─────Andres────
Uno no se da
cuenta de lo mucho que acostumbras a ver a tu familia hasta que te separas de
ella, aunque sean solo días. Con tanta gente en la casa ya era imposible que
hubiese silencio, siempre estaban haciendo ruido todos juntos en el cuarto ese
dedicado al entretenimiento, haciendo quien sabe qué cosa, sin embargo no me
molestaba el ruido que hacían, de hecho, era agradable. Ese era el sonido de mi
familia.
El tiempo que
estuve en el hospital me hizo extrañarlos y darme cuenta que antes era un
simple joven de 23 años, que trabajaba en la empresa de su padre. Era una vida
muy cómoda. Definitivamente no era la clase de “hermano mayor” que ahora me
tocaba fungir, era el típico hermano que te regaña un poco cuando la cagas,
luego te cubre y te ayuda a salir bien librado. Jamás imagine que yo en algún
momento tendría que castigar a mis hermanos menores. Tristemente jamás volvería
a tener una relación normal con ellos. Antes podía hacerme el ciego a las
idioteces que hacían, cubrirlos y fingir demencia, pero ahora me toca ser el
ogro de la historia por su bien, aunque ahora ellos no lo entiendan.
Pase de ser
ese joven de 23 años sin responsabilidades, a ser un hombre que debe sacar
adelante a su familia, siendo el hermano mayor. Los microbios y la pulga eran
muy pequeños para entender ciertas cosas, como por ejemplo, que ellos no fueron
los únicos que se quedaron sin padres. El problema radico en que al ser el
hermano mayor, me tuve que encargar de
todo yo solo y ser apoyo y consuelo para mis hermanos menores, pero vale… ¿A mi
quien me consoló? ¿Quién me ayudaba? La respuesta es fácil, absolutamente
nadie. Al mayor le toca lo difícil.
Creo que el
que menos lo entendió fue Kevin. Para ellos fue bastante duro, pero creo que a
la pulga le pego más fuerte su perdida.
Después de ese accidente de tránsito, mama todavía estuvo con vida dos
semanas. Esas dos semanas alguien tenía que ir al hospital a cuidarla y yo solo
podía estar en las noches, porque en el día trabajaba y si no arreglaba asuntos
legales de la empresa todo se iba a desmoronar junto con nosotros y yo no podía
permitirlo…Quien al final tuvo que cuidar a mamá en el hospital fue Kevin, con
un permiso especial que solicitamos.
Recuerdo que odiaba llegar
al hospital después de terminar el trabajo, siempre me quedaba tras la puerta,
respirando profundo y reuniendo valor para entrar, solo cuando me creía capaz
de no llorar al ver a mama más débil me permitía a mí mismo entrar a la
habitación. Era algo que simplemente no me gustaba mirar. Me destrozaba verla
muriéndose en aquella cama y sin embargo Kevin todos los días tenía que verla,
diario, día tras día. Creo que Kevin siempre tuvo esperanza y por eso le dolió
demasiado su perdida y haber visto como poco a poco se moría.
Para todos fue difícil y
jodido quedarnos así, a mí me costó demasiado. Por momentos llegaba a creer que
todo lo hacía mal y aún tengo mis dudas…realmente no se ni una mierda sobre
cómo educar y menos como educar a adolescentes, a veces es como si no tuvieras
que “educarlos” sino domarlos, pero ciertamente hay adolescentes como Ana que
son indomables.
Y hablando de gente
indomable, todo cambio a partir de que llegaron mis otros chicos. Pase de ser
yo y la pulga, a ser yo y mis 6 hermanos, contando por supuesto e
indiscutiblemente a Christopher. Realmente nos faltaba mucho por aprender, pero
al menos ya no era yo contra todo. Ahora éramos 7 hermanos juntos.
Recuerdo que creí que era
algo absolutamente terrible enterarme que tenía hermanos regados por ahí y que
sería desastroso, casi como una desgracia, pero al final, de las cosas que a
simple vista nosotros podemos ver como “terribles” terminan siendo lo mejor que
nos pudo pasar.
Me hubiera gustado más
pensar en lo bueno que estaba sucediendo en mi vida últimamente, pero me vi
interrumpido de mis pensamientos al escuchar el ruido del pasillo en el
hospital. Eran mis hermanos que venían llegando.
