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jueves, 2 de septiembre de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 38

 

Nuevas reglas, nuevos castigos

 

Capítulo 38

 

Natalia: Buenos días.

Adrián: Buenos días Natalia. Hoy, saliendo del club, he quedado con mis amigos para ir al parque a jugar a fútbol, ¿puedo?

Natalia: Claro, no hay problema.

Adrián: Pero ellos pueden volver a casa una hora más tarde que yo. Natalia, por favor, ¿me puedes cambiar la hora de llegada?

Natalia: ¿Cuándo quedasteis para ir hoy al parque?

Adrián: Anteayer.

Natalia: ¿Le preguntaste a tu padre?

Adrián: No, me olvidé, por eso te lo pregunto ahora a ti, porfa Natalia.

Natalia: Bien, pero ten el móvil conectado y sólo una hora más tarde, ¿de acuerdo?

Adrián: ¡Sí, gracias!

Que bien, no sabía si me daría permiso para llegar más tarde. No se lo pregunté a mi padre porque su respuesta hubiera sido no, pensé que con Natalia sería más fácil, y no me equivoqué.

Saliendo del club voy al parque con Víctor, Nico y otros chicos, y jugamos un partido cinco contra cinco. Me lo paso muy bien, quedamos para repetir mañana.

Llego a casa, la comida ya está preparada. Después del almuerzo voy a mi habitación y chateo con Martina, quedamos para ir un rato a la playa. Le pregunto a Natalia y me da permiso. Nos encontramos en el paseo, nos bañamos y después damos una vuelta y tomamos un helado. Cuando vuelvo a casa me encuentro con mi padre, Natalia ya se ha marchado, como ha hecho todos los días. Después de la cena con mis tíos no se han vuelto a encontrar estando yo, ni hemos hecho ninguna actividad los tres juntos. Creo que se ven cuando llega mi padre si yo no estoy pero Natalia se marcha antes de que yo llegue.

Adrián: Hola papá, he llegado.

Carlos: Hola cariño, ¿todo bien?

Adrián: Sí papá, todo bien. ¿Natalia ya se ha ido?

Carlos: Sí.

Adrián: No es necesario que se marche cada día, de vez en cuando puede quedarse a cenar. ¿Por qué no le dices que se quede mañana?

Carlos: Claro, se lo diré.

Paso un rato con mi padre tocando el piano antes de cenar.

El martes me levanto y bajo a desayunar.

Adrián: Hola Natalia.

Natalia: Buenos días peque, me ha dicho tu padre que quieres que hoy me quede a cenar.

Adrián: No es que quiera que te quedes hoy, pero puedes quedarte si quieres, ya os dije que no me molesta, de verdad.

Natalia: Gracias.

Me da un abrazo y un beso, ¡uf, no me gustan los besos!

Adrián: Natalia, hoy he vuelto a quedar con mis amigos para jugar a fútbol saliendo del club.

Natalia: Pero hoy tienes clase de piano después del almuerzo, no puedes llegar más tarde.

Adrián: Porfa Natalia.

Natalia: Hoy no peque, si llegas una hora tarde no te dará tiempo de comer. Puedes ir al parque con tus amigos pero la hora de llegada no cambia.

Adrián: Vale, de acuerdo.

Me voy al club. Saliendo vamos al parque a jugar, el tiempo pasa muy rápido.

Nico: Adrián, ¿esta tarde no vas a piano?

Adrián: Sí voy, ¿por qué?

Nico: ¿Te dará tiempo de comer?

Adrián: Hoy no me puedo quedar tanto rato, tengo que irme una hora antes.

Nico: Pues ya vas tarde.

Adrián: ¿Qué?

Miro mi reloj, ¡mierda!, ya se me ha pasado la hora, si me marcho ahora llegaré media hora tarde. Me despido de mis amigos, cojo mis cosas y miro el móvil. Tengo una llamada perdida de Natalia. La llamo.

Natalia: Hola Adrián.

Adrián: Natalia, lo siento, se me ha pasado la hora, ya estoy viniendo.

Natalia: Vale, date prisa.

Llego a casa y Natalia me hace pasar al comedor, María ya está sirviendo la comida.

Natalia: Te he llamado y no has respondido.

Adrián: Porque estaba jugando y no lo he oído. Ha sido sin querer, de verdad, cuando he visto que se me había pasado la hora te he llamado y he vuelto enseguida. ¿Se lo has dicho a mi padre?

Natalia: No. Ya me he imaginado que seguías jugando a fútbol en el parque.

Adrián: ¿Y se lo dirás?

Natalia: No, pero no que se repita, ¿de acuerdo?

