Las lecciones de Benicio!!!!!
Capítulo 2: De noche sale la luna… y
Benicio???
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Al día siguiente, nuestro angelito de ojos celestes despertó con
un leve dolor de cabeza… y de trasero. La idea de quedarse en cama ese día le
resultaba tan atractiva pero, por desgracia, en la mañana tenía examen de
Biología muy importante para sus notas, así que debía asistir a clases sí o sí.
A los pocos minutitos de que Benicio abriera sus ojitos, su padre
entró a la habitación trayendo una bandeja con un delicioso desayuno que hizo
que el dolorcito de cabeza de Beni pasara a la historia en un dos por tres!!!!
Pero ese día, además de un examen súper difícil sobre el sistema
nervioso, al adorable jovencito le tocó enfrentarse a la furia de su mejor
amigo, Máximo, que no perdió oportunidad de escupir su enojo en la primer
oportunidad que vio.
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-Eres un
tonto, Benicio!!!! Cómo pudiste decirle a tu padre lo de las bebidas!!- Máximo reclamó, bastante enfadado en pleno patio del Colegio.
-Lo siento. –Contestó
apenado el más pequeño.
-Arrgg… Por tu culpa mi padre me regañó y mi hermano está furioso
conmigo!! No podías haberle inventado algo a tu papá?!!- El chico estaba que ni él mismo se aguantaba. La noche anterior,
Don Eduardo había decidido llamar a Roberto y contarle que su hijo, Benicio y
otros compañeritos más habían estado tomando cervezas afuera del colegio, en el
supuesto afán de celebrar el cumple de Andrea, novia de Maxi. Cuando Roberto
escuchó lo que su colega le contó se enojó muchísimo, tanto con Maxi como con
su hijo mayor por ser un irresponsable que dejaba su bebida al alcance de su
hermanito.
Como medida de castigo, Roberto, luego de un sermón de película,
le había prohibido terminantemente al mayor de sus hijos que llevara bebidas alcohólicas
a su casa y había decidido que Max concurriera a un curso sobre los efectos del
alcohol y las drogas en los adolescentes, además de condenarlo a una semana de
restricción, sin poder ver a Andrea después del horario de escuela, por lo que
el muchacho estaba más que disgustado con su joven amiguito. Pero él no sabía
que Beni, no la había sacado nada barata ni que había recibido unas cuantas
palmadas primero de su madre y luego, de su papito. Max pensaba que Ben había
contado todo sólo por quedar como un buen niño delante de sus padres así que
para él, Benicio se había convertido en un vil traidor.
-Max, entiéndeme, papá me
peg… -Benicio se mordió la lengua para no decir la palabra. Se moría de
vergüenza de sólo recordar que su papá le había pegado en sus nalguitas
desnudas-- me preguntó y no pude
mentirle!! Sabes que no soy muy bueno diciendo mentiras!! Por favooor…
Perdóname, amigo!!
-Déjame
en paz, quieres Benicio!! Ya hiciste mucho abriendo tu gran bocota, ahora no
tengo ganas de hablar contigo!! Vengan muchachos, dejemos a éste nene de papá
para que vaya a estudiar!!! No querrá enojar a sus padres sacando un 9,
verdad?!! Jajajajajaj- Y así, entre ironías y risotadas, Máximo, Luis, Hernán y otros de
los adolescentes, amigos de Ben marcharon detrás de Maxi que iba en busca de su
novia, dejando atrás, con el alma hecha pedacitos al más joven del grupo, a
Benicio.
Beni suspiró profundo, intentando contener las lágrimas que se
habían aglutinado en sus ojos. Le dolía tanto que su mejor amigo no lo hubiera
disculpado, es más, ni siquiera lo había escuchado. Con ese dolor en su
corazón, se dio la vuelta para volver a su salón de clases sin percatarse de
que unas lágrimas le recorrían la mejilla.
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Esa noche en su casa, Benicio anunció a sus padres que no tenía
apetito y que se iba a su cuarto porque no se sentía bien.
-Qué te
ocurre cariño?!! Te duele algo?!! La cabecita o la panza?!!- Le preguntó su mamá con cariño, mientras ponía su mano en la
frente del niño buscando algún indicio de fiebre u otro síntoma.
-No mamá, no es eso, es
que… es que estoy cansado! Eso es todo!! Puedo retirarme, por favor?!-
Repitió el chiquito, mirando alternantemente a sus padres.
-Claro que sí cariño!! Qué descanses!!- Le dijo Eduardo, dándole
un abrazo y un beso en la frente antes de verlo marchar hacia su cuarto. El abogado
se quedó observando a su pequeño desaparecer por las escaleras, preocupado por
el semblante alicaído del muchacho hasta que la voz de Leandro lo trajo de
regreso.
