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lunes, 6 de julio de 2020

CAPÍTULO 108: Conseguirás que funcione





CAPÍTULO 108: Conseguirás que funcione
Tardamos un rato en volver a casa porque los enanos querían jugar en un rinconcito para niños que había en el restaurante. Nadie tenía verdaderas ganas de despedirse y además yo tenía que despejarme un poco antes de coger el coche, así que les dejamos corretear tranquilamente por el pequeño parque de lianas con piscina de bolas incluida. Fui al baño a echarme agua para quitarme el sopor de encima y me sorprendí al encontrarme a Sam allí dentro:
- Oh... hola.
Él me sonrió y me observó mientras me dirigía a la pila para mojarme la cara.
- ¿Tienes calor? - preguntó.
- Sueño - respondí, avergonzado.
Sam asintió en señal de comprensión y se apoyó, sin llegar a sentarse, en el lavabo.
- Oye.... Gracias por rescatar a Sean - me dijo.
- No hay de qué.
- Ya has ayudado a dos de mis hermanos.
Le miré, confundido, y añadió:
- Viniste a buscar a Jeremiah, cuando se perdió...
- Ah, sí. Bueno, pero ahí no hice nada - le quité importancia, porque me estaba haciendo sentir incómodo.
- Viniste - insistió. - Incluso si tu padre te obligó, yo....
- No me obligó - casi gruñí, ligeramente ofendido. - Holly es importante para mi padre, así que también es importante para mí. Además, le debo mi cordura por cuando estuvo conmigo en el hospital, así que puede contar conmigo siempre que lo necesite.
La sonrisa de Sam se ensanchó y empecé a verle más como alguien de mi edad y menos como "un chico universitario".
- Es genial que digas eso porque, de hecho, nos va a necesitar, y mucho. Si ella y Aidan se casan, y creo que empieza a ser una cuestión de "cuando" y no de "si", va a ser una locura. Lo sabes, ¿no? Tendremos que echarles un cable.
Asentí. Me sabía de memoria todas las versiones de la película "Tuyos míos y nuestros" y nosotros íbamos a hacer que pareciera una minucia, porque ellos solo eran dieciocho en total. Si se juntaban las dos familias, seríamos veintitrés y habría nueve niños menores de diez años.
¿Veintitrés? ¿Veintidós? ¿Debía contar a Sam o él ya contaba como adulto?
"Adulto o no, siempre será su hijo" razonó mi cerebro.
"Vale, pues entonces apunta veinticuatro, porque hay algo raro con Aaron. Al principio pensé que venía a estas salidas como apoyo para Holly, pero parece algo más. Nadie se traería a su hermano a una cita con su novio y sus hijos. Por cierto, tenemos que averiguar de qué va" me respondí.
- Verás, Ted, te voy a ser claro - continuó Sam, ajeno a mi línea de pensamiento. - Conozco a Holly desde hace seis años. Ella me dio una nueva familia cuando murió mi madre y cuidó de mí sin hacer distinción con respecto a sus hijos, a pesar de que no tiene precisamente pocos. Cuando me vio por primera vez, me miró de la misma forma en la que os mira a vosotros.
- ¿Y cómo es? - pregunté, con curiosidad. - ¿Cómo nos mira?
- Como si quisiera abrazaros y no soltaros nunca más.
Cuando salí del baño, busqué a Holly para comprobar si lo que Sam decía era cierto. Entonces la vi peinando a Kurt con los dedos mientras este le contaba no se qué aventura emocionante que le acababa de pasar. Sí, Sam tenía razón. Holly tenía esa mirada.
Una necesidad que no sabía que tenía empezó a adueñarse de mí. Me había convencido de que, si Aidan se casaba con ella, sería bueno para mis hermanos pequeños. Pero resulta que yo también quería una madre.
Sacudí la cabeza.
"Despierta, Ted. Tienes diecisiete tacos ya, ¿eh? Da gracias de que es maja y vais a llevaros bien. No pidas más, porque te vas a chafar".
Una mano pequeña pero fuerte me agarró del brazo, asustándome un poco porque estaba distraído.
- Perdona - susurró Jeremiah. - Escuché a alguien gruñendo y había supuesto que eras Sean, dado que es su forma habitual de comunicarse, pero no creo que Sean haya estado haciendo pesas sin yo saberlo.