─ Ya te dije que no voy a
cantarte ─
─ Anda Ana, quiero
escuchar tu voz ─ pidió Kevin
─ Ya la estas escuchando ─
─ Queremos oírte cantar ─
replico Alex ─ Si trabajabas de eso ¿Qué tiene de malo que nos cantes?-
─ No me apetece cantarles
─
─ Shhh. Estamos en un
hospital, muchachos, no hablen tan fuerte ─ protesto la voz de Chris.
Escuche como sus pasos
cada vez se acercaban más a mi habitación. Intencionalmente me hice el dormido,
a ver que hacían.
─ Buff ─ resoplo Kevin en
cuanto entro ─ Son como las cinco de la tarde y este tipejo sigue durmiendo
¿Fracturado? No lo creo, está fingiendo solamente para librarse de trabajar ─
─ Déjale, debe estar
cansado ─ protesto mi abogado defensor Ethan ─ No le vayas a despertar, quien
sabe si paso una mala noche. Cuando despierte nos iremos a casa ─
─ De hecho, sí que ha
estado trabajando ─ comento Chris ─ Ha estado trabajando desde aquí ─
─ Para que veas, Kevin ─
dijo Ethan ─ Convaleciente y trabajando ─
─ Da igual, ya quiero que
despierte ─ protesto Ana ─ Abie le preparo un pastel sorpresa y ya quiero
comérmelo ─
Genial. Acababa de
arruinarme la sorpresa.
─ Entonces hay que
despertarle ─ sugirió Alex
─ Déjenlo dormir ─
protesto mi pequeña rubiecita, acariciando mi mano
─ Mejor vamos por un
helado ¿Qué les parece? ─ sugirió Chris, en lo que viene a significar “no den
problemas”─ No vayan a comerse media cafetería, recuerden que preparamos
bocadillos para Andres ─
Note de pronto como Kevin
se acercaba a mí y aunque tenía los ojos cerrados, sentí su penetrante mirada.
─ Vayan ustedes y
cómprenme un helado rico ¿Vale? Yo me quedo con Andres ─
─ Confió en que no le
vayas a despertar, Kevin─ respondió Chris ─ Todos los demás dejen sus mochilas
en el cuarto y vamos a comprar un helado ─
Escuche las mochilas caer
en el suelo bruscamente y segundos después los pies de mis chicos saliendo en
manada.
─ Hey tú, sé que estas
despierto ─ me dijo la pulga, parado
delante de mi ─ A mí no me puedes engañar. Tú duermes hecho bolita y no como
momia recién sepultada─
Abrí los ojos resignado,
al parecer al final si se había dado cuenta…
─ Estaba saliéndome tan
bien ─
─ Te estas oxidando ─
─ No es verdad ─ me
defendí ─ Me pillaron por sorpresa y no me dio tiempo a hacerlo mejor ─
─ Ajah. Pero ya no me
hables. Aún sigo molesto contigo ─
Rodé los ojos.
─ ¿Todavía sigues con eso?
─
─ El que te hable no
significa que ya te haya perdonado ─me dijo, de una forma que me pareció demasiado
fría.
Me quede congelado y no sé
qué cara debí poner, pero Kevin se echó a reír con verdaderas carcajadas,
dejándome al principio un poco desconcertado.
─ Jajaja tienes que ver esa cara de perro
atropellado que pusiste ¿tanto te afecta que me enoje contigo? Vaya, voy a
usarlo para manipularte ─ me sonrió de una forma bastante sarcástica ─ Quita
esa cara, ya sé que eres idiota y todo está olvidado ─
Ya decía yo que era
mentira…
─ Muy gracioso, Kevin ─ le
dije y saque la mano de la cama para darle una palmadita.
─ ¡Oye! ─ Protesto
sobándose, exagerando como si aquello le hubiese dolido.
─ Lamento lo que te dije
¿he? ─ repetí una vez más, para aclarar las cosas ─ Eres un saco lleno de
problemas, pero además de producirme dolores de cabeza, sacarme canas y darme
mini infartos al corazón, eres lo mejor que tengo. Tú y los demás ─
─ Puedo expiarte de tus
pecados si le donas al “paraíso” un videojuego más ─ probo, a ver si
funcionaba.
