PALABRA EMPEÑADA
Capítulo 8
En cuanto vio a Jason y Tim ponerse con la carta de disculpas,
subió a ver a Dick, esperando que Alfred hubiera obrado su magia. Bruce picó
tímidamente la puerta del joven, sin animarse a invadir tierra de nadie, que
así es el espacio en el que a veces los adolescente ocupan, la frontera de la
niñez (y sus arrebatos de crio llenos de mocos y lágrimas) y el llamado de la
madurez propia del adulto. Bruce plantado ante el umbral, esperando una
respuesta que parecía no se iba a dar, casi tentado a abrir las puertas de una
vez, pero tras unos segundos de duda, Dick al fin dijo: ”pasa”.
Alfred estaba sentado en la cama junto a Dick, que seguía con la
cara hincada por el llanto y el disgusto. Por la cara que traía Alfred, Bruce
pudo deducir que fue tarea titánica lograr que Dick se calmara. ¡Pero si aún
estaba con los hipos del llanto! Alfred en cuanto vio a Bruce entrar a la
alcoba y a tras cerciorarse que Dick estaba más dócil (Al menos, más dócil que
cuando ingresó a ese campo minado de cosas que Dick había tirado en el camino
durante su ataque de rabia) decidió dejar las cosas en manos de su padre y puso
alguna excusa para dejarlos a solas.
Alfred sabía que aunque él hubiera hablado con Dick, intentando
hacerle ver que no se acababa el mundo porque sus dos hermanos pequeños
supieran que cuando hacía algo malo su padre también lo castigaba, era
imprescindible que fuera su padre quien calmase sus dudas. Debía ser Bruce
quien le mostrara, con hechos, que aquello era parte del amor que le tenía y
que no tenía nada que ver con la edad que tuvieran sino con la manera que su
padre entendía la educación de sus hijos. Eso obviamente no acabó de gustarle a
Dick, que tenía la esperanza que pronto Bruce viera que ya era muy grande para
ponerlo sobre sus rodillas… Un dato que dejó muy claro al viejo Alfred y que
Alfred simplemente oyó moviendo la cabeza mentalmente, recordando esas mismas
palabras, pero de boca del señorito Bruce a su misma edad…
El podría tener 15 años, pero la disciplina inglesa era eso,
disciplina sin distinción de edad o rango jerárquico de concesiones, las únicas
concesiones que se hizo en referencia a la edad fue el método y el instrumento
de castigo, pasando del regazo paterno a inclinarse sobre la cama o el
escritorio y de la mano a la regla, al cepillo, al cinturón y a la vara… Alfred
había educado y corregido a Bruce bajo esa premisa y Bruce haría exactamente lo
mismo con sus tres pequeños. Y podría jurar, sobre una biblia ardiendo, que
ellos a su vez repetirían el ciclo cuando tuvieran sus propios hijos que
educar, cuidar y amar.
Era un simple hecho de la vida.
