Nuevas reglas, nuevos castigos
Capítulo 36
Adrián: Papá, por
favor, por un día no pasa nada.
Carlos: No Adrián,
no puedes saltarte la clase de piano. Tú me pediste seguir yendo en verano y
hacer dos clases semanales. Y te comprometiste a ir y a practicar más a menudo,
cosa que no estás haciendo.
Adrián: Pues déjame
llegar más tarde, porfa.
Carlos: No Adrián,
hemos quedado con tus tíos y primos en que vendrán hacia las siete, por lo que
te quiero en casa a las seis y media como muy tarde.
Adrián: Pero
Martina quiere ir al parque fluvial, alquilar bicicletas y recorrer todo el
circuito que hay al lado del río. Si sólo tengo dos horas no me da tiempo.
Carlos: ¿Y por qué
no vais otro día? El miércoles o el viernes, que no tienes clase y podéis
quedar antes.
Adrián: Porque ella
me ha propuesto ir mañana.
Carlos: ¿Y a ti se
te ha ocurrido decirle que mañana no puedes?
Adrián: Pero papá,
yo quiero ir.
Carlos: Y puedes
ir, pero otro día. Si se lo dices a Martina lo entenderá, mañana podéis dar un
paseo por el centro o por el paseo marítimo, después de la clase de piano.
Resoplo, ¿por qué mi padre no quiere entenderlo? ¡No es
tan difícil! He quedado con Martina en ir mañana al parque fluvial.
Carlos: Ya basta
Adrián, cambia tu actitud o te vendrás a casa directamente después de la clase
de piano.
Adrián: Sí, claro,
siempre lo arreglas igual, o se hace lo que tú dices o estoy castigado.
Carlos: Vamos
cariño, eso no es así. No puedes enfadarte cada vez que te digo que algo no
puede ser como tú quieres. Además, esta tarde, cuando has quedado con Martina,
tú ya sabías los planes para mañana y no creo que ella te haya dicho que quiere
ir mañana sí o sí.
Cruzo los brazos, me doy la vuelta y me voy a mi
habitación, dejo a mi padre en el salón con la palabra en la boca. Mañana mi
padre ha invitado a cenar a mis tíos y primos con la excusa de que nos cuenten
cómo ha ido la venta de la casa y estos días que han pasado en París, pero lo
cierto es que quiere contarles que Natalia y él están saliendo. ¿Y tenía que
ser justo mañana? ¿Y por qué está tan pesado con las clases de piano? Soy yo el
que doy clases, no él, y lo hago porque quiero, no es como ir al colegio. Y
últimamente me insiste mucho en que debería practicar más, ¿es que no entiende
que me pongo triste cuando lo hago?
Busco las partituras que el profesor me pidió que
practicara, me siento en el piano y empiezo a tocar. Mi mal humor va pasando,
tocar el piano en realidad me ayuda a relajarme, pero al mismo tiempo siento
que es cuando más añoro a mi madre. Paro un momento y noto que alguien me pone
las manos encima de los hombros, no he oído la puerta. Me giro y veo que es
Natalia.
Me doy cuenta de que estoy llorando, me seco las
lágrimas.
Adrián: No, estoy
enfadado con mi padre. Mañana quiero ir al parque fluvial con Martina y no me
deja.
Natalia: Eso no es
cierto Adrián, tu padre sí deja que vayas pero sabes que mañana no tienes
tiempo. Puedes ir otro día.
¡Uf! Ya está, como siempre se pone de parte de mi padre,
¡cómo no! Me pongo de mal humor otra vez.
Adrián: ¿Por qué
siempre le das la razón? Vete y déjame en paz.
Natalia: Sólo venía
a decirte que bajes a cenar, ya está la comida en la mesa.
Natalia: Vamos, no
seas terco y baja.
Adrián: ¿Y tú por
qué sigues aquí? Mi padre hace rato que ha llegado, puedes irte a tu casa.
Natalia: Adrián, en
cinco minutos tienes que estar cenando, ¿vale?
