Nuevas reglas, nuevos castigos
Capítulo 38
Adrián: Buenos días
Natalia. Hoy, saliendo del club, he quedado con mis amigos para ir al parque a
jugar a fútbol, ¿puedo?
Natalia: Claro, no
hay problema.
Adrián: Pero ellos
pueden volver a casa una hora más tarde que yo. Natalia, por favor, ¿me puedes
cambiar la hora de llegada?
Natalia: ¿Cuándo
quedasteis para ir hoy al parque?
Natalia: ¿Le preguntaste
a tu padre?
Adrián: No, me
olvidé, por eso te lo pregunto ahora a ti, porfa Natalia.
Natalia: Bien, pero
ten el móvil conectado y sólo una hora más tarde, ¿de acuerdo?
Que bien, no sabía si me daría permiso para llegar más
tarde. No se lo pregunté a mi padre porque su respuesta hubiera sido no, pensé que
con Natalia sería más fácil, y no me equivoqué.
Saliendo del club voy al parque con Víctor, Nico y otros
chicos, y jugamos un partido cinco contra cinco. Me lo paso muy bien, quedamos
para repetir mañana.
Llego a casa, la comida ya está preparada. Después del
almuerzo voy a mi habitación y chateo con Martina, quedamos para ir un rato a
la playa. Le pregunto a Natalia y me da permiso. Nos encontramos en el paseo,
nos bañamos y después damos una vuelta y tomamos un helado. Cuando vuelvo a
casa me encuentro con mi padre, Natalia ya se ha marchado, como ha hecho todos
los días. Después de la cena con mis tíos no se han vuelto a encontrar estando
yo, ni hemos hecho ninguna actividad los tres juntos. Creo que se ven cuando
llega mi padre si yo no estoy pero Natalia se marcha antes de que yo llegue.
Adrián: Hola papá,
he llegado.
Carlos: Hola
cariño, ¿todo bien?
Adrián: Sí papá,
todo bien. ¿Natalia ya se ha ido?
Adrián: No es
necesario que se marche cada día, de vez en cuando puede quedarse a cenar. ¿Por
qué no le dices que se quede mañana?
Paso un rato con mi padre tocando el piano antes de
cenar.
El martes me levanto y bajo a desayunar.
Natalia: Buenos
días peque, me ha dicho tu padre que quieres que hoy me quede a cenar.
Adrián: No es que
quiera que te quedes hoy, pero puedes quedarte si quieres, ya os dije que no me
molesta, de verdad.
Me da un abrazo y un beso, ¡uf, no me gustan los besos!
Adrián: Natalia,
hoy he vuelto a quedar con mis amigos para jugar a fútbol saliendo del club.
Natalia: Pero hoy
tienes clase de piano después del almuerzo, no puedes llegar más tarde.
Natalia: Hoy no
peque, si llegas una hora tarde no te dará tiempo de comer. Puedes ir al parque
con tus amigos pero la hora de llegada no cambia.
Me voy al club. Saliendo vamos al parque a jugar, el
tiempo pasa muy rápido.
Nico: Adrián, ¿esta
tarde no vas a piano?
Nico: ¿Te dará
tiempo de comer?
Adrián: Hoy no me
puedo quedar tanto rato, tengo que irme una hora antes.
Miro mi reloj, ¡mierda!, ya se me ha pasado la hora, si
me marcho ahora llegaré media hora tarde. Me despido de mis amigos, cojo mis
cosas y miro el móvil. Tengo una llamada perdida de Natalia. La llamo.
Adrián: Natalia, lo
siento, se me ha pasado la hora, ya estoy viniendo.
Llego a casa y Natalia me hace pasar al comedor, María ya
está sirviendo la comida.
Natalia: Te he
llamado y no has respondido.
Adrián: Porque
estaba jugando y no lo he oído. Ha sido sin querer, de verdad, cuando he visto
que se me había pasado la hora te he llamado y he vuelto enseguida. ¿Se lo has
dicho a mi padre?
Natalia: No. Ya me
he imaginado que seguías jugando a fútbol en el parque.
Natalia: No, pero
no que se repita, ¿de acuerdo?
Adrián: Sí Natalia,
gracias. Después de la clase de piano, ¿puedo ir a dar una vuelta con Martina?
Natalia: Sí, no hay
problema. Ahora termina de comer, no quiero que llegues tarde, aviso a Rafa
para que te lleve.