Parpadeé y después sonreí, entre orgulloso y avergonzado por esa forma tan extraña de alabar mis músculos. Jeremiah hizo por quitar la mano, pero se la sujeté. No sabía si se había agarrado por algo: tal vez quería que le guiara a algún sitio. Me había fijado en como lo hacían sus hermanos, principalmente Scarlett: se colocaban a su lado y él les agarraba del brazo o ponía una mano en sus hombros. Nunca le daban la mano como a un niño ni tiraban de él, simplemente caminaban adaptándose a su paso.
- Soy Ted - le aclaré.
- Lo imaginé.
- ¿Quieres ir con tus hermanos? - pregunté.
- No. Prefiero quedarme aquí un rato para examinar las posibles incorporaciones a mi familia.
Se me cortó la respiración ante tal brutal sinceridad.
- ¿Así que estoy en un examen? - decidí seguirle el juego.
- Ajá.
- ¿Y cómo voy hasta ahora? - me interesé.
- Ganaste puntos por salvar a mi hermano.
- ¿Podéis dejar de decir eso? No salvé a nadie. Sean se cayó a la piscina y yo sabía que iba a necesitar ayuda para salir.
- Eso en mi idioma viene a significar que le salvaste - replicó. - Vaya, realmente no te gusta que te alaben, ¿no?
- Sí me gusta - murmuré. - Pero me da vergüenza.
Jeremiah sonrió. No miraba a ningún punto en concreto y me pregunté si normalmente usaría las típicas gafas que los invidentes se ponían para ocultar sus ojos cuando estaban atrofiados o blanquecinos como los de Jeremiah. Inmediatamente después me dije que eso era absurdo: ellos no tenían por qué ponerse nada para no incomodar a los demás.
- Puedo notar cuándo me están mirando, ¿sabes? Es como un sexto sentido que desarrollas cuando te pasa muchas veces - me dijo.
- Pe- perdona. No pretendía...
- Está bien, no pasa nada. Tú también me tienes que examinar a mí. ¿Cómo voy hasta ahora?
Sonreí.
- Ganaste puntos por caerle bien a Zach.
Seguimos hablando durante un rato y llegué a la conclusión de que en Jeremiah había algo que me recordaba tanto a los gemelos como a Cole.
No tardamos mucho en irnos después de eso y, en el camino a casa, no pude dejar de pensar en que aquello comenzaba a ser una realidad. Ya no era una mera posibilidad o un deseo. Sam tenía razón, había empezado a ser una cuestión de "cuándo". Aidan y Holly estaban juntos y, a juzgar por el beso apasionado que se dieron al despedirse, lo que sentían el uno por el otro aumentaba a pasos agigantados.
Al llegar a casa, agradecí que mi móvil no se hubiese estropeado con el remojón, porque quería contarle a Agus cómo había ido el día. Papá, sin embargo, tenía otros planes.
- Ted, Madie. Ahora subo a hablar con vosotros - nos anunció, cuando ya íbamos a desaparecer por las escaleras.
Ah, sí. Quizás él no viera tan bien como Sam y Jeremiah que me hubiese tirado a la piscina a por Sean. Suspiré. Morir no era mi plan ideal para aquella tarde, la verdad.
AIDAN'S POV -
Me resultaba más fácil aceptar que Aaron formaba parte de la familia de Holly después de conocer su historia. Dejé de verle como un potencial enemigo del cual defenderme o defender a los niños para empezar a mirarle como alguien que necesitaba recuperar la alegría y la esperanza que demasiadas situaciones crueles le habían arrebatado.
No iba a ser fácil, sin embargo. Cuando nos despedimos intenté darle un abrazo, pero él se limitó a tenderme la mano, en un gesto serio y profesional. Tenía veintiocho años, por el amor de Dios. El chándal prestado ayudaba a que perdiera un poco de esa pose formal que habitualmente le hacía parecer incluso mayor que yo.
Quedé con Holly en que le llevaría el chándal de Ted lavado al día siguiente, para que los devolviera al colegio. Y entonces la agarré por la cintura y la besé, queriendo demostrarle muchas cosas con aquel beso. Solo nos separamos cuando algunos de nuestros hijos más mayores comenzaron a silbar con sorna o a poner muecas de asco.
Y después, nos fuimos.
