Nuevas reglas, nuevos castigos
Capítulo 22
Hugo: ¿Y mi ropa?
¿Quién ha cogido mi ropa? ¿Dónde está?
Estoy en la ducha, después de la clase de educación
física, cuando oigo gritar a Hugo. No puedo evitar que una gran sonrisa cruce
mi cara, me giro hacia la pared, espero que nadie me haya visto sonreír o se
habría dado cuenta de que yo soy el responsable. Oigo muchas voces hablando a
la vez, se nota mucha actividad.
Salgo, me seco y me voy vistiendo, la mayoría de mis
compañeros lo están revolviendo todo buscando la ropa desaparecida, pero no la
van a encontrar.
Alberto: Hugo,
debemos decírselo al profe.
Hugo: Bien, ¿puedes
ir porfa? Yo no puedo salir sin ropa.
Alberto sale del vestuario, un par de minutos después
vuelve a entrar con un montón de ropa. Yo ya he terminado de vestirme y recoger
mis cosas, me dirijo a la puerta.
Alberto: Hugo, la
he encontrado, estaba tirada en el suelo justo delante de la puerta, creo que
está todo, pero lo malo es que estaba sobre el barro y está algo manchada.
Hugo: Gracias
Alberto. Quien haya sido me las pagará.
Salgo del vestuario, Nico va detrás mío.
Nico: ¡Guay tío!
Hemos logrado hacerlo sin que nadie nos viera. Es imposible que sepa que es
cosa tuya.
Adrián: Sí lo va a
saber, le he dejado una nota en el bolsillo.
Nico: ¿Qué? ¿Estás
loco? Te pondrán una falta disciplinaria.
Adrián: No lo creo,
no enseñará la nota.
Nico: ¿Cómo estás
tan seguro? ¿Qué dice la nota?
Adrián: “La próxima
vez que me molestes o intentes meterme en un lío no la encontrarás”. No he
firmado, no soy tonto, pero entenderá que he sido yo. Si me acusa tendrá que
explicar por qué sabe que la nota es mía y eso lo delatará, no lo hará.
Nico: Ojalá sea
como dices, yo no estaría tan tranquilo.
Dejamos nuestras cosas en la taquilla y salimos al patio,
es el segundo descanso de la mañana.
Estamos charlando tranquilamente cuando veo que Hugo se
acerca con un par de amigos. Tiene manchas de barro en los pantalones y en la
camiseta, se nota que ha intentado limpiarlas sin demasiado éxito. Me mira y
empieza a gritarme.
Hugo: Imbécil, sé
que has sido tú. ¡Te has pasado!
Adrián: ¿Me lo dices
a mí? ¿Qué se supone que he hecho?
Hugo: ¿Encima te
burlas de mí? Has cogido toda mi ropa y la has tirado en el barro. He leído la
nota que me has dejado en el bolsillo, sé que has sido tú.
Adrián: Demuéstralo
si puedes.
Veo cómo le cambia la cara, no se esperaba mi respuesta,
es exactamente la misma que me dio cuando intenté hablar con él sobre lo que me
hizo durante el examen de historia. Le estoy confirmando que es cosa mía a la
vez que le recuerdo que no puede chivarse sin meterse en un lío.
De repente se lanza sobre mí, eso no me lo esperaba, pero
tengo buenos reflejos y me aparto. No me da tiempo a girarme y él me atrapa por
la espalda y me da un puñetazo. Le clavo el codo en la barriga, me giro y le
doy una patada que él responde con otro puñetazo. Acabamos agarrados,
golpeándonos mutuamente. Noto como alguien tira de mí por la espalda y me
defiendo dándole un codazo.
Nico: Parad, Adrián
déjalo. ¡Ai!
De repente noto un tirón muy fuerte y que alguien me
agarra, veo que el profesor de educación física ha cogido a Hugo y lo separa de
mí. Detrás mío suena la voz del profesor de historia.
Profesor: ¡Basta
Adrián, para!
Miro alrededor nuestro y veo que hay un montón de
compañeros del colegio, de todos los cursos, ni me había dado cuenta de que se
había formado este corrillo alrededor nuestro. Veo a Nico, tiene sangre en el
labio, ¡mierda! ¿he sido yo? Y también veo a Alberto, un amigo de Hugo, que
está doblado con las manos en la barriga y con una mueca de dolor. Me voy
tranquilizando, han venido otros profesores que van indicando a todos que vayan
hacia las clases, en un par de minutos sonará el timbre que indica el final del
descanso. A Hugo y a mí el profesor de educación física nos acompaña al
despacho del director. Veo que Nico y Alberto se van con el profesor de
historia. Después de revisarnos las heridas, a mí me está sangrando la nariz,
tengo una herida sobre la ceja y unos cuantos golpes, y ver que no hay ninguna
importante, el director nos pregunta qué ha pasado.
