Faltaban
dos semanas para que se acabara el segundo trimestre y la escuela tomó la
decisión de aprovechar el puente de marzo para hacer un viaje de estudios a la
sierra. Los chicos de ciudad no saben apreciar la belleza de la naturaleza y
las escuelas privadas como la que iba Juan solían hacer este tipo de salidas.
Iban a ser 4 días de acampada en la Sierra Suave. Que aunque se llamaba Suave,
no lo era nada, quien le puso el nombre debía de tener un sentido del humor muy
retorcido. Juan no estaba muy entusiasmado con la excursión. Y no hubiera ido
sino fuese porque “accidentalmente” escuchó como Mario le cuchicheaba a Camilo
que podría aprovechar el puente de marzo para escaparse unos días a París. Así
que se sintió casi con el deber de darles unos días de vacaciones románticas a
Camilo y Mario.
Juan,
no sentía ningún interés por la naturaleza, venía de una pequeña ciudad cerca del
mar y que estaba enclavada a los píes de una de las sierra más altas del país.
Para Juan la Sierra Suave, era una montañita estúpida para que los niños ricos
fueran a esquiar los fines de semana durante la temporada de nieve. Nada más
llegar, los profesores les asignaron los barracones. Barracones de 6 y de 8.
Juan como estaba con los auriculares no sé enteró del sorteo y finalmente lo
tuvieron que meter en la última cabaña que quedaba, una de seis justo al lado
del barracón de los profesores. Juan parecía el único de los chicos de su
barracón que no estaba molesto por tener por vecinos a los profesores. No tenía
intención de meterse en líos. Ninguna intención. Su trasero y él se iban a
mantener fuera de cualquier lio.
-
Ey Juan ¿arriba o abajo? (le
preguntó un chico algo nervioso)
-
¿Qué? (quitándose los auriculares)
-
¿Arriba o bajo? (volvió a repetir)
-
Me da igual, tú mismo.
-
Me pido abajo (dijo el chico tirándose sobre
la litera).
-
Vale (dijo Juan sin entender aquel alboroto
por escoger cama)
-
Oye, pueblerino (Juan puso los ojos en blanco
y se giró molesto)
-
¿Qué quieres, Walter? (dijo Juan cansado)
-
¿Quieres que te cuente un
cuento para ir a dormir?
(dijo burlón Walter)
-
No tengo problemas para
dormir, si quieres puedes preguntárselo a tu madre, después de follármela bien,
siempre me quedó dormido como un tronco.
-
Hijo de puta (Walter se abalanzó sobre él,
pero tres chicos lograron detenerlo)
-
Tíos, dejarlo ya. (dijo Mark, el capitán de
lacrosse) Ya oísteis lo que dijo el
profe con que uno solo del barracón la líe, cavaremos todos durmiendo en el
barracón de los profes. Y yo no quiero dormir en el mismo barracón que el
apestoso de Brancera (en ese preciso momento entraron en el barracón el
director Camer y el profesor de francés Monsieur Durand)
-
¿todo en orden muchachos? (Preguntó el director. Los
chicos disimularon a la perfección haciendo como que colocaban sus cosas o
hablaban entre ellos de un videojuego)
-
Si, señor (dijo con sus mejores modales
Mark) ¿señor?
-
¿Si, Mark?
-
¿A qué hora dijo que sería la
cena? (Mark
quería aparentar normalidad)
-
La cena se servirá en el
barracón número 7.2 en 15 minutos. Espero verlos todos ahí 10 minutos. Sean
puntuales (y
tanto el director como el profesor se fueron)
-
Bufffffffff de que ha ido.
Tíos, si me toca dormir con los profes os juro que vuestra vida el resto del
curso va a ser un infierno (Mark
no era especialmente fuerte, pero si que era especialmente popular y
especialmente rico. Así que aquella no era una amenaza vacía).
-
Tranquilo, capitán américa, no
le dejaré marcas (dijo
muy brabucón Walter)
-
Yo no puedo prometerte lo
mismo, porque cuando acabe con él no lo va a reconocer ni su madre.