-
Dick, hijo – murmuró Bruce
entre la timidez y la resolución, era un tema puntilloso que tratar después de
todo, casi tan controversial como su charla sobre el sexo – ¿Quieres hablar de lo que ha
pasado? – dijo sentándose justo al lado de su hijo, apenas Alfred abandonó
la alcoba cerrando tras suyo, era mejor evitar interrupciones, pensó Alfred
-
No veo de qué serviría – Dick se levantó en cuanto su padre de sentó y se fue al escritorio
era un acto de rebeldía residual, esa lucha de su fuero interior
-
Bueno, solo quería decirte que no tenía la intención de que tus
hermanos supieran de tus castigos – y la cara
de Dick se encendió como un foco rojo – Pero
-
¡Pero qué! ¿Ahora me dirás que, mejor así, que esto también les
servirá de ejemplo a “esos dos”? – dijo
enfadado
-
Richard, ese tono – le avisó serio
su padre, Richard cerró los ojos y contó hasta diez. Debía de calmarse si no
quería empeorar las cosas
-
Lo siento pero es cierto, además creo que tengo derecho a
enfadarme – tomó de nuevo aire
-
Vamos Dick calma, sí?, de verdad lo siento – le dijo poniendo su mano sobre la espalda del muchacho, logrando
aplacarlo en algo
-
Da igual papá, lo hecho, hecho está. Esos dos van a machacarme,
como haría cualquiera – y Dick dejó
patente su enfado con una mueca de pura rabia. Al enfado de que sus hermanitos
se enteraran del método de castigo, se le sumaba el miedo que se divulgase
fuera de las 4 paredes de la mansión. Si eso ocurría era hombre muerto, mejor
dicho hombre joven muerto y de paso virgen –
tengo 15 años y mi padre aún me pone sobre sus rodillas – manifestó como un
toque de ironía a sí mismo y su padre se dio cuenta de lo que realmente le
atormentaba. Bruce prefirió dejar de lado el enfado de su hijo, tenía derecho
de estarlo después de todo. Bruce pensó que si él hubiese tenido hermanos
menores y hubieran visto como Alfred lo nalgueaba se hubiera muerto de
vergüenza. Bruce tenía que reconocer que la experiencia no era graciosa y que
dijera lo que dijera un padre, no quitaba la pena ni por asomo
-
He hablado con Tim, y le he dejado claro que no está bien lo que
ha hecho – Bruce prefirió hablar de las
medidas que tomó al respecto. Aunque no estaba seguro si eso serviría de algo.
De haber estado él en el lugar de su
hijo, nada de eso le habría servido ni para limpiarse los mocos, había que reconocerlo
-
Sí, eso lo he oído. Menos mal que vivimos apartados – dijo enfadado porque se había dado cuenta que los castigos eran
algo transparente en esa casa (aún con la puerta cerrada o en la estancia más
alejada de la casa) – Además ni que eso fuera a darme alguna garantía de… – y su padre
elevó una ceja – Olvídalo ¿si? No quiero
hablar del tema – dijo y se fue a sacar un pijama limpio para entrar a
bañarse y zanjar el tema con su padre
-
Mira Dick, son hermanos, y es normal que los trate a los tres por
igual – definitivo, Bruce prefirió hacer
oídos sordos a las indirectas de Dick, cosa que molestaba al muchacho – Aunque no te hubieran visto, poco les
hubiera costado hacerse una idea de que cuando te portas mal te castigo. Es lo
que hago con ellos, y yo no hago diferencias entre mis hijos – ¡Vaya
pavada! Tremendo consuelo era él saber su padre lo seguía tratando como a un
niño. Dick pensó que esa era la peor desgracia que podía pasarle. Ser tratado
como a sus hermanos, porque ellos ni siquiera estaban en la etapa púber. ¡Eran
prepúberes, los dos! Y así su padre lo estaba degradando a él a esa misma
escala… ¡¡¡MALDITA SEA!!!