Adrián: Señor, Nico
no tiene nada que ver en esto, lo he golpeado sin querer cuando ha intentado
separarme de Hugo.
Hugo: Lo mismo
puedo decir de Alberto.
El director nos mira, está muy enfadado.
Director: Eso lo
sé, ya me han contado que los que estabais peleando erais vosotros dos. Quiero
saber qué ha pasado, aunque nada justifica que os peleéis, ni cómo lo habéis
hecho ni de ninguna manera.
Ninguno dice nada, los dos permanecemos callados,
explicar porque nos hemos peleado implica admitir otras faltas previas, ambos
sabemos que no nos hemos comportado de forma correcta.
Director: ¿No
pensáis decir nada? Podemos estar aquí el tiempo que haga falta.
Llaman a la puerta, es el profesor de historia, entra.
Parece que él estaba cerca cuando ha empezado la pelea y ha visto bastante. Ha
estado hablando con Nico, Alberto y otros chicos que estaban cerca de nosotros
y le explica al director lo que ha descubierto.
Profesor: Por lo
poco que he averiguado parece que los problemas entre ellos vienen de lejos,
pero el detonante de la pelea ha sido una broma pesada que le ha hecho Adrián a
Hugo, y la respuesta de Hugo ha sido echársele encima y empezar una pelea a la
que Adrián ha respondido enseguida.
Suspiro, no me queda otra que hablar. Le cuento lo que ha
pasado hoy, e insisto en que quién ha empezado la pelea ha sido Hugo, y también
le explico todo lo que Hugo me ha hecho anteriormente. Después es el turno de
Hugo, reconoce que se ha estado metiendo conmigo pero, y sé que es cierto, yo
tampoco me he quedado corto.
Director: Ambos
sois igualmente responsables de llegar dónde habéis llegado, no tenéis porqué
ser amigos pero no os podéis estar metiendo el uno con el otro. Y si tenéis
problemas debéis solucionarlo hablando, si no sois capaces de hacerlo vosotros
solos debéis contarlo a un profesor y habilitaremos un mediador para que os
ayude a arreglar las cosas.
Ambos sabemos que el colegio dispone de mediadores para
ayudar a solucionar los conflictos, nos lo repiten cada curso.
Adrián: Pero él ha
empezado la pelea, ¿qué se supone que debía hacer yo? ¿Dejar que me pegara sin
defenderme?
Director: Podías
pararlo para que no te pegara pero le has devuelto los golpes. En cualquier
caso el de la broma pesada has sido tú y, por lo que parece, ambos os estáis
chinchando desde el principio de curso. ¿Por qué ninguno dijo nada antes?
Director: Pelearse
es una falta muy grave que constará en vuestro expediente y está sancionado con
cinco días de expulsión, por lo que no volveréis al colegio hasta el próximo
jueves. Mañana os enviaré un correo con la materia que se dará estos días de
todas las asignaturas y las tareas que deberéis hacer y presentar cuando
volváis al colegio, os recomiendo que pidáis a algún compañero que os vaya
pasando los apuntes para hacer un mejor seguimiento de las clases. Después de
la expulsión os asignaremos un mediador que os hará un seguimiento y os ayudará
a resolver vuestros conflictos. Ahora voy a llamar a vuestros padres.
Le indica al profesor de historia que nos acompañe fuera,
a la sala que hay al lado del despacho, hasta que lleguen nuestros padres. Nos
deja allí con la secretaria y se va. Hugo y yo nos sentamos, no nos miramos,
estoy muy enfadado con él.
Pasa bastante rato, llega el padre de Hugo y la
secretaria le dice que espere en la sala, se sienta al lado de su hijo. Unos
diez minutos más tarde llega mi padre, la secretaria le pide que se espere un
momento en la sala mientras ella avisa al director de que han llegado. Se
sienta a mi lado, me coge por la barbilla y me examina las heridas de la cara,
no puedo descifrar exactamente su expresión, sé que debe de estar muy enfadado
pero también parece preocupado.
Carlos: ¿Estás
bien? Me han dicho que sólo os habéis hecho heridas superficiales, ¿te duele
algo?
Me habla en voz baja pero su tono es muy seco.
Adrián: No me duele
nada papá, estoy bien, sólo tengo pequeños golpes.
