Sexto
capítulo: Who's That Girl
Las clases del tercer trimestre empezaron par
alivio de Juan, que se sentía asfixiado entre aquellas 4 paredes. Mario no
tenía muchas horas de clase ese trimestre, por lo que compaginaba su trabajo de
profesor con el de asesor para el ayuntamiento. Y Camilo seguía enfrascado con
un proyecto de polideportivo para uno de los barrios más desfavorables de la
ciudad.
-
Juan ¿A donde vas con tanta prisa? (dijo Mario al ver que el chico casi lo envestía al
entrar por la puerta)
-
A casa de Walter
(Mario lo agarró por el cuello de la chaqueta)
-
Ey, no tan deprisa, estás castigado ¿recuerdas?
-
es para el instituto. Un trabajo (intentando librarse del agarre de su hermano).
-
Tú estás castigado. Que venga Walter aquí y hacéis ese trabajo aquí en el
salón.
-
Marioooo.
-
No, Juan. No pienso gastar saliva. Llámalo y dile que el trabajo lo tendréis
que hacer aquí.
-
pero… es que él tiene academia y no le viene bien (Juan empezaba a molestarse con su
hermano)
-
no pasa nada, yo tengo la tarde libre, puedo pasar con el coche a recogerlo y
después llevarlo a casa
(Mario era perro viejo).
-
buffff (dio
un resoplido) olvídalo (dijo
volviéndose para su habitación).
-
¿y el trabajo?
-
ya lo haremos en el instituto.
-
Juan (dijo
Mario arqueando una ceja e indicándole con el dedito que regresara. Juan se
hundió de hombros y dio media vuelta y fue hacia Mario. Cuando estuvo al
alcance de Mario. Mario le agarró fuerte de la oreja y se la retorció) ¡PLAFF! ¡PLAFF!
¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! Esto por
intentar engañarme ¡PLAFF! (le dio un último cachetito en el culete y le
soltó la oreja. Juan no sabía que sobarse si la oreja o el trasero)
-
auuuuuuuuuu Mario
-
A la habitación a hacer tus deberes (dijo apuntando hacia su habitación con una sonrisita) Y no más “trabajitos”.
-
grrrrrr
Tres días más tarde
-
Dios Camilo, que vamos a llegar tarde, quieres acabar de una puñetera vez.
-
ya acabó, ya acabó ¿qué zapatos? ¿Estos? ¿O estos?
-
No sé, Camilo. Estos
(señalando unos)
-
¿Estos? ¿Quieres decir? ¿No son un poco presuntuosos? (Mario se preguntaba como narices
podían ser unos zapatos presuntuosos)
-
pues ponte los otros.
-
si, bueno…pero son un pelín “casual”.
-
pues ves descalzo, pero Camilo, vamos a hacer tarde. Tu familia ya debe de
estar ahí.
-
Mario, cálmate, ni que fuera a ti al quien le dieran el premio.
-
no, no es a mi, es a mi marido. Pero si mi marido no se pone unos malditos
zapatos ya y salimos de casa voy a recoger yo ese premio que será titulo
póstumo.
-
vale, que gruñón estás esta noche, me pondré estos (dijo calzándose. Mario respiró
aliviado que al fin se había puesto los zapatos).
-
Dios, dime ¿el día de nuestra boda, cuantas horas te llevó vestirte?
-
eso no te lo diré nunca jajaja
-
venga vámonos
(empujándolo suavemente hacía fuera de la habitación)
-
ok, ok, pero déjame agarrar, las llaves.
-
¡Ya llevo yo las mías, vamos! Juan, marchamos. Sal de tu cueva. (Juan salió en calzoncillos y
camiseta de la habitación) En 20 minutos
te quiero en la cama. Nos vemos mañana. Cualquier cosa, estaremos en el Hilton,
llevamos los teléfonos encima. (Y lo despeinó)
-
Suerte, Camilo.
-
No es un concurso. Solo voy a recoger un premio.
-
Camilo, se dice gracias y adiós (empujándolo)
-
Gracias y adiós, juanillo, acuéstate pronto.
- Vámonos ya, señor zapatos presuntuosos (dijo guiñándole un ojo a su
hermano y sacando a Camilo de la casa).
-
Deja que me cambie los zapatos, será solo un momento (casi en pánico).
-
Era broma Camilo, estás muy bien y los zapatos son negros.
En cuanto escuchó el coche
arrancar Juan corrió a su habitación y en 30 segundos ya estaba vestido y
saliendo por la puerta de casa. Al fin podría salir, como un chico normal de 17
años. Por alguna extraña razón, sabía donde quería ir. Era una idea tonta, pero
no podía quitárselo de la cabeza. Paloma.
Discoteca Saray 10 de la noche
Juan estaba allí tomando una
cerveza apoyado en la barra, era sábado y estaba llena. Había un montón de
chicas bonitas pero no la chica que él estaba buscando. Juan bailó un poco y se
bebió un par de cervezas más y finalmente se dio por vencido y se fue para
casa. Estaba caminando en busca de un taxi que sin darse cuenta fue a dar
enfrente del edificio donde vivía Paloma. ¿Y si la llamaba? ¿Quizás estuviera
en casa? ¡Que tontería una chica así de guapa y divertida en casa un sábado por
la noche! Juan se rio de él mismo. Aquello era una estupidez. Pero…además le
había dicho que estaba de vacaciones. Entonces vio como la luz de la cocina se
encendía. Había alguien. Seguro que sus padres. O quizás ella. El piso estaba
demasiado alto para poder ver nada. Solo podía imaginárselo. Se imaginaba a
Paloma en braguitas y camisetita, yendo a por un vaso de agua a la cocina.
Aquello no había sido buena idea, ahora se moría de ganas de volver a tenerla
entre sus brazos. Juan no pudo más y agarró su teléfono y le escribió un
mensajito. “No tengo sueño, un ángel de labios de miel me lo ha robado ¿qué
haces?” al cabo de un minuto recibió contestación. “vaya, si es mi chico lindo
y culto. Estoy en casa haciendo de canguro de mi hermanito”. Juan de repente
sonrió y los ojos se le iluminaron, volvió a mirar hacia el piso de Paloma. Y
escribió otro mensaje “¿porqué no me haces de canguro a mí también? Puedo ser
un niño muy mimoso”. Ni un minuto más tarde recibió la contestación de Paloma
“Me encantaría hacerte de canguro y llevarte a la camita”. “Sal al balcón,
Julieta” fue el último mensaje que Juan. Paloma de repente corrió al balcón el
corazón le iba a mil por hora. Y lo vio,
allí abajo, su Romeo, su alto, guapo, listo y simpático Romeo. Julieta, perdón,
Paloma le hizo la señal que subiera. Romeo, digo Juan, no se lo pensó dos
veces.
-
¿Qué haces aquí?
(saltándole a los brazos)
-
Mis piernas me llevaron hasta aquí.
-
jajaja ¿te acordabas del camino?
-
en los últimos días lo he hecho un millón de veces (la chica puso una mueca extraña) aquí (señalándose la cabeza. Y ella
sonrió y lo hizo entrar en el piso).
-
Mi hermano está dormidito, no hagas jaleo.
-
¿Y tus padres?
