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domingo, 21 de marzo de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 16

 

Nuevas reglas, nuevos castigos

 

Capítulo 16

 

Mi grupo musical favorito lanzó la semana pasada un nuevo disco y esta tarde su discográfica ha organizado una firma con todos los miembros de la banda, en el centro comercial, para promocionarlo. Nico y yo queremos ir, sólo falta que Natalia me de permiso.

Adrián: Natalia, esta tarde después de la clase de alemán he quedado con Nico para ir al centro comercial a la firma de discos. ¿Puedo?

Natalia: Ayer cuando me marché no habías acabado el trabajo de literatura, ¿terminaste?

Adrián: No, pero me falta muy poco.

Natalia: En ese caso no puede ser, tienes que terminar el trabajo para  entregarlo mañana.

Adrián: Pero Natalia, ya he analizado los dos textos, sólo me queda escribir las conclusiones, que no me va a llevar más de quince minutos, e imprimir el trabajo. Porfa, déjame ir, saliendo de alemán, el centro comercial está al lado mismo de la academia, solo una hora.

Natalia: He dicho que no Adrián, las órdenes de tu padre fueron claras, el trabajo no está terminado y no hay salidas. Pudiste terminarlo ayer, te lo recordé y no lo hiciste.

Suelto un bufido. Tengo que insistir, pero sin enfadar a Natalia, quiero ir.

Adrián: Jo Natalia, siempre igual. Sabes de sobra que he terminado todas las demás tareas, anteayer estuve trabajando mucho y lo que me queda es nada. Porfa.

Natalia: Vamos, deja de insistir y desayuna.

Suelto otro bufido pero me callo y desayuno, no ganaré nada discutiendo con ella. Pero yo quiero ir, e iré. De camino al colegio voy pensando como puedo hacerlo, sin acabar con el trasero colorado, claro. ¡Tengo una idea!

Adrián: Hola Nico.

Nico: Hola Adrián, vaya cara te traes, ¿ya has discutido con Natalia?

Adrián: No me ha dado permiso para ir al centro comercial.

Nico: Jo tío, qué mal.

Adrián: Pero pienso ir, ¿a ti te va bien adelantarlo e ir saliendo del colegio?

Nico: A mí sí, hoy no tengo extraescolares, pero si no recuerdo mal tú tienes clase de alemán.

Adrián: Sí, precisamente, la academia está al lado del centro comercial, me saltaré la clase. El chofer me recogerá para llevarme a alemán pero en lugar de entrar iré al centro comercial y estaré de vuelta cuando vaya a buscarme.

Nico: Te van a pillar.

Adrián: No lo creo, solo debo vigilar que al chofer le parezca que voy y vuelvo de la academia.

Nico: Como quieras, por mí no hay problema, yo sí tengo permiso para ir. ¿Quedamos en la entrada?

Adrián: Perfecto.

Antes de entrar a clase busco a la profesora de matemáticas, le entrego la nota firmada por mi padre, me disculpo con ella por mi actitud de ayer y le agradezco que no me pusiera una falta de disciplina. Acepta mis disculpas y me pide que no se repita. El día pasa sin contratiempos.

Después de comer el chofer viene a buscarme para llevarme a la clase de alemán. Bajo del coche y me dirijo a la academia, cuando veo que se aleja me doy media vuelta y voy al centro comercial. Nico ya está en la puerta esperándome.

Nico: Hola, ¿todo bien?

Adrián: Sí, no se ha dado cuenta de que no he entrado, lo único que tengo que hacer es llegar a la academia cinco minutos antes de la hora y esperar en la puerta, ¡fácil!

Entramos en el centro comercial, enseguida encontramos la zona donde han organizado la firma. Compramos un disco cada uno y vamos a la cola para que nos lo firmen, por suerte no es muy larga, aún es pronto, seguramente más tarde habrá mucha más gente. Esperamos nuestra tanda, estoy muy emocionado, es la primera vez que veré a todo el grupo tan de cerca, ¡si incluso podré hablar con ellos!

Finalmente nos toca, nos acercamos y hablamos con ellos, son muy simpáticos y agradables, incluso nos dicen que podemos sacarnos una foto, ¡qué bien! Nos firman el disco y nos vamos.

Adrián: ¡Qué guay tío! Me muero de ganas de ir a un concierto suyo. Aún me quedan 20 minutos para regresar a la academia, ¿damos una vuelta?

Nico: Sí, claro.