-Qué le pasará al enano?!!-
Cuestionó Lean, también con la vista clavada en las escaleras, intrigado por el
desánimo de su hermanito menor. Él adoraba la hora de la cena porque era el
momento en que todos podían disfrutar y reírse de las locas ocurrencias de
Benicio. El niño tenía un humor muy contagioso y no perdía oportunidad de
entretener a su familia con sus monerías. Pero esa noche Benicio parecía estar
al borde de las lágrimas y ninguno sospechaba por qué!!- Estuvo así casi todo el día!!-Continuó diciendo, ésta vez mirando a
su padre.
-No lo
sé, amor. –Respondió mamá- Tal vez le esté por dar un resfrío… ya sabes
lo sensible que se pone cuando debe tomar medicinas. Si… debe ser eso. Tú
podrías hablar con él cariño?!!- Dijo Elisa, tomando un bocado de su plato.
-Claro. En un rato subiré a verlo, ahora continuemos con la cena,
sí?!!…- Habló Eduardo, llevándose el tenedor lleno de comida a la
boca-. …Uhmmm, amor, esto está
delicioso… deberías cocinar más seguido!!!- Halagó Edú a su mujer,
dándole una gran sonrisa.
-Jajaja…
no mi amor, porque si lo hago, te estaría malacostumbrando… y después no vas a
querer comer lo que Mari cocine. jajajaja
-Eres cruel con tu maridito lindo!!!- Le contestó Eduardo sin
poder evitar hacer un puchero que arrancó una carcajada a su esposa y a su
hijo.
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Mientras en el living de la planta baja, la familia continuaba
disfrutando de una tranquila cena, arriba, en el segundo piso, la historia
distaba mucho de ser la misma.
Benicio apenas llegó a su recámara, se arrojó a la cama a llorar,
desbordado por las emociones vividas ese día. La angustia y la tristeza que
había en su corazoncito le empezaban a jugar una mala partida y él no soportó
más. Se abrazó con fuerza su almohada, apresándola entre sus brazos, y apoyó su
carita en la confortante superficie aquella como intentando ocultar con ella el
ruido de sus sollozos. Se sentía tan abatido y todo era porque su amigo, su
compinche, su hermano del alma se había negado a escucharlo, y ni siquiera
había aceptado sus disculpas…
Lejos estaba el muchacho de calmarse, para cuando su papá ingresó
a su habitación.
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Unos momentos después de dar por terminada la comida, tal como
había prometido, Don Eduardo decidió subir a ver cómo estaba su hijo.
Edú no tocó la puerta, creyendo que Ben estaba ya dormido, pero
cuando entró a la habitación, se percató del llanto del niño y apresuró sus
pasos para llegar a su lado.
-Bebé, por qué estás llorando, mi chiquito?!! Qué pasó, cariño?!!!
Cuéntale a papá, si?!!!- Le dijo, intentando levantarlo de la cama para
acunarlo en su regazo.
-Nooo…!! – Salió la repuesta llorosa de su bebé-
-Ssshhh… Mi amor, ven aquí cariño.- Insistió papá- Sucedió
algo en el colegio?!! Uhmm?? No le quieres contar a papá?!!- Le hablaba
suavecito, tomando de a poquito al chico en sus brazos.
-Confía en mí, tesoro!! Papá te escuchará… te prometo que no me enojaré
si hiciste algo malo en el cole, pero cuéntame, sí, mi Beni bonito?!!-
Eduardo mecía levemente al chiquito, intentando calmarlo ya que Ben parecía
llorar más fuerte.
-L-le con- t-tast-te a-al
tío R-rob-robertoooo!!!!- Gimoteó Benicio, acusando a su padre con la
mirada acuosa.
-Mi amorcito, papá tenía que decírselo al tío porque si le pasaba algo
malo a Maxi o lo descubrían en el colegio, él nunca me lo perdonaría, es más…
yo no me lo hubiera perdonado, hijito. Hice eso porque era lo correcto,
amor!!!- Le contestó Eduardo, llenándole de besos las mejillitas
coloradas de su niño.
-Maxi se enojó contigo, bebé?!!- Preguntó, entendiendo el por
qué de la tristeza que inundaba a su muchachito.
Desde hacía varios años que esos dos chicos se habían hecho amigos
inseparables, cuando Máximo con 7 anitos, casi 8, había tenido que repetir el primer grado porque el año anterior
lo había perdido por causa de una enfermedad. Aquellos primeros días habían
sido muy tensos para él porque al ser mayor que los otros niños nadie le quería
hablar, hasta que un día se largó a llorar a todo pulmón en plena aula, dolido
por el rechazo de sus compañeros. Fue entonces que Benicio, siendo el más
pequeño de todo el curso, se animó a hablarle y desde ese momento se volvieron
inseparables, a tal punto que sus padres tuvieron que agregar camas extras en
sus recámaras porque los niños simplemente se rehusaban a separarse aún a la
hora de dormir…. Ben y Max no hacían
nada que no fuera juntos. Incluso en más de una oportunidad Leandro se había
mostrado celoso por la amistad de los muchachos y se había molestado mucho
cuando Ben empezó a llamar “hermanito” a Máximo.
-Siiiii…
sniff… sniff!!! No quie… no quiere ha-hablarme!! Snif, sniff!!- Contestó con más llanto.