-
Fuera, regresaran pasada la media noche.
-
perfecto, porque yo debo de estar a las dos en casa.
-
¿en casa?
-
¿No dijiste que eras de fuera?
(dijo un poco mosqueada)
-
Y lo soy, pero ahora estoy viviendo aquí (dijo con una preciosa sonrisa, o al
menos eso fue lo que pensó Paloma)
-
¿En serio? (paloma
dijo muy feliz y Juan asintió y la besó dulcemente) vamos a mi habitación, no quiero que el enano se levanté y te
encuentre aquí. No sabe mantener la boca cerrada (y Paloma tiró de él
suavemente hasta su habitación).
-
Paloma, no te he podido sacar de mi cabeza (le dijo Juan abrazándose y besándose
apasionadamente a Paloma una vez estuvieron dentro de su habitación).
-
Yo tampoco jijiji
(rio tímidamente).
-
Me gustaría verte más
(bajándole el tirantito de la camiseta con los dientes), ¿qué digo? Me gustaría verte siempre, y no tan solo en mis sueños
(dijo besándole el hombro izquierdo).
-
A mi también me gustaría verte más (dirigiendo sus manos a los pantalones de Juan y
desabrochándole le cinturón y desabotonándolo).
-
¿Tienes qué hacer algo mañana?
(dijo Juan sabiendo que al día siguiente Camilo y Juan estarían fuera gran
parte del día)
-
hay una comida familiar, pero creo que podría librarme.
-
pues líbrate
(y se abalanzó sobre ella y empezó a besarle los pechos apasionadamente).
-
jajaja
(empezó a reírse Paloma)
-
shhhhhhhhhhh despertarás a tu hermanito (besándola apasionadamente para
mantener su boca cerrada mientras que con la otra mano le iba bajando las
bragas. A los pocos segundos después ambos estaban totalmente desnudos
abrazándose, rozándose, acariciándose y disfrutando el uno del otro. Los chicos
perdieron la noción del tiempo y del espacio. De repente Juan se dio la vuelta
y vio el radio-despertador de la mesita 01:43) ¡Mierda!
-
mmmmm ¿qué?
-
son menos diez. (Dijo
Juan casi en pánico)
-
¡mis padres! Están al caer, dijeron que llegarían sobre las dos (la chica también se puso un
poco nerviosa. Los chicos corrieron a vestirse y Juan salió corriendo de allá
no sin antes volver a besarse con Paloma un par de veces más, aquella chica
tenía algo que no sabía lo que era pero le hacían ganas de no querer separarse
de ella).
Juan se dio cuenta que no le iba a dar tiempo
allegar a casa antes de las dos, así que llamó a un taxi, el taxi tardó diez
minutos en llegar. Ya eran pasadas las dos. Y cuando finalmente, llegó a cas
eran las dos y media. Estaba realmente asustado. Si Mario y Camilo lo pillaban
era hombre muerto. Pero Juan estaba de suerte, no había nadie en casa. Mario y
Camilo no regresaron hasta casi las cuatro de la mañana. Y para entonces Juan
ya hacía rato que estaba durmiendo en la cama. Mario, tapó bien a su hermano y
se fue a dormir, al día siguiente tenían un montón de cosas que hacer y si no
dormían al menos un par de horitas no iba a poder ni mantenerse de píe.
A la mañana siguiente Juan,
llevó acabo su plan maestro para poder
pasar el día entero con Paloma. Nada más levantarse corrió al lavabo y se
encerró, estuvo allí una media horita. Al salir salió poniendo carita de
enfermo y tocándose la barriga. Al cabo de 10 minutos volvió a entrar y se
quedó otro rito. Repitió la acción varias veces, hasta que Mario, pareció
empezarse a preocupar.
-
Juan ¿te encuentras bien?
-
no, creo que pillé la gripe intestinal esa que pillaron la semana pasada
algunos de mi clase
(Mario le besó en la frente como hacen las madres para tomarle la temperatura).
-
No pareces tener fiebre.
-
no, solo me siento flojo y
(se calló de repente y corrió hacia el aseo de nuevo. El anzuelo estaba echado
y parecía que Mario estaba apuntito de caer, sonrió maliciosamente Juan dentro
del cuarto de baño. Mario dejó el desayuno y fue hacer guardia a la puerta del
baño a esperar que Juan saliera. Al cabo de un ratito. Juan tiró de la cadena
un par de veces y salió con cara de moribundo)
-
Metete en la cama, Juan (dijo
Mario ayudándolo a entrar en la habitación y recostándolo).
-
si estoy bien…solo es que me duele la tripa (puso vocecita de niñito) seguro que
cuando lo haya echado todo, ya estaré bien. Dame un ratito y…
-
¿Qué pasa? (preguntó
Camilo desde el quicio de la puerta)
-
Juan, tiene una gastritis
(le dijo Mario a su marido poniendo cara de preocupado).
-
Juan, cielo, ¿te encuentras mal? (dijo acercándose y poniéndole la mano en la frente)
-
estoy bien, solo es que ando un poco… un poco suelto. En un ratito ya estaré
bien (cerrando
los ojos y poniendo cara de dolor) mamá (ahogó
una especie de quejido).
-
me quedaré con él, lo siento Camilo
-
¿Qué? ¡No! me encuentro bien Mario. De aquí a un rato me vestiré e iré con
vosotros a esa comida (dijo
como si estuviera teniendo una contracción o algo). Solo es un poco de diarrea.
-
Juan, es una comida al aire libre, no hay aseos allí. Y no te veo yo muy de
hacer tus cosas entre arbustos (dijo Camilo sentándose en un ladito en la cama).
-
ok, id vosotros, yo llamaré a Ornella y que me traiga una sopita de arroz. Cris
me la daba cuando me ponía enfermo de la barriga.
-
No sé, no me siento bien, dejándote aquí solo, enfermo (dijo Mario un poco
preocupado).
-
no digas tonterías Mario, no estoy enfermo solo un poco indispuesto. Mira si me
encuentro mejor, me pido un taxi y me uno a vosotros.
-
Eso ni hablar, te quedas hoy en casa, ya habrá más comidas (dijo Camilo) y ahora te acuestas y duermes un poquito,
yo te traeré un poco de manzanilla. A ver si te calma los retorcijones (dijo
acariciándole dulcemente la cabecita).
-
¿Camilo? ¿Cómo fue el premio?
-
Estuvo bien, estuvieron mi familia y amigos y por supuestos un montón de
colegas de la profesión. Algunos incluso de los que respeto.
-
jajajaja (se
rio Juan pero en seguida volvió a su papel y se agarró la tripa).
