Capítulo
once
Mi
único remedio es mi hijo
SEAN POV.
Llegamos a Japón mi hijo debía
volver ya que el lunes tiene clases y no me gusta que falte. Obviamente, papá
le dio mil y una recomendaciones sobre portarse bien y amenazas al por doquier,
igual le recordó que aún estaba molesto por la mentira y sobre todo por cómo se
había comportado conmigo.
Me dio pena mi muchacho, pero debía
reconocer que papá tenía razón y además era gracioso volver hacer ambos unos
nenitos castigados, bueno no tanto, la verdad es que se me partía el corazón al
ver la cara de culpa en mi bebe.
“¡¡Ya opa, deja de torturarme!” Mi cachorrito sonaba muy molesto.
“¿Perdón jovencito?” Papá
preguntó arqueando su ceja.
“¡¡Si me oíste, dejaste más que claro que me
odias y que soy el peor hijo del mundo, así que ya puedes irte! “mi hijo gritó reflejando lo furioso que estaba por
todo lo acontecido pero luego le escuché decir bajito “¡no te necesito!”
ZAS, ZAS, ZAS, ZAS cuatro correazos
fue la primera respuesta que mi niño recibió de papá “te amo eres mi nieto y por lo
mismo no permitiré que te comportes como un mocoso malcriado, tu padre te educo
mejor que eso y escúchame bien jovencito no permitiré que dañes a tu padre, recuerda
que es mi tesoro” Mi
padre amenazó sosteniendo el cinturón en la mano.
Las lágrimas comenzaron a brotar en
seguida en los ojos de Steve, el corrió a enterrarse en mis brazos.
“Papá es suficiente, ya arreglamos eso, agradezco
que te preocupes por mí, pero los problemas con mi hijo los arreglo yo”…
dije con voz fuerte para demostrar que no soy el
pobrecito desvalido que necesita que papá lo defienda.
Abracé a mi bebé para demostrarle a
papá que él es mi hijo y es mi deber defenderlo. “ya paso tesoro, papito está aquí a tu lado” le dije con cariño.
“El opa ya no me quiere” comenzó a
llorar en mis brazos.
Papá me lo arrebató de mis brazos y
lo envolvió en un gran abrazo.
“Te amo cachorrito, te amo de eso puedes
estar seguro, pero no puedo dejar que hagas algo de lo que te arrepentirás
después”
“Te amo mucho opa, perdón por lo que te dije
no era cierto yo no te odio”
“Lo sé mi corazón”
Papá le seco las lágrimas a
mi pequeño y me lo entrego, luego despareció para volver con la cena. Comimos
en familia, se hizo tarde y ya era la hora que nos fuéramos, o nos quedaríamos
para siempre.
“¿Papito?” mi
pequeño me llamó como leyéndome el pensamiento.
“Dime tesorito”
“Me iré a mi departamento, mañana tengo clases
temprano” me dijo aferrado a mi cuello
“vuelve
pronto” susurró mientras se descolgaba de mi cuello sin darme tiempo a
reaccionar y se arrojaba al cuello de papá.
“Te amo opa, cuida de mi papito” le dijo y salió corriendo antes que pudiera
detenerlo.
“Te amo mi corazón” le grité con fuerza al verlo subir al auto
mientras sentía que mis piernas flaqueaban y mi corazón dejaba de latir como
cada vez que mi hijo se apartaba de mi lado. Papá me sostuvo antes de llegar al
suelo.
“Aaaaaaaaaaaah ahhhhhhh” lloraba con todas mis fuerzas “Aaaaah”
Papá me abrazó con ternura, me
metió al auto y ordenó que nos llevaran al aeropuerto, yo no deje de llorar en
ningún momento y noté una mirada de preocupación dibujada en el rostro de mi
padre, él sabía que yo estaba muriendo por dentro, pero aparte de abrazarme y
contenerme no había nada más que pudiera hacer.
“No me
quiere papi, él no me quiere a su lado” Dije
entre sollozos.
“Tranquilo
tesoro, tu hijo te ama” Trató de consolarme.
“No papito, yo he tratado de quedarme con él pero
no hay caso, a la semana está buscando la forma de sacarme del país, él no me
quiere papito” yo no podía contenerme
y a esta altura, lloraba con hipo “¿Qué hice mal?” Le pregunté con mi corazón
rompiéndose a pedazos.
“Nada hijito” dijo con cariño, aunque internamente yo sabía que
no pensaba eso, pero no me criticaría ahora.
“¡Se las di, papi, se las di muy fuerte!, ¡Cuando
me dijo que se iría, pero no podía retenerlo, papito sabes que hubiese cumplido
su amenaza!” Yo respondí como cachorrito
asustado.
“Ya mi bebe no pienses en eso, tu hijo está bien, se
ven todas las semanas” trato de consolarme
con un tono suave en su voz “Tesoro deja de llorar, mi amor te dará fiebre” Agregó muy
preocupado.
“¡¡No puedo, parte de mí se ha ido!” le
dije con tristeza mientras señalaba mi pecho “duele demasiado, mi corazón duele”
Papá me miró angustiado, hacía un esfuerzo sobre humano
por no llorar y ser fuerte para mí. Suspiró y me acomodó como pudo entre sus
brazos, acunándome como cuando era pequeñito y poco a poco logró que me quedara
dormido.
Desperté en la cama del hotel, tenía
a mamá a mi lado acariciando mi cabello a papá abrazándome con fuerza. Mi madre
tenía lágrimas en sus ojos, así que deduje que papá le había contado todo.
Había pasado más de un año y el
dolor en vez de disminuir aumentaba, siempre me he preguntado ¿Por qué mi hijo
no siente lo mismo? ¿Por qué no me deja estar a su lado? A veces siento como si
realmente no me quiere y todo el amor que me profesa no es más que un simple
espectáculo para conseguir todo lo que quiere, yo no lo entiendo ¿Por qué no se
da cuenta que es mi vida?
Después de tantas dolorosas
reflexiones, las lágrimas volvieron a correr por mi rostro, esta vez venían
acompañadas de amargos sollozos. Mamá me abrazó con fuerza y yo sentía como sus
sollozos se fundían con los míos.
No me levanté en toda la semana y
no hablamos más del tema. Volví a ser el mismo estropajo que fui con Terry el
primer año que mi hijo se fue, o tal vez ahora era peor porque podía ver todo
el amor que mis padres me entregaban y era el mismo amor que mi hijo se negaba
a recibir de mí.
No me
ama, mi hijo no me ama, no importa cuántas veces diga lo contrario, si lo
hiciera no me empujaría lejos cada vez que puede, no le estorbaría en su vida, él
me dejo claro “no eres parte de mi vida” Eso
era lo único que mi cabeza me repetía una y otra vez.
Llegó el viernes y yo debía mover
mi culo perezoso de la cama, pero no podía. Mamá llegó acompañada de un médico,
me reviso, y me derivo a un psiquiatra.
“Eso es para los débiles yo puedo solo” Dije con aires de grandeza, pero papá pidió la cita
y como era de esperarse, yo me negué a ir, mala idea, muy mala idea.
“Hijo, levántate tenemos hora al médico” Mi papá dijo en tono suave pero firme.
“No voy a ir, olvídalo” Respondí de mala gana.
“Hijo en diez minutos”
me ordenó cruzando los brazos frente a su pecho en señal de advertencia, una
advertencia que decidí ignorar.
“¡NO!” le
dije malhumorado con aire desafiante y aunque no conseguí amedrentarlo, sí
logré hacerlo enojar.
Me sacó de la cama, me puso de pie
y me dio treinta nalgadas bien fuertes, luego “amablemente” a punta de nalgadas,
me condujo al baño y comenzó a sacar el pijama, el mismo que había usado por
cinco días. ¡¡Oh cinco días sin
visitar el agua! No pude dejar de sonreírme por eso.
“Yo puedo solo”
traté de luchar con él, pero fue imposible, “papá” me puse serio “Por eso no quise
decirles, me tratan como si estuviera roto” murmuré mientras entraba a
la bañera.
“Lo estás” me dijo con pesar y antes que
yo pudiera replicar agregó “lo estamos hijo, con tu madre estamos desgarrados, tú lo estás más, tú
lo has sufrido más y a ti te duele más” Papá tenía lágrimas en sus ojos.
No dije nada más, recordé como eran
ellos cuando era pequeño si bien no siempre estaban a mi lado, siempre estaban demostrándome
que era lo más importante del mundo y aun ahora la mis veintisiete años lo
hacen. Un pensamiento doloroso
invadió mi alma en ese momento ¿Por
qué mi hijo no me deja demostrarle cuanto lo amo?
Luego de la ducha me llevo donde el
psiquiatra “depresión” fue su sentencia, no hay que estudiar mucho para saber
qué era lo que tenía. Confieso que me cargan los loqueros, los desprecio, no sé
porque, será que es porque es un signo de debilidad, soy débil por eso necesito
ayuda, medicación moderada que jamás tomaré o eso era lo que pensaba hasta que
vi que entregaban a mi padre las recetas y me enojé muchísimo, Gran error.
“¡No tiene derecho, soy mayor de edad que
mierda paso con el secreto profesional!” le grité sumamente indignado.
“hijo, suficiente” me hizo callar papá.
“¡No!”
“¿Quieres que solicite tu interdicción?” Me amenazó al mismo tiempo que me mostraba su
cinturón.
“No, no papito” dije
avergonzado asegurando que nunca más volvería a ver a ese tipejo, otro gran
error, papá ya había concertado otra cita.
Llegue al hotel furioso, listo para
agarrar mis cosas y partir a ver a mi hijo, luego me iría New York con Terry, o
a cualquier lugar del mundo lejos de papá, estaba enojado con él, luego recordé
el maldito GPS que tengo enterrado en el culo, gracias a las escapadas de mi
mocoso, nos marcaron a los dos, tengo más que claro que si me desaparezco papá
no dudara en revisar mi paradero y tramarme de vuelta a casa a punta de
correazos.
