Nuevas reglas, nuevos
castigos
Capítulo 4
Hoy me he despertado de buen humor, antes de que
Natalia venga a avisarme ya me he levantado y duchado. Esta semana me ha ido
bastante bien. El lunes la profesora nos entregó el examen de matemáticas
corregido y saqué un 8’5, se lo mostré a mi padre y me felicitó, aunque estoy
seguro de que si supiera que saqué esa nota sin estudiar me hubiera exigido un
10; ayer entregué el proyecto de historia y no he tenido ningún aviso por no
hacer las tareas o por falta de disciplina. Mi padre, como me prometió, ha
llegado temprano todas las tardes y ha pasado tiempo conmigo, me gusta que
hablemos de mis cosas aunque me fastidia un poco que se haya vuelto tan
controlador con el colegio y con la hora de acostarme; ayer, por fin, me
devolvió la consola pero con la advertencia de que no podía jugar después de la
cena. Por culpa del esguince en la muñeca no he podido ir a las clases de
tenis, eso me molestó hasta que Shaila y Nico, en una encerrona, nos
propusieron a Martina y a mí pasar la tarde del martes en la bolera, Natalia me
dio permiso, y en una partida en equipo Martina y yo les dimos una paliza a
nuestros amigos. Pero lo mejor de todo es que ayer el profesor de biología nos
dijo que tendríamos que investigar sobre un tema y hacer una exposición delante
de la clase, por parejas, ¡y me ha tocado con Martina! Hoy es viernes y esta
tarde tendría que ir a clase de piano, pero no he podido practicar en toda la
semana y mi padre me ha dado permiso para no ir, en lugar de eso he quedado con
Martina que, después de comer, iremos un par de horas a la biblioteca del
colegio para empezar con la investigación.
Estoy en el comedor desayunando, pensando en
esta tarde, con una sonrisa tonta en la boca, cuando entra Natalia.
Natalia: Recuerda
que tienes visita en el hospital, tu padre vendrá a buscarte a las doce.
Natalia: ¿A
qué hora volverás del colegio por la tarde?
Adrián: Supongo
que entre las cinco y las cinco y media, llamaré cuando vaya a salir.
Natalia: Si
quieres que el chofer venga a buscarte me lo dices.
Aunque lo intento, me cuesta concentrarme en las
clases y la mañana se me está haciendo muy larga, sólo pienso en que esta tarde
estaremos Martina y yo solos ... trabajando en una investigación de biología,
¡vale!, pero solos.
Mi padre me lleva al hospital, el doctor me
examina la muñeca y me dice que se ve muy bien, ya no es necesaria la muñequera
y puedo volver a hacer deporte pero debo vigilar para no golpeármela de nuevo o
hacer un mal gesto.
Me encuentro con Martina después de comer y
vamos a la biblioteca, al principio los dos estamos bastante cortados, cuando
llega me doy cuenta de que ella se sonroja, y al mismo tiempo noto el calor en mis
mejillas. El tema que nos ha tocado investigar es la expedición que llevó a
Darwin a escribir “El Origen de las Especies”, buscamos algunos libros en la
sección de ciencias de la biblioteca y también consultamos algunas páginas de
internet, cuando empezamos a leer y decidir los puntos que deberemos tratar en
la exposición nos relajamos y la conversación empieza a fluir. Me gusta
trabajar con ella, es inteligente pero sobre todo, al contrario que yo, es muy
organizada, de eso ya me di cuenta cuando me prestó su cuaderno de historia.
Las dos horas pasan rápido, avanzamos bastante el trabajo y también tenemos
tiempo de hablar y compartir nuestros gustos musicales y aficiones.
Llamo a Natalia para decirle que vuelvo a casa,
iré a pie, tengo esa sensación de estar flotando, me siento bien. Veo que tengo
una llamada perdida de Nico y se la devuelvo, empieza a preguntarme qué tal me
ha ido con Martina, qué hemos hecho, de qué hemos hablado …
Adrián: ¡Ya
Nico! Hemos estado trabajando en la investigación.
Quedamos que iré a su casa, así podemos charlar
y jugar a la consola. Llego a mi casa, dejo mis cosas, meriendo y le pido
permiso a Natalia para ir a casa de Nico.
Natalia: Claro,
sin problema. El chofer te llevará y vendrá a buscarte a las ocho.
Natalia: No
Adrián, a las ocho. A las nueve tienes que estar cenando y a las diez en la
cama.
Adrián: Es
viernes, no pasa nada si me acuesto más tarde. ¿Ocho y media?
