Nuevas
reglas, nuevos castigos
Capítulo
15
Profesora:
Buenos días, os iré llamando para que me
entreguéis la tarea que os puse ayer.
¿Tarea?
¡Mierda! Es verdad, nos puso una función para que analizáramos sus
características, lo olvidé. Busco rápidamente el libro y la hoja en la que
empecé el ejercicio, ¡uf! casi no hice nada. ¿Por qué no aproveché los 20
minutos que nos dejó para trabajar en clase? ¡Ah, sí! Porque me distraje
mirando a Martina y pensando en nuestra conversación del domingo … Voy a
hacerlo ahora, sé hacerlo, no me costará mucho.
Sigo
escribiendo, he analizado la mitad de las características, no tan a fondo como
me hubiera gustado pero lo he hecho.
Profesora:
Adrián, ¿me traes la tarea?
Profesora:
¿La estás haciendo ahora?
Adrián:
Ya estoy, solo estoy poniendo mi nombre.
Oigo
unas risas detrás mío pero no les hago caso.
Profesora:
Adrián, entrega el ejercicio como esté,
ya, o no te lo cojo.
Voy
a decirle la verdad, espero que así me deje terminarlo.
Adrián:
Me queda la mitad, pero sé hacerlo, no
tardo nada. ¿Lo puedo entregar al finalizar la clase? Por favor.
Profesora:
Estoy segura de que sabes hacerlo, pero
os dejé tiempo ayer y dije claramente que hoy recogería el ejercicio terminado
al principio de la clase. Tú eres bueno en matemáticas, deberías haber tenido
tiempo de sobra para acabarlo en clase, ¿qué estuviste haciendo?
¡No!,
nos dijo que este ejercicio contaba para la nota del trimestre, si se lo
entrego así voy a sacar mala nota y me bajará la media. Oigo detrás mío a Hugo,
un compañero de clase con el que nunca me he llevado bien, habla en voz baja
para que no lo oiga la profesora, pero lo suficientemente alto para que yo sí
lo oiga.
Hugo:
¿Qué pasa chico perfecto? ¿Ya no eres el
consentido de la profe?
¡Uf!
Ya bastante nervioso me he puesto como para aguantarlo a él. Me levanto y me
giro.
Adrián:
¡Déjame en paz, imbécil!
Profesora:
¡Adrián! ¿A qué viene esto?
Adrián
(gritando a la profesora): ¿Y encima me
vas a echar la bronca? ¿Es que no lo has oído? Joder, ni cuando intento hacer
las cosas bien me dejáis tranquilo. ¡A la mierda el ejercicio, ponme un 0!
Arrugo
el papel haciendo una bola y lo lanzo desde mi sitio a la papelera.
Profesora:
Adrián, sin groserías y sin gritar, por
favor. Hace días que no tengo quejas de ti, no querrás acabar con otra falta de
disciplina, ¿verdad?
Adrián:
¡Ya estamos! ¡Como siempre! Déjame en paz
y ponme la puta falta si es lo que quieres.
Estoy
enfadado, intento hacer las cosas bien y, por un día que olvido hacer la tarea,
acabaré con otra falta de disciplina. Necesito salir, me voy de la clase dando
un portazo. Oigo la puerta, la profesora sale detrás mío.
Utiliza
un tono seco para llamar mi atención pero no grita ni parece enfadada. Me giro
hacia ella y la miro, se me están llenando los ojos de lágrimas, no sé porque
he tenido este arrebato.
Profesora:
Tienes que calmarte, ¿vale? Ve al baño si
quieres, y puedes quedarte en el pasillo el tiempo que necesites. Hablamos
después de la clase, cuando estés más tranquilo.
Me
habla con suavidad, me ayuda a tranquilizarme. Asiento con la cabeza. Me voy al
baño y me lavo la cara, me quedo un rato y cuando estoy calmado vuelvo. Dudo
entre quedarme en el pasillo o entrar a clase, decido entrar. Me siento en mi
sitio, Martina se gira y me mira.
Martina:
Hugo es imbécil, no le hagas caso.
Supongo
que ella también lo ha oído. Me guiña un ojo y se vuelve a girar.
Cuando
acaba la clase mis compañeros salen, toca el primer descanso de la mañana. Yo
me quedo sentado en mi sitio.
Profesora:
Adrián, ¿me puedes explicar qué ha
pasado?
Adrián:
Lo siento. Me he enfadado conmigo mismo y
he reaccionado mal. Ayer en clase me distraje y después olvidé hacer la tarea,
dediqué toda la tarde a hacer el trabajo de recuperación de lengua. No quería
decirte que no lo había hecho porque me hubieras puesto un 0 y me habría bajado
la media. Me ha dado rabia porque sé analizar una función, lo podría haber
hecho muy bien, y he pensado que me daría tiempo de terminarla, aunque ahora
igualmente tengo un 0. Matemáticas era una de las pocas asignaturas en las que
podía terminar el curso con un sobresaliente.