-Benicio, Maxi debe estar enojado ahora, amor. Pero dale tiempo, ya
verás que se le va a pasar, shhh!! Ssshhh!!! Ya no llores, bebito, o te dolerá
la cabecita!!- Con dulzura, el abogado limpió las lágrimas de los
cachetes de su angelito y luego le dijo:- Quieres que le hablemos juntos?!! Le podemos
llamar y explicarle cómo fueron las cosas- Ofreció Edú, pero Beni lo
miró con asombro y algo de vergüenza y se apresuró a decir-
-Nooo, papito!!! No!! No le
digas que… que… que me diste nal… que m-me castigaste, por favor!!! Promete que
no le dirás, papii, promételo, por favor!!- Suplicó el adolescente,
sujetando con sus manitos el rostro de su padre.
-Claro que no le diremos eso, chiquito, sólo llámalo y cuéntale el
resto, él te escuchará!!!-
Eduardo sacó de su bolsillo su celular y se lo dio a Beni, indicándole con la
cabeza que procediera a marcar el número de su amigo.
Benicio marcó a la casa de Máximo, sospechando que su amigo no
tendría su teléfono por estar castigado. Y no estaba equivocado.
-Hola, Tío Roby, está
Máximo??!!- Saludó el pequeño.
-Hola bonito, cómo estás?!-
Roberto sonrió para sí al escuchar la vocecita de Ben. Aunque no era su
sobrino, ese hombre había llegado a quererlo como a un hijo más.
-Bien, gracias. Puedo
hablar con Max, por favor??!!!-
-Lo
siento, cariño, pero Max está castigado y tiene prohibidas las llamadas hasta
el lunes.- Dijo Roberto, poniendo
firmeza en su voz.
-P-pero tío… por favooor,
será sólo un momento, lo prometo!!- Replicó Ben.
-No
Benicio, lo lamento- Dijo,
intentando permanecer inmutable al tono lastimero de Ben.- …pero soy muy firme con los castigos y Máximo no podrá recibir ni hacer
llamados hasta el lunes ni recibir visitas hasta esa fecha. Veremos si así
aprende que robarse las bebidas del hermano está muy mal y peor aún el hecho de
beberlas, faltándole todavía unos cuántos años para poder hacerlo legalmente.-
Concluyó Roberto, sin dar su brazo a torcer, provocando que Beni se largara a
llorar. –Vamos, bonito, podrás hablarle
el lunes, ya verás que los días pasan rápido…- Y lo siguiente que Roberto
escuchó fue el sonido del teléfono, una vez que Benicio cortó la llamada.
-Qué pasó, bebé?!!- Preguntó Eduardo, extendiendo sus brazos
para abrazar a Beni.
-No quiso q-que le
ha-hable, el tío Roby me d-dijo que está cas… que está castigado, papáaa!!!-
Lloró apesadumbrado el chiquito.
-Aw, cariño!!! Yaaaa…. Yaaaa, mi amor!! Puedes hablar con él el lunes en
la escuela, ssshhh… shhhh!!!!! No llores más!!
-Por qué tuviste que
contarle, papitoo!!! Es- esto e-es tu culpaa!!!... Buaaa
-Eso no es cierto, jovencito!! Ya te lo expliqué amor!!! Esas no son cosas
que uno pueda omitir!! No te has puesto a pensar que robar, beber, distribuir
bebidas alcohólicas entre los menores de edad son delitos, chiquito mío!! Y su
padre merece saber la verdad para tomar cartas en el asunto!! Una simple
travesura, puede transformarse en una tragedia si ustedes andan alcoholizados
por ahí!! Les pudo haber pasado algo malo, hijo!!–Explicó pacientemente
papá.
-Ahora, vamos a lavarte la carita y luego a dormir, si?!! No llores más
tesoro!!! Las cosas se van a resolver… ten paciencia, sí?!!- Añadió,
acurrucándolo contra su pecho por unos momentitos.
Eduardo llevó a su hijo al baño. Le ayudó a lavarse y secarse la
carita y le limpió la nariz colorada. Luego lo ayudó a ponerse su pijama y
cuando estuvo listo, lo acostó y le dio un beso en la frentecita.
-Buenas noches, mi muñequito!!- Le susurró papá al oído.
-Buenas noches, papito!!-
Fue la respuesta suavecita de su pequeño.
Eduardo sonrió cálidamente y salió de la habitación de su
retoñito, rumbo a la de Leandro.
……………………………..
Pero Benicio no podía conciliar el sueño. Él se sentía un traidor
con su amigo. Por su culpa, Maxi tenía que estar prácticamente preso en su casa
y encima debía ir al taller de drogadicción. Algo tenía que hacer…. Pero qué?!!
Su tío no le había permitido hablar con él y tampoco podría verlo hasta dentro
de dos largos días!! Salvo que….. Pero eso era demasiado arriesgado!!!!.... No
importa, el perdón de su amigo lo valía….
…………………………….