No le contesto, me giro y le doy la espalda. Oigo la
puerta, Natalia ha salido de mi habitación. Recojo las partituras y cierro la
tapa del piano. Me tumbo en la cama, no pienso ir a cenar, no quiero verlos a
ninguno de los dos.
Pasa un buen rato antes de oír otra vez la puerta, es mi
padre.
Carlos: No sigas
desobedeciendo, no me gustan las rabietas, tienes 15 años. ¿Crees que esta
actitud es normal?
Carlos: ¿Ah no? ¿Y
cómo llamas tú a lo que estás haciendo ahora mismo? Si vengo yo te irá peor.
Me levanto y me acerco a él, aunque sé lo que pretende.
Lo miro directamente a los ojos, sigo enfadado. Me coge por el brazo y me gira.
PLAS, ¡ai!,
PLAS, PLAS, au, PLAS, PLAS, au.
Me suelta y me froto el trasero. Lo miro con cara de
enfadado.
Adrián: Jo papá, no
he hecho nada, ¿no puedo estar de mal humor?
Carlos: No puedes
pagar tu mal humor con los demás. Natalia ha venido, hace media hora, a decirte
que bajaras a cenar y no sólo no lo has hecho sino que además no has sido
correcto con ella.
Adrián: Claro, como
ahora es tu novia tienes que defenderla, ¿qué te ha contado?
Carlos: Las faltas
de respeto con ella, o con quien sea, no te las permitía antes, no te las
permito ahora y nunca te las permitiré. Y mañana estás castigado, Rafa te
llevará y te irá a buscar al club y a la clase de piano, y se asegurará de que
no te escapes. Ahora baja a cenar y no sigas por ese camino si sabes lo que te
conviene.
Suelto un bufido pero le hago caso y voy al comedor. La
mesa está parada sólo para dos. Me siento en mi sitio y mi padre se sienta en
el suyo, supongo que Natalia se ha marchado. Cenamos en completo silencio.
Cuando termino de cenar me levanto y me doy la vuelta para marcharme.
Carlos: Espera, ¿no
me vas a dar un abrazo? No quiero que te vayas a la cama enfadado. Ven, vamos.
Me acerco a él y me atrapa en un abrazo, me da un beso y
me acaricia la espalda. Me lleva hacia el salón y nos sentamos en el sofá.
Carlos: Adrián, no
puedes tratar mal a Natalia cuando te enfadas. Tus palabras le han dolido, y
creo que eres muy consciente de ello y que has querido hacerle daño.
Adrián: No papá, no
quería herirla, sólo estaba enfadado y quería que me dejara solo. Lo siento.
Carlos: Pues ahora
ya sabes cómo se ha sentido, quiero que mañana te disculpes con ella.
Adrián: Lo haré, y
no volverá a pasar, de verdad. ¿Puedo salir con Martina después de la clase de
piano?
Carlos: No, has
llevado la rabieta demasiado lejos y estás castigado.
Adrián: ¡Jo papá!
Sólo por el centro, estaré en casa a las seis y media.
Carlos: No voy a
ceder, otra vez me haces caso antes, ¿vale?
Suspiro y cuento hasta diez antes de contestar.
Le doy un abrazo y me voy a dormir, aunque sigo enfadado.
Por la mañana me levanto y voy a desayunar. Están Natalia
y María en el comedor hablando, me dan los buenos días.
Adrián: Natalia,
siento mucho lo que te dije ayer, no tenías porque marcharte, no lo pensaba de
verdad, sólo estaba enfadado. ¿Me perdonas?
Natalia: Estás
perdonado, peque. Pero tienes que aprender a controlar ese mal humor.
Me sonríe y se va a la cocina. María me sirve el
desayuno. Natalia vuelve con una taza de café y se sienta a mi lado.
Natalia: ¿Qué te
pasa? Pareces triste, ¿o sigues enfadado?
Adrián: ¿Te ha
dicho mi padre si esta tarde puedo salir con Martina? No al parque fluvial sino
a dar una vuelta por el centro.
