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miércoles, 10 de febrero de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 6

 

Nuevas reglas, nuevos castigos

 

Capítulo 6

 

Es jueves. Llego al colegio y me encuentro con Shaila y Martina, están hablando, parece que de una película, no tengo ni idea de cuál es pero parece algo aburrida, seguro que es un drama o, peor, una de esas románticas que les gustan tanto a las chicas.

Adrián: Hola, ¿de qué estáis hablando? ¿Alguna película?

Se me quedan mirando como sorprendidas.

Martina: De la novela.

Adrián: ¿Qué novela?

Shaila: ¿Cómo que qué novela? ¡La que teníamos que leer de lengua! Tenemos hoy el examen, ¿la has leído, verdad?

Mi cerebro no acaba de procesar sus palabras, ¿novela? ¿examen?, ¿de qué me habla? Mi cara habla por mi.

Martina: ¡No la has leído! Adrián, no puedes aprobar lengua si suspendes este examen, las lecturas de las dos novelas son obligatorias. Nos las dieron a principio de curso, hoy es el examen de la primera. ¿Es que no lo tienes anotado?

Siento cómo me ruborizo, ¿Martina me está regañando? Más o menos, eso parece.

Adrián: Pues no, no sé dónde lo apunté y me había olvidado por completo. Uf, no aprobé el primer trimestre y suspendí el parcial de este, creo que ya no puedo salvar la asignatura.

Shaila: ¿Y si intentamos resumirte la novela?

Adrián: No sé si servirá de mucho pero os lo agradezco.

Llega Nico. Entre los tres me explican el argumento, pero ni conozco los detalles ni seré capaz de retener tanta información.

Nico: ¿Y si te dejamos copiar el examen?

Martina: Yo me siento delante tuyo, puedo poner la hoja de respuestas a un lado para que lo veas.

Adrián: No sé si debes hacerlo, no quiero que acabes suspendiendo por mi culpa.

Martina: Lo intentamos, lo haré disimuladamente.

Adrián: Vale, gracias, pero no te arriesgues demasiado, si veo que nos van a pillar entregaré en blanco, no quiero causarte problemas.

El examen es a segunda hora, durante la primera clase estoy muy nervioso. Llega la profesora de lengua y nos preparamos para el examen. Nos da las hojas con las preguntas y las leo, puedo contestar un par de ellas pero muy superficialmente, yo solo no seré capaz de desarrollar ninguna. Martina deja una hoja a un lado, como casualmente, yo intento leerla pero no es fácil y los nervios no me ayudan. La profesora se da cuenta.

Profesora: Adrián, ¿qué haces?

Adrián: Na-nada, estoy pensando.

Profesora: Bien, pues sigue pensando en este sitio.

Me cambia a una mesa de la primera fila que está libre. No puedo escribir nada, no sé nada, ¡no he leído la estúpida novela! Le doy el examen, prácticamente en blanco, sólo han pasado quince minutos desde que nos lo ha dado. Cuando se lo entrego me pregunta, en voz baja porque los demás siguen haciendo el examen.

Profesora: Adrián, ¿has leído la novela?

Adrián: No.

Profesora: Ya sabes que eso significa que vas a suspender la asignatura. Tienes que leerla, deberás hacer un examen de recuperación de la novela y aprobarlo.

Adrián: Sí, vale.

Me siento otra vez en mi sitio y escondo la cabeza entre mis brazos, mi padre me va a matar, porque aunque no se lo diga, que no pienso hacerlo, en algún momento lo sabrá, no estará nada contento cuando vea que no he sido capaz de remontar esta asignatura.

Que larga se me ha hecho la espera hasta el descanso, estoy de mal humor y no me apetece volver a clase, y encima más tarde tengo clase de historia, ¡qué fastidio! No voy a aguantar al profesor, y con la manía que me tiene seguro que acabo con alguna falta de disciplina.

Adrián: Nico, paso de ir a las siguientes clases.

Nico: ¿Vas a hacer pellas?