Con el avance de las horas, una torrentosa tormenta empezó a caer sobre
toda la ciudad. De tanto en tanto, las luces de los refucilos iluminaban la
habitación principal de la familia Robles haciendo que se dibujaran sombras
grandes y pequeñas por las paredes. Pero cuando la caída de un rayo odiosamente
ruidoso despertó a Elisa, la mujer se pegó un susto y se aferró por unos
segundos a su maridito durmiente… Eduardo parecía ni haberse enterado de que
afuera se estaba cayendo el cielo.
Eli lo miró por un largo rato, pasando su mano suave por los
cabellos de su esposo, le encantaba mirarlo tan inocente y pasivo. Eduardo era
su gran amor. Un hombre cariñoso, gentil, justo… El hombre de sus sueños!! Como
un acto reflejo, Edú tomó la mano de su mujer y le dio un beso en el dorso y se
acomodó para seguir durmiendo.
Elisa intentó seguirlo en sueños, pero no podía. Suspiró un tanto
angustiada, había algo que la estaba manteniendo despierta y no sabía qué era,
así que decidió levantarse y asegurarse que sus bellos angelitos estuvieran
durmiendo.
Cuando Eli salió de la recámara de Lean, nada la preparó para la
sorpresa que le esperaba en el cuarto de su Bebito.
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-Cariño?!! Cariño,
despierta!!!- Eli tironeaba de los brazos a su marido en un intento
desesperado por despertarlo- Benicio no
está en su cuarto!!!- Le dijo cuando Eduardo abrió los ojos.
Un instante antes, Elisa
había ido a darle el beso de las buenas noches al más pequeño de sus hijos y a
cerciorarse de que estuviera bien arropado, pero cuando se acercó a la cama, en
vez de encontrar el cuerpo calentito de su bebecito, lo que halló fueron un
montón de sábanas y frazadas imitando la forma del chico dormido. Eli no supo
más que salir corriendo de allí, con los pulmones en la boca, rumbo a su alcoba
donde la esperaba su marido.
-Cómo que Beni no está?!! Pero si hace- Eduardo se fijó en el
reloj de la mesita de luz- hace más de una hora que lo dejé durmiendo
en su cama!!!- Dijo Eduardo con preocupación.- Vamos a
ver… a lo mejor está en el baño!!- Intentó razonar el hombre.
-No, Eduardo. No entiendes.
Benicio no está en la casa… dejó en su cama unas cuantas cobijas para que
pensáramos que era él durmiendo… Cariño, dónde se habrá ido mi bebé?!!!- A
estas alturas, la linda madre estaba que lloraba a mares de lo angustiada e
impotente que se sentía.
-No lo sé… pero tranquilízate, Cielo. Lo encontraré y lo traeré a casa…
y pobre de su trasero cuando lo haga, porque en cuanto ponga mis manos en su
cuerpecito, no le quedarán ganas de sentarse en un año a ese mocoso!!!- Sentenció
Eduardo, haciendo que los nervios de Eli aumentaran aún más!!
-Pero qué demonios estás
diciendo, Eduardo?!!!- Dijo Eli, secándose las lágrimas y olvidándose de
sus propios sentimientos- Ayer tú mismo
me reprochaste por haberle dado 5 cintarazos y ahora como si nada vienes a
amenazar de ésta forma?!! Qué está pasando contigo?!!!- Riñó Elisa,
bastante enfadada por la actitud de su marido. Já… delante de ella NADIE
amenaza a su bebé!!!!
-Pero Elisa, cómo quieres que me ponga si no sé dónde carajos se metió
nuestro hijo!!!- Respondió el abogado, intentando mantener su voz lo
más civilizada que podía- Quieres que me suelte a dar saltos de
alegría por la osadía de Benicio de salirse a ÉSTA hora de la casa, con ÉSTE
clima de perros y SIN decir a dónde diablos se va?!! Con lo peligrosa que está
la calle?!!- Contestó Edú, suficientemente fuerte como para que lo
oyeran todos en China.
-Espérate. No vas a salir a
ningún lado hasta que me prometas que no vas a castigar a Benicio…- Edú
intentó protestar, pero Eli lo calló poniendo su mano sobre su boca- …estando enojado como estás!!- Culminó
el pedido de mamá!
El padre disgustado se tomó unos segundos para dar una necesaria
respiración profunda, que aliviara su tensión- Está bien, está bien!!! Tienes
razón!!!- Le dijo a su esposa- Voy a controlarme, lo prometo!! Pero dejemos
de perder el tiempo y empecemos a buscar a Ben, Cariño!!
-Sí. Vamos!!- Con eso,
ambos padres comenzaron la búsqueda de su principito perdido.
Elisa llamó al celular del niño, pero en todo momento le dio la
contestadora… a la quinta vez que aquella fastidiosa voz femenina sonó en su
oído, Elisa cerró con violencia el aparatito y le dijo a su marido- Benicio tiene apagado su celular, tú tuviste
suerte?!!- Pero su marido no pudo responder porque justo del otro lado de
la línea, su colega Roberto contestó:-
-Hola!!- Se oyó la voz cansada de su amigo.