-
No me das miedo, paleto
-
Ja (Juan dio una risotada y le dio la
espalda ignorándolo como si fuera un mosquito)
-
Después del toque de queda detrás
de las duchas, te espero
(dijo Walter con una sonrisita de perdona vidas).
-
¡Oye chicos! No me habéis oído, no quiero
meterme en problemas.
-
¡Mark, calla! (dijeron Walter y Juan a la
vez)
El toque de queda era a las
diez. Pero ninguno de los dos iba arriesgarse a salir y ser pillados por alguno
de los profesores o del director. Así que esperaron hasta pasada la media
noche. Todos los del barracón, fingían dormir, pero estaba intrigados si esos
dos saldrían a pelearse o simplemente era una fanfarronada más de los chicos. A
las 12:20 Walter se levantó y fue hacia la puerta, sin hacer el menor ruido la
abrió y salió del barracón. Los chicos se quedaron en vilo esperando ver cual
sería el siguiente paso de Juan. Juan no les defraudó, 5 minutos más tarde empezó
a vestirse y a calzarse en plena oscuridad.
-
Juan, te lo pido por favor, (Mark se había puesto en
frente de la puerta barrándole el paso) Walter
es un idiota, no hagas que nos castiguen a todos por que ese estúpido no sabe
meterse la lengua por el culo.
-
Mark, agradezco el gesto, pero
métete en tus asuntos (dijo
apartándolo y saliendo por la puerta)
Juan anduvo un poco perdido,
aquello estaba muy oscuro y era la primera vez que estaba en aquel campamento.
Además no había puesto ninguna atención cuando habían llegado y habían
explicado donde estaba todo. Al cabo de un rato vio el brillo de lo que seguro
que era un cigarrillo.
-
Apaga eso, idiota (dijo murmurando Juan y
sacándole el cigarrillo de la boca a Walter y apagándolo con el píe) ¿quieres que nos vean?
-
Perdona, es que tardabas mucho
¿Se lo han tragado?
(dijo empezando a caminar hacía el bosque)
-
Esos niños ricos son todos
unos memos, seguro que aun creen en santa Claus.
-
¿Qué pasa con Santa Claus? (Walter se paró en secó y le miró
con pánico)
-
Jajaja, muy gracioso. (prosiguieron los dos mientras
Walter no paraba de reírse) No he salido
aquí fuera a charlar, donde está la discoteca esa.
-
A la salida del pueblo, ya te
lo dije, justo a una milla de aquí.
-
Ya, pero no tenemos coche.
-
Debajo del cerro está la cabaña
del guarda, el año pasado vi que tenía 2 Quads.
-
Entonces solo tenemos que
bajar el cerro y pillar los Quads ¿no?
-
Si, exacto, bajamos, pillamos
los Quads y nos plantamos en la discoteca, un par de horitas de ligoteo y
después volvemos a dejar los Quads subimos el cerro y nos metemos en la camita
hasta el toque de diana.
-
No sé, ¿seguro?
-
Si, joder Juan, no te pongas
paranoico. El año pasado ya lo hizo Tom Müller y no le pillaron, él fue quien
me lo contó.
-
No conozco ese Tom, y si nos
pillan mi culo va estar muy muerto.
-
¡Qué! ¡No me lo puedo creer!
Jajaja
-
Oye, que a ti tú viejo te
calienta casi cada semana, recuerda las duchas de los vestuarios no son
individuales.
-
¿me miras en las duchas? (dijo con una sonrisita
malévola)
-
No de esa forma, idiota.
-
No te ofendas, man, solo es
que se me hace raro pensar en tu hermano o su pareja en plan padre sargento.
-
¿Por qué? ¿Por qué son gays?
-
Si (dijo sin ningún tapujo)
-
Pues toma nota, los gays
también zurran.
-
Jajaja (Walter no podía para de
reír)
-
déjalo Walter
-
ok, llegamos (los dos chicos miraron el
acantilado eran unos 8 o 9 metros, era una pared rocosa que se utilizaba como
rocódromo. Juan se inclinó un poco y miró hacia abajo).
-
Genio (dándole un collejón), no traemos equipo.
-
Es un rocódromo, haremos
bajada libre ¿no dijiste que sabías?
