Quinto Capítulo: retrato de familia
-
¿Cómo crees que le habrán ido
los exámenes a tu hermano?
-
No lo sé. Estas dos semanas
que ha estado castigado ha estado trabajando duro. Pero también ha sido la
única vez que le he visto agarrar los libros.
-
No todo el mundo vale para
estudia, Mario
-
Él vale para estudiar, solo es
un vago rematado.
-
Marioooo
-
No, hablo en serio. Fíjate que
desde que llegó hace 3 meses no ha vuelto a sacar el tema de dejar los
estudios.
-
Porque cada vez que lo insinúa
te le tiras al cuello.
-
Eso no es cierto.
-
Cariño, tenemos tantos
folletos de carreras en casa que podríamos empapelar una docena de mansiones.
-
Solo quiero que conozca todas
sus opciones.
-
Puede que el mundo laboral sea
una de esas opciones.
-
¡Claro que si! (Camilo finalmente sonrió) Dentro de 5 años cuando haya acabado la
carrera (Camilo puso los ojos blancos y se dejó caer vencido en el sofá)
-
Prométeme que si las notas no
son lo que esperabas no te pondrás como un troglodita
-
Juan sabe lo que se espera de
él.
-
Mario, eso no es lo que te
acabo de decir.
-
Y yo te he dicho que una de
las normas que puse, incluso antes de que me lo trajera a casa, era que no
aceptaría nada por debajo del siete sobre diez.
-
Grrrr ¡Eres imposible! (dijo furioso levantándose del
sofá y yendo a al cocina a prepararse una tila, mejor dos)
-
No soy imposible, solo intento
que dé lo mejor de si. Es el rey del mínimo esfuerzo. Cuando es su turno de
hacer las tareas hace lo justo para que nadie diga que no lo ha hecho. Cuando
es su turno de hacer la compra, compra los envases más pequeños y siempre se
olvida de la mitad de las cosas (Camilo se estaba riendo por dentro, creía que su marido
no se había dado cuenta de ello), los
deberes los hace a último momento y sin pensar, hasta el entrenado me dijo la
semana pasada que solo suda la camiseta en los partidos.
-
Vale, vale, lo he captado, mi
cuñadito es un flojo.
-
Camilo estamos pagando una de
las escuelas más caras del país, y no lo matriculé para que fuera de
aprobadito.
-
Lo sé, solo digo que no seas
muy duro con él. Piensa que mañana salimos para tu casa y no debe de estar… bueno
no sé como debe de estar. Ya sabes lo de Cristina.
-
¡Joder! Pero sino lo llevo
Fern me mata.
-
Hubiera sido mejor que
vinieran ellos aquí.
-
Mario, yo tengo casa allí,
ellos tendrían que venir a un hotel. Y mi hermano está hipotecado hasta las
cejas. Justo hace dos años devolvieron el préstamo universitario. Si se
descuidan sus hijos llegan a la universidad y ellos aun están pagando el
préstamo de la suya.
-
Si tú padre fue muy generoso
con vosotros dos (dijo
con sarcasmo).
-
Bueno, yo era una deshonra
para él porque era un drogadicto maricón y Fern dejó embarazada a la hija de
unos inmigrantes ilegales. Y tuvo la desfachatez de casarse con ella. Y porque
Juan solo tenía 9 años cuando murieron que sino seguro que habría encontrado
algo para desheredarlo también.
-
Nosotros quizás fuéramos
muchos y pobres, pero por lo menos, nos queríamos.
-
Ya sabes que adoro a toda tu
familia, incluso a tu hermana Beatriz.
-
No mientas.
-
Vale a ella no. Pero mi
familia no es tan horrible, mi padre si que lo era pero el resto son bellísimas
personas.
-
¿tu primo también?
-
No, mi primo no (dijo muy seco Mario y se levantó del
sofá y salió a fumar a la terraza)
Al cabo de cinco minutos el
timbre de la puerta sonó. Camilo fue abrir, la había cagado con el último
comentario y quería darle su espacio a Mario.
-
¡Ey, Ornella! Pasa mujer, pasa
(agarrándole
las bolsas con las sopas y demás platos vegetarianos ya preparados). Tenía que haberte avisado, mañana nos
vamos a casa de Mario, estaremos una semanita, hasta la vuelta a clases.
-
Oh, vaya, entonces mejor metes
eso en el congelador ahora mismo. ¿Y el profesor Macias?
-
Mario está fumando en el
balcón. ¿Cómo te ha ido a ti este trimestre?
-
Buffff (dando un soplido) ya
sabes, es difícil compaginar trabajo y estudios.
-
¿Cuántas han caído? (dijo con una sonrisita)
-
Solo una.
-
Eso está muy bien.
-
No, no lo está.
-
No seas tan dura contigo
mismo.
-
No lo soy. Es que, creo que
fue un suspenso injusto.
-
Pues pide revisión de
exámenes.
-
A la vuelta de vacaciones, el
primer día de clases.
-
A veces los profesores se
equivocan y traspapelan notas, o la secretaria al picar la nota se equivoca…
-
No es un error, cuando vi la
nota fui directa a preguntarle.
-
¿Y qué te dijo?
-
¡Qué no era ningún error!
Camilo hice bien ese examen, quizás no fiera de matricula, pero era un buen
examen.
-
Bueno, mujer tranquilízate,
justo he preparado tilas
-
¿tilas? ¿en plural?
-
Hoy es día de notas.
-
Seguro que Juan lo ha hecho
muy bien (Camilo
la miró desconfiado. En ese momento Mario entró en la cocina. Había oído voces
y había entrado a ver quien era).
-
Hombre, contigo quería yo
hablar.
-
Ornella, no. No es ni el
momento ni el lugar.
-
¿Qué pasa?
-
Pero Camilo me ha dicho que no
regresareis hasta la semana que viene.
-
Si, estamos de vacaciones. Es
más yo empecé las mías, ayer a las siete de la tarde. Así que hasta el lunes a
las 9:00 no pienso hablar más del tema.
-
Mario, mi examen estaba
aprobado.
-
Grrrr Ornella, si no has
venido por las clases, te agradezco mucho la sopa pero ya puedes estar
agarrando la puerta y
-
Eyeyey que eso de hablarle así
a nuestra Ornella
-
Está suspendida, ha venido
para que le apruebe, pero por mucho que yo te quiera Ornella y sepa cuanto te
esfuerzas, ya te dije que no puedo hacer excepciones. El lunes a mi regreso
hablaremos en mi despacho (dijo
Mario muy seco y un poco grosero).
-
Mario, por favor (empezó Ornella otra vez) No puedes suspenderme, si me suspendes me
quedará todo para los exámenes de Junio y eso es igual que si me suspendieras
ya la asignatura. Y si suspendo me retiran la beca.
-
Eres muy inteligente Ornella,
si estudias y presentas todos los trabajos no creo que tengas problemas para
aprobar toda la asignatura en Junio (Mario remarcó con énfasis lo de los
trabajos).
-
¡No es justo! Yo trabajo (cruzándose de brazos). Camilo dile algo.
-
¿pero le has suspendido? Has
suspendido a Ornella. Pero si tu mismo le das clases particulares. Cariño,
deberías suspenderte a ti mismo.
-
Camilo. Yo no la he
suspendido. Sacó un 8,3 en el examen. Ella no ha aprobado la asignatura, que es
distinto.
-
No, no lo es (dijo ella alzando la voz)
-
A ver que alguien me explique.
Un 8.3 es notable ¿no?
-
Mi asignatura consta de tres
exámenes y tres trabajos. Para poder aprobarla tienes que tener aprobados los
tres exámenes y los tres trabajo. Y Ornella solo me presentó dos de los tres
trabajos.
-
Pero son trabajitos, cariño,
¿no puedes hacer la vista gorda? Ornella es una chica muy trabajadora ¡y nos
trae sopa y hamburguesa de tofu y zanahoria! (intentando darle una nota de humos al
asunto).
-
Camilo, no me puedo creer que
me estés diciendo esto. ¡Antes lo de mi hermano y ahora mi trabajo!
-
Lo siento, hombre! No quería
ofenderte. Solo que me parece una lastima que la pobre Ornella tenga que ir a
Junio con todo, por un trabajito.
-
Ornella, lo lamento, no sabes
cuanto, porque hemos trabajado muy duro este año. Pero sabías que si no
presentabas el trabajo no liberarías materia. Así que cuando decidiste no
hacerlo me ataste de manos por completo. No puedo aprobarte. Y el lunes cuando
regresemos a clases y vayas a revisión. Te diré lo mismo. Así que te sugiero
que empieces ya estás vacaciones a adelantar los trabajos del siguiente
trimestre (Mario
salió de la cocina como una bala y al cabo de 10 segundos regresó con un
papel). Aquí tienes los objetivos del
siguiente trimestre. Una semana antes que el resto de tus compañeros. ¿te
parece suficientemente trato especial? (dijo casi silaba por silaba esa
última pregunta. Mario se estaba desquitando todo su mal humor con la pobre
Ornella).
-
Ja (dio una risotada de desprecio) puedes meterte tus objetivos por el culo.
Seguro que los disfrutas.
-
¡Ornella! (dijo Camilo escandalizado.
Ornella era la típica chica de Siena dulce y atenta pero que podía ser una
bomba de destrucción masiva cuando la enfadaban).
-
¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS!
¡PLASS! ¡PLASS! (de
repente se oyeron 6 rápidos cachetes)
-
¡AY! (dijo girándose y llevándose las manos
al trasero) ¡Profesor! (Ornella estaba
en shock. Camilo estaba en shock, hasta Mario estaba en shock. ¿Acababa de
darle unos azotes a una alumna? ¿se había vuelto loco?. Después de unos
segundos y tras asimilar todos que es lo que acababa de pasar finalmente
Ornella bajó la cabeza y masculló algo que sonaban como unas disculpas) lo siento, profesor, perdí los nervios, le
pido disculpas.
-
No, Ornella, yo debería de
disculparme no debí de darte esos azotes.
-
No, si hizo usted bien, me los
tenía merecidos, vine aquí, a su casa, increpándolo y encima cuando me ofreció
su ayuda le falte al respeto y le insulté (Ornella le estaba hablando de usted,
cosa que solo hacía cuando estaban en la facultad. Camilo estaba flipando en
colores).
-
Igualmente te pido disculpas
he sido muy grosero. Tengo un mal día y creo que me he desquitado contigo.
Ornella, cariñito (volviendo
al tono paternal de siempre de Mario) no
sabes cuanto lamento no poderte aprobar, pero las normas son para todos. Sin
excepciones.
-
De acuerdo (dijo muy flojito. De repente
todo se había calmado).
-
Y una cosa más, si necesitas
ayuda con Petrología también puedo ayudarte.
-
¿qué? (Ornella se puso de repente
toda colorada).
-
¿No has suspendido Petrología,
también? (Camilo
la miró y puso una mueca de disgusto. Pequeña mentirosilla)
-
No la suspendí (Mario arqueó una ceja. Él
tenía acceso al expediente de todos sus alumnos y sabía que Ornella había
sacado sobresalientes en todas excepto en la suya y en Petrología que aparecían
en rojo como “NO APROBADO”) no me
presenté (aclaró con un poco de dignidad)
-
Para el caso es lo mismo (dijo Mario con media
sonrisita). Si lo necesitas el trimestre
que viene podemos dedicarle un día a Petrología.