─ Eso no va a servirte,
pequeña pulga oportunista. Ya soy inmune a que estés enfadado conmigo. Todo el
día estás molesto ─
─ Eso es porque tú le
quitas la diversión a todo ─
Puse los ojos en blanco.
Adolescentes.
─ Soy el peor hermano
mayor del mundo por no dejarte hacer lo que quieras. Discúlpame si lo único que
deseo es tu bienestar ─
─ Agh, no empieces con tus
discursitos ¿he? Córtala. Mejor ya levántate, quiero ir a la casa a probar el
pastel que te hizo Abie. Por cierto, tienes que fingir que es sorpresa ¿he? Le
destrozaras si se entera que ya lo sabias, es muy sensible o no sé yo que tenga
esa niña en especial ─
Mi pequeña niña rubiecita. Tan pequeña y tierna…
─ Es mujer, Kevin, las
chicas tienden a externar más su sensibilidad─
─ Ana no parece ser una
chica muy sensible ─ rebatió
─ Que sepa esconder sus
sentimientos no quiere decir que no sea sensible. Incluso los hombres podemos
ser muy sensibles y no tiene nada de malo serlo. Fingir no serlo es estúpido,
no es sinónimo de ser un “macho” como mucha gente tiende a confundir ─
─ Ya lo sé, es estúpido
que las personas piensen así ─ me dijo ─ Solo digo que hay chicas más sensibles
que otras, por eso dije que no sé yo que tenga Abie en especial, que es muy
sensible, a comparación de Ana, por ejemplo ─
Iba a decirle que Ana
seguramente era igual de sensible que las demás chicas, pero ella no lo demostraba,
sin embargo no pude decir nada. Llego toda la manada, haciendo escándalo, como
siempre.
─ ¡Andres! ─ corrió Abie
emocionada, con esa enorme sonrisa ─ ¡Ya te has despertado! ─
Literalmente se encimo en
mi cama para poder abrazarme y pegarse toda ella a mí. Me encantaba que Abie
fuese una niña tan mimosa, quien sabe si cuando crezca seguiría siendo igual de
pegajosa.
─ Te he extrañado mucho
cariño ¿A que tú me extrañaste también verdad? ─
─ La casa no es la misma
si no estás tú ─ me dijo mimosa, pegada a mí ─ Haces mucha falta ─
Yo casi lanzo fuegos
artificiales de emoción, es agradable que las personas te hagan sentir
indispensable.
─ Así es, la casa se
siente más tranquila ─ me chincho Ethan, sacándome la lengua
─ Ja ja… alguien quiere
quedarse castigado ¿verdad? ─ bromee ─ Ven acá, no me has saludado como es
debido ─
Ethan se acercó a mí y
cuando lo tuve cerca le revolví el cabello y le di un abrazo
─ Que bueno que estas
mejor ─ hablo Chris sonriéndome, recargado en el marco de la puerta─ Ya te
necesito con fuerzas renovadas en la casa ─
─ Romperme la pierna me es
más divertido ─ bromee
Chris echo una carcajada
mientras se acercaba y chocábamos la mano en el aire a modo de saludo.
─ Faltan mi microbio y la
otra chinche ─ recordé, volteándolos a ver.
─ ¿A quién le dices
chinche? ─ pregunto indignadísima Ana
─ ¿A quién más? A ti, por
supuesto─
Kevin comenzó a reír
bastante y volteo a ver a la aludida. Supe que iba a molestarla, por su mirada
lo sabía, era la costumbre de ellos dos.
─ Lo gracioso, es que el
mote le queda como anillo al dedo. Tiene el tamaño de una chinche y además
molesta como si fuera de verás una ─
Soltamos una carcajada que
seguramente escucho toda la planta del hospital, todos juntos reíamos muy
fuerte. Creo que a Ana todos le hacían bromas con su estatura, no había sido
esa mi intención, pero igual no pareció importarle, después de todo así se
llevaban y mientras no se ofendieran enserio estaba bien.
─ Solo vengan a saludarme
─ exigí
Alex me abrazo como
siempre, alegre e hiperactivo. La que me sorprendió fue Ana, que
voluntariamente se acercó a abrazarme también. Buena señal.