La vi meterse en el coche sintiendo que con ella se iba una parte de mí. Entonces, Sean se bajó y vino hasta mi corriendo, para decirme que podía casarme con su madre. Le abracé por instinto, divertido por la escena, pero también aliviado. Había creído que ganarme a Sean me iba a resultar mucho más complicado.
Mientras conducía, hice un repaso mental. Le caía bien a Blaine y a Scarlett. A Jeremiah y Sam también, según parecía. Max era difícil de decir. Su carta me decía que todo estaba bien, pero en persona apenas había hablado con él y me di cuenta que era porque él no había querido. Había hecho lo posible por no estar cerca de mí. West era pequeño y achuchable, aunque también tenía su carácter. A los trillizos me los iba a comer. Sean me iba aceptando. Suspiré: faltaba Leah. Y no tenía la menor idea de cómo acercarme a esa pequeña pantera, que por lo que había ido observando era todo garras y dientes.
Llegamos a casa y a Alice y a Kurt prácticamente los tuvimos que meter en brazos entre Michael y yo. Los demás salieron en desbandada, pero les indiqué a Madie y a Ted que no se fueran muy lejos. Los dos suspiraron casi al unísono.
- ¿Vas a castigar a Ted? - me preguntó Michael, preocupado.
"Ah, no. El puesto de abogado defensor ya está tomado, búsquese otro oficio" pensé para mí.
- No le puedes castigar - me dijo. - Sabes que solo hizo lo que debía.
Solté un gruñido y no le contesté. Dejé a Alice en el sofá mientras él hacía lo mismo con Kurt y subí a hablar con mi pequeño héroe imprudente.
Ted no estaba en su habitación, sino en la mía. Debía de haber ido allí para asegurarse de que sus hermanos no escuchaban nuestra conversación. Aún no tenía claro qué iba a decirle, pero en realidad quería sobre todo escuchar: necesitaba saber si estaba bien. Al observarle allí sentado sobre mi cama, parecía mi hombrecito de siempre, sin señales de que hubiera algo que le angustiara. Esa imagen se oponía a la de mi niño aovillado sobre el suelo, tapándose las orejas para no escuchar los gritos, casi como si fuera Dylan con uno de sus ataques.
- Hola - saludó, tímidamente.
- Quita esa cara, campeón - le dije, al reparar en su expresión culpable y turbada. - Cualquiera pensaría que voy a comerte.
- A comerme no, pero... ¿me vas a pegar? - preguntó, directo al grano.
Ted no solía esquivar el tema, pero tampoco se mostraba tan ansioso, normalmente. Ya había decidido que no iba a tratar así aquel asunto, pero me planteé qué pasaría si algún día creía necesario volver a reprenderle de esa forma. Existían muchas posibilidades de que él lo percibiera como una agresión, basándome en sus reacciones más recientes a cualquier enfrentamiento de índole física.
- No puedo castigarte por salvar la vida de alguien - le respondí y el alivio fue perceptible en su mirada. - Pero te voy a echar una señora bronca y te la vas a tragar enterita.
Ted se irguió, estirando la espalda, como para demostrarme que tenía toda su atención.
- Sí, señor.
- No puedo creer que fueras tan impulsivo - empecé, y decidí soltarlo todo, sin contenerme. - Sé que sabes nadar, pero no se trataba de eso. Había una lona que obstaculizaba los movimientos en el agua. Podías sacar a Sean o podías quedar atrapado tú también, ¡como de hecho pasó! No estoy diciendo que hayas hecho mal en utilizar tus habilidades como nadador para ayudar a otra persona, pero ¿te paraste si quiera a estudiar la situación? Parece que ni lo pensaste. Te quitaste los zapatos y te lanzaste, con móvil y todo. Y ni creas por un segundo que esto es por el móvil, porque si se hubiera estropeado eso importaría un comino. ¡Lo que estoy diciendo es que, si hay alguien cayendo en picado de un edificio, tirarte por la ventana para agarrarle no va a servir de mucho! ¡Se toman precauciones y se busca la manera de ayudar sin poner en peligro la vida de nadie más! ¿Es que no sabes que no soportaría perderte? Ya he temido demasiado por tu vida, no quiero volver a pasar por eso.
Ted fue abriendo cada vez más los ojos y, para cuando acabé, el labio le temblaba ligeramente y las pupilas le brillaban.
- Lo siento - murmuró y pude ver que de verdad lo sentía. Suspiré, y abandoné la fachada de seriedad para sentarme a su lado y rodearle con un brazo.
