jueves, 24 de marzo de 2022

Capítulo 42 “Donde quiera que llegue a parar…”

 

Capítulo 42 “Donde quiera que llegue a parar…”


JAMES


¡Diablos! Estaba nerviosísimo y a la vez cagado de miedo… bueno, no miedo, solo estoy… ni siquiera yo sé en realidad lo que sentía en este momento.


Me encontraba frente al espejo del baño practicando el como le iba a decir al tío Ryan que había reprobado 3 materias este trimestre. Son recuperables, pero están reprobadas igualmente y él me había advertido cada vez que renegaba el hacer los deberes o ponerme a estudiar. 


Estoy frito. Sumamente frito. 


TOC TOC


Eve: James, cielo, ¿está todo bien ahí adentro? – ups, creo que ya llevaba mucho tiempo aquí dentro. 


James: en un momento salgo abue. – lavé mis manos y tiré de la llave para aparentar. Y salí. 


Joe: anda James, no deberías hacer esas cosas en el baño, sobre todo si es de día y con la abuela cerca. – Joe se quiso mofar, pero la abuela estaba a su lado y le dio una palmada. ¡Ja! Se lo merecía. 


PLAS


Eve: no digas esas cochinadas en mi casa y en mi presencia Joseph. – el nenito de inmediato puso cara de circunstancias. – la próxima vez no seré tan suave. 


Joe: lo siento abue… - una vez la abuela desapareció por el corredor Joe me comenzó a hablar. - Jo, no llevo ni 3 días y ya he estado en la cuerda floja dos veces. Debo de calmarme, ya de por si mis padres me matarán cuando lleguen del viaje. – eso me extrañó, ¿Qué habrá hecho?


James: anda y ¿eso por qué? 


Joe: hoy desperté con un mal presentimiento, y no fue hasta hace unos minutos que recordé que el lunes dan las calificaciones del trimestre. Estoy frito, reprobé matemáticas y de seguro plástica también. - ¿quién diablos reprobaba plástica?


James: estoy en la misma bro, solo que yo reprobé 3… - Joe me había estado agradando cada vez más, y desde que me disculpé con el por todo el daño que le había hecho mientras crecíamos, podía llegar a considerarlo un amigo. 


Joe: aich, eso está difícil. ¿cómo se lo dirás al tío? – nos habíamos sentado en el sofá mientras seguíamos hablando. Bueno, más bien Joe se acostó sobre él mientras yo me senté en el suelo, apoyando mi espalda con el otro sofá. 


James: eso estaba practicando en el baño. Estoy muerto, lo peor es que la mayoría son calificaciones del otro instituto, utilizaron esas además de los exámenes que di en el nuevo para evaluarme. 


Joe: eso suena injusto. Yo soy pésimo en mates, últimamente en clases trato de sentarme junto a Sam en los exámenes para copiarme de él, pero el profesor siempre me lo impide. 


Iba a responderle, pero justo en ese momento la puerta principal se abrió, dejando entrar a Sam con el abuelo, quien se veía bastante enfadado, detrás de él. 


Allan: vete a mi despacho ahora Samuel. - ¡ay! Y ahora este ¿qué había hecho? – hola, chicos, ¿dónde está su abuela? 


Joe: creo que en la cocina abue, ¿está todo bien con Sam?


Allan: eso no es de tu incumbencia Joseph. James, levántate y siéntate en el sofá como la gente, que para eso está. – si que estaba enfadado, Joe había empalidecido y yo me levanté de inmediato luego de que el abuelo se fue. 


James: debe ser bastante grave lo que hizo Sam como para que el abuelo esté así de enfadado. – miré a Joe y el me dio la razón con su expresión. 


Joe: siempre tenemos que pagar los platos rotos de otros, yo mejor me voy al jardín a jugar con los demás, debo mantenerme fuera de los problemas. 


James: te sigo.


Nos levantamos y nos dirigimos al patio trasero de la casa, en donde estaban el resto de los críos.


Nate, Maya y Maddie estaban jugando a las escondidas, mientras que los gemelos y Nicole estaban jugando un juego de mesa en la mesita que había allí. 


Joe: ¿puedo unirme a su juego? – nos habíamos acercado a los críos más grandes, ya que jugar a las escondidas no eran tan buen plan. 


