sábado, 9 de junio de 2018

Muchachos




En un mundo postapocalípctico, algunos años después de que Trump provocara la corta y devastadora tercera guerra mundial. En la tercera planta de lo que quedaba de un edificio con la mayoría de las ventanas rotas que se levantaba entre ruinas a las afueras de Monterrey. Se encontraba un chico de 14 años de edad en uno de los cuartos en el que había una mesa, una silla de plástico y varios cuadernos de hoja de piedra (los únicos que sobrevivieron los años en buen estado a las inclemencias de las circunstancias).
El chico estaba sentado revisando sus apuntes flanqueado por un chico fortachón de unos 15 años y uno pálido y algo flaco de no más de 13 años con unos anteojos quebrados.
En ese momento entran dos chicos también de unos 14 años pero con el cuerpo más trabajado y la piel bastante más bronceada que el que está en el escritorio improvisado. Estos dos traen cada uno una ametralladora en la espalda y van casi arrastrando a un chico de unos 10 años.
―Lo encontramos robando comida en el invernadero.  Hizo un hoyo en la tela para entrar.―dijo el chico que lo sostenía mientras arrojaba al niño al suelo y lo obligaba a arrodillarse frente al escritorio.
 El chico del escritorio lo observó un momento. El niño de ojos grises lo miraba furioso con su cabello castaño claro enredado salvajemente. El niño estaba rústicamente atado con lo que seguramente era una cuera de agujetas anudadas entre sí.
Ignacio se levantó de la silla. Y se acercó al niño que lo miraba amenazante y mudo, y lo levantó de un tirón de los hombros.
     ¿Cómo te llamas?
     Yo no hablar bien español
     I don’t care. What’s your name? Tienes que aprender español because you are not in USA anymore.
     Jacob
     Ok. Jacob. Veamos, no debiste habernos robado y dañado el invermadero, mereces un castigo, punishment, y si fueras un adulto te mataríamos, yeah, we would have killed you. Pero como todavía eres un niño vamos a darte una oportunidad, pero de una paliza ni la muerte te va salvar. Yeah, whipping.
En ese momento Ignacio hizo una seña con la cabeza y los dos chicos que lo habían capturado desnudaron al niño que al principio se resistió pero cuando el fortachón de 15 le cruzó la cara con una cachetada se calmó. La razón por la que Ignacio obligaba que lo desvistieran no era solamente para que los azotes fueran más efectivos sino para hacer un primer diagnóstico de la salud del niño, pues no quería poner en riesgo la salud de los demás niños del campamento.
Ignacio notó que el niño estaba muy sucio, lo cuál no lo sorprendía en lo absoluto dadas las circunstancias, pero además de las cicatrices normales y de una reciente herida en el pie izquierdo que parecía estarse infectando no notó nada que le preocupara.
Finalmente los chicos sujetaron al niño contra el escritorio y el chico de anteojos le pasó un cable que colgaba de un clavo en la pared. Era un cable de ethernet ni muy largo no muy grueso, mismo que Ignacio dobló en dos y se preparó para aplicar el castigo.
Swish… sonó el primer azote y el cable impacto en medio de las nalgas desnudas.
Swish… Swish… siguieron los azotes con pausas cortas entre uno y otro. Swish… Swish… a cada azote el niño se estremecía pero no había perdido la compostura. Swish … Swish… Swish … los azotes siguieron bajando hacia los muslos y finalmente el niño comenzó a quejarse del dolor. – STOP! Swish… STOP PLEASE! Swish … Swish… Aaah! y el niño rompió a llorar derrotado por el dolor. Swish .. Swish… el llanto del niño continuó intensificándose momentáneamente cuando caían los azotes. Pero Ignacio dejo caer dos más sobre las piernas que hicieron a Jacob dar exclamaciones de dolor y después se detuvo y le entregó el cable al chico de los anteojos que lo volvió a colgar en el clavo.
Soltaron al niño que cayó al suelo hincado y llorando todavía. Ignacio tomó un bote con agua limpia que tenía al lado del escritorio y le hecho un poco en la cara y en las manos al niño y luego le desató las cuerdas. El niño inmediatamente se llevó las manos atrás para sobarse y tratar de aliviar un poco el dolor.
Ignacio y los demás chicos esperaron un poco a que se recuperara, y después lo ayudó a levantarse y le señaló a un cuarto aledaño.
—Báñate ahí. Wash. Solo no te acabes el jabón. Ahorita te suben un poco de agua caliente. Hot water, clean clothes, just wait.
Jacob caminó indeciso al otro cuarto donde efectivamente había una bañera vieja, un excusado y un lavabo. Todo se veía funcional excepto que no tenía agua corriente sino tambos con agua. ¡Incluso había un jabón de barra a lado de la bañera! Jacob espero como le habían indicado, todavía temblando un poco.

1 comentario:

  1. Auch pobre pequeño 😖😞
    Le dieron muchas y es chiquito todavía pero robar si merecía un castigo!!
    Que interesante capitulo...

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