Nuevas
reglas, nuevos castigos
Capítulo
12
El
martes por la mañana, antes de ir al colegio, mi padre se despide de mí, me
recuerda todas las reglas, ¡papá, que las tengo colgadas en la puerta de mi
habitación!, me repite mil veces que me porte bien en el colegio, y en casa con
María y Rafa, y, sobretodo, que los trate bien, los obedezca y no les falte al
respeto, ¡qué pesado! Después de darme un fuerte abrazo me voy al colegio con
el chofer, y él y Natalia se van al aeropuerto.
Esta
semana voy a estar muy ocupado organizando mi fiesta de cumpleaños para el
viernes, he hecho una lista de todo lo que tengo que hacer para no olvidarme de
nada, en algunas cosas mis amigos me van a ayudar. Quien se va a ocupar de mí
la mayor parte del tiempo es María, con ella tengo buena relación, es ella
quien me controlará los horarios y decidirá sobre los permisos para salir,
aunque pienso pasar la mayor parte del tiempo en casa. La principal tarea de
Rafa, el chofer, será encargarse de la seguridad de la casa, eso lo hace
normalmente mi padre, y de llevarme y buscarme al colegio y a mis actividades
extraescolares. Pero no tendré ni a Natalia ni a mi padre todo el día encima de
mí por lo que tendré bastante libertad, mi padre me llamará cada tarde, pero
por teléfono no me puede controlar.
Mi
casa es muy grande, la fiesta la daré en mi habitación, es una habitación de
casi 25 m2, con un baño con vestidor anexo. Tengo una cama grande,
un gran escritorio con estanterías y un par de sillas ocupando una pared, una
zona con un sofá frente a una mesita con una tele, y un piano que era de mi
madre. Voy a mover el sofá para que no esté en el medio y haya más espacio para
bailar, lo moveré el viernes por la tarde para que María no se dé cuenta, y el
escritorio lo utilizaré para poner la comida y las bebidas.
Ya
he hecho la lista de invitados, contándome a mí seremos diez, me hubiera
gustado que fuéramos más pero también sería más arriesgado. Nico pasará la
tarde en casa conmigo, María me habrá dado permiso, y le diré a Rafa que estará
hasta las nueve y media, para que no active las alarmas hasta que todos se
hayan ido. Mis amigos entrarán y saldrán por la puerta trasera del jardín,
dejaré abierta esta puerta y la de la casa, y Nico los guiará mientras yo
distraigo a Rafa.
Nico
y Héctor se encargan de la selección de música, tengo unos buenos altavoces en
mi habitación, y compraré unas luces de colores, ya las tengo escogidas, para
poder apagar la luz y que sea como una discoteca. Para las compras no hay
problema, mi padre me ingresa la mesada en una cuenta desde dónde puedo realizar
compras por internet o pagando con el móvil. No suelo comprar muchas cosas pero
alguna vez lo he hecho, y ni a María ni a Rafa les sorprenderá si llega un
paquete a mi nombre.
Para
comer, Martina y Shaila encargarán bocadillos y canapés en una tienda que preparan
comida para fiestas, para el viernes por la tarde, y yo compraré las bebidas en
un supermecado que hacen entregas a domicilio. Nico me ayudará a subirlo a mi
habitación.
De
camino al colegio voy pensando en todo esto.
Nico:
Hola Adrián, ¿ya ha empezado tu semana de
libertad?
Nico:
¿Sigue en pie la fiesta? ¿Estás seguro de
que quieres hacerlo?
Adrián:
Sí, claro, lo tengo todo planeado. Hoy
mismo me pongo a ello.
En
clase me porto mejor que nunca, no quiero que mi padre reciba ningún aviso y de
alguna manera me fastidie la fiesta. Esta semana y la próxima hay
recuperaciones por lo que no nos ponen muchos deberes. Por la tarde voy a tenis
y vuelvo a casa, María ya me espera.
María:
Hola Adrián, ¿qué tal tu día?
Meriendo
y charlo un rato con ella, me recuerda que aunque mi padre no esté debo
respetar los horarios. Me voy a mi habitación, tengo que acabar de preparar las
recuperaciones, esta semana tendré que trabajar mucho por las tardes, bueno,
eso es lo que le digo a María. Me sabe mal mentirle pues ella siempre es muy
buena conmigo, pero es por una buena causa.