Natalia: No Adrián,
sabes que estás castigado.
Adrián: Porfa
Natalia, una hora saliendo de la clase de piano. Llegaré antes que mi padre y
ni se enterará.
Suelto un bufido pero me callo. Termino el desayuno y preparo
la bolsa con la ropa de tenis para irme al club. Rafa me lleva y me viene a
buscar. Después del almuerzo insisto otra vez.
Adrián: Natalia,
porfa, sólo una hora.
Natalia: Sabes muy
bien que tu padre ha dicho que no, estás castigado. Y no hagas tonterías, por
favor.
Como me dijo mi padre ayer, Rafa se asegura de que entre
a clase y ya me está esperando cuando salgo, aunque hubiera querido no me
habría podido escapar. Me lleva a casa y me voy a mi habitación, estoy muy
enfadado, ¿por qué tiene que ser así mi padre? Natalia me trae la merienda,
cuando me habla le contesto en monosílabos y en un tono muy seco.
Llaman a la puerta y entra mi padre. Estoy en el sofá
mirando la tele, no me muevo, se sienta a mi lado y me abraza, yo no se lo
devuelvo.
Carlos: Hola
cariño, me ha dicho Natalia que has estado enfurruñado todo el día.
Adrián: No me ha
dejado salir.
Carlos: Lo sé, ayer
te dije que estabas castigado.
Adrián: Sólo quería
ir al centro a dar una vuelta con Martina.
Mi padre suspira, me da un beso en la cabeza y se separa
de mí.
Carlos: Vamos, no
tardarán en llegar tus tíos y primos. Cambia la cara y baja.
Sigo enfadado, ¿por qué tengo que hacer como si no pasara
nada?
Adrián: No puedo
cambiar la cara, es la única que tengo.
Carlos: Ya basta
Adrián, te has pasado todo el día de mal humor, rayando la insolencia con
Natalia y ahora conmigo, ¿y todo por qué no te he dejado salir? Sabes muy bien
porque te castigué.
Adrián (gritando): Estoy
harto de ti y de que siempre me estés dando órdenes. Hoy quería ir al parque
fluvial y no me dejaste porque quieres decirle al tío que estás saliendo con
Natalia, ¿no se suponía que el que vosotros fuerais novios no me iba a afectar?
Después decidí dar una vuelta por el centro, como me dijiste, pero tampoco. Le
pedí a Natalia salir, sólo una hora, y tampoco me dio permiso. Sois unos
estúpidos pesados. ¡Iros a la mierda y dejadme en paz de una vez!
¡Ups! Creo que me he pasado, en cuanto oigo salir las
palabras de mi boca me arrepiento de lo que estoy diciendo, pero no puedo
volver atrás. Mi padre me tira del brazo y en pocos segundos me encuentro
tumbado en su regazo.
PLAS, au, PLAS,
PLAS, aiii, PLAS, PLAS, au duele
Las nalgadas son sobre el pantalón pero me pega fuerte,
duele.
Adrián: Lo siento
papá, no me castigues más, porfa.
Carlos: Vaya, veo
que ya has cambiado el tono, ¿no podías hacerlo antes de estallar? Levántate y
bájate los pantalones.
Adrián: No, por
favor, no lo haré más.
Mi padre me levanta, me baja los pantalones y me vuelve a
tumbar. Pero no me sigue pegando, ahora me acaricia la espalda.
Carlos: Adrián,
dime por qué te voy a castigar.
Carlos: No lo
estoy, pero tenía que cortar el berrinche. Y no puedo dejarte pasar lo que has
dicho, ¿no te parece?
Adrián: Lo siento,
os he faltado al respeto a ti y a Natalia, ¿me perdonas?
Carlos: Claro que
te perdono, pero no quiero que vuelvas a hacerlo. Serán 25 nalgadas, las diez
últimas sin bóxer.
Asiento con la cabeza. Deja de acariciarme y me sujeta.
PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, au, PLAS, au, PLAS, PLAS,
papá, PLAS, lo siento, PLAS, no más,
PLAS, PLAS, au, PLAS, PLAS, ai, para,
PLAS, snif, PLAS, ai, snif.
Para y me baja el bóxer, las lágrimas empiezan a resbalar
por mis mejillas.
PLAS, au, PLAS,
PLAS, snif, PLAS, PLAS, ai, buaaa,
PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, buaaa.
Mi padre me sube el bóxer, me ayuda a levantarme y me
abraza. Me habla suavemente mientras me acaricia la espalda.
Carlos: Shh, ya
está cariño, ya pasó, shh. ¿Ahora podemos hablar sin que me faltes al respeto o
me insultes?
Adrián: Snif, sí
papá, snif, lo siento.
Carlos: ¿Todo este
mal humor es porque no has podido salir? ¿O hay algo más?
Adrián: Me enfadé
porque quería ir al parque fluvial y me dijiste que no.
Carlos: ¿Y te dura
el enfado desde ayer?
Adrián: Y que
organices una cena para decirle al tío que sales con Natalia lo hace más real.
Carlos: Si te
sentías incómodo con la cena me lo podías haber dicho, te lo consulté a ti
antes de invitarlos.
Adrián: Cuando me
lo dijiste me pareció bien, pero ayer Natalia se quedó cuando tú llegaste, y
antes se marchaba. No es que no quiera que esté aquí más tiempo pero ayer me
enfadé porque fue ella quien vino a decirme que bajara a cenar, y yo estaba
enfadado contigo y ella se puso de tu parte.
Carlos: Cariño, puedes
contarme lo que te pasa, voy a escucharte e intentar que te sientas cómodo,
pero no puedes reaccionar como lo hiciste, ya ves cómo acaba. ¿Estás mejor
ahora?
Asiento con la cabeza. Me sigue acariciando la espalda y
me besa. Se oye el timbre, mi padre me separa.
Carlos: Han
llegado. Límpiate la cara y baja, ¿vale?
Mi padre sale de la habitación. Hago lo que me pide y voy
a la entrada, saludo a todos y pasamos al salón. Nos sentamos en los sofás y mi
padre empieza a hablar con mis tíos. Natalia entra, saluda y se sienta a su
lado, me parece que está bastante nerviosa.
Carlos: Tengo una
noticia que daros.
Todos se lo quedan mirando. Mi padre mira a Natalia, le
sonríe y le coge la mano.
Carlos: Natalia y
yo estamos juntos desde hace dos semanas.
Luís: Wow hermano.
¡Qué callado lo tenías! Me alegro mucho, ¡felicidades!
Mis primos se los quedan mirando a ellos y a mí, supongo
que no saben muy bien qué decir o hacer. Mi tío se levanta, sonríe a mi padre y
le da un puñetazo amistoso en el hombro, después abraza a Natalia y le da la
bienvenida a la familia. Mi tía también los felicita y les da un abrazo a cada
uno, después se acerca a mí y también me abraza.
Seguimos charlando en el salón. Nos cuentan que ya
formalizaron la venta de la casa de París y terminaron de empacar las cosas que
les quedaban, una empresa de mudanzas acabará de traerlas esta semana por lo
que definitivamente acabarán con el traslado. Yo hablo con mis primos, Víctor
me pregunta cómo estoy. Le explico que aunque se me hace raro en realidad veo
que mi padre es feliz y eso me agrada. También le cuento que el domingo pasamos
un día agradable con la salida a la playa, supongo que me acostumbraré a que
sean pareja.
Más tarde entra María y nos dice que la comida está
servida. Pasamos al comedor, comemos y seguimos hablando. Veo que Natalia al
principio está bastante nerviosa y cortada pero poco a poco se va relajando y
participa en la conversación. Aunque ya se conocía con mis tíos y primos es la
primera vez que come con todos nosotros.
Cuando se van, mi padre se despide de Natalia con un beso
y después él y yo nos sentamos en un sofá del salón y vemos un rato la tele
mientras me hace mimos.
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