Natalia: No
Adrián, sabes que tu padre fue muy claro con la hora de acostarte y, que yo
recuerde, el viernes no es una excepción.
Noto que me estoy enfadando, sé que debo
calmarme y no empezar una discusión con Natalia, pero es que no puedo, siempre
me está dando órdenes, ¿con qué derecho?, ella no es mi madre. De nuevo mi boca
habla por mí.
Adrián: Joder
Natalia, eres una cortarollos, nunca me dejas hacer nada.
Natalia: Adrián,
sabes de sobra que eso no es cierto, tienes mucha libertad, casi siempre tienes
permiso para salir y hacer lo que quieras, pero hay ciertas normas que debes
cumplir.
Adrián: ¡Eres
una estúpida! ¡Estoy harto de ti! ¡Déjame en paz! Me voy a casa de Nico y
regresaré a la hora que me apetezca.
Me giro para irme y me encuentro frente a mi
padre. ¿Cuándo ha llegado? No he oído la puerta. Me lo quedo mirando, paralizado.
Hago estupideces pero no soy estúpido, sé que me he pasado de la raya, mi padre
no me pasará por alto otra falta de respeto hacia Natalia.
Carlos: ¡Adrián!
¿Qué son esos modales? ¿Tú crees que puedes insultar y faltar al respeto de
esta manera a cualquier persona? Ven aquí.
Sigo paralizado, no soy capaz de dar un solo
paso. Mi padre se acerca a mí, me coge por el brazo y me gira. Me da cinco
azotes, sobre el pantalón, pero me duelen, utiliza más fuerza que las veces
anteriores.
PLAS, au,
PLAS, PLAS, no, para, PLAS, PLAS, ai
Carlos: Ahora
discúlpate con Natalia.
Noto cómo me sonrojo y las lágrimas luchan por
escapar de mis ojos, no me salen las palabras. Mi padre me suelta el brazo,
corro a mi habitación, entro y me tiro encima de la cama a llorar.
Unos minutos después oigo la puerta, alguien
entra, supongo que es mi padre, no levanto la cabeza para verle. Se acerca a la
cama y se sienta a mi lado. Empieza a acariciarme la espalda.
Carlos: Tenemos
que hablar Adrián.
No pienso decir nada, seguro que si abro la boca
lo único que lograré será meter más la pata. Mi padre no dice nada y sigue
acariciándome durante unos minutos. Noto que me gira, me sienta sobre la cama y
me abraza, yo no le devuelvo el abrazo pero entierro mi cara en su pecho.
Carlos: No
hasta que te calmes y podamos hablar.
Me sigue abrazando y acariciando la espalda. Su
tono de voz es suave, no parece que siga enfadado.
Carlos: Adrián,
no puedes seguir tratando así a Natalia, ella te trata bien y se preocupa por
ti.
Adrián: Snif,
snif, lo siento, papá, sé que me he pasado.
Carlos: ¿Y
por qué te has ido corriendo en lugar de disculparte?
Adrián: Me
has, snif, me has pegado delante de ella.
Carlos: Es
que es a ella a quien has faltado al respeto.
Adrián: ¿Y
crees que Natalia me perdonará?
Carlos: Claro
que sí, pero debes disculparte, y debes hacerlo de corazón.
Le devuelvo el abrazo. Después de unos minutos
mi padre me separa y me mira serio.
Carlos: Adrián,
espero que sea la última vez que tratas así a Natalia, si hay una próxima el
castigo no se quedará en cinco nalgadas. Y estás castigado sin salir el fin de
semana. Ahora cuéntame qué ha pasado.
Le explico a mi padre porqué me he enfadado,
ahora me parece una tontería.
Carlos: ¿Te
das cuenta de que por una hora te has quedado sin ir a casa de Nico y estás
castigado hasta el domingo?
Adrián: Y
además me has pegado.
Carlos: Vamos,
que ya no te duele. Ahora lávate la cara y ve a disculparte con Natalia, te
espero aquí para que podamos charlar un rato. Tienes que contarme cómo te ha
ido con Martina.
Me da mucha vergüenza pero le debo una disculpa
a Natalia, hago lo que me ha pedido mi padre y ella me perdona. Le mando un
mensaje a Nico para decirle que no iré a su casa y paso un buen rato charlando
con mi padre. Le explico mi tarde con Martina y recuerdo que he quedado en
encontrarme mañana por la tarde con ella en su casa para seguir preparando la
exposición, mi padre me da permiso con la condición de que el chofer me llevará
y me irá a buscar.
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