Conecto
el ordenador para comprar las luces, son como unos focos que van con baterías
que duran unas diez horas y se controlan con un mando a distancia, las estoy
mirando en una tienda que vende online todo tipo de cosas para fiestas y veo
algo que me da una idea, será una sorpresa para mis amigos. Pago y me envían el
correo de confirmación, el paquete llegará pasado mañana por la mañana, después
avisaré a María.
Hago
algunas averiguaciones antes de entrar en el supermercado online para comprar
las bebidas, hago una lista con todo lo que necesito y hago el pedido para el
viernes por la tarde, lo traerán hacia las cinco y media, me enviarán un mensaje
al móvil cuando vayan a traerlo.
Hablo
con Martina, ella y Shaila están encargando la comida, me da las indicaciones
para hacer el pago a través de la aplicación del móvil, y cuadro con ella para
que lo traigan el viernes a la misma hora que llegará el pedido del
supermercado, también me mandarán un mensaje al móvil. Ya está, todo arreglado.
Me
llama mi padre, hablo un rato con él y le explico mi día, normal y aburrido, me
dice que mañana me llamará hacia las seis.
Hago
los deberes que tengo para mañana y voy a cenar. María ya ha parado la mesa y
me sirve la cena. Después me voy a mi habitación, estoy algo nervioso y me
cuesta conciliar el sueño.
María:
Feliz cumpleaños Adrián, hora de
levantarse.
Adrián:
Gracias María, buenos días.
Me
doy la vuelta, no quiero enfadar a María. Me levanto, me ducho y bajo a
desayunar. Encima de la mesa hay un paquete envuelto con un sobre con mi
nombre. Lo abro, es de mi padre, le dejó mi regalo de cumpleaños a María para
que me lo diera. Abro el paquete, es el videojuego que le pedí.
María:
Vaya, veo que te ha gustado.
Adrián:
Sí, mucho. Es el videojuego que le pedí,
no esperaba que me lo diera hasta el sábado. ¡Qué bien!
Suena
mi móvil, es mi padre, me desea feliz cumpleaños y le doy las gracias por el
regalo.
Adrián:
Papá, ¿el viernes por la tarde puedo
invitar a Nico a casa para jugar con el videojuego? Y, si le dan permiso,
¿puede quedarse a cenar?
Carlos:
Claro, no hay problema.
Me
dice que volverá a llamarme por la tarde y cuelga. Le digo a María que mi padre
me ha dado permiso para que Nico venga el viernes por la tarde, ¡no me esperaba
que fuera tan fácil!
En
el colegio mis amigos me felicitan por mi cumpleaños. El día pasa bien, sin
ningún contratiempo, hablo de nuevo con mi padre por la tarde.
El
jueves por la mañana llega el paquete que pedí hace dos días, María lo recibe y
me lo deja en mi habitación. Por la tarde estudio historia, no me la puedo
jugar con el examen.
El
viernes por la mañana María me recuerda que ella no estará por la tarde y me
indica dónde me dejará preparada la cena para que la caliente, la preparará
para mí y para Nico, pues tiene permiso hasta las nueve y media para estar
conmigo y cenará aquí. Le doy las gracias.
María:
¿Seguro que vas a estar bien? Si quieres
puedo venir.
Adrián:
Gracias María, estaré bien. No estaré
solo y si necesito cualquier cosa estará Rafa.
María:
Bien, de acuerdo, pues entonces hasta el
domingo.
El
examen de historia me sale muy bien, lo apruebo seguro, y con buena nota.
Después de la clase de piano Rafa me lleva a casa.
Adrián:
Rafa, Nico vendrá en media hora y estará
toda la tarde conmigo, seguramente pasaremos la mayor parte del tiempo en mi habitación,
jugando al videojuego que me regaló mi padre, pero bajaremos al comedor para
merendar y cenar.
Rafa:
Sin problema, si necesitáis cualquier
cosa sólo tienes que decírmelo. Avísame cuando se vaya para activar las alarmas
y las cámaras de la casa.
Nico
llega puntual, Rafa le abre la puerta principal del jardín y la de la casa, me
las arreglo para que no pueda cerrarse. Vamos al comedor donde charlamos unos
minutos y salimos al jardín, abro la puerta trasera y la dejo de manera que
quede ajustada pero que no cierre. Esperamos hasta que llegan los mensajes de
la comida y el supermercado y esperamos las entregas, pedí que las realizaran
por la puerta trasera. Ponemos los refrescos en la nevera, y el hielo en el
congelador.