Adrián: Sí Natalia, gracias. Después de la clase de piano, ¿puedo ir a dar una vuelta con Martina?

Natalia: Sí, no hay problema. Ahora termina de comer, no quiero que llegues tarde, aviso a Rafa para que te lleve.

Termino de comer y voy a la clase de piano. Estos días he estado tocando acompañado de mi padre, y le he enseñado algunas escalas. El profesor me dice que se nota que he practicado y me felicita.

Saliendo de la clase he quedado con Martina, damos una vuelta por el centro, quiere ir a una librería muy grande que inauguraron hace poco. Es diferente de las que yo conocía, tiene espacios con sofás para leer e incluso un pequeño bar con mesas, y entre las diferentes zonas de libros hay exposiciones de arte con obras de autores locales que también están a la venta. Pasamos un buen rato, a Martina le gusta mucho leer y se compra un par de libros.

Vuelvo a casa, me encuentro a mi padre y a Natalia en el salón. Mi padre se levanta, me saluda y me abraza. Me lleva con él y me siento en el sofá a su lado. Me pregunta por mi día y les explico lo que he hecho con Martina. Ellos ya conocían la librería, me dicen que estuvieron el sábado.

Carlos: Cada día me gusta más esta chica, es una buena influencia para ti. Sabe controlar tus enfados, te regaña cuando te portas mal y ahora consigue que te intereses por una librería. Trátala bien, ¿vale?

Pongo cara de ofendido, mi padre se ríe.

Adrián: ¡Papá!

Seguimos hablando, mi padre me pregunta si quiero tocar el piano un rato antes de la cena. Le digo que sí, el profesor me ha felicitado porque he estado practicando. Subo a mi habitación con mi padre, Natalia se queda en el salón.

Cenamos los tres juntos. Después de la cena Natalia se despide de mí con un abrazo y le da un beso a mi padre. Mi padre me da las gracias y le digo que Natalia puede quedarse cuando quiera.

El miércoles saliendo del club mis amigos han vuelto a quedar para ir al parque a jugar a fútbol, yo también me apunto. Hoy no tengo piano por lo que no tengo prisa y me quedo hasta que ellos se van. Cuando llego a casa me encuentro a Natalia con cara de enfadada.

Adrián: Hola Natalia, ¿qué pasa?

Natalia: ¿Cómo que qué pasa? ¿Has visto qué hora es? ¿Y para qué sirve el móvil?

Adrián: Hoy no tengo clase de piano, no pasa nada si llego y como más tarde.

Natalia: No, pero no has preguntado, ni has avisado, ni has contestado al móvil cuando he intentado localizarte. Anteayer me preguntaste y te di permiso, ayer llegaste tarde pero te lo dejé pasar porque no lo hiciste a posta, pero hoy no te has despistado. Adrián, no puedo ser permisiva contigo, te doy la mano y me coges el brazo.

Adrián: Lo siento, se me olvidó preguntarte. ¿Se lo has dicho a mi padre?

Natalia: No, se lo dirás tú. ¿Tienes planes para esta tarde?

Adrián: No.

Natalia: Pues no los hagas, quiero que estés aquí cuando llegue tu padre, y a la hora que es no te daría tiempo de salir y volver. Ahora ve a almorzar, la comida hace más de una hora que está preparada.

Adrián: Vale, lo siento.

Después de almorzar me quedo en el salón viendo la tele. Natalia se sienta en un sillón a leer. Llega mi padre y nos saluda, le da un beso a Natalia y a mí me abraza.

Carlos: Hola campeón, ¡qué sorpresa encontrarte en casa! ¿No tienes planes?

Adrián: No, Natalia no me ha dejado salir.

Mi padre se separa del abrazo y me mira con una ceja levantada.

Carlos: ¿Y eso?

Respiro profundamente, sé lo que debo hacer, Natalia ha cerrado el libro y me está mirando.

Adrián: Me he saltado la hora de llegada. Me he quedado jugando a fútbol con mis amigos en el parque y he llegado una hora tarde. Pero hoy no tenía clase de piano y si le hubiera pedido permiso a Natalia seguro que me habría dicho que sí, sólo que se me olvidó.

Carlos: Sube a tu habitación.

La voz de mi padre ha sonado seca, se ha enfadado.

Adrián: Por favor papá, no me castigues, lo siento y ya me he disculpado con Natalia.

Carlos: He dicho que subas, ¿vas a desobedecerme?

Suspiro y doy media vuelta para ir a mi habitación. Antes de salir del salón veo que Natalia coge a mi padre por el brazo y habla con él.

Natalia: Espera Carlos, hablemos antes, ¿vale?

