Nuevas
reglas, nuevos castigos
Capítulo
16
Mi
grupo musical favorito lanzó la semana pasada un nuevo disco y esta tarde su
discográfica ha organizado una firma con todos los miembros de la banda, en el
centro comercial, para promocionarlo. Nico y yo queremos ir, sólo falta que
Natalia me de permiso.
Adrián:
Natalia, esta tarde después de la clase
de alemán he quedado con Nico para ir al centro comercial a la firma de discos.
¿Puedo?
Natalia:
Ayer cuando me marché no habías acabado
el trabajo de literatura, ¿terminaste?
Adrián:
No, pero me falta muy poco.
Natalia:
En ese caso no puede ser, tienes que
terminar el trabajo para entregarlo
mañana.
Adrián:
Pero Natalia, ya he analizado los dos
textos, sólo me queda escribir las conclusiones, que no me va a llevar más de
quince minutos, e imprimir el trabajo. Porfa, déjame ir, saliendo de alemán, el
centro comercial está al lado mismo de la academia, solo una hora.
Natalia:
He dicho que no Adrián, las órdenes de tu
padre fueron claras, el trabajo no está terminado y no hay salidas. Pudiste
terminarlo ayer, te lo recordé y no lo hiciste.
Suelto
un bufido. Tengo que insistir, pero sin enfadar a Natalia, quiero ir.
Adrián:
Jo Natalia, siempre igual. Sabes de sobra
que he terminado todas las demás tareas, anteayer estuve trabajando mucho y lo
que me queda es nada. Porfa.
Natalia:
Vamos, deja de insistir y desayuna.
Suelto
otro bufido pero me callo y desayuno, no ganaré nada discutiendo con ella. Pero
yo quiero ir, e iré. De camino al colegio voy pensando como puedo hacerlo, sin
acabar con el trasero colorado, claro. ¡Tengo una idea!
Nico: Hola Adrián, vaya cara te traes, ¿ya has
discutido con Natalia?
Adrián:
No me ha dado permiso para ir al centro
comercial.
Adrián:
Pero pienso ir, ¿a ti te va bien
adelantarlo e ir saliendo del colegio?
Nico:
A mí sí, hoy no tengo extraescolares,
pero si no recuerdo mal tú tienes clase de alemán.
Adrián:
Sí, precisamente, la academia está al
lado del centro comercial, me saltaré la clase. El chofer me recogerá para
llevarme a alemán pero en lugar de entrar iré al centro comercial y estaré de
vuelta cuando vaya a buscarme.
Adrián: No lo creo, solo debo vigilar que al chofer
le parezca que voy y vuelvo de la academia.
Nico:
Como quieras, por mí no hay problema, yo
sí tengo permiso para ir. ¿Quedamos en la entrada?
Antes
de entrar a clase busco a la profesora de matemáticas, le entrego la nota
firmada por mi padre, me disculpo con ella por mi actitud de ayer y le
agradezco que no me pusiera una falta de disciplina. Acepta mis disculpas y me
pide que no se repita. El día pasa sin contratiempos.
Después
de comer el chofer viene a buscarme para llevarme a la clase de alemán. Bajo
del coche y me dirijo a la academia, cuando veo que se aleja me doy media
vuelta y voy al centro comercial. Nico ya está en la puerta esperándome.
Adrián:
Sí, no se ha dado cuenta de que no he
entrado, lo único que tengo que hacer es llegar a la academia cinco minutos
antes de la hora y esperar en la puerta, ¡fácil!
Entramos
en el centro comercial, enseguida encontramos la zona donde han organizado la
firma. Compramos un disco cada uno y vamos a la cola para que nos lo firmen,
por suerte no es muy larga, aún es pronto, seguramente más tarde habrá mucha
más gente. Esperamos nuestra tanda, estoy muy emocionado, es la primera vez que
veré a todo el grupo tan de cerca, ¡si incluso podré hablar con ellos!
Finalmente
nos toca, nos acercamos y hablamos con ellos, son muy simpáticos y agradables,
incluso nos dicen que podemos sacarnos una foto, ¡qué bien! Nos firman el disco
y nos vamos.
Adrián:
¡Qué guay tío! Me muero de ganas de ir a
un concierto suyo. Aún me quedan 20 minutos para regresar a la academia, ¿damos
una vuelta?