-Hola Roberto, soy Eduardo, disculpa que te moleste a ésta hora pero…
Benicio no está en casa y me preguntaba si no lo has visto por ahí?!!-
Indagó esperanzado el papá del escapista más bonito de toda la ciudad.
-Hola Edú, lamento decirte
que no lo he visto y no creo que haya
venido porque le dije que Maxi no podía recibir visitas por estar
castigado, de veras lo siento, pero… un
momento. Espera. Emanuel acaba de llegar… le preguntaré a él!!- Roberto se
giró para ver a su hijo mayor, que lo miró con una carita de atrapado “in
fraganti”- Ema, no sabes si Benicio vino
a casa?!!- Pero Emanuel no contestó.
-Emanuel!!- Roberto
repitió el llamado, esta vez levantando un poco la voz- Esto es importante!! Has visto a Benicio?!!- Esta vez la pregunta
fue sólida y la mirada de papá se clavó en los ojos de su hijo mayor.
-Sí, papá!!- Contestó
Ema, sabiendo que tarde o temprano esto iba a ocurrir- Benicio
está arriba… está hablando con Maxi, lo siento, sé que no debía pero…
-Intentó explicarse el muchacho, pero su papá lo interrumpió-
-Está bien, hijo. No te
preocupes por eso… Eduardo?!! Benicio está aquí!!!- Roberto pudo escuchar
un laaaargo suspiro de alivio, tanto de Eduardo como de Elisa.
-Quieres que lo lleve a tu
casa?!!- Se ofreció-
-No, no. Te lo agradezco, pero yo iré por él…. Quiero pedirte un favor,
amigo. Podrías no decirle a Ben que voy para allá?……..Gracias Roberto, y
disculpa por favor la molestia…- Continuó Edú.
-Sí,
claro… No es ninguna molestia… Está bien, te esperamos… Adiós!!!-
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Unos escasos 20 minutos antes…..
Benicio había tomado la descabellada decisión de escaparse de su
casa para ir a ver a su amigo Max… Le urgía explicarle cómo se habían dado los
hechos la tarde anterior y más que nada quería decirle a su amigo lo mucho que
sentía que su padre lo hubiera reprendido. Así, acomodó unas cuantas frazadas
en su camita, rogando mentalmente que ni a su madre ni a su padre se les
ocurriera ir a verlo… o que si lo hacían, fuera después que él se hubiera
amistado con Máximo.
Vestido con una delgada camperita azul, jeans y zapatillas,
nuestro valiente mocoso, se escabulló por las escaleras hasta la planta baja,
tomó las llaves del cestillo de la cocina y salió por la puerta de atrás de su
casa, intentando hacer el menor ruido posible para no ser descubierto, y lo
logró. Ya estando en la calle, era cuestión de apurar sus pasos para llegar
a lo de Max que vivía a unas pocas
cuadras de su casa. Pero en el momento en que sus piecitos tocaron la vereda,
la tormenta empezó su gran espectáculo, empapando de pies a cabezas al osado
muchachito.
Por suerte para él, Máximo vivía sólo a 5 cuadras de allí, pero
aún así el crío llegó chorreando agua hasta por las narices.
Cuando Ben estuvo al frente del hogar de su amigo tiritaba no ya
sólo del frío sino que también del miedo a ser descubierto. Los segundos
continuaban pasando y el niño empezó a impacientarse, preguntándose cómo haría
para entrar a aquella vivienda y, más aún, para llegar a la habitación de Maxi
sin ser descubierto…. Y como no se le ocurría nada, las lágrimas empezaron a
agolparse en sus ojitos, de lo impotente que se sentía. Tan lejos había llegado
y ahora no tenía idea de cómo podría ver a su hermano del alma…
Pero al parecer, por esa única vez, la fortuna parecía haberse
puesto de su lado esa noche, porque justo cuando se estaba resignando a volver
a su casa sin charlar con Max, el hermano mayor de éste llegaba a su casa en el
auto de Roberto. Mientras se mordía los labios de los nervios y la ansiedad que
lo rondaba, Beni se acercó hasta él.
Cuando Emanuel se bajó del vehículo para abrir el portón de su
casa, se percató de la presencia de Ben que lo miraba con carita de congoja,
todo mojado y temblando de frío.
-Benicio?!!! Qué haces
aquí?!! Tus padres…?!!! –Empezó a interrogar el futuro abogado, pero su
amiguito le interrumpió con su vocecita quebrajosa.
-Ema, por favor, no les
digas aún, quieres?!! T-tú podrías ayudarme?!!!- Susurró Ben sin poder
evitar los temblores.
-Vamos adentro, niño!!!
Estarás en serios problemas cuando Eduardo
se entere…!!- Habló Emanuel, presagiando el futuro rojo y dolorido que le
esperaba al traserito de Benicio.
///////////////////
Una vez adentro de la casa de la familia López Fuente, Benicio se
encaminó a la habitación de Max junto con Ema, que le había alcanzado una
toalla para que se secara el rostro.