-
(Ornella tímidamente asintió) gracias
-
Buenooo, me muero de hambre,
que sopas traes hoy (dijo
alegre Mario).
-
Para Camilo la de tomate y
crema agria con pan tostado. Y para ti he traído la de fideos, champiñones y
pollo.
-
¡Mi favorita! (abriendo el tupper de la sopa
y agarrando una cuchara) Ya veo que
traías la maquinaria pesada, ¿querías sobornarme con la sopa? Jajajaja
-
Bueno mientras no quisiera
envenenarte (dijo
Camilo riéndose. Mario casi se atraganta con la sopa)
-
Jajajaja tranquilo profesor,
no está envenenada (agarró
una cuchara y tomó de la sopa de Mario) lo
ves.
Al cabo de un rato Ornella se
fue, Mario y Camilo estuvieron hablando sobre lo sucedido. Mario estaba muy
estresado y aquello le estaba pasando factura. En los últimos tres meses, había
pasado de ser él el “enfantgâté” a tener que hacer de padre de un verdadero
“enfantgâté”. Y Mario sentía como si aquella tarde, cuando Juan tarjera las
calificaciones a quién realmente estuvieran calificando fuera a él y no a Juan.
Juan llegó a casa a las 4:20,
no era tarde, pero Mario y Camilo estaban de los nervios. Así que nada más oír
la puerta fueron a su encuentro. Estaban tan pendientes del sobre que llevaba
en la mano que ni le amonestaron por no utilizar la muleta.
-
¿Y bien? (saltó Camilo. Mario había
logrado pegarle el estado de nerviosismo a Camilo)
-
Buenas tardes Camilo, si mi
último día de clase ha estado bien. Gracias por el interés (dijo fingiendo estar muy
sereno, viendo que su hermano y su cuñado estaba como perritos tras una ristra
de salchichas). Me voy a mi cuarto a
preparar la maleta para (pero Mario le agarró por el cuello de la americana
y lo paró)
-
Alto ahí, listillo ¿eso de ahí
son las notas? (dirigiendo
su mirada al sobre).
-
Si (intentando continuar su paso, pero
Mario lo tenía bien agarrado y él estaba cojo)
-
¿no tendrás que dárnoslas?
-
Hasta la semana que viene no
las tengo que devolver selladas.
-
Juan déjalo ya, me va a dar un
paro cardiaco, danos las dichosas notas (dijo Camilo histérico perdido)
-
Woaaaa tranquilos solo son las
notas, ni que fuera la formula secreta de la Coca-Cola
-
Juaaaaaaaaaaaaaaaan (una voz de ultratumba sonó
tras su nuca, era Mario y aquel era un Juan de “déjate de tonterías que no está
el horno para bollos”).
-
Vale (y le dio el sobre a Mario. Mario
soltó el cuello de la chaqueta para abrir el sobre, que ya estaba abierto y
puso su brazo haciendo de barrera en el pasillo para que el chico no se fuera a
ninguna parte)
-
¿Esto no debería estar
cerrado? (preguntó
suspicaz Mario)
-
Quería verlas, son mis notas (dijo de forma natural) tenía que saber si tomaba el autobús a
casa o el autobús al aeropuerto.
-
Jajaja (dijo con ironía Camilo) muy gracioso (Camilo miró la cara de
Mario para ver su reacción. Mario miró el papel con detenimiento, respiró hondo
y cerró los ojos). ¿Y bien? (preguntó
Camilo nervioso. Pero Mario no reaccionaba, así que simplemente le arrebató el
papel de las manos y lo miró él, con sus propios ojos)
-
Lo sabía, lo sabía nunca había
dudado de ti (dijo
Camilo abrazando y besando a Juan como un loco. Mario no podía creer lo que
oía, pero cuanto morro tenía Camilo ¿con que nunca había dudado de él? Grrrrr
maldito mentiroso jajajaja).
-
Joder Camilo que solo son unas
notas, suéltame anda y besa a tu novio, (dijo fingiendo poner cara de asco.
Y para mortificación de Juan, lo hizo le plantó un besazo a Mario en todos los
morros) Puagggggg ¡Joder buscaros un
hotel! Si sé que vas a reaccionar así suspendo.
-
Pobre de ti (dijo Mario apuntándole con el
dedo, saliendo por primera vez de su silencio) Venga siéntate (agarrándolo por la nuca cariñosamente y llevándolo
hacia el salón) Sabía que si te
aplicabas podías sacar buenas notas, estoy muy orgulloso de ti (y le dio un
abrazo de camarada)
-
Bueno he tenido mucho tiempo
para estudiar, cómo casi siempre me tenéis castigado (dijo Juan burlonamente). Y aquí el carcelero (señalando a
Camilo) no deja nunca el castillo sin
vigilancia.
-
Ey, niñito, que si has estado
tanto tiempo castigado no ha sido por culpa mía (dijo Camilo un poco indignado por
todo eso de lo de carcelero)
-
Pero por lo visto ha tenido
sus beneficios ese tiempo de recogimiento. Quizás para el próximo trimestre
debamos castigarte todo los días.
-
Mariooooooooooooooo (dijo con terror Juan)
-
Era broma tonto (revolviéndole
el pelo. Mario estaba tan aliviado de que las notas de Juan fueran todo
notable). Pero estaría bien ver algún sobresaliente, el trimestre que viene.
-
Y también estaría ver a
Angelina Jolie totalmente desnuda sobre mi polla ¡PLACK! (Camilo le soltó un pescozón bien fuerte) AUUUUUUUUUU ¿QUÉ? Solo digo que es igual
de improbable.
-
Pues hazlo probable
-
No creo que a Brad Pitt le
haga mucha gracia, pero se hará lo que se pueda (Juan no podía parar de bromear).
-
Juan (dijo Mario con tono de advertencia)
-
¿qué? (preguntó todo inocente)
-
Tienes suerte, que estoy
demasiado contento, para enfadarme contigo, anda ve y haz las maletas (le dijo Mario con una
sonrisa de punta a punta).
-
Oye (Juan dejó de reírse e intentó
ponerse serio)
-
¿Si?
-
Si ha acabado el trimestre, yo
ya no estoy castigado ¿verdad?
(tanteando el terreno)
-
¿por qué? (Mario empezó a sospechar que
había lago más que una pregunta de simple comprobación)
-
Bueno, me gustaría salir esta
noche con unos del insti.
-
¿esta noche? (Mario esperaba celebrarlo
los tres juntos esa noche en algún sitio que Juan le gustase)
-
Si, mañana a primera hora nos
vamos ¿no?
-
A las ocho y media sale el
avión.
-
¿Puedo?
-
¿Si puedes qué?
-
¡Joder Mario! ¿Que si puedo
salir esta noche con mis amigos? (dijo exasperado ya)
-
De acuerdo, pero en casa a las
once, mañana madrugamos (aunque
no le hacía mucha gracia que saliera no podía negárselo el chico había cumplido
con su promesa de subir sus notas).
-
¿A las once? Pero si estamos
de vacaciones, y he sacado buenas notas
-
Y tienes 17 años y mañana
tenemos que estar en el aeropuerto a las siete.
-
Puedo dormir en el avión, Por fiiiiiiiiiii (poniendo las manos juntas y
suplicando, Mario miró a Camilo y Camilo le sonrió)
-
¿Hasta que hora tenias
pensado?
-
Los demás no tiene toque de
queda, así que pensaba estar aquí a las seis, para ducharme y vestirme antes de
ir al aeropuerto
(Juan tenía que probarlo así que intentó decirlo como quien dice “pásame la
sal”).
-
Bueno, los demás no son mis
hermanitos. Así que no me vengas con esas (Mario quería pegarse un tiro acababa
de hablar justo como su abuela). Todo
cierra a las dos, así que te quiero en esa camita, a más tardar… a las dos y
media. ¡Y Juan! solo porqué hoy es un día especial, no pienses ni por un
segundo, que va a ser así todos los fines de semana (Las dos y media, eso
era media hora más tarde que le dejaban a Walter y a Adrián. Juan estaba apunto
de dar botes de alegría y besar a su hermano pero tenía que hacerse el duro. No
podía permitirle creer a su hermano que le estaba haciendo un favor).
-
Peroooo (empezó a quejarse Juan
sabiendo que en menos de un segundo Mario le interrumpiría con su clásico “ni
peros ni peras”)
-
Ni peros ni peras, lo tomas o
lo dejas (dijo
Mario levantando la ceja)
-
Vale (dijo Juan poniendo morros, pero por
dentro estaba dando botes de alegría) me
voy a hacer la maleta.
-
Un segundito ¿A dónde vais? (mierda estaba tan cerca del
pasillo. Sino hubiera tenido la escayola lo hubiera logrado).
-
Creo que a tomar unas pizzas y
después a una discoteca.
-
¿Dónde? (volvió a preguntar Mario,
Mario le aterraba que Juan saliera por la noche por la ciudad. Él había sido
joven y se había perdido en aquellas noches interminables de juergas y
desenfreno. Y le aterraba pensar que su hermanito pudiera hacer lo mismo).
-
No lo sé, no soy de aquí y
cómo he estado casi todo el tiempo castigado, no he tenido la oportunidad de
salir mucho (dijo
cargado de resentimiento)
-
Juanito, si no quieres acabar
con el trasero calentito y sin salir yo de ti iría dejando ese tonito (le advirtió Camilo, que sabía
que Mario estaba buscando la menor excusa para no dejarlo ir).
-
Vamos a ir por el centro, la
discoteca se llama Sakai
-
¿Aun existe? (preguntó Camilo sorprendido)
-
¡Dios una discoteca que tú
conoces y yo no! Ya me puedo morir (dijo riéndose Mario)
-
Es una discoteca para críos,
yo había ido cuando tenía su edad. Mi hermana Fiona era asidua. Dios que
recuerdos. Jajajaja
-
Bueno mientras el abuelo
cebolleta recuerdas viejas glorias ¿qué? ¿puedo?
-
Si, vale, puedes, pero el
teléfono siempre contigo. Nada de alcohol, ni un chupito, Juan, hablo en serio,
ni nada de drogas. Y nada de meterse en peleas o líos.
-
Si, mamá (dijo rodando los ojos y
poniendo los ojos en blanco).
-
¿Quieres quedarte en casa?
-
No, no, no, vale, te lo
prometo solo fanta y bailar.
-
Eso es. Y ahora ve a hacer esa
maleta antes que me arrepienta y cambie de idea.
-
Graciasssssssssssssssss (dijo mientras iba a la pata
coja hasta su habitación)
-
Y LA MULETA VA CONTIGO
TAMBIÉN!!!!!
(GRITÓ FINALMENTE MARIO).
