Trece
primos y una historia: Lacour
Capítulo 13: ¿delinquiendo?
contra el ¿delincuente?
Bruno POV
Miguel Ángel nos había dejado en el centro comercial y
se había ido a presenciar un interesante juicio. OK, seguramente no iba a ese
juicio por gusto, pero eso no quita que nos había dejado abandonados en un mini
mall que no tenía nada interesante. Como era lo único que valía la pena fuimos
a ver qué películas había en el cine. Por supuesto, no nos poníamos de acuerdo en
cuál película ver, pero Fernando puso fin a la discusión eligiendo esa película
de la reencarnación de un perro, supuestamente porque “era apta para todos”.
Después de comprar 14 boletos en la máquina y provocar
un drama al acabarnos los lugares disponibles, quedaba un rato antes de que
comenzara la película, así que nos fuimos a comprar un helado.
―¿Cómo abriste la camioneta tan fácilmente, si está
blindada, Johnny?― Le preguntó Santiago
―Se puede abrir
con presión de aire, es parte de los sistemas de emergencia del carro; si chocas se botan
los seguros con el mismo mecanismo que infla las bolsas de aire, supuestamente
para que los pasajeros no se queden atrapados en un accidente. A mi me enseñaron
que había que sellar la cerradura de los carros normales, pero he oído que en carros
blindados no era necesario, aunque no sé la razón.
―Tiene sentido ―aseguró Fernando ―los vehículos
blindados generalmente están diseñados para soportar ataques con gas venenoso.
Eso obviamente implica que estén sellados desde fabricación.
-
¿Dijiste que podías abrir la camioneta sin que sonara la
alarma, no? - siguió preguntándole Santiago
-
Sí, solamente hay que abrir lentamente la camioneta
-
¿Entonces sabes cómo abrir cualquier camioneta aunque sea
blindada y que no suene la alarma?
-
Sí, creo que sí – le respondió algo incomodo.
-
De todas formas no necesitamos andar abriendo carros – intervino Fernando dando punto final a la
conversación.
Entramos a ver la película pero a los
pocos minutos de haber comenzado noté que Santi y Johny se escabullían por la salida,
y como la película no estaba tan interesante decidí seguirlos.
-
¿Qué haces aquí, Bruno? – se sobresaltaron cuando me vieron
-
Nada, decidí seguirlos porque la película estaba aburrida y los
vi escabullirse muy sospechosamente.
-
Solamente vamos al baño
-
Jaja, seguramente, porque hay dentro del cine, por si no
sabías.
-
OK, OK, es que vamos a hacer algo arriesgado – cuando
Santiago me dijo eso recordé lo que le había estado preguntando a Johnny
-
¿Para que quieres abrir carros? Por si no lo sabías tenemos
suficiente dinero como para no robar. No te entiendo
-
No entiendes, hay cosas que no se compran dinero.
-
A veces la información vale más de lo que imaginas
-
Ajá, agentes del Mossad
-
¡Búrlate lo que quieras! , pero por si no lo sabías, la
situación del abogado ratero es cada vez más rara. Y estoy decidido a encontrar
alguna respuesta cómo sea.
-
¿Y entonces qué vamos a hacer?
-
¿Alguien te invitó a
formar parte de la misión?
-
Yo mismo a menos que quieran que los acuse – vi que Johnny
dudó pero Santiago en cambio me retó
-
Estás blufeando
-
Claro que no – y saqué el celular para llamarle a Fernando
-
Está bien, pero si algo sale mal luego no nos eches la culpa –
en el carro analizamos el plan
Santiago pidió un Uber black al juzgado ese y después
de unos veinte minutos ya estábamos camino al lugar del juicio.
-
¿Qué vamos a hacer si Gabriel trae chófer, o peor aún,
guardaespaldas?
-
Algo se nos ocurrirá para distraerlos
-
Tiene que salir muy bien, Johnny, está vez no puede sonar la
alarma, porque valemos….
-
¿Y qué vamos a buscar en su carro?
-
No sé, papeles, documentos, cualquier cosa que sirva. Cuidado
con mochilas y así porque pueden traer rastreador.
-
¿Y si nos cachan?
-
Nos rendimos, es la ventaja de ser menores de edad. Si
quieren indemnización se las pagamos porque dinero no nos falta, y no creo que
se atrevan a hacernos nada más.
El chófer del Uber se nos quedaba viendo como si
estuviéramos locos, pero creo que el hecho de que lo ignoráramos terminó por
convencerlo que lo nuestro no era de su incumbencia.
Fernando nos llamó varias veces hasta que Santiago
decidió que sería mejor contestarle
-
Bueno ¿Qué pasó Fer?
-
¿Cómo que qué pasó? Quién sabe desde cuando se fueron a quién
sabe dónde tu, Bruno y Jonathan.
-
Es que la película estaba muy aburrida y decidimos que sería
más interesante ver un juicio.
-
No creo que a Miguel Ángel le parezca muy buena idea que
vayan al juicio .¡Si no es un show de entretenimiento! Además ¿Cómo se fueron?
-
En Uber, y no te
preocupes, nosotros veremos como le explicamos a Miguel Ángel.