-
¡Tengo 15, papá! 15, 15 – no pudo evitar gritar con el ceño fruncido y la boca en una mueca
de disgusto, estaba empezando a irritarse de nuevo
-
Sé perfectamente la edad que tienes, Richard. Deja ya de
repetírmelo – contestó Bruce alzando la voz un
poco. Después tuvo que obligarse a un par de respiraciones más largas de lo
habitual, al darse cuenta que su hijo estaba aguando los ojos luchando por mantener
un poco de su dignidad. Bruce fue de nuevo al lado de su hijo pero esta vez en
plan consuelo, como debió ser desde un inicio, un consuelo que dejó
inicialmente en manos de Alfred para atender asuntos más urgentes – Dick, hijo – volviendo a un tono mucho más suave – lo siento, realmente siento mucho que tu castigo haya sido vox populi en la casa – y dale, dale
con lo mismo pensaba Dick, a veces su padre parecía que se comió un libro de
modales que le causó estreñimiento
– ¿Sabes que cuando los castigo no es mi
intención avergonzarlos, no? – le dijo abrazándolo aun cuando Dick prefirió
oponer resistencia dejando los brazos caídos. Bruce respiró aliviado. Algo es
algo, pensó. Dick no lo había rechazado de frente y siguió en lo suyo, frotando
su espalda – Por eso suelo llamaros al despacho o hacerlo
en la intimidad de vuestros dormitorios – insistió, era un hecho irrefutable – y nunca te zurré en público, aunque muchas veces me viera tentado de
hacerlo en el pasado – Bruce acababa de esclarecerle una de sus más negros temores. Dick tuvo que
agradecer a su padre el favor, pero también sabía que debía cuidarse de jalar
demasiado la liga cuando su padre estaba enfadado. Después de todo, su padre,
antes de ser un héroe, era un hombre con muchos defectos, y la impaciencia era
uno de ellos – Ante todo los respeto
mucho como para querer que se sientan denigrados de alguna manera – y bueno
eso convenció al muchacho, no del todo pero aplacó su angustia.
-
De acuerdo – dijo secamente,
pero Bruce sabía que Dick solo lo decía porque quería zanjar el tema. Y si
había alguna duda de ello, lo dejó muy claro, cuando agarró la mochila y empezó
a sacar las cosas de la escuela para ponerse a estudiar. Ponerse estudiar era
como el salvoconducto, Bruce ni Alfred ni los pequeños podían hacer nada, si se
ponía estudiar debían dejarlo en paz.
-
Hijo, sé que piensas que eres muy mayor para que siga dándote unos
buenos azotes cuando te portas mal, pero…
– y Dick empezó a abrir un libro y pasar sus hojas ruidosamente como
si buscara una en concreto, ausente de todo
– hago lo mejor que sé y que puedo dadas las circunstancias del caso… y… – y ante la indiferencia de Dick, prefirió
callar. No tenia caso hablar si no te quieren escuchar. Y aun cuando eso lo
frustraba, sabía que no se puede manipular las emociones, no era correcto. Y
con eso lo dejó para que estudiara tranquilo, pero antes que llegara a la
puerta Dick, se giró y lo miró fijamente sintiéndose mal, después de todo Bruce
lo había adoptado, mal que bien le dio un hogar estable, mucho amor, lujos. Le
hizo su compañero de lucha, basándose en la lealtad y su gran sentido de
justicia, y él estaba ahí comportándose como un mocoso ingrato. Así que decidió
cambiar de actitud, se lo debía a su padre. Como le dijo Alfred, castigar es
una forma de manifestar amor, porque significa que la persona que te castiga se
toma el tiempo para corregir tus errores, porque eres valioso e importante para
él
-
Papá, espera – Bruce se detuvo
y miró extrañado a su hijo sin entender nada – Sé que no era tu intención que los pequeños se enteraran que ayer me
castigaste – confesó soltando un suspiro de alivio al fin – yo solo estoy enfadado porque… bueno me
fastidió que supieran que me porté mal y me fastidió aún más, que supieran que
mi papito me zurró por eso mismo, por portarme mal – dijo imitando como lo
hubiera dicho Tim.
-
Lo entiendo – dijo Bruce, sin
entender del todo ese cambio repentino en la actitud de Dick, pero no iba a
quejarse. Su hijo estaba hablándole de lo que le disgustaba y resultaba que no
era el castigo en sí, o que los pequeños hubieran sido testigos, sino que era
su propio comportamiento – yo también
tuve 15 años. Y bueno, sé que sabes
que no tuve una juventud calmada precisamente – Dick sonrió un poco, cosa
que hizo que Bruce se sintiera mejor –También
sé que sabes que Alfred lidió con mis estupideces en más de una ocasión. Y
ambos sabemos cómo lidia Alfred con las estupideces
-
Con la Vara – dijeron Bruce y
Dick a la vez, riéndose por haberlo dicho al mismo tiempo como un eco.