-
¿esa discoteca Sakai? ¿no es
un mal sitio verdad? (Mario
estaba bastante preocupado con la idea de Juan en una discoteca a esas horas de
la noche)
-
Tranquilo, si fuera un mal
sitio seguro que tú la hubieras conocido. Jajaja. Además jamás dejaría ir a
Juanillo a un sitio que supiera que es peligroso.
-
Jajaja No, pero ahora en serio
(intentando
ponerse serio) ¿es un sitio seguro? ¿no
hay trapicheo ni peleas, no?
-
Te he dicho que íbamos mi
hermana Fiona y yo, es una discoteca para buenos chicos, tranquilo, ni siquiera
está en una zona peligrosa, está en pleno centro.
-
¿Fiona iba a discotecas?
-
¿qué? Le encanta bailar. Un
día deberíamos llamarla y quedar.
-
No me imagino a Fiona bailando
en una discoteca ¿qué quieres que te diga?
-
Y yo no me imagino a tu
hermano desnudo en las gradas del polideportivo animando a los Cobayas
-
Coyotes
-
Lo que sea, y eso que te he
visto a ti desnudo (intentando
a alejar la imagen mental de Fernando desnudo vestido con nada más que la
cabeza de la mascota del equipo gritando “VAMOS COYOTES VAMOS”).
-
JAJAJA EL MUY GILIPOLLAS LO
HIZO. ERA UNA BROMA Y CAYÓ DE CUATRO PATAS JAJAJAJA ERA TAN INOCENTE JAJAJAJA (Mario no podía para de reír
le dolía hasta el estomago de tanto reír)
-
¿Cuántos años teníais? (riéndose también Camilo)
-
Ehhhhhhh Trece jajaja jajaja
-
Eyyyyy coyote
-
A mucha honra
-
Y si aprovechamos que el niño
está fuera y tenemos una cenita romántica los dos en casa y nos acurrucamos en
el sofá viendo alguna película de esas tan… que nos gustan.
-
Mmmmmm Me parece una gran idea
(mordiéndole
la orejita con cuidado) así podré saber
a que hora exacta regresa Juan
-
Imbécil (y lo tiró del sofá al suelo)
-
Jajajaja era broma hombre. No
te lo tomes así jajajaja
(en esos momentos no había nadie más feliz que aquellos dos)
Juan
llegó a casa a las dos y vente. Los chicos hacía más de una hora que se habían
acostado. Pero ninguno de los dos estaban realmente dormidos, ambos por orgullo
fingían que dormían, pero estaban pendientes de oír o la puerta o el teléfono.
Pero Juan entró en casa y cerró la puerta con llave, diez minutos antes de lo
acordado. Mario fingió levantarse para ir a tomar un vaso de agua y estuvo
hablando un rato con Juan. Solo quería asegurarse que había llegado bien a
casa. Juan no había bebido, no había fumado, no había tomado nada ni se había
metido en peleas. Solo fanta y bailar. Bueno quizás hubo algo más…
12:10
discoteca Saray
-
Ey, chico de la muñeca, tú no
eres cómo los chicos de por aquí (le dijo la chica con la que llevaba un buen rato
bailando cuando se acercaron a la barra a pedir algo)
-
Será porque no soy de aquí (dijo haciéndose el
interesante)
-
¿estás de vacaciones? )la chica había picado,
seguía hablándole)
-
Si, se podría decir que si (Juan no tenía ni idea porque
le había dicho eso. A la chica aquella respuesta le pareció súper misteriosa)
-
¿Y tú? (Juan le regaló una de sus
mejores sonrisas)
-
Vivo aquí cerca, en los pisos
de lo que antes era la vieja estación de trenes ¿sabes donde está eso?
-
Si, los de los jardines que
son de Forestier ¿verdad?
-
Vaya un chico guapo y culto (Juan dio gracias Camilo por
ser el guía de la ciudad más plasta del planeta) Ahora si que estoy impresionada.
-
¿Y vas a estar mucho por aquí?
-
Mañana tomo un vuelo (eso era verdad, eso nadie se
lo podía negar).
-
Entonces es esta tú última
noche en la ciudad?
-
Siempre podría volver, no
sé,…si encontrará algo realmente bonito que me hiciera querer volver…no sé…algo
como una chica…una chica morena…de ojos oscuros como la noche…de piel
canela…quizás un poco pecosa
-
Jajaja y qué más?
-
Con el pelo negro y fino como
los hilos de seda (acariciándole
el pelo) …con las manos delicadas y
suaves como los pétalos de una rosa (acariciándole las manos) Con boca del más fino terciopelo… (Y
Juan se acercó a sus labios, la chica no se movió ni un milímetro solo abrió un
poquito la boca para hacerle saber el chico que tenía vía libre. Juan
finalmente se decidió y la besó, fue un besó largo e intenso. Uno de esos besos
que te dejan con hormigueo en los labios y en la punta de los deditos de los
píes)
-
Sígueme (le susurró al oído y Juan ni
siquiera lo pensó solo la siguió como pudo hasta la salida) Mis padres están de fin de semana en la
playa y se han llevado a mi hermanito (le volvió a susurrar al oído).
-
¿Tomamos un taxi?
-
No llevo dinero y solo vivo a
20 minutos.
-
Yo llevo dinero.
-
Entonces llama a un taxi (dijo apretujándose contra él
y besándose nuevamente)
-
TAXIIIIIIII! (gritó Juan una vez acabaron
de besarse)
-
Me llamo Paloma
-
Yo Juan.
A
la mañana siguiente…
-
Venga Juan dormilón despierta (Mario lo zarandeaba para que
se despertase)
-
Mmmmmmmmmmmmmmm noooooooooooo dejameeeeeeeeeee
dormir
-
Juan que hemos de tomar el
avión
-
Noooooooooooo no
quierooooooooooooooo
-
Juan, venga, levántate o
llegaremos tarde
-
Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrnooooooooooooooo
un ratito más
-
Juan si en 5 minutos no estás
en la ducha te meteré yo mismo y te enjabonaré y te (Juan dio un bote de la cama y corrió
hacia la ducha olvidándose del pie por completo)
-
¡JUAN NO CORRAS! Te harás daño (dijo
riñéndole).
-
¿Si me hago el remolón yo
también… me meterás en la ducha y me enjabonarás? (dijo Camilo en el quicio de la puerta
riéndose. Mario le tiró un cojín a la cara) Auuuu
-
¿Lo tienes todo? (dijo levantándose y saliendo
de la habitación de Juan)
-
Jajaja eso no lo debería de
preguntar yo?
Eres tú el que se deja siempre algo.
-
Yo voy a casa, allí tengo todo
lo que pueda necesitar. Y si no está Fernando, calzamos el mismo número y
vestimos la misma talla.
-
Ventajas de ser gemelos. (dijo Camilo mientras le
tiraba el neceser que se lo había dejado en el baño) ¿Nunca has fantaseado con montártelo con unos gemelos?
-
No creo que no, ni a mi cuñada
Cristina ni a mi hermano Fernando les hiciera gracia esta conversación. Es más
a mi tampoco me la hace
(pero se estaba riendo)
-
¿nervioso por regresar a casa?
-
Un poco, no sé como va a
reacciona Juan. Fernando quiere que se quede en su casa, en su habitación.
-
Siguen creyendo que esto es
algo provisional ¿no?
-
Si. Y no sé como planteárselo.
-
No quiero parecer cobarde,
pero quizás no seas tú quién deba planteárselo.
-
¿Juan? Pero si es solo un niño
-
Tiene 17 años, y es él el que
no quiere regresar. Además, Fern y él están muy unidos, seguro que encuentran
manera. Igualmente hasta final de verano no tiene que regresar ¿no?
-
Si decidiera estudiar una
carrera, entonces no había ningún problema, se quedaría aquí con nosotros y
Fernando no se sentiría herido o traicionado o abandonado o no sé.
-
¿Por eso presionas tanto a
Juan con lo de los estudios?
-
Noooo, quiero que estudie.
Pero si, no lo voy a negar, si estudiara una carrera todo sería más sencillo.
-
No le des más vueltas, lo que
tenga que ser será.
-
Ojala yo pudiera tomármelo con
tanta filosofía, desde que llegara que no hago más que darle vueltas a la
cabeza a todo. Vivo en un constante estado de ansiedad.
-
A eso se llama ser padre.
-
Pero yo soy su hermano
-
Mario, no te engañes, era su
hermano hace 3 meses, en el momento que te plantaste en su casa y decidiste
sacarlo de allí y traértelo para acá, dejaste de ser MARIO el hermano de la
gran ciudad para ser Mario, el responsable de ese adolescente atormentado.
Mario llevas tres meses haciendo de padre no te engañes. Yo llevo tres meses
siendo padre de un adolescente, y el otro día vi una cana en el espejo y estoy
segura que él es él culpable directo de esa cana.
-
Y que tengas 37 años no tiene
nada que ver ¿verdad?
-
No, es Juan
-
Jajajaja como quieras yo te
creo (acariciándole
la cabecita como a un perrito).
-
Déjame idiota y ve a preparar
el desayuno, aun llegaremos tarde por TU culpa.
Juan estuvo muy animado
durante todo el desayuno y el vuelo. Camilo se temía que el chico se sintiera
deprimido o incomodo por tener que regresar a casa. Pero se le veía realmente
bien y no parecía estar fingiendo. Así que cuando Fernando agarró la maleta de
Juan y la puso él mismo en su coche no dijeron nada. Ni siquiera Juan dijo
nada. Juan se había pasado el trayecto del aeropuerto a casa preguntando por
sus amigos, por Lucia por Pablo por su novia, por todos. Bueno por todos no, no
preguntó por Cristina.
Aquella misma tarde hubo una
gran fiesta de bienvenida, estaban todos, familiares de ambos, amigos de Juan,
amigos de Mario y Fernando, algún que otro compañero de clase. Durante un
momento de la fiesta, Juan le comentó a Fernando que realmente no parecía que
solo hiciera 3 meses que se había ido, parecía que hubiesen pasado 3 años. Todo
el mundo al menos le trataba así. Fernando le sonrió para hacerle entender que
no importara cuanto tiempo estuviera fuera aquella siempre sería su casa. Mario
no quiso sentir celos de esa camarería que había entre Fernando y Juan, pero no
pudo evitarlo. A pesar de todo, Juan prefería a Fernando. Si estaba con él solo
era por huir de sus sentimientos hacia Cristina. Y lo más probable es que
Fernando tuviera razón, cuando lo hubiera superado, Juan regresaría a casa. Y a
casa no era con Camilo y él. Aquello lo llenó de pena y se excusó de estar muy
cansado por el vuelo para irse a casa.
-
¡Ey, Mario! (salió
corriendo Juan hacia el coche. A Mario se el dibujó una sonrisa)
-
¿Os vais ya para casa de la abuela?
-
si, estoy un poco cansado.
-
¿Podéis acercarme a la gran vía?
-
Claro
-
he quedado con Lulú, hace tres meses que no nos vemos.
-
¿seguís siendo novios?
(Camilo estaba alucinando)
-
si, ¿porque no?
(dijo inocentemente Juan. Mario le echó una miradita rápida a Camilo para
hacerle saber que no era el momento para echarle una charla).