Parece algo aliviado. No podemos decirnos más pues la
secretaria indica a nuestros padres que el director los espera y pasan a su
despacho. Nosotros seguimos en la sala, estoy muy nervioso, el director ya nos
ha dicho la sanción que habrá por parte del colegio, lo que no sé es cuál será
el castigo de mi padre, aunque sé que lo habrá.
El tiempo pasa muy lento, finalmente se abre la puerta y
sale el director seguido de ambos padres, se dirige a nosotros.
Director: Chicos,
ya os he dicho antes cuáles son, por parte del colegio, las sanciones que se os
van a aplicar. Los cinco días de expulsión empiezan mañana, pero puesto que ya
ha empezado la última clase del día os iréis ahora con vuestros padres. He
avisado para que venga un profesor que os acompañe a recoger vuestras cosas,
debéis llevaros todos los libros y cuadernos para que podáis trabajar estos
días. Espero que cuando volváis no haya más problemas entre vosotros.
Estoy todo el rato mirando al suelo, no soy capaz de
mirar a mi padre a los ojos. Llega nuestra tutora y nos vamos con ella. Primero
entramos a clase para recoger todo lo que tenemos en la mesa. Nico me mira,
quiere saber qué nos han dicho, me limito a pedirle disculpas en voz baja, me
siento fatal por haberle golpeado. Él le quita importancia y me dice que
hablaremos más tarde. Después vamos a recoger las cosas que tenemos en la
taquilla y volvemos a la sala dónde nos están esperando nuestros padres, el
director ya no está.
Salimos del colegio, mi padre me lleva al coche y hacemos
el trayecto hasta casa en completo silencio, un silencio muy tenso. Cuando
llegamos me manda a mi habitación. Subo, dejo las cosas en mi escritorio y me
tumbo en la cama. Creo que no había visto nunca a mi padre tan enfadado como lo
está ahora mismo, ni cuando di la fiesta. No me ha gritado, en realidad no me
ha hablado, ni siquiera me ha mirado. Sé que la he cagado mucho, pero ha sido
Hugo quien se me ha echado encima, yo sólo me he defendido. No me habían
expulsado nunca y no pensé que esto pudiera llegar a suceder. Aunque la
expulsión es por la pelea estoy seguro de que de haber seguido este curso con
el expediente que tenía el curso pasado el director no me habría aplicado esta
sanción.
Pasa un buen rato hasta que se abre la puerta y entra mi
padre. Me siento en la cama con la cabeza baja.
Levanto la vista pero no digo nada.
Carlos: ¿Una broma
pesada? ¿Una pelea? Adrián, te dije que si Hugo te molestaba hablaras con tu
profesora, me dijiste que hablarías con él pero me prometiste que no te
meterías en líos. Lo que no me dijiste es que tú también le habías estado
haciendo comentarios para molestarle, parece que eso era mutuo.
Sigue sin gritar pero su tono es extremadamente serio y
seco.
Adrián: Yo no he
empezado la pelea ni era mi intención pelearme con él. Le gasté la broma porque
cuando intenté hablar con él se burló de mí, y quería que dejara de meterse
conmigo. Es verdad que le he hecho algún comentario que sé que le ha molestado
pero él también lo ha hecho y ha intentado meterme en líos con los profesores
más de una vez.
Carlos (en tono irónico): Claro, porque este curso tú solo no te has metido en ningún lío con tus
profesores, has sido siempre muy correcto y te has comportado en clase como
debes hacerlo.
Adrián: Papá, sé
que yo no he hecho las cosas bien, pero de verdad que Hugo ha intentado varias
veces, y algunas lo ha conseguido, que yo saltara en clase por sus comentarios.
Ahora me estaba portando bien y estaba estudiando y me molestó mucho lo que me
hizo en el examen de historia. Solo quería pararle los pies para que me dejara
en paz.
Carlos: Si te
sentías molesto podías hablar con un profesor o pedir la ayuda de un mediador,
no tirar toda su ropa en el barro fuera del vestuario, ¿tú no te hubieras enfadado
si te lo hubiera hecho él a ti?
Adrián: Sí, me
hubiera enfadado, pero no me habría ido encima de él para darle un puñetazo.
Carlos: Y cuando lo
hizo ¿tú no podrías haber intentado pararle en lugar de devolverle el golpe?
Estaba Nico contigo, te habría ayudado a pararlo, pero en lugar de eso has
acabado hiriendo a tu mejor amigo.
Ahí ha tocado un punto que duele, se me llenan los ojos
de lágrimas.