-Tok… tok… Max?!!- Dijo Emanuel.
-Pasa…- Se oyó la voz de Maxi autorizando la entrada a su hermano, pero
jamás se imaginó quién iba a ingresar en su lugar.-
-Benicio?!!
Qué haces aquí?!! No sabes que estoy castigado y no puedo recibir visitas?!!- Casi gritó Máximo, poniéndose colorado en menos de un segundo.
Ben no supo si su amigo se
había tornado rojo de furia o de vergüenza, pero decidió ir directo al tema que
lo traía a tan inusual horario de visita.
-Max,
por favor, escúchame un momento amigo…
-Ay, qué demonios quieres,
eh?!!- Contestó con fastidio el adolescente- A qué has venido?!! Quieres buscarme problemas con mi padre?!! Eso
quieres??!!
-Nooo,
nooo!! Escucha yo…
-Mejor te vas por donde viniste,
ya es tarde y mañana temprano tengo que ir a un curso educativo, gracias a
ti!!!- Le dijo, estrellando su dedo índice en el pecho del más pequeño.
-Maxi lo siento… pero debes
creerme que no fue mi intención que te castigaran, es más, mi padre también
me--me castigó. Él, él me… me…- Benicio, respiraba con dificultad,
debatiéndose entre contarle a su amigo cómo sus padres se habían encargado del
asunto o simplemente guardarse aquél vergonzoso secretito. Pero antes de que
pudiera continuar, Eduardo y Roberto entraron a la habitación.
-Pa-papá!!!- Murmuró Ben, preso del susto de ver a su papito allí, serio, con
la cara rabiosa.- Lo siento…!!!-
Atinó a decir, antes de que su padre lo tomara de un brazo y lo inclinara hacia
un costado contra su cuerpo.
PLAFF…
PLAFF… PLAFF… PLAFF
Resonaron las palmadas sobre los jeans mojados del chico,
haciéndole que pegara unos pocos grititos y derramara unas cuantas lágrimas más
de la humillación que del dolor.
-Auuuuu…. ayyy, papito, nooo!!! A-aquí noo!!- Suplicó el chiquito,
poniendo su mano para evitar que siguieran cayendo más chirlos.
-En qué demonios estabas pensando al salirte de la casa a ésta
hora de la noche, Benicio?!!!-
Reclamó papá, sacudiendo bruscamente a su niño por los hombres.
-T-tenía q-que ha-hablar
con M-Maxi!!! Papi, perdónnn!!!- Susurró el angelito, llevándose las
manitos a sus ojos para secarse las lágrimas.
-Ven aquí, Bebito!!!- Eduardo abrió sus bazos para acurrucar a
su bebecito en ellos, aliviado de saberlo a salvo. Tantas cosas le pudieron
haber pasado. Pero para su gran alegría, su niño estaba bien y él se encargaría
muy pronto de quitarle esa costumbre de hacer visitas a altas horas de la
noche, sin el permiso de papá y mamá. –Ssshhh...
Shhh… Cálmate ahora, bonito mío!! Me diste un gran susto, cariño, y cuando
lleguemos a casa, tú y yo vamos a hablar seriamente de las escapadas nocturnas,
está claro, jovencito?!!!- Eduardo sólo obtuvo como respuesta un
sollozo más fuerte y un gesto afirmativo con la cabeza.
-L-lo
si-sien-too!!!- Sólo pudo decir Beni, no
queriéndose imaginar esa charla.
-Lo sé cariño, yo también lo siento pero me parece que ésta al
igual que la lección de “no tomar alcohol”, la tendrás que aprender por las
malas, mi vida!!- Dijo
con desgano el abogado, apretujando más a su niñito contra su pecho.
Ambos, padre e hijo, pasaron unos largos segundos abrazados en
silencio, abstraídos de lo que sucedía a su alrededor, hasta que la voz de Max
los alertó de la presencia de testigos.
-T-tío
Eduardo?!! T-tú le pegaste a Ben por lo de las cervezas?!!- Preguntó tímidamente Máximo, sin poder quitar sus ojos de la
carita avergonzada de su amiguito.
-Sí, Max. Benicio pagó muy caro el precio por beber cervezas a una
edad que no debe!! Y espero que esa travesura no se vuelva a repetir!!- Espetó firme pero amablemente, el abogado.
Maxi se acercó un poco hacia donde estaba su hermanito de vida.
Quería volver el tiempo atrás y no haber dicho todas esas cosas que dijo, pero
como eso era imposible, sólo podía pedirle perdón.
-Bebé,
lo lamento. Fui un tonto todo el día!!! Yo… yo pensé que lo habías hecho para
que tu padre no te castigue… Discúlpame Benicio, por favor!! Aunque entenderé
si no lo haces!!! Tienes todo el derecho del mundo de estar enojado conmigo!!- Ben únicamente sonrió y se tiró a los brazos de su amigo,
diciéndole que todo estaba perdonado entre ellos... Después de todo, aquella
salida furtiva había tenido el resultado que él buscaba… Excepto por la temida
conversación que su padre pensaba tener con su trasero descubierto y sobre sus
rodillas.