- Y yo te perdono, ya lo sabes. Mocosito bienintencionado.
Ted me observó hasta comprobar que ya no estaba enfadado y me dedicó una media sonrisa.
- Mmm. Quería pedirte algo, pero entiendo que mientras me estás regañando no es el mejor momento.
Rodé los ojos.
- Ya se acabó el regaño, Ted. ¿Qué quieres? - pregunté, con interés, porque él no solía pedir mucho excepto por la comida chatarra, y de eso ya se había saciado hasta los topes en el restaurante.
- Mmm... Pues resulta que Blaine es muy friki... Y tuvo una idea.... Sugirió que hiciéramos maratón de las pelis de Star Wars el finde que viene... y pues... te quería pedir si podía venir a casa y quedarse a dormir.... La verdad es que creo que es nuestro deber hacer que Michael vea esas películas, papá. Ningún hermano mío puede llamarse tal sin saber quién es Anakin Skywalwer - me dijo, con solemnidad.
Sonreí ante lo serio que se había puesto en la última parte y le miré sorprendido.
- ¿Quieres que Blaine venga a dormir aquí? - resumí.
- Bueno, él quiere, y a mí me pareció un buen plan cuando lo propuso.
Dediqué unos segundos a asimilarlo, notando cómo me iba embargando una emoción positiva que no sabía identificar bien.
- Tengo que consultarlo con Holly, pero por mí no hay problema.
Ted hizo un gesto de triunfo.
- ¡Pues voy a decírselo! No ha dejado de vibrarme el móvil y apuesto a que es él. O quizás es Agus. ¡Voy a hablar con los dos!
Se levantó para salir corriendo, pero le agarré del brazo antes de que desapareciera. Me encantaba verle tan entusiasmado y no quería reventar su burbuja, pero faltaba algo por hablar.
- Espera un segundo, campeón. ¿Tú estás bien?
- ¿Yo? Perfectamente, pa. Con sus más y sus menos, en resumen ha sido un gran día. Y no me has descuartizado como me temía que ibas a hacer, así que yo diría que estoy muy bien.
Volví a rodar los ojos.
- ¿No hay nada que te preocupe? ¿Seguro? - insistí.
- Oh. ¿Quieres hablar de Holly? - me preguntó, volviendo a sentarse. Me sorprendí. No, quería hablar de sus pequeños ataques de pánico, pero ese tema también me interesaba. ¿Qué me querría decir? - Por mí es genial, papá. Ella es muy buena. Yo... ¿te has fijado en cómo mira a los enanos? Les adora.
- No solo a los enanos, canijo - le indiqué, pero creo que decidió ignorarme.
- No te voy a negar que todo esto asusta un poco. Tantas personas... Pero tú la quieres, papá. La quieres, y eso es lo único que importa. Sé que conseguirás que funcione.
Me sentí conmovido, por su fe en mí y por el afecto que me demostró.
- Yo no se que he hecho para merecer un hijo como tú - le susurré, y puse una mano en su nuca para acariciarle. - Pero no cambies nunca, ¿vale?
Ted puso una mueca avergonzada y se removió.
- Anda, ve a hablar con tu novia. Pero espera antes de decirle nada a Blaine a que hable con su madre.
- Vale.
Se escabulló y yo me quedé allí meditando sobre aquella charla y sobre varias cosas más. Sabía que aún debía conversar con Madie sobre lo que había pasado con Sean y, en realidad, quería hablar con todos para saber cuáles eran sus impresiones sobre aquel día, pero tenía demasiadas cosas en la cabeza y necesitaba unos minutos para reflexionar. Me dejé caer sobre la cama, cansado emocionalmente y también con algo de sueño. Repasé varios fragmentos de mi conversación con Holly en el restaurante, estremeciéndome al pensar en la clase de infancia que habían tenido ella y su hermano.
Me horrorizaba la cantidad de sufrimiento que había en el mundo. ¿Qué ocurría en el interior de las casas que por fuera parecían pacíficas? ¿Cuántos niños estarían sufriendo en silencio dentro de ellas? ¿Cuánto de ese sufrimiento se convertiría en irreparable? Pensé en Aaron. Tenía que haber sido una persona muy diferente a la que yo conocía.
Seguí reviviendo los recuerdos que Holly me había compartido y noté que se me comprimía el estómago. Había algo en el fondo de mi cerebro, una idea que no acababa de formarse y que estaba esquivando porque intuía que era desagradable.