Los chicos lo dejaron al
principio de la Gran Vía y después se fueron para casa. Camilo se había dado
cuenta que Mario estaba un poco raro y decidió que lo mejor sería acostarse
pronto. Quizás mañana descansados viera las cosas de otra manera y estuviera de
otro humor.
-
Ey Juan, ¿me echaste de menos?
-
Y tanto ¿lo tienes todo?
-
Todo (dijo sacando dos maletones por la
puerta)
-
¿Los pasajes?
-
Primero el dinero.
-
Maldita sea Lulú, te lo iba a
dar, pero es que ni me has dejado.
-
Yo no soy rica como tú, sabes
cuanto me han costado los billetes? Me he quedado a mínimos en al cuenta (Juan buscaba la billetera en
su cazadora)
-
¿Cuánto fue?
-
112 el tuyo de ida y 160 el
mío ida y vuelta.
-
Eso hacen 272 (dijo Juan de inmediato).
-
Guaaauuu esas escuelas
privadas son la leche.
-
Eres tan tonta (besándola mientras le
magreaba el culo) te echado tanto de menos
-
Yo también (sobándole el trasero
también). Venga vamos, el vuelo sale en
dos horas.
Lulú y Juan, se sentían como
si fueran prófugos de la justicia. Temían que los parasen en cualquier momento
y llamasen a sus padres. Aquella iba a ser la aventura de sus vidas, algo que
contar a los nietos. Lulú se imaginaba contándole a sus nietos la vez que su
abuelo y ella tomaron un avión se fugaron juntos y pasaron una semana entera en
la capital. Juan tenía otras cosas en la cabeza. La primera era lograr llegar
sin que los pillasen y la segunda que no les pillasen.
Pero no hubo ningún problema
estaba en plena época de vacaciones escolares y era muy normal ver a gente
joven tomado vuelos para regresar a sus casas o para hacer turismo.
-
Bienvenida a mi hogar (dijo abriéndole la puerta,
se la hubiera cargado a cuestas pero ni el tobillo ni la muñeca se lo permitieron)
-
Guaaaaaaaaaaaaaaaaaaaau
-
Tu hermano y su marido tienen
una casa que te cagas!
(dijo abriendo mucho los ojo y mirando cada pequeño detalle)
-
Camilo es arquitecto, no le
tomes mucho cariño, puede que en unos meses esté todo cambiado.
-
Pues estaría cometiendo un
grave error, es preciosa ¿Y esa puerta?
-
No, ahí no se puede entrar (casi en pánico al ver que
agarraba el pomo de la puerta. La chica la ver la reacción de Juan se asustó,
quizás tuvieran un doberman. Y a ella le aterraban los perros hasta los más
pequeñitos) ni ahí tampoco (señalándole
la puerta de enfrente) son el despacho
de Camilo y la habitación de ellos.
-
¡Dios que susto me has dado idiota! (golpeándole
en el brazo).
-
¿quieres ver las vistas?
Quitan el hipo
(dijo llevándola de nueva al salón y abriendo la puerta de la terraza)
-
Guaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaau esto
es acojonante, se ve toda la ciudad. Es precioso.
-
Y de día ya verás, es mejor.
Mañana te acabo de enseñar la casa, vamos a dormir (dijo con una sonrisa picarona)
-
¿A dormir?¿Y donde está mi
cama? (haciéndose
la inocente, los chicos llevaban más de dos años saliendo y los dos tenían muy
claro que después de tres meses sin verse aquella noche ninguno de los dos iba
a dormir).
A las siete de la mañana todos
los Macias al completo y todos los Martin (la familia de Lulú) estaban en píe
removiendo hasta la más pequeña piedrecilla en busca de Juan y de Lulú. La
madre de Lulú se había empezado a preocupar cuando eran pasadas las 12 y su
hija no llegaba. Sabía que era el día en que llegaba Juan, así que llamó a casa
de Fernando para preguntar si su hija aun andaba por ahí. Fernando que creía
que los chicos estaban en casa de los Martin, empezó a hacer llamadas a todos
los amigos y compañeros de escuela de Juan. Pero nadie sabía nada. Entonces
llamó a Juan, por si acaso los chicos estuvieran con ellos. Peor tampoco y en
cuestión de minutos todo el mundo estaba movilizado buscando a los
desaparecidos. Cristina pensó que Juan no había tardado ni 24 horas en hacer
una de las suyas. Todos los demás pensaban que algo malo les había pasado a los
chicos. Quizás Juan fuera un cabra loca, pero Lulú era una chica normalita, más
bien del tipo que no llaman mucho la atención. No del tipo que se fuga, eso
seguro.
A las ocho de la mañana, ya
llamaron a la policía y a los hospitales, pero nada, no había ni rastro de los
chicos, se habían volatilizado. Todo el mundo estaba histérico. Camilo y Mario
no hacían más que recorrer la ciudad sin rumbo al ver si los veían. Mario solo
hacía que recordar todas las noticias de chicos desaparecidos. De lo importante
que es encontrarlos durante las primeras 48 horas. Pero pasaron 48 horas y no
había noticias de ello. Pasaron 72 y nada. Todos estaban destrozados. Todos a
su manera. Cristina solo hacía que negarlo, es una chiquillada decía, cuando se
les acabe el dinero aparecerán. Pablo y Lucia estaban poniendo carteles por
todas partes (como cuando perdieron a su perra Laika). Fernando estaba
patrullando con un amigo suyo que era policía. Mario y Camilo paseaban sin
rumbo fijo por las calles de la ciudad a ver si los encontraban. La madre de
Lulú preguntaba en todos los hostales y albergues por si pudieran estar allí.
Mientras
tanto en la otra punta del país…
-
Juan esto es fantástico, no me
cansaría de montarme en todo el día (dijo Lulú mientras volvían hacer cola para la montaña
rusa).
-
Si, cuando se para y te deja
boca abajo durante unos segundos y crees que se ha estropeado…guaaaaau te juro
que estuve apunto de mearme en los pantalones
-
Jajajaja pues yo cuando
realmente pasé miedo fue cuando agarró velocidad en la bajada, creí que íbamos
a llegar hasta las mismísimas entrañas de la tierra jajaja
-
Jajaja pues esta no es nada
espera a ver el “ACELERADOR”, si Miriam me habló de él, dice que su hermano
cuando se subió echó hasta la primera papilla.
-
Jajaja si, las tres veces que
he subido, las tres veces que he cavado vomitando jajaja
-
Ok, subimos una última vez a
esta y vamos al acelerador.
-
¡Esa es mi chica! (dijo Juan arrumbándose a ella
y besándola mientras le sobaba bien el trasero).
-
Juan, me muero de sed y esto
avanza muy lento, porque no me vas a buscar una cerveza mientras yo hago cola.
-
Yo también me muero de sed
vengo en un ratito
(dijo dándole un apasionado beso)
Juan
corrió hasta donde estaban los puestos de bebidas y comida. Y pidió dos
cervezas bien heladas y una bolsa enorme con golosinas de las ácidas. Eran las
favoritas de los dos. Cuando el cajero le dijo cuanto eran sacó la billetera y
vio que solo le quedaba un billete de cinco. Con eso solo llegaba para una de
las cervezas. Así que preguntó si aceptaban tarjetas. Era el mayor parque de
atracciones del país, cada día recibían miles de visitas, por supuesto que
aceptaban tarjetas, le dijo el dependiente. Juan, respiró aliviado y le entregó
la tarjeta. Cinco minutos más tarde estaba de nuevo en la cola con Lulú,
tomando sus cervezas y hablando idioteces para pasar el rato, mientras hacían
cola para volverse a montar.
Nada
más pasar la tarjeta por la máquina, el banco pasó la alerta a la policía,
alguien estaba usando la tarjeta de crédito del menor desaparecido Juan Carlos
Macias Escobedo. Los agentes pidieron una copia del extracto para ver donde
exactamente se había utilizado la tarjeta. Aquella era la primera pista fiable
que recibían en tres días. La tarjeta se había utilizado en el Parque de
Atracciones Ultimátum, dos cervezas y golosinas, marcaba. El agente que llevaba
la investigación, respiró un poco aliviado. Un parque de atracciones, indicaba
que no estaban secuestrados, y dos cervezas, que los muchachos estaban juntos.
Al fin podría darles una buena noticia a los familiares de los chicos.
Por
supuesto, que la familia se sintió aliviada al saber de la noticia de la
tarjeta. Hubo una primera reacción de calma, después hubo lágrimas, alegría y
finalmente rabia. Todos estaban furiosos, ellos estaban pasando un auténtico
calvario mientras los chicos estaban pasándolo en grande en un parque de
atracciones.
Fernando
permanecía en silencio con una cara de falsa serenidad que ponía los pelos de
punta a sus hijos. Mario, Camilo y la madre de Lulú no pudieron evitar llorar
de felicidad, al saber que a los chicos no les había pasado nada…no al menos
hasta que pudieran ponerles las manos encima. Juan se había pasado tres pueblos
esta vez. Había dejado que todo el mundo pasara un infierno preocupándose por
él, mientras él estaba divirtiéndose con su noviecita.
-¿Puede que estén en nuestra
casa? (Camilo
le dijo a la madre de Lulú)
- por dios, solo espero que
estén bien.
- Seguro que si, mujer (intentando calmarla. La
madre de Lulú hacía unos años que era viuda y ella tenía que hacerse cargo de
las hijas, las facturas, la casa y todo, sola. Se sentía culpable, quizás no
estuviera siendo una buena madre, quizás por eso su hija se había fugado. Como
si Camilo Pudiera leer su preocupación le sonrió dulcemente). Solo se han escapado para divertirse un poco.
- Dios te oiga, Camilo (dijo la mujer secándose las
lágrima).
-
Camilo, voy a llamar a Ornella, que se
pase por casa a ver si los chicos han estado estos días ahí. Que mire en la
basura si hay algo o en la habitación de Juan si están las cosas de la chica.
- ¿qué hora es? (miró su reloj) No sé si la encontrarás en casa.
- la llamaré al móvil (dijo marcando el numero de
Ornella)
-
¿diga?
-
¿Ornella?
-
Hola profesor ¿qué pasa?
-
¿Puedo pedirte un favor?
-
Claro
-
¿Puedes pasarte por casa?
-
¿ahora?
-
¿estás trabajando?
-
Hoy es fiesta, profesor jajaja
-
Si, disculpa, no sé ni en día
que vivo ¿puedes ir ahora?
-
Si, un momentito, que me pongo
lago en los píes y agarro las llaves de vuestra casa.
-
Ok, no cuelgues.
-
¿pero que es lo que pasa?
-
Juan
-
¿Está bien Juan?
-
Pues no lo sé, despareció en
mismo día que llegamos. Acaban de informarnos que han utilizado la tarjeta de
crédito ahí.
-
¿Juan? Pero si es un niño
súper bueno.
-
Ahora mismo se me ocurren
muchas cosas de mi hermano, y ninguna de ellas es súper bueno.
-
Ya salí, ahora voy para
vuestra casa. Todo está pagado
(dijo mirando hacía arriba a la altura de donde estaba el piso de Mario y
Camilo).