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Elisa apenas sintió el sonido del auto aparcando en el garaje,
corrió a la puerta para recibir a su hijo.
-Mi
amor. Estás bien, cariño?!! Estás bien, mi vida?!!!- Le dijo, abrazándolo con desesperación, llenándolo de besos.
-Sí,
mamita, estoy bien, no te preocupes!!!- Contestó el pequeño, intentando calmar a su madre.
-Qué
alivio, mi amor!!!- Añadió
Eli para luego regalarle tres sonoras nalgadas.
PLAFF… PLAFF… PLAFF…
-Auuu!! Ayyy!! Yaaaa, mamita, yaaa!!!- Benicio aún traía la ropa mojada y la pielcita fría por lo que
esas palmadas sí que le habían dolido.
-Estás castigado,
Benicio!!!- Dijo mamá sin dar más vueltas.
-Pero mamita…- Se
atrevió a protestar la criatura.
-Pero nada!!!!... Tienes
idea del susto que me di cuando no te encontré en tu cama, jovencito?!! En qué
estabas pensando al salirte de la casa corriendo el riesgo de enfermarte con
toda esa lluvia?!! Eh?!! Mírate cómo estás… Estás todo mojado!! –Elisa
seguía empecinada con el regaño- Vete
inmediatamente a tu habitación y te cambias de ropa, pero ya, hijo!!!-
Culminó la sentencia con una fuerte palmada para impulsarlo hacia su habitación…….
PLAFFF!!!!!!.....
-Auuuuuu…- Respondió
Beni antes de echarse a correr rumbo a su habitación.
-Tranquila, Cielo!! Beni está bien. Nuestro niño está bien. Ya
está en casa!!- Dijo
Edú, abrazando suavemente a su esposa.
-Lo sé,
amor. Gracias a Dios, nuestro hijo está bien!!!- Eli devolvió el abrazo y colocó un tierno beso en los labios
de su marido.
-Y ahora me toca ir a aclarar los hechos con él- Dijo el hombre, sin ánimos de nada pero sintiendo la obligación
de arreglar las cosas con su retoño. –Amor?!! Me prestas tu cepillo?
-Ohh, cariño, tu cabello
luce tan lindo un poquito despeinado, pero no crees que no es el momento para
cep… oh-oh!!! Tú no estarás pensando en usar el cepillo para…- Pero no
quiso continuar porque la mirada decidida de su marido confirmó sus temores. -Cielito, no!!!-
-Eli, Benicio tomó un gran riesgo al salir de casa sin permiso. Por
suerte está bien, pero eso no quita que pudo haberle pasado algo malo… Te has
puesto a pensar en lo peligrosa que está la calle para un niño como él?!! Por
eso Cielo, aunque me duela en el alma, tengo que ser firme con nuestro hijito,
y… es el cepillo o es mi cinturón!!!- Terminó su perorata el doctor,
clavando sus ojos claros, en los más claros de su esposa.
-Está
bien, Edú, haz lo que tengas que hacer… pero no seas muy duro con mi bebé, por
favor, amor!!!-
-Jamás dañaría a mi niño!!- Eduardo asentó un beso en la mejilla
de Elisa y subió a su habitación para retirar el cepillo aquél. Una vez que lo
probó en su mano y supo que sería efectivo para dejar una buena impresión en su
pequeño, Edú caminó al cuarto de Benicio.
Allí encontró a Beni, poniéndose el pantaloncito del pijama, y
abriendo las sábanas para acostarse.
-Espera un momento, Hijito. Antes de que te acuestes a dormir, tú
y yo debemos hablar seriamente de lo que hiciste esta noche!!- Dijo Eduardo, tomando asiento en la cama del niño y ayudándolo a sentarse
junto a él.
-Me quieres decir en qué estabas pensando para salirte de casa a éstas
horas y con semejante tormenta?!! Uhmm?!!- Preguntó papá, obligando a
Beni a mirarlo a los ojos.
-Papito, yo debía hablar
con Max… no quería que siguiera enojado conmigo y no podía esperar hasta el
lunes. Tenía que hacerlo papi, por favor, entiéndeme, si?!!
-Está bien, amor!! Te entiendo. Pero eso no significa que quedarás sin
castigo!! Lo que hiciste, estuvo mal y tú lo sabes!! Ven aquí…- Dijo
Eduardo tirando del bracito de su bebé para atraerlo hacia su regazo.
-Noooo…
no, no, no!!! No, papito!!! Por favor!!!
-Lo lamento amorcito, pero esto va a pasar quieras o no!!!- Acto seguido, Eduardo tumbó a su angelito sobre sus rodillas y le
bajó el pantaloncito hasta dejarlo debajo de los muslos. Con su brazo izquierdo
apresó la cintura de su nene para que no se escapara y con la mano derecha tomó
el cepilló. Luego elevó alto el brazo, dejándolo caer con fuerza sobre la
inocente nalguita de su mocoso.
CRACKKK!!!!