-
Ves, tú también sabes que cuando yo me portaba mal, Alfred me daba
una buena zurra. ¿Y me ves hacer un drama por eso? – preguntó y Dick frunció el ceño, no era lo mismo en ningún
sentido. A Dick no le daba vergüenza que su padre le viera el trasero para
castigarlo. La vergüenza que sentía él era de otro tipo, la de la consciencia
por portarse mal y haberse ganado a pulso aquel castigo.
-
No es lo mismo – protestó Dick.
-
¿No es lo mismo? ¿Qué pasa? ¿Te crees que a mi trasero no le
dolían esos azotes? Te aseguro yo que sí – dijo sobándose inconscientemente el trasero y Dick volvió a
sonreír.
-
Ya, pero aun así, no es lo mismo – repitió un poco triste
-
¿Por qué? – quiso saber
Bruce sentándose a su lado también – A
ver ¿Por qué no lo es?
-
Porqué tú no tienes hermanos, no había nadie con quien te
comparasen todo el tiempo – y Bruce frunció
el ceño, en casa nadie lo comparaba a él. Más bien era al revés, Dick era el
punto de referencia para sus hermanos, en todo caso Jason y Tim deberían
sentirse más bien, ofendidos por eso. Bruce obviamente ignoraba que en el
colegio Dick era el blanco de retos con relación a Jason – y nadie que luego te pierda el respeto y te haga objeto de burlas –
agregó – ya te dije, no perderán la
oportunidad de machacarme, cosa que tú nunca viviste ni vivirás – declaró
una gran verdad
-
Tus hermanos no harán eso Dick – le aseguró Bruce
cogiéndole el mentón para hablar con él y vea que no mentía
-
¿Por qué?... ¿Por qué los vas a castigar? ¿O por qué ya los
amenazaste con eso? – quiso saber
-
No Dick – le aseguró
Bruce – yo no los amenacé con nada
-
¿Entonces cómo lo sabes?
-
Porqué son tus hermanos, son mis hijos y ninguno de ellos hace
algo tan bajo – añadió
-
Pero lo han hecho, Tim lo hizo –masculló
-
Tim es un niño que ve muy normal que un castigo es sobre las
rodillas de papá, porque es así como los reprendo a él y a Jason. Y obviamente
ambos ya tenían una idea de que también te trato igual, Dick mucho antes de
haber visto u oído nada. Es de cajón, hijo. Pero dime ¿Por qué piensas que te
van a molestar con eso?, ¿Acaso tú haces lo mismo con ellos? ¿Acaso te burlas
cuando yo los castigo? – le preguntó
dándole en que pensar – no ¿no ves? No
lo haces y ellos no lo hicieron. Es más ambos habían hecho un promesa, de jamás
decir lo que vieron porque tienen miedo a que tú te enojaras y no quisieras
jugar o divertirte con ellos nunca más. Ellos te aman – y lo abrazó con
fuerza, acababa de contarle lo que él había oído antes de que sus hijos se
pusieran en plan puñete
-
¿Una promesa, eh? Pues tras esa promesa Tim dijo lo que dijo.
Seguro él ya no me verá igual que antes – realmente su mente le estaba jugando una mala pasada, como todo
adolescentes se ahogaba en un vaso de agua
-
Si crees que Tim va a dejar de besar el suelo que pisas estás muy
equivocado – metió sus dedos en la mata de su
pelo despeinándolo – ese pequeño te
idolatra. Incluso creo que ahora te respeta más, porque después de la zurra que
le di, debe pensar que debes estar hecho de acero, porque no hiciste ni la
mitad de escandalera que hizo él.
-
¿LE PEGASTE CON EL CINTURÓN? – exclamó con los ojos abiertos como platos mirando a Bruce como si
fuera un salvaje.
