Nuevas reglas, nuevos castigos
Capítulo 14
Han pasado dos semanas
desde mi fiesta de cumpleaños. En este tiempo he conseguido no meterme en
ningún lío, ni en casa ni en el colegio. He aprobado los dos exámenes de
recuperación, saqué un 9 en historia y un 8 en lengua, incluso mi tutora el
viernes me felicitó por las notas y, sobre todo, porque no ha recibido ni una
sola queja desde que volvimos de Semana Santa. Aún tengo suspendida la primera
evaluación de lengua por lo que la profesora me ha ofrecido hacer un trabajo de
literatura y un examen de gramática y ortografía para recuperarla, y he
accedido ya que si no recupero el trimestre tendría que examinarme en
septiembre y eso significaría pasarme el verano estudiando, y no quiero ni
pensar en lo que mi padre haría conmigo.
Mi relación con Natalia ha
mejorado mucho, le estoy agradecido por lo que hizo por mí después de la
fiesta, y me ha dejado un poco más de espacio, eso no quiere decir que no haya
estado controlando todo lo que hago, pero también es cierto que he intentado
ser más responsable con mis obligaciones y levantarme sin enfadarme en cuanto
suena el despertador.
Después de la fiesta hablé
con Shaila, no fui muy amable con ella y tuve que reconocerle que tenía razón
en lo que me dijo sobre el alcohol. Con Martina he estado un poco cortado y
distante este tiempo, recuerdo perfectamente en qué estado me vio y lo que me
dijo cuando llegó mi padre. Por suerte, mi padre llegó en el momento oportuno y
no llegué a decirle a Martina nada de lo que después pudiera arrepentirme.
Después de la fiesta me
preocupé mucho por lo que mi padre me había dicho sobre beber alcohol a nuestra
edad y que había puesto en peligro a mis amigos. Hablé con Nico ya que él
también había tomado sangría, pero me dijo que sólo había bebido un vaso y
medio por lo que no se encontró mal y sus padres no lo notaron, ¡menos mal!, me
hubiera sentido fatal si llego a meterlo en otro lío. Y ninguno de los otros
chicos bebió más que un vaso, como máximo.
El domingo pasado mi padre
me levantó el castigo de cero salidas hasta nueva orden que volvió a mi vida
después de la fiesta, y me sorprendió con unas entradas para la final de un
torneo de tenis profesional que se celebraba en la ciudad. Pasamos todo el día
juntos, por la mañana fuimos al partido, comimos fuera y por la tarde estuvimos
paseando. Y esta semana he podido salir un par de tardes con mis amigos, he
tenido mucho cuidado en tener el móvil conectado y en llegar a la hora acordada
con Natalia. Parece que mi padre vuelve a confiar en mí y eso me hace muy
feliz, debo comportarme bien y ser responsable para no decepcionarlo otra vez.
Hoy celebro mi cumpleaños
en el parque de atracciones, he quedado con mis amigos en la entrada a las
diez.
MARTINA
A finales de verano me
trasladé a esta ciudad con mi familia, cuando llegué no conocía a nadie, mis
padres me matricularon en un colegio nuevo. Soy algo tímida y me daba miedo no
hacer amigos pero, por suerte, mis nuevos compañeros me acogieron muy bien y me
hicieron sentir cómoda en clase.
Me he hecho muy amiga de
Shaila, en estos meses se ha convertido en mi mejor amiga. Por lo que me contó,
desde principios de verano es la novia de Nico, el mejor amigo de Adrián, es
por esto que muchas veces quedamos con ellos dos y por lo que he llegado a conocerlos
bastante bien.