Hay un montón de paradas de merchandising con pósters, camisetas, gorras, un poco de todo. Creo que me voy a comprar una camiseta, veo unas que son muy chulas, Nico y yo nos acercamos a verlas.

Nico: Mira, ésta roja es un pasote, me la compro.

Adrián: Pues a mí me gusta la azul, vamos a probárnoslas.

Estamos mirando las camisetas y charlando alegremente cuando oigo detrás de mí una voz que conozco muy bien, no puede ser.

Natalia: ¡Adrián!

Me doy la vuelta a cámara lenta, ¿Natalia? ¿Qué hace aquí? ¡Mierda!

Adrián: Ho-hola Natalia, ¿qué haces aquí?

Natalia: ¿Y tú? ¿No deberías estar en clase de alemán?

Me quedo mudo, me ha pillado, pero que mala suerte que tengo últimamente.

Natalia: Vamos, despídete de Nico.

Adrián: Bueno Nico, encantado de haberte conocido, has sido un buen amigo.

Nico se echa a reír y Natalia rueda los ojos.

Nico: Hasta mañana Adrián.

Natalia me coge por un hombro y me acompaña a la salida del centro comercial. Me pide que suba a su coche mientras llama al chofer para decirle que no es necesario que venga a buscarme.

Adrián: Lo siento Natalia, no se lo digas a mi padre, por favor.

Sólo me sale un hilo de voz que suena suplicante.

Natalia: ¿Ahora lo sientes? Hace un momento te has despedido de Nico bromeando.

Adrián: ¿Se lo vas a decir?

Natalia: ¿Que no has ido a la clase de alemán? o ¿Que nos has desobedecido, a él y a mí?

Adrián: Natalia, por favor, no le digas nada, mi padre me mata.

Natalia: Eso no creo que pase, has hecho cosas peores y veo que sigues vivo. Lo que es seguro es que acabarás con el trasero adolorido.

Cuando dice esto me ruborizo. ¿Por qué me habla así? Normalmente Natalia no es tan dura conmigo, y últimamente nos llevábamos bien, ayer mismo se ofreció para darle ella la nota a mi padre e intentar que no se enfadara tanto. Me callo el resto del trayecto. Cuando llegamos a casa me dice que vaya directamente a mi habitación.

Al rato oigo que llaman a la puerta, es María, me pregunta qué quiero para merendar. No tengo mucha hambre pero me convence de que tengo que comer, me preparará un zumo natural y un mini bocadillo, se lo agradezco.

Entra Natalia con el zumo y el bocadillo y me lo deja en la mesa.

Adrián: ¡Déjame en paz!

Natalia: ¿Por qué lo haces todo tan difícil?

Adrián: ¡Vete a la mierda!

Natalia: ¿Podemos hablar?

Adrián: No, no quiero hablar contigo, a menos que no te chives a mi padre.

Natalia suspira pero no se va y no se da por vencida.

Natalia: Vamos Adrián, sabes que debo contárselo. Y sabes que lo que has hecho no está bien. ¿Quieres saber por qué estaba en el centro comercial?

No le contesto aunque sí quiero saberlo porque no lo entiendo, ¿quizás me ha puesto un chip localizador sin que yo me enterara?

Natalia: Fui para comprarte el disco y que te lo firmaran, pensaba dártelo en cuanto terminaras el trabajo de literatura.

¿Qué? ¿Habla en serio?

Natalia: Pero menuda sorpresa me he llevado cuando te he visto allí, no me lo esperaba. Dime, ¿estas últimas semanas has respetado las reglas? o ¿te las has seguido saltando sin que nos diéramos cuenta? Pensaba que estabas cambiando pero quizás lo único que ha pasado es que has tenido suerte y no te hemos pillado. ¿De verdad podemos confiar en ti?

Me siento fatal, noto como se me llenan los ojos de lágrimas y empiezan a resbalar por mis mejillas.

Adrián: Me he estado portando bien, snif, de verdad. Sí que podéis confiar en mí, snif. Siento mucho haberos desobedecido, snif, y siento mucho como te he hablado hace un momento, ¿me perdonas?

Entra mi padre en la habitación.

Carlos: Hola, ¿qué pasa aquí?

Natalia: Adrián, creo que es mejor que se lo cuentes tú mismo.

Adrián: Se va a enfadar.

Carlos: ¿Por qué me voy a enfadar?

La voz de mi padre me ha sonado muy seca. Miro al suelo. Natalia me pone una mano sobre el hombro.

Natalia: Vamos, díselo.