-Buaaa…..
auauauau!!! Noooo, papiiiii, noo!!!- Lloró Beni, girando un poco la cabecita para ver con qué le
estaba pegando su papá.
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...
…- De dos en dos, Don Eduardo empezó castigando la colita de Benicio que
lloraba desesperado desde el primer cepillazo. Era la primera vez que su papá
le pegaba con otra cosa que no fuera su mano y aquél dolor se sentía horrible.
-Auuuuuu…
Papii, dueleeee!! Dueleeee… Buaaaa… Ayayayay… Papitooo, ya nooo!!!! Ya noooo!!!
Buaaaaa- Suplicó el niño, poniendo
su manito en un afanoso intento por proteger a su trasero. Pero papá únicamente
la tomó con su mano izquierda y la sostuvo contra la espaldita de Ben.
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...-
Edú prosiguió con la paliza, pintando de un rojo furioso las nalgas desnudas de
Benicio.
-Que sea la última vez que se te ocurre salir de casa sin permiso,
estamos?!!- Regañó el hombre, azotando con consciencia el pequeño trasero
sobre sus piernas.
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... …
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...
-Auauauauauu!!!!
Lo sientoooo, lo sie- lo sient-too!!! No lo volveré a ha- haceeeer, papitooo!!!
Lo prometooo!! Lo prometoo!! Buaaaaaaaaaa!!!- Lloriqueaba con desconsuelo el pequeño.
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...
-Nunca más vas a escaparte de tu hogar, hijo… por ningún motivo!!!!- Acentuó
la lección Eduardo con esos últimos cepillazos, más fuertes que los anteriores,
que hicieron aullar a Benicio del dolor.
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... …
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...
-Ahhhhh!! Nu-nuncaaaa,
nunca más, papáaaaa!!! Lo prometoo!! Pero ya no máaas!!! No más!!
Buaaaaaaaaaa!!! Bastaaa, papiiiii!!! Buaaaaa!!!
-Sshhh… ya está cariño, ya se terminó, hijito lindo!!! Shhhh, mi bebé!!!
Ya pasó, chiquito, respira, asíii, asíii, muy bien, mi pequeño… vamos a
acomodarte la ropita y luego a dormir, si, mi muñequito?!!- Le
susurraba papá, subiendo lentamente la ropa sobre las nalguitas candentes y
rojas de su principito, y ayudándolo a darse la vuelta para dejarlo acunadito
en su regazo.
-Auuu… Sniff… sniff… due- duelee m-mu-muchoooo!!!!!- Gimoteó el gordito.
-Ssshhh, shhh!!! Calma, calma, mi bonito. No sabes lo que me duele
tener que castigarte hijito!! Hacerte llorar es como una pesadilla para mí!!
Pero lo que hiciste esta noche pudo haberte costado la vida, Amor. Hay gente
muy peligrosa en la calle, que no dudará en hacerte daño aún por un simple par
de zapatillas. Entiendes, por qué tuve que ser tan severo contigo?!!- Decía con cariño el devoto padre, meciendo a su amado hijo en sus
bazos.
-S-siiiii,
papitoo!! Hip… L-lo lo sien-tooo!!! Pe-pero… hip… y-yo que-quería ha-hablar
c-con M-max…- Se excusó el niñito
entre hipos y sorbos, aferrándose con fuerzas a la camisa de su padre.
-Lo sé, chiquito, pero esa no es excusa para salir sin permiso, y menos
sin que nadie lo sepa!!!- Le aclaró Eduardo, pasando su mano dulcemente
por los cabellitos de su nene.- Que sea la última vez, Benicio!!!
-Lo pro- lo prometo!!!-
Aseguró el muchachito, acurrucándose entre los brazos seguros de su papá.- Te
quiero papito!!!- Susurró Beni, antes de caer rendido del sueño.
-Y yo te amo tanto, mi bebecito!!!- Eduardo con el mayor de los
cuidados, se levantó de la cama, cargando a su niño hasta su habitación. Cuando
Eli lo vio entrar, corrió las mantas de la cama, observando cómo su marido
acostaba a su muñequito sobre su pancita.
Benicio durmió toda la noche, calentito y seguro entre las dos
personas que más lo amaban en el mundo!!!
…..FIN DEL CAPÍTULO
DOS!!!!
Hola amiga! Muy feliz me has hecho, con estos dos capítulos, eres una gran escritora y espero que muy pronto me traigas más sorpresas de este jovencito precioso llamado Benicio (quiero las dos versiones)Eres fantástica creando situaciones y escenarios, bueno aunque espero que Ben no haga tantas locuras, para que no le tengan que castigar muy pronto.
ResponderBorrarNicole.
Me encanto ambas historias, tienes mucha imaginacion, y un crio que se mete en lios muy gordos por cierto
ResponderBorrarMarambra
Gracias Nicole querida y Marambra por su apoyo!!! Son unas genias ambas!! Las quiero mucho amigas!!!! y espero ansiosa por sus historias!!! No se demoren por fisss!!! =D
ResponderBorrarUn besote a ambas!!!!