Todos los años es lo mismo, la vuelta
a l cole es dura, dura para ellos y dura para nosotros. Dejando a parte de todo
el gasto que ocasiona la compra de material y uniformes, ropa y calzado aparte.
La vuelta al colegio es un infierno en casa.
Los chicos vienen asalvajados del
pueblo. Su madre y yo solo tenemos 22 días de vacaciones al año, y eso hace que
tengamos que recurrir a los abuelos para cuidar a los niños durante gran parte
de las vacaciones. Tanto mis padres como los padres de mi esposa son una
maravilla y se desviven por sus nietos, pero son abuelos y los abuelos suelen
tener manga ancha cuando se trata de sus nietos. Sin y más lejos recuerdo
perfectamente que cuando era pequeño mis padres jamás nos dejaban ir al parque
los días de escuela. En cambio, es raro el día en que al salir de la escuela no
se los lleven un ratito al parque. Por no hablar de la regla de oro, que no hay
postre si no se acaba uno todo lo de la mesa. Y que los pasteles solo son para
ocasiones especiales. Pero son sus abuelos, y supongo que quieren malcriarlos,
tal y como hacían mis abuelos conmigo.
Pero eso hace que cuando mis hijos
regresen de las vacaciones sea una faena titánica lograr que vuelvan a sus
buenos hábitos. Lo que su madre y yo nos lleva meses inculcarles parece que a
ellos se les esfuma de la sesera en segundos, estoy convencido que en el mismo
instante de pisar la puerta de la casa del pueblo, mis hijos mandan sus modales
a la Conchinchina.
Por ejemplo hace tres días que
regresaron del pueblo y la escuela empezará la semana que viene, y su madre y
yo estamos teniendo un auténtica batalla para lograr que los dos pequeños se
acuesten a su hora. Cada noche ha sido una pataleta y unos llantos que ni que
les hubiéramos dicho que Santa Claus había muerto.
Esta noche, Tino que ya de por si es
terco como una mula, se había propuesto si o si, que se acostaría cuando lo
hiciéramos nosotros. Y por más que su madre y yo hemos insistido que debía
descansar, que estaba cayéndose de sueño y que sino obedecía mañana no habría
tele para él, no entraba en razón. Por supuesto si Tino no quiere ir a la cama
Teo, mucho menos. Así que a mi mujer y yo estábamos enfrentándonos no a uno
sino a dos, pequeños demonios de Tasmania que se negaban a acostarse y que se
escabullían cada vez que los metíamos en la cama.
- Nooo. No tengo
sueño (gritó Tino saliéndose de la cama por octava vez en esa noche).
- Teo tampoco, tele,
tele (Teo con un poco más de dificultad que su hermano, se destapó con la
intención de salir de la cama, pero su madre, fue más rápida y antes de que
saliera, ya estaba volviendo a arroparlo) no mamá, Tele, quero tele (dijo
bastante terco, nada de adorable pucheritos, estaba en pleno berrinche).
- Tino, métete en la
cama, ya hace rato que debíais estar durmiendo (le dije, poniéndome lo más
serio que pude, ya sabéis manos en las caderas, ojos entrecerrados y voz
grave).
- No, es pronto, no
tengo sueño.
- Tino, he dicho a la
cama (dije controlando mi respiración para no cometer un infanticidio).
- No (dijo imitando
mi postura y con una chulería que no me sentaría bien de una camarada,
así que mucho menos de un mocoso de 5 años)
- Tino, ya he tenido
suficiente de toda esta tontería, voy a contar hasta 5 y sino estáis en
la cama, esta noche os vais a ir llorando a la cama ¿entendiste?.
- No, papi, no malo
(dijo Teo).
- Venga Teo, ya has
oído a papá, a dormir (Teo miró receloso a su madre y después miró a su Tino
para ver que hacía él) Mira, cielito, si te acuestas ahora, mañana
llegará antes y podremos ir al parque a jugar otra vez (mi esposa
intentaba convencer al pequeño de la casa a ver si así al menos uno de los dos
se iba a la cama esa noche sin llorar).