Adrián:
Sí, es una sorpresa, tengo todo lo
necesario para preparar sangría.
Nico:
¿Qué? ¿En serio? ¡Fenomenal!
Subimos
todo lo demás a mi habitación. Tapo el piano con una colcha, no quiero que le
pase nada, movemos el sofá e instalamos las luces, Nico abre en el ordenador la
lista de canciones que él y Héctor han seleccionado. Ponemos en el escritorio
los vasos, las servilletas y la comida, y preparo un cubo para el hielo y las
bebidas. Le enseño a Nico una dispensador de bebidas de cristal con grifo que
compré para la sangría, mezclamos el vino, gaseosa y zumo de naranja y ponemos
fruta cortada y azúcar, busqué en internet cómo prepararla, sólo falta el hielo
que pondremos en un rato. Quito el cartel con las normas que tengo detrás de la
puerta y lo guardo en un armario, no quiero que mis amigos lo vean, me da algo
de vergüenza.
Mis
amigos llegarán en media hora. Suena el teléfono, es mi padre, contesto. Me
pregunta por el examen de historia y charlo un rato con él, le digo que estoy con
Nico jugando al nuevo videojuego, entiende que tengo más ganas de jugar que de
hablar y se despide hasta mañana.
Vamos
a buscar el hielo y las bebidas, ya está todo listo.
Hacemos
como que brindamos y la probamos. Es la primera vez en mi vida que bebo
alcohol, me gusta la mezcla, es algo dulce pero con un sabor de fondo raro,
debe de ser el vino, no está mal.
Es
casi la hora, Nico va a esperar a los invitados y yo a distraer a Rafa. Le
gustan mucho las películas de animación, en especial las de superhéroes, le
explico que Nico y yo queremos ver una que salió hace poco pero no sabemos si
hay alguna previa que tengamos que ver o si nos aconseja otra. Así que le
entretengo hasta que calculo que ya habrán entrado, le doy las gracias y me
voy. Cuando entro, mis amigos ya están en mi habitación.
Todos:
¡Feliz cumpleaños Adrián!
Entre
todos me han comprado unos mandos que son geniales para mi nuevo videojuego y
un conjunto de ropa, me encanta esta sorpresa, ¡no me lo esperaba!
Les
muestro la comida y la bebida, enciendo los focos de colores, apago la luz y
pongo la música, ¡empieza la fiesta! Con Nico tomamos otro vaso de sangría,
algunos más se animan a probarla pero la mayoría prefieren los refrescos.
Shaila:
Adrián, Nico, ¿sangría con alcohol?
¿Pensáis que es una buena idea?
Me
molesta un poco el comentario de Shaila, ella no es muy atrevida y muchas veces
duda de mis ideas, con comentarios como éste se parece a Natalia y a mi padre.
Adrián:
Jo Shaila, ¿siempre tienes que ser la voz
de la conciencia? Vamos, diviértete un rato.
Martina:
Que chulo Adrián, me encantan estos
focos, ¿bailamos?
Estamos
un rato bailando, me entra sed y me sirvo otro vaso de sangría. Estoy
supercontento, me lo estoy pasando muy bien, me siento desinhibido, puedo
hablar con Martina sin cortarme. Como un bocadillo pero no tengo demasiado
apetito. Todos están bailando y riendo, se ve que se están divirtiendo, suena
una canción lenta, le pido a Martina que baile conmigo y acepta, estamos muy
juntos.
Adrián:
¿Quieres tomar algo Martina? Voy a por
bebida.
Me
está gustando la sangría, me sirvo un vaso para mí y otro para Martina, se lo
llevo. Tomo un sorbo del mío mientras le ofrezco el otro vaso.
Martina:
¿Es sangría? Yo prefiero no tomar
alcohol, y creo que tú tampoco deberías beber más.
Me
enfada el comentario y voy a contestarle mal pero alguien enciende la luz,
¿quién ha sido? Miro hacia el interruptor que hay al lado de la puerta y veo a
mi padre, voy hacia él, en ese momento alguien apaga la música. Todos se quedan
callados, mirándonos a mí y a mi padre.
Adrián:
Hola papá, ¿quieres tomar algo?
Le
ofrezco el vaso de sangría que Martina ha rechazado.
Carlos:
¿Qué se supone que es esto, Adrián?