Termino de comer y voy a la clase de piano. Estos días he
estado tocando acompañado de mi padre, y le he enseñado algunas escalas. El
profesor me dice que se nota que he practicado y me felicita.
Saliendo de la clase he quedado con Martina, damos una
vuelta por el centro, quiere ir a una librería muy grande que inauguraron hace
poco. Es diferente de las que yo conocía, tiene espacios con sofás para leer e
incluso un pequeño bar con mesas, y entre las diferentes zonas de libros hay
exposiciones de arte con obras de autores locales que también están a la venta.
Pasamos un buen rato, a Martina le gusta mucho leer y se compra un par de
libros.
Vuelvo a casa, me encuentro a mi padre y a Natalia en el
salón. Mi padre se levanta, me saluda y me abraza. Me lleva con él y me siento
en el sofá a su lado. Me pregunta por mi día y les explico lo que he hecho con
Martina. Ellos ya conocían la librería, me dicen que estuvieron el sábado.
Carlos: Cada día me
gusta más esta chica, es una buena influencia para ti. Sabe controlar tus
enfados, te regaña cuando te portas mal y ahora consigue que te intereses por
una librería. Trátala bien, ¿vale?
Pongo cara de ofendido, mi padre se ríe.
Seguimos hablando, mi padre me pregunta si quiero tocar
el piano un rato antes de la cena. Le digo que sí, el profesor me ha felicitado
porque he estado practicando. Subo a mi habitación con mi padre, Natalia se
queda en el salón.
Cenamos los tres juntos. Después de la cena Natalia se
despide de mí con un abrazo y le da un beso a mi padre. Mi padre me da las
gracias y le digo que Natalia puede quedarse cuando quiera.
El miércoles saliendo del club mis amigos han vuelto a
quedar para ir al parque a jugar a fútbol, yo también me apunto. Hoy no tengo
piano por lo que no tengo prisa y me quedo hasta que ellos se van. Cuando llego
a casa me encuentro a Natalia con cara de enfadada.
Adrián: Hola
Natalia, ¿qué pasa?
Natalia: ¿Cómo que
qué pasa? ¿Has visto qué hora es? ¿Y para qué sirve el móvil?
Adrián: Hoy no
tengo clase de piano, no pasa nada si llego y como más tarde.
Natalia: No, pero
no has preguntado, ni has avisado, ni has contestado al móvil cuando he
intentado localizarte. Anteayer me preguntaste y te di permiso, ayer llegaste
tarde pero te lo dejé pasar porque no lo hiciste a posta, pero hoy no te has
despistado. Adrián, no puedo ser permisiva contigo, te doy la mano y me coges
el brazo.
Adrián: Lo siento,
se me olvidó preguntarte. ¿Se lo has dicho a mi padre?
Natalia: No, se lo
dirás tú. ¿Tienes planes para esta tarde?
Natalia: Pues no
los hagas, quiero que estés aquí cuando llegue tu padre, y a la hora que es no
te daría tiempo de salir y volver. Ahora ve a almorzar, la comida hace más de
una hora que está preparada.
Después de almorzar me quedo en el salón viendo la tele.
Natalia se sienta en un sillón a leer. Llega mi padre y nos saluda, le da un
beso a Natalia y a mí me abraza.
Carlos: Hola
campeón, ¡qué sorpresa encontrarte en casa! ¿No tienes planes?
Adrián: No, Natalia
no me ha dejado salir.
Mi padre se separa del abrazo y me mira con una ceja levantada.
Respiro profundamente, sé lo que debo hacer, Natalia ha
cerrado el libro y me está mirando.
Adrián: Me he
saltado la hora de llegada. Me he quedado jugando a fútbol con mis amigos en el
parque y he llegado una hora tarde. Pero hoy no tenía clase de piano y si le
hubiera pedido permiso a Natalia seguro que me habría dicho que sí, sólo que se
me olvidó.
La voz de mi padre ha sonado seca, se ha enfadado.
Adrián: Por favor
papá, no me castigues, lo siento y ya me he disculpado con Natalia.
Carlos: He dicho
que subas, ¿vas a desobedecerme?
Suspiro y doy media vuelta para ir a mi habitación. Antes
de salir del salón veo que Natalia coge a mi padre por el brazo y habla con él.
Natalia: Espera
Carlos, hablemos antes, ¿vale?
Me siento en mi cama, tampoco ha sido tan grave lo que he
hecho. Sé que no es la primera vez durante el verano que me salto la hora de
llegada, y que ya me ha advertido y castigado por ello y por no contestar al
móvil, pero no lo he hecho a posta, olvidé preguntar a Natalia. Pasan unos
minutos y mi padre entra, se sienta a mi lado y me abraza.
