lunes, 24 de junio de 2013

Capítulo 2: De noche sale la luna… y Benicio???


Las lecciones de Benicio!!!!!

Capítulo 2: De noche sale la luna… y Benicio???
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Al día siguiente, nuestro angelito de ojos celestes despertó con un leve dolor de cabeza… y de trasero. La idea de quedarse en cama ese día le resultaba tan atractiva pero, por desgracia, en la mañana tenía examen de Biología muy importante para sus notas, así que debía asistir a clases sí o sí.
A los pocos minutitos de que Benicio abriera sus ojitos, su padre entró a la habitación trayendo una bandeja con un delicioso desayuno que hizo que el dolorcito de cabeza de Beni pasara a la historia en un dos por tres!!!!
Pero ese día, además de un examen súper difícil sobre el sistema nervioso, al adorable jovencito le tocó enfrentarse a la furia de su mejor amigo, Máximo, que no perdió oportunidad de escupir su enojo en la primer oportunidad que vio.
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-Eres un tonto, Benicio!!!! Cómo pudiste decirle a tu padre lo de las bebidas!!- Máximo reclamó, bastante enfadado en pleno patio del Colegio.
-Lo siento. –Contestó apenado el más pequeño.
-Arrgg… Por tu culpa mi padre me regañó y mi hermano está furioso conmigo!! No podías haberle inventado algo a tu papá?!!- El chico estaba que ni él mismo se aguantaba. La noche anterior, Don Eduardo había decidido llamar a Roberto y contarle que su hijo, Benicio y otros compañeritos más habían estado tomando cervezas afuera del colegio, en el supuesto afán de celebrar el cumple de Andrea, novia de Maxi. Cuando Roberto escuchó lo que su colega le contó se enojó muchísimo, tanto con Maxi como con su hijo mayor por ser un irresponsable que dejaba su bebida al alcance de su hermanito.
Como medida de castigo, Roberto, luego de un sermón de película, le había prohibido terminantemente al mayor de sus hijos que llevara bebidas alcohólicas a su casa y había decidido que Max concurriera a un curso sobre los efectos del alcohol y las drogas en los adolescentes, además de condenarlo a una semana de restricción, sin poder ver a Andrea después del horario de escuela, por lo que el muchacho estaba más que disgustado con su joven amiguito. Pero él no sabía que Beni, no la había sacado nada barata ni que había recibido unas cuantas palmadas primero de su madre y luego, de su papito. Max pensaba que Ben había contado todo sólo por quedar como un buen niño delante de sus padres así que para él, Benicio se había convertido en un vil traidor.
-Max, entiéndeme, papá me peg… -Benicio se mordió la lengua para no decir la palabra. Se moría de vergüenza de sólo recordar que su papá le había pegado en sus nalguitas desnudas-- me preguntó y no pude mentirle!! Sabes que no soy muy bueno diciendo mentiras!! Por favooor… Perdóname, amigo!!
-Déjame en paz, quieres Benicio!! Ya hiciste mucho abriendo tu gran bocota, ahora no tengo ganas de hablar contigo!! Vengan muchachos, dejemos a éste nene de papá para que vaya a estudiar!!! No querrá enojar a sus padres sacando un 9, verdad?!! Jajajajajaj-  Y así, entre ironías y risotadas, Máximo, Luis, Hernán y otros de los adolescentes, amigos de Ben marcharon detrás de Maxi que iba en busca de su novia, dejando atrás, con el alma hecha pedacitos al más joven del grupo, a Benicio.
Beni suspiró profundo, intentando contener las lágrimas que se habían aglutinado en sus ojos. Le dolía tanto que su mejor amigo no lo hubiera disculpado, es más, ni siquiera lo había escuchado. Con ese dolor en su corazón, se dio la vuelta para volver a su salón de clases sin percatarse de que unas lágrimas le recorrían la mejilla.
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Esa noche en su casa, Benicio anunció a sus padres que no tenía apetito y que se iba a su cuarto porque no se sentía bien.
-Qué te ocurre cariño?!! Te duele algo?!! La cabecita o la panza?!!- Le preguntó su mamá con cariño, mientras ponía su mano en la frente del niño buscando algún indicio de fiebre u otro síntoma.
-No mamá, no es eso, es que… es que estoy cansado! Eso es todo!! Puedo retirarme, por favor?!- Repitió el chiquito, mirando alternantemente a sus padres.
-Claro que sí cariño!! Qué descanses!!- Le dijo Eduardo, dándole un abrazo y un beso en la frente antes de verlo marchar hacia su cuarto. El abogado se quedó observando a su pequeño desaparecer por las escaleras, preocupado por el semblante alicaído del muchacho hasta que la voz de Leandro lo trajo de regreso.
