CAPÍTULO 7: ¿Dos padres? (parte 1)
A pesar de que el bebé ya estaba completamente curado, Chi-Chí seguía tomándole la temperatura cada pocas horas, obsesionada con que Chiyo pudiera recaer. De nada servían las palabras tranquilizadoras que Bulma se afanaba en repetir.
- Ninguno de mis hijos enfermó antes – insistía Chi-Chí – Y menos de una enfermedad común. Sé que Trunks tampoco. Además, no es solo eso. Yo soy quien le da de mamar y te puedo asegurar que no come lo mismo que los sayans. Apenas tiene apetito…
- Eso no quiere decir nada, más que este niño tiene más de humano que de sayan – respondió Bulma.
- ¿Y cómo es eso posible? De padres sayan nacen niños sayan, incluso aunque las madres sean humanas.
- Es difícil saber eso cuando los únicos supervivientes de su especie son Goku y Vegeta. Así ha sido hasta ahora, pero ninguna evidencia científica…
- ¡Me dan igual las evidencias científicas! – replicó Chi-Chí, frustrada. – Mira su pelo, no es de punta.
- El de Trunks tampoco.
- ¡No tiene rabo! – persistió Chi-Chí.
- Goten tampoco lo tuvo. Nada de lo que dices es indicio de que Chiyo esté enfermo o le pase algo malo. Solo es un bebé humano normal.
Chi-Chí resopló, a punto de perder la paciencia.
- ¡Ese es justo el problema! ¿Cómo puede ser normal, cuando dos de sus tres padres biológicos son sayans? ¡Él debería ser incluso más sayan que Gohan! Goku dice que su ki es muy débil…
- Ufff, Vegeta no habla de otra cosa. Dice que a veces tiene dudas de que sea hijo suyo. – le confesó Bulma, rodando los ojos.
Chi-Chí la miró con incredulidad y luego se giró hacia la puerta, como si quisiera traspasar con los ojos las paredes de la casa de Bulma, hasta llegar a la sala de entrenamiento donde Vegeta estaba en ese momento.
- Puedo asegurarle que ES hijo suyo.
- Ya lo sabe. Pero Trunks…. Tenía el ki más fuerte cuando nació.
- ¿Y aún me dices que no tengo de qué preocuparme? – protestó Chi-Chí.
- Chiyo es humano. Pensé que eso te haría feliz y no desgraciada: al menos uno de tus hijos no se pasará el día luchando contra todo tipo de amenazas.
Chi-Chí levantó la cabeza y miró a su amiga con preocupación. Con preocupación de madre, pero también de esposa.
- Soy feliz: mi miedo es que Goku no lo sea. Que se sienta…decepcionado… porque su hijo no es un sayan fuerte como Goten y Gohan…
- Goku quería a Gohan incluso antes de saber que era fuerte. – replicó Bulma.
Chi-Chí sabía que eso era cierto, pero también sabía que su marido no prestaba más de cinco minutos de atención a nada que no fueran las artes marciales. ¿Sería así con su hijo también? ¿Su bebé crecería con un padre ausente, como sus hermanos, pero por motivos diferentes? Quería creer que no, Goku había demostrado que podía involucrarse y ser un padre…
- Quien debería preocuparte es Vegeta – murmuró Bulma. – De momento no le digas nada de esto. Esperemos a que crezca un poco… a lo mejor nos estamos precipitando.
Chi-Chí asintió, sabiendo que era lo mejor que podían hacer. Poco a poco, estaban consiguiendo que aquella locura funcionara y no ganaban nada con adelantar acontecimientos. Mordiéndose la preocupación, Chi-Chí meció al bebé en sus brazos y solo esperó que tuviera una vida más sencilla que el resto de sus hijos.
- Deberías dejar que Goten durmiera aquí esta noche – dijo Bulma, en parte para distraerla. – Trunks lleva días pidiéndomelo y con un bebé en la casa a ti te vendría bien tener un niño menos por una noche. Claro que también podrías dejar a Chiyo, pero por no creo que…
- A Goten le encantará la idea. – cortó Chi-Chí. Le iba a costar al menos unos cuantos días ser capaz de volver a desprenderse del bebé.