─ Ya vámonos a casa ¿no? ─
sugirió Kevin
─ No tan rápido,
muchachos. Tenemos cita con el doctor ─
─ ¿Qué? ─ pregunto casi
ofendida Ana
─ Programe una cita
aprovechando que hoy veníamos al hospital ─ informo Chris ─ para que los
revisen a todos ustedes, fue tan rápido que no me dio tiempo de avisarles ─
Tengo que confesarlo, en
realidad mentíamos. La habíamos programado desde antes, pero no les habíamos
dicho para que Ana no desatara la tercera guerra mundial. Aprovechando que
venían al hospital, era la trampa perfecta para traerla a consulta. A ella y a
Alex, que no les gustaban los doctores en absoluto.
─ Yo estoy sana, no se
para que quieren llevarme ─ continuo Ana
─ Tú tienes anemia ─
─ No es nada grave ─
Chris y yo rodamos los
ojos.
─ La cita es dentro de 20
minutos más o menos chicos ─ informo Christopher ─ Así que hay que avisarle al
doctor que ya nos llevamos a Andres para que vayamos todos juntos a la planta baja a que los revisen ¿De acuerdo?
Agarren sus mochilas que nos vamos ─
Todos comenzaron a
colgarse las mochilas en las espaldas. Chris busco al doctor, firmaron que me
daban de alta y poco a poco empezamos a movilizarnos. El primero fue Ethan, que
entro a consulta sin ningún problema, mientras los demás nos quedábamos en la
sala de espera… luego siguió Kevin y Ana se comenzaba a ver con cara de pocos
amigos, porque la siguiente era ella.
─ ¿Qué problema tienes tú
con los doctores? ─ La interrogue, sentándome a un lado de ella.
─ Que no me gustan. Me
molesta que me manden a hacerme estudios, por lo de la anemia, es fastidioso
que te estén pinchando para sacar análisis de sangre─
─ Pero es para que estés
sana… ─ le dije, intentando darle ánimos, aunque creo que no era muy bueno─ No
te pongas nerviosa, ya casi entramos a
tu revisión ─
─ ¿Entramos? ─
─ Si, voy a entrar contigo
─
─ ¿Tú? ¡No te pases! ─
─ ¿Qué? Es para saber cómo
estas ─
─ Me van a dar un
expediente, no tienes por qué entrar ─
─ Pero yo quiero hacerlo.
De todas formas aunque discutas lo voy hacer ─ aseguré
Antes de que pudiera decir
algo, la enfermera que estaba llamando a los pacientes la nombro como “Ana
Robertson”
─ ¿Ana Robertson? ─ me
miro confundida mientras la empujaba al consultorio─ Mi apellido es Johnson ─
─ Por parte de tu madre.
Ahora que vives con nosotros y aceptas la herencia, también pasas a tener el
apellido Robertson, como todos nosotros ─
Se quedó callada y
finalmente entramos.
La consulta fue un poco
más tardada con ella, por cuestiones de la anemia. Le sacaron un poco de sangre
para hacerle un análisis. Por su expresión note que no le gustaba para nada la
idea de que la fueran a pinchar y cuando iban a sacarle la sangre le di la
mano. Me quede gratamente sorprendido cuando ella la tomo y la apreso con
fuerza en un impulso. Ese gesto me enterneció, de algún modo eso significaba
que yo ya le daba seguridad.
Para cuando finalmente
salimos, nos sentamos a esperar a que los demás también terminaran.
Estaba un poco aburrido
esperando, pero mi aburrimiento se esfumo al ver a lo lejos la silueta de una
mujer que conocía. Muerto de la curiosidad me levante de la silla y comencé a
caminar hacia su dirección. No podía verle la cara porque estaba de espaldas, pero
yo estaba casi seguro de quien era.
─ ¿Claudia? ─ pregunte
cuando estuve cerca.
La chica se dio la vuelta
y entonces comprobé que si era ella.
─ ¿Andres? ¿Eres tú? ─
pregunto sorprendida y luego extendió una gran sonrisa de sus labios ─Wow…
tiene tanto tiempo que no te veía… pero ¿Qué haces aquí? ─
Se acercó a mí y me abrazo
muy fuerte. Casi se me cae la quijada y hasta la baba incluso.
─ Yo… mis hermanos
vinieron a consulta y a darme de alta ─
Se separó de mí con
cuidado y me miro con preocupación.