-
Sí, claro que sé, pero de día,
en una pared que conozca y con un calzado adecuado (enseñándole las zapatillas de vestir)
-
Tranquilo, está tirada, es
para principiantes. Yo bajo primero, ya verás (empezó a bajar Walter).
-
Si me rompo el cuello,
recuérdame que te mate (Juan
lo siguió con un poco más de cuidado que su amigo que bajó en plan carreras).
-
(una vez los dos estaban en el suelo) Te lo dije, es una pared para
principiantes.
-
Vale, bueno (dijo Juan un poco molesto.
Cuando Walter le habló de la discoteca no le mencionó para nada de la
excursioncita) ¿Dónde están esos Quads?
-
Ahí, (señalándole la cabaña) ¡agonías!
Los
chicos sacaron los Quads de la cabaña con el motor apagado, tomaron las llaves
de la lata de cerveza. Tom le había dicho a Walter que el guarda escondía las
llaves de los Quads en la alacena dentro de una lata abierta vacía de cerveza. Y
así era. Allí estaban las llaves. Arrastraron los Quads unos metros hasta la
carretera y una vez allí se montaron y fueron hacía la discoteca. La discoteca
era una birria, la típica discoteca de carretera, pensada para los jóvenes de
los pueblos vecinos y que seguía con la misma decoración que el día en que la
inauguraron. Pero los chicos se lo pasaron genial, bailaron, bebieron, ligaron
con un par de chicas muy monas y sobre las cuatro menos cuarto. Walter le dijo
a Juan que era hora de regresar. Juan se lo estaba pasando tan bien que se hizo
un poco el remolón, pero finalmente se fue con su amigo. Habían tomado solo 4
cervezas, pero ninguno de los dos estaba acostumbrado a beber, así que todo les
hacia gracia y todo era súper alucinante. La carretera era recta y a esas horas
de la madrugada no pasaba por ahí ni un alma, así que llegaron sanos y salvos a
la cabaña del guarda.
Walter
estaba todo emocionado, aquella noche había sido genial, aquella chica le había
dejado magrearla toda, le encantaban las chicas de provincia. En cuanto sabías
que eras de ciudad y que ibas a un cole de ricos, se las bragas se caían solas.
Bueno eso no era del todo cierto, pero tenía 17 años, y le gustaba imaginar que
así era. Le gustaba fantasear con que si él viviera en un pueblecito se lo
pasaría el día follándose a todo lo que le llevara faldas. Primero entró Juan y
dejó el Quads en su mismo sitio, y cuando Walter estaba entrando el suyo, de
repente…
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh
-
¡Joder, joder, joder! (Walter se detuvo en cuanto
oyó el grito de su amigo) ¿qué pasó?
-
Imbécil, me pasaste con el
Quads por encima del píe
(Juan estaba hecho un ovillo en el suelo agarrándose el píe)arggggggggggggggggggghdueeeeeeeeeeeeele,
joder! (bramó)
-
Déjame, ver (con cuidado le quitó la
zapatilla, aquello le dolió aun más a Juan) Creo que tienes el meñique roto
-
No…si estuviera roto me habría
desmayado del dolor, solo es el golpe. En un minuto ya me pondré de píe.
-
¿seguro? Yo una vez me rompí
un
-
¡Walter! ¡No está roto! Es mi
dedo, sé cuando está o no está roto ¿vale? (dijo furioso Juan)
-
Ok, (Walter se quedó unos minutos a su
lado esperando a ver que pasaba) tío, lo
siento, no quise pasarte por encima del píe.
-
Ya me lo imagino (con una media sonrisa)
-
Si (dijo calzándose con mucho cuidado de
nuevo la zapatilla). Sigue doliéndome
pero puedo caminar (dijo cojeando hasta la puerta para demostrárselo)
-
Eso está roto, Juan, mírate como
caminas y la cara de sufrimiento que pones cada vez que apoyas el píe en el
suelo (Walter
sonaba entre preocupado y asustado)
-
Walter (intentando calmarlo. No solo tenía el
pie adolorido que encima tenía que calmar al capullo que se lo había chafado) camino así porque me duele, maldita sea a
ti también te dolería si un Quads te pasara por encima. Venga vámonos, no creo
que vaya a poder correr mucho y no quiero que nos pillen.