Carlos: ¿Qué
problema tienes con la hora de llegada? ¿Por qué te cuesta tanto respetarla? Ya
lo hemos hablado varias veces, es una de las normas que tienes apuntadas en el
cartel y te la sigues saltando.
La voz de mi padre es suave y calmada, ya no parece
enfadado, eso me tranquiliza mucho.
Adrián: No me he
acordado de pedir permiso, pero si lo hubiera hecho Natalia me habría dicho que
sí. Anteayer le pedí llegar una hora más tarde y me dejó, ayer no porque tenía
clase de piano, pero hoy me hubiera dicho que sí, por eso me quedé. ¿Me vas a
castigar?
Carlos: Natalia me
lo acaba de contar, pero si no has pedido permiso no puedes decidir llegar a la
hora que quieras, aunque pienses que te hubiera dicho que sí. Lo que deberías
haber hecho es llamar a Natalia saliendo del club y preguntarle.
Adrián: Sí, lo
siento, no volverá a pasar.
Carlos: Natalia me ha
pedido que no sea duro contigo por lo que sólo serán 10 nalgadas, una
advertencia. Pero no quiero que vuelva a pasar, ¿vale?
Asiento con la cabeza, me levanto, me bajo los pantalones
y me tumbo. Si sólo van a ser diez lo puedo aguantar, mejor acabar rápido. Mi
padre me acaricia la espalda.
Carlos: Dime porque
te voy a castigar.
Adrián: Por llegar
una hora tarde y no estar pendiente del móvil.
Deja de acariciarme y comienza el castigo. No me baja el
bóxer.
PLAS, PLAS, PLAS, ai,
PLAS, PLAS, PLAS, au, PLAS, PLAS, au, PLAS, PLAS, snif.
Me levanto, me pongo bien los pantalones y lo abrazo. Mi
padre me devuelve el abrazo y me besa.
Adrián: Cada vez me
gusta más que salgas con Natalia, es una buena influencia para ti. Consigue que
te calmes cuando te enfadas conmigo y que seas menos duro con los castigos.
Trátala bien, ¿vale?
Adrián: Papá,
¿estoy castigado?
Carlos: No hijo,
pero que no se vuelva a repetir, ¿vale?
Adrián: Menos mal,
mañana hace dos meses que salgo con Martina y hemos quedado por la tarde
después de la clase de piano para dar una vuelta, ¿puedo?
Carlos: Claro, no
hay problema, pero ¡no te saltes la hora de llegada!
Jugamos un rato a la consola y después practico con el
piano. Mi padre me propone hacer una salida con Natalia el fin de semana, tengo
que decidir si prefiero que sea el sábado o el domingo.
El jueves y el viernes pasan sin contratiempos, voy al
club, a la clase de piano, quedo con mis amigos, y me acuerdo de respetar la
hora de llegada.
El jueves por la tarde Martina y yo vamos al parque de
los enamorados, es una zona ajardinada enorme que hay en una zona elevada cerca
de la playa, un parque laberíntico con muchas escaleras, rocas, árboles, setos
y rosales. Aunque ese no es su verdadero nombre lo llamamos así porque tiene
muchos rincones medio escondidos donde se encuentran las parejas para evitar
miradas indiscretas. Encontramos un rincón con vistas al mar y pasamos allí un
buen rato besándonos y acariciándonos.
El viernes Natalia se queda a cenar. He decidido que
hagamos la salida el domingo, durante la cena la planeamos. Iremos a la montaña
y subiremos a un pequeño pico desde el que seguiremos la carena hasta otro y
después descenderemos. Es una excursión fácil de unas cuatro horas en total.
Nos llevaremos comida para picar durante el camino y almorzaremos en un
restaurante que hay al pie de la montaña, mañana Natalia llamará para reservar.
La excursión del domingo es fantástica. Por el camino
vamos hablando y lo pasamos muy bien, en una fuente que hay a mitad del camino
empiezo una guerra de agua con mi padre y acabamos los tres completamente
mojados, suerte que es verano y hace calor, así nos hemos refrescado, y nos
secamos muy rápido. Disfruto mucho la salida.
Después de comer volvemos a casa, mañana voy al stage de
tenis y tengo que acabar de preparar la maleta, mi padre me ayuda y se asegura
de que no me olvide nada, e ir a dormir pronto.
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