Nuevas reglas, nuevos castigos
Capítulo 43
Sólo queda una semana de vacaciones, el próximo lunes ya
comienza el colegio. La semana pasada, coincidiendo con la llegada del mes de
septiembre, finalizaron las actividades de verano y empezamos a comprar los
libros y el material escolar que necesitaré para este curso. Está todo sobre la
mesa de mi habitación y ahora mismo ¡me parece un montón! Este será mi último
curso de la secundaria obligatoria y me toca decidir hacia dónde quiero seguir
el próximo curso, aunque lo tengo bastante claro.
Lo único bueno de septiembre es que son las fiestas de mi
barrio, el día principal de fiesta es pasado mañana, miércoles, pero a partir
de mañana ya hay actividades. Desde hace tres días, coincidiendo con el fin de
semana, han montado la feria, hay atracciones, sitios de comida y un
mercadillo, y han instalado una caseta de venta de petardos. Me encantan los
petardos pero como tengo quince años sólo puedo comprar los menos peligrosos y
que menos ruido hacen, vaya, los aburridos. Ayer por la mañana estuve con mi
padre y conseguí que me comprara algunos un poco mejores aunque no los que yo
hubiera querido, a él no le gustan demasiado y me echó una charla sobre
seguridad, ¡uf, qué pesado! Estuvimos un rato tirando algunos pero guardé la
mayoría para hoy, que he quedado con mis amigos. Por la tarde fui con Martina a
dar un paseo y a tomar un helado, queríamos ir a la playa pero el día estaba
muy nublado y hacía fresco. Le dije si quería venir hoy con nosotros pero ha
quedado con su madre para ir de compras.
Después del desayuno me encuentro con Víctor, Nico,
Sergio y Héctor, vamos a una plaza cercana, muy grande. Sabemos, porque nos lo
han repetido un montón de veces, que debemos tirar los petardos en espacios
abiertos y amplios. Tiramos algunos pero no suenan demasiado fuerte. Héctor
abre una bolsa que no nos había enseñado. Su hermano, que ya tiene los 18, le
ha comprado petardos para mayores, ¡qué chulos! ¡Estos sí que van a sonar
fuerte! Tiramos uno y sí que se oye fuerte pero no tanto como pensábamos.
Entonces Sergio tiene una idea.
Sergio: ¿Y si lo
tiramos dentro de una de estas papeleras con forma de huevo?
Alrededor de la plaza hay unas papeleras metálicas que,
efectivamente, parecen huevos y están completamente cerradas excepto por una
abertura circular lateral.
Nos parece una idea fantástica y metemos uno dentro,
¡este sí que se ha oído fuerte!
Víctor: ¿Y si
tiramos varios a la vez en varias papeleras?
Adrián: ¿Y si
hacemos un superpetardo juntando algunos petardos por la mecha?
Nico: ¿Y si lo
hacemos con varios y los tiramos a la vez?
Nos ponemos manos a la obra. Miramos los petardos de los
que disponemos, cogemos cinco grandes, uno para cada uno y, con las mechas,
unimos algunos más pequeños. Cuando los tenemos terminados les ponemos a cada
uno una mecha más larga y nos distribuimos alrededor de la plaza en cinco
papeleras. Metemos el superpetardo dentro dejando parte de la mecha saliendo
por la abertura, nos miramos y nos coordinamos para prenderlos a la vez. Justo
después de encenderlos corremos hacia el otro lado de la plaza y esperamos.
Sólo pasan unos segundos hasta que se oye un fuerte ¡BUM! Ha sido
impresionante, nos miramos y reímos, hasta que …
Héctor: ¡Oh no!
Mirad las papeleras.
Desvío la mirada hacia el otro lado de la plaza y veo que
dos de las cinco papeleras están reventadas y de otras dos salen llamas.
Adrián: ¡Mierda!
Eso no me lo esperaba.
Nico: Vámonos, no
nos tienen que ver aquí.
Sergio: Sí, rápido,
seguro que la explosión habrá alertado a los vecinos.