Noto
como los ojos se me empiezan a llenar de lágrimas, debo tranquilizarme, no
quiero llorar delante de la profesora. Respiro hondo antes de seguir hablando.
Adrián:
Ahora estoy intentando hacer las cosas
bien, he mejorado mi actitud, no he tenido más faltas de disciplina desde que
me escapé hace casi dos meses, y estoy trabajando mucho, de verdad.
Profesora:
¿Y qué ha pasado con Hugo?
Adrián:
Me ha hecho un comentario en voz baja
para pincharme, y ha logrado que yo estallara, como supongo que se proponía. He
sido un tonto, no tendría que haberle hecho caso.
Profesora:
¿Todo esto por no decirme que no habías
hecho la tarea? Adrián, piensa un poco, este ejercicio cuenta como nota de
clase, no baja tanto la media. Pero ahora has sido grosero, has gritado, me has
faltado al respeto y has salido de clase sin permiso, ¿te das cuenta de cómo lo
has empeorado?
Adrián: Sí, lo siento, supongo que me vas a poner
una falta de disciplina.
Profesora:
No lo haré, pero sí escribiré una nota
que quiero que me devuelvas firmada por tu padre.
Adrián:
No, por favor, no volverá a pasar,
prefiero la falta de disciplina a que lo sepa mi padre.
Profesora:
Si te pongo una falta de disciplina
también le llegará la notificación a tu padre y además constará en tu
expediente, de esta manera no estará, pero no puedo dejarlo pasar sin informar
a tu padre.
Tengo
que darle la razón, mejor una nota que otra falta en mi expediente, ya tengo
demasiadas y el director me amenazó con una expulsión si seguía acumulando
faltas. Bajo la mirada.
Escribe
y me da la nota, la guardo y salgo al patio.
Adrián:
Me ha dado una nota para que la firme mi
padre.
Nico:
¿No te ha puesto una falta de disciplina?
De buena te has librado.
Yo
no estoy de acuerdo pero no digo nada, mi padre se va a enfadar, y mucho. Ser
respetuoso es la primera regla de la lista, y hoy me la he saltado. Las clases
que quedan y la hora de la comida pasan muy lentas, me cuesta concentrarme
pensando en la nota que tengo que darle a mi padre. Por suerte hoy es martes y
tengo clase de tenis, como siempre el entrenamiento me ayuda a tranquilizarme.
Me viene a buscar el chofer y me lleva a casa. Cuando llego me encuentro con
Natalia.
Natalia:
Buenas tardes Adrián.
Natalia:
¿Y esa cara? ¿Qué pasa?
Me
encojo de hombros y le cuento a Natalia lo que ha pasado. Natalia me coge por
los hombros y me acompaña al comedor. Me siento. Natalia va a la cocina y sale
con un zumo y un bocadillo. Se sienta delante mío.
Natalia:
¿Estás preocupado por el enfado de tu
padre?
Adrián:
Sí, pero también estoy enfadado conmigo
mismo, me arrepiento mucho de lo que le he dicho a la profe, sé que he actuado
mal, tendría que haberle dicho desde el principio que olvidé hacer la tarea y
no hubiera pasado nada. Y ella se ha portado muy bien conmigo.
La
saco de mi mochila y se la doy. La lee, no descubrirá nada que no sepa, se lo
he contado todo.
Natalia:
Deja que se la dé yo, le diré que estás
arrepentido e intentaré minimizar el castigo, ¿vale? Ahora termina de comer y
ve a tu habitación, haz los deberes y termina el trabajo de literatura.
Me
sonrojo con la palabra castigo, y bajo la cabeza.
Estoy
en mi habitación, algo más tranquilo, haciendo los deberes que me han puesto
para mañana cuando entra mi padre con la nota en la mano.
Adrián:
Papá, lo siento mucho, de verdad, sé que
he actuado mal.
Se
acerca, deja la nota, ya firmada, en mi mesa y me da un beso en la cabeza.
Carlos:
Sé que lo sientes, Natalia ya me ha
contado que estás muy arrepentido. Ahora, ¿puedes contarme por qué has
reaccionado de esa manera?
Se
separa de mí y me mira a los ojos.
Adrián:
En clase estuve distraído y no hice el
ejercicio, y después me olvidé. Papá, de verdad que no fue adrede, no es como
hace un tiempo que pasaba de hacer los deberes. Cuando me he dado cuenta he
intentado hacerlo porque no quería que me bajara la nota, he pensado que me
daría tiempo, pero la profesora me ha dicho que debía entregarle el ejercicio
como estuviera y me he enfadado, con ella, pero sobretodo conmigo mismo, snif.