-Qué le pasará al enano?!!- Cuestionó Lean, también con la vista clavada en las escaleras, intrigado por el desánimo de su hermanito menor. Él adoraba la hora de la cena porque era el momento en que todos podían disfrutar y reírse de las locas ocurrencias de Benicio. El niño tenía un humor muy contagioso y no perdía oportunidad de entretener a su familia con sus monerías. Pero esa noche Benicio parecía estar al borde de las lágrimas y ninguno sospechaba por qué!!- Estuvo así casi todo el día!!-Continuó diciendo, ésta vez mirando a su padre.
-No lo sé, amor. –Respondió mamá- Tal vez le esté por dar un resfrío… ya sabes lo sensible que se pone cuando debe tomar medicinas. Si… debe ser eso. Tú podrías hablar con él cariño?!!- Dijo Elisa, tomando un bocado de su plato.
-Claro. En un rato subiré a verlo, ahora continuemos con la cena, sí?!!…- Habló Eduardo, llevándose el tenedor lleno de comida a la boca-.  …Uhmmm, amor, esto está delicioso… deberías cocinar más seguido!!!- Halagó Edú a su mujer, dándole una gran sonrisa.
-Jajaja… no mi amor, porque si lo hago, te estaría malacostumbrando… y después no vas a querer comer lo que Mari cocine. jajajaja
-Eres cruel con tu maridito lindo!!!- Le contestó Eduardo sin poder evitar hacer un puchero que arrancó una carcajada a su esposa y a su hijo.
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Mientras en el living de la planta baja, la familia continuaba disfrutando de una tranquila cena, arriba, en el segundo piso, la historia distaba mucho de ser la misma.
Benicio apenas llegó a su recámara, se arrojó a la cama a llorar, desbordado por las emociones vividas ese día. La angustia y la tristeza que había en su corazoncito le empezaban a jugar una mala partida y él no soportó más. Se abrazó con fuerza su almohada, apresándola entre sus brazos, y apoyó su carita en la confortante superficie aquella como intentando ocultar con ella el ruido de sus sollozos. Se sentía tan abatido y todo era porque su amigo, su compinche, su hermano del alma se había negado a escucharlo, y ni siquiera había aceptado sus disculpas…
Lejos estaba el muchacho de calmarse, para cuando su papá ingresó a su habitación.
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Unos momentos después de dar por terminada la comida, tal como había prometido, Don Eduardo decidió subir a ver cómo estaba su hijo.
Edú no tocó la puerta, creyendo que Ben estaba ya dormido, pero cuando entró a la habitación, se percató del llanto del niño y apresuró sus pasos para llegar a su lado.
-Bebé, por qué estás llorando, mi chiquito?!! Qué pasó, cariño?!!! Cuéntale a papá, si?!!!- Le dijo, intentando levantarlo de la cama para acunarlo en su regazo.
-Nooo…!! – Salió la repuesta llorosa de su bebé-
-Ssshhh… Mi amor, ven aquí cariño.- Insistió papá- Sucedió algo en el colegio?!! Uhmm?? No le quieres contar a papá?!!- Le hablaba suavecito, tomando de a poquito al chico en sus brazos.
-Confía en mí, tesoro!! Papá te escuchará… te prometo que no me enojaré si hiciste algo malo en el cole, pero cuéntame, sí, mi Beni bonito?!!- Eduardo mecía levemente al chiquito, intentando calmarlo ya que Ben parecía llorar más fuerte.
-L-le con- t-tast-te a-al tío R-rob-robertoooo!!!!- Gimoteó Benicio, acusando a su padre con la mirada acuosa.
-Mi amorcito, papá tenía que decírselo al tío porque si le pasaba algo malo a Maxi o lo descubrían en el colegio, él nunca me lo perdonaría, es más… yo no me lo hubiera perdonado, hijito. Hice eso porque era lo correcto, amor!!!- Le contestó Eduardo, llenándole de besos las mejillitas coloradas de su niño.
-Maxi se enojó contigo, bebé?!!- Preguntó, entendiendo el por qué de la tristeza que inundaba a su muchachito.
Desde hacía varios años que esos dos chicos se habían hecho amigos inseparables, cuando Máximo con 7 anitos, casi 8, había tenido  que repetir el primer grado porque el año anterior lo había perdido por causa de una enfermedad. Aquellos primeros días habían sido muy tensos para él porque al ser mayor que los otros niños nadie le quería hablar, hasta que un día se largó a llorar a todo pulmón en plena aula, dolido por el rechazo de sus compañeros. Fue entonces que Benicio, siendo el más pequeño de todo el curso, se animó a hablarle y desde ese momento se volvieron inseparables, a tal punto que sus padres tuvieron que agregar camas extras en sus recámaras porque los niños simplemente se rehusaban a separarse aún a la hora de dormir….  Ben y Max no hacían nada que no fuera juntos. Incluso en más de una oportunidad Leandro se había mostrado celoso por la amistad de los muchachos y se había molestado mucho cuando Ben empezó a llamar “hermanito” a Máximo.
-Siiiii… sniff… sniff!!! No quie… no quiere ha-hablarme!! Snif, sniff!!- Contestó con más llanto.