Matt: ¡sí! Esto no está parejo y ellos están haciendo trampa. – yo creo que más bien Matt no jugaba muy bien, pero eso mejor me lo callo ya que ese crio era de mano larga y no me apetecía una pelea en estos momentos – James, ¿te apuntas?


James: gracias, pero me iré a recostar en una de las hamacas para tomar una siesta. – les dejé jugar y yo me fui a la hamaca más lejana al ruido de todos y nuevamente comencé a pensar en como le diría el desastre al tío Ryan. 


Espero que él no sea tan estricto con el tema de las calificaciones, mi padre era un perfeccionista, no podía llevar a casa menos de un 9, y eso era bastante difícil para mi. 


Mi padre… hace ya unos buenos días que no le recordaba. Usualmente cuando llegaba la noche era cuando más le extrañaba. Siempre jugábamos algún juego de mesa por las noches antes de dormir… fue en uno de esos juegos que, una vez le mostré una boleta de calificaciones con 2 materias reprobadas. De alguna manera esperaba que como estaba contento por la cena y el juego, no se enfadaría demasiado por las calificaciones. Estaba equivocado. 

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A pesar de estar nervioso, estaba disfrutando del juego. Hoy era la noche de Monopoly y la verdad es que yo era experto. Ya tenía mi imperio y papá estaba en banca rota. 


John: no sé como puedes ser tan bueno en esto enano, me acabas de aplastar. – papá se veía lo suficientemente feliz como para no enfadarse conmigo. O por lo menos eso era lo que creía. Ya no tenía tiempo, el juego ya se estaba acabando y pronto me mandaría a la cama. Deseaba atrasar aquello, pero mañana se cumplía el plazo para entregar la boleta firmada por mi tutor y de no ser así, no me dejarían entrar al instituto. – anda, yo termino de guardar todo esto mientras vas y te cepillas los dientes. 


James: ¿papá? – el nombrado me miró, prestándome toda la atención del mundo. Anda James, no seas cobarde, tienes ya 13 años, eres un hombre. – mmm… debes firmarme una cosa del instituto. – saqué el pequeño papelito de mi bolsillo y dudé un momento en entregárselo. 


John: ¿qué es? ¿alguna autorización para una salida? No recuerdo tener en mi agenda alguna salida de tu escuela este mes, ¿o es un reporte? Por que te advertí la vez pasada que si llegabas con otro reporte te iba a ir mal. – tragué duro, ya me había arrepentido. – anda, déjame ver eso. – me sacó el papel de las manos él mismo, ya que fui incapaz de entregárselo. – ah, pero si son las calificaciones del trimestre pasado, me había olvidado por completo que te lo entregarían el lunes pasado. – él se quedó pensando un poco antes de mirar el papel y yo me extrañe. – ¿por qué te tardaste una semana en mostrármelo James? – estaba frito. Papá comenzó a ver las calificaciones y cada vez que avanzaba un poco más en la lectura su rostro iba cambiando, pasó de una expresión pasiva a una de enfado total, definitivamente iba a dormir adolorido esta noche. - ¿qué significa esto James Smith? “por favor hablar con su pupilo para que el próximo semestre muestre más atención en clases y entregue los deberes a tiempo…” ¿Qué diablos significa James?


James: pa, sé que están un poco malas…


John: ¿un poco malas? Veamos, matemáticas un 4, lengua un 5’75 apenas aprobada, sociales un 3 y el resto de las calificaciones apenas sobrepasan el 6 ¿ahora me puedes explicar que son estas calificaciones? – ¿Por qué no tuve un padre hippie? O por lo menos uno ausente, ¿por qué justo me tenía que tocar el que estaba presente y además era endemoniadamente estricto?


James: lo siento papá… - a pesar de que en la escuela era de los matones, o así decían mis profesores, en casa era totalmente distinto, con papá casi no podía mostrarme gallito. – te prometo que el próximo trimestre subiré todas las calificaciones, lo haré. – a ver luego como iba a lograr eso, no es que fuera un lumbrera precisamente, aunque mi padre pensara lo contrario. 


John: claro que las subirás, incluso las aprobadas, más te vale tenerlas por lo menos en un 8 el próximo trimestre que si no te saco de esa escuela y te pongo en una militarizada. – no hablaba en serio, esas escuelas eran internado y el viejo se moriría si pasara más de una noche fuera de casa. – ¿qué te dije la vez pasada que pasaría si me traías otro reprobado a casa? - ¡glup! 