-
Ok, descansa monito (dijo
Mario dándole un beso en la frente, Camilo hizo lo mismo y dejaron la chico
dormir un ratito más. Después Camilo le obligó a tomar la asquerosa manzanilla
que le hizo vomitar de verdad, pero aquel era un precio que estaba dispuesto a
pagar Juan, con tal de poder quedar una vez más con Paloma)
Sobre las once, Mario y Camilo
se fueron, Juan tuvo que hacer un gran esfuerzo para lograr convencer a los dos
que se podían ir sin peligro. Incluso se marcó un farol muy arriesgado,
vistiéndose y haciendo como que ya estaba recuperado y que quería ir, casi tuvo
que suplicarles que le llevasen con ellos. Pero lo logró, Mario y Camilo se
fueron finalmente al maldito picnic de los Alcázar. Juan decidió aguardar un poco
aun, por si alguno de ellos se lo repensaba y regresaba pero a las doce no
puedo más y llamó a Paloma. Paloma le dijo, que lo había logrado, que tenían la
casa para ellos solos hasta las seis de la tarde. Juan aun estaba al teléfono
con Paloma cuando salió por la puerta de casa. Paloma de día era incluso más
bonita que de noche. Juan y ella estuvieron viendo la tele y jugando con la
play. Paloma cocinó macarrones con costillitas que era lo único que sabía que
le salían bien. Juan tuvo que reconocérselo eran unos macarrones
deliciosos. Después de comer se quedaron
arrumacaditos en el sofá, abrazándose, besándose y amándose intensamente. Juan
solo había estado con dos chicas a parte de con Lulú, y Paloma era distinta a
ellas. Era mejor. No sabía explicarlo, simplemente era mejor con ella. Juan y
paloma estaban tan ensimismados con sus caricias y demás que no escucharon la
puerta de casa. No fue hasta que ya la madre de Paloma estuvo casi en medio del
salón que se percataron de su presencia.
-
¡Mamá! (dijo
Paloma tapándose rápidamente con una manta del sofá. Juan solo pudo taparse con
un cojín) ¿Qué haces aquí?
-
¡Qué que hago yo aquí! Me he dejado el vestido que tu tía Beatriz me había
pedido. Y me encuentro a mi hija de 15 años (Juan abrió mucho los ojos, ni se le
había pasado por la cabeza preguntarle la edad, asumía que era de su edad, se
veía tan madura) en medio del salón con
un chico… (La mujer no podía ni pronunciarlo) Vístete. Vestiros los dos (la madre de Paloma se dio la vuelta para
darles un poco de privacidad, lo hizo más por le chico que por su hija. Los dos
chicos se vistieron rapidísimos) Tú y yo
señorita hablaremos muy seriamente esta tarde cuando regresemos a casa. Y tú
jovencito, no quiero volverte a ver por aquí. Da gracias que fui yo la que entró
y no mi marido. Porque llega a ser él y chico, sales volando por esa ventana
(Juan solo tragó saliva).
Juan salió de aquella casa con
el rabo entre las piernas, mientras oía cómo la madre de Paloma no paraba de
gritarle un montón de reproches. Realmente no quería dejar de ver a Paloma,
pero en ese momento solo podía hacer una retirada. Así que regresó a casa. Le
pidió a Ornella que le trajera un poco de sopa de arroz y se la comió y se fue
a dormir un ratito. Por alguna extraña razón se sentía súper deprimido. Juan se
quedó dormido, más de 2 horas. Fue el jaleo de un montón de gente que lo
despertó sobre las siete de la tarde. La familia de Camilo había decidido
trasladar el picnic a casa de Mario, para conocer al fin el “niño” de Camilo y
Mario.
-
Juanitooooo
(gritó Mario que parecía un poco achispado)
-
shhhhhhhhhhhhh Mario, debe de estar durmiendo. Voy a buscarlo.
-
Juanito, Ey
(Juan se incorporó enseguida, imposible dormir con aquel barullo) ¿Cómo te encuentras?
-
¿eh? (Juan
estaba aun desorientado)
- ¿Cómo te encuentras? (repitió Camilo poniéndole la mano en la
frente)
-
bien, bien, ya te dije que se me pasaría.
- fantástico, porque tienes visitas.
-
¿visitas? ¿Yo?
-
si, mi familia quería conocerte, así que si Mahoma no va a la montaña…jajaja
-
¿Están todos aquí?
-
todos no, falta mis hermanos Carlos y Miguel. Que no han podido venir,
porque…bueno mi madre te lo dirá mejor que excusa ha puesto Miguel esta vez, yo
simplemente paso. ¿Crees qué puedes levantarte?
-
Si, claro, ya me encuentro bien, deja que me ponga algo más decente (Camilo salió de la
habitación)
- ahora sale (dijo a toda aquella multitud).
- ¿Cómo se encuentra? (preguntó Mario)
- Mejor, se le veía mejor cara. Le ha hecho bien descansar (fue
acabar de decir eso y salir Juan de la habitación, ya más presentable). Ok, chicos, este es Juanillo.
-
Juaaaaan (le
rectificó Juan quejándose. Ya era suficientemente duro que Camilo lo llamara
Juanillo teniendo 17 años, para que todo una tropa de desconocidos lo llamará
así).
- pues este es Juan (imitando la voz de Juan) y estos son mi familia
-Hola (hubo un montón de holas)
- Mira que te los presento uno a uno. Estos son mis padres, mi padre
Joaquín y mi madre Elena (camilo se abrazó a una pareja de unos sesenta y
muchos años, la mujer tenía el pelo teñido de castaño y el hombre tenía el pelo
entre rubio, pelirrojo y cano. Ambos se veían muy serios pero a la vez tiernos) ¿te acuerdas de ellos en la boda?
(Juan sonrió)
-
Encantado de volverlos a ver
(dijo saludando educadamente)
-
Este es mi hermano, el mayor, Nico (un tipo más bien regordete y con cara de estar agotado) y esta es su esposa Janis y sus hijas Cleo
y Diana.
-
encantado
(dijo saludando educadamente)
-
Este es mi hermano Pedro y su esposa Rosa y su hijo Pedrito.
-
tío, tengo 24 años, ¡por dios! ¿Cuándo vas a dejar de llamarme Pedrito? (se quejó el chico que se
parecía muchísimo a Camilo. Aquel comentario no le daba mucha esperanzas a Juan
que Camilo un día dejara de llamarlo Juanito o Juanillo).
-
encantado
(dijo Juan)
-
Esta es mi hermana Beatriz, creo que a ella ya la conocías
-
si, de hace tres años. Es la que trabaja en aquel restaurante.
-
no trabajo, soy dueña.
-
perdón.
-
Ni caso, Después viene Carlos, pero se ha tenido que ir porque entraba a
trabajar a las seis, ya lo conocerás. Esta es mi hermana Luisa, y este
jovencito de aquí es su hijo Felipe. Este es Javi y su esposa Victoria. Ese
tipo tan alto es mi hermano Ricardo.
Después vengo yo. Que ya me conoces y conoces a mi marido
-
jajaja
-
Esta es mi hermana Fiona y su marido Ricardo también. Y el pequeñín es Manu y
esta preciosidad es Palomita
(de repente Juan se puso muy tenso y un sudor frío le recorrió toda la
espalda).
-
en en en en encantado
(finalmente dijo. La madre de Paloma lo fulminó con la mirada, mientras que
Paloma seguía en shock)
-
¿Pasa algo?
(preguntando inocentemente Camilo) si,
es guapa nuestra Palomita (dándole un pequeño codazo a Juan) Cuando sea mayor, va a hacer mucho daño,
jajaja. Estos son mis hermanos Teo y Jorge y sus esposas Rita y Patricia, los
niños rubitos son los de Teo y el bebé llorón es de Jorge.
-
Ey (dijo
Jorge pero se estaba riendo).