Hay
un montón de paradas de merchandising con pósters, camisetas, gorras, un poco
de todo. Creo que me voy a comprar una camiseta, veo unas que son muy chulas,
Nico y yo nos acercamos a verlas.
Nico:
Mira, ésta roja es un pasote, me la
compro.
Adrián:
Pues a mí me gusta la azul, vamos a
probárnoslas.
Estamos
mirando las camisetas y charlando alegremente cuando oigo detrás de mí una voz
que conozco muy bien, no puede ser.
Me
doy la vuelta a cámara lenta, ¿Natalia? ¿Qué hace aquí? ¡Mierda!
Adrián:
Ho-hola Natalia, ¿qué haces aquí?
Natalia:
¿Y tú? ¿No deberías estar en clase de
alemán?
Me
quedo mudo, me ha pillado, pero que mala suerte que tengo últimamente.
Natalia:
Vamos, despídete de Nico.
Adrián:
Bueno Nico, encantado de haberte
conocido, has sido un buen amigo.
Nico
se echa a reír y Natalia rueda los ojos.
Natalia
me coge por un hombro y me acompaña a la salida del centro comercial. Me pide
que suba a su coche mientras llama al chofer para decirle que no es necesario
que venga a buscarme.
Adrián:
Lo siento Natalia, no se lo digas a mi
padre, por favor.
Sólo
me sale un hilo de voz que suena suplicante.
Natalia:
¿Ahora lo sientes? Hace un momento te has
despedido de Nico bromeando.
Natalia:
¿Que no has ido a la clase de alemán? o
¿Que nos has desobedecido, a él y a mí?
Adrián:
Natalia, por favor, no le digas nada, mi
padre me mata.
Natalia:
Eso no creo que pase, has hecho cosas
peores y veo que sigues vivo. Lo que es seguro es que acabarás con el trasero
adolorido.
Cuando
dice esto me ruborizo. ¿Por qué me habla así? Normalmente Natalia no es tan
dura conmigo, y últimamente nos llevábamos bien, ayer mismo se ofreció para
darle ella la nota a mi padre e intentar que no se enfadara tanto. Me callo el
resto del trayecto. Cuando llegamos a casa me dice que vaya directamente a mi
habitación.
Al
rato oigo que llaman a la puerta, es María, me pregunta qué quiero para
merendar. No tengo mucha hambre pero me convence de que tengo que comer, me
preparará un zumo natural y un mini bocadillo, se lo agradezco.
Entra
Natalia con el zumo y el bocadillo y me lo deja en la mesa.
Natalia:
¿Por qué lo haces todo tan difícil?
Adrián:
No, no quiero hablar contigo, a menos que
no te chives a mi padre.
Natalia
suspira pero no se va y no se da por vencida.
Natalia:
Vamos Adrián, sabes que debo contárselo.
Y sabes que lo que has hecho no está bien. ¿Quieres saber por qué estaba en el
centro comercial?
No
le contesto aunque sí quiero saberlo porque no lo entiendo, ¿quizás me ha
puesto un chip localizador sin que yo me enterara?
Natalia:
Fui para comprarte el disco y que te lo
firmaran, pensaba dártelo en cuanto terminaras el trabajo de literatura.
Natalia:
Pero menuda sorpresa me he llevado cuando
te he visto allí, no me lo esperaba. Dime, ¿estas últimas semanas has respetado
las reglas? o ¿te las has seguido saltando sin que nos diéramos cuenta? Pensaba
que estabas cambiando pero quizás lo único que ha pasado es que has tenido suerte
y no te hemos pillado. ¿De verdad podemos confiar en ti?
Me
siento fatal, noto como se me llenan los ojos de lágrimas y empiezan a resbalar
por mis mejillas.
Adrián:
Me he estado portando bien, snif, de
verdad. Sí que podéis confiar en mí, snif. Siento mucho haberos desobedecido,
snif, y siento mucho como te he hablado hace un momento, ¿me perdonas?
Entra
mi padre en la habitación.
Natalia:
Adrián, creo que es mejor que se lo
cuentes tú mismo.
Carlos:
¿Por qué me voy a enfadar?
La
voz de mi padre me ha sonado muy seca. Miro al suelo. Natalia me pone una mano
sobre el hombro.
Adrián:
Me he saltado la clase de alemán para ir
a una firma de discos en el centro comercial, para la cual no tenía permiso.
Natalia me ha dicho esta mañana que no podía ir porque no había terminado el
trabajo de literatura. Lo siento papá.