- Promételo (dijo
alargándole le meñique para hacer una promesa de meñique mi esposa y yo
sonreímos aliviados, al menos una batalla estaba ganada).
- Prometido (dijo
cruzando el meñique con el renacuajo). Buenas noches cielitos (y mi esposa le
dio un beso en la naricita como hace cada noche, a Teo aún le gustan este tipo
de cursiladas, y cruzo los dedos porque le sigan gustando mucho tiempo).
- ¿Tino? (dije
alzando una ceja y sin abandonar mi porte de “estoy hablando muy enserio”) ¿He
de contar? (pero ya he dicho que Tino es terco como un a mula ¿no?, así que
antes de contar lo intenté por las buenas una vez más)Venga Tino, tu hermano ya
se ha acostado, solo faltas tú, anda, que mañana iremos a…(pero el mocoso no me
dejo acabar, salió corriendo hacía al salón y se tiró en el sofá para ver la
tele).
- Yo me quedo con
este (dijo mi esposa, que ya había agarrado un cuento para contárselo), no lo
traigas hasta que se haya calmado, no quiero que me lo despierte (refiriéndose
al peque), después de lo que nos está costando que se duerma hoy.
- Vale ¿cuánto?
- Unos diez minutos,
se cae de sueño (mi esposa es como una encantadora de serpientes, cuando yo les
leo los cuentos, raramente se quedan dormidos antes que los acabe).
- Antonio Javier
Miranda (ese niño siempre intenta llevarte al huerto y cuando no lo logra, como
esta noche, hace una trastada mayor. Así que no solo no se acostaba, no
solo se ponía a ver la tele, cuando ya no eran horas para que un niño de su
edad estuviera viendo tele, sino que encima se estaba comiendo unos
chocolates). Se acabó, te he avisado ya muchas veces ( y lo he agarrado del
brazo y estirado de él y lo he sacado del sofá de una buena nalgada. Y a
continuación, por supuesto, viene los insultos, llantos y
promesas solemnes por parte de Tino) PLASS HE DICHO A LA CAMA ANTONIO, PLASS
PLASS PLASS Y CUANDO TE DIGO ALGO ME OBEDECES PLASS PLASS A LA PRIMERA PLASS
- BWUAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
BWUAAAAAAAAAAAAAA (ahora eran todo llantos, solo le había dado 7 palmadas, pero
de las fuertes, Tino llevaba des de que llegó del pueblo de lo más obstinado y
rebelde. Y mi paciencia ya se había colmado, además con Tino es igual que con
Enrique, parece que no pillan as advertencia. Después de darle la última
palmada, Tino se abrazó fuerte a mío y empezó a pedirme perdón y prometer ser
el mejor hijo del mundo. Es una pena que al cabo de 10 minutos ya no se acuerde
de esas promesas. Estuve consolando un buen rato, más de los 10 minutos que mi
esposa me había dicho que tardaría en dormir a Teo. Con los niños siempre
es igual, después de una larga temporada sin haberse llevado ni una palmada, la
más pequeña reprimenda es como si fuera el fin del mundo. Otra consecuencia de
haberse pasado el verano en el pueblo haciendo y deshaciendo a sus anchas).
- Ya, Tino, ya
shhhhh. Ya está todo perdonado, tu vas a portarte bien y vas a hacer caso a
papá y a mamá cuando te digan que hagas algo ¿verdad? (Tino asintió secándose
las últimas lágrimas con su puñito) este es mi campeón ( y me lo subí al cuello
y en plan caballito entramos en la habitación de nuevo para finalmente
acostarlo, una hora más tarde de lo que tocaba. Efectivamente, Teo estaba
profundamente dormido, podría haber entrado el séptimo de caballería que ni se
hubiera inmutado, ¡Quien tuviera 3 años!) ¿quieres un cuento?
- Por faaaaa (si
ahora se ponía en plan adorable, sino fuera por la última hora que nos había
dado me lo hubiera comido, pero solo se ponía así porque sabía que había sido
malo y que me había tenido que enfadar y pegarle. Y el muy condenado se ha
quedado dormido a los 3 minutos de empezar a contarle el cuento, si es que se estaba
cayendo de sueño, pero es terco como su madre).