Echamos a correr hasta un parque cercano. Allí nos
tumbamos en el césped, estamos jadeando, nos hemos pegado una buena carrera.
Charlamos un rato y nos reímos un montón, ¡ha sido
genial! Estamos en el parque y tiramos algunos petardos más pero no nos
atrevemos a meterlos en ninguna papelera ni a juntarlos. A la hora del almuerzo
nos vamos a casa.
Cuando llego Natalia me dice que la comida estará en
media hora, me voy al salón a ver la tele. A la hora que me ha dicho Natalia
voy al comedor, ella ya está, se sienta a comer conmigo y charlamos un rato, me
pregunta cómo ha ido la mañana, le digo que muy bien, hemos estado tirando
algunos petardos y charlando en el parque, no voy a decirle lo que hemos hecho
en la plaza.
Después de comer voy a mi habitación, llamo a Martina y
quedamos en que nos veremos más tarde para ir a la feria. Bajo al salón a ver
la tele, me encuentro con Natalia, que está leyendo. Seguimos allí cuando llega
mi padre, hoy llega bastante pronto. Le da un beso a Natalia, se sienta conmigo
y me acurruco con él, vemos la tele y charlamos, me da permiso para ir a la
feria con Martina después de merendar. Llaman al timbre y Natalia va a abrir,
vuelve en unos minutos con un sobre en la mano y se lo entrega a mi padre, le
habla a él pero dirige su mirada hacia mí.
Natalia: Carlos,
era un policía que traía una citación para Adrián y su tutor legal. Lo que sea
parece serio, he tenido que identificarme y firmar conforme me la ha entregado.
Me sobresalto, ¿una citación? Mi padre me mira y abre el
sobre. Levanta las cejas y frunce el ceño mientras lee.
Carlos: Adrián,
¿qué has hecho? Aquí dice que en una hora debemos estar en la comisaría.
Doy un respingo y bajo la mirada, supongo que nos han
pillado, pero no digo nada. Nos hemos metido en un buen lío, tengo miedo, no sé
qué va a hacer la policía.
Carlos: ¡Vaya!
Parece que sabes el porqué de esta citación, ¿me lo cuentas?
Adrián: Papá, no te
enfades porfa.
Carlos: Antes de
decidir si me enfado o no, tengo que saber qué ha pasado, ¿no te parece?
Suspiro, noto como los ojos se me llenan de lágrimas y
empiezan a resbalar por mis mejillas.
Carlos: Vamos
Adrián, en lugar de llorar quiero que me cuentes por qué nos han citado en la
comisaría.
Adrián: Es que
seguro que te enfadas, snif, pero no me grites, ¿vale? No queríamos hacerlo y
lo siento mucho, snif.
Carlos: ¿No
queríais? ¿Quienes? ¿Y qué habéis hecho?
Adrián: Víctor,
Nico, Sergio, Héctor y yo, snif. Estábamos tirando petardos en la plaza, snif,
y hemos pensado que sonarían más fuerte si los tirábamos dentro de las
papeleras, snif, y las hemos roto, snif.
Carlos: ¿Con un
petardo? Son metálicas, no se rompen sólo con un petardo, ¿me puedes dar más
detalles?
Le cuento qué hemos hecho y cómo han quedado las
papeleras. La expresión de mi padre me muestra que con cada nueva palabra que
digo se va enfadando más. Se levanta del sofá y sale del salón, me quedo
llorando. Natalia se sienta a mi lado y me abraza.
Adrián: Lo siento
Natalia, buaaa, no queríamos romper las papeleras, buaaa, sólo queríamos que
los petardos sonaran más fuerte, buaaa.
Natalia: Shh, lo sé
peque, no lo habéis hecho para romperlas, pero tenéis que pensar las cosas
antes de hacerlas.
Adrián: Buaaa. ¿Qué
va a pasar?, buaaa.
Natalia: No lo sé,
sólo puedo aconsejarte que le cuentes a la policía todo lo que ha pasado,
contad la verdad, ¿vale?