-Benicio, Maxi debe estar enojado ahora, amor. Pero dale tiempo, ya verás que se le va a pasar, shhh!! Ssshhh!!! Ya no llores, bebito, o te dolerá la cabecita!!- Con dulzura, el abogado limpió las lágrimas de los cachetes de su angelito y luego le dijo:- Quieres que le hablemos juntos?!! Le podemos llamar y explicarle cómo fueron las cosas- Ofreció Edú, pero Beni lo miró con asombro y algo de vergüenza y se apresuró a decir-
-Nooo, papito!!! No!! No le digas que… que… que me diste nal… que m-me castigaste, por favor!!! Promete que no le dirás, papii, promételo, por favor!!- Suplicó el adolescente, sujetando con sus manitos el rostro de su padre.
-Claro que no le diremos eso, chiquito, sólo llámalo y cuéntale el resto, él te escuchará!!!- Eduardo sacó de su bolsillo su celular y se lo dio a Beni, indicándole con la cabeza que procediera a marcar el número de su amigo.
Benicio marcó a la casa de Máximo, sospechando que su amigo no tendría su teléfono por estar castigado. Y no estaba equivocado.
-Hola, Tío Roby, está Máximo??!!- Saludó el pequeño.
-Hola bonito, cómo estás?!- Roberto sonrió para sí al escuchar la vocecita de Ben. Aunque no era su sobrino, ese hombre había llegado a quererlo como a un hijo más.
-Bien, gracias. Puedo hablar con Max, por favor??!!!-
-Lo siento, cariño, pero Max está castigado y tiene prohibidas las llamadas hasta el lunes.- Dijo Roberto, poniendo firmeza en su voz.
-P-pero tío… por favooor, será sólo un momento, lo prometo!!- Replicó Ben.
-No Benicio, lo lamento- Dijo, intentando permanecer inmutable al tono lastimero de Ben.- …pero soy muy firme con los castigos y Máximo no podrá recibir ni hacer llamados hasta el lunes ni recibir visitas hasta esa fecha. Veremos si así aprende que robarse las bebidas del hermano está muy mal y peor aún el hecho de beberlas, faltándole todavía unos cuántos años para poder hacerlo legalmente.- Concluyó Roberto, sin dar su brazo a torcer, provocando que Beni se largara a llorar. –Vamos, bonito, podrás hablarle el lunes, ya verás que los días pasan rápido…- Y lo siguiente que Roberto escuchó fue el sonido del teléfono, una vez que Benicio cortó la llamada.
-Qué pasó, bebé?!!- Preguntó Eduardo, extendiendo sus brazos para abrazar a Beni.
-No quiso q-que le ha-hable, el tío Roby me d-dijo que está cas… que está castigado, papáaa!!!- Lloró apesadumbrado el chiquito.
-Aw, cariño!!! Yaaaa…. Yaaaa, mi amor!! Puedes hablar con él el lunes en la escuela, ssshhh… shhhh!!!!! No llores más!!
-Por qué tuviste que contarle, papitoo!!! Es- esto e-es tu culpaa!!!... Buaaa
-Eso no es cierto, jovencito!! Ya te lo expliqué amor!!! Esas no son cosas que uno pueda omitir!! No te has puesto a pensar que robar, beber, distribuir bebidas alcohólicas entre los menores de edad son delitos, chiquito mío!! Y su padre merece saber la verdad para tomar cartas en el asunto!! Una simple travesura, puede transformarse en una tragedia si ustedes andan alcoholizados por ahí!! Les pudo haber pasado algo malo, hijo!!–Explicó pacientemente papá.
-Ahora, vamos a lavarte la carita y luego a dormir, si?!! No llores más tesoro!!! Las cosas se van a resolver… ten paciencia, sí?!!- Añadió, acurrucándolo contra su pecho por unos momentitos.
Eduardo llevó a su hijo al baño. Le ayudó a lavarse y secarse la carita y le limpió la nariz colorada. Luego lo ayudó a ponerse su pijama y cuando estuvo listo, lo acostó y le dio un beso en la frentecita.
-Buenas noches, mi muñequito!!- Le susurró papá al oído.
-Buenas noches, papito!!- Fue la respuesta suavecita de su pequeño.
Eduardo sonrió cálidamente y salió de la habitación de su retoñito, rumbo a la de Leandro.
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Pero Benicio no podía conciliar el sueño. Él se sentía un traidor con su amigo. Por su culpa, Maxi tenía que estar prácticamente preso en su casa y encima debía ir al taller de drogadicción. Algo tenía que hacer…. Pero qué?!! Su tío no le había permitido hablar con él y tampoco podría verlo hasta dentro de dos largos días!! Salvo que….. Pero eso era demasiado arriesgado!!!!.... No importa, el perdón de su amigo lo valía….