─ ¿Darte de alta? ¿Estás
bien? ─
─ Una fractura ─ sonreí,
sin poder dejar de verla.
─ ¿Estabas internado? Yo
trabajo aquí como enfermera ─
Me quede gratamente
sorprendido y muy triste por no haberla visto antes.
─ Es una pena que no
hayamos coincidido el tiempo que estuve aquí ─
Ana me comenzó a mirar con
mucha curiosidad, pero aparto la vista supongo que para darme privacidad y se
alejó.
─ Bueno, si quieres,
podemos coincidir otro día, fuera del hospital ─
Creo que mi inmensa
sonrisa seguramente se podía ver a kilómetros de distancia.
─ ¿Enserio? Yo estaría
encantado ─
Claudia me sonrió de una
forma que se me hizo muy seductora, me turbo por completo. Estiro la mano con
delicadeza, sonriéndome.
─ Tu celular ─
Entendí que me iba a pasar
su número y yo sin dudarlo ni un segundo se lo di.
─ Llámame cuando no estés
ocupado y quedamos para vernos en algún lado el día que ambos estemos libre. Me
ha encantado volver a verte, Andy ─
─ No tanto como a mi ─ le
sonreí ─ Te hablaré después ─
Nos despedimos
amistosamente y yo me quede como idiota, pero como un idiota feliz mirando mi
celular el nuevo contacto… “Clau” así se había puesto, como yo solía llamarla.
No pude evitar sentirme embrujado con esa mujer, que un tiempo atrás había
significado mucho para mí.
─ ¿Quién era? ─ pregunto
Abie, mirándome atentamente.
Quien sabe en qué momento
todos habían salido de consulta.
─ Era la chica con la que
antes solía acostarse Andres ─ explico Kevin ─ ¿Ya no lo recuerdas Abie? Salían
hace como 4 o 5 años. Andres siempre llegaba en la madrugada, por eso sé que se
acostaban─
Involuntariamente comencé
a toser al escuchar a Kevin decir eso. Casi me atraganto con el sorbo que le
había dado a mi refresco.
─ ¡Kevin! ─
─ ¿Qué? ─
─ Caray ¿Cómo se te ocurre
decir algo así? ─ regañe ─Si no quieres meterte en problemas será mejor que
cierras esa bocaza que tienes ─ le advertí, aunque no molesto, sino avergonzado
y sorprendido.
Kevin rodo los ojos y Abie
se me quedo mirando confundida y creo
que un poco celosa.
─ Era una… amiga, nena ─le
respondí, creo que no muy convencido ─ Pero no debes preocuparte, para mi eres
la única ─
Abie extendió una sonrisa
ruborizándose un poco y Chris me miro alzando una ceja. A él si le había
contado acerca de Claudia y sabía que no era solo mi amiga y de hecho, también
sabía que Kevin no estaba tan equivocado.
Mientras Chris se quedaba
callado, mis demás hermanos comenzaban a silbar y soltar burlas, todo tipo de burlas
más propias de niños de cinco años. Me daba gracia escucharlos, todo estaba
bien mientras no dijeran cosas como las que hace un momento había dicho Kevin.
Tras aquella escena, todos
caminos al estacionamiento y nos subimos a la nueva camioneta que compramos.
No vayan a creer que era
último modelo, de hecho ya estaba usada pero en excelentes condiciones. La
compramos porque Chris y yo vendimos nuestros autos, ambos carros eran de un
tamaño muy pequeño y ahora éramos muchos, definitivamente necesitábamos algo
más grande. Tras vender aquellos pedazos de autos minimalistas y con un poco de
dinero de la empresa, compramos nuestra chulada de camioneta más propia de una
señora con muchas crías, digo hijos.
Chris conducía y yo era el
copiloto. Atrás, había tres asientos individuales, donde estaban Ethan, Ana y
Kevin. Atrás de ellos, había otros cuatro lugares más, donde estaban muy
cómodamente solo Alex y Abie.
Pusimos música en la radio
mientras íbamos camino a casa y todos platicábamos de cosas distintas, pero en
algún momento me percate de algo que parecía ser una discusión en la parte de
atrás. Gire mi cabeza y vi que se trataba de los microbios.
─ ¡Ya dámelo! ─ pedía
Abie, muy sonrojada, por alguna razón.