- Ah, estás aquí - dijo Harry, desde mi puerta. Michael venía detrás de él.
- ¿Qué querías, campeón?
- Nada. Ahora mismo, que me hagas un hueco - sonrió, y se lanzó sobre la cama.
Michael fue aún menos cuidadoso, y se tiró directamente encima de mí, dejándome sin aliento por unos segundos.
- Bruto - me quejé, pero no pude evitar sonreír ante su mirada traviesa, que le restaba al menos tres años.
Se colocaron cada uno a un lado, bien cerca de mí, en una postura que pedía mimos. Les acaricié a los dos a la vez, feliz por aquel inesperado momento de cariño. Enredé las manos en el pelo de Harry y deslicé la punta de los dedos de mi otra mano por el brazo de Michael, haciendo que se estremeciera porque le dio cosquillas.
- Sabéis que os quiero mucho, ¿no? - susurré. Recibí un "mmm" y un "ajá" como respuesta. - Aunque a veces me enfade y os grite...
Michael movió la cabeza para mirarme.
- ¿Por qué dices eso?
- Tú no gritas - me aseguró Harry, frunciendo el ceño, casi como si quisiese leerme la mente.
- A veces sí... Especialmente a vosotros dos y a Jandro - respondí. Ahí estaba: la idea que había estado esquivando. Me sentía culpable de haber perdido los nervios en alguna ocasión, y más que eso... Flashes de situaciones pasadas me vinieron a la mente. Harry y Zach con los petardos, Harry peleando con Madie, Harry cogiendo mi dinero, Michael cortándose la pierna, Michael rompiendo los frascos de insulina, Alejandro y Michael peleando cuando Ted estaba en el hospital, Alejandro bebiendo y comiendo una tarta contaminada en aquella fiesta...
"Tenías motivos para enfadarte todas y cada una de esas veces" dijo una voz en mi cabeza.
"Pero les grité demasiado..."
- No quiero que nunca tengáis miedo de mí. Pase lo que pase, nunca os haré daño. Lo sabéis, ¿no?
- Papá, ¿a qué viene esto ahora? - se extrañó Harry.
- Por nada...
"Porque no quiero parecerme a Aaron, ni a Connor. Sé que no soy como el padre de Holly, al igual que no soy como Andrew, pero odiaría convertirme en un cabrón insensible y estricto ante los ojos de mis hijos" pensé, para mí.
- Papá, no sé qué mosca te habrá picado, pero si hay algo que tengo claro en medio del caos que es mi vida es que tú, por alguna razón incomprensible, me quieres - me dijo Michael.
Sonreí y le di un beso en la frente.
- ¿Quién podría no quererte?
Me quedé mimoseando con ellos un rato más, disfrutando de su estado cariñoso, hasta que escuché que llamaban a la puerta y cuando levanté la cabeza vi a Madie, mordiéndose el labio.
- Oh. Bichos, ¿nos dejáis solos un momento? - les pedí.
Los dos intercambiaron una mirada preocupada. - Por favor - insistí, en un tono amable, pero firme.
Los dos suspiraron y se levantaron a regañadientes. Mi princesa caminó arrastrando los pies y, como no la indiqué nada ni me moví, ocupó el lugar de sus hermanos en mi cama, recostándose a mi lado. La apreté contra mí, notando que mi fierecilla estaba mimosa también. La salida les había dado mucho que pensar a todos. Tal vez no era algo que necesitaran expresar con palabras, solo se sentían vulnerables.
- Sabes sobre qué quiero hablar, ¿verdad? - dije, al final, después de un rato acariciándola en silencio.
- De la pelea con Sean - respondió, con un mohín.
- Sí. ¿Algo que decir al respecto? - pregunté, rozando suavemente el pómulo donde se había llevado el golpe. No se le notaba nada, lo que quería decir que no había sido demasiado fuerte, menos mal.
- Se metió en una conversación privada entre Barie, Max y yo - protestó. - Barie solo estaba... estaba siendo Barie, con su entusiasmo habitual, cotorreando sobre lo felices que íbamos a ser todos juntos. Y él la llamó estúpida y le dijo que vivía en un cuento de hadas y no sé qué más.
- Eso no fue muy delicado de su parte - acepté. - ¿Y tú cómo reaccionaste?