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Con el avance de las horas, una torrentosa tormenta empezó a caer sobre toda la ciudad. De tanto en tanto, las luces de los refucilos iluminaban la habitación principal de la familia Robles haciendo que se dibujaran sombras grandes y pequeñas por las paredes. Pero cuando la caída de un rayo odiosamente ruidoso despertó a Elisa, la mujer se pegó un susto y se aferró por unos segundos a su maridito durmiente… Eduardo parecía ni haberse enterado de que afuera se estaba cayendo el cielo.
Eli lo miró por un largo rato, pasando su mano suave por los cabellos de su esposo, le encantaba mirarlo tan inocente y pasivo. Eduardo era su gran amor. Un hombre cariñoso, gentil, justo… El hombre de sus sueños!! Como un acto reflejo, Edú tomó la mano de su mujer y le dio un beso en el dorso y se acomodó para seguir durmiendo.
Elisa intentó seguirlo en sueños, pero no podía. Suspiró un tanto angustiada, había algo que la estaba manteniendo despierta y no sabía qué era, así que decidió levantarse y asegurarse que sus bellos angelitos estuvieran durmiendo.
Cuando Eli salió de la recámara de Lean, nada la preparó para la sorpresa que le esperaba en el cuarto de su Bebito.
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-Cariño?!! Cariño, despierta!!!- Eli tironeaba de los brazos a su marido en un intento desesperado por despertarlo- Benicio no está en su cuarto!!!- Le dijo cuando Eduardo abrió los ojos.
 Un instante antes, Elisa había ido a darle el beso de las buenas noches al más pequeño de sus hijos y a cerciorarse de que estuviera bien arropado, pero cuando se acercó a la cama, en vez de encontrar el cuerpo calentito de su bebecito, lo que halló fueron un montón de sábanas y frazadas imitando la forma del chico dormido. Eli no supo más que salir corriendo de allí, con los pulmones en la boca, rumbo a su alcoba donde la esperaba su marido.
-Cómo que Beni no está?!! Pero si hace- Eduardo se fijó en el reloj de la mesita de luz- hace más de una hora que lo dejé durmiendo en su cama!!!- Dijo Eduardo con preocupación.- Vamos a ver… a lo mejor está en el baño!!- Intentó razonar el hombre.
-No, Eduardo. No entiendes. Benicio no está en la casa… dejó en su cama unas cuantas cobijas para que pensáramos que era él durmiendo… Cariño, dónde se habrá ido mi bebé?!!!- A estas alturas, la linda madre estaba que lloraba a mares de lo angustiada e impotente que se sentía.
-No lo sé… pero tranquilízate, Cielo. Lo encontraré y lo traeré a casa… y pobre de su trasero cuando lo haga, porque en cuanto ponga mis manos en su cuerpecito, no le quedarán ganas de sentarse en un año a ese mocoso!!!- Sentenció Eduardo, haciendo que los nervios de Eli aumentaran aún más!!
-Pero qué demonios estás diciendo, Eduardo?!!!- Dijo Eli, secándose las lágrimas y olvidándose de sus propios sentimientos- Ayer tú mismo me reprochaste por haberle dado 5 cintarazos y ahora como si nada vienes a amenazar de ésta forma?!! Qué está pasando contigo?!!!- Riñó Elisa, bastante enfadada por la actitud de su marido. Já… delante de ella NADIE amenaza a su bebé!!!!
-Pero Elisa, cómo quieres que me ponga si no sé dónde carajos se metió nuestro hijo!!!- Respondió el abogado, intentando mantener su voz lo más civilizada que podía- Quieres que me suelte a dar saltos de alegría por la osadía de Benicio de salirse a ÉSTA hora de la casa, con ÉSTE clima de perros y SIN decir a dónde diablos se va?!! Con lo peligrosa que está la calle?!!- Contestó Edú, suficientemente fuerte como para que lo oyeran todos en China.
-Espérate. No vas a salir a ningún lado hasta que me prometas que no vas a castigar a Benicio…- Edú intentó protestar, pero Eli lo calló poniendo su mano sobre su boca- …estando enojado como estás!!- Culminó el pedido de mamá!
El padre disgustado se tomó unos segundos para dar una necesaria respiración profunda, que aliviara su tensión- Está bien, está bien!!! Tienes razón!!!- Le dijo a su esposa- Voy a controlarme, lo prometo!! Pero dejemos de perder el tiempo y empecemos a buscar a Ben, Cariño!!
-Sí. Vamos!!- Con eso, ambos padres comenzaron la búsqueda de su principito perdido.
Elisa llamó al celular del niño, pero en todo momento le dio la contestadora… a la quinta vez que aquella fastidiosa voz femenina sonó en su oído, Elisa cerró con violencia el aparatito y le dijo a su marido- Benicio tiene apagado su celular, tú tuviste suerte?!!- Pero su marido no pudo responder porque justo del otro lado de la línea, su colega Roberto contestó:-
-Hola!!- Se oyó la voz cansada de su amigo.