Me siento en mi cama, tampoco ha sido tan grave lo que he hecho. Sé que no es la primera vez durante el verano que me salto la hora de llegada, y que ya me ha advertido y castigado por ello y por no contestar al móvil, pero no lo he hecho a posta, olvidé preguntar a Natalia. Pasan unos minutos y mi padre entra, se sienta a mi lado y me abraza.

Adrián: Lo siento papá.

Carlos: ¿Qué problema tienes con la hora de llegada? ¿Por qué te cuesta tanto respetarla? Ya lo hemos hablado varias veces, es una de las normas que tienes apuntadas en el cartel y te la sigues saltando.

La voz de mi padre es suave y calmada, ya no parece enfadado, eso me tranquiliza mucho.

Adrián: No me he acordado de pedir permiso, pero si lo hubiera hecho Natalia me habría dicho que sí. Anteayer le pedí llegar una hora más tarde y me dejó, ayer no porque tenía clase de piano, pero hoy me hubiera dicho que sí, por eso me quedé. ¿Me vas a castigar?

Carlos: Natalia me lo acaba de contar, pero si no has pedido permiso no puedes decidir llegar a la hora que quieras, aunque pienses que te hubiera dicho que sí. Lo que deberías haber hecho es llamar a Natalia saliendo del club y preguntarle.

Adrián: Sí, lo siento, no volverá a pasar.

Carlos: Natalia me ha pedido que no sea duro contigo por lo que sólo serán 10 nalgadas, una advertencia. Pero no quiero que vuelva a pasar, ¿vale?

Asiento con la cabeza, me levanto, me bajo los pantalones y me tumbo. Si sólo van a ser diez lo puedo aguantar, mejor acabar rápido. Mi padre me acaricia la espalda.

Carlos: Dime porque te voy a castigar.

Adrián: Por llegar una hora tarde y no estar pendiente del móvil.

Deja de acariciarme y comienza el castigo. No me baja el bóxer.

PLAS, PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, PLAS, au, PLAS, PLAS, au, PLAS, PLAS, snif.

Me levanto, me pongo bien los pantalones y lo abrazo. Mi padre me devuelve el abrazo y me besa.

Carlos: Ya está, campeón.

Adrián: Cada vez me gusta más que salgas con Natalia, es una buena influencia para ti. Consigue que te calmes cuando te enfadas conmigo y que seas menos duro con los castigos. Trátala bien, ¿vale?

Mi padre se ríe.

Carlos: ¡Pero qué descarado!

Adrián: Papá, ¿estoy castigado?

Carlos: No hijo, pero que no se vuelva a repetir, ¿vale?

Adrián: Menos mal, mañana hace dos meses que salgo con Martina y hemos quedado por la tarde después de la clase de piano para dar una vuelta, ¿puedo?

Carlos: Claro, no hay problema, pero ¡no te saltes la hora de llegada!

Jugamos un rato a la consola y después practico con el piano. Mi padre me propone hacer una salida con Natalia el fin de semana, tengo que decidir si prefiero que sea el sábado o el domingo.

El jueves y el viernes pasan sin contratiempos, voy al club, a la clase de piano, quedo con mis amigos, y me acuerdo de respetar la hora de llegada.

El jueves por la tarde Martina y yo vamos al parque de los enamorados, es una zona ajardinada enorme que hay en una zona elevada cerca de la playa, un parque laberíntico con muchas escaleras, rocas, árboles, setos y rosales. Aunque ese no es su verdadero nombre lo llamamos así porque tiene muchos rincones medio escondidos donde se encuentran las parejas para evitar miradas indiscretas. Encontramos un rincón con vistas al mar y pasamos allí un buen rato besándonos y acariciándonos.

El viernes Natalia se queda a cenar. He decidido que hagamos la salida el domingo, durante la cena la planeamos. Iremos a la montaña y subiremos a un pequeño pico desde el que seguiremos la carena hasta otro y después descenderemos. Es una excursión fácil de unas cuatro horas en total. Nos llevaremos comida para picar durante el camino y almorzaremos en un restaurante que hay al pie de la montaña, mañana Natalia llamará para reservar.

La excursión del domingo es fantástica. Por el camino vamos hablando y lo pasamos muy bien, en una fuente que hay a mitad del camino empiezo una guerra de agua con mi padre y acabamos los tres completamente mojados, suerte que es verano y hace calor, así nos hemos refrescado, y nos secamos muy rápido. Disfruto mucho la salida.

Después de comer volvemos a casa, mañana voy al stage de tenis y tengo que acabar de preparar la maleta, mi padre me ayuda y se asegura de que no me olvide nada, e ir a dormir pronto.

 

 

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