Adrián: Me he saltado la clase de alemán para ir a una firma de discos en el centro comercial, para la cual no tenía permiso. Natalia me ha dicho esta mañana que no podía ir porque no había terminado el trabajo de literatura. Lo siento papá.

Me coge la barbilla y me levanta la cara para que le mire.

Carlos: Siempre lo sientes pero haces lo que te da la gana. ¿Cuántas normas te has saltado?

Adrián: Dos, la de no saltarme las clases y la de obedeceros. Bueno, tres, porque hace un momento he mandado a la mierda a Natalia.

Mi padre y Natalia me miran sorprendidos cuando pronuncio la última frase.

Natalia: Eso no pensaba decírselo, además ya te has disculpado.

Levanto los hombros.

Adrián: ¿Y qué más da? Me va a castigar de todas formas.

Natalia mira a mi padre.

Natalia: No se lo tengas en cuenta, ya se ha disculpado sinceramente por hacerlo, y lo ha confesado voluntariamente.

Mi padre suspira.

Carlos: Vale, pero no me gusta que te hable así. Acabemos con esto.

Se dirige a mi cama y se sienta. Natalia sale de la habitación.

Carlos: Ven. Serán 30 algo fuertes.

Me acerco a mi padre y me pongo en posición. Enseguida me acaricia la espalda y me habla suavemente.

Carlos: Adrián, si pensaras las cosas antes de hacerlas nos ahorraríamos bastantes situaciones como ésta. Sé que estás arrepentido, pero ¿no podías pensarlo antes y no saltarte las reglas?

Adrián: Lo intentaré papá.

Carlos: ¿Entiendes por qué te voy a castigar?

Adrián: Sí papá, por saltarme la clase de alemán y por desobedeceros. Y, aunque no me castigues por ello, siento mucho haber tratado mal a Natalia, me ha pillado porque quería darme el disco firmado como sorpresa en cuanto acabara el trabajo.

Deja de acariciarme y comienza con el castigo, cómo me ha dicho me pega más fuerte que otras veces. Uf, ¡duele!

PLAS, ¡au!, PLAS, PLAS, ai, duele mucho, PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, ai, PLAS, no tan fuerte, PLAS, papá, PLAS, snif

Intento no llorar pero duele mucho. Mi padre se detiene para bajarme el bóxer y sigue con el castigo.

PLAS, PLAS, ai, snif, PLAS, PLAS, no más, PLAS, ai, PLAS, PLAS, au, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, ai, buaaa,

PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, au, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, buaaa

Estoy llorando, me duele, seguro que tengo el trasero completamente rojo. Mi padre me acaricia y me habla en susurros.

Carlos: Shh, ya pasó cariño, ya, tranquilo. Vamos campeón, ya no llores.

Me voy calmando mientras me sigue acariciando.

Adrián: Papá, snif, ¿sabes que acabo de batir otro récord?

Carlos: ¿Qué?

Adrián: Me castigaste ayer, snif, y me has castigado hoy, snif, aún no me habías castigado dos días seguidos.

Carlos: Pues espero que el próximo récord que batas sea el de días seguidos portándote bien y sin castigos.

Me levanto, me visto y me froto el trasero. Mi padre también se levanta y me abraza, muy fuerte.

Carlos: Te quiero, te quiero mucho Adrián. No lo vuelvas a hacer, ¿vale?

Adrián: Lo intentaré.

Estamos un rato abrazados. Mi padre me separa y me pasa la mano por los ojos para quitarme las lágrimas.

Carlos: Ahora quiero que acabes el trabajo de literatura. Ayer, antes de jugar a la consola, me dijiste que solo te quedaba escribir las conclusiones, ¿por qué no lo hiciste? Tuviste tiempo.

Adrián: No sé, pensé que ya lo haría hoy.

Carlos: ¿Sabes que si lo hubieras hecho Natalia te habría dado permiso para ir al centro comercial?

Adrián: Sí, lo sé. Soy tonto, porque ayer ya sabía que hoy había la firma de discos, pero no me apetecía hacerlo, y cuando Natalia estuvo revisando mis tareas me dijo que lo teminara, y le dije que ya lo haría.

Carlos: No eres tonto, al contrario, solo que últimamente estás un poco vago. Vamos, termínalo, y me lo enseñas cuando estés.

Adrián: Sí papá.

Acabo el trabajo y los deberes, y repaso para el examen.

Aún me duele un poco ... pero tengo el disco firmado, he hablado con los componentes de la banda y Nico y yo nos hemos sacado una foto con ellos, supongo que ha merecido la pena ¡qué guay!

 

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