-Hola Roberto, soy Eduardo, disculpa que te moleste a ésta hora pero… Benicio no está en casa y me preguntaba si no lo has visto por ahí?!!- Indagó esperanzado el papá del escapista más bonito de toda la ciudad.
-Hola Edú, lamento decirte que no lo he visto y  no creo que haya venido porque le dije que Maxi no podía recibir visitas por estar castigado,  de veras lo siento, pero… un momento. Espera. Emanuel acaba de llegar… le preguntaré a él!!- Roberto se giró para ver a su hijo mayor, que lo miró con una carita de atrapado “in fraganti”- Ema, no sabes si Benicio vino a casa?!!- Pero Emanuel no contestó.
-Emanuel!!- Roberto repitió el llamado, esta vez levantando un poco la voz- Esto es importante!! Has visto a Benicio?!!- Esta vez la pregunta fue sólida y la mirada de papá se clavó en los ojos de su hijo mayor.
-Sí, papá!!- Contestó Ema, sabiendo que tarde o temprano esto iba a ocurrir-  Benicio está arriba… está hablando con Maxi, lo siento, sé que no debía pero… -Intentó explicarse el muchacho, pero su papá lo interrumpió-
-Está bien, hijo. No te preocupes por eso… Eduardo?!! Benicio está aquí!!!- Roberto pudo escuchar un laaaargo suspiro de alivio, tanto de Eduardo como de Elisa.
-Quieres que lo lleve a tu casa?!!- Se ofreció-
-No, no. Te lo agradezco, pero yo iré por él…. Quiero pedirte un favor, amigo. Podrías no decirle a Ben que voy para allá?……..Gracias Roberto, y disculpa por favor la molestia…- Continuó Edú.
-Sí, claro… No es ninguna molestia… Está bien, te esperamos… Adiós!!!-
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Unos escasos 20 minutos antes…..
Benicio había tomado la descabellada decisión de escaparse de su casa para ir a ver a su amigo Max… Le urgía explicarle cómo se habían dado los hechos la tarde anterior y más que nada quería decirle a su amigo lo mucho que sentía que su padre lo hubiera reprendido. Así, acomodó unas cuantas frazadas en su camita, rogando mentalmente que ni a su madre ni a su padre se les ocurriera ir a verlo… o que si lo hacían, fuera después que él se hubiera amistado con Máximo.
Vestido con una delgada camperita azul, jeans y zapatillas, nuestro valiente mocoso, se escabulló por las escaleras hasta la planta baja, tomó las llaves del cestillo de la cocina y salió por la puerta de atrás de su casa, intentando hacer el menor ruido posible para no ser descubierto, y lo logró. Ya estando en la calle, era cuestión de apurar sus pasos para llegar a  lo de Max que vivía a unas pocas cuadras de su casa. Pero en el momento en que sus piecitos tocaron la vereda, la tormenta empezó su gran espectáculo, empapando de pies a cabezas al osado muchachito.
Por suerte para él, Máximo vivía sólo a 5 cuadras de allí, pero aún así el crío llegó chorreando agua hasta por las narices.
Cuando Ben estuvo al frente del hogar de su amigo tiritaba no ya sólo del frío sino que también del miedo a ser descubierto. Los segundos continuaban pasando y el niño empezó a impacientarse, preguntándose cómo haría para entrar a aquella vivienda y, más aún, para llegar a la habitación de Maxi sin ser descubierto…. Y como no se le ocurría nada, las lágrimas empezaron a agolparse en sus ojitos, de lo impotente que se sentía. Tan lejos había llegado y ahora no tenía idea de cómo podría ver a su hermano del alma…
Pero al parecer, por esa única vez, la fortuna parecía haberse puesto de su lado esa noche, porque justo cuando se estaba resignando a volver a su casa sin charlar con Max, el hermano mayor de éste llegaba a su casa en el auto de Roberto. Mientras se mordía los labios de los nervios y la ansiedad que lo rondaba, Beni se acercó hasta él.
Cuando Emanuel se bajó del vehículo para abrir el portón de su casa, se percató de la presencia de Ben que lo miraba con carita de congoja, todo mojado y temblando de frío.
-Benicio?!!! Qué haces aquí?!! Tus padres…?!!! –Empezó a interrogar el futuro abogado, pero su amiguito le interrumpió con su vocecita quebrajosa.
-Ema, por favor, no les digas aún, quieres?!! T-tú podrías ayudarme?!!!- Susurró Ben sin poder evitar los temblores.
-Vamos adentro, niño!!! Estarás  en serios problemas cuando Eduardo se entere…!!- Habló Emanuel, presagiando el futuro rojo y dolorido que le esperaba al traserito de  Benicio.
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Una vez adentro de la casa de la familia López Fuente, Benicio se encaminó a la habitación de Max junto con Ema, que le había alcanzado una toalla para que se secara el rostro.
-Tok… tok… Max?!!- Dijo Emanuel.