James: que me darías con el cinto… - fui un estúpido, que me costaba prestar un poco más de atención en clases, ¿Por qué no le quité los deberes al tonto de Joe? No estaría en esta situación de haberlo hecho.


John: pues ya sabes, ve a prepararte para dormir, yo iré en unos minutos. – me iba a ir, pero me molestaba que papá fuera tan frio. 


James: ¿me odias? – la cara de papá se desfiguró al escuchar mi pregunta, de seguro no se esperaba aquello. 


John: como puedes pensar eso cariño, jamás podría odiarte, aún si trajeras 10 materias reprobadas. – papá se levantó del sofá y me tomó en brazos para abrazarme. Como odiaba que hiciera eso, el condenado era gigante y yo aún no pegaba el estirón, me hacía sentir más pequeño. – esto no significa que no te castigaré, sabes que cumplo mi palabra. – y tenía que ser correcto justo en eso. – pero quiero que sepas que te amaré siempre, incluso cuando ya no esté, que te quede claro que te seguiré amando desde donde quiera que llegue a parar, eres mi osito que no se te olvide. – odiaba ese apodo… más bien me daba un poco de vergüenza, me lo decía de pequeño y cuando cumplí los 12 años, el regalo que pedí fue que papá dejara de decírmelo. Sé que eso le dolió un poco, pero lo entendió. 


James: no quiero pensar en eso papá, no quiero que me dejes solo nunca. – mamá había muerto cuando me dio a luz, por lo que siempre fuimos papá y yo contra el mundo. 


John: jamás te dejaré enano, anda ve a prepararte para dormir, iré en cuanto termine de ordenar aquí abajo.

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Está demás decir que ese fue mi primer gran castigo, algo de negativo tenía hacerse mayor. 

Como deseaba que mi padre estuviera aquí, aunque de seguro estaría enfadado, pero deseaba que él se enfadara una vez más conmigo si eso significase que no hubiera muerto. 


James: siento lo de mis calificaciones papá, te extraño, donde quiera que fueras a parar. – susurré aquello último antes de acomodarme para dormir. En eso una pluma cayó de la nada sobre mi. 


De seguro había algún nido sobre el árbol que tenía encima, pero quería pensar que ese era mi padre, diciendo que me perdona. 


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RYAN


Vamos Ryan, eres un hombre, un adulto por el amor de dios, ¿cómo con tus 36 años no puedes abrir la maldita puerta y enfrentarte a tu padre?

Estaba cagado de miedo y esa era la manera perfecta de explicarlo. 

Llevaba ya unos 10 minutos frente a la puerta de entrada de la casa de mis padres, tratando de darme la fuerza para entrar. 


De seguro el viejo estaría furioso, pero vamos, no era para tanto. Solo quería darle una lección al mocoso, después de todo se lo merecía ¿no?


Yo me había comportado como un mocoso, había olvidado por completo que ese mocoso era mi sobrino y yo debía mostrarme como un adulto responsable. ¡Diablos! Papá tenía razón.


Finalmente abrí la puerta y me recibió una bola de pelos rubias que prácticamente saltó a mis brazos. 


Maddie: tíooo, te extrañé mucho hoy. – esta mocosa era un amor, me provocaba comérmela a besos cada vez que la veía. 


Ryan: yo también te extrañé mucho, princesa, ya mañana me tendrás todo el día en casa, jugaremos en el jardín y quizás si hay buen clima podremos meternos a la piscina, ¿Qué te parece? – ya me encargaría de convencer a mi madre luego.   


Maddie: ¡siii! Anda, vamos a la cocina, la abuela preparó muchas cosas ricas hoy, debes probarlas todas. – la cría prácticamente me arrastró a la cocina y allí estaban todos los mocosos de la casa, algunos sentados en la encimera y otros en la mesa del desayuno que había allí. 


Ryan: anda, ¿cómo es que todos están aquí? Ya se está haciendo pequeña la cocina mamá, debes decirle a papá que ya es tiempo de remodelarla, tienen demasiado nietos. – mi madre rio y me acerqué a darle un beso en la mejilla, ya que ella se encontraba dando de comer a Noah y a Julie. 


