Páginas Amigas

miércoles, 13 de julio de 2016

Capítulo 5.




Capítulo 5.

Ding dong (picaron a la puerta de la casa. Alejandro miró a César y César se hundió de hombros, luego miró a Julio que viendo que nadie se iba a levantar, retorció el morro y fue hacia la puerta)
-          Buenas tardes ¿Conoce la palabra del señor? (dijo Antonia vestida como una beata confirmada).
-          Muchas gracias, pero no estamos interesados (dijo cerrando la puerta pero Antonia puso el píe para impedir que la cerrase)
-          El señor le ama y quiere que su palabra llegue hasta sus oídos
-          Señorita, ya le he dicho que no nos interesa (dijo intentando volver a cerrar pero con cuidado para no lastimarle el píe).
-          Quédese con este panfleto (dijo Antonia muy seria mirándole a los ojos de una manera que poco tenía de mística) y ojéelo, el señor quiere acercarse a usted (dijo y sacó el piececito y se volteó. Dejando que Julio pudiera al fin cerrar la puerta. Tras cerrar la puerta Julio abrió el tríptico, había una nota dentro, reconoció la letra al instante. Era de Sebastian . Solo ponía una hora y una dirección. El corazón de Julio se aceleró)
-          ¿Qué? Echaste ya a esa beaturra (preguntó a gritos César des del salón)
-          Sí, si ya se fue (dijo Julio metiéndose la nota en el bolsillo y regresando al salón). Estaba un poco pesada, tuve que aceptar el puñetero panfleto (enseñándole el panfleto y acto seguido haciendo una bola con él tirándolo a la chimenea)
-          ¿Pudiste hablar con él? (preguntó ansioso Sebastian )
-          No me dijiste que tu padre era tan guapo, vaya. Tuviste a quien salir jejeje  ¿tú tío también es tan guapo? (dijo Antonia subiéndose al coche)
-          Olvídate de Alejandro (dijo tensándose mucho)  ¿Hablaste con mi padre?
-          No exactamente, la casa no estaba precisamente vacía, le dejé una nota.
-          ¿y ya está?
-          Pues sí, chico, ya está. Estoy segura que acudirá
-          No. Tú no los conoces. Él mismo me dijo que para él yo jamás había existido (dijo con amargura en sus palabras)
-          ¿Y lo dijo delante de tu tío? (dijo poniéndose cariñosa con Sebastian  aunque él no parecía muy de humor)
-          Delante de todos (dijo casi en un susurro)
-          Entonces  hazme caso, vendrá.
-          No lo conoces dijo (apartando la mirada. Antonia le agarró la cara y le obligó a mirarla fijamente)
-          Vendrá (le aseguró Antonia y hasta que Sebastian  no asintió no le soltó)
Esa misma noche en el taller de Julio
Sebastian  no podía estar quieto iba de un lado al otro de l taller. Hacía 5 años des de la última vez que había estado allí y todo seguía exactamente igual. Todo no. Las fotos de él que su padre tenía en el pequeño despachito habían desaparecido. Solo habían un para de fotos, al de su madre y una bastante reciente de Julio con Max y Marcos en una especie de feria. Sebastian  tomó la foto. Sus hermanos habían crecido un montón, Max ya era más alto que su padre y Marcos casi le llegaba ya a la barbilla. Las pecas de Marcos habían desaparecido y ahora llevaba el pelo corto. Max seguía llevando el pelo como siempre, pero su cara ya no era la de un niño…se les veían felices.
-          No te me pongas ñoñas, sé que los echas de menos, pero no hemos venido a eso (le riñó Antonia)
-          Lo sé. Se les ve bien ¿no? (dijo enseñándole la foto)
-          Si te va ese rollo (dijo sin apenas mirarlos). Cariño, que te echaran de esta mierda pueblucho es lo mejor que podía haberte pasado. Has visto más mundo que el que ninguno de esos paletos verán en su vida. Tú has crecido ellos siguen siendo insignificantes (dijo Antonia seduciéndole con la mirada). Necesito que te centres. Demuéstrale a tu viejo que estás por encima de todas sus estúpidas supersticiones y anticuadas normas. Demuéstrale que eres fuerte y seguro de ti mismo (Antonia intentaba encorajarlo. Sebastian  respiró hondo y asintió con al cabeza).
10 minutos más tarde Sebastían escuchó el ruido inconfundible de la camioneta de su padre, nunca se había alegrado tanto de oír un motor de un coche. Antonia notó como el corazón de Sebastian  se le aceleraba de nuevo. Le agarró fuerte la mandíbula y le paltó un besazo de los que te dejan sequito-sequito. Cuando el padre de Sebastian  entró en el taller Sebastian  aún estaba bajo el efecto de aquel beso.
-          No deberías de estar aquí, si alguien te ve, ni la generosidad de Alejandro te salvará (dijo nada más entrar por la puerta sin dar a tiempo a su hijo a decir nada)
-          Por favor papito, siéntate y escucha lo que tu hijo tiene que decirte (dijo muy zalamera Antonia)