Camilo continúo presentando a sus hermanos y
cuñadas y cuñados. En total 11 hermanos. Lo cierto es que Juan ya no estaba
prestando mucha atención, solo hacía que mirar de reojo a Paloma y a sus
padres. Para cuando Camilo acabó con las presentaciones todos estaban en la
terraza disfrutando de las vistas o preparándose para marchar. Juan estaba muy
tenso no sabía que hacer ni que decir. De repente vio como Camilo y Fiona se
apartaban del resto y entraban en el despacho de Camilo. Juan supo en ese
momento que si el padre de Paloma no lo tiraba por la terraza lo haría Camilo.
Pero Camilo salió riendo y de muy buen humor del despacho. Imposible que
estuviera de ese humor después que la madre de Paloma le contara lo de esa
tarde. Quizás la madre de Fiona no le había dicho nada solo habían hablado de
cosas de hermanos. Esa teoría fue ganando fuerza a medida que pasaba el tiempo, Camilo parecía
muy alegre, incluso le había hecho algunas bromas a él mismo. Finalmente cuando
el último de los Alcázar se despidió y los tres se quedaron solos en casa Juan
respiró tranquilo. Mario mandó a Juan a la cama a las diez, porque se le veía
cara de cansado y quizás aun estuviera un poco débil por lo del estomago. Juan
no rechistó, si que se sentía cansado, pero no por el estómago sino por todo el
día en si. Así que se despidió con un beso de Camilo y Mario y los dejó
sentaditos en el sofá acurrucaditos viendo las noticias.
Sobre las siete de la mañana
Juan despertó, se giró y vio a Mario sentado en la silla de su escritorio
mirándolo fijamente.
- ¡Joder Mario, que susto! Tío, haces eso muy a menudo, porque tío, eso
acojona.
-
No, solo que no podía dormir.
-
Cuenta ovejitas, Mario (dijo
dándose la vuelta y dando la espalda a su hermano).
- ¿Sabes porque no podía dormir, Juan?
-
¿porque?
-
porque acabo de tener la mayor bronca que jamás haya tenido con mi marido. Y lo
peor, ha sido por defender a mi hermanito de algo que creo que no debería defenderlo (Juan se giró de repente y
encendió la luz de la mesita. Mario estaba llorando).
- Mario, yoooo
-
Juan, quiero tu versión, porque la versión que he oído ahí dentro no me ha
gustado nada.
-
¿Qué te ha dicho?
-
No, Juan. No más juegos. Acabo de pelearme con la persona que más quiero en
este mundo y creo que al menos me he ganado ese derecho. Quiero la verdad. Toda
la verdad, Juan
(Juan tragó saliva y clavó la mirada en el suelo).
- Conocí a Paloma cuando fuimos a Sakai. Y te juro por lo más sagrado que
yo no sabía que era sobrina de Camilo. Estuvimos haciendo el idiota toda la
noche y finalmente me invitó a su casa. Te juro que no sabía que tenía 15. Pero
lo cierto es que…
-
de haberlo sabido no hubiera cambiado nada ¿verdad?
-
probablemente no, no (finalmente
se sinceró). Pero que conste en acta
Mario, no era virgen cuando la conocí.
-
continua
(Mario respiró hondo, intentando obviar ese último comentario de su hermano)
- Después fue lo de las vacaciones y bueno hace un par de días empecé a
pensar en ella más a menudo (Mario sabía a que se refería su hermano y rodó
los ojos). Quería volverla a ver. Paloma
es muy…no sé…ella es…no sé, quería verla, quería saber si ella también se
acordaba de mi. Así que ayer cuando os fuisteis a lo de cena esa del premio de
Camilo.
-
Saliste por la puerta y fuiste a buscarla.
-
más o menos.
-
¿más o menos?
-
fui a la discoteca a ver si la veía. Pero no estaba allí. Así que me cansé y me
fui andando.
-
La casa de Fiona está en dirección opuesta a casa.
-
supongo que mis píes me llevaron.
-
no creo que fueran tus pies lo que te llevaron (dijo con una mueca de disgusto) Continua.
- yo me iba a ir, pero entonces vi luz en su piso. Y decidí escribirle un
mensajito para ver si era ella y si estaba despierta y si se acordaba de mi y
si
-
¿y si te invitaba a pasar?
-
si ¿te lo ha contado Camilo?
-
no, también he tenido 17 años, aunque te parezca mentira. ¿Y ella te invitó a
pasar, no?
-
si, y bueno estuvimos juntos hasta casi las dos que era cuando sus padres
tenían previstos regresar a casa.
-
si, era la hora en que acababa la gala.
-
¡Pero vosotros llegasteis mucho más tarde!
-
Fuimos a celebrarlo por ahí, con unos amigos de Camilo. Y no me cambies de
tema. ¿Qué es lo que ha pasado hoy?
-
quería volverla a ver, pero como estaba castigado no me dejaríais, así que
pensé que debía aprovechar lo de la comida con la familia de Camilo, para
escaquearme y quedar de nuevo con ella.
-
¿y fingiste lo de la gastroenteritis?
-
si, señor (sonando
realmente arrepentido).
- ¿y después?
-
cuando os fuisteis salí a verla, y pasamos la tarde juntos, hasta que su madre
entró y nos pilló en el sofá, ya sabes…
-
¿follando?
-
¡Mario! (dijo
mortificado)
- pero es lo que estebáis haciendo ¿no?
-
si (bajó de
nuevo la cabeza)
- ¿utilizasteis preservativo? (Juan no dijo nada) ¡Ni siquiera utilizasteis preservativo! ¡Dios! Sabes que pasaría si
esa niña se quedara embarazada ¿lo sabes?
-
yo me haría cargo, yo…
-
tú eres un niño y ella aún más niña (Mario no pudo más y explotó).
- pero Fernando tenía mi edad cuando…
-
si, es cierto, Fernando tenía tu edad, pero Cristina no tenía 15. ¿Es eso lo
que quieres, joderte la juventud? Tener que vivir el resto de tu vida empeñado
porque no supiste ponerte una gomita. Juan, no pretendo que seas célibe. Pero
sabes todo lo que anda por ahí: sida, sífilis, hepatitis b, gonorrea, clamidia,
ladillas …y por supuesto, el hecho de dejar embarazada a una total desconocida.
Fernando y Cristina eran novios desde hacía dos años, cuando Cristina se quedó
embarazada. ¡Tú habías visto a esa chica solo una vez! ¿Qué digo? ¡Te acostaste
con ella sin usar ningún tipo de protección la primera noche que la conociste!
(Mario se
pasaba las manos por la cara intentando no estrangular a Juan).
- Mario, yo lo siento ¿si quieres ya hablo yo con Camilo?
-
Juan, si entras ahora en esa habitación, no te garantizo que salgas vivo.
