CAPÍTULO
17: SOMBRA
Héctor terminó de comer mucho antes que los
dos niños, que degustaban cada bocado de aquella comida extraña que jamás
habían probado.
-
¿Cómo dices que se llama? – preguntó Tizziano
tragando ruidosamente un pedazo demasiado grande.
-
Es bacalao, Tiz. No sé cómo se dice en italiano,
pero es pescado. Has tenido que comerlo alguna vez.
-
Esto no sabe a pescado. – insistió Tizziano. – Está
muy bueno.
-
Es una receta portuguesa. Se llama bacalao dorado, y
tiene huevo y patata. – explicó Héctor. Seguramente María lo había hecho así
para que fuera más atractivo para los niños.
Se alegró de que les gustara, porque era
importante que comieran pescado y cosas de esas, o eso decían los médicos en la
televisión. Él, en realidad, no tenía ni idea de si era “tan necesario” que
comieran de todo, pero viendo su peso y su tamaño sabía que debía hacer que se
alimentaran bien.
Mientras ellos se entretenían con la comida,
Héctor observaba a Clitzia, buscando la forma de averiguar más de su pasado sin
tener que preguntarla directamente. Ahora que sabía lo que le habían hecho, no
podía dejarlo pasar. Se dio cuenta de que apenas sabía nada sobre ellos. Intuía
que habían tenido una vida bastante modesta, pero había creído que en vida de
Clara habían sido felices. Ya no estaba tan seguro de ello.
-
¿A dónde iremos esta tarde? – preguntó Clitzia,
sacándole de sus pensamientos. La niña parecía mucho más tranquila y más
animada. Actuaba como si no hubiera pasado nada, como si nunca le hubiera hecho
aquella revelación.
-
Bueno, no tenemos por qué ir a ningún lado. Podemos
quedarnos en casa, pero dijisteis que queríais ver Madrid ¿no? – dijo Héctor,
algo inseguro. Pensaba que una visita turística sería demasiado aburrido para
ellos.
-
Pero no quiero a ningún museo – intervino Tizziano
–. Eso es un rollo.
-
Mmm…No sé me ocurre que podríamos ver… - murmuró
Héctor. Pensó rápidamente que cosas solían hacer los turistas cuando iban a la
ciudad, pero no le parecían interesantes para un par de niños. - ¡Ya sé!
Podemos ir al parque del Retiro… Es un lugar bonito, y hay un estanque con
cisnes, y peces… Y hay barcas, para montarse y remar.
Aquello pareció un buen plan para ellos,
especialmente para Clitzia que asintió frenéticamente, como si acabara de
ofrecerle un viaje a Disneyland.
Quisieron ponerse en marcha nada más acabar
de comer. Héctor empezaba a entender que tenían mucha más energía que él y que
aquél trabajo de padre podía llegar a cansar más que algunas horas en el
gimnasio.
Violeta no pareció contrariada porque la pidiera sacar el coche de
nuevo: más bien parecía feliz de tener algo que hacer, ya que normalmente su
trabajo consistía en esperar a que Héctor tuviera que salir para poner el coche
en marcha. La espera se hacía aburrida muchas veces.
El camino hasta la ciudad era corto en coche,
unos diez minutos, pero aparcar era otra cosa. Violeta les dejó en la puerta
del Retiro y se fue a ver si encontraba un sitio. Clitzia y Tizziano se bajaron
y lo miraron todo ha su alrededor. Era una plaza bastante transitada por coches
y personas. En el centro de la plaza había un arco.
-
Es la puerta de Alcalá – les explicó Héctor, aunque
el nombre no les decía mucho, claro. – Hace mucho, era una de las cinco puertas
por las que se entraba a Madrid…
-
¿Puedo hacerme una foto? – preguntó Clitzia. Héctor
se dio cuenta que, debido a lo que había pasado en el centro comercial, no
había llegado a comprarles un móvil. Sacó el suyo, apuntando mentalmente
ocuparse de eso cuanto antes.
-
Claro. ¿Queréis los dos? Poneros allí… - les dijo, e
hizo varias fotos. – Ya está… Ahora venid, que quiero una con…
No llegó a decir “vosotros”, porque al
revisar las fotos para ver cómo habían salido, vio una sombra negra en todas
ellas. Una sombra que no pertenecía a una mancha, o a un dedo… Era como una especie
de humo que rodeaba a los niños y que claramente no había estado ahí en el
momento de tomar las fotos.
Para Héctor, que no creía en nada que no
pudiera ver, oír, o tocar, aquello tenía que tener alguna clase de explicación
científica. Pero como no la encontró, casi se le cae el móvil de las manos.
-
¿Qué pasa? ¿Salgo fea? – preguntó Clitzia, y tiró de
su brazo para que bajara la mano y la dejara ver. Héctor se dio prisa en borrar
la imagen.
-
No, es que lo hice mal y no ha salido… - mintió.
-
¡Oh! Bueno, pues haz otra – pidió. Por suerte para
Héctor, Tizziano le salvó de tener que soltar otra mentira.
-
Qué pesadita eres, Cli. Ya nos haremos fotos dentro.
-
Quizá sea lo mejor: hoy hace muy buen día, así que
puede haber cola para las barcas…
Eso bastó para que Tizziano echara a correr
hacia el interior del parque, y Clitzia le siguió. Héctor fue tras ellos, pero
antes les hizo otra foto desde lejos, mientras corrían. Miró la imagen, y
frunció el ceño: ahí, a sus espaldas, estaba esa sombra otra vez.
Que bueno que hayas continuado esta historia ya era interesante desde que empezó y ahora más, y ya entiendo el nombre de la historia espero que no pase tanto para el próximo capítulo
ResponderBorrarPor fin!!!! y ya descubri que insistiendote sutilmente actualiza, asi que mi proximo objetivo sera la de merlin o tal vez esta historia, quien sabe XDD pd: en serio que quiero mas, me gusto mucho esta historia y me sigue gustando cada dia mas
ResponderBorrarQue bien que actualizaste ya extrañaba esta historia, y si mousse la insistencia constante hace milagros, espero que el próximo capi llege pronto, bueno creo que soy la peor persona para pedir actualización pero bueno, me gusta mucho esta historia y ese toque misterioso me encanta.
ResponderBorrarVuelves Dream, y en grande! Sería mucho pedir un capítulo de A Song of Ice and Children? Thank you.
ResponderBorrarIntrigante!!!! Qué será?... o quién, mejor dicho. Tengo mis teorías, pero nunca coinciden, ejeje!!!
ResponderBorrarBello capítulo, como siempre!
Concuerdo con la mayoría, estoy tiene un tinte de misterio que me ha dejado intrigada, pero por favooooor no tardes tanto en regresar y regalarnos un poco de tu talento
ResponderBorrarMarambra