Adrián: Lo sé, y me
arrepiento mucho de eso, no quería hacerle daño a Nico. Él sólo intentaba
separarme de Hugo y yo le he respondido con un codazo y le he hecho una herida
en el labio.
Carlos: Los
comentarios hirientes, las bromas pesadas y las peleas no llevan a nada bueno.
Puede ser que con algunos compañeros no te entiendas y no te lleves bien, es
normal, pero lo que debes hacer es simplemente ignorarlos, nadie te dice que
debas ser su amigo, pero no puedes ser su enemigo.
Carlos: Estás
expulsado cinco días, mañana te mandarán lo que se hará estos días en clase y
las tareas que tienes que presentar cuando vuelvas. Quiero que le pidas a Nico,
a Martina o a quien tú quieras que te vaya pasando los apuntes de todas las
clases que vas a perder y que los copies, y también que te indiquen todas las
tareas que les mandan en clase, no quiero que quede nada sin hacer. Tendrás el
mismo horario que si fueras al colegio, por la mañana te quiero trabajando en
el comedor, lejos de la consola, de la tele y de otras distracciones. Hablaré
con Natalia, pasará las mañanas contigo, te ayudará en las tareas y vigilará
que las hagas, no quiero ni una mala palabra hacia ella, cuidado con las quejas
o faltas de respeto, no quiero enterarme de que se te ha escapado ni una.
Después de comer irás a las extraescolares, el chofer te llevará y te recogerá,
y cuando vuelvas trabajarás en tu habitación en lo que te haya quedado
pendiente. Y aprovecha para terminar la lectura de la novela de lengua e ir
repasando para los finales. No habrá ningún tipo de permiso, estás castigado
sin salir hasta el próximo jueves.
Carlos: ¿Recuerdas
qué te dije que pasaría si llegaban a expulsarte?
¡Ups! Lo recuerdo perfectamente pero esperaba que no
fuera en serio. Bajo la mirada y hablo en voz muy baja.
Adrián: Que me
castigarías cada día que estuviera expulsado.
Carlos: Exactamente.
Ahora te castigaré por la broma, serán 30 nalgadas. El castigo por la pelea
empezará mañana, cada día de expulsión te daré 20 nalgadas y 10 reglazos, tú
decides si quieres que te castigue por la mañana, antes de que me vaya a
trabajar, o cuando llegue por la tarde.
Abro los ojos, trago saliva y me quedo sin respiración,
¿he oído bien? En una cuenta rápida eso me da un total de 130 nalgadas y 50
reglazos. Noto como las lágrimas resbalan por mis mejillas.
Adrián: Papá, eso
es mucho. Por favor no, no volveré a pelearme, de verdad. Es un castigo
demasiado duro.
Carlos: Sé que será
el castigo más duro que te haya dado hasta ahora, porque serán tres días
seguidos que te castigaré antes del fin de semana y otra vez tres días después.
Pero quiero asegurarme de que no se repetirá algo parecido.
Adrián: No papá,
por favor, no quiero.
Mi padre se acerca y se sienta en la cama a mi lado.
Mi padre me levanta, me baja los pantalones y me tumba
sobre él. Empiezo a llorar, no quiero que me castigue. Empieza a acariciarme la
espalda, está un buen rato haciéndolo. Noto como respira hondo y lentamente
antes de hablar.
Carlos: Dime por
qué te voy a castigar.
Yo sólo sigo llorando. No puedo articular palabra.
Carlos: Shhh,
cálmate Adrián, serán 30 nalgadas, te he castigado más duro otras veces, ¿qué
ocurre?
Adrián: Buaa, lo
siento papá, buaaa, lo siento mucho, ¿me perdonas?
Carlos: Estás
perdonado, te quiero mucho y siempre te voy a perdonar, eso no lo dudes, pero
también voy a castigarte por tus malas acciones.
Adrián: Snif, me
vas a castigar, snif, por gastarle una broma pesada a Hugo, snif.
Mi padre me sigue acariciando, me calmo un poco.
Asiento con la cabeza. Para de acariciarme y me sujeta.
PLAS, PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, au, PLAS,
PLAS, ai, PLAS, PLAS, snif, PLAS, au, snif.
PLAS, PLAS, ai, PLAS, snif, PLAS, PLAS, au papá, PLAS, PLAS, snif, PLAS, ai, PLAS,
PLAS, buaaa, buaaa
PLAS, PLAS, buaaa,
PLAS, ai, PLAS, PLAS, ai, buaaa,
PLAS, PLAS, au para, PLAS, porfa, PLAS, buaaa, PLAS, buaaa, buaaa
Carlos: Shhh, ya
está Adrián, shhh, ya pasó, shhh, te quiero, te quiero mucho, shhh ya está
cariño, ya no llores, shhh.