-
Bueno, lo más probable es que
no estén en casa.
-
Ok, buenos días (le sonrió Ornella al
conserje, sin soltar el teléfono)
-
Buenos
días, señorita Fabris, ¿viene a ver al profesor?
-
No, el profesor está de
vacaciones, me ha pedido que le mire una cosa (enseñándole las llaves. Mario la
escuchaba atentamente por el teléfono).
-
¿De vacaciones? Pero si Juan me dijo que
habían regresado.
-
¿hablaste con Juan ayer?
-
Si, iba con la chiquita esa
tan descarada
(poniendo una mueca de disgusto) me
preguntó cual era la mejor forma de llegar al Acuario (Mario apretó mucho
los dientes y empezó a respirar por la nariz, se giró hacia todos y asintió con
la cabeza)
-
Ornella, pásame al conserje (Ornella obedeció)
-
Es el profesor , quieres
hablar con usted (dijo
alargándole el teléfono)
-
¿si? (dijo el conserje)
-
¿Luis?
-
No, señor soy Benito.
-
Ah, disculpa, Benito. ¿has
dicho que ayer hablaste con mi hermano, verdad?
-
Si, me preguntaron como llegar
al Acuario.
-
¿te preguntaron? ¿él y una
chica no?
-
Si, su amiguita (se notaba por el tono que no
le hacía gracia Lulú).
-
¿les acompañaba alguien más?
-
No, señor, los dos días los he
visto salir solos.
-
Entonces están en casa ¿no?
-
Si, señor. Hoy salieron
temprano, justo acababa de empezar mi turno. Les pregunté donde iban tan
temprano. Y la chica me dijo que iban a pasar el día al “Ultimátum”.
-
Ok, muchas gracias, Benito. Si
los ves, por favor, no les digas nada de que has hablado conmigo, por favor.
-
De acuerdo (un poco extrañado, y le
devolvió el teléfono a Ornella).
-
Ornella gracias por todo y
disculpa las molestias.
-
¿Quieres que haga algo? No sé,
lo que sea.
-
No, cariño, ya has hecho mucho,
de verdad que te lo agradezco, te debo una y grande.
-
¿Tan grande como para
aprobarme la asignatura?
(dijo en broma)
-
Ornella… (dijo y estuvo unos segundos
callado) gracias (dijo sonriendo y
aunque la chica no podía verlo a través del teléfono notó el su voz un cambio
de humor, Mario ya no sonaba agitado).
-
Ok, y no olvides de traerme
una caja de galletas de esas de tu ciudad que me gustan.
-
Tendrás tres jajaja (y colgó. Mario se giró hacia
todos). Están los dos en casa. Están
bien, parece que están disfrutando de sus vacaciones (esto último lo dijo
entre dientes)
-
Tenemos varios vuelos diarios
a la capital
(dijo Fernando)
-
si quieren puedo hacer les la
reserva desde aquí
(Dijo el oficial de policía. Era muy buen amigo de ambas familias).
-
Gracias (dijeron todos).
-
¿Cuántos pasajes? (preguntó el oficial)
-
Ya voy yo (Fernando le dijo a
Cristina), mejor tú te quedas con los
niños.
-
De acuerdo, pero dale un buen
tirón de orejas de mi parte, por el susto que nos ha dado a todos (le dijo Cristina con una
cálida sonrisa).
-
¿a todos?
-
Pero si eras la única que
decías que estaban de fiesta por ahí que cuando se les acabara el dinero ya
regresarían (Fernando
le dijo atónito).
-
¿Y? ¡eso no significa que no
me estuviera consumiendo en la angustia! Tú hermano no es precisamente “Míster
buen juicio”. ¡Sepa dios que locuras habrá estado haciendo! (Fernando no pudo discutirle
eso a su esposa)
-
Serán 4. Nosotros tres y la
madre de la nena.
-
Ok. Hay un vuelo en una hora (todos asintieron). Les llevaré en el coche, llegaremos antes.
-
Gracias.
-
Voy a matarla. Lo juro (iba repitiendo la madre de
Lulú en el coche camino al aeropuerto)
El vuelo duraba tres horas.
Tres horas que dieron para hablar mucho. Sobre todo entre Mario y Fernando.
-
Supongo que fue un error, era
aun demasiado pronto
-
¿De que hablas Fernando?
-
No sé, Mario, creo que lo
presioné mucho.
-
¿qué? (Mario no entendía)
-
Juan sonaba tan bien, sonaba
como antes. Tan alegre y despreocupado como hacía tiempo que no lo oía. Así que
pensé que ya lo había superado, que ya se había quitado de la cabeza a
Cristina.
-
¿lo sabías? (dijo Camilo abriendo mucho
los ojos)
-
Por dios Camilo, si
prácticamente he subido a ese chico. Claro que lo sabía. ¿Pero que iba a hacer?
¿Decirle que? ¿Te prohíbo que te guste mi mujer? Confiaba que fuera un amor
platónico de adolescencia y cuando empezó a salir con Lulú, quise creer que
estaba todo superado, pero justo un par de meses antes que llegaras empeoró
todo y cada vez iba a peor. Mario, quiero a Juan como a un hijo, pero no puedo
dejar a mi mujer, la amo, y tampoco puedo obligar a mis hijos a pasar por
aquello. Gritos, Peleas, Insultos, Policía trayéndolo a las tantas de la
madrugada, carreras al hospital…Quiero a Juan en casa, lo quiero con todas mis
fuerzas, pero no si va a pegar a mi mujer o a mis hijos porque se sienta
frustrado. Debo velar por mi familia. Y solo por eso accedí a que se fuera con
vosotros. Pero siempre hemos tenido la idea que era algo temporal.
-
Fernando, te voy a ser
sincero. Juan no lo ha superado, le queda mucho camino. Pero aunque lo hubiera superado,
lo quiero en casa, en nuestra casa (puntualizando lo de nuestra mientras agarraba la mano de
Camilo), no para lo que queda de curso,
para siempre. Nosotros podemos dedicarle todo nuestro tiempo y atención. No
tenemos hijos. Y Juan, bueno Juan ha sido como un hijo estos tres últimos meses
y no quiero que se vaya a ninguna parte.
-
¿Creí que te sacaba de tus
casillas? (le
preguntó fingiendo sorpresa Fernando)
-
¿y a ti no? (le contestó Mario)
-
Constantemente (dijo vencido)
-
Voy a pedir la custodia
definitiva.
-
Eso no le va a gustar a
Cristina.
-
¿Creí que estábamos hablando
de lo mejor para Juan?
-
De acuerdo, yo hablaré con mi
mujer. Hablando de lo mejor para Juan. ¿Qué vamos a hacer con nuestro pequeño
prófugo? No sé que vas a hacer tú, pero yo pienso dejarle el culo como un
tomate.
-
Jajajaja habrá que pedir tanda (dijo Mario intentando
suavizar la tensión). Ni lo he pensado.
No creo que haya castigo suficientemente duro para compensar todo lo que nos ha
hecho pasar estos días.
-
Estoy de acuerdo (saliendo Camilo de su
silencio).
-
¿alguna sugerencia? ¿Camilo,
que hubiera hecho tu padre si alguno de vosotros hubiera hecho algo como lo que
ha hecho Juan?
-
Nosotros jamás hubiéramos
preocupado a nuestros padres así. No os ofendáis, pero nos educaron mejor (Mario y Fernando se sintieron
un poco ofendidos pero no les quedó más remedio que morderé la lengua. Se
produjo un incómodo silencio). No sé lo
que hubiera hecho mi padre, pero si tengo muy claro lo que le voy a hacer yo. (los
dos hermanos miraron atentos a Camilo) le
voy a dar el abrazo más fuerte que jamás le he dado y no pienso soltarlo hasta
que se me entumezcan los brazos. Así que, lo lamento chicos tendrán que
aguardar un rato para poderlo matar. (Fernando y Mario se miraron él uno al
otro y empezaron a reírse) Después
cuando estemos ya solos y más tranquilos (refiriéndose a la madre de Lulú y
Lulú) podremos ponernos más serio.
-
Y cariño ¿cómo de serios
deberíamos ponernos? ¿El homicidio sigue siendo delito Fernando, no?
-
La última vez que lo miré aun
lo era, si me temo que el homicidio es delito. Y ya ni te cuento el asesinato,
que es lo que yo tenía en mente.
-
Pienso ponerlo sobre mis
rodillas y darle tantas nalgadas que para cuando acabe vuestro hermanito ya
tendrá hasta nietos.
-
Jajaja Dios Camilo, siempre
supe que eras un poco…bueno que eras bastante…bueno que estabas chapado a la
antigua (En
menudo berenjenal se había metido Fernando)
-
No te cortes Fer, puedes
decirlo Camilo parece un puto sádico, despiadado, sin corazón. La primera vez
que lo vi, pensé que llevaba un puto palo clavado en el culo.
-
¡Oye! Que sigo aquí.
-
Jajaja no te enfades mi amor,
es la impresión que das, después eres más bueno y dulce que un tocinito de
cielo.
-
Si, ahora arréglalo con
piropos (dijo
cruzándose de brazos un poco ofendido)
-
Lo cierto, es que esa es la
primera impresión que das
(dijo Fernando) la primera vez que Mario
te trajo a casa. Pensé que mi hermano se había vuelto loco. ¿qué hacia con un
tipo tan serio y formal? Ya sabes como era Mario
-
Eyyyyy ¿qué pasa qué ahora me
toca a mí? Cuando conocía a Camilo ya no era así
-
Un poco si (dijo Camilo intentando no
reírse). Venga ya, confesadlo los Macias
sois tremendos. Fernando tú, por lo que tengo entendido a la edad de Juan ya
ibas a ser padre. Tú (señalándole a Mario) tenías un año más, pero tu vida era un autentico desenfreno se sexo,
alcohol y drogas. Milagro que estés vivo y que no pillaras nada malo.
-
Siempre usé condón.
-
No me refería solo al sexo (Camilo detestaba con todas
sus fuerzas esa parte del pasado de su pareja. Cuando lo conoció, Mario hacía
un año que estaba limpio, y tardó un tiempo en sincerarse con Camilo y decirle
que se había pasado 4 años de su vida totalmente perdido) así que Juan, no es ni de muy lejos el peor Macias. Solo me alegro de
no haber tenido que ser yo quien lidiara con vosotros dos.
-
Jajaja cuñadito, yo también me
alegro (dijo
Fernando poniendo una mueca de dolor).
-
No sé que os pasa a vosotros,
pero en cuanto os enamoráis os volvéis idiotas perdidos. Tú dejas a la pobre
Cristina embarazada, tú te das a las drogas y Juanito se vuelve una bomba de
relojería con patas.
-
Supongo que son los genes
jajaja
-
Fernando no te rías tanto que
tienes dos mini-Macias más en casa esperándote y están creciendo muy rápido.
-
Bah! Pablo ha salido a la
familia de su madre, no me preocupa
-
Puede que Pablo haya salido a
la familia de Cristina pero ¿Y Julia? (y Fernando dejó de reír de golpe. Su hija era una
Macias de píes a cabeza, con todo lo bueno y con todo lo malo que eso
conllevaba).