Eve: ya era hora de que llegarás, tu padre me dijo que apenas llegaras subieras a su despacho – ya había llegado la hora de mi muerte, y además, moriría con el estómago vacío. 


Ryan: ¿está muy enfadado?


Eve: ya habló con Sam y ya conoces a tu padre, sus nietos son su debilidad y ese chico se la llevó bastante fácil, de seguro más fácil de como le hubiera ido si su padre no estuviera de viaje. – en eso mi madre tenía razón, Keith era de temer, y es que el condenado era un gruñón de primera, aunque debo admitir que desde que está con Phill, ha ido ablandándose un poco con el tiempo. 


Ryan: mocoso suertudo, yo me llevaré todo el enfado por ser su hijo. 


Eve: no seas exagerado hijo, y mejor subes rápido para no enfadar más a tu padre. – asentí y comencé a irme de la cocina. – y cuando acaben bajan los dos de inmediato, que necesito una ayuda aquí abajo. 


Subí lentamente y golpeé la puerta del despacho de mi padre. Entré apenas me lo permitió. 


Ahí estaba él, sentado detrás de su computadora, muy concentrado y con los lentes un poco caídos sobre su nariz. 

No se veía enfadado, pero eso era la fachada, debía entrar a la casa para saberlo con seguridad. 


Ryan: buenas tardes, papá – el dejó la computadora de lado y se levantó para darme un beso de saludo. 


Allan: hola, hijo, ¿Qué tal tu día en la clínica? ¿estuvo muy pesado? – él se volvió a sentar y yo me senté frente a él. 


Ryan: urgencias estuvo de locos, pero había varios médicos de guardia así que no se sintió pesado. – estaba nervioso, incluso me temblaban las manos. – papá, yo quería disculparme contigo…


Allan: fuiste un irresponsable Ryan.


Ryan: lo sé. – no quedaba más que admitir la culpa. 


Allan: debes de comportarte como el adulto que ya eres. Ese mocoso la sacó barata, tiene suerte que es mi nieto, y tú, tú también la sacaste barata, no tuviste que ver lo que yo vi. – me entró la curiosidad de inmediato, ¿qué había visto el viejo que lo dejó traumatizado?


Ryan: ¿y eso? ¿qué viste tan terrible? – papá se levantó y comenzó a salir de su habitación. – anda papá, no me dejes con la intriga. 


Allan: eso es algo privado entre Sam y yo, tú no tienes por que saberlo. 


Ryan: que malo eres, no que soy un adulto. – justo cuando dije aquello, llegamos a la cocina, en donde mi madre estaba con los últimos que quedaban comiendo la cena.


Eve: ya era hora, tuve que encargarme de todo yo, esto me lo debes Allan, que lo sepas. – ups, mamá estaba enfadada, mejor yo me quedo callado y así no me salpicaba su enojo.


Allan: te lo compensaré mi vida, si quieres mañana te llevo a ti, Nicole y Maya al centro comercial y yo me quedo con el resto de la tropa, ¿Qué te parece? – mi madre sonrió y supe de inmediato que mi padre se había salvado de dormir en el sofá. 


Por mi parte me acerqué a la encimera y me senté entre Maya y James, quienes aún no terminaban su comida. Maya tenía la mitad del segundo plato y James estaba luchando con la ensalada. 


Ryan: hola enano, ¿te portaste bien hoy? – James me miró y había algo en su mirada que no me daba buena espina, ¿había dado problema? Mis padres no me habían dicho nada aún. 


James: si, tío. Me tomé una siesta en la hamaca esa que está cerca de la piscina. – yo solía hacer eso cuando vivía en esta casa. Incluso había veces en que mis padres me perdían de vista y asustados me buscaban hasta que se les ocurría revisar por allá. – la abuela tuvo que despertarme para venir a cenar. 


Ryan: quien como tú que pudiste tomar una siesta. – le piqué un costado para hacerle cosquillas. – hay aquellos que tienen que ir a trabajar todo el día incluso en fin de semana. – estaba bromeando, jamás le reclamaría a James por mi responsabilidad laboral. 


James: pues quien te manda a estudiar medicina, mi siesta estuvo estupenda, ¿cómo lo ves? – me reí mientras le di un abrazo pequeño. – tío, no quiero más ensalada…


Ryan: yo no preparé la cena Jamie, tu abuela debe permitirte dejar la comida. – la cara que me dio el chico casi me saca una carcajada, pero supe reponerme. 