Asiento con la cabeza. Natalia me acaricia la espalda y
eso hace que me tranquilice un poco.
Natalia: Creo que
debes mandarle un mensaje a Martina para decirle que no puedes quedar esta
tarde.
Adrián: Sí Natalia,
snif, tienes razón, snif, gracias por recordármelo, snif, sólo me faltaría
darle plantón, snif, y que ella también se enfadara conmigo, snif.
Me separo de Natalia, cojo el móvil y le mando un mensaje
a Martina. No le cuento lo que ha pasado, me disculpo por no poder ir a la
feria con ella y le digo que hablaremos por la noche. Después me vuelvo a abrazar
a Natalia, ella me da un beso y me sigue acariciando.
Mi padre tarda un rato en volver, noto que sigue
enfadado.
Carlos: He hablado
con Luís, también han citado a Víctor. ¿Se puede saber qué tenéis en la cabeza?
Ya no sois niños, tenéis que pensar en las consecuencias de vuestras
decisiones, sois chicos inteligentes, ¿por qué sólo usáis la cabeza para pensar
en cómo podéis cagarla cada vez más?
Empiezo a llorar de nuevo. Me separo de Natalia y me
levanto para abrazarme a mi padre. Él me devuelve el abrazo, uf, menos mal,
tenía miedo de que no quisiera abrazarme.
Adrián: Lo siento
papá, buaaa, de verdad, buaaa, sé que nos hemos equivocado, buaaa, pero sólo
queríamos que los petardos sonaran más fuerte, buaaa.
Carlos: Ya me
imagino que no queríais destrozar las papeleras pero lo habéis hecho. ¿Sabes
que pueden denunciaros por destrozar el mobiliario urbano? ¿O acusaros de
vandalismo?
Las palabras de mi padre me asustan mucho, no pensé que
hubiéramos hecho algo tan grave. Sigo llorando.
Adrián: Papá, ¿me perdonas?
Buaaa, tengo miedo.
Carlos: Claro que
te perdono. Estaré a tu lado pase lo que pase, ¿vale? En cualquier caso sois
menores por lo que no habrá consecuencias muy duras, por lo menos por parte de
la policía.
¡Ups! Eso quiere decir que el castigo de mi padre sí va a
serlo. Sigo llorando abrazado a él. Me acaricia la espalda, me lleva hacia el
sofá y nos sentamos.
Carlos: Shhh,
Adrián cálmate. Shhh, deja de llorar cariño, tienes que tranquilizarte. Tenemos
que estar en la comisaría en veinte minutos y no puedes seguir llorando así,
¿vale?
Me habla en susurros, asiento con la cabeza e intento
tranquilizarme. Me cuesta pero me voy calmando. Cuando ya no estoy llorando mi
padre se separa de mí y me dice que vaya a lavarme la cara. Él se queda a solas
con Natalia en el salón.
Cuando vuelvo Natalia ya no está. Mi padre me coge por
los hombros en un medio abrazo, me da un beso y me lleva hacia el coche. Subo
delante, la comisaría está apenas a cinco minutos, hacemos el trayecto en
silencio. Entramos y mi padre habla con un policía que está en la recepción y
le muestra la citación. El policía le pide nuestros documentos y los teléfonos
de contacto e introduce todos los datos en el ordenador. Después nos hace pasar
a una sala, ya están allí Sergio y Víctor con sus padres, se nota que ambos han
llorado, también tienen los ojos rojos. Mi padre saluda a mi tío y al padre de
Sergio, la cara de mi tío muestra que está muy enfadado. Yo miro al suelo, no
sé muy bien qué hacer o decir, mi padre y yo nos sentamos. A los pocos minutos
llegan Nico con su padre y, poco después, Héctor con el suyo. Cuando ya estamos
todos entran dos policías y se sientan. Explican a nuestros padres todo lo
ocurrido, aunque parece que todos lo saben ya. Parece ser que una vecina ha
visto cómo tirábamos los petardos y ha reconocido a Héctor, nos ha ido a
denunciar y les ha dicho que éramos cinco chicos, a Héctor no le ha quedado
otra que dar nuestros nombres. Después nos preguntan a nosotros y todos
reconocemos lo que hemos hecho, no tiene sentido decir una mentira, si total ya
lo saben. Nos dicen que cómo somos menores no nos van a denunciar y, si
nuestros padres están de acuerdo, el incidente quedará archivado como una falta
administrativa. Nuestros padres tendrán que pagar los desperfectos ocasionados
y a nosotros nos castigarán con trabajos para la comunidad durante las fiestas
del barrio. Todos están de acuerdo con la sanción, a nosotros ni siquiera nos
preguntan, parece que no tenemos ni voz ni voto en esto. Nos dicen que
tendremos que volver a la comisaría mañana a las ocho de la mañana para que nos
digan qué tendremos que hacer y el horario que tendremos que cumplir, y nos
despiden.