Al fin su madre y yo nos hemos podido
sentar tranquilamente en el sofá y descansar un poquito, y pensaba que habíamos
sobrevivido al día de hoy, pero aún no había acabado la noche. Y tengo 4 hijos.
Lo sé, había mucho números para que aún hubieran más gritos. Solo que
después de tres semanas sin niños, ellos no son los únicos que se acostumbran a
la buena vida fácilmente, supongo.
- Papá, salgo un
momento (dijo Susana, ya con la cazadora puesta y a gran velocidad).
- Eh, eh, eh alto ahí
(miré mi reloj las diez y media). Son las diez y media de la noche, ya no
es hora de salir (aunque su toque de queda es la once, eso no significa que
vaya a dejar a mi princesita salir a la calle tan tarde).
- Aun no son las
once, papaaaa (dijo indignada pero sin entrar aun en el salón).
- Susana (la llamé
para que entrara)
- Es solo un momento,
estaré aquí a las once, lo juro (hablaba a mil por hora, estaba claro que le
urgía salir).
- ¿A dónde vas?
- Un momento, aquí al
lado, a casa de Patricia Patricia es una de las amiguitas de Susana, se conocen
de toda la vida solo se llevan unas semanas y siempre han sido compañeras de
juegos).
- Es tarde, para
hacer visitas, Susana, ya la verás mañana.
- Oh, venga, es
importante, tengo que ir (y puso su mejor carita de pena, pero después de
lidiar con Tino yo no estaba para caer en esos viejos trucos).
- Susana he dicho que
mañana, ya es tarde (me puse un poco más serio por que se diera cuenta que esa
no era una de esas ocasiones que insistiendo un poco lograría convencerme).
- Solo es un momento
(protestó).
- Susana ya has oído,
es tarde (intervino mi esposa, porque aquello se iba a convertir en una
discusión como con Tino).
- Pero mamá, es solo…
- Susana (y el tono
de advertencia de mi esposa debe de ser mejor que el mío porque, aunque de muy
malos modos, mi hija volvió a su habitación). Mejor nos acostamos ya, yo estoy
muerta (me dijo mi esposa como si pudiera leerme los pensamientos).
- Es un poco pronto
¿no? Ya nos acostábamos a las diez y media como si fuéramos nosotros los niños
en vez de los padres.
- No si de tal palo
tal astilla, venga que si te vas a la camita pronto quizás te deje jugar (¿y
qué hombre podría negarse a tal proposición? Así que me levanté del sofá
y puse la alarma y me cercioré que todas las puertas y ventanas estaban bien
cerradas. Después mi esposa y yo ya podríamos tener nuestros momentos de
intimidad)
Y ha sido al comprobar si el cafre de
Enrique se había vuelto a dejar la ventana del balcón de su dormitorio abierta
que me ha venido esa bofetada a la cara, un pestazo a incienso que tiraba para
atrás. Mis hijos deben de pensar que somos idiotas. Utilizar incienso para
tapar el olor a tabaco es el truco más viejo del mundo. Además Enrique no es
del tipo místico, eso del incienso no le va para nada. Es más, siempre se está
quejando a su madre que esas mierda (las barritas de incienso que a veces pone)
lo marean y le dan ganas de vomitar, como cambian las cosas cuando el olor a
tabaco es mucho peor que el de incienso ¿no?.
Antes de que se fueran para el
pueblo, Enrique, su madre y yo ya habíamos tenido una charla muy seria sobre el
tabaco. Sabíamos que había fumado algún que otro cigarrillo, pero pensábamos
que era solo curiosidad típica de un chico de su edad, todos pasamos por lo
mismo. Pero al descubrirle una cajetilla de cigarrillos en una de las
cazadoras, su madre supo que eso no era solo curiosidad, Enrique había empezado
a fumar. Así que volvimos a tener la charla sobre las cosas que eran malas para
la salud y que no íbamos a permitir que ninguno de ellos se malogran de esa
manera. Así que como cualquier otro padre le prohibimos fumar. No somos unos
ilusos, sabíamos que seguramente no nos haría caso, pero al menso nos
asegurábamos que en casa no fumara y que en la calle tampoco, por miedo que
algún conocido lo reconociera y no si viniera con el cuento.