-          Señorita, no tengo nada de que hablar con él (dijo Julio con rabia)
-          Pues, papito,  no le diga nada, solo escuche (dijo haciéndolo sentar en un taburete)
-          No me llame así, yo no soy su padre ni nada
-          Uy que malas pulgas. Os dejo solitos, si me necesitas estaré ahí fuera (dijo Antonia mordiéndole cariñosamente el lóbulo de la oreja a Sebastian . Julio esperó que la mujer saliera del taller)
-          Ya te lo he dicho, no eres bienvenido, vete por donde has venido
-          Estáis en peligro (dijo Sebastian  muy serio blindando su corazón a las duras palabras de su padre) Marcos, Max y tu tenéis que largaros de aquí y cagando leches
-          ¿Qué? (aquello dejó descolocado a Julio, que esperaba que su hijo apelara algún tipo de sentimentalismo)
-          Cuando me largué estaba lleno de rabía, y me junte con gente poco deseable (dijo Sebastian , Julio puso una mueca como si su hijo le estuviera soltando perogrulladas). Tienes que entender que yo ya estaba mal y que me dieras la espalda, mi propio padre
-          Tú intentaste matar a tu propio tío, y a mí también ¿Eso lo has olvidado?
-          ¡A ti, no! (gritó enfurecido Sebastian . Antonia a fuera, miró al taller y miró a la carretera. Suerte que no estuviera en medio del pueblo. Julio se abrió la camisa y le enseñó la cicatriz del pecho) Eso fue un accidente, tú no debías de estar allí, no debiste ponerte en medio (dijo con rabia Sebastian ). Pero eso ya no importa. No estoy aquí por eso. Ya no. Ya están en camino  y van a arrasar con todo este maldito pueblo, tenéis que largaros de aquí.
-          Hijo, llevamos en Quickwater des del mismo instante de su fundación. No nos iremos a ninguna parte, él único que se va a ir de aquí eres tú (cuando Sebastian  escuchó a su padre llamarlo hijo otra vez casi se le sale el corazón del pecho. Julian ni se dio cuenta)
-          Mira cacho cabezota, no estoy hablando por hablar, los tipos que viene son poderosos de verdad. Cuando lleguen, no quedará ni polvo que esparcir.
-          ¿Por que tendría que creerte? ¿Porque debería creerte después de todo lo que nos hiciste?
-          Papá, piensa en Marcos y Max, vale que no me creas pero antes nuestra seguridad era lo más importante para ti, sácalos del pueblo, envíalo lejos, te lo suplico (dijo Sebastian  desesperado)
-          Si sabes lo que te conviene, tomarás esa carretera y no pararás hasta que hayas salido de este condado (dijo muy seco Julio)
-          ¡Joder, papá! (y Sebastian  golpeó el capó de un coche achacándolo por completo de pura frustración. Julio en el acto lo agarró por las solapas de la chaqueta y lo aplastó contra la pared, y le mostró los ojos de lobo)
-          Eeeh chucho (y Antonia le atizó una descarga con un taserquítale las manos de encima a mi chico
-          Aaaaaaaaaaaah (Julio  cayó inconsciente)
-          ¡Antonia! (dijo Julio Sebastian. Antonia empezó a ponerle unos grilletes a Julio)
-          Mira, cariño, lo hemos intentado a tu manera. No veo que hayas hecho muchos progresos, y ya no hay tiempo para sentarse y tomar un té y tener una bonita conversación familiar. Hay que sacarlos de aquí, y hay que hacerlo esta noche.
-          ¿y los demás?
-          Los demás no me interesan (dijo Antonia y Sebastian  la miró preocupado) ¿Quieres salvar a los tuyos? (le preguntó muy seria) Pues ayúdame a amordazar a tu viejo, lo meteremos en el maletero
-          No podemos hacer eso.
-          Es un maletero enorme, estoy segura que si le doblamos  las rodillas
-          Me refiero a que no podemos sacarlo así, contra su voluntad.
-          ¿Tu que coño quieres? ¿Salvarlos o hacer una asamblea nacional? (dijo poniendo los otros dos grilletes el los tobillos de Julio). Mira cielo, lo probaste por las buenas…pero tu viejo no entra en razón, así que ahora toca ser un poco más expeditivos…A mi me da igual lo que les pase a tu viejo o a tus hermanos, yo solo he venido por una cosa (le recordó Antonia)
-          ¿Cómo sacamos a mis hermanos de casa? (preguntó Sebastian  viendo que algo de razón llevaba)
-          ¿Piedrecitas en la ventana? (dijo encogiéndose de hombros).
-          Despertaríamos a toda la casa.
-          ¿Eso es un problema?
-          No puedes enfrentarte a Alejandro, es más fuerte que tú (le dijo Sebastian  muy serio)
-          Pues no me enfrentaré, lo entretendré un ratito, lo justo para que saques a tus hermanos de allí, nos vemos aquí en dos horas. Ahora ayúdame a meterlo en el maletero, tu viejo pesa un montón.


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