-
¿Crees que podrás subir la
pared?
-
Si pondré todo el peso en las
manos y el pie bueno, ningún problema, vamos (Walter tampoco estaba muy seguro,
pero no quería que les pillaran).
-
Ok, pero tú delante.
-
Como quieras (dijo cansado y empezó a
escalar)
Mientras
tanto Camilo Y Mario estaban disfrutando de un fin de semana romántico en París.
Aquel viaje les hacía tanta ilusión. París fueron sus primeras vacaciones
juntos. Y les traía tantos buenos recuerdos.
-
¿Cariño? (Camilo estaba viendo desde
la ventana del restaurante un grupo de estudiantes en viaje de fin de curso
tomando fotos a Notre Dame)
-
¿Si? (acariciándole dulcemente la mano)
-
¿Crees que se lo estará
pasando bien? (Mario
rodó los ojos)
-
Buffff Camilo, es nuestra
escapada romántica no quiero hablar de mi hermano.
-
No parecía muy ilusionado con
la acampada (ignorando
lo que acababa de decir Mario).
-
Camiloooooooooooo (dijo Mario suplicándole con
los hombros ya caídos, con aire de medio derrotado) por favor (poniendo morritos y ojitos de cachorrito)
-
¿podríamos llamarlo?, lleva su
teléfono (Camilo
sabía que Mario también se moría por saber como le iba a su hermano, pero era
muy orgullosos para reconocerlo. Pero Camilo se equivocaba. Mario solo tenía
una cosa en mente. Camilo)
-
No vamos a llamar a Juan. ¡Por
dios, Camilo! ¡Juan ya tiene 17 años y está con el instituto! Ponte en su
pellejo ¿Te hubiera gustado que tu padre te llamará para preguntarte si te lo
estás pasando bien?
-
Hubiera sido muy considerado
de su parte (intentando
sonar convincente, pero Mario tenía razón, aquello podría ser un poco
vergonzoso para un chico de su edad). ¡Pero
nosotros éramos muchos, no creo que ni se hubiera dado cuenta si faltaba un mes
entero! Es más no sé si ya se habrá dado cuenta que no vivó allí jajaja
-
Jajaja si lo cierto es que me
chocó bastante que el año pasado cuando fuimos para el día del padre y me
preguntara de quien era marido yo.
-
Jajaja Tú haz bromas, pero le
creo muy capaz.
-
Olvidemos a nuestras familias,
centrémonos en tú y yo y París, la ciudad del amor. ¿qué te parece si vamos
dando un paseo por el Sena hasta los jardins des Tuileries? Quizás tengamos
suerte y nos llueva otra vez (dijo
Mario, dándole un tierno beso en la boca).
-
¡Pero que dices! Si acabamos
como sopas (Mario
radiaba felicidad, aquella ciudad era mágica para ellos. Entonces Camilo
recordó aquella tarde de la que hablaba Mario. Iban corriendo perdidos por las
calles de Paris buscando una boca de metros para tomar el metro hasta el hotel
y cobijarse en su cálida habitación hasta que amainara la tormenta. Pero
acabaron en la otra punta de París. Y a pesar de todo, a pesar de estar perdidos,
cansados y empapados, en aquel momento eran extremadamente felices, porque allí
estaban ellos dos, juntos, enamoradísimos y en una ciudad preciosa).
-
Pero logramos llegar al hotel (dijo Mario robándole un poco
de guarnición del plato de Camilo aprovechando que estaba distraído en sus
pensamientos)
-
Cuando dimos con el metro era
ya casi de noche,… nos perdimos visitar d’Orsay.
-
Podemos ir mañana. O también
nos lo podemos volver a perder y pasar el resto del día en la habitación del
hotel (tocándole
disimuladamente con el píe la entrepierna)
-
¡Mario! (dijo poniéndose rojo y mirando
como paranoico a todas partes por si alguien se había percatado).
-
Camiloooo (dijo como un niño travieso)
-
No quiero que nos echen de
este restaurante
(intentado ponerse serio y reñir a su marido).
-
Entonces no hagas escandalo (y
volvió a tocarle con el píe la entrepierna)
-
¡Mario! ¡Compórtate por favor!