Adrián:
Sangría, pruébala está muy buena.
Arruga
la frente, coge el vaso pero no bebe.
Carlos:
¡Todos fuera! ¡Se acabó la fiesta!
Natalia, acompáñalos por favor.
Adrián: Pero papá, ¿por qué? Nos estábamos
divirtiendo.
Se
pone los dedos encima del puente de la nariz, cierra los ojos y respira hondo,
como si intentara tranquilizarse. Martina se me acerca, pone una mano sobre mi
hombro y me habla al oído.
Martina:
Hazle caso, está enfadado, ¿recuerdas que
tu padre no te dió permiso para celebrar esta fiesta?
Adrián:
Papá, ¿de verdad estás enfadado? ¿Por
qué? No estábamos haciendo nada malo, sólo hemos puesto música y estábamos
bailando.
Mis
amigos van saliendo de la habitación, mi padre no dice nada, yo estoy frente a
él, no me muevo, no entiendo por qué los ha echado. Al rato vuelve Natalia.
Natalia:
Ya están fuera. Rafa ha comprobado todas
las puertas, la trasera del jardín también estaba abierta, ahora ya las ha
cerrado y ha activado las alarmas y las cámaras. No parece que haya entrado
nadie más que los amigos de Adrián. Rafa cree que han entrado con Nico mientras
Adrián le distraía hablando con él.
Carlos:
Adrián, me pediste dar una fiesta en casa
y te dije expresamente que no, y has aprovechado que yo no estaba para hacerla,
aunque no esperabas que adelantara el vuelo porque quería estar contigo y darte
una sorpresa. Pero, ¡la sorpresa me la he llevado yo!
Lo
miro, no digo nada, no sé qué quiere que diga. Mi padre huele el vaso que tiene
en la mano.
Carlos:
¡Y esto lleva alcohol! ¡Alcohol! Adrián,
tienes 15 años, te faltan tres años para tener la edad legal para comprar y
beber alcohol. ¿Cuánto has bebido?
Adrián:
¿No te gusta la sangría? Pruébala, la he
preparado yo, está buena.
Adrián:
No sé, creo que cuatro vasos.
Hace
un rato que noto que la cabeza ha empezado a darme vueltas y ahora se me está
revolviendo el estómago. Me estoy mareando.
Carlos:
Quiero que ahora mismo recojas todo esto
y cuando termines te metas en la cama y duermas, ya hablaremos mañana.
Me
quedo quieto, no puedo moverme, todo da vueltas, cierro los ojos, si me muevo
caeré.
Carlos:
Adrián, estás blanco, ¿te encuentras
bien?
Natalia:
Es por el alcohol, ¿vas a vomitar?
Asiento
con la cabeza. Natalia me coge por los hombros y me dirige al baño, llego justo
para vomitar. Me encuentro mal, estoy muy mareado y tengo el estómago
completamente revuelto, devuelvo varias veces, hasta que mi estómago queda
vacío. No me gusta vomitar, me siento mal y empiezo a llorar. Natalia se queda
todo el rato conmigo, sujetándome la cabeza. Con una toalla mojada me va
frotando la nuca y la cara.
Natalia:
Shh, ya Adrián, tranquilo. Ya pasa, no
llores cariño. Shh, tranquilo, no es nada. Te sentirás mejor en un rato, ya
verás.
Cuando
termino sale del baño y vuelve con un vaso, lo llena de agua y me lo da.
Lo
hago, varias veces, después me ofrece otro vaso lleno de agua y me dice que lo
beba poco a poco. Me siento un poco mejor pero aún me da vueltas la cabeza y
sigo con el estómago revuelto. Natalia me acompaña de nuevo a mi habitación, mi
padre ya no está. Me ayuda a quitarme la ropa, a ponerme el pijama y a meterme
en la cama.
Natalia:
Duérmete, mañana tendrás resaca.
Me
arropa, se sienta a mi lado y se queda conmigo, acariciándome la cabeza, hasta
que me quedo dormido.
Adrián
no tarda en dormirse, le sigo acariciando la cabeza durante unos minutos.
Cuando le veo dormido mis pensamientos me llevan algunos años atrás, ¡cómo pasa
el tiempo! ¡Y cuánto ha crecido!
