Páginas Amigas

domingo, 1 de marzo de 2015

EN CASA DE HERRERO... CUCHARA DE PALO 5.



5.

Rui estaba en la cancha echando unas canastas como acostumbraba, cuando unos chicos mayores los echaron de la cancha. Eso era también algo habitual, por eso iban a primera hora, los mayores nunca aparecían antes de las once.
Rui y su camarilla se fueron botando el balón y jurando se que cuando fueran un poco más mayores darían una paliza a esos abusones.
Pasado un rato Rui y sus amigos estaban aburridos pero aún era temprano para regresar a casa. Así que empezaron a proponer cosas. En algún momento alguno de ellos propuso subir al tejado del centro cívico y hacerles un calvo a los idiotas que les habían echado de la cancha, lo más seguro es que fuera su primo Nico, pero tampoco podría asegurarlo.
Los Seis chicos entraron en el centro cívico sin problemas, siempre estaba abierto y siempre organizaban varias actividades por lo que era normal que entrarán y salieran muchos chicos. Eso sí, para ir al tejado tenían que pasar de la tercera planta que era donde estaban las oficinas y donde ya solo entraban los trabajadores. pero ni eso fue difícil, era sábado y solo habían un par de chicas trabajando y ambas estaban cotilleando en el ordenador de una de ellas. Así que se puede decir que pasaron por delante de sus narices. Una vez en la tercera planta el resto era plan comido, subir las escalerillas y abrir la puerta que por falta de presupuesto para el mantenimiento seguía sin arreglar.
 Se preguntarán Cómo sabían todo esos seis mocosos de 12 años. Muy sencillo, Era un centro cívico de barrio allí entraban y salían los chicos del barrio Y los chicos se contaban los uno a los otros ese tipo de cosas. Ya saben como les gusta a los chicos presumir de sus hazañas. Aún así los chicos se sorprendieron al comprobar que era todo cierto y que la puerta se abrió solo con girar el pomo.
Una vez arriba se quedaron sin palabras, estaba lleno de todo tipo de pelotas: de football, de basketball, de tennis, de handball incluso de golf! También estaba lleno de basura, latas y botellas de cerveza, jeringuillas, condones, muchas colillas de cigarrillos y todo tipo de desechos.
Los chicos decidieron hacer algo más que un calvo a esos capullos, vieron un cubo viejo y lo llenaron con sus orines. Iban a echarselo por encima y después les harían un calvo (enseñarles el culo en forma de burla). En ese momento  les pareció aparte de genial,  desternillante.
Lo que no calcuraron es que después de tan magnífica gamberrada tendrían que salir de allí y que allí abajo estarían unos tipos grandullón es llenos de meados y muy cabreados deseando poner sus manos sobre ellos. Ni que el revuelo que harían los insultos de los chicos de la cancha pondrían sobreaviso a los del centro cívico y que ya no podrían salir sin que se dieran cuenta.
Entre morir a manos de aquellos capullos que olían a letrina o que los del centro cívico los pillaran y les cayera una bronca monumental, ni Rui ni los otros chicos tuvieron mucho que pensar. Así que ahí estaban los 6 sentados en uno de los despachos soportando el aguacero. Rui iba mirando A su primo Y  de reojo al reloj de la pared, ya hacía 10 minutos que debían haber llegado a casa para almorzar.  Su padre los iba a castigar y eso era una mierda. Porque una semana sin tele era echarle de la mayoría de conversación con sus compañeros de clase. Pero la idea de una semana sin tele le sonó a música celestial para sus oídos cuando les pidieron el teléfono de sus padres para que pasarán a recogerlos.
Rui se negó a proporcionarles el número de teléfono de su padre, no era un suicida, pero entones dijeron que en ese caso lo dejarían en manos de la policía. Por supuesto que era un farol, pero los niños se lo tragaron por completo. Solo hacia unas semanas que su padre había tenido que sacar a Armando de comisaría y estaba seguro que si tenía que ir ahora a recogerlos a él y a su primo  a comisaría se podían dar por muertos. Así que no tuvo más remedio que darles el número de teléfono.
Su padre apareció 20 minutos más tarde con cara de preocupación, los del centro cívico solo le habían pedido que se pasara a recoger a su hijo Rui y a su sobrino Nicolás. Nada más. Así que Francisco pensó que a los niños les había pasado algo. Cuando le explicaron lo que habían hecho su hijo y sus camarilla, su cara pasó de preocupación a incredulidad y de incredulidad a enfado colosal.
Rui pensó en ese momento que hubiera sido mejor enterarse a los chicos de la cancha que irse con su padre después de la mirada con la que le estaba obsequiando. Era la mirada de " espera que lleguemos a casa, que allí, ya te arreglaré yo a tí". Por si había duda del significado de esa mirada Eso fue lo que su padre les dijo mientras arrastraba de él, oreja en mano, hacia la salida. Nico en silencio iba tras de ellos con su mejor cara de arrepentimiento.  Francisco se veía tan furioso e intimidante que ni los chicos que estaban a la salida esperandolos para zurrarle se atrevieron ni a acercarseles. Rui ya sabía que no podría volver a esas canchas en su vida pero tampoco lo iba a hacer después que su padre le diera cinco palmadas en el trasero justo antes de ordenarle que subiera al coche. Si Nico albergaba alguna esperanza que su madre se iba a encargar de lidiar con él, se esfumó Por completo, cuando también recibió cinco palmadas como "ayuda" para entrar en el coche.
Una vez dentro del coche Rui y Nico se miraron con tristeza, Francisco iba a matarlos en cuanto llegaran a casa.
- ¿Tío? (se atrevió a abrir la boca Nico) ¿y mamá?
- en casa (dijo Francisco muy seco. Pero Nico respiró aliviado) NO te hagas ilusiones, ni tu madre te salva, en cuanto lleguemos Y hayáis acabado de comer os quiero directos a mi despacho, los dos ¿Me habéis entendido?
- Sí, señor (dijeron los niños en un susurro. Nico había empezado a llorar pero Rui estaba tan asustado por la bronca que le iba a caer que ni las lágrimas se atrevían a salir).
- Nicolás, deja ya esas lágrimas. Te aseguro que hoy vaís a llorar, pero de verdad (Francisco aprovechó un semáforo para girarse y mirar a su hijo y a su sobrino). No sé que mierda tenéis en la cabeza en vez de cerebro pero ya os voy a quitar de una vez por todas esas ideas de bombero de la cabeza.  Ya tenéis 12 años. ¿Cuándo os vais a dejar de estas estúpidas travesuras? (y el semáforo se puso verde y Francisco reanudó la marcha mientras iba refunfuñando todo tipo de maldiciones, amenazas y promesas).


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