-Pasa…- Se oyó la voz de Maxi autorizando la entrada a su hermano, pero jamás se imaginó quién iba a ingresar en su lugar.-
-Benicio?!! Qué haces aquí?!! No sabes que estoy castigado y no puedo recibir visitas?!!- Casi gritó Máximo, poniéndose colorado en menos de un segundo.
Ben  no supo si su amigo se había tornado rojo de furia o de vergüenza, pero decidió ir directo al tema que lo traía a tan inusual horario de visita.
-Max, por favor, escúchame un momento amigo…
-Ay, qué demonios quieres, eh?!!- Contestó con fastidio el adolescente- A qué has venido?!! Quieres buscarme problemas con mi padre?!! Eso quieres??!!
-Nooo, nooo!! Escucha yo…
-Mejor te vas por donde viniste, ya es tarde y mañana temprano tengo que ir a un curso educativo, gracias a ti!!!- Le dijo, estrellando su dedo índice en el pecho del más pequeño.
-Maxi lo siento… pero debes creerme que no fue mi intención que te castigaran, es más, mi padre también me--me castigó. Él, él me… me…- Benicio, respiraba con dificultad, debatiéndose entre contarle a su amigo cómo sus padres se habían encargado del asunto o simplemente guardarse aquél vergonzoso secretito. Pero antes de que pudiera continuar, Eduardo y Roberto entraron a la habitación.
-Pa-papá!!!- Murmuró Ben, preso del susto de ver a su papito allí, serio, con la cara rabiosa.- Lo siento…!!!- Atinó a decir, antes de que su padre lo tomara de un brazo y lo inclinara hacia un costado contra su cuerpo.
PLAFF… PLAFF… PLAFF… PLAFF
Resonaron las palmadas sobre los jeans mojados del chico, haciéndole que pegara unos pocos grititos y derramara unas cuantas lágrimas más de la humillación que del dolor.
 -Auuuuu…. ayyy, papito, nooo!!! A-aquí noo!!- Suplicó el chiquito, poniendo su mano para evitar que siguieran cayendo más chirlos.
-En qué demonios estabas pensando al salirte de la casa a ésta hora de la noche, Benicio?!!!- Reclamó papá, sacudiendo bruscamente a su niño por los hombres.
-T-tenía q-que ha-hablar con M-Maxi!!! Papi, perdónnn!!!- Susurró el angelito, llevándose las manitos a sus ojos para secarse las lágrimas.
-Ven aquí, Bebito!!!- Eduardo abrió sus bazos para acurrucar a su bebecito en ellos, aliviado de saberlo a salvo. Tantas cosas le pudieron haber pasado. Pero para su gran alegría, su niño estaba bien y él se encargaría muy pronto de quitarle esa costumbre de hacer visitas a altas horas de la noche, sin el permiso de papá y mamá.  –Ssshhh... Shhh… Cálmate ahora, bonito mío!! Me diste un gran susto, cariño, y cuando lleguemos a casa, tú y yo vamos a hablar seriamente de las escapadas nocturnas, está claro, jovencito?!!!- Eduardo sólo obtuvo como respuesta un sollozo más fuerte y un gesto afirmativo con la cabeza.
-L-lo si-sien-too!!!- Sólo pudo decir Beni, no queriéndose imaginar esa charla.
-Lo sé cariño, yo también lo siento pero me parece que ésta al igual que la lección de “no tomar alcohol”, la tendrás que aprender por las malas, mi vida!!- Dijo con desgano el abogado, apretujando más a su niñito contra su pecho.
Ambos, padre e hijo, pasaron unos largos segundos abrazados en silencio, abstraídos de lo que sucedía a su alrededor, hasta que la voz de Max los alertó de la presencia de testigos.
-T-tío Eduardo?!! T-tú le pegaste a Ben por lo de las cervezas?!!- Preguntó tímidamente Máximo, sin poder quitar sus ojos de la carita avergonzada de su amiguito.
-Sí, Max. Benicio pagó muy caro el precio por beber cervezas a una edad que no debe!! Y espero que esa travesura no se vuelva a repetir!!- Espetó firme pero amablemente, el abogado.
Maxi se acercó un poco hacia donde estaba su hermanito de vida. Quería volver el tiempo atrás y no haber dicho todas esas cosas que dijo, pero como eso era imposible, sólo podía pedirle perdón.
-Bebé, lo lamento. Fui un tonto todo el día!!! Yo… yo pensé que lo habías hecho para que tu padre no te castigue… Discúlpame Benicio, por favor!! Aunque entenderé si no lo haces!!! Tienes todo el derecho del mundo de estar enojado conmigo!!- Ben únicamente sonrió y se tiró a los brazos de su amigo, diciéndole que todo estaba perdonado entre ellos... Después de todo, aquella salida furtiva había tenido el resultado que él buscaba… Excepto por la temida conversación que su padre pensaba tener con su trasero descubierto y sobre sus rodillas.