Cuando me presentaron a
Adrián me pareció un chico muy guapo. Es alto, atlético, rubio, con ojos
azules, y, como yo, algo tímido, aunque después he descubierto que puede ser
muy descarado y payaso. Me cayó bien enseguida, pues también es simpático y
agradable. Shaila me lo describió como el alumno modélico, el preferido de
todos los profesores, el que siempre colaboraba en clase, tenía muy buen
comportamiento y sus notas eran excelentes, además de ser buen compañero, pero
ése no es el chico que yo he conocido estos meses. Desde que conozco a Adrián
no hace más que meterse en problemas en el colegio. En clase suele estar
distraído, hablando o, incluso, durmiendo, los profesores le reprenden
constantemente, y eso cuando no hace pellas, o se escapa, o les falta al
respeto, por lo que tiene un montón de faltas disciplinarias. Además sus notas
han sido bastante malas, ha suspendido muchos exámenes, ha dejado tareas sin
presentar y olvidó leer una novela obligatoria de lengua, pero no es que no sea
inteligente sino que no es nada aplicado. Cuando nos tocó preparar una
exposición de biología juntos me preocupé un poco, aunque por una parte me
gustaba la idea de pasar tiempo con él, por otra me daba miedo que no se
implicara o que hiciera alguna tontería que perjudicara mi nota, pero eso no
pasó, se implicó mucho en el trabajo y me di cuenta de que realmente es muy
inteligente y, cuando quiere, trabajador y responsable.
Creo que esa mezcla entre
chico tímido y chico malo es lo que me ha enamorado de él, realmente me gusta y
me gustaría que fuéramos novios. Según Shaila yo también le gusto a él, pero yo
no estoy demasiado segura de eso, conmigo a veces se muestra tímido y después
hace payasadas por lo que me saca fácilmente una sonrisa o una carcajada. Pero
su relación conmigo ha cambiado en estas dos últimas semanas, desde su fiesta
de cumpleaños noto que me ignora y me evita.
Después del trabajo de
biología nos habíamos acercado, estábamos menos cortados el uno con el otro, y
ese roce largo de nuestras manos en el cine creo que no fue una casualidad.
Pero ahora casi no me dirige la palabra ni me mira, no hace payadas y evita
encontrarse conmigo, no sé qué le pasa. ¿Se habrá enfadado conmigo? Creo que no
le gustó que en la fiesta le dijera que no debería seguir bebiendo, pero Shaila
me dijo que después de la fiesta se disculpó con ella y le reconoció que tenía
razón con el tema del alcohol, entonces ¿qué le pasa conmigo?
Hoy me ha invitado a ir al
parque de atracciones para celebrar su cumpleaños, intentaré hablar con él,
aunque no sé muy bien qué decirle, Shaila me ha prometido que me ayudará para
que nos quedemos a solas.
ADRIÁN
Llegamos puntuales a la
entrada del parque, poco a poco van llegando mis amigos con sus padres, todos
hablan con mi padre o con Natalia, que pasarán el día con nosotros en el parque
por si pasara alguna cosa, ¿qué creen que va a pasar? ¡Es un parque de
atracciones y ya no somos unos niños pequeños!
Cuando ya estamos todos mi
padre habla con nosotros, nos recuerda que tengamos los móviles encendidos y
que Natalia y él estarán pendientes por si necesitamos alguna cosa, revisa que
en la lista de invitados que le di todos los móviles sean correctos, nos dice
que no nos separemos, que no quiere que ninguno se quede solo y que tengamos
cuidado. También nos dice dónde y a qué hora nos encontraremos para comer, y
nos pide que no lleguemos tarde ¡uf, qué pesado! ¡papá, que son mis amigos, no
me avergüences! Finalmente entramos al parque.
Adrián: Papá, ¿te apuntas a subir a alguna atracción?
A mi padre le gustan las
atracciones y, aunque espero que no esté todo el día pegado a nosotros, sí que
tengo ganas de subir a alguna con él.
Carlos: ¡Claro! ¿Por dónde queréis empezar?
Adrián: Por la gran montaña rusa.
Todos: ¡Sí, vamos!
Natalia va al restaurante
donde comeremos para acabar los preparativos.
Subo con mi padre a la
montaña rusa y nos sentamos uno al lado del otro. Al bajar quiere comprar una
de esas fotos que venden de recuerdo, nos buscamos en las pantallas, la verdad
es que hemos quedado muy bien. Después vamos a la caída libre y al barco
pirata. Nuestra siguiente elección es la casa del terror, mi padre dice que
para él ya ha sido suficiente y se marcha a encontrarse con Natalia, no sin
antes recordarnos que tengamos cuidado, que no hagamos tonterías y que seamos
puntuales a la hora de la comida.