─ ¡No! ─ respondió Alex,
bastante divertido sosteniendo en lo alto el celular de Abigail.
─ ¡Te digo que me lo des!
─
─ ¿Qué pasa allá atrás? ─ intervine,
asomando la cabeza.
─ ¡Pasa que Alex tiene mi
celular! ─ explico mi niña, cruzada de brazos.
Resople.
─ Alex devuélvele el móvil
a tu hermana ─ ordene ─ Dejen de pelearse en el auto─
─ Solo quería comprobar
algo─ respondió el microbio con una sonrisa.
─ ¡Era personal!
¡Devuélvemelo! ─
─ ¡No hasta que me digas
por qué tienes esa foto! ─
─ ¿Qué foto? ─ pregunte,
sin poder evitar sentir curiosidad.
─ ¡La foto de un chico que
va al salón de Kevin! ─
─ ¿Qué? ─ preguntamos
Kevin y yo.
Abie pasó por todos los
colores posibles y comenzó a enfadarse mucho. Yo me quedé sorprendido, se trataba de alguien que
seguramente le gustaba a mi niña. Se me cayó el alma al piso, creí que aún no
llegaba Abie a esa etapa… Todos nos la quedamos mirando, excepto Chris que
conducía.
─ ¡No tenías por qué
decirles! ─ grito Abie con la voz aguda, muy avergonzada y con claras ganas de
llorar ─ ¡Ya dame mi móvil! ─
─ ¡Hey no! ─ respondió
Kevin ─ A ver Alex, enséñame la foto, quiero ver quién es ─
─ ¡No! ─ grito Abigail y
no sé bien como, comenzó a forcejear con Alex.
Mi hermanito agitaba el
celular encima de su cabeza mientras Abie intentaba pescarlo sin mucho éxito.
Comenzaba a notarse molesta y Alex complacido con sus reacciones.
─ Hey, chicos ya
basta ─ les dije asomando la cabeza ─ Ya
dejen de pelearse ¡Oigan ya basta! ─
─ ¡Ha carajo! Es Mark ─
dijo Kevin cuando Alex le enseño por el aire la foto en el celular ─ Abie ese
tipo se va aprovechar de ti. Eres muy joven para tener novio ─ aconsejo, creo
que un poco celoso.
Yo también me sentía un
poco celoso, pero definitivamente no era el momento.
─ ¡No! ─ grito ─ ¡No
tenías por qué enterarte quien era! ─
─ Pareces acosadora
teniendo esa foto en tu celular ─ se burló Alex con una sonrisa ─ ¿De dónde la
has sacado? ¿La robaste de su Facebook? Además que mal gusto tienes. Ese chico
nunca te va hacer caso ─
Abie se puso furiosa y en
un segundo los dos microbios se habían quitado el cinturón y se forcejeaban por
el celular. El espacio era amplio para ellos dos y Alex podía escurrirse
perfectamente sobre los asientos mientras Abie lo perseguía ¡Podían ocasionar
un accidente! Me estaban comenzando a poner los nervios de punta.
─ ¡Como no se queden
quietos en tres segundos vamos a parar el auto chicos! ─
Mis amenazas no servían de
nada.
─ Andres ─ me dijo Chris
conduciendo con el ceño fruncido ─ Nos van a multar si ven a los chicos medio
parados peleándose y sin cinturón. Además se pueden hacer daño ─
Y tenía toda la razón del
mundo.
─ ¡Alex te advierto que si
no le das el celular a tu hermana vas a regresar a casa castigado! ─
No me hicieron caso y en
un punto todo se volvió un caos. Ethan se había girado de su asiento para
intentar detener a Alex y Ana intentaba agarrar a Abie. En cambio Kevin parecía
bastante divertido con esa escena de locos.
─ Se acabó. Se van a
lastimar si siguen así ─le dije a Chris ─ Vamos a detener el auto ─
─ Y sí que lo van hacer ─
comento Kevin asomándose a la ventanilla ─ Ahí viene la patrulla ─
Segundos después
escuchamos la sirena de la patrulla sonar detrás de nosotros y efectivamente
tuvimos que detenernos en una orilla. En ese momento pararon el jueguitos los
mellizos y se quedaron quietos.
─ Buenas tardes, oficial ─
Pues nada. Nos pusieron
una multa por el desorden y además porque los microbios no traían el cinturón
de seguridad. Encima el policía nos regañó por no haberlos controlado. Me sentí
enormemente frustrado.