Qué pregunta más tonta, le respondo en un tono irónico.

Adrián: No, solo voy a salir del colegio sin que nadie se dé cuenta.

Nico me mira y me rueda los ojos, creo que piensa que es una mala idea.

Adrián: Estaré de vuelta a la hora de comer, pero no puedo ir a clase de historia, seguro que meto la pata con el profesor. Últimamente me reprende constantemente, por cualquier cosa, y hoy acabaría por hablarle mal y con otra falta de disciplina.

Nico sonríe.

Nico: Peor te irá si te pillan escapando. Vamos, te sigo, yo tampoco tengo ganas de ir a clase.

En el patio hay una zona boscosa, no nos está permitido ir pero al lado hay una pista donde podemos jugar a básquet, vamos hacia allí como si estuviéramos paseando mientras charlamos, cuando llegamos al extremo de la pista nos aseguramos que ningún profesor esté mirando y nos metemos en la zona boscosa, aquí podemos saltar fácilmente la pared que cierra el recinto sin que nadie nos vea. No es la primera vez que hago pellas ni la primera que me escapo, las veces que me han pillado ha sido por faltar a primera hora, que es cuando los profesores anotan las ausencias, o cuando me he escondido sin salir del recinto escolar. Vamos a un parque cercano y pasamos allí las cuatro horas que faltan para la hora de comer. Volver a entrar en el colegio es más fácil, aprovechamos que es la hora de salida de los alumnos que no se quedan a comer y entramos sin llamar la atención, vamos a recoger nuestras cosas a la taquilla y nos dirigimos al comedor. Justo cuando vamos a sentarnos una de las encargadas nos hace un gesto.

Encargada: Adrián, Nico, el director quiere que vayáis a su despacho, ahora.

Mierda, ¿nos han pillado? ¿Cómo? ¿Alguien nos habrá visto salir? Llamamos a la puerta de dirección y entramos.

Director: Hola chicos, sentaos, por favor.

Nos sentamos mientras saludamos.

Director: Habéis faltado a clase las últimas cuatro horas sin justificación, ¿dónde estabais? No es posible que hayáis estado escondidos tanto tiempo sin llamar la atención, habéis salido del colegio, ¿cierto?

Ninguno se atreve a decir nada.

Director: ¿No pensáis hablar? Podemos estar aquí el rato que haga falta, pero cuánto más tardéis en hablar peores serán las consecuencias.

Decido confesar y asumir toda la responsabilidad, si no fuera por mí Nico no se habría escapado, no es el primer lío en el que le meto este curso, no quiero que le castiguen.

Adrián: Sí, hemos salido del colegio y hemos estado en el parque que hay al lado. Ha sido culpa mía señor, soy el único responsable, no castigue a Nico, por favor.

Director: ¿Has obligado a Nico a escapar?

Nico: No señor, yo he tomado la decisión de salir y saltarme las clases.

Director: Escapar es una falta grave que constará en vuestro expediente. Además vais a recuperar las cuatro horas que habéis faltado, y para eso los cuatro próximos días entraréis una hora antes por la mañana y cada día haréis la tarea de una de las clases que os habéis saltado. Me comunicaré con vuestros padres para avisarles de la fuga y del castigo.

No, no puede ser, ¿entrar una hora antes? ¡Eso significa que tendré que levantarme una hora antes! Y el enfado de mi padre será monumental.

Director: Adrián, me preocupa mucho tu actitud, hasta el curso pasado eras un alumno modélico, no tenías ninguna falta en el expediente, ni siquiera leve, y sacabas muy buenas notas. Hacías tus tareas, participabas en clase y ayudabas a los compañeros que tenían dificultades. Este curso has estado en mi despacho muchas veces ya, tienes un montón de faltas disciplinarias, ¿estás buscando que te expulse?

Adrián: No señor, lo siento, no volverá a pasar.

Director: Eso espero por tu bien. Ahora podéis ir al comedor.