Paloma es su sobrinita, ¡él es su padrino! Ahora mismo se siente tan
jodidamente traicionado contigo que ni siquiera creo que puedas hacerte una
idea. No solo te has cepillado a su niñita (utilizando un lenguaje muy soez que
Juan no estaba acostumbrado a oír de la boca de su hermano), sino que también te has vuelto a cepillar
por enésima vez nuestra confianza. Desde que llegaste, solo has hecho que
mentirnos, intentar engañarnos y jugar con nosotros. Te importa una mierda
todo. Solo te importa una persona, y esa persona es Juan Carlos Macias. Hace un
par de semanas te fugaste con tu novia, porque Lulú era tu novia, tú mismo nos
lo dijiste. Y ahora te escapas para acostarte con otra chica. Y Juan, mírame a
la cara y dime que ya nos sientes nada por Cristina (Juan apretó mucho la
mandíbula) No parece que te importen
mucho los sentimientos de esas chicas, solo las utilizas para satisfacer tus
instintos más primarios. Eso es lo que le duele a Camilo. No que te hayas liado
con su sobrina. Sino que la has utilizado.
-
yo no la he utilizado, Paloma me gusta (dijo furioso intentando defenderse).
- Dime ¿estás enamorado de ella, Juan? (Juan reculó, no sabía lo que
sentía por ella, solo la había visto tres veces y si se lo había pasado en
grande con ella, pero seguía enamorado de Cristina, eso no podía negarlo).
- ¿y ella de mi? Allí éramos dos, Mario (dijo Juan sintiéndose
acorralado)
- Tienes razón, allí eráis dos, y nadie la obligó a acostarse contigo.
Pero Paloma, no tiene novio, no está locamente enamorada de un amor imposible y
en las últimas semanas no ha hecho una pequeña escapadita romántica con nadie.
Si Paloma, no fuera sobrina de Camilo, me parecería igual de mal que la utilizarás
como la has utilizado, pero resulta que si que es la sobrina de Camilo. Pero
podría defenderte, porque no soy un hipócrita, y de joven cometí muchos
errores. Pero Camilo no los cometió, jamás se ha acostado con nadie que no
amará realmente. Así que no puedo entrar ahí dentro y decirle, Camilo, mi amor,
solo fue sexo. Solo se estaban divirtiendo. ¡Porque no lo entiende! (esto
lo dijo chillando sin importar quien pudiera oírles) Y sabes, esa es una de las cosas que más me gusta de él. Y no quiero
que cambie la forma de ver la vida. No quiero. Pero tampoco pretendo que tú la
cambies. Así que hermanito, dime ¿que cojones he de hacer?
-
no lo sé (dijo
con lagrimas en los ojos Juan).
- pues ya somos dos (tapándose la cara con ambas manos).
- puedo regresar con Fernando, en unos meses haré 18 y
-
¿esa es tu solución?, ¿huir? Tienes razón Juan en unos meses harás 18, serás un
adulto, y la gente te tratará como a un adulto y esperará que te comportes como
un adulto. Y los adultos cuando tenemos un problema lo solucionamos no huimos
de él. (Mario
se levantó y fue hacía la puerta, aquello no estaba funcionando) Juan (Juan levantó la cabeza y lo miró)
como se te ocurra huir te juro que te
encontraré y te estaré dando zapatillazos hasta el día del juicio final.
-
Pero… Camilo y tú os habéis peleado y por mi culpa.
-
Si, tienes toda la razón, Juan Carlos. Camilo y yo nos hemos peleado y ha sido
por tu culpa, pero nos sentaremos y buscaremos una solución. Porque ante
todo nos queremos. Juan, ya te lo
dijimos, ahora eres parte de nuestra familia y no te vas a ninguna parte.
Camilo no ha dejado de quererte por esto, solo está furioso y dolido contigo.
¿Y sabes? yo también estoy furioso contigo. Pero eso no significa que no te
queramos y que no queramos que continúes a nuestro lado. Así que más vale que
ese culo no salga de ese cuarto, hasta que Camilo y yo lo hayamos hablado. Así
que ponte cómodo. Te traeré el desayuno más tarde (dijo dando un portazo al salir)
Al salir Mario chocó frente a
frente con Camilo, que todo aquel griterío lo había hecho salir de la cama e
intentar empezar el día.
-
Camilo
-
¿qué te ha dicho? (intentando mantenerse
civilizado)
-
No creo que te vaya a gustar.
-
Eso no lo dudo ni por un
segundo.
-
Ha insinuado que quizás
debería regresar con Fernando.
-
Pobre de él que ponga un píe
fuera de esta casa (dijo
Camilo hinchándose mucho la vena del cuello)
-
Ya sé lo he dicho yo.
-
Necesito salir.
-
¿Vas a ir a tan temprano al
gimnasio? (sabiendo
que a su marido le calmaba y lo centraba mucho el gimnasio)
-
No, voy a ir a dar una vuelta
o algo. Necesito despejarme.
-
Yo debo quedarme (tenía miedo que en cuanto
saliera por la puerta Juan volviera a salir a hurtadillas)
-
Lo sé (dijo serio)
-
¿vendrás a comer?
-
No lo creo (dijo muy seco)¿Mario? (y se quedaron mirando
fijamente un buen rato)
-
Ve (dijo Mario forzando una sonrisa)
-
Vendré a comer (forzando también una sonrisa
y se metió de nuevo en la habitación para cambiarse).
La mañana pasó muy lenta, los
segundos parecían horas, los minutos parecían días y las horas parecían semanas.
Cuando fueron las 12:00 Mario, empezó a fumar como un carretero mientras miraba
el reloj cada tres minutos. Intentó mantenerse ocupado, viendo la tele o
leyendo, incluso se puso a corregir algunos trabajos de sus alumnos. Pero no
lograba centrarse. Estaba demasiado pendiente del reloj. A la una y media, le
llevó a Juan la comida a su habitación. Juan ni se atrevió a mirarlo, se sentía
demasiado mal con su hermano para mirarlo y mucho menos para decir nada.
A las dos y media, la puerta
de casa se abrió, Camilo había pasado por un restaurante vegetariano de su
mejor amigo y traía una cestita con comida que su amigo había insistido que se
llevara. Siempre que se encontraba perdido iba a hablar con David y solía
ayudarle mucho. Por lo general solo se sentaba en la barra de su cocina y le
escuchaba. Pero a veces, solo cuando era estrictamente necesario, David tenía
la capacidad de poner en su sitio a Camilo, sin que éste se sintiera
ninguneado.
-
¿pasaste por el restaurante de
David?(viendo
la cesta)
-
Si
-
¿cómo está?
-
Bien. Mejor ahora que saben
que lo de Toño es solo un quiste de grasa.
-
Me alegra saber eso.
-
Mario, hemos de hablar.
-
¿Estás seguro?
-
Si, he estado hablando con
David. Y bueno, creo que ayer nos dijimos muchas cosas, y no debería haberte
hablado así.
-
Yo también dije algunas cosas
bastante fuertes. Camilo, no me gusta que estemos peleados (le dijo acariciándole
dulcemente la mejilla).
-
A mi tampoco. Pero hemos de
hablarlo. Juan… es una maldita bomba de relojería y no quiero que se lleve a
Paloma por delante cuando estalle. Creo que es hora que agarremos el toro por
los cuernos.
-
Camilo, está tan perdido, está
tan y tan perdido. Y si, y si le pasa lo que a mí.
-
Mario, tú estabas solo. Él nos
tiene a nosotros. Deberías confiar más en nosotros. ¿Cómo va a confiar él en
nosotros, si ni tan siquiera tú confías? Mario, eres una persona maravillosa,
la persona más fuerte y valiente que conozco. Y Juan necesita de esa fortaleza.