─ Excelente ─ les dije
fastidiado─ ¿Esto querían? Felicidades, lo consiguieron. Están castigados ─
─ ¡No tenías por qué
quitarme el celular! ─volvió a protestar Abigail, con los ojos húmedos.
─ No hubieras puesto su
foto en tu portada, en primer lugar─ rebatió Alex.
─ Ya basta ─ repetí
─ ¡Era mío y es personal
lo que tenga en mi celular! ¡No tenías por qué andar husmeando!─
─ ¿Qué más da? De todas
formas no te va hacer caso nunca ─
─ ¡Ese es asunto mío y no
el tuyo! ─
En esos momentos Abie
comenzó a llorar, creo que de rabia y vergüenza. Y eso sí que no pasaba, hacer
llorar a su hermana. La había avergonzado y encima seguramente la hizo sentir
mal.
─ Genial, Alex. La has
hecho llorar ─ regaño Ethan ─Ya nena, no te sientas mal ¿sí? Ven peque ─
Yo tuve suficiente y como
aún estábamos detenidos, me desabroche el cinturón y baje del auto solo para
subirme a la parte de atrás.
Alex no era tonto ni mucho
menos. Entendió a la perfección mis intenciones y apenas me vio cerca comenzó a
escabullirse por todo el auto mientras yo lo perseguía.
─ ¡Alex ven acá! ─
Alex no parecía tener
intenciones de quedarse quieto y se escabullía por todo el auto escapando de mí.
Era algo bastante incómodo, mientras yo intentaba perseguirlo me pegaba con
todo a mi paso, el espacio era reducido para jugar a las atrapadas.
─ Diag ¿No podían esperar
a llegar a la casa? ─ protesto Ana, mientras salía del auto.
Kevin hizo lo mismo y en
un segundo casi se me escapa Alex, pero alcance a agarrarlo del brazo antes de
que bajara del auto.
Con un pequeño tirón lo
arrastre a los asientos de atrás donde había espacio y me lo coloque sobre las
rodillas con un poco de forcejeos.
─ ¡No! ─ Protesto Alex
apenas lo puse en esa posición ─ ¡Aquí no! ─
─ Ya tuve suficiente, Alex
─
Alce la mano y la deje
caer con fuerza sobre su pantalón.
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
─ ¡Au! ¡Suéltame! ¡Aquí
no! ¡Au! ─
Apenas había comenzado y
Alex comenzó a patalear mucho sobre mis piernas.
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
─ Les advertí que pararan
y no me hicieron caso ─ le respondí molesto, calcando con fuerza mi mano en su
trasero ─ Te la ganaste, Alex ─
─ ¡Ay! ¡Lo siento! ¡Ya
basta! ¡Auu! ¡Estúpida Abie!─
PLAS PLAS
Esas dos últimas las
marque con un poco más de fuerza.
─ ¡Auu! ─
─ ¿Disculpa? ─ pregunte
deteniendo la mano ─ ¿Qué llamaste a tu hermana? ─
Alex se quedó callado y
puso una mano en su trasero para frotarse. Con delicadeza le quite la mano y le
di otra palmada.
PLAS
─ Ay…─
─ ¿Qué llamaste a tu
hermana? ─ repetí.
─ Lo siento… ─
─ Bien dicho ─ dije y
volví a alzar la mano.
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
─ ¡Au! ¡Perdón! ¡Ya no más
Andy! ¡Me duele! ¡Lo lamento! ─
Rodé los ojos. Alex
siempre era muy escandaloso, igual que Kevin. Aunque si debía de estarle
doliendo algo, después de todo no le estaba acariciando.
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS
─ ¡Andres! ¡Au! Snif…
snif… ¡Pica! ¡Au! … snif… ¡Ayy!─
Intente no escucharlo
llorar y continúe.
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
─ ¡Auu! Snif… Hmfs… ¡Andy
lo siento! ¡Au! Snif…snif ─
Suspire. Me detuve sin
evitar pensar que quizás estaba siendo blando. Pero odiaba escucharlo llorar.
─ Si se vuelven a pelear
en el auto voy a ser más duro, Alex ─ le advertí, indicándole que ya había sido
todo.