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Elisa apenas sintió el sonido del auto aparcando en el garaje, corrió a la puerta para recibir a su hijo.
-Mi amor. Estás bien, cariño?!! Estás bien, mi vida?!!!- Le dijo, abrazándolo con desesperación, llenándolo de besos.
-Sí, mamita, estoy bien, no te preocupes!!!- Contestó el pequeño, intentando calmar a su madre.
-Qué alivio, mi amor!!!- Añadió Eli para luego regalarle tres sonoras nalgadas.
PLAFF… PLAFF… PLAFF…
-Auuu!! Ayyy!! Yaaaa, mamita, yaaa!!!- Benicio aún traía la ropa mojada y la pielcita fría por lo que esas palmadas sí que le habían dolido.
-Estás castigado, Benicio!!!- Dijo mamá sin dar más vueltas.
-Pero mamita…- Se atrevió a protestar la criatura.
-Pero nada!!!!... Tienes idea del susto que me di cuando no te encontré en tu cama, jovencito?!! En qué estabas pensando al salirte de la casa corriendo el riesgo de enfermarte con toda esa lluvia?!! Eh?!! Mírate cómo estás… Estás todo mojado!! –Elisa seguía empecinada con el regaño- Vete inmediatamente a tu habitación y te cambias de ropa, pero ya, hijo!!!- Culminó la sentencia con una fuerte palmada para impulsarlo hacia su habitación……. PLAFFF!!!!!!.....
-Auuuuuu…- Respondió Beni antes de echarse a correr rumbo a su habitación.
-Tranquila, Cielo!! Beni está bien. Nuestro niño está bien. Ya está en casa!!- Dijo Edú, abrazando suavemente a su esposa.
-Lo sé, amor. Gracias a Dios, nuestro hijo está bien!!!- Eli devolvió el abrazo y colocó un tierno beso en los labios de su marido.
-Y ahora me toca ir a aclarar los hechos con él- Dijo el hombre, sin ánimos de nada pero sintiendo la obligación de arreglar las cosas con su retoño. –Amor?!! Me prestas tu cepillo?
-Ohh, cariño, tu cabello luce tan lindo un poquito despeinado, pero no crees que no es el momento para cep… oh-oh!!! Tú no estarás pensando en usar el cepillo para…- Pero no quiso continuar porque la mirada decidida de su marido confirmó sus temores. -Cielito, no!!!-
-Eli, Benicio tomó un gran riesgo al salir de casa sin permiso. Por suerte está bien, pero eso no quita que pudo haberle pasado algo malo… Te has puesto a pensar en lo peligrosa que está la calle para un niño como él?!! Por eso Cielo, aunque me duela en el alma, tengo que ser firme con nuestro hijito, y… es el cepillo o es mi cinturón!!!- Terminó su perorata el doctor, clavando sus ojos claros, en los más claros de su esposa.
-Está bien, Edú, haz lo que tengas que hacer… pero no seas muy duro con mi bebé, por favor, amor!!!-
-Jamás dañaría a mi niño!!- Eduardo asentó un beso en la mejilla de Elisa y subió a su habitación para retirar el cepillo aquél. Una vez que lo probó en su mano y supo que sería efectivo para dejar una buena impresión en su pequeño, Edú caminó al cuarto de Benicio.
Allí encontró a Beni, poniéndose el pantaloncito del pijama, y abriendo las sábanas para acostarse.
-Espera un momento, Hijito. Antes de que te acuestes a dormir, tú y yo debemos hablar seriamente de lo que hiciste esta noche!!- Dijo Eduardo, tomando asiento en la cama del niño y ayudándolo a sentarse junto a él.
-Me quieres decir en qué estabas pensando para salirte de casa a éstas horas y con semejante tormenta?!! Uhmm?!!- Preguntó papá, obligando a Beni a mirarlo a los ojos.
-Papito, yo debía hablar con Max… no quería que siguiera enojado conmigo y no podía esperar hasta el lunes. Tenía que hacerlo papi, por favor, entiéndeme, si?!!
-Está bien, amor!! Te entiendo. Pero eso no significa que quedarás sin castigo!! Lo que hiciste, estuvo mal y tú lo sabes!! Ven aquí…- Dijo Eduardo tirando del bracito de su bebé para atraerlo hacia su regazo.
-Noooo… no, no, no!!! No, papito!!! Por favor!!!
-Lo lamento amorcito, pero esto va a pasar quieras o no!!!- Acto seguido, Eduardo tumbó a su angelito sobre sus rodillas y le bajó el pantaloncito hasta dejarlo debajo de los muslos. Con su brazo izquierdo apresó la cintura de su nene para que no se escapara y con la mano derecha tomó el cepilló. Luego elevó alto el brazo, dejándolo caer con fuerza sobre la inocente nalguita de su mocoso.
CRACKKK!!!!