Conocí
a Adrián cuando empecé a trabajar para Carlos, entonces tenía 6 años. Ese niño
rubio de ojos azules, sonrisa tímida y mirada pícara enseguida me robó el
corazón, y despertó en mí una gran ternura y un instinto que me empujaba a
cuidarlo y a protegerlo. Lo veía cuando venía con su madre al estudio, a veces
sus padres lo dejaban conmigo mientras hablaban, y fuimos ganando confianza y
complicidad. Adrián me pedía que le enseñara el estudio de grabación. Le
gustaba ver los decorados, el vestuario, los equipos de grabación y montaje,
todo, tenía mucha curiosidad, se veía un chico despierto e inteligente, y
siempre me preguntaba un montón de cosas. También me contaba qué había hecho en
el colegio, con sus amigos o el fin de semana. Era un chico alegre, tímido pero
extrovertido, educado, amable, responsable y bastante payaso.
Todo
cambió con la muerte de su madre, Adrián estaba muy unido a ella y lo pasó muy
mal. Su padre dejó su trabajo un par de meses para estar con su hijo, eso los
ayudó a ambos a superarlo, pero después volvió a su rutina anterior. Yo tenía
buena relación con Adrián y, por ello, Carlos me pidió que estuviera pendiente
de él. Al principio parecía que todo iba bien, Adrián volvió a su rutina y
parecía el mismo chico de siempre, pero yo sé que echaba de menos a su madre y
se sentía abandonado por su padre.
Hace
medio año hubo un cambio importante, de repente pareció encerrarse en sí mismo,
perdió la sonrisa y casi siempre parecía de mal humor, y empezó a probar
límites que nunca antes había cruzado, al principio yo intenté hablar con él,
tener paciencia y no decirle a su padre, pero no mejoró. A mí me parecía que
ese cambio era, junto a la adolescencia, una llamada de atención hacia Carlos,
se lo conté y decidió estar más presente, entonces lo regañaba y castigaba
cuando recibía alguna queja. Adrián vió que así conseguía la atención de su
padre y fue a más, hacía lo que le venía en gana, salía sin avisar, llegaba
tarde, dejó de hacer las tareas escolares y de estudiar, y empezó a tener
faltas de disciplina y a ser irrespetuoso. Carlos me pidió que estuviera más
pendiente de él, de lo que hacía, de sus tareas y de que cumpliera sus
castigos, entonces nuestra relación empeoró mucho y perdí su confianza, eso me
rompió el corazón.
Llegado
a este punto, Carlos me confesó que estaba pensando en cambiar los castigos,
con su esposa se habían planteado la posibilidad de utilizar el castigo físico,
como último recurso, si era necesario. A mí no me gustó la idea y así se lo
manifesté a Carlos, aunque cuando me lo explicó entendí su punto. Le pedí que
pasara más tiempo con su hijo, lo necesitaba a su lado y lo echaba de menos,
podía delegar parte del trabajo en su ayudante y reducir su jornada laboral.
Por lo menos en eso me hizo caso.
Hace
un mes y medio que Carlos empezó a pasar las tardes con Adrián y, en este
tiempo, estoy viendo cambios, pequeños pero positivos. Se ve más alegre, sonríe
más a menudo, ha vuelto a abrirse y parece que se esfuerza para mejorar su
actitud, cuando está con su padre se le ve feliz y disfruta de los momentos que
pasa con él. Entonces, ¿por qué sigue cruzando límites? Estoy segura de que
esto es una fase, bajo esa capa adolescente de rebeldía e insolencia sigue
habiendo ese niño tímido, inocente y alegre que conocí hace casi nueve años, y
que volverá a salir a la superficie.
Hoy
se ha metido en el peor lío de su vida, hasta ahora. Supongo que dar la fiesta
que él quería y su padre le prohibió, de alguna manera ha sido su venganza
hacia Carlos por no estar el día de su cumpleaños. Su padre está muy enfadado,
y lo entiendo. Sé que mañana lo castigará, espero que no sea muy duro con él.
Yo sé que Carlos lo adora y nunca le haría daño, solo pretende hacerle ver sus
errores y que no vuelva a repetirlos, pero no me gusta oirle llorar cuando lo
castiga.
Me
levanto y recojo un poco la habitación, está bastante desordenada y sucia pero
no parece que hayan roto nada. Llevo la comida, los vasos, las botellas y la
jarra con la sangría a la cocina. Mañana ya acabaré de recoger, le preguntaré a
María si puede venir un rato por la mañana, la habitación de Adrián necesita
una limpieza a fondo.
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