Salimos y volvemos a casa. Mi padre me dice que vaya a mi
habitación, sé que ahora viene su castigo. Me tumbo en la cama mirando al techo
mientras lo espero, me voy a pasar las fiestas castigado haciendo trabajos para
la comunidad, ¿qué significa? ¿Qué querrán que hagamos? Y encima a las ocho de
la mañana, ¡se ha adelantado una semana el horario del colegio!
Mi padre tarda un rato en venir y lleva la regla, ¡ups!,
aunque me lo temía esperaba equivocarme pero parece que esta vez la he cagado
mucho. Mi padre deja la regla sobre mi escritorio y se sienta en la cama, a mi
lado, yo sigo tumbado.
Adrián: Siento
mucho lo ocurrido papá, de verdad. Ya nos han castigado durante las fiestas, no
me castigues tú también, porfa, no romper papeleras no está en la lista de
normas.
Carlos: Pero ser
responsable de tus actos sí. Adrián, no sé si eres consciente de que lo que
habéis hecho es un delito, leve pero delito, lo podrían haber considerado un
acto de vandalismo. Pero por ser menores y porque no era vuestra intención
romper las papeleras han decidido sancionaros con una falta que no constará en
ningún otro sitio que en el archivo de la comisaría, ¿sabes que de ser mayor de
edad ahora tendrías antecedentes policiales?
Suspiro, ¿de verdad que lo que hemos hecho es tan grave?
¿No están exagerando un poco?
Adrián: No lo había
pensado papá, lo siento.
Carlos: He hablado
con tu tío, tú y Víctor recibiréis el mismo castigo. Como bien dices ya os han
castigado durante las fiestas, aunque no creo que os paséis el día entero
castigados. Pero, cómo vais a tener unos horarios que cumplir, podréis
disfrutar de la fiesta el tiempo que tengáis libre.
Adrián: ¿Y ahora me
vas a pegar?
Carlos: Te voy a
castigar. Serán 50 nalgadas, 30 con la mano algo fuertes y 20 con la regla, en
tandas de cinco, al final de cada tanda vas a decir: “Tengo que ser responsable
de mis actos”. Vamos, levántate.
Carlos: Claro que
sí cariño, estás perdonado. Te quiero, eres lo que más quiero en mi vida.
Mi padre sonríe y me revuelve el pelo.
Carlos: Claro que
sí, pero no se lo digas, no vaya a enfadarse conmigo.
Adrián: Eso no
puedo prometértelo.
Carlos: Vamos, no
lo alarguemos, ¿vale?
Suspiro y me levanto, me quito el pantalón, mi padre va a
buscar la regla y vuelve a sentarse, me tumbo en su regazo. Él me acaricia la
espalda, por lo menos desde que hemos vuelto de la comisaría me ha hablado en
un tono calmado y dulce, ya no parece tan enfadado.
Carlos: Dime por
qué te voy a castigar.
Adrián: Por no ser
responsable. No he pensado lo que hacía y he destrozado una papelera.