Pero mi hijo es tonto perdido, y
empezó a fumar a escondidas en el balcón. Su madre al ver las colillas, no
tardó en `poner el grito en el cielo, y un par de semanas antes de que se
fueran para el pueblo, Enrique y yo tuvimos algo más que unas palabritas sobre
ese vicio suyo. Hacía más de dos años que no tenía que pegar a Enrique,
por lo que supongo que el chico creyó que solo se comería otra charla y por eso
no hizo ni caso de lo que le dijimos. Y hasta hace unos minutos pensaba que
aquella zurra con la alpargata le había dejado claro que cuando le prohibimos
algo no estamos de broma. Y que sus 14 años, aún no son demasiados para recibir
una buena zurra si se pasa de la raya.
- Enrique ¿Qué te
dije de fumar? (le he dicho cabreadísimos, una cosa son las chorradas de no
quererse acostar o querer salir cuando ya es de noche fuera y otra distinta es
¡Joderse los pulmones!)
- ¿Papá? ¿ Qué? ¿Qué
dices? Si yo ya no fumo.
- Mira Enriquito, no
me mientas, que ya estoy cabreadísimo contigo. Dame el paquete de tabaco (le
ordenado y no estaba dispuesto a recibir ni una excusa ni una negativa).
- Pero papá, si no
tengo, nada lo juro (y ha tenido los santos huevos de mentirme a la cara y
ponerme carita de no haber roto un plato en la vida, así que me he ido hacia
él, como un toro, de verdad que ese mocoso me había cabreado mucho).
- Enrique, el tabaco
(he dicho entre dientes y haciendo un verdadero ejercicio de contención para no
arrancarle la cara de un guantazo. Afortunadamente Enrique ha sacado el tabaco
de la maceta y me lo ha dado, porque llega a decirme una vez más “no
tengo nada” y ahora mismo estamos saliendo en las noticias).
- Papá, solo ha sido
un cigarrillo, es que me costaba dormir y…
- Enrique, nada de
excusas, ya te dije que el tabaco es perjudicial para tus pulmones, maldita
sea, Enrique que eres asmático, tu menso que nadie deberías fumar (entonces
como cuando era pequeñito bajo la cabeza y se mordió la parte interna de la
mejilla izquierda).
- Lo siento.
- No, Enrique, esto
no es algo que se solucione con una disculpa. En serio esto es veneno (y he
aplastado esa maldita cajetilla). Ni te ves más cool, ni mayor ni más
interesante, ni relaja ni mierdas. Esto solo hace que matarte (estoy seguro que
mi hijo cree que yo lo digo solo para fastidiarle, pero es que hay día que
estoy convencido que tenía más cabeza con 12 que con ahora con 15).
- Solo fueron un par
de caladas, si lo he dejado medio.
- Pues medio es
demasiado. ¿Qué te dije que pasaría si te volvía a pillar fumando?
- Papá (y ahora me
salta con esa cara de indignación, tiene cojones el mocoso. Yo si que estoy
indignado.)
- ¿Qué te dije
Enrique? (y ni hijo no solo es sordo y no me oye cuando le digo que no haga
algo sino que ahora se había vuelto mudo, menuda desgracia nos ha tocado a su
madre y a mí) ¿Enrique, qué dije?
- Que me zurrarías.
- Dije algo más que
eso ¿no?
- Grrrrr que
ibas a dar con algo más que con la zapatilla (al final no es ni mudo ni
tiene problemas de memoria, bueno su madre se alegrará de saberlo. Entonces me
saqué el cinto del pantalón, cuando vi la cara de miedo de mi hijo, me sentí
como un monstruo, pero supongo que es mejor sentirse como un monstruo que ver
como un hijo se va matando y no hacer nada, al menos eso creo yo y me repetí
para armarme de valor y acabar con eso de raíz y de una vez por todas).