En cuanto abrí la puerta vi a mi
cachorro corriendo a mis brazos, con sus ojitos rojos tanto llorar.
“La Oma me castigo” me dijo entre
sollozos, eso sí que era nuevo, mamá con suerte me habrá dado un par de
nalgadas a mí pero jamás a su nietecito adorado.
“¿Qué paso campeón?”
“tantán por mentir” Se
quejó, sobando su potito exageradamente para remarcar su punto.
“bueno, voy a revisar ese potito para comprobar
si hay daños” le dije dándole media vuelta y puse mi mano en el borde de
su pantalón.
“No, no, papito no es necesario” Mi cachorrito exclamó mientras se alejaba de mi
lado.
“¿Cuánto tantán fue?” le pregunté levantando mi ceja
“muchísimo” me
dijo con un dulce pucherito.
“¿Mamá?”
grité con sospecha.
“¿Si hijo?” Mi
madre respondió desde la cocina.
“Dos” gritó mi cachorrito antes que le pudiera preguntar
a mamá.
“¡¡Steve Hyuga que feo eso!” le reprendí falsamente enojado, sabiendo que
sus lágrimas son más por el impacto de haber sido azotado por su oma que por el
azote mismo.
“La oma dijo que estabas muy triste y que por eso
no podías irme a buscar” confesó el real motivo
de sus lágrimas “es por mi culpa”
“No mi tigrecito estoy bien, papá está bien” Intenté
consolarle.
“NO” mi papá interrumpió nuestra conversación “Steve bebe, toma
asiento” le ordeno con dulzura “tu papito está enfermo tiene una depresión es leve
pero debemos cuidarlo” yo estaba a punto de gritarle no tenía derecho a
hacer eso es mi hijo, yo decido sobre el mi hijito no tiene por qué hacerse
cargo de eso, él no tiene por qué saber.
“Papá estas sobrepasando los límites” le
dije serio
“No, te sientas y te callas”me ordeno
“No” lo desafié “es mi hijo, yo decido”
“Y tú eres mi hijo y yo decido” dijo con tono inflexible, “y con tu salud no se juega te sientas y te callas o
te puedo mandar a dormir con el trasero calentito” me amenazó delante de
mi hijo, eso no se hace, estaba a punto de salir pegando con mi hijo acuestas
cuando mi tesoro interrumpió mis pensamientos.
“Opa, basta, papá esta enfermo no le hables así, ahora
hay que ver como lo sanamos” se abrazó a mí.
“Con mucho amor y preocupándonos que se tome los
medicamentos” Mi padre le respondió con sincera
dulzura.
“No, los medicamentos y los loqueros son una mierda,
papá no los necesita” Mi tigrecito dijo
mientras me daba un fuerte abrazo “nos vamos a casa, yo cuidare de mi papá”
“No tesoro es mi deber cuidar de ti no al revés además
no es nada, te lo prometo” Le susurré al oído
y él puso su mano sobre mi corazón.
“Te amo, te amo papito y vamos a sanar tu corazón” escuchar esas palabras de su boca eran maravilloso
era todo lo que necesitaba, saber que ni hijo me ama, que mis papás me aman, nos
mandaron a la cama, a los dos por insolentes, sé que solo querían hablar, decidieron
que pospondrían los remedios para la próxima sección habíamos ganado con mi
tigre somos un equipo invencible, mi tesoro me llenaba de besos y abrazos todo
el tiempo, la Kathya me llamaba por teléfono más que a mi hijo, ellos estaban
preocupados por mí, tuve una par de llamadas de Terry se quedó más tranquilo al
saber que estaba con mis papás y mi hijo, Steve se quedó un mes entero conmigo
y con mis padres hasta que me dieron el alta sin remedios solo con el amor de
los míos, luego cuando creí que mi hijo se iría y sentía mi corazón oprimirse
de nuevo me sorprendió con su petición.
“Papito
te vendrías un mes conmigo” me miro
esperanzado “solo
un mes” agregó y yo no comprendí si era un solo un mes te lo pido solo
dame un mes o solo un mes no se te ocurra pensar que te quiero de vuelta.
“Claro tesoro el tiempo que quieras” le contesté decidiendo no dejarme vencer por mis
inseguridades mi hijo necesita a su padre fuerte.
Los ojos de mi hijo se iluminaron “Te amo” Dijo
sonriendo y para mí fue como si no existiera un mañana, mi hijo me amaba y eso
era todo lo que me importaba en ese momento.
“Yo también te amo”
le respondí con un nudo de felicidad atorado en mi garganta, ambos estábamos en
casa.
Cassy muchísimas gracias por betar nuestra historia, gracias por el tiempo invertido en ella, esperamos que disfruten con el nuevo capítulo y disculpen la tardanza.
ResponderBorrarGRANDE CASSY
^-^ wiiii
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