-
Muy bien, estamos de acuerdo
que hay que castigarlo
(dijo Mario viendo la cara de preocupación de su hermano)
-
Si, eso seguro. Deberíais
castigarlo por el resto de curso (Fernando dijo entre dientes).
-
¿Los tres meses? (Mario puso cara de espanto)
-
¿Excesivo? (preguntó sorprendido
Fernando. Que 3 meses no le parecían nada desproporcionado)
-
Al menos para nosotros, que
tendremos que estar todo el rato encima para asegurarnos que cumple su castigo.
-
¿Tres semanas?
-
Eso es lo que estuvo la última
vez (dijo
Mario).
-
Seis semanas (dijo Fernando, como si
estuviera regateando en un rastrillo)
-
Si,
6 semanas me parece bien (los tres asintieron). Y durante las tres primeras semanas recibirá una docena con el cinturón
cada mañana antes de ir a la escuela menos los sábados y domingos que serán con
(Mario iba a decir con la regla de madera)
-
Con la vara (añadió rápidamente Camilo)
-
¿tenéis vara? (preguntó Fernando)
-
¿tenemos vara? (preguntó Mario)
-
No, pero la tendremos (aclaró en seguida Camilo). Y cuando lleguemos a casa Fernando si
quieres puedes ser tú el primero en darle una buena ración de zapatilla. Pero
no te pases porque con Mario también tenemos algo que decir.
-
Si, tranquilo me aseguraré de
dejarle claro mi punto de vista sobre huir y dejar a toda la familia angustiada
pero tendré en cuenta que vosotros también tendréis vuestra parte.
-
Pienso quitarle las ganas de
salir huyendo a pura nalgada
(dijo Mario, con cara de muy pocos amigos)
-
Eyyyyyy tranquilos, se trata
de castigarlo no de apalearlo.
-
Tienes razón Camilo, mejor nos
tomamos un tranquilizante antes (dijo Mario apoyando su cabeza sobre el hombro de
Camilo)
-
Mejor dos (dijo Fernando).
Los cuatros se dirigieron a
casa de Mario y Camilo. Eran pasadas las nueve y los chicos seguían sin dar
señales de vida. Los 4 adultos estaban de los nerviosos.
-
¿Y si les ha pasado algo? (dijo preocupada la madre de
Lulú)
-
El parque cierra a las diez,
quizás se queden hasta que cierre (dijo Camilo intentando tranquilizarla, pero él llevaba
horas intranquilo. Realmente esperaba llegar a casa y encontrar a los chicos
jugando a la videoconsola o viendo la tele en el sofá).
-
¿Voy a hacer un poco té, les
apetece? (dijo
Fernando, todos asintieron)
-
Espera Fernando, que te ayudo,
Camilo volvió a cambiar la cocina
-
¿qué tenía de malo la otra? (en ese momento escucharon un
montón de risas y a los chicos hablando. Mario corrió a apagar las luces).
-
Jajajaja ¿viste la pinta de
aquel tipo?
-
Jajajaja dios si, parecía la
madre de Tarantino, ni siquiera estoy seguro que fuera un hombre jajaja (Juan empezó a abrir la puerta
de casa) No debí beberme esa última
cerveza, me estoy menado vivo
-
Pues que pena, porque el
lavabo es mio, ji jiji
(Lulú lo apartó y corrió por el pasillo para ir al lavabo, Juan la persiguió
para agarrarla)
-
Juaaan cuantas veces te tengo
dicho que no corras con la escayola (la voz de Mario sonó en la oscuridad del salón)
-
Lo sientoooo (dijo inconscientemente. Pero
de repente se dio cuenta de que había escuchado la voz de Mario. El mismo Mario
que se suponía que aun estaba en casa. Juan tragó saliva y lentamente se dio
hacía el salón) ¿Mario? (Mario encendió
la luz. Y entonces los chicos vieron por primera vez la cara de los tres
adultos. Ni Juan ni Lulú olvidarían esas caras por años que viviesen)
-
¿Mamá? ¿Qué haces tú aquí? (dijo Lulú sin aun asimilarlo
del todo)
-
¿Qué, qué hago yo aquí? ¡QUÉ
HACES TÚ, AQUÍ, JOVENCITA! ¿SABES EL MIEDO QUE HEMOS PASADO ESTOS DÍAS?. TIENES
A TODA LA CIUDAD MOVILIZADA, Y MIENTRAS LA SEÑORITA DÁNDOSE LA GRAN VIDA (la madre de Lulú estaba
gritando) NOS TENIAIS A TODOS MUERTOS DE MIEDO. NO CONTESTABAS AL TELÉFONO, NO
DEJASTE NI UNA NOTA, NADA, SIMPLEMENTE TE EVAPORASTES. ¿TAN MALA MADRE SOY PARA
QUE ME HAGAS SUFRIR DE ESTA MANERA?
-
Mamá, yo…
-
¡Louise Marie! Ni una palabra,
recoge tus cosas, ya hablaremos en el hotel.
-
Pero mamá
-
PLAFF
(una sonora bofetada resonó en el salón Lulú se llevo la mano a la mejilla y
salió corriendo a la habitación de Juan ha recoger sus cosas)
-
Disculpad, chicos (dirigiéndose a Mario, Camilo
y Fernando). Siento haber perdidos los
nervios en vuestra casa. Mario, Camilo…gracias por todo. Fernando nos vemos cuando
regreses a casa ¿ok?
-
Si, descuida (contestó Fernando) ¿te llamó a un taxi?
-
No es necesario, el hotel está
cerca, iremos andando, creo que ambas necesitamos que nos dé un poco el aire. Y
tú jovencito (apuntándole
directamente a la cara) no quiero que te
vuelvas a acercar a mi niña. Siempre he pensado que eras muy mala influencia
para Lulú y esto solo hace que confirmármelo. ¡LOUISE! ¿A QUÉ ESTÁS ESPERANDO?
(la madre de Lulú gritó furiosa, no podía ni estar en la misma habitación que
Juan, deseaba matarlo)
-
Señora, no se enfade con Lulú,
fue todo idea mía, ella quería decírselo pero le pedí que no dijera a nadie qué
nos íbamos a ir ni a donde íbamos a ir.
-
Tengo muy claro que mi niña no
ha orquestado toda esta charada, están tus huellas por todas partes. Te lo
repito, Juan, no te vuelvas a acercar a mi hija, ni te pongas en contacto con
ella (dijo en
un tono muy amenazador. Lulú pareció en ese instante con su maletita) TÚ, DELANTE, NO QUIERO PERDERTE DE VISTA.
Gracias chicos (y como un huracán salió de allí llevándose a Lulú con ella
y dejando a Juan solo con sus hermanos y cuñado).
-
¿No tenias que ir al lavabo? (preguntó Mario muy seco.
Juan asintió) Pues ahora sería un buen
momento para ir (Juan corrió hacía el lavabo. Se preguntaba si se encerraba
allí cuanto tiempo resistiría. Y si sería suficiente para que sus hermanos y
Camilo se calmasen. Finalmente logró mear. Eso que dicen que cuando uno tiene
miedo se puede llegar a mear encima, no era cierto, a él el miedo le hacía
imposible ni echar ni una gotita y eso que sabía que tenía la vejiga a punto de
estallar. Pero finalmente lo logró, pudo hacer pis. Tras tirar de la cadena no
tenía mucho sentido quedarse allí, excepto mantenerse en vida, claro. Así que
respiró hondo y abrió la puerta del baño. Una entró en el salón y se sentó en
el sillón. Los tres hombres estaban caminando de arriba abajo del salón
intentando calmarse lo suficiente para hablar. Juan estaba realmente asustado,
nunca antes había visto tan furiosos a ninguno de los tres, ni cuando lo de la
acampada. Finalmente Fernando fue el primero en hablar).
-
¿sabes porqué estamos aquí? (Juan levantó la cabeza y
miró a su hermano y asintió) No Juan,
nada de mímica, quiero oírlo de tu boca.
-
Porqué me fui sin decir nada a
nadie.
-
Te fugaste de casa sin dejar
ni una estúpida nota.
-
Si, señor (dijo muy flojito).
-
Desconectaste el teléfono.
-
Yooo
-
Dime Juan, cuando ideaste este
descabellado viejecito qué pensaste que haríamos cuando viéramos que habías
desaparecido (Juan
bajó la cabeza y se encogió de hombros) ¿lo
pensaste? ¿pensaste que quizás recorriéramos todos los hospitales y comisarias
de la ciudad? ¿pensaste que recorriéramos las calles como locos en búsqueda de
alguna noticia sobre vosotros? ¿pensaste que no pegaríamos ojos? ¿pensaste que
estaríamos aterrados de miedo por la posibilidad que algo malo os hubiera
pasado? Dime Juan. ¿No lo pensaste o simplemente no te importó? (Juan bajó
aun más la cabeza) Juan Carlos, esto no
es un monologo. ¡Contesta!
-
No lo pensé (salió tímidamente de los
labios de Juan)
-
¿no lo pensaste? ¿qué fue lo
que pensaste?
-
No lo sé.
-
¿No lo sabes? ¿Qué pasa?
¿ahora a parte de un sádico eres idiota? (pero Juan no contestó, estaba
concentrado en no llorar) ¡contesta! (Fernando
alzó la voz, haciendo que Juan se tensará un poco)
-
No, señor (se apresuró a decir)
-
¿No qué?
-
No soy un sádico. No creí que
os pusierais así.
-
¿Y cómo creíste que nos
pondríamos? (está
fue Mario que no aguantó más e intervino)
-
No sé (otra vez dijo Juan).
-
Creíste que simplemente
continuaríamos con nuestras vacaciones y regresaríamos el domingo como teníamos
planeado? Lo creíste? Después de que Camilo y yo tomáramos el primer vuelo
desde París cuando nos llamó el director de tu escuela porque habías tenido un
accidente (a
Mario se le atragantaban las palabras)
-
Yo no podía quedarme allí,
Mario (juan
le miraba con suplica) no podía, tú
sabes
-
Si no podías, podías haberlo
dicho antes de irnos ¡y no montar todo este circo!
-
Si nos hubieras dicho que no
estabas preparado no te hubiéramos obligado a ir.
-
Juan, te quiero y quiero que regreses,
pero solo cuando estés preparado (dijo Fernando) solo
cuando no te resulte doloroso (Juan abrió muchos los ojos al oír su
hermano).
-
Fernando, yo no quería herir
tus sentimientos.
-
Y preferiste hacerme pasar un
calvario ¿no?
-
No, yo solo…yo no podía quedarme
allí.
-
Lo entiendo. Lo entendemos
todos. ¿entiendes tú que estos cuatro días han sido una pesadilla para todos
nosotros?
-
Lo sientoooo
-
Más lo siento yo. Porque tenía
planeado hacer un montón de cosas contigo esta semana, y créeme ponerte sobre
mis rodillas y darte la paliza de tu vida no estaban en la lista (Juan tragó saliva).