Yo necesito de esa fortaleza
(tomándolo por la barbilla suavemente) Esto
se tiene que acabar aquí y ahora. Tú hermano tiene que enfrentarse a la
realidad y para de huir de una maldita vez. Lo siento Mario, pero para mí lo de
Paloma, ha sido la gota que ha colmado el vaso. No voy a permitirle que continúe por ese camino de
autodestrucción. Es nocivo para él y para todos los que le rodean.
-
Camilo (Mario se quedó en silencio
un rato mirando a su marido. Sabía que Camilo tenía razón. Pero no quería hacer
sufrir aun más a Juan. Pero si Juan no empezaba a enfrentarse a su fantasmas
aquello si que iba a acabar mal) de
acuerdo. Esta tarde tengo clases. Cuando regrese tendremos una reunión
familiar.
-
Mario, es lo correcto (dijo Camilo intentando
serenar a Mario, que parecía que la angustia lo estaba devorando por dentro).
-
Juan se siente miserable, e
hizo miserables a Fernando y a Cristina y ahora lo está haciendo con nosotros.
Sé que no lo hace adrede, pero si, podría evitarlo y no lo hace. Si él no tiene
fuerzas para enfrentarse solo a su dolor, nosotros le ayudaremos. Estaremos a
su lado, pero tienes razón, ya va siendo hora que empiece a madurar.
-
No va a ser bonito.
-
No (dijo con una risotada de
resignación). En unos meses cumplirá 18.
-
¿y? me da igual, la edad que
tenga. No voy a quedarme de brazos cruzado mientras se arruina la vida y
arruina la visa de los demás. ¡Maldita sea, Mario! ¡Juan es el puto huracán
Catrina!
-
Jajaja (Mario no pudo evitar reírse
al oír a Camilo hablar así)
-
Jajaja (Camilo también se rio y
apoyó su cabeza sobre el hombro de Mario que al momento le acarició el pelo). Vamos a comer, me he pasado la mañana
viendo como cocinaban, me muero de hambre.
La tarde a diferencia de la
mañana pasó volando. A las ocho y media Mario llegaba a casa, tras tres horas
de clases a los de primer año, cosa que lo dejaban casi exhausto. Pero le
mantenían 100x100 concentrado y eso era precisamente lo que necesitaba en esos
momentos. Al llegar a casa cenaron algo ligerito. Mario primero fue a ver a su
hermano, y a llevarle la cena, quería ver como nadaban los ánimos. Porque esa
noche iban aponer los puntos sobre las “íes”. Juan parecía más clamado, como
aquel día de confinamiento le hubiera sentado bien. Había tenido todo el día
para pensar en lo que había hecho. Mario de quedó un ratito mientras Juan se
comía sus alitas de pollo y la mazorca de maíz.
-
Juan, cuando acabes, llévalo
todo a la cocina. Yo tengo que hacer una cosa en el ordenador para la uni, pero
después Camilo, tú y yo tendremos una reunioncilla.
-
¿Una reunión?
-
Si, creo que va siendo hora
que dejemos unas cuantas cositas claras.
-
¿Es de ese tipo de reuniones
en que acabo teniendo que sentarme sobre un cojín?
-
Juan, si mal no recuerdo, aun
estás castigado por el chasco de las vacaciones. Y aun estando castigado, te
has saltado el castigo varias veces y nos has mentido. Así que Juan, si vas a
acabar sentándote sobre un cojín. Es más yo si fuera tú me replantearía la idea
de implantarme un cojín quirúrgicamente en el trasero. Pero la reunión no va a
ir de tu castigo. Antes queremos tener unas palabras contigo
-
¿Camilo también?
-
Si, Juan, si. Camilo también.
Será una reunión familiar. Papá oso, mamá osa, y no hagas bromas (dijo apuntalo muy seriamente
con el dedo al ver que Juan ya iba a abrir al boca para hacer la gracia) y el pequeño osezno. Acábate eso, lávate
los dientes y lleva los cacharros a la cocina. Cuando hayas acabado te dientas
en el sofá y nos esperas. ¿entendido, jovencito?
-
Si, Mario (dijo bajando la cabeza pero
con un tono de voz un poco irreverente. Mario decidió dejarlo pasar, debía
ahorrar sus energías para la reunión)
Camilo comenzó la reunión
-
Muy bien Juan. Ahora eres
parte de MI familia
(dijo Camilo de repente remarcando mucho el mí). Y por lo tanto pienso asegurarme que nada malo te pasa. Que no te falta
nada. Y haré toso lo que esté en mis manos para que seas feliz. Pero eres parte
de mi familia y hay cosas que no toleramos en mi familia. Y tú, parece que eres
el maestro en dos de esas dos cosas que no toleramos. Una eres autodestructivo
y arrasas con todo lo que se te pone en tu camino. Y dos, no tienes ningún
problema para utilizar a la gente.
-
Camilo yo no he utilizado a
Paloma para…
-
Shhhhhhhhhhhhh silencio, los
adultos estamos hablando. Y si sabes lo que mejor te conviene no volverás a
sacar el tema de mi sobrina. Empezaremos con tus ansias de joderte la vida y el
futuro. Y no Juan, no estoy paranoico, llevas un par de años que has ido
boicoteándote a ti mismo en todo lo que tenías algún tipo de ilusión. Dejaste
el baloncesto. Dejaste de salir con tus amigos de toda la vida. Dejaste de
estudiar, solo holgazaneabas. Dejaste de comunicarte con tu familia. Lo has ido
dejando todo. Y lo peor es que has ido dejando tras de ti un rastro desolador.
Pues se acabó, a partir de ahora mismo. Irás a clase todos los días, tomarás
clases extras de francés e informática. Hablaré con el entrenador de la escuela
para que te haga las pruebas de baloncesto. Y entrarás, si sabes lo que te
conviene, entrarás. Y empezarás a acudir a un sicólogo para que et ayude a
gestionar tus emociones. Porque Juan. Cristina era una figura materna, aunque
no fuera tu madre biológica, ha estado haciéndote de madre los últimos 8 años.
Y la forma en que le has estado tratando todo este tiempo es deleznable. Como
ella no te correspondía le hiciste la vida miserable. Cuando quieres a una
persona, deseas que sea feliz a cada momento aunque no sea a tu lado. Y tú solo
tenías una tremenda pataleta porque Cris no te eligió a ti, eligió a Fernando.
Eres un maldito mocoso consentido. Tú ni amas a cristina ni amas a nadie. Solo
eres un niño egoísta y malcriado.
-
Eso no es cierto
-
He dicho que te sientes y calles,
no he acabado aun y vas oír todo lo que te tengo que decir. Aunque te tenga que
amarrar y amordazar a la silla. Y eso me lleva al segundo punto. Se acabó
utilizar a la gente. Somos personas, no objetos. Te aprovechas de la buena
voluntad de la gente para lograr salirte con la tuya. Te aprovechaste de
Fernando y Cristina, que se sentía fatal porque estabas enamorado de ella, para
hacer y deshacer a tu antojo. Cuando llegaste te aprovechaste de Mario. Si. él
se sentía fatal porque no ha estado muy presente en tu vida y te aprovechaste.
