Ansias de libertad
Capítulo 3: Un habitual
castigo
Perspectiva
de Josué
Iba en nuestra camioneta regresando
con mi familia del centro comercial. Yo estaba muy emocionado mientras abría el
nuevo celular que tenía en la caja. Era un Android sencillo ¡pero era un
smartphone! Por fin podría descargar Instagram.
-
¡Ya tienes tu nuevo celular Joshua, dame el mío ahora! –
Samuel, mi hermano, estaba igual de emocionado porque por primera vez a sus
trece años le iban a dejar tener celular. Es que en nuestro grupo religioso son
muy perspicaces con la tecnología pues dicen que puede ser una herramienta del
mal para perdernos.
-
Voy solo déjame hacerle un par de ajustes para dejártelo como
nuevo – le dije aunque en realidad tenía también que borrar un par de mensajes
de texto que aunque no eran malos, no sería lo mejor que Samuel los descubriera
y se los enseñara a mis papás.
-
Ya sabes las reglas Josué – me advirtió en tono natural mi
papá desde el asiento delantero – sin contraseña, Internet solamente con
permiso y no cuando estés solo. Y está prohibido el Facebook. – recalcó con
hincapié. El Facebook es considerado uno de los peligros más grandes en nuestra
iglesia porque muchos adolescentes se pierden en romances propiciados por esta
red social. No pude evitar pensar en que Josué, el nuevo chico de la iglesia,
no tenía que seguir estas reglas y que probablemente se le harían estúpidas.
-
¡Te estaba hablando Josué! – la voz de mi papá me volvió en
seco a la realidad .
-
Sí, sí, perdón. Sí me acuerdo perfectamente de las reglas.
-
Pues más te vale hijo. – todos respiramos la amenaza que quedó
flotando en el aire. .
Unos días después
Estábamos en el patio de
la escuela jugando retas de basketball. Cuando nos sacaron nos fuimos a las
gradas a tomar agua y un descanso mientras esperábamos nuestro próximo turno.
Pero el juego se extendió y yo y dos de mis compañeros samos los celulares y
nos pusimos a ver Instagram.
Uno de los chicos lo había
descubierto y como no era Facebook varios lo habíamos descargado, aunque lo
usábamos con cierta precaución pues si bien no estaba prohibido tampoco estaba
permitido. En ese momento acabábamos de descubrir la cuenta de una tenista rusa,
que además no tenía fotos indecentes (la pornografía e incluso las imágenes
sugerentes eran tan condenadas como el asesinato), y babeábamos como solamente
chicos de 16 años y totalmente aislados de la sociedad pueden hacerlo. Yo veía
una imagen y en cuanto empezaba a sentir algo, mariposas en el estómago, corría
la imagen pues no quería caer en inmoralidad mental.
-
Préstenme sus celulares, chicos – Estábamos tan metidos que
no nos dimos cuenta cuando llegó una de las maestras.
-
Sí maestra. – le dijimos mientras tratábamos de cerrar la
aplicación
-
Déjenlos así – nos dijo con tono tranquilo pero serio –
quiero ver lo que estaban viendo
Como estábamos en la
escuela de la iglesia, y los maestros tenían ahí una autoridad casi
eclesiástica, no nos quedó más que obedecer. De lo contrario avisarían a
nuestros padres de nuestra rebeldía y las consecuencias serían mucho peores.
La maestra se llevó
nuestros celulares y casi inmediatamente nos tocó el turno para jugar basket
pero no duramos más de dos minutos pues ya se nos habían quitado las ganas de
jugar.
Cuando íbamos a salir de
clases el director llegó a nuestro salón y le dijo a la maestra que yo, Josafat
y Ezequiel fuéramos a su despacho al final de clases.
-Hijo ¿para eso te acabo
de comprar un nuevo teléfono? – fue la voz de mi padre lo primero que me
recibió al entrar a la oficina del director, sonaba serio, calmado y casi
dolido. – en la casa hablamos – dijo antes de despedirse del director y de los papás
de mis compañeros.
El viaje camino a casa fue
silencioso
Cuando llegamos, al entrar
mis peores temores se materializaron en una vara que descansaba sobre la mesa
del comedor. Era una vara de sauce recién cortada y le habían limado los nudos,
probablemente mi mamá la había preparado a petición de mi papá.
Él tomó la vara y sin
decir nada más se dirigió a mi cuarto volteando a ver si lo seguía. Lo que hice
pues no tenía ninguna otra opción. Mi hermano se sentó a hacer la tarea en el
comedor y solamente me dirigió una mirada que mezclaba curiosidad,
conmiseración e indiferencia.
- ¿Porqué descargaron esa aplicación sin
permiso hijo? – dijo mi papá cerrando la puerta del cuarto – sabes que no te
dimos el teléfono para eso. Y luego ¿viendo chicas? Ya te hemos dicho que en su
momento tendrás una esposa, pero mientras no está bien que estés pensando en eso.