-
¿Me vas a pegar? (a Juan le temblaba la voz)
-
¡No, te voy a llevar a
Disneyworld! (dijo
con sarcasmo y tiró de él y lo colocó sobre su regazo y empezó a darle
nalgadas).¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS!
¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! (Fernando estaba desquitándose con
el trasero del muchacho. Fernando era de zurras progresivas pero esta vez
estaba aplicándose a fondo desde el principio) ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS!
¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! tú turno (le dijo a Mario. Y lo dejó)
-
¿qué? ¿Os vais ha turnar?
-
Si (dijeron los tres furiosos)
-
Noooooooooooooooooo (Fernando se levantó y cedió
su sitio a Mario) noooooooooooo por
favor (suplicó Juan)
-
Juan, no puedo creerme que nos
dejarás llevarte hasta allí para después largarte a casa dejándonos creer que
te había pasado cualquier cosa
(y de un solo tirón le bajó pantalones y calzoncillos) ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS!
¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS!
¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS!
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaahaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahaaaaaaaaah
noooooooooooooooooo por favoooooooooooooooooorayyyyyyyyyyy
-
Tu turno (le dijo a Camilo)
-
¿qué? ¿él también?
-
Si yo también, y aquí también
debería de estar todos aquellos que se han pasado esto 4 últimos días
buscándote (y
sin más ocupó el puesto de su marido) ¡PLASS!
¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS!
¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS!
¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS! ¡PLASS!
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAH
NOOOOOOOOOOOOOOO NOOOOOOOOOOOOOO AHÍ NO, DUELEEEEEEEEEEE
DUELEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
-
Y más que te va doler (dijo Fernando con su propio
cinturón en la mano. Juan estaba tan concentrado en las nalgadas que Camilo le
estaba dando que ni se percató. Por muy furiosos que estuvieran Fernando o
Mario, en cuestión de dar nalgadas, Camilo era el peor, es como si supiera en
que punto exacto dolería más y en que momento debía de darla para tener mayor
efecto. Camilo se levantó y le cedió su lugar). ¡ZWASS! ¡ZWASS! ! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS!
¡ZWASS! (diez correazos cayeron
sobre los muslos de Juan)
-
Aaaaaaaaaaaaaarggggggggggggggggggggggggnoooooooooooooooooooo (dijo Juan arqueándose del
dolor)
-
Mis diez ya están, te toca a
ti (le dijo a
Mario cediéndole la correa)
-
Ok (y agarró el cinturón de Fernando y
colocó bien a Juan sobre sus rodillas) ¡ZWASS!
¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS!
-
Noooooooooooooooo no
nopuedoooooooo más aaaaaaaaaaaaaaah
-
Tu turno (dándole la correa a Camilo)
-
Dejadlo ya, dejadlo, no puedo
me vais a matar
-
No te vamos a matar, pero si
que nos vamos a asegurar que la próxima vez que desaparezcas de esa forma te
asegures que es porque te han raptado o matado porque esto comparado con lo que
te daré te parecerá un paseo por el campo. Y Juan no me importará si Mario o
Fernando ya te han dado lo suyo. Yo me encargaré que para tu trasero sentarte
cómodo sea un recuerdo lejano.
(y sin más dio sus 10 correazos dándose su tiempo entre correazo y correazo) ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS! ¡ZWASS!
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahbwuaaaaaaaaaaaaaaabwuaaaaaaaaaaaaaaaanoooooooooooooooooooooo
-
De acuerdo, ahora recibirás
otras diez de cada uno con la regla y te irás a esa esquina y estrás ahí
mientras nosotros cenamos, cuando hayamos cenado ya habláremos del resto de tu
castigo (dijo
Camilo haciendo una autentico ejercicio de autocontrol. Estaba tan furioso con
Juan que podría haberle arrancado la cabeza de cuajo)
-
Por favor, Camilo nooooooo por
favooooor. No puedo. Lo siento, lo siento, no quise preocuparos noooooooooooooooo
te juro que no lo volveré a hacerlo. Pero no más.
-
No, no habrá más escapadas…lo
juro.
-
Me alegra oír eso. Pero no te
estamos castigando por lo que harás o no harás, sino por lo que has hecho.
Concretamente por haber desaparecido durante 4 días. (dijo Mario) Por habernos hecho pasar un calvario durante estos cuatro días, cosa
totalmente innecesaria. Porque, Juan Carlos, si lo hubieras dicho nadie te
hubiera obligado a ir. Y lo de venirte con tu amiguita a correrte la gran vida,
eso ya… (mordiéndose la lengua) …eso
ya…no tiene nombre (Camilo apareció una regla de madera y se la dio a
Fernando).
-
10 y Juan piensa bien en lo
que Mario te acaba de decir, porque mientras tú estabas jugando con tu amiguita
nosotros nos moríamos en la angustia de no saber si estabas vivo, muerto o
herido (dijo
Fernando agarrando la regla y sentándose en el sofá y colocando a su hermanito
de nuevo en su regazo) ¡PLACK! ¡PLACK! ¡PLACK!
¡PLACK! ¡PLACK! ¡PLACK! ¡PLACK! ¡PLACK! ¡PLACK! ¡PLACK!
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH (Aulló Juan de puro dolor) AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYY NO NO
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Se
fueron alternando una última vez. Al acabar Camilo ayudó a levantarse a Juan y
lo llevó hasta el rincón. Después se pusieron a cenar en un riguroso silencio.
Al acabar, Mario se acercó a Juan que seguía en la esquina, ya calmado, pero
aun con lágrimas en los ojos. Mario le dio un fuerte abrazo y estuvo un buen
rato consolándolo. Juan finalmente dejó de llorar.
-
Venga Juan, siéntate y
mientras cenas te diremos que es lo que te espera las próximas 6 semanas (dijo camilo)
-
¡Seis semanas!
-
Juaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan (dijo en tono de advertencia
Fernando y con el dedo en la boca le recomendó cerrar la boca)
-
Juan, ¿entiendes porque
estamos tan enfadados contigo?
(dijo Fernando, sentándose a la mesa con tres tazas de té, una para cada uno)
-
Si, y de verdad Fer, no quise
haceros sufrir, pensé que creeríais que me había ido con Lulú por ahí, en plan
aventurilla romántica. No pensé que pudierais creer que algo malo nos había
pasado.
-
Pues eso es lo que piensa uno
cuando, alguien a quien quieres desaparece de repente sin dejar ni una triste
nota (dijo
Mario)
-
Lo siento. Te juro que nunca
más desapareceré sin dejar una nota.
-
No desaparecerás y punto (dijo Camilo)
-
Y ahora sobre tu castigo
-
¿más? (Juan con ojitos de corderito)
-
Si más (dijo Mario)
-
Ok seis semanas castigado sin
tele ni nada… (dijo
Juan poniendo morritos)
-
Si, y durante las tres
primeras semanas recibirá una docena de nalgadas con el cinturón cada mañana
antes de ir a la escuela menos los sábados y domingos que serán con la vara.
-
¿tenemos vara? (preguntó horrorizado Juan)
-
No te preocupes tú de eso.
-
Es mi culo el que se preocupa.
-
Jajaja (Mario no pudo evitar reírse)
-
¡Mario! (Fernando y Camilo riñeron a
Mario)
-
Como sea Juan. Esto no se
puede volver a repetir. Si te importamos lo más mínimo no nos harás pasar por
esto otra vez
-
Te lo juro, pero tres semanas,
¿no podríamos hablarlo?
-
No (los tres a la vez)
-
No es justo, tres contra uno.
-
Vete acostumbrando. Porque
aunque esté a cientos de kilómetros de aquí, ya has visto lo rápido que un
avión te lleva hasta aquí
(dijo Fernando).
-
Tranquilo Juanito, tú no te
vas a volver a meter líos, no te preocupes.
-
Ya (dijo poniendo morros)
-
Ve a la cama. Mañana tengo
planes para ti
(dijo Camilo)
-
¿Qué? (preguntó un poco preocupado)
-
¡A la cama! (dijo Mario)
-
Pero
-
Juan ¿qué te acaba de decir
Mario? (Camilo
se cruzó de brazos y lo miró fijamente. Juan se levantó con cuidado de la silla
y se fue a la cama) Buenas noches
monete.
-
Ya yaya, con lo que me duele
el trasero voy a dormir bien, si, seguro (con ironía)
Los
tres se miraron y rodaron los ojos. Fernando pasó la noche en el sofá, había
decidido que se quedaría todo el día y tomaría el último vuelo. Le hubiera
gustado quedarse más pero el trabajo no se lo permitía.
- Despierta remolón (le dijo Fernando abriendo la
persiana de la ventana para que entrara la luz)
-
noooooooooooooooooooooooo (dijo Juan
tapándose la cara con la sábana).
-
venga monillo ¿Qué esta noche ya me
marcho y quiero pasar todo el día con el monito de feria? (Fernando se
sentó en la cama e intento despegarlo de las sabanas, pero Juan luchaba con
todas sus fuerzas para que su hermano no lo levantara. Fernando tuvo que
recurrir al juego sucio. Empezó hacerle cosquillas hasta que Juan no pudo más y
tuvo que soltar las sabanas, momento que Fernando aprovechó para tirar de él y
sacarlo de la cama).
- Eso no se vale, Fer, ni
cosquillas ni golpes bajos no están permitidos (intentando dejar de reír y ponerse
serio).Y no me llames así, que tengo 17
años (Juan sonaba como un niño pequeño que no se sale con la suya)
- Disculpe usted, señor mono
de feria ¿mejor así?
(dijo riéndose)
- Sois inaguantables, ¡Los
tres! (dijo
con morros saliendo de la habitación y marchando hacia la ducha).
- lo que tú quieras, pero date
prisa, me muero de hambre
(gritó Fernando par que le oyera Juan desde el baño).
- Grrrrr Fernando de buena
mañana y ya gritando
(dijo Mario en el quicio de la puerta entrando en pijama y con cara de zombi)
- jajaja como se nota que no
tenéis niños en casa.
- ¿Y qué es Juan?
- Me refería a niños pequeños.
- No, gracias. Ya tengo
suficiente con Camilo.
- jajaja ¿me pregunto qué
diría Camilo si te oyese?
(dijo Fernando con una risita maliciosa porque Camilo también se había
levantado y estaba justo detrás de Mario).
- ¿Camilo? Pues diría algo así
cómo (y se
puso muy recto y empezó a imitar a su marido) “Mario, tú si que eres un crío, no te da vergüenza, 32 años y sigues
comportando como un mocoso recalcitrante, a ver cuando vas poner un poco de
juicio en esa cabecita”. Jajaja
- jajaja (se rio Fernando por la
imitación que era realmente buena y por la cara de Camilo).
- Vaya, lo has clavado (dijo en su nuca Camilo y Mario
dio un bote que casi llega a donde estaba Fernando).
- Que susto por dios, Camilo,
te voy a poner un maldito cascabel.
- Y yo debería llevarte a la
tele a uno de esos programas que buscan cómicos. De verdad, no entiendo porque
sigo aguantándote
(dijo llevando las manos al cielo y marchando por el pasillo).