-Buaaa….. auauauau!!! Noooo, papiiiii, noo!!!- Lloró Beni, girando un poco la cabecita para ver con qué le estaba pegando su papá.
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... …- De dos en dos, Don Eduardo empezó castigando la colita de Benicio que lloraba desesperado desde el primer cepillazo. Era la primera vez que su papá le pegaba con otra cosa que no fuera su mano y aquél dolor se sentía horrible.
-Auuuuuu… Papii, dueleeee!! Dueleeee… Buaaaa… Ayayayay… Papitooo, ya nooo!!!! Ya noooo!!! Buaaaaa- Suplicó el niño, poniendo su manito en un afanoso intento por proteger a su trasero. Pero papá únicamente la tomó con su mano izquierda y la sostuvo contra la espaldita de Ben.
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...- Edú prosiguió con la paliza, pintando de un rojo furioso las nalgas desnudas de Benicio.
-Que sea la última vez que se te ocurre salir de casa sin permiso, estamos?!!-  Regañó el hombre, azotando con consciencia el pequeño trasero sobre sus piernas.
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...
-Auauauauauu!!!! Lo sientoooo, lo sie- lo sient-too!!! No lo volveré a ha- haceeeer, papitooo!!! Lo prometooo!! Lo prometoo!! Buaaaaaaaaaa!!!- Lloriqueaba con desconsuelo el pequeño.
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...
-Nunca más vas a escaparte de tu hogar, hijo… por ningún motivo!!!!- Acentuó la lección Eduardo con esos últimos cepillazos, más fuertes que los anteriores, que hicieron aullar a Benicio del dolor.
CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!... … CRACKKK!!!!...
-Ahhhhh!! Nu-nuncaaaa, nunca más, papáaaaa!!! Lo prometoo!! Pero ya no máaas!!! No más!! Buaaaaaaaaaa!!! Bastaaa, papiiiii!!!  Buaaaaa!!!
-Sshhh… ya está cariño, ya se terminó, hijito lindo!!! Shhhh, mi bebé!!! Ya pasó, chiquito, respira, asíii, asíii, muy bien, mi pequeño… vamos a acomodarte la ropita y luego a dormir, si, mi muñequito?!!- Le susurraba papá, subiendo lentamente la ropa sobre las nalguitas candentes y rojas de su principito, y ayudándolo a darse la vuelta para dejarlo acunadito en su regazo.
-Auuu… Sniff… sniff… due- duelee m-mu-muchoooo!!!!!- Gimoteó el gordito.
-Ssshhh, shhh!!! Calma, calma, mi bonito. No sabes lo que me duele tener que castigarte hijito!! Hacerte llorar es como una pesadilla para mí!! Pero lo que hiciste esta noche pudo haberte costado la vida, Amor. Hay gente muy peligrosa en la calle, que no dudará en hacerte daño aún por un simple par de zapatillas. Entiendes, por qué tuve que ser tan severo contigo?!!- Decía con cariño el devoto padre, meciendo a su amado hijo en sus bazos.
-S-siiiii, papitoo!! Hip… L-lo lo sien-tooo!!! Pe-pero… hip… y-yo que-quería ha-hablar c-con M-max…- Se excusó el niñito entre hipos y sorbos, aferrándose con fuerzas a la camisa de su padre.
-Lo sé, chiquito, pero esa no es excusa para salir sin permiso, y menos sin que nadie lo sepa!!!- Le aclaró Eduardo, pasando su mano dulcemente por los cabellitos de su nene.- Que sea la última vez, Benicio!!!
-Lo pro- lo prometo!!!- Aseguró el muchachito, acurrucándose entre los brazos seguros de su papá.-  Te quiero papito!!!- Susurró Beni, antes de caer rendido del sueño.
-Y yo te amo tanto, mi bebecito!!!- Eduardo con el mayor de los cuidados, se levantó de la cama, cargando a su niño hasta su habitación. Cuando Eli lo vio entrar, corrió las mantas de la cama, observando cómo su marido acostaba a su muñequito sobre su pancita.
Benicio durmió toda la noche, calentito y seguro entre las dos personas que más lo amaban en el mundo!!!

…..FIN DEL CAPÍTULO DOS!!!!


3 comentarios:

  1. Hola amiga! Muy feliz me has hecho, con estos dos capítulos, eres una gran escritora y espero que muy pronto me traigas más sorpresas de este jovencito precioso llamado Benicio (quiero las dos versiones)Eres fantástica creando situaciones y escenarios, bueno aunque espero que Ben no haga tantas locuras, para que no le tengan que castigar muy pronto.

    Nicole.

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  2. Me encanto ambas historias, tienes mucha imaginacion, y un crio que se mete en lios muy gordos por cierto

    Marambra

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  3. Gracias Nicole querida y Marambra por su apoyo!!! Son unas genias ambas!! Las quiero mucho amigas!!!! y espero ansiosa por sus historias!!! No se demoren por fisss!!! =D

    Un besote a ambas!!!!

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