Entonces Hugo me ha hecho un comentario para pincharme y le he gritado e
insultado, snif. La profesora me ha dicho si quería una falta de disciplina y,
snif, como ya sabes, he acumulado demasiadas este curso, y, snif, me he
enfadado más, y, snif, no he contado hasta diez como me dijiste.
Me
abrazo a él y empiezo a llorar.
Carlos:
Shh, ya está, cálmate, mañana le pides
disculpas, así sabrá que estás realmente arrepentido ¿te parece?
Adrián:
Sí papá, lo haré. ¿Me vas a castigar?
Carlos:
Sabes que eso es lo que pasa cuando te
saltas las normas, y creo que ser
respetuoso está en la lista.
Adrián: También está en la lista hacer las tareas,
y no la hice.
Carlos: Lo sé campeón, pero no fue a posta, lo
olvidaste, ¿verdad? Todos podemos cometer un error. Vamos, salgamos de esto
cuanto antes.
Mi
padre me lleva hacia la cama, se sienta, me baja el pantalón y me tumba sobre
sus rodillas. Me acaricia la espalda mientras me habla.
Carlos:
Te castigué con 40 nalgadas por una
actitud parecida en clase de historia, esta vez serán sólo 25 porque veo que de
verdad estás arrepentido. Pero que no se vuelva a repetir o las subiré, ¿vale?
Carlos:
Bien, entonces dime qué has hecho mal.
Adrián:
No hacer los deberes, ser grosero, gritar
y faltarle al respeto a la profesora.
Deja
de acariciarme y me sujeta. Respiro hondo y me agarro a la almohada.
PLAS, PLAS, ai,
PLAS, PLAS, ai papá, PLAS, PLAS,
PLAS, au, duele, PLAS, PLAS, PLAS snif
PLAS, ai,
PLAS, PLAS, au, PLAS, PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, PLAS, snif, PLAS, snif
Me
baja el boxer y sigue con el castigo.
PLAS,
snif, PLAS, para porfa, PLAS, PLAS, ai,
snif, PLAS, buaaa, buaaa
Termina
el castigo y me acaricia mientras me habla en susurros.
Carlos:
Shh, ya está campeón, todo perdonado, ya
no llores, shh. Te quiero mucho pequeño. Shh, ya pasó. Te has equivocado pero
no lo volverás a hacer, ¿verdad?
Adrián:
Snif. Yo también te quiero, papá. No
volverá a pasar, de verdad.
Mi
padre me sube el boxer y me ayuda a levantarme, me abraza y me da un beso. Le
devuelvo el abrazo, aún me siento mal por lo ocurrido, las lágrimas siguen
resbalando por mis mejillas. Me sigue abrazando y me acaricia la espalda.
Carlos:
Shh, ya está. Hoy no he sido tan duro,
¿por qué sigues llorando?
Adrián:
Siento mucho lo ocurrido papá, no sé
porque reaccioné de esa manera. Y la profe ha sido muy buena conmigo, me podría
haber puesto una falta de disciplina, me las han puesto por mucho menos, pero
sólo me ha dado la nota. Me podrían haber expulsado por acumulación de faltas.
Carlos:
Sí, tienes razón. Mañana cuando le des la
nota a la profesora aprovecha para disculparte y agradecerle que no te haya
puesto la falta. Y procura no repetir una actitud como esta, ¿vale?
Adrián:
Sí. Papá, cuando hablaste con el director
me dijiste que si llegaban a expulsarme no me gustarían las consecuencias, ¿a
qué te referías?
Mi
padre me da un beso y suspira. Me separa y me mira a los ojos.
Carlos:
Si te expulsan te castigaré cada día que
estés expulsado, pero eso no va a pasar, ¿verdad?
Doy
un respingo, ¿sería capaz? Me mira fijamente y está serio, creo que la
respuesta a mi pregunta es sí, prefiero no comprobarlo.
Carlos:
¿Cómo vas con los deberes? ¿Te queda
mucho?
Carlos:
¿Y el trabajo de literatura?
Adrián:
Sólo me queda escribir las conclusiones,
no me llevará más de quince minutos.
Carlos:
¿Quieres que echemos una partida a la
consola? Pero después terminas los deberes y el trabajo.
Le
miro sonriendo, ¿aún sigue retándome cuando siempre le gano?
Es un poco monótono todo los capítulos los estoy siguiendo creyendo que va a tener algo más pero ya son 16 y todos tienen el mismo argumento
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