Salimos del despacho, lo siento por Nico, es un buen amigo, y ahora por mi culpa él también tiene una falta grave en el expediente y los cuatro días de castigo.

Adrián: Joder, no salgo de una para meterme en otra, mi padre estará hipermolesto. Últimamente me pillan cada vez que hago una tontería.

Nico: ¿No será que últimamente haces muchas tonterías y muy seguidas? Mierda, mis padres también estarán cabreados, me va a caer una buena cuando llegue a casa.

Adrián: Nico, siento haberte arrastrado, por mi culpa tienes una falta grave.

Nico: No es culpa tuya, como le he dicho al director yo decidí escaparme. Podría haberme quedado e incluso haber intentado convencerte para que no escaparas, pero hice lo contrario, animarte y acompañarte.

Entramos al comedor y nos sirven la comida, ni Nico ni yo comemos mucho. El entrenamiento de tenis me ayuda a relajarme un poco, pero acaba demasiado pronto para mi gusto. Cuando llego a casa Natalia ya me espera.

Natalia: Hola Adrián, ¿cómo estás?

No sé qué responder, me limito a encogerme de hombros. Ella me echa una mirada entre compasiva y de ánimo.

Natalia: ¿Tienes hambre? ¿Quieres un zumo?

Adrián: No, gracias.

Natalia: Entonces ve a tu habitación. No puedes salir hasta que llegue tu padre.

Subo y me tumbo en la cama, mirando al techo. Soy incapaz de hacer nada mientras espero que mi padre llegue. Cuando entra me siento en la cama. Él se queda de pie, delante mío, mirándome.

Carlos: Hola.

Adrián: Hola papá, lo siento. ¿Estás muy enfadado?

Carlos: No, si te parece me ha alegrado mucho de que el director me haya llamado para decirme que mi hijo se ha escapado del colegio y ha faltado a cuatro clases. ¿Por qué Adrián?

Adrián: No me apetecía ir a clase de historia, el profesor me llama la atención constantemente y no quería contestarle mal y faltarle al respeto.

Bajo la cabeza y miro hacia el suelo, cuando sale de mi boca incluso a mi me parece una excusa muy pobre. Pero no me arrepiento, estaba de mal humor por haber olvidado leer la novela, aunque eso no se lo voy a contar a mi padre, y si hubiera ido a clase igualmente habría terminado con una falta de disciplina. No esperaba que nos pillaran, me pareció la opción menos arriesgada.

Carlos: ¿Esa es tu excusa? ¿Que no puedes comportarte y no faltarle al respeto a un profesor estando en clase? Tu obligación es ir a clase y estudiar, y debes tratar con respeto a tus profesores, si te llaman la atención es porque no estás atendiendo en clase ni te estás comportando como debes. No entiendo qué pasa contigo. ¿Cuánto tiempo piensas seguir así? Tu tutora quería hablar conmigo, ha ido a buscarte a clase para darte la nota y entonces se ha dado cuenta de que te habías escapado. Me han citado a una reunión el próximo miércoles con ella y con el director.

Ahora ya sé por qué nos han pillado.

Carlos: Ya sabes que los próximos cuatro días deberás estar en el colegio a las siete, eso significa que deberás levantarte a las seis, por lo tanto también te acostarás una hora antes. Y se han acabado las salidas, estás castigado hasta nuevo aviso, si quieres tener permiso para salir tengo que ver un cambio de actitud, no quiero más avisos del colegio de ningún tipo. Y ahora ya sabes lo que toca.

Adrián: No papá, ya me has castigado sin salir y recuperaré las clases con esa hora extra diaria.

Mi padre me coge de la mano y me levanta, se sienta en la cama, me desabrocha el pantalón y me lo baja por debajo de las rodillas, ya se ha dado cuenta de que hoy no pienso colaborar.

Adrián: No papá, ¡por favor! No quiero que me pegues, ¡te odio!

Carlos: Pues yo no, yo te quiero mucho. Serán cincuenta nalgadas Adrián, vamos, no lo hagas más difícil ni lo empeores.