Seguimos subiendo a las
atracciones, estamos disfrutando mucho, hacemos bromas y nos reímos un montón.
Veo que Martina está algo seria y bastante distante conmigo, eso me entristece
pero supongo que me lo he buscado, es como he estado yo con ella las últimas
semanas. Y todo el tiempo está cuchicheando con Shaila.
Llegamos al restaurante a
la hora acordada. Han preparado una gran mesa para todos en un pequeño salón
privado que han decorado. Nos ponen unos aperitivos, pedimos refrescos y
escogemos entre pollo, pizza o hamburguesa de segundo, no es el restaurante
elegante que hubiera elegido mi padre sino uno de comida rápida, pero esto es
lo que nos gusta a nosotros. Al final de la comida sacan un pastel con quince
velas, ¡eso no me lo esperaba, ha sido una gran sorpresa!
Después de comer seguimos
yendo a algunas atracciones, Nico va a la zona de la feria y, con buena
puntería, consigue un peluche que le regala a Shaila, me gustaría tanto hacer
lo mismo para Martina, pero hoy estamos más distantes que nunca, me estoy
planteando que quizás no debería haberla invitado …
Vamos al castillo
encantado, será la última atracción del día pues ya falta poco para la hora que
nos ha dado mi padre para encontrarnos y no queremos arriesgarnos a llegar
tarde. Cuando vamos a entrar Shaila me llama.
Shaila: Adrián, no sé dónde se ha metido Nico, creo
que ya ha entrado, ¿me acompañas a dejar el oso en la taquilla para que me lo
guarden?
Adrián: Sí, claro, voy contigo.
La acompaño, con nosotros
también viene Martina. Dejamos el oso y entramos al castillo, Shaila pasa
delante, después entra Martina y, finalmente, entro yo detrás de ellas. El
castillo es como una especie de laberinto en el que debemos pasar por unos pasillos
y encontrar la salida, por todo el recorrido hay pequeñas trampas que debemos
superar como escaleras que se mueven, suelos inestables, zonas con espejos que
esconden la salida … Veo que Martina se para delante de una pequeña zanja que
se debe saltar.
Adrián: Vamos Martina, salta.
Martina: No puedo, me da miedo caerme.
Adrián: No es peligroso, ya verás, es una zanja
pequeña, y si llegaras a caerte hay una red de seguridad debajo.
Martina: Vale, lo intento.
Pero sigue paralizada
delante de la zanja.
Adrián: Ven, dame la mano, te ayudo, ¿qué te parece
si saltamos los dos a la vez?
Veo como se sonroja.
Martina: Vale, gracias.
Nos damos la mano y
saltamos. Seguimos el laberinto, sin soltarnos, y llegamos a la salida. Espero
encontrarme con mis amigos fuera del castillo pero no los veo. ¿Dónde se habrán
metido? ¡¿Nos han dejado solos?! Cojo el móvil para llamar a Nico y preguntarle
dónde están.
Martina: Adrián, ¿podemos hablar?
La voz le tiembla un poco,
la miro y veo que está con la mirada baja y completamente sonrojada.
Adrián: Sí, claro, dime.
Martina: Aquí no, allí delante hay unos bancos,
¿vamos a sentarnos?
Vamos a los bancos, no
entiendo qué le pasa. Cuando ya estamos sentados levanta la cabeza y me mira.
Martina: Adrián, ¿qué te pasa conmigo?
La pregunta me coge por
sorpresa, me quedo en blanco, no sé qué decirle.
Martina: Quiero decir que desde la fiesta casi no me
hablas y me evitas, ¿estás enfadado conmigo? ¿Te molestó que te dijera que no
debías seguir bebiendo? Lo siento, no quería molestarte, pero me pareció que no
estabas bien … y pensaba que éramos amigos.
Veo como se le llenan los
ojos de lágrimas aunque intenta disimularlo.