-
Eso no es asunto tuyo, pero como él fue testigo de tu zurra, te lo
diré, y solo por esta vez – y Dick escuchó
atento – No sufras, no le pegué con el
cinturón ¡Como crees, hijo, Tim es aún un niño! – le aseguró Bruce pensando
que aquello era abominable, su pequeño apenas tenía 10 añitos. Dick quedó
satisfecho, quizás su padre no lo veía como a un nene pequeño, después de todo
él sí que se había llevado más de un cuerazo. Dick le indicó con la cara que
quería más detalles – y ya está, Dick…
¿Qué no eras tú el que decía algo de no entrar en detalles y cotillear sobre
las zurras entre hermanos? – le preguntó pero no le dio tiempo a pensar en
nada – Además, ¿Tú No te estabas
poniendo con tus estudios? – dijo muy pícaro Bruce y Dick puso una mueca de
fastidio pero sabía que no iba a sacar ni una palabra más al respecto. Así que
se dio por vencido y se puso de nuevo con los libros, pero esta vez, leyendo en
serio.
Pero a decir verdad, Dick no tuvo que preguntar de nuevo a Bruce
nada al respecto para enterarse de cómo había ido el castigo, esa misma noche,
tras entregarle una carta muy sentida de disculpas, Tim (que parecía incapaz de
ser discreto en nada, y mucho menos, en sus desgracias y aventuras) le contó
con todo tipo de señales lo que había vivido en las manos viles de su padre. Le
contó con sumo detalle lo duro que había sido papá con él y con Jason. ¡Y por supuesto lo duro que fue con el
propio Dick! Papá fue un villano con todos ¬¬,
¡Que incluso a Jason le dio unas cuantitas con el cinturón! Y aunque Tim era
muy consciente que la zurra que se llevó a Dick con la chancla fue de
campeonato… las más sentida era la suya, al fin y al cabo, había sido su pobre
trasero quien se la había llevado. Y es que papá a él le había dado 40. No 24
como a Jasón y no 15 como a Dick. Y Tim se quejó
que por eso no podría sentarse nunca más de lo magullado que tenía el trasero.
¡Pero ojo, eh! Él no era ningún bebé, él era todo un hombre y había tomado el castigo
como tal… aguantándolo en completo silencio. Tim por lo visto pensaba que los
aullidos que dio (que casi revientan las ventanas de la mansión) no los había
oído nadie. Y Dick lo miró alucinando, porque el niño se lo estaba diciendo
justo después de haber saltado sobre su cama y haber caído unas cuantas veces
sobre ese “supuesto dolorido” trasero.
Para cuando Tim terminó su relato, Dick ya había perdonado a Tim,
incluso mucho antes de que el pequeñajo le entregara la carta de disculpas. Tim
tenía eso, uno era incapaz de estar enojado con él por mucho rato. Tenía un
encanto especial, un aura de bondad y dulzura que era toda una brisa de aire
fresco en aquella mansión. Jason por otra parte era un grano en el culo, pero
parecía entender mejor que Dick, la naturaleza de las personas. Y obviamente
entendía el dilema de su hermano mucho mejor que él mismo, así que sabía que a
nadie le gusta que le recuerden que no son perfectos pero reconocía con gran
madurez que ellos tres aún eran niños. Y que de vez en cuando necesitan una
mano firme que los guiase y eso era lo que hacía Bruce, por eso había hecho
jurar a Tim no mencionar nada de lo que vieron en el dormitorio de Dick… Y
Dick, estaba consciente de que Jason en algún momento haría chistecitos sobre
la posibilidad que su padre le calentara el culete siempre que le surgiera la
ocasión. Pero que ninguno de esos chistes los haría en público, pensando
equivocadamente que era por temor a Bruce, sin saber que en realidad era por
pura lealtad entre hermanos.
me re encanto!!!
ResponderBorrarNo se ve esta todo blanco
ResponderBorrarTiene que subrayarlo
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