Nos puede ver alguien
(dijo entre dientes. Lo cierto es que estaba empezando a excitarse. Pero no
eran dos críos eran dos adultos y podían esperarse a llegar al hotel para tener
un poco de intimidad. Pero a Mario disfrutaba viendo la cara de Camilo cuando
hacía ese tipo de cosas en lugares públicos).
-
Tengo un marido muy guapo (dándole un besito tierno en
la boca) claro que nos mirarán.
-
Ya sabes a lo que me refiero (y bruscamente le retiró el
píe de su entrepierna, Pero Mario nada más lejos de sentirse disuadido, sintió
aquel gesto como carta blanca, y volvió a jugar con su píe en la entrepierna de
su marido) Mario, de verdad (hablando
entre dientes por miedo que alguien los escuchara) no sé que te pasa qué desde que supiste que nos íbamos a París te
comportas como un perro en celo.
-
La culpa es tuya (dándole un beso está ve un
poco más largo, pero aun muy casto) por
ser tan sexi
-
Idiota (dijo intentando mantenerse
serio pero era imposible, amaba tanto a ese hombre) ¿Por qué no nos vamos para el hotel? (dijo con una sonrisita)
-
Es que tengo hambre y justo
nos acaban de traer el primero.
-
Entonces quita tu píe de mi
paquete y come
(dijo flojito pero puntualizando cada palabra)
-
No. (dijo con sonrisa de picarúelo) Me gusta mi píe ahí, gracias.
-
Mariooooo
-
¿te vas a comer ese pan? (ignorando las suplicas de su
marido mientras señalaba un bollito)
-
Si no apartas ahora mismo el
pie (señalándole
con el dedo como una maestra de parvulario)
-
Di (con sonrisa de zorro astuto) ¿Qué es lo qué me vas a hacer si no lo
quito? (Mario empezó a masajearle con el pie arriba y abajo. La respiración
de Camilo cambió y se puso más recto. Mario sonreía triunfante)
-
¡Se acabó! Está claro que tu
por las buenas nada ¿no? (dijo dejando la servilleta encima del plato e
indicándole al metre que les trajera la cuenta)
-
Pero yo tengo hambre (dijo quejándose y un poco
aturdido por la repentina reacción de su marido)
-
¡Nos vamos al hotel! (dijo bastante molesto Camilo)
-
Vale, pero deja que al menos
acabe este plato
(dijo como si Camilo solo se estuviera marcando un farol y fuera a volver a
sentarse y acabar de cenar juntos)
-
(Camilo se acercó mucho a Mario y le susurró
la oído) Ahora (Mario no se lo pensó
dos veces dejó un billete de 100 euros sobre la mesa y tardó un milisegundo en
reunirse con su marido en la puerta del restaurante y pedir un taxi)
A
Juan le dolía horrores el píe, las lágrimas había empezado a escaparse debido al
intenso dolor que sentía cada vez que movía el píe y lo ponía sobre una de las
fijaciones. Walter iba debajo de él mirándolo atentamente por si daba un
traspié o algo. Cuando iban por la mitad, Juan sintió un dolor punzante que le
recorrió todo el cuerpo desde la punta del píe hasta el cerebelo. Aquel dolor
le cortó la respiración y tras unos segundos perdió el conocimiento. Walter al
ver desplomarse a su amigo intentó agarrarlo pero, Juan cayó muy rápido y
estaba muy oscuro. Solo escuchó el cuerpo de Juan impactar contra el suelo.
Walter bajó de nuevo lo más rápido que pudo. Juan seguía inconsciente tirado en
el suelo, miró sus constantes vitales. Tenía pulso y respiraba. Pero no abría
los ojos, lo zarandeo un poco para ver si volvía en si, pero nada. Walter
corrió a la cabaña del guarda y utilizó el teléfono para pedir una ambulancia.