Adrián: No, no estoy enfadado. Y tenías razón, ya
había bebido demasiado. Lo siento, si te he evitado es porque en realidad
estaba avergonzado porque me viste en ese estado. Cuando mi padre encendió la
luz evitó que te dijera algo de lo que me hubiera arrepentido mucho, porque en
ese momento no pensaba con claridad y, sí, me enfadé, pero después me di cuenta
de que solo me lo dijiste por mi bien, precisamente porque eres una buena
amiga. Igual que lo que me dijiste al oído después de ofrecerle a mi padre un
vaso de sangría. Lo siento mucho, de verdad, es que no me atrevía a hablar
contigo porque temía ruborizarme, como ahora. No pretendía hacerte daño, y
ahora veo que te lo he estado haciendo estos días con mi actitud, ¿qué puedo
hacer para que me perdones?
Se le escapan un par de
lágrimas que rápidamente se quita con la mano.
Martina: Ya está, ahora que sé lo que te pasaba estoy
mucho más tranquila, sólo espero que nuestra relación vuelva a ser como antes.
Adrián: Sí, lo siento, yo también. ¿Borrón y cuenta
nueva?
Martina: Claro.
Martina me sonríe
abiertamente, hace días que no veía su preciosa sonrisa. Yo también sonrío.
Adrián: Tengo una idea, vamos a la feria.
Yo también tengo buena
puntería y le consigo a Martina un oso como el de Shaila, veo que le gusta
mucho.
Martina: Gracias Adrián, ¡me encanta!, ya está todo
compensado.
Ríe y me saca la lengua,
¡uf!, qué bien que hayamos arreglado las cosas, menos mal que ella ha tomado la
iniciativa, yo no me atrevía a hacerlo.
Vamos caminando y charlando
tranquilamente cuando suena mi móvil. No me apetece contestar pero lo saco de
mi bolsillo, es mi padre.
Carlos: ¿Cómo que hola papá? ¿Tu has visto qué hora
es?
Aparto el móvil y miro la
hora, ¡mierda!, pasan 15 minutos de la hora de encuentro.
Adrián: Lo siento papá, no me di cuenta de qué hora
era.
Carlos: ¿Está Martina contigo? Han llegado todos
menos vosotros dos.
Adrián: Sí papá, lo siento, ya vamos. Pero
tardaremos un poco porque estamos en la otra punta del parque.
Carlos: Apresuraos, y tú y yo ya hablaremos en casa.
¡Ups! Ya la he metido otra
vez, espero que mis amigos no hayan oído nuestra conversación.
Martina y yo vamos todo lo
rápido que podemos.
Martina: ¿Está muy enfadado? Lo siento, ha sido culpa
mía, yo te he entretenido, he intentado todo el día hablar contigo pero no me
atrevía. Se lo diré a tu padre para que no se enfade contigo.
Adrián: Tranquila, no es necesario que le digas
nada, yo no he estado pendiente de la hora. Gracias por hablar conmigo y
arreglar las cosas, no me hubiera perdonado perder tu amistad por mi actitud.
Llegamos a la entrada del
parque, en el punto de encuentro. Mi padre se acerca a mí, me coge por los
hombros en un medio abrazo, me sonríe y me besa en la cabeza. ¡Papá, delante de
mis amigos no!
Carlos: ¿Todo bien?
Adrián: Sí papá.
Salimos del parque, ya
están los padres de mis amigos esperando. Nos despedimos de todos ellos y
volvemos a casa.
Carlos: Vamos a tu habitación.
Suspiro y me dispongo a
subir, mi padre me coge por los hombros y sube conmigo.
Adrián: Lo siento papá, se me pasó la hora, no lo
hice aposta, de verdad.
Carlos: Ya me lo imagino, ¿lo pasaste bien?
Adrián: Sí, muy bien, fue un día genial. ¿Me vas a
castigar? Me he portado muy bien estas dos últimas semanas, podemos volver a
los castigos de no salir, no ver la tele, nada de consola …
Mi padre se ríe.
Carlos: No, esos te los saltabas y no funcionaban,
con el nuevo método has mejorado mucho. Pero tienes razón en que desde la
fiesta te has portado muy bien y estoy muy contento por ello, por lo que solo
serán 10 nalgadas, considéralo una advertencia para que no se te olvide
respetar las reglas, ¿vale?