Efectivamente, Goten se entusiasmó con la invitación. Cualquier niño de siete años se pondría contento ante la idea de poder pasar toda la noche jugando más que durmiendo con otro chico de su edad, pero además necesitaba un respiro de su propia casa, donde todo parecía girar alrededor del bebé últimamente. Ni siquiera quiso pasar por su casa para coger el pijama y, aunque podía haber usado uno de Trunks, Goku se teletransportó en un viaje rápido para traerle al niño la ropa y un pequeño neceser.
- Tu madre dice que no te olvides de lavarte los dientes – le recordó Goku, a pesar de que la propia Chi-Chí se lo había repetido varias veces al despedirse.
- ¡Vale!
- Manténte alejado de Vegeta. Hoy le noté de mal humor – le aconsejó y luego se rió. - Bueno, de peor humor que de costumbre, quiero decir.
Goten apuntó el consejo mentalmente, pero apenas media hora después ya lo había olvidado, inmerso en una especie de pilla pilla contra Trunks, solo que en lugar de correr, los niños volaban por toda la casa. En una de esas, Trunks casi se choca contra su padre, que salía de la sala de entrenamiento.
- ¡Trunks! ¡Si tantas ganas tienes de volar deberías…
- Perdón, tío Vegeta – murmuró Goten, y tiró del brazo de su amigo para sacarle de allí antes de que Vegeta les pusiera a entrenar con gravedad cien o algo peor.
- Uff, ha faltado poco – dijo Trunks, cuando se vieron a salvo, o sea, en el laboratorio de su madre, donde su padre rara vez entraba.
Goten le dio la razón con un mudo asentimiento y observó la habitación en la que se encontraban. Hacía tiempo que no entraba allí. Bulma tenía un montón de objetos extraños, de cosas que quería investigar o experimentos a medios funcionar. La Corporación Cápsula fabricaba todo tipo de objetos que luego se comercializaban en forma de cápsula, para poder transportarlos cómodamente. Goten reconoció un par de cápsulas-comida y cápsulas-vehículo, pero luego vio otra que no supo identificar. La cogió entre dos dedos y se giró hacia su amigo.
- Oye, Trunks. ¿Esto qué es?
La cara de Trunks se fue volviendo más y más pálida cuando reconoció el objeto o, mejor dicho, lo que se escondía dentro de aquella cápsula.
- ¡No toques eso, es de mi padre! – le advirtió Trunks.
Normalmente eso hubiera bastado para que cualquier volviera a depositar la cápsula en su sitio, pero Goten siempre había sido un niño curioso y no le gustaba quedarse sin respuestas. Agitó la capsulita muy cerca de su oído, tratando de escuchar lo que había en su interior.
- ¡Goten, déjala, si se abre aquí dentro se…
Pero antes de que Trunks pudiera acabar su frase, la cápsula resbaló de entre los dedos de Goten y se cayó al suelo. Instantes después, algo empezó a descomprimirse. Se trataba de una nueva máquina que Bulma estaba construyendo para la sala de entrenamiento de Vegeta. Era un robot que lanzaba bolas de energía, pero aún había que perfeccionar algunos detalles, porque la máquina no respondía bien y tomaba cualquier ser en movimiento como un objetivo.
- No te muevas – susurró Trunks, entre dientes. Aún estaban a tiempo de evitar el desastre. Aún podían volver a meter la máquina en…
- Trunks, me voy a caer, tengo que apoyar el pie – murmuró Goten, que se había quedado como una estatua con un pie en el suelo y otro en el aire.
- ¡Ni se te ocurra!
- ¿Pero por qué? – se extraño Goten. ¿Acaso quería Trunks que jugaran a las estatuas? Bueno, el juego tendría que esperar, él de veras tenía que apoyar el pie. Dejó caer la pierna y escuchó como Trunks contenía la respiración.
Al segundo siguiente, la habitación se llenó de un resplandor dorado cuando la máquina comenzó a disparar en dirección a Goten. El niño tenía los reflejos propios de un sayan, así que esquivó el ataque sin problemas, pero la máquina empezó a perseguirle por toda la habitación.
Trunks observaba a su amigo cada vez más convencido de que estaban muertos. No por la máquina, ese robot no podía hacerles ningún daño, sino porque el laboratorio de su madre estaba siendo destrozado. De pronto, escucharon un estruendo y todo se llenó de humo y polvo. En la puerta, todavía con el brazo extendido, Vegeta les observaba con el ceño fruncido. Una leve descarga de su ki había destruido la máquina por completo. Goten tragó saliva y se preguntó si ellos serían los siguientes.
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