Me
coge la barbilla y me levanta la cara para que le mire.
Carlos:
Siempre lo sientes pero haces lo que te
da la gana. ¿Cuántas normas te has saltado?
Adrián:
Dos, la de no saltarme las clases y la de
obedeceros. Bueno, tres, porque hace un momento he mandado a la mierda a
Natalia.
Mi
padre y Natalia me miran sorprendidos cuando pronuncio la última frase.
Natalia:
Eso no pensaba decírselo, además ya te
has disculpado.
Adrián:
¿Y qué más da? Me va a castigar de todas
formas.
Natalia:
No se lo tengas en cuenta, ya se ha
disculpado sinceramente por hacerlo, y lo ha confesado voluntariamente.
Carlos:
Vale, pero no me gusta que te hable así.
Acabemos con esto.
Se
dirige a mi cama y se sienta. Natalia sale de la habitación.
Carlos:
Ven. Serán 30 algo fuertes.
Me
acerco a mi padre y me pongo en posición. Enseguida me acaricia la espalda y me
habla suavemente.
Carlos:
Adrián, si pensaras las cosas antes de
hacerlas nos ahorraríamos bastantes situaciones como ésta. Sé que estás
arrepentido, pero ¿no podías pensarlo antes y no saltarte las reglas?
Carlos:
¿Entiendes por qué te voy a castigar?
Adrián:
Sí papá, por saltarme la clase de alemán
y por desobedeceros. Y, aunque no me castigues por ello, siento mucho haber
tratado mal a Natalia, me ha pillado porque quería darme el disco firmado como
sorpresa en cuanto acabara el trabajo.
Deja
de acariciarme y comienza con el castigo, cómo me ha dicho me pega más fuerte
que otras veces. Uf, ¡duele!
PLAS,
¡au!, PLAS, PLAS, ai, duele mucho, PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, ai, PLAS, no tan fuerte,
PLAS, papá, PLAS, snif
Intento
no llorar pero duele mucho. Mi padre se detiene para bajarme el bóxer y sigue
con el castigo.
PLAS,
PLAS, ai, snif, PLAS, PLAS, no más, PLAS, ai, PLAS, PLAS, au, PLAS,
buaaa, PLAS, PLAS, ai, buaaa,
PLAS,
buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, au, PLAS, buaaa, PLAS,
PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, buaaa
Estoy
llorando, me duele, seguro que tengo el trasero completamente rojo. Mi padre me
acaricia y me habla en susurros.
Carlos:
Shh, ya pasó cariño, ya, tranquilo. Vamos
campeón, ya no llores.
Me
voy calmando mientras me sigue acariciando.
Adrián:
Papá, snif, ¿sabes que acabo de batir
otro récord?
Adrián:
Me castigaste ayer, snif, y me has
castigado hoy, snif, aún no me habías castigado dos días seguidos.
Carlos:
Pues espero que el próximo récord que
batas sea el de días seguidos portándote bien y sin castigos.
Me
levanto, me visto y me froto el trasero. Mi padre también se levanta y me
abraza, muy fuerte.
Carlos:
Te quiero, te quiero mucho Adrián. No lo
vuelvas a hacer, ¿vale?
Estamos
un rato abrazados. Mi padre me separa y me pasa la mano por los ojos para
quitarme las lágrimas.
Carlos:
Ahora quiero que acabes el trabajo de
literatura. Ayer, antes de jugar a la consola, me dijiste que solo te quedaba
escribir las conclusiones, ¿por qué no lo hiciste? Tuviste tiempo.
Adrián:
No sé, pensé que ya lo haría hoy.
Carlos:
¿Sabes que si lo hubieras hecho Natalia
te habría dado permiso para ir al centro comercial?
Adrián:
Sí, lo sé. Soy tonto, porque ayer ya
sabía que hoy había la firma de discos, pero no me apetecía hacerlo, y cuando
Natalia estuvo revisando mis tareas me dijo que lo teminara, y le dije que ya
lo haría.
Carlos:
No eres tonto, al contrario, solo que
últimamente estás un poco vago. Vamos, termínalo, y me lo enseñas cuando estés.
Acabo
el trabajo y los deberes, y repaso para el examen.
Aún
me duele un poco ... pero tengo el disco firmado, he hablado con los
componentes de la banda y Nico y yo nos hemos sacado una foto con ellos,
supongo que ha merecido la pena ¡qué guay!
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