Y además trataron de engañar a la maestra y borrar lo que estaban viendo. Sabes
que todo esto no es correcto y que amerita corrección hijo.
Yo solamente asentí, la
verdad es que me sentía un poco culpable, sabía que no había pedido permiso y
por dentro algo me decía que estaba engañando a mis padres. Además cuando
sentía esa, atracción, hacia las chicas que salían en las imágenes, la
conciencia me remordía.
-
Bájate el pantalón – me indicó mi papá
Yo
lo mire negando con la cabeza como pidiéndole que no, pero el solamente negó
con la cabeza y señaló con la vara remarcando su indicación.
Aunque
estés algo acostumbrado, a los 16 años siempre viene un poco de vergüenza
cuando tienes que hacer esto. Desabroché el cinturón que sujetaba mi jeans y
después dejé caer mi pantalón deslizándose por mi bóxer negro hasta que cayó en
mis tobillos.
Traté
de mantener la calma y prepararme para el castigo, pero al parecer mi papá
todavía no me consideraba listo o al menos en condiciones óptimas porque tocó
con la punta de la vara el elástico de mi bóxer mientras me indicaba:
-
Esto también, necesitas recibir bien la lección de esta
corrección.
Tardé unos momentos en
comprender lo que me estaba pidiendo, probablemente no me había castigado
desnudo desde que tenía catorce, osea hace unos dos años.
-
No Pa, please
-
Sí hijo
-
Por favor
-
Por favor hijo, no lo hagas más difícil, hazlo e inclínate en
la cama.
Finalmente entendí que no
tenía opción, aunque tarde en armarme de valor para desnudarme totalmente. Finalmente
me alinee a la cama y baje mi bóxer y me
incline rápidamente en la cama sobre mis brazos cruzados, pues esa era la
posición. Me sentía demasiado vulnerable y expuesto. Sentí que la vergüenza de
estar desnudo frente a mi padre me corría por el cuerpo como el aire en mi
parte posterior.
Siento la mano de mi papá
apoyarse en mi espalda para sujetarme.
JUAS
Un dolor agudísimo
penetra, donde la vara muerde mi vulnerable piel.
JUAS
Un segundo varazo antes de
poder procesar el primero .
Ahhh! – el grito de dolor
y sorpresa me sale inevitablemente
JUAS
JUAS
JUAS
Seguido de un segundo y
tercer dolor igual de terrible
Aggrh!
JUAS
JUAS
Un cuarto y quinto que se
acumulan, el dolor, ardor y escozor son ya insoportables.
JUAS
JUAS
Auuuu!–Las lágrimas luchan
por salir, y algunas lo logran
-Ya por fav…..
JUAS
JUAS
–Ayyyy!– –¡ya no aguanto!
JUAS
JUAS
Aaaauu! -¡pOr FAVOR!
¡Yaaa!
JUAS
JUAS
Toda mi voluntad está
concentrada en no meter las manos y en no levantarme antes de que termine el
castigo, lecciones aprendidas a través de decenas de ocasiones sobre las
rodillas de mi padre o inclinado en la cama por no tener ese dominio propio.
JUAS
JUAS
Aayaay! – ya por favor pa,
ya -snif- no lo voy -snif- a volver a hacer
Mis protestas se
trasforman en un llanto quebrado
JUAS
JUASsss
Auuuu! – yaa -snif- aaa
―Eso espero hijo, que no lo vuelvas a hacer – mi padre termina
el castigo, pero yo apenas y me doy cuenta. – es por tu propio bien. Queremos
lo mejor para ti y es nuestro deber protegerte de las tentaciones, y corregirte
cuando cedes ante ellas. – Yo me quedó sollozando unos momentos en la misma
posición. Hasta que me acuerdo que estoy con el trasero desnudo frente a mi
padre. Y entonces me levantó rápidamente subiéndome la ropa interior e
inmediatamente el pantalón vaquero, haciendo muecas de dolor cuando el pantalón
roza las recientes marcas producidas por la vara pero no permitiendo que mi
dignidad se vea vulnerada ni por un instante adicional.
-
No se te olvide confesarte en tu oración- dice mi padre al
salir cerrando la puerta.
Yo hago mi oración de
confesión. De niño la hacía con mi papá después de los castigos pero desde los 13
años la hacemos nosotros solos. Después me acuesto tratando de aliviar un poco
mi magullado trasero. Tengo que admitir que me siento más tranquilo, el castigo
ya pasó, estoy perdonado por todos y soy nuevamente un cristiano verdadero, un
elegido.
uuufff que horror me da pensar que hay lugares así!!
ResponderBorrarQue interesante se me hizo también!!