Mi padre me acaricia y me habla con suavidad, su tono ya
no es frío ni cortante. Me voy calmando y me ayuda a levantarme. Me visto y lo
abrazo.
Adrián: Yo también
te quiero, snif, mucho, snif, siento lo que ha pasado papá, snif, por favor no
me castigues más, snif, snif.
Me acaricia la espalda, me besa la cabeza y me separa.
Carlos: Ve a
lavarte la cara y vamos a comer, ¿vale? Es tarde, en 45 minutos tienes clase de
alemán.
Carlos: Sí Adrián,
tienes que ir.
Voy a lavarme la cara y bajamos al comedor. María ya ha
puesto la mesa y nos sirve la comida. Normalmente ni mi padre ni yo comemos en
casa, supongo que la habrá avisado antes de venir a buscarme al colegio.
Después de comer el chofer me lleva a la academia. Cuando
regreso a casa ya me está esperando Natalia, le pregunto por mi padre y me dice
que está en el despacho, irá más tarde a mi habitación. Ahora si quiero puedo
merendar y después tengo que ir a hacer los deberes que me han puesto hoy y
pedir los apuntes y tareas de las dos últimas horas de clase.
Llamo a Nico, quiero preguntarle cómo tiene el labio y
disculparme con él. Me dice que no es nada, una pequeña herida que casi no se
nota. Le explico la sanción por la pelea y que estoy castigado durante los días
de expulsión. Me enviará una foto de los apuntes y las tareas de las dos
últimas horas y los días de expulsión me irá dejando los cuadernos para que
pueda copiar los apuntes y estar al día con todas las asignaturas. Se lo
agradezco y cuelgo. Veo que tengo un mensaje de Martina, me pide que la llame,
me da un poco de corte pero lo hago. Nico le ha explicado que Hugo y yo hemos
peleado, estaba preocupada por si me había herido, le digo que no, sólo nos
hemos dado algunos golpes. Le explico que estoy cinco días expulsado y se
ofrece a ayudarme a ponerme al día con los apuntes y tareas, se lo agradezco
mucho, le digo que ya he hablado con Nico y que pueden hacerlo entre los dos.
Estoy practicando con el piano, me gusta mucho tocar y me
calma, aunque también me pone triste. Mi madre tocaba muy bien, ella empezó a
enseñarme a tocar las escalas y algunas canciones, hasta que vio que de verdad
me gustaba y me apuntó a clases para que pudiera seguir avanzando. Cuando ella
vivía casi siempre estaba conmigo cuando practicaba y me daba consejos o
tocábamos a dúo, entonces lo hacía cada día. Después de su accidente estuve
unos meses sin tocar el piano, me la recordaba demasiado y me ponía demasiado
triste. Más tarde le pedí a mi padre retomar las clases, aunque ahora toco
bastante menos que cuando ella estaba.
Llaman a la puerta, mi padre entra, se acerca a mí y me
abraza por la espalda.
Carlos: Me gusta
mucho oírte tocar el piano, lo haces muy bien, y creo que a ti te gusta
tocarlo, ¿por qué no intentas hacerlo más a menudo?
Me encojo de hombros, no es necesario que diga nada, mi
padre sabe de sobras el porqué. Dejo de tocar.
Adrián: No he
tenido un buen día.
Me levanto y lo abrazo, me
acaricia la espalda. Estamos así un buen rato, hasta que yo decido separarme.
Carlos: ¿Has estado
trabajando?
Adrián: Sí, Nico me
ha pasado fotos con los apuntes y tareas de las dos últimas horas, ya los he
copiado y he hecho todo lo que tenía pendiente. Y entre él y Martina me irán
prestando los cuadernos para que pueda copiar los apuntes y estar al día con
los deberes.
Mi padre pone las manos encima de mis hombros.
Carlos: Quiero que
me digas si el castigo de los días de expulsión será antes de irme o cuando
llegue.
Doy un suspiro, ¿de verdad piensa castigarme cada día de
expulsión? Por ahora le respondo, ya intentaré hacerle cambiar de idea.
Adrián: Por la
tarde, tú te vas muy temprano, no quiero despertarme a las seis.
Vamos a cenar, después de la cena me quedo un rato con mi
padre en el salón, acurrucado a su lado, con la cabeza encima de él, me
acaricia mientras charlamos y miramos la tele.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario