicina y podrás respirar bien otra vez.
-Noooo- Lloró sabiendo que la medicina que le tocaría por su estado era inyectable.
-Shhhh, chiquito de papá... no llores que te agitas más, mi rey. Imanoool, por favor!!- En ese momento, Imanol entró a la habitación cargando una cajita con la medicina de Exequiel. Destapó unos frascos y sacó dos jeringas que preparó en cuestión de segundos.
-Toma, papá. -Le extendió una de las inyecciones. Mario lo tenía con el pantalón y el calzoncillo bajado, pasando un algodoncito por la nalguita para desinfectar.
Exe hacía fuerza para soltarse de los brazos de su papá, pero Mario lo sostenía con firmeza y aún así sin lastimarlo. Odiaba ver a su pequeño tan débil, tan vulnerable y frágil.
-Quietito, sí, mi principito. Papá te pondrá la inyección. Deja quieta la piernita, cariño. Imanol, ayúdame por favor!
-Yo lo pincharé, papá. Tú sostenlo. -Mario asintió con la cabeza, tomando con más firmeza a su niño en sus brazos, mirando hipnotizado cómo la aguja se acercaba inminente al glúteo colorado de su hijito. No pudo evitar sentir remordimientos por eso.
Cuando Imanol logró colocar los dos inyectables, Exequiel era un mar de lágrimas. lloraba sin consuelo en el pecho de su padre, queriendo sobarse las nalgas. Su papá le tomó la mano y le dio un beso en la palma y fue él quién impartió las caricias suavecitas a la zona del pinchazo.
-Si no hacen efecto los medicamentos, tendrás que llevarlo al hospital, papá. -Dijo Imanol, con voz preocupada. Había pasado tiempo desde que su hermanito presentó el último episodio asmático.
-Lo sé, hijo. Esperaremos unos minutos. Por qué no le hablas a su doctor?! Pídele que venga.
-No, papito. Noo.. No quiero que nadie me.. me vea llorando... buaaaa...
-Hey, bebé. No pasa nada. Shhhh.. ya está, cielo, ya está!- Murmuraba Mario en la orejita de su niño.
-Le pegaste, papá?! Por qué?!- Imanol se mostraba molesto. No recordaba ni una sola vez que su papá les hubiera levantado la mano, por qué ahora, a los 22 años de su hermanito lo había hecho?! Qué lo habría motivado?!
-Sí, hijito. Le pegué.´- Respondió mirando a los ojos de su hijo mayor- Y lo volveré a hacer si es que me vuelvo a enterar que te metes porquerías en el cuerpo, Exequiel- Afirmó clavando su vista azulada en los celestes ojos de su niño.
-Papito... yo.. yo... No más, papá. Lo juro. -Dijo Exequiel, manteniendo la mirada.- Me crees, papito?! Dime que sí y que me.. y que me ayudarás... por favor, no quiero seguir sufriendo así. -Y las lágrimas acudieron nuevamente a sus ojitos. Su papá lo abrazó con fuerzas, pero a la vez cuidando de dejarle espacio para respirar.
-Siempre, mi rey. Siempre, siempre... Siempre que me necesites, estaré a tu lado... Siempre nos tendrás. Porque te amamos, mi corazón. Y queremos lo mejor para ti. Seremos fuertes por y para ti, Exequiel y te ayudaremos a ser fuerte a ti también. Lograrás vencer a éste demonio asqueroso de las drogas, saldrás adelante, mi gordito bello. -Mario no podía contener el amor en sus palabras, mientras daba besos en cada pausa en las mejillas y la frente de su adoración. Su hijito menor.
-Eres... ya eres fuerte, papá. Eres todo lo que necesito. Contigo a mi lado me siento seguro y fuerte. Papi... lo venceremos, verdad?!
-Sí, mi amor. Lo venceremos.
-Gracias, papá.-Dijo finalmente Exequiel, dejándose mecer en los fuertes brazos de su padre. Ahí él siempre estaba seguro. En ellos no necesitaba nada.

Los días y semanas siguientes, fueron muy complicadas para todos, en especial para Exe, pero no se rindió. Su papá estaba a su lado, y su presencia fue suficiente para que Exequiel venciera su adicción.  

4 comentarios:

  1. :) un pequeño corto encantador, me gusto mucho.

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  2. Que drama para ambos padre e hijo... El sufrimiento es mutuo
    Menos mal Exequiel tiene a su padre a su lado... Un padre muy comprometido
    Marambra

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  3. Bastante, realista y actual, un tema muy fuerte en las familias hoy día, pero que padre mas valiente y ejemplar que esta dispuesto a defender a su hijo aun de el mismo, ese es un papa con todas las letras.

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  4. Muchas gracias por animarme con sus comentarios, chicos. Me alegra muchísimo su acompañamiento en mis historias, no saben cuanto! ;D
    Taz, Mary, Marambra y Andrés me han hecho feliz con sus palabras.

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