Me sujeta fuerte, me baja el bóxer y comienza con el
castigo, como me ha dicho aplica más fuerza de la habitual en las nalgadas que
me da con la mano.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS,
PLAS. Tengo que ser responsable de mis
actos.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS,
PLAS. Tengo que ser responsable de mis
actos.
PLAS, PLAS, ai,
PLAS, PLAS, PLAS, au. Tengo que ser responsable de mis actos.
PLAS, ai, PLAS, PLAS, muy fuerte,
PLAS, papá, PLAS, para, ai. Tengo que ser responsable
de mis actos.
PLAS, au, PLAS, PLAS, auuu,
PLAS, PLAS, ai. Tengo que ser responsable de mis actos, snif.
PLAS, snif,
PLAS, PLAS, papá, PLAS, duele, PLAS, snif. Tengo que ser, snif,
responsable de mis actos, snif.
Mi padre coge la regla, ya me duele mucho el trasero y
aún quedan veinte con la regla, no voy a aguantarlo.
Adrián: No papá,
snif, por favor, no más, snif. Duele mucho.
PLACK, ¡au! buaaa, PLACK, PLACK, buaaa,
PLACK, au, buaaa, PLACK. Tengo, buaaa, que ser responsable, buaaa, de
mis actos.
PLACK, ai, PLACK, buaaa, PLACK,
PLACK, au, buaaa, PLACK, buaaa. Tengo, buaaa, que ser, buaaa, responsable,
buaaa, de mis actos.
PLACK, PLACK, buaaa, PLACK, PLACK, buaaa, PLACK. Tengo que, buaaa, ser responsable, buaaa, de mis actos, buaaa.
PLACK, buaaa,
PLACK, PLACK, buaaa, PLACK, buaaa, PLACK, buaaa. Tengo, buaaa, que ser
responsable, buaaa, de mis actos, buaaa.
Me quedo llorando sobre sus rodillas, el trasero me duele
mucho, hoy ha sido muy duro. Mi padre me acaricia y me habla.
Carlos: Shhh, ya
está cariño, shhh, ya pasó.
Adrián: No pasó,
buaaa, duele mucho, buaaa.
Mi padre me sube el bóxer y me sigue acariciando. Me
levanto y voy a tumbarme bocabajo sobre la cama pero mi padre no me deja, me
atrapa en un abrazo. Me sigue acariciando y me besa en la cabeza, me froto el
trasero, me duele mucho. Estoy enfadado, me gusta que me abrace y me acaricie,
pero no le devuelvo el abrazo. Poco a poco me voy calmando, cuando estoy más
tranquilo mi padre me ayuda a tumbarme.
Adrián: No, me
sigue doliendo.
Utilizo un tono seco, sigo enfadado con él. Mi padre me
da un beso.
Carlos: Lo sé
cariño, pero pasará, ¿vale? Te quiero mucho.
No le contesto, abrazo la almohada y entierro la cabeza
en ella. Oigo la puerta, levanto la cabeza y veo que entra Natalia, pensaba que
ya se había ido aunque últimamente pasa mucho más tiempo en casa. Yo sigo
tumbado sobre la cama bocabajo, sin pantalones. Natalia mira a mi padre, él le
da un abrazo y se va. Natalia se sienta a mi lado y me acaricia la cabeza, me
sonrojo.
Natalia: Hola peque,
¿cómo estás? ¿Ha sido muy duro tu padre?
Abre el cajón de mi mesilla y me da el botecito de pomada
que me dio y guardé allí después del último castigo.
Natalia: Vamos,
ponte un poco, te calmará el dolor.
Me levanto y voy al baño,
me pongo la pomada y unos pantalones de pijama, ¡Natalia me ha visto en bóxer!
Vuelvo a la cama y le devuelvo la pomada, ella la deja sobre mi mesilla. Antes
de que pueda volver a tumbarme en la cama me atrapa en un abrazo.