Madie se ruborizó.
- Me enfadé. Le llamé gilipollas y... le amenacé - admitió. Apreté su brazo, orgulloso de que lo reconociera. - También le llamé duende deformado... Eso pareció molestarle mucho.
- Nada justifica que te golpeara - declaré, firmemente. - Pero sí puedes ver que la pelea fue cosa de dos, ¿verdad?
Madie asintió, y se hizo pequeñita a mi lado. Cogió una de mis almohadas y la utilizó para tapar la parte trasera de sus pantalones. Tuve que morderme los carrillos para no sonreír.
- Princesa...
- ¿Qué?
- Sácate eso, por favor.
- Pero papi...
- Nada de papi. Haz caso - intenté sonar serio, pero me lo estaba poniendo difícil.
Madie suspiró y sacó la almohada. Tiré un poquito de ella para girarla y ponerla boca abajo.
PLAS PLAS PLAS
- Au - protestó, gratuitamente, porque fueron bastante flojas.
- No te castigué porque te defendieras. Estoy orgulloso de que mi fierecilla sepa cuándo enseñar las uñas. Pero no debiste insultarle.
- ¿No te molestó que le empujara? - preguntó, con curiosidad.
- No me gustó tampoco, podría haberse hecho mucho daño si se da en la nuca. Espero que no lo hagas nunca más - añadí, mirándola a los ojos, y ella se cohibió un poquito y asintió. Relajé mi expresión y sonreí. - Bien. Pues asunto zanjado. Nadie se mete con mi princesita - enfaticé. - Porque se sabe defender muy bien sola.
Madie soltó una risita y volvió a asentir. Después apoyó la cabeza en mi pecho.
- Su tío le regañó mucho. Yo no creo que Sean sea un maltratador. Fue una pelea justa y además yo gané - murmuró, con un punto de orgullo en la voz. Intenté bajárselo de una mirada, pero creo que no hizo mucho efecto.
- Aaron no reaccionó bien - concedí. - Pero liarse a golpes nunca es la solución. Así no se resuelven las cosas.
- Ya sé...
- Me alegro de que no le guardes rencor.
- Nah. Además vi que se sumó al equipo de Barie. Ahora está en tu club de fans, ¿no?
Sonreí y respondí que sí con la cabeza.
- ¿Y tú?
- ¿Yo? Tu club de fans lo fundé yo, papi - respondió, pícaramente. - Bueno, Ted, pero le robé la presidencia.
- Ya sabes lo que quiero decir. ¿Te sumaste al equipo de Baire? ¿Qué te parece la familia de Holly?
Madie se quedó callada, ya sin el más leve rastro de humor en su rostro.
- Cuando nunca has imaginado una cosa, te asustas mucho cuando pasa - me confesó. - Nunca pensé que te fueras a casar y mucho menos con una mujer con tantos hijos. Pero cada vez me voy haciendo más a la idea.
- Yo no he dicho que me vaya a casar - repliqué.
- Eres el único que no lo dice, papi - me informó. - Los demás ya lo tenemos bastante claro.
"Ni que fuera tan sencillo" resoplé, internamente. "Qué manera de simplificar las cosas. Recién están conociéndose entre ellos y ya nos quieren casar. Pero qué peligro tienen".
"Pues imagínate si al final os casáis y se alían para cualquier otra cosa" me respondí. "Ve preparando el escudo y la lanza, porque te vas a la guerra".
N.A.: La nota de autor de este capítulo va a ser muy larga. En primer lugar, quería disculparme con quienes leéis mis otras tonterías. Tengo que ponerme al día para actualizar TODO, es que con este calor no me dan las neuronas para ponerme a escribir.
Y ahora, momento publicitario.
Muchos de vosotros me habéis dicho en alguna ocasión que debería intentar publicar “profesionalmente” Once historias y un hermano. Por varios motivos, jamás me lo había planteado, y además estaba bastante segura de que este tipo de “libros” no tienen cabida en el mundo editorial, pero resulta que recientemente me han ofrecido subirla a una plataforma de pago.
Han sido días de darle vueltas a la cabeza y finalmente he conseguido llegar a una decisión (que es lo que más me cuesta en el mundo: decidir).