-
No puede ser que sean tan irresponsables Santiago, por lo
menos cuídense y no vayan a hacer ninguna tontería.
-
Relájate Fer, no va a pasar nada
Después de un rato llegamos, y el primer reto era
encontrar la camioneta. El juzgado no tenía estacionamiento mas que para los
funcionarios y empleados que trabajaban ahí, entonces teníamos que buscar la
camioneta del abogado en las calles
cercanas. Encontramos la Land Cruiser blindada que usaba el abogado en una
calle que hacía esquina con la calle en la que estaba el juzgado. La conocíamos
porque era la camioneta del director de
la compañía, la misma que usaba alguno de nuestros padres cuando tenían algún
evento en el que representaban a la compañía.
-
Ahí está – dijimos casi al mismo tiempo yo y Santiago.
-
Déjenos aquí le dije al conductor, que accedió reluctante.
Nos estábamos acercando cuando
notamos que el chófer escolta estaba al lado de la camioneta.
Santiago susurró una maldición
-
¿Y ahora qué hacemos?
– dijo Johnny
Estábamos tratando de idear algo para distraer al
chófer cuando vimos que miró su reloj y cruzó
la calle par ir a un puesto de comida que había enfrente.
Sin pensarlo demasiado aprovechamos la oportunidad y
corrimos hacia el lado de la camioneta que daba a la banqueta contraria.
-
Pásame el clip
-
Hay que apurarnos
-
No puede sonar la alarma, que es capaz de dispararnos antes
de ver que somos niños
-
¡Yo no soy un niño!
-
¡Cállate!
Después de varios intentos Johnny logró botar el
seguro de la camioneta. Y todos contuvimos el aliento mientras abría la puerta
lenta… muy lentamente.
-
¿Y ahora qué? – preguntó Johny cuando ya teníamos la puerta
medio abierta.
-
Ahora nos metemos a la camioneta a buscar algo que nos sirva
para descubrir las verdaderas intenciones de ese abogaducho – dijo Santiago
saltando adentro de la camioneta
Beeeeeep Beeeeeep Beeeeeep
La alarma de la camioneta se disparó por
el movimiento y nosotros nos quedamos paralizados.
-
Idiota! ¿Cómo se te ocurre saltar en la camioneta cuando está
la alarma? – le reclamó Johnny
-
¿Cómo íbamos a saber que seguía activa? – traté de defender a
Santiago pero en ese momento Santiago nos jaló del brazo.
-
¡Métanse qué ahí viene el guarura!
Sin pensarlo nos metimos a la
camioneta y cerramos la puerta lo más rápido que pudimos.
¡Agáchense! - Nos dijo Santiago
haciendo lo mismo.
Oímos como cargaba la pistola, y nos
quedamos paralizados esperando. Después de unos momentos que se nos hicieron
eternos el escolta-chófer apagó la alarma de la camioneta cerrando los seguros
con el botón de la llave.
Dejamos pasar
un par de minutos antes de atrevernos a mirar por la ventanilla. El escolta
estaba vigilando la camioneta mirando atentamente a todos los transeúntes,
dando la espalda a la camioneta.
-
OK, parece que tenemos libre curso de acción. ¡Manos a la
obra!- le hicimos caso a Santiago y
comenzamos a hurgar en la camioneta.
Encontramos una pistola calibre 0.22 cargada, algunos documentos
en un portafolio, y varios fajos de billetes.
-
Aquí no hay nada interesante. Vámonos. – dije yo
-
Espera ¿Qué es esto? ¿Porqué tiene copias de nuestras boletas
de calificaciones Gabriel? – exclamó Santiago
-
¿Qué?
-
Sí, y hasta una copia del contrato de renta de la hacienda en
Antigua. Y también de nuestros certificados de nacimiento y de los de defunción
de nuestros papás.
-
¿Tal vez para el juicio?
-
¿Boletas de calificaciones? No creo, más bien este tipo es un
psicópata.
Beeep
Un tono y luego el click de los seguros abriéndose nos
tomó por sorpresa. Me asomé por la ventana
justo en el momento en que el abogado se acercaba.
―¡Ya nos
cacharon!― exclamé horrorizado.
–¡No eso no puede
ser, vamos a escaparnos!
―Ya no podemos, mejor nos escondemos aquí en la camioneta.–
dijo Johnny pasándose a la cajuela de la camioneta.
No estaba muy seguro de que fuera una buena idea pero
le hicimos caso, y como la última fila de asientos estaba abatida pudimos medio
agacharnos y medio acostarnos sin mayor problema. Escuchamos como el chófer le
abría la puerta lateral al abogado y este se acomodaba en el asiento que
quedaba justo en frente de nosotros.
Empece a leer el capi en wattpad, lo termine aqui. No habia podido comentar hasta ahora.
ResponderBorrarCorto pero sustancioso, este tema del abogado tambien me tiene intrigada, quien no se habria metido a la camioneta si pudiera.
Espero que los estudios te den un respiro y así podés escribir mas seguido
Este capítulo estuvo interesante ..
ResponderBorrarMe gustan mucho las historias que incluyen diálogos!!
Espero encontrar más capis tuyos!!