Te aprovechaste de mi amor por Mario, para también salirte con la tuya. Te
aprovechaste de la pobre Lulú, para no tener que enfrentarte a Cristina. Y
ahora te has aprovechado de Paloma, para no tener que pensar ni en Lulú ni en
Cristina. El problema no es Paloma, no es Lulú, no somos nosotros, o Fernando,
ni siquiera es Cristina. El problema eres tú. La vida no es como uno le
gustaría ser. No lo es. Y no podemos inventarnos rocambolescas historias para
justificar que la vida no va como nos gustaría. Se acabó el joven atormentado.
A mi no me la cuelas más, niñato. A partir de ahora vas a ir a toque de silbato
y no voy a permitirte ni una tontería más.
-
Tú no puedes hacer eso, Mario
dile…
-
Él puede (fue lo único que dijo Mario).
-
Oh y tanto que puedo, puedo
porque el lunes mismo iré a los juzgados para solicitar tu adopción. Vamos a
hacer las cosas bien a partir de ahora. Yo soy el padre tu eres el hijo. Yo
ordeno, y tú callas y obedeces. Y así hasta próxima orden.
-
¡Camilo!
-
Esa es otra, a un padre no se
le llama por el nombre. Más vale que te vayas haciendo a llamarme papá, porque
no voy a permitirte que me llames de otra manera. Juan, llevas 8 años
necesitando un padre, no necesitas a otro hermano, no pienso ser otro hermano. O
juegas bajo mis reglas o…
(hizo una pausa) No. No hay opción, vas
a tener que jugar bajo mis reglas.
-
¿y eso que quiere decir? (dijo furioso Juan)
-
Que no te tirarás ni un pedo
sin que yo lo sepa y te haya dado permiso.
-
¿quieres un padre, no? (Juan bajó la cabeza ni
asintió ni negó, temía que si decía algo la pudiera fastidiar) pues vas a tener uno al 100x100. Me he
hartado ya de tanta tontería. Somos una familia y vamos a empezar a actuar como
una ¿me he expresado claro?
-
Si
-
Juan. Es si, papá (Juan se quedó unos instantes
pensando, quería decirlo, era lo que más deseaba en esos momentos, pero temía
que si lo decía en voz alta la magia se desvanecería) ¿Juan?
-
Si…papá (dijo con un hilillo de voz y
haciéndose chiquito chiquito en el sofá)
-
Pues ahora tu padre te va a
dar un abrazo y un beso y tú no vas a rechistar (dijo con una media sonrisa Camilo y
abrazó y le dio un beso en la cabecita a Juan. Juan se abrazó fuertemente a
Camilo. Mario miró a su marido y a su hermano y sonrió al fin. Durante toda la
discusión se había quedado en un segundo plano. A la espera que alguno de los
dos necesitara un rescate, pero aquellos dos no necesitaban nada, solo él uno
al otro).
-
Pero si a mi me llamas alguna
vez mamá, te mato, que te quede claro monillo (le dijo Mario uniéndose a su marido
y hermano)
Tras tanta
intensidad. Los chiscos parecieron quitarse 10 toneladas de encima. Sus rostros
se veía relajados incluso podría decirse que relucían felicidad. Pero Camilo y
Mario tenían muy claro que aquello no podía quedarse en un discursito. Aquello
no era una declaración de intenciones. Aquello era la primera pieza de un gran
edificio, las bases habían quedado sentadas. Ahora tocaba remangarse las mangas
y ponerse a construir.
-
Muy bien, Juan es tarde. Es
hora de ir a la cama. Dale un beso a tu hermano y prepárate para la cama, yo
iré en un momento. He de ir a por la correa.
-
¿Qué? (Dijo asustado Juan).
-
Si, hijo. Estabas castigado y
saliste. Dos veces en menos de 24 horas. Fingiste estar enfermo para poder
quedarte en casa y después salir. Por lo que en mi libro, está muy claro. Las
tres semanas que te quedan de castigo, recibirás 18 chirlos cada noche antes de
ir a dormir.
-
Pero eso es mucho.
-
Si, lo es. Pero tu
comportamiento ha sido mucho peor. Y lo sabes. Así que ya me has oído, a la cama.
-
Cami… (Camilo arqueó una ceja) papá, por favor.
-
Por cada palabra que me
rechistes le sumaré un chirlo más ¿quieres que empiece a sumar?
-
No (dijo agachando la cabeza)
-
No ¿qué? Juan (dijo en tono de advertencia)
-
No, papá
-
Muy bien, entonces ya sabes (Juan le dio un beso de buenas
noches a Mario y se fue para su habitación)
-
Ha ido mucho mejor de lo que me
esperaba (dijo
Mario)
-
Si, realmente pensé que
tendría que amordazarlo jajaja
-
Tú te ríes pero yo si que lo
pensé. Camilo (agarrándole
un momento antes de que se fuera en búsqueda de la correa) ¿estás seguro de esto? Quiero decir ¿de lo de la adopción?
-
Si, Mario. Estoy seguro, yo no
puedo ver a Juan como a mi cuñadito, desde hace ya mucho tiempo que lo que veo
cuando lo miro, es a un hijo.
-
De acuerdo. Estoy contigo, te
apoyaré en todo.
-
Gracias (besándolo) vamos a necesitar toda la ayuda posible.
-
Ja (y le sonrió dulcemente. Mario veía
felicidad en los ojos de Camilo un tipo de felicidad que nunca antes le había
visto. Aunque ellos dos eran muy felices juntos, Camilo no entendía la familia
sin hijos, y todos aquellos años, Camilo pensó que de alguna manera había
renuncia a tener una familia. Pero Camilo ya era plenamente feliz. Éxito en el
trabajo, se había casado con el hombre que amaba y ahora era, al fin, tenía un
hijo), lo lograremos.
-
Hijo (Camilo se moría de ganas por decir
esa palabra, y ante todo por decírsela a Juan. Juan estaba sentado en la cama
en calzoncillos y camiseta, esperando el temible castigo) Ya hemos hablado antes el porqué de esta zurra. Así que aunque no creo
que ninguno de los dos tengamos problemas de memoria ¿podrías recordármelo?
-
Estaba aun castigado y salí
sin vuestro permiso (Camilo
arqueó una ceja) dos veces (añadió
Juan). Ayer a la noche, que aproveché
que os habíais ido a la entrega del premio para salir y esta mañana que fingí
estar enfermo para que os fuerais al picnic sin mi y así yo poder salir.
-
Eso es, esto no es por lo de
Paloma, quiero que quede claro.
-
¿me vas a pegar también por lo
de Paloma?
-
No es por falta de ganas, pero
no, no te voy a pegar por lo de Paloma (Juan sonrió aliviado) Pero no te equivoques, si vuelves a
utilizar a una chica o chico (Juan puso los ojos en blanco) de esa manera no vas a querer volverte a
bajar los pantalones ante nadie en mucho mucho tiempo. Y otra cosa, no vas a
volver a estar a solas con Paloma, hasta que Fiona y yo creamos que podemos
confiar en vosotros.