- Papá, nooo, por
favor nooo con el cinto no (nunca antes le he dado con el cinto pero mi hijo no
es idiota, no siempre, y sin duda se hizo a la idea rápidamente que el cinto
iba a doler mucho más que la alpargata).
- Yo soy un hombre de
palabra, no como otros (y Enrique volvió a bajar la cabeza, aproveché ese instante
para agarrarle del brazo y acercarlo a mí, le dí 15 cuerazos y no los 30 que
tenía planeados darle cuando le amenacé de que le daría con algo más que la
zapatilla si lo volvía a pillar fumando) ) zwass zwass zwass (Sorprendentemente
Enrique solo gruñó al recibir los tres primeros, así que puse un poco más de
fuerza en los siguientes tres) ZWASS ZWASS ZWASS ( Entonces ya sentí el
quejido inconfundible de Enrique, esa era la medida, los siguientes 4 fueron
igual de fuertes) ZWASS ZWASS ZWASS ZWASS (Enrique empezó a prometer que nunca
más se acercaría aun cigarrillo) ZWASS ZWASS ) SE ACABO EL TABACO PARA TI
ENRIQUITO, PORQUE SI TE VUELVO A PILLAR FUMANDO, AUNQUE SEA UNA CALADA, TE JURO
QUE TE ESTARÁS SENTANDO EN UN FLOTADOR HASTA QUE CUMPLAS LA MAYORÍA DE EDAD ,
no he sido capaz de darle más, solo espero que sean suficientes para que se le
meta en la mollera que no puede fumar) ZWASS ZWASS ZWASS
- BWUAAAAAAAAAAAAA
BWUAAAA (En cuanto lo he soltado se ha dejado hacer de lado sobre la cama
y ha empezado a sobarse el trasero, sé que he sido duro con él, pero no puedo
quedarme quieto viendo como se arruina más aún sus pulmones. Cuando ya parecía
que el llanto se iba calmando me he sentado a su lado en la cama)
- Mira Enrique, sé
que te parece que soy injusto y muy duro contigo, pero hijo, soy tu padre y me
preocupo por ti, y no voy a permitir a nadie que te haga daño, ni si quiera a
ti mismo.
- Pues tu bien que me
los hecho ahora (dijo aún gimoteando).
- Si, duele, lo ´se,
pero este dolor es pasajero, el daño que le haces tu a tus pulmones no. Cuando
dicen que el tabaco matan, no lo dicen por decir, hijo. Es verdad y no pienso
dejar que te mates, así que esto es lo que hay Enrique. Tu vuelve a fumar y yo
volverá a zurrarte, pero esta vez más fuerte, hasta que encuentre el punto en
que te quede claro que no puedes fumar.
- Lo he pillado,
papá, lo he pillado ( y se volvió a sobar el trasero). No más tabaco, lo juro.
- Pero esta vez de
verdad, Enrique (le dije dándole un beso en la cabeza, y abrazándolo un poco,
sé que normalmente Enrique no deja que le besemos, pero después del disgusto
que me ha dado lo mínimo es que me deje mimarlo un poco como cuando tenía la
edad de Tino o Teo).
Y después de “hablar” con Enrique solo tengo ganas de irme a la cama y
acabar ya con esta horrible noche, sin importar que sea pronto para acostarse y
que mañana no haya que madrugar. ¡Ostras! Se me había olvidado que mi esposa me
había dicho algo de que si me acostaba pronto, podríamos…Buenas noches a todos.
Hermoso relato Little. Muy real, como siempre ya nos has acostumbrado!! Síguelo, please!! :D
ResponderBorrarMe encanto esta familia ,continúala pronto por favor.
ResponderBorrarAAhhh Little muy bueno.... uyyy la que se llevo Enrique....pero la salud ante todo
ResponderBorrarSolo espero que haya llegado a tiempo con su esposa jajajaja no es faceil ser padre
ResponderBorrarMe encanto la historia jej mas ese par de pequeños niños jeje... y pobre de los padres lidiar con la hora de dormir :)
ResponderBorrarComo siempre excelente Little!!!
ResponderBorrarQue buena historia y si es muy diícil ser padre!!!
Pero al leerla recosde los regaños que me hacen las Mosqueteras!!:(