Quiero compartir con vosotros cómo ha sido todo, aunque igual os importa tanto y os parece tan interesante y relevante para vuestra vida como la reproducción de las amebas. Contactaron conmigo desde la plataforma “Dreame” (es una app del móvil y una web) y ya desde el nombre me pareció una bonita casualidad, ya que mi pseudónimo es Dream Girl desde hace muchos años.  Me ofrecieron dos tipos de contrato y uno de ellos implicaba borrar la historia de internet.
No quería eliminarla, porque empecé a escribirla por diversión, una diversión que se volvió compartida gracias a vosotros, que leéis y comentar cada capítulo. Y me parecía mal coger de golpe y decir “se siente, si queréis seguir leyendo ahora tenéis que meteros aquí y pagar por cada capítulo”.
Pero, si la eliminaba, me ofrecían más beneficios, por la exclusividad.
Así que tenía tres opciones: pasar del tema, aceptar con exclusividad y aceptar sin exclusividad.
Partamos de la base de que nadie se hace rico escribiendo, salvo que sea J.K. Rowling o Aidan Whitemore. Los ingresos de los escritores dejan bastante que desear y mucho más en plataformas online… Así que decidí no verlo como una oportunidad de hacer dinero, sino como una oportunidad de hacer lo que me gusta, solo que con la posibilidad de recibir un extra. Me convencí de que ganar más o ganar menos no era relevante, cuando tampoco estamos hablando de cantidades significativas.
Por lo tanto, VOY A CONSERVAR LA HISTORIA para que podáis leerla gratuitamente. Pero también va a estar subida a la plataforma de pago. Este es el link:
De momento, es de acceso gratuito, pero muy pronto (no sé cuánto tarden, quizás un mes) habrá que pagar para leer.
 Me interesa, sobre todo estos primeros días, tener visitas, likes, follows y comentarios en Dreame, para subir en ránkings y esas cosas. Me haríais un tremendo favor si os metéis.
¿Cómo pienso hacerlo para que alguien compre la historia cuando puede leerla gratis aquí? Pues muy sencillo. Cuando haya subido allí todos los capítulos que llevo aquí (son 108, puede llevarme un tiempo), empezaré a publicar primero en Dreame y luego, con algunos días o semanas de retraso, aquí. De manera que “los que pongan la plata” podrán leer antes. Y también haré que esas personas tengan cierta “participación”, añadiendo escenas que me pidan. Pero, como veis, con esta decisión que he tomado de no sacarla de las plataformas gratuitas, existe una probabilidad muy grande de que me coma un mojón y nadie lo lea en Dreame. Por eso de verdad me gustaría que subieran las visitas ahora que no cuesta nada *ojitos de Kurt*
Además, creo que los primeros capítulos no enganchan, porque mi forma de escribir ha cambiado y mejorado con los años.
La plataforma está en inglés, por el momento, y sé que estos para muchos es un problema. Pero siguiendo el link de antes, o buscando en https://www.dreame.com/#home “Once historias y un hermano”, creo que se puede encontrar fácil.  
Voy aprendiendo más sobre cómo funciona. Al parecer, se va a poder empezar a leer gratis, pero a partir de cierto capítulo habrá que pagar para desbloquear los siguientes. Sin embargo, se pueden conseguir monedas gratis por meterse cada día y por otra serie de acciones con “recompensa”. 
Abrazos y gracias por aguantar mis testamentos.


4 comentarios:

  1. Heyyyy enhorabuena por lo que nos estas compartiendo! Bien merecido lo tenes!!! Que alegría leerte!!! Y muchas gracias por pensar en nosotros también, claro que te estaremos apoyando y muero por reelerme todita la historia en dreame!!!!

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  2. Primero que todo "Mil Felicitaciones". Eres una maravillosa escritora, al leerte me siento sumergida en 11 historias y un hermano.
    Cuenta con migo para seguirte en dreame

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  3. Yo fui una de tantas personas que te halagaron por tu forma de escribir que me parecieron más profesional. FELICITACIONES!!! Y lo que más me alegra es tu reconocimiento a nosotros tus seguidores. Te vamos a apoyar para que tengas rating, pero no nos abandones please!!! Suerte, seguro vas a escribir muy bello y tendrás recompensa por haber dejado un lugar para nosotros
    Grace

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  4. Muchas felicidades de verdad, suerte en este nuevo proyecto, claro que te apoyaré si no es muy caro leer pues pagaremos para apoyarte, y también te agradezco y me alegra que no la quites de forma gratuita también

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