La
ambulancia tardó 18 minutos, pero A Walter le parecieron 18 horas, no se movía
del lado de su amigo. Aquello era culpa suya. Él lo había convencido de ir a la
discoteca, él le había atropellado el pie y él no lo había disuadido de subir
la pared. Cuando finalmente llegó la ambulancia, Walter les explicó lo que
había pasado, lo del pie y lo de la caída. Cuando los paramédicos le
preguntaron si habían tomado alguna cosa. Walter no supo que contestar. En la
discoteca había estado muy ocupado con aquella chica y no sabía si Juan había
tomado algo o no. Sabía que había bebido cervezas, le había visto con una en la
mano. Y él mismo le invitó a la primera. Pero no sabía nada. Por no saber, no
sabía ni su grupo sanguíneo.
-
Tranquilízate muchacho, ha
caído de tres metros, lo más seguro que sea una conmoción, le haremos unas
placas en cuanto lleguemos. Necesitamos ponernos en contacto con sus padres.
-
Si, claro (Walter empezó a llamar a casa
de Juan esperando encontrar a Camilo o a Mario. Lo intentó 6 o 7 veces pero
nada) No contestan.
-
Otro adulto, familiar,
profesor o…
-
Hemos venido con la escuela.
-
Haberlo dicho antes, muchacho.
Los profesores pueden hacer de “adulto al cargo” de sus alumnos en casos como
este. ¿En qué campamento os estáis?
-
En el de sierra suave.
-
¡Zeus! (dijo el paramédico al
conductor de la ambulancia) Pídele a
Magda que busque el teléfono del campamento de Sierra Suave, llevamos un chico
inconsciente con un traumatismo craneoencefálico para allá y necesitaremos del
consentimiento del tutor.
-
Ellos no saben que no estamos
allí (dijo
flojito y bajando la cabeza)
-
Me lo imagino no son ni las
cinco de la mañana.
-
¿se va a poner bien, verdad? (dijo con los ojos vidriosos)
-
No lo sé, hasta que no veamos
las placas no lo sabremos, esperemos que si.
(Era las tres de la mañana en Paris cuando la
música de la marcha imperial empezó a sonar en la habitación de hotel de Mario
y Camilo)
-
Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr
dios, ¿quién narices te llama a estas horas? (dijo Camilo encendiendo la luz de la
mesita de noche)
-
Noooooooooooooooooo (pasándose las manos por la
cara, justo hacía una hora que se habían quedado dormidos) dije que no me llamaran. Como sea de la universidad cuando vuelva
pongo una bomba.
-
Contesta ya, esa maldita
música me está poniendo de los nervios.
-
No sé donde lo puse.
-
Suena por ahí (señalando una butaca cerca de
la puerta que daba al balcón. Mario se levantó sin ganas y fue hasta la butaca,
y buscó en sus pantalones, finalmente agarró el teléfono y contestó)
-
¿Diga?
-
Señor, Mario Macias (una voz muy seria dijo,
Mario instintivamente se puso serio)
-
Si, soy yo.
-
Soy el director Camer,
llevamos horas intentando contactar con ustedes
-
No estamos en casa, salimos de
viaje ¿Le ha pasado algo a mi hermano? (un sudor frio le recorrió la
espalada a Mario, de repente le costaba respirar. Camilo al oír a su marido
preguntar por Juan, se incorporó de golpe)
-
Me temo que si señor Macias,
ha habido un lamentable accidente. Juan está hospitalizado en el hospital de
Aguasfuertes.
-
¡Dios mio! ¿qué tiene? ¿qué ha
pasado?
-
Una caída de 4 metros, los
médicos lo tienen en observación aun no ha recuperado la consciencia. Creo que
deberían regresar de inmediato.
-
Si claro, ahora mismo
compramos un billete para el primer vuelo. están ahora con él. Mi hermano
Fernando vive a tres horas de allí. Voy a llamarlo, para que vaya, por si
necesitan que firmemos algún papel o algo.
-
Si, eso sería perfecto, y
señor Macias, realmente siento lo ocurrido
-
Si, ya hablaremos cuando
lleguemos (Mario
colgó el teléfono) Nos vamos, Juan está
en el hospital, está inconsciente (Mario estaba teniendo un ataque de
ansiedad).
-
¿Qué? (en pánico. Camilo rápidamente empezó
a vestirse) Voy a llamar a recepción que
nos pidan dos pasajes en el primer vuelo disponible.
-
Yo llamaré a mi hermano, está
a tres horas de allí. Dios mío si le pasa algo, será todo culpa mía, yo le
animé a que fuera a ese estúpido campamento. Tenía tantas ganas de este viaje.