Cuando se levantó, intente
mirarlo con el ceño fruncido, pero Alex me miraba con los ojos húmedos, como de
un cachorro recién apaleado ¿Por qué tiene esos ojos tan manipulables? Volví a
sacar el aire de mi boca y lo acerque a mí para abrazarlo.
─ No me mires así ¿Quién
te manda a molestar a tu hermana, a ver? ─
─ Lo siento… ─
─ Si, sé que lo sientes y
bien calentito ¿verdad? ─ le dije mientras le frotaba la espalda a modo de
consuelo.
─ Chris ya me había pegado
antes de venir por ti… ─ protesto sobándose.
Le separe un poquito de
mí, le di un beso en la frente y comencé a secarle las pocas lagrimas que había
soltado.
─ Pues ya ves ¿Por qué me
haces ser malo contigo entonces? Anda, quita esa carita, pequeño enano
revoltoso. Mejor pídele una disculpa a tu hermana ─
Alex fue hasta donde Abie.
Estaba en los asientos de en frente, con Ethan, que la rodeaba con un brazo y
con su mano libre la acariciaba el cabello con delicadeza.
─ Lo siento Abie… ─ le
dijo triste ─ No quería hacerte llorar… Es solo que no me agrada ese chico para
ti. Él solo usa a las niñas como si fueran cosas desechables. No quería ver a
mi hermana así… y te moleste aposta ─
Me enterneció que Alex se
preocupara así por su hermana, aunque lo había hecho de la forma incorrecta.
Pero bueno, después de todo por algo tienen 13 años.
─ Está bien ─ respondió
Abie, sonriéndole un poquito ─ Ya sé que estas tonto ─
─ ¿Mellizos otra vez? ─
pregunto
─ Por siempre ─ respondió
ella aplastándolo en un abrazo que casi asfixia a Alex
─ A mí tampoco me gusta
ese chico para ti ─ añadió Ethan, revolviéndole el cabello a Alex y sonriéndole
a Abie.
Quizás viene en los genes.
Los Robertson somos celosos al parecer.
─ Oigan, ustedes dos ─
llame a Kevin y Ana ─ Ya entren ─
─ ¿Ya terminaste? ─
pregunto Kevin levantándose de su improvisada silla la banqueta.
─ ¿Te refieres a que si ya
termine de matar a tu hermano? Si, ya. Incluso limpie la sangre ─
─ ¿Lo ves? Recién regresas
del hospital y ya estas castigando a todos ─ me reprocho Ana, mientras se subía
al auto a desparramarse en el asiento.
─ Eres de lo peor ─ volvió
a decir la pulga ─ Y por eso tú debes decirle a Abigail que no salga con ese
chico ─
Carraspee incómodo.
─ Nadie ha dicho que ella
va a salir con alguien ¿de acuerdo? Todavía ni si quiera sabemos si le habla a
ese tal Mark… ─
─ Pues mejor que ni lo
haga ─
─ ¿Se van a subir o no? ─
pregunto Ana ─ Ya quiero llegar a la casa ─
Sonreí y empuje a la pulga
a la camioneta. Finalmente, terminamos llegando a casa y respire el delicioso
olor a pastel y el dulce aroma de mi hogar.
Me gusta mucho esta historia!!
ResponderBorrarTiene de todo!!!!
Pero fue muy poco para lo que hizo Alex... Eso no se le hace a los hermanos!!... Que bueno que lo castigara ahí mismo!!
Ya extrañaba tu historia que bueno que actualizaste!!
Graaacias estrellita jaja me alegra que te gusto! y ufff... eso que hizo Alex no se le hace a los hermanos pero el mio a mi me lo hizo infinidad de veces jajaja!
BorrarMe encanta esta historia,
ResponderBorrar¿Verdad que no hay nada más cómodo que una camioneta grande? Ya sea una Escalade, Expedition Max, Suburban o Sequioa, son súper cómodas y padrísimas sobre todo cuando van muchos amigos o familias grandes.
Sin duda Alex se ganó el castigo.
Espero con ansias el proximo capítulo.
¿Te digo la verdad? siempre he querido un cadillac pero no mas no se me hace jajaja me tengo que conformar con un sonic cuando pueden llevarme y cuando no, el bendito transporte publico jajaja maldita pobreza xD
BorrarSaludos!