Me tumba sobre sus rodillas y me empieza a acariciar la espalda.

Carlos: Adrián, dime por qué te voy a castigar.

No digo nada.

Carlos: Estaremos así el tiempo que sea necesario, hasta que me respondas. Debo asegurarme de que has entendido qué es lo que has hecho mal, pues no quiero que se repita.

Sigo callado, mi padre me sigue acariciando la espalda con suavidad. Pasan unos minutos, ¿de verdad no empezará hasta que hable? ¿Y si no hablo no me castigará? Me estoy poniendo nervioso, estar en esta posición esperando que empiece el castigo no es para nada agradable.

Adrián: Por escaparme del colegio y saltarme las clases.

Suspiro, ahora empezará con el castigo. Noto cómo me sujeta.

PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS

Muerdo con fuerza la almohada y aguanto las diez primeras sin quejarme.

PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, au, PLAS, PLAS, ai, au, PLAS snif

PLAS, PLAS, au papá, PLAS, PLAS, snif, PLAS, PLAS, ya, PLAS, PLAS, PLAS, para, PLAS, snif

Me baja el boxer, ya no aguanto, las lágrimas salen de mis ojos,

PLAS, snif, PLAS, PLAS, aiai, PLAS, au duele, PLAS, PLAS, ya papá, PLAS, PLAS, para, PLAS, por favor, PLAS, buaaa

PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, au, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, para buaaa, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, buaaa, buaaa

Sigo llorando un rato sobre sus rodillas mientras él me acaricia, me levanto y me visto. Mi padre también se levanta, me acerca a él y me abraza, intento separarme pero no me deja.

Adrián: Te odio, snif.

Carlos: Te quiero Adrián, mucho. Ya está hijo, ya está pequeño, ya pasó.

Me sigue abrazando y acariciando, yo estoy enfadado con él porque me ha castigado pero me gusta que me abrace y que me haga mimos. También me gusta que me esté hablando en susurros. Al final le abrazo.

Adrián: No te odio papá, no es verdad, pero no me gusta que me castigues, no vuelvas a hacerlo.

Noto como mi padre sonríe.

Carlos: Y a mi no me gusta que te portes mal, no vuelvas a saltarte las normas y no te castigaré. Tengo una idea, haremos un cartel con las reglas para colgar en la puerta, así lo verás cada vez que salgas de tu habitación y recordarás que debes respetarlas.

Estoy más tranquilo, me separo de él, me seca las lágrimas y me limpia la cara.

Carlos: Siéntate y coge un papel y un lápiz.

Adrián: ¿Tengo que sentarme?

Me da un beso en la frente y me sonríe.

Carlos: No, no es necesario.

Adrián: En ese caso prefiero seguir de pie. Me duele mucho, eres malo, ¿lo sabes?

Esa última parte ha sonado muy infantil, incluso creo que he puesto un puchero, noto como me ruborizo. Me doy la vuelta para que mi padre no me vea, voy al escritorio y cojo un papel y un lápiz como me ha pedido.

Carlos: Bien, escribe.

Y me dicta las normas.

1. Debo ser respetuoso.

2. Para salir debo pedir permiso, estar localizable con el móvil y volver a la hora indicada.

3. Debo asistir a todas las clases y a las extraescolares.

4. Debo hacer las tareas, estudiar y sacar buenas notas.

5. Debo tener buena actitud en el colegio.

6. Debo estar en la cama a las 22h y durmiendo a las 23h.

7. No puedo saltarme ningún castigo.

Después de escribir las normas en el papel mi padre va a buscar una cartulina y, entre los dos, hacemos un cartel que colgamos detrás de la puerta de mi habitación. Nos ha quedado muy chulo, lo hemos decorado, pero, sobre todo, me ha gustado pasar tiempo con mi padre haciéndolo. Al final de la cartulina queda espacio, mi padre ha querido dejarlo por si tiene que añadir nuevas reglas a la lista.

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