-
Quizás no esté enamorado de
Paloma, pero me gusta mucho, quería que lo supieses, Ca… (Camilo le sonrió dulcemente
al ver que el chico dudaba si debía volverlo a llamar papá) papá (dijo finalmente, le gustaba
llamarlo papá. Debería parecerle raro, pero no lo era).
-
Te agradezco la sinceridad (y le dio un achuchón
fraternal) Pero ahora ambos sabemos lo
que toca. Calzoncillos a bajo y sobre mis rodillas.
-
¿Qué? ¡Tú nunca me haces bajar
los calzoncillos! (eso
si que no se lo esperaba Juan. No es que hubiera mucha diferencia en recibir
una zurra con los calzoncillos o sin ello, no cuando estamos hablando de ese
maldito cinturón. Pero aquella telita era más bien como un resquicio de
dignidad)
-
Juan, quizás me gusten los
hombre. (Juan
pensó “¿quizás?” y no pudo evitar reírse. Camilo ignoró esa risita) Pero soy tu padre. Y si te bajo los
calzoncillos y te pongo sobre mis rodillas no es para que ninguno de los dos
disfrutemos eso te lo aseguro. Si hasta ahora te he zurrado siempre con los
calzoncillos puestos es porque no me veías como a un padre y no quería que
pudieras sentirte incomodo.
-
Me sigo sintiendo incomodo (dijo Juan, pero lo cierto es
que no era su modestia lo que más le preocupaba sino el hecho de que si cedía
ahora a partir de ahora las zurras siempre iban a ser con el culo desnudo).
-
Entonces mejor empecemos ya y
así acabamos antes (dijo
Camilo doblando en dos el cinturón).
-
¿y porqué no me das un par más
pero me dejas puesto los calzoncillos? (Camilo no podía creer lo que oía
¿estaba Juan sugiriéndole que le diera más nalgadas?)
-
Si no te pones a la de tres
sobre mis rodillas, si que te daré más pero sea como sea los calzoncillos van
fuera (Juan
tragó saliva y cerró los ojos, se bajó los calzoncillos y rápidamente se puso
sobre las rodillas de Camilo). Muy bien,
los vas a contar 18 en total. Y después de cada uno quiero que repitas “no
desobedeceré a mi padre”. ¿preparado?
-
No, pero dale (dijo Juan que quería salir de
esa posición tan denigrante para él, en cuanto antes) Uno
-
ZWASSS (el primer correazo cayó sobre
el trasero del pobre chico que se curvó al sentir la mordedura de la correa
sobre sus nalgas)
-
Grrrrrrrrrrrrrrrr No
desobedeceré a mi padre (Juan
intentó recuperar la compostura, cuando estuvo preparado para el siguiente
siguió con la cuenta) Dos.
-
ZWASSS (el segundo correazo cruzó la
otra marca. Ahora el trasero de Juan parecía un mapa del tesoro pero donde la X
no indicaba donde estaba el tesoro)
-
Argggggggggggggh No
desobedeceré a mi padre (Juan
maldijo mentalmente sobre el colonialismo inglés) Tresss.
-
ZWASSS (el tercero cayó justo debajo
de las nalgas. A Juan se le salieron dos lagrimones como puños. Solo llevaba
tres y las lágrimas ya le empezaba a brotar, aquello no era buena señal)
-
Grrrrrrrrrrrrr argggggggggg No
desobedeceré a mi padre
(Juan tardó unos segundos en poder vocalizar coherentemente) Cuatro.
-
ZWASSS (sobre el mismo punto, eso lo
pilló por sorpresa, porque justo aun no se le había pasado el ardor del
anterior cuerazo)
-
Aaaaaaaaaaaah No desobedeceré
a mi padre
(salió el primer quejido de la boca de Juan) CINCO
-
ZWASSS (otra vez sobre el mismo
punto Juan se irguió por completo y cuando finalmente recuperó la respiración,
giró la cabeza para ver a Camilo
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhh (girándose para Camilo) ¡Joder! ¡Hostia puta! No seas tan bestia.
Eres un puto sádico de los cojones. (Camilo dejó el cinturón a un lado y
empezó a tacar las posaderas del chico con la mano bien abierta).
-
¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF!
¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! NO MÁS PALABROTAS, NO MÁS HABLARME COMO A UN
GOLEGUITA TUYO, SOY MAYOR QUE TU, VIVES EN MI CASA Y SOY TU PADRE. NIÑITO, A MI
ME HABLAS CON RESPETO. ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF!
-
Lo siento, lo siento (suplicando) No fue mi intención, para para (aunque
parezca mentira las palmadas le estaban doliendo horrores) NO volveré a hablarte así, lo jurooooooooooo.
-
Hablo en serio Juan, ni Mario
ni yo somos uno de tus amigotes, no quiero más ese tipo de trato, nos hablarás
y tratarás con el debido respeto. No te digo que me hables de usted, o me digas
señor. Pero lo que si que no te toleraré es que me hables de esa manera
-
No, no lo volveré hacer, lo
juro (Camilo
volvió a agarra el cinturón)
-
Íbamos por la seis.
-
SEIS
-
ZWASSS
…
-
DIECIOCHO
-
ZWASS
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH
COFF COFF AAAUUUUUUUUU COF COF NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, YA NO MÁS,
AAAAAAAAAAAAAAAAAH
-
SHHHHHHHHHHHHHH ya está mi
niño, ya está, ya acabó. Shhhhhhhhhhhhhhhhh respira, hijo, respiraaaaaaaaaaa,
estoy aquí, te tengo, shhhhhhhh, papá te tiene shhhhhhhhhhhhh (Camilo lo consolaba mientras
le acariciaba la nuca y el pelo, para calmarlo un poco. Juan se quedó dormido
sobre sus rodillas. Camilo le subió los calzoncillos y lo acomodó en la cama,
le tapó con la sabana, le dio un beso en la frente de buenas noches, apagó las
luces de su habitación y salió cerrando la puerta con cuidado para no dar
portazo y despertarlo).
-
¿18 cada noche? ¿quieres decir
que eran necesarias tantas?
-
Venga ya, Mario, Fernando y tú
le habéis dado mucho más que eso.
-
Si, ¿pero cada noche?
-
Quizás hoy haya sido un poco
más duro, pero él también ha sido un poco más vocal de lo habitual. Si no fuera
porque estaba viendo lo que estaba haciendo, ha habido momentos que hubiera
pensado que realmente le estaba sacando la piel a tiras.
-
Así es exactamente como
sonaba, jajaja.
-
Jajaja los Macias sois muy
vocales para todo.
-
Jajaja me está usted
insinuando algo, le advierto, señor, que soy un hombre felizmente casado (dijo Mario sonriéndole y
mirando con lujuria).
-
Pues permítame decirle que su
marido es un hombre muy afortunado.
-
Si, lo es (dijo con cara de listillo)
-
Tira para la habitación,
listillo
(dijo dándole una cariñosa nalgadita en el trasero y corriendo los hacia el
dormitorio como si fueran un par de adolescentes).
Waaaau!! asta aora e leído todas tus historias y enverdad son mágicas aww me encantan!!"""""" :D Y PZ TE ADMIRO MUCHO ^_^
ResponderBorrarMe encanta CAMILO....son increibles
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