- porque soy adorable (gritó Mario con una sonrisa
de niño travieso. Y le dio un puñetazo en el brazo a Fernando) eres una rata jajaja mira que no avisarme
que estaba Camilo ahí
- jajaja por todas las veces
que me tomaste el pelo
- ¿yo?
- ¡no, mi tía la del pueblo! (dándole un cojinazo)
- Fernandito Fernandito no
empieces algo que sabes muy bien que no vas a ganar (Mario le dijo riéndose en tono de
advertencia. Pero Fernando en vez de amedrentarse, le dio otro cojinazo) Ah si, tú te lo has buscado (y Mario se
tiró encima de él y empezó a darle cojinazos)
- Esto es la guerra, muerde el
polvo sabandija
(dijo Fernando) intentando enrollarlo
en el edredón).
- Te vas a comer el almohadón
entero vas a estar cagando plumas por un mes (dándole con toda la almohada en la
cara)
- aaah bruto, ahora verás (dijo envalentonándose
Fernando)
- ¿Ese es tu mejor golpe?
Fernando pegas como una nena, que digo Lucia pega más fuerte que tú.
- ¿con que con esas? Ahora te
vas a enterar jajaja
Los
dos hermanos estaban enzarzados en plena pelea de almohadas cuando Juan salió
de la ducha y entró en su habitación. Juan se quedó parado en la puerta al ver
la escenita, dos tipos clavados como dos gotas de agua (que no sabías donde
empezaba Mario y donde acababa Fernando) peleando con cojines como dos niñitas
de escuela. Camilo que había de preparar el desayuno decidió ir a ver que
narices hacían aquellos dos idiotas para formar tanta escandalera de buena
mañana. Juan y Camilo se miraron mutuamente. Estaban atónitos. No sabían qué
hacer. De repente Camilo empezó a reírse y al poco rato Juan también estaba
riendo a carcajada limpia. Pero Fernando y Mario estaban tan absortes en su
riña de almohadas que tardaron un buen rato en percatarse que tenían público.
-
y tú de qué te ríes, monillo (le
dijo Fernando tirándole un cojinazo a Juan. Pero Juan lo esquivó y dio
directamente a la cara de Camilo. De repente todo se detuvo. Fernando estaba
blanco y Mario tenía los ojos como platos). Lo siento Camilo, no iba por ti, era para Juan. (Camilo seguía en
silencio con una cara muy seria) Lo
siento, ¿te he hecho daño? (Camilo simplemente se volteó y salió de la
habitación al pasar por el lado de Juan le sonrió y le guiñó el ojo. Juan no
pudo evitar reírse)
- El café se va a enfriar (dijo Camilo aun serio desde
la cocina. Fernando y Mario dejaron su pequeña batalla y marcharon a la cocina
a desayunar los 4 juntos)
- Ya lo has enfadado, tonto (dijo Mario poniendo voz de
niño pequeño)
- ¿Yo? fuiste tú con tu
imitación tan penosa (le
contestó Fernando mientras entraban en la cocina y se sentaban a la mesa)
- Mi imitación no era penosa,
tu cara si que es penosa
- jajaja (Juan se estaba meando de la
risa) Soy gemelos, estúpidos jajajaja
- ¿y? (Fernando y Mario dijeron a la
vez y lo miraron extrañados)
- Los dos tenéis la misma cara
penosa jajaja (Juan
no podía parar de reír. No podía parar hasta que Fernando y Mario le dieron a
la vez un collejón)
- Auuuuuuuuuuuuuuuuuu ¿y esto
porque? (dijo
Juan cubriéndose la cabeza)
- Por reírte de tus mayores (dijeron a la vez)
- OH, parad de una puta vez,
no tenía gracia cuando era pequeño y no la tiene ahora, sabéis que me da grima
cuando habláis a la vez.
- ¿Porqué te da grima, monito?
(los dos a al
vez).
-
Camiloooooooooooooo.
- No pienso entrar en esto, no
soy vuestra madre (y
Camilo agarró su taza de café y se fue a la terraza a desayunar).
- jajaja (Juan se cruzó de brazos y
puso morros. Y Mario y Fernando se rieron de Juan.) Me voy con Camilo (y agarró su taza de cereales y su cuchara y se
fue también a la terraza)
-
venga, hombre, no te lo tomes así (dijo Mario).
- venga, vuelve, siéntate (pero Juan solo les sacó la
lengua y cerró la puerta de la terraza y dejó a Fernando y Mario riéndose).
- si no están riñéndome están
molestándome, son inaguantables (murmuraba entre dientes)
- EyEyEy, he salido aquí a
desayunar tranquilo, si vas a estar refunfuñando te vas para dentro (le dijo Camilo indicándole
con el dedo que se sentara bien).
- ¿Camilo?
- si, Juanito ¿esos sé que ya
no están enfadados? Pero…tú…bueno
- Todo está bien, Juanito.
Sigo con el susto en el cuerpo, pero está todo bien. Tú estás bien, ese payaso
de ahí está bien,… eso me basta (dijo dándole un pequeño achuchón).
- Lo siento.
- De acuerdo. Te creo, pero
Juan lo que te dije ayer noche sigue en píe. Más te vale que no se vuelva a
repetir algo así (dijo
borrando la cara apacible y poniendo una más seria y severa).
- No, tranquilo, nunca más (dijo con una mueca de dolor).
- Me gustaría que lo dijeses
porque no quieres volver a preocuparnos en vez porque te duele el trasero y te
va a seguir doliendo por una temporadita larga. Pero bueno, lo que importa es
que no te pase a ti nada.
- ¿Y mi pobre trasero, qué?
Nadie parece sentir la más mínima penita por él.
- No puedo hablar por esos
dos. Pero yo no siento ninguna. Y después de desayunar, ya sabes lo que toca,
así que cuando entre Mario con el cinturón en la mano te puedes ahorrar esas
miraditas de niñito desvalido. Porque si te crees que es fácil para Mario, te
equivocas y mucho.
- si, claro, y aun me dirás
eso de “me duele más a mi que a ti”.
- No, Juan, no te lo diré.
Pero tú recibes tu castigo por tus malas acciones. Pero nosotros hemos de pasar
por ese mal trángulo que es castigar a alguien que quieres por… ¿porque sí? ¿Mario
ha hecho algo mal?
- no (dijo bajando la cabeza)
- ¿Fernando?
- no
- ¿Yo?
- No, no fuisteis vosotros.
- No, no lo fuimos, pero
estarás de acuerdo conmigo que fuimos nosotros los que sufrimos y los que
tenemos que castigarte.
- Sabes, no quiero que os
sintáis incómodos, mejor dejamos lo del castigo.
- Jajajaja (Camilo no pudo evitar reírse)
buen intento. Pero no cuela. Porque si
no te castigáramos aquí los únicos que pagaríamos por tus malas acciones
seriamos precisamente los que nada malo hemos hecho.
- Camilo ¿no podemos
posponerlo a mañana? Empecemos mañana con mi castigo. Hoy se va Fernando y dijo
que tenía planes y no quiero pasarme le día dando saltitos cada vez que me
siente.
- solo son 12 correazos, Juan,
en una horita se te habrá pasado (dijo Camilo poniéndole la mano sobre el hombro).
- por faaaaaa.
- de acuerdo, pero a partir de
mañana, empezarán a contar las tres semanas. Y ahora déjame desayunar ya
tranquilo (Juan
le dio un abrazo y salió corriendo de la terraza) Me estoy volviendo blando (Camilo
se dijo así mismo y se rio mientras contemplaba las vistas de la ciudad que
despertaba).
Los
chicos pasaron el día al aire libre, jugando a la pelota en uno de los parques
más grandes y del país. Comieron todos juntos en uno de los merenderos del
parque y finalmente acompañaron a Fernando al aeropuerto.
Mientras
esperaban a que se abriera la puerta de embarque. Los tres hermanos siguieron
haciendo el loco. Mientras Camilo hacía como si no los conocieses y de vez en
cuando les pedía que se comportasen como lo que eran, adulto. Bueno al menos
dos de ellos.
- Ey, Fern ¿de donde sacaste
esa cazadora tan chula?
(dijo Mario cansado ya de pelearse con su hermano y sentándose en una de las
cafeterías del aeropuerto donde hacia ya rato se había sentado Camilo)
- ¿Esta?
- si, mola, parece de Indiana
Jones.
- jajaja Creí que el indianas
Jones eras tú.
- Geólogo no arqueólogo,
cuantas veces te lo tendré que decir.
- joder, siempre que llamo y
pregunto por ti, camilo me dices que estás en una excavación.
- idiota
- ¿te gusta?
- si ya te lo he dicho (Fernando se la quitó y se la
tiró a Mario, volando la cazadora por delante de Juan y Camilo. Mario no tardó
en probársela ni un segundo) ¿Qué como
me queda?
- Exactamente igual que a él,
idiota
- ¡Pero que dices!, a mi me
queda mucho mejor, mirándose en el reflejo de un cristal.
- jajaja (Fernando empezó a reírse) oye top model poneros juntos que os haré
una foto.
- Por favor, Fer (Juan con cara de asco)
- Venga Juanito, que la foto
que llevo en la cartera tuya tenías 13 años. ¿Y no querrás que vaya enseñando
esta foto? (enseñándole
una foto de Juan, Pablo y Lucia en la playa)
- ¡Dios tira eso! Parezco un
niño del holocausto.
- jajaja la tiraré cuando
tenga otra para remplazarla, venga colocaros juntitos (dijo agarrando el teléfono y
enfocándolos).
- venga Juan. Que yo no tengo
ninguna foto contigo
(dijo Camilo y Juan quitó la cara de perro y se ajuntó a Camilo y a Mario para
salir en la foto) CLICK
- ¿a ver, a ver? (corrió Mario a ver la foto
en le teléfono de Fernando) Salimos
guapísimos, sobretodo yo (dijo Mario)
- no te lo voy a negar de los
tres eres el más guapo.
- dejad de hacer el payaso y
enséñame esa foto
(dijo Camilo riéndose. Fernando le dio el teléfono) pues si que salimos guapos, si. Oye, vamos a la tienda de revelado
rápido y hacemos dos copias (señalando la tienda de revelado del
aeropuerto).
- si, así podré llevármela y
enseñarle a Pablo y a Lucia que su tío sigue vivo.
- ja ja ja (dijo con ironía Juan) muy gracioso Fernando, muy gracioso.
Fernando
finalmente despegó a las nueve de la noche. Y a la noche cuando llegaron a casa
Juan estaba realmente cansado y se fue a acostar. Camilo y Mario se quedaron un
ratito más en el salón viendo la tele. De repente Camilo dejó con la palabra en
la boca a Mario y desapareció…al cabo de un rato, regresó con la foto de los
tres en un marquito de metal y lo colocó en una repisa.
-
Ahora si, ya es un hogar. No más
reformas (dijo Camilo y se volvió a sentar y contemplando la foto de Mario,
Juan y le besó cariñosamente, abrazándose a su marido).
MI MADRASTRA no PUDO CONTENER SU RABIA se PONE SUS GUANTES DE GOMA LAS MOJA y D Unos FUERTEs CACHETADONES me CRUZA LAS 2 CARAs PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF
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