James: que malo eres tío, antes me defendías y ayudabas con papá. – al escuchar aquello una pena tremenda creció en mi pecho. La había tenido bien escondida estos últimos meses, siempre mostrándome fuerte frente a Jamie, ya que era su padre el que había fallecido. Pero no puedo negar que finalmente era el amor de mi vida el que había muerto también, sin darme la oportunidad de decirle todo lo que sentía. 


Le extrañaba demasiado… 

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Este era uno del fin de semana que más había esperado el último mes. Con John habíamos planeado un fin de semana en la montaña para ir a esquiar. Tenía unos días libres en la clínica y él se iba a tomar un descanso del trabajo para ir a relajarse en la nieve. 


James iría con nosotros por supuesto y el enano estaba incluso más emocionado que yo mismo o su padre, no había parado de comentar aquello, tanto con John o conmigo por mensaje de texto. Bendito el día en que a John se le ocurrió darle un teléfono a un crío 11 años. 


Estábamos en casa de los Smith preparando todo para el viaje. Nos iríamos hoy, viernes al medio día para disfrutar de la tarde de hoy y el resto del fin de semana.  

Todo pintaba para ser un fin de semana increíble.


John: James Smith, si no te colocas bien esa chaqueta no iremos a ningún lado caramba. – o quizás no. 


James: pero papá, ya llevo la primera capa, la camiseta, la sudadera y el abrigo, nos tomará como tres horas llegar allá y hay calefacción en el coche, por que no puedo llevar la chaqueta en la mano. – el mocoso tenía un buen punto. Igual John estaba exagerando un poco. 


John: me da igual, póntela. – el hombre de metro 87 se paró frente al pequeño que aún no pegaba su primer estirón y colocó las manos en su cintura.  


James: tíooo… - ahora entraba mi trabajo en todo esto, defender al crio de su estricto padre. 


Ryan: John… - la mirada que me dio el condenado casi me hace arrepentirme de defender al chico. – Jamie tiene razón, incluso diría que va demasiado abrigado, ya allá se colocará la chaqueta y la gorra con los guantes ¿vale? – ambos nos miramos fijamente por un momento hasta que se rindió. 


John: está bien… te salvaste de esta, enano, agradécele a tú tío. – James se sonrió y corrió a abrazarme. 


James: gracias, tío, eres el mejor. 


Ryan: de anda peque, pero no te vayas a poner cabezota una vez que lleguemos allí, te abrigarás de inmediato, mira que no quiero andar cuidando a niños refriados estos días. 


El pequeño se sonrió y me extendió su dedo meñique para entrelazarlo con el mío. 


Ryan: lo prometo.  

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Debo admitir que ese fin de semana, James fue un verdadero angelito. Nada comparado a como se comportaba en la escuela o sobre todo con Joe en su momento. Recuerdo todas las veces en las que tuve discusiones con John por lo mismo. 


James: ¿tío estás ahí? Llevo un buen rato hablándote. – el chico me agitó la mano frente a mi cara y yo volví de mi trance. 


Ryan: lo siento chico, es que me llegó un recuerdo. 


James: ¿a si? Y ¿qué recuerdo?


Ryan: ¿recuerdas cuándo fuimos a esquiar? – James se la pensó por un momento, pero finalmente asintió repetidas veces con su cabeza. 


James: si, vaya este año no pudimos ir, con lo que me gusta esquiar. – eso era verdad, James bastante bueno esquiando, no como su padre y yo, que apenas si andábamos unos cuantos metros sin caernos. 


Ryan: ya el próximo invierno te llevaré un fin de semana. 


James: ¿de verdad tío? ¿lo prometes? – justo en ese momento el muchacho, de ahora 16 años, extendió su mano hacia mi con su meñique alzado. 


Ryan: lo prometo enano. – entrelacé nuestros dedos y le di otro abrazo pequeño. – ahora, termínate esa ensalada, que solo te queda un bocado y ya está.


James: por cierto, tío, debo hablar de algo contigo… - el cambio de expresión de James me dio mala espina. 


Ryan: ¿a si? Y ¿sobre qué? – el demoró en contestarme. 


De seguro será una noche movida aquí en casa.  









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