Dicho esto se sienta en mi
cama, voy hacia él, me bajo el pantalón y me tumbo sobre sus rodillas. Me
acaricia la espalda.
Carlos: ¿Por qué te voy a castigar?
Adrián: Por saltarme la hora de llegada.
Me sujeta y empieza el
castigo, sólo diez, creo que puedo soportarlo. Ni siquiera me baja el bóxer.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS,
PLAS, au, PLAS, PLAS, PLAS, ai,
PLAS, PLAS, snif
Adrián: Au, papá, han dolido.
Carlos: Vamos, no seas quejica que te he castigado
mucho más duro que esto.
Sonrío, me levanto, me visto
y le abrazo. Me lo devuelve.
Adrián: El beso delante de mis amigos sobraba.
Carlos: Considéralo parte del castigo. Ahora, ¿me
cuentas qué tal te ha ido el día? ¿Cómo es que llegasteis Martina y tú solos, y
más tarde? ¿Y ese oso que traía?
Le cuento todo, hablamos un
rato antes de ir a cenar.
Carlos: ¿Para cuándo tienes el trabajo y el examen
de recuperación del primer trimestre de lengua?
Adrián: El examen
es sólo de la parte de ortografía y gramática. Lo llevo muy bien, he estado
estudiando y haciendo ejercicios. El trabajo de literatura aún no lo he
terminado pero ya he hecho bastante, sólo me queda analizar dos textos como
parte final. Natalia me ha estado supervisando y ayudando.
El trabajo es sobre literatura medieval, ¡qué rollo!, ¿a
quién le interesa eso? Pero mejor un trabajo que un examen. Tengo una parte
importante terminada, lo he situado en el contexto histórico, he explicado las
principales características de la lírica y la épica medievales y he mencionado
los principales autores y descrito sus obras. Ahora tengo dos textos para
analizar, en ellos tengo que buscar las características que he descrito
anteriormente para deducir de qué tipo de texto se trata y relacionarlos con la
época. Enciendo el ordenador y le enseño la parte que tengo terminada, parece
satisfecho con mi trabajo.
Carlos: Bien, veo
que has estado trabajando duro, pero no está terminado, nada de salidas hasta
que esté listo, ¿de acuerdo?, y no quiero tonterías.
Adrián: Sí papá,
¿estoy castigado?
Carlos: No, no es
un castigo, pero quiero asegurarme de que lo terminas y recuperas la
asignatura. ¿Cuándo empiezan los parciales?
Adrián: Dentro de dos semanas, ¿por qué?
Carlos: El próximo fin de semana es el puente de
mayo y tienes cuatro días de fiesta, había pensado en ir a París, pero no
quiero que eso interfiera con tus exámenes.
Adrián: ¡Sí, papá! ¡Vayamos! Tengo ganas de ver a los
primos y a los tíos, por favor. No habrá ningún problema con los exámenes,
estas últimas semanas he atendido en clase y llevo bien todas las asignaturas,
¡de verdad!
Mi madre era hija única
pero mi padre tiene un hermano, Luís. Antes vivía en la misma ciudad que
nosotros pero por el trabajo, hace casi cuatro años, se trasladó con su familia
a París. Está casado con Alicia y tiene tres hijos, Pablo dos años mayor que
yo, Víctor de mi edad, sólo un par de meses menor, y Paula, que tiene cinco
años y medio menos. Me llevo muy bien con ellos, especialmente con Pablo y
Víctor, con Paula también aunque por ser chica y ser la más pequeña es un poco
mimada y, a veces, si hacemos alguna tontería, nos fastidia porque es muy
chivata. Mi padre y mi tío están muy unidos, nos vemos varias veces al año, la
última fue durante las vacaciones de Navidad, en las que ellos pasaron unos
días en nuestra casa.
Carlos: Bien, iremos. Pero quiero que dejes todas
las tareas terminadas y que te lleves los apuntes para estudiar para los
exámenes que tengas la siguiente semana, cada día dedicarás un par de horas a
ello, ¿de acuerdo?
Suelto un bufido, ¡qué
fastidio!, pero no tengo más remedio que decirle que sí, quiero ir a París.
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