Natalia: Ya está
peque, ya pasa, no me gusta verte tan triste. ¿Puedo quedarme un rato contigo y
mimarte?
Asiento con la cabeza. Sigo un rato abrazado a ella, me
acaricia y me da besos, me da un poco de vergüenza pero se siente bien.
Adrián: Natalia,
¿hoy puedo cenar aquí? Por favor, no quiero bajar al comedor y tener que
sentarme.
Natalia: Sí, no hay
problema, en un rato te traigo la cena.
Natalia se va y llamo a Martina, le explico lo que ha
pasado con los petardos y que nos han castigado estos días de fiesta, aún no sé
en qué horario tendremos que hacer los servicios a la comunidad por lo que, de
momento, no puedo quedar con ella mañana, la llamaré cuando sepa más. Noto que
Martina se enfada, supongo que empieza a estar cansada de mis metidas de pata,
me habla en un tono bastante cortante, pero quedamos en que hablaremos mañana.
Cuando cuelgo me siento muy triste, me vuelvo a tumbar en la cama bocabajo.
Entra Natalia con una bandeja y me la deja encima del
escritorio, le doy las gracias sin mirarla. Me da un beso y me dice que ella ya
se marcha, que nos veremos mañana por la mañana pues será ella quien me
acompañe a la comisaría.
Me levanto, como y me vuelvo a tumbar. Noto como los ojos
se me van cerrando.
Me despierto, alguien ha apagado la luz y me ha arropado,
supongo que habrá sido mi padre. Se me llenan los ojos de lágrimas, tengo
muchas ganas de llorar. Miro la hora en el despertador que tengo en la mesilla,
es casi medianoche. Me levanto y voy a la habitación de mi padre, aún tiene una
luz encendida, está en la cama leyendo. Me paro en el marco de la puerta y lo
miro.
Carlos: Hola
cariño, ¿qué pasa? Estás llorando.
Mi padre se levanta y se acerca a mí, me abraza y se lo
devuelvo.
Carlos: Dime, ¿qué
ocurre? ¿Por qué estás tan triste?
Adrián: Lo siento
papá, snif, siento mucho lo ocurrido. Te quiero.
Carlos: Yo también
te quiero. Ven, túmbate a mi lado, es tarde.
Me acerca a la cama y me tumbo a su lado, hacía mucho que
no iba a la cama de mi padre. Después de la muerte de mi madre fui a dormir con
él casi a diario durante unos meses, tenía pesadillas y necesitaba saber que él
seguía conmigo, pero después dejé de hacerlo.
Carlos: ¿Por qué
estás llorando?
Adrián: Martina se
ha enfadado conmigo, snif, ¿y si se ha cansado de mí y de que siempre me meta
en líos?
Carlos: Martina te
quiere mucho, no creo que se haya cansado de ti. Explícame qué ha pasado.
Le cuento la conversación que hemos tenido por teléfono.
Adrián: Hoy por la
tarde había quedado con ella y no he podido ir y no sé estos días cuando
podremos vernos.
Carlos: Ya verás como
podréis veros durante las fiestas. Mañana cuando vuelvas a casa la llamas y
quedas con ella, te disculpas y ya verás como te perdona.
Me acaricia mientras me habla y me ayuda a
tranquilizarme.
Carlos: ¿Te quedas
a dormir conmigo? Le diré a Natalia que estás aquí para que mañana sepa dónde
venir a despertarte, ¿vale?
Me guiña el ojo y me sonríe, le devuelvo la sonrisa.
Adrián: ¿Cuándo le
dirás que venga a vivir aquí?
Adrián: Sí, total
ya pasa un montón de horas aquí, últimamente no se va cuando llegas e incluso
ha cenado con nosotros bastantes veces.
Carlos: Por mí
puede venir cuando ella quiera, pero si Natalia vive aquí habrá algunos cambios
que quiero hablar contigo primero.
Carlos: Lo hablamos
mañana tranquilamente, ¿vale? Ahora a dormir, que es tarde y mañana tienes que
madrugar,
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