Como puedo ser tan egoísta… si le pasa algo (Mario no podía respirar. Camilo se
acercó y empezó a tranquilizarlo, le dio un vaso de agua y le ayudó a controlar
la respiración)
-
Shhhhhhhhhhhhh respira mi
amor, ya verás como solo será un susto shhhhhh
-
Gracias, Camilo, ya está, ya
está, ya estoy mejor. Voy a llamar a mi hermano, pide esos pasajes como has
dicho.
Camilo
no logró un vuelo hasta las siete de la mañana y después casi cinco horas de
interminable vuelo. Y al llegar otras dos horas de coche. Llegaron al Hospital
medio sonámbulos. En el Hospital estaban todos, el director, un par de
profesores, 4 o 5 alumnos, Fernando, Cristina y los niños. Camilo respiró un
poco más aliviado al ver la cara relajada de Fernando. Pero Mario estaba tan
sicótico que iba como ciego.
-
¿Y Juan? ¡Y Juan! (preguntó como loco Mario)
-
Tranquilízate Mario (dijo Fern) ya despertó. Las enfermeras están ahora
aseándolo, nos dejaran entrar en 10 minutos (Mario se abrazó a su hermano y
al fin dejó sus emociones salir, empezó a llorar como un crio)
-
Pensé que también lo perdíamos
a él. Te lo juro Fern, no sé que haría si le hubiera pasado algo.
-
Bueno le ha pasado algo (Dijo Fernando daleando un
poco la cabeza)
-
(Mario se separó de golpe del brazo de su
hermano) ¿Qué tiene?
-
Una pequeña conmoción y en la
caída se ha vuelto a romper la muñeca, ah si, y tiene dos dedos del píe
fracturados. Pero lo del pie no fue por la caída, fue por el atropello
-
Imbécil (golpeándole en el brazo) me has parado el corazón (Fern no pudo
resistirlo, él también había pasado mucha tensión en las últimas horas y cuando
Juan se despertó fue como un gran alivio). Espera
¿qué atropello? Me dijeron que se había caído escalando.
-
Ya te lo contaré luego, cuando
hayas visto a Juan, y esto se vacíe un poco.
Las enfermeras salieron al
cabo de unos minutos. Mario sin dejarlas casi salir de la habitación entró como
un enajenado y nada más ver a Juan lo abrazó fuertemente y le empezó a dar
besos por toda la cabecita, Mario lloraba entre pena, alegría y miedo. Juan no
se atrevió a detener a su hermano. Camilo se quedó a un lado, sabía que su
marido necesitaba abrazar y sentir el contacto de su hermano. Para él apenas
habían pasado unas horas desde que había sentido aquel dolor tan fuerte que le
había nublado la vista. Para Mario, Fern, Camilo, Cristina y los otros habían
pasado 14 horas.
-
¿Mario? (Juan no se esperaba ver tan
pronto a su hermano y a Camilo) ¿Y
París? ¿qué haces aquí?
-
Juan te caíste y perdiste el
conocimiento, has estado inconsciente más de 10 horas.
-
Si, lo sé. Fern me lo ha
contado. Pero está Fern aquí, no tenías por qué haber regresado (Juan se sentía fatal, no
solo había puesto a toda la familia en vilo, sino que encima había arruinados
las vacaciones románticas a Mario y Camilo).
-
¿Perdón? ¿cómo que no tenía
por qué regresar?
(Mario no entendía a Juan) Eres mi
hermano, mi responsabilidad. ¡No puedo estar haciendo el turista mientras mi
hermano se está muriendo en un hospital!
-
Pero yo no me muero (dijo tan inocente como un
niño de pañales. Camilo abrió mucho los ojos no podía creer lo que oía, el
chico parecía no darse cuenta de lo cerca que había estado de la muerte).
-
Pero te caíste de 4 metros de
altura y golpeaste contra el suelo. Estabas inconsciente. Juan, creíamos. Todos
creíamos que te perdíamos.
-
Siento haberos fastidiado las
vacaciones (dijo
sintiéndose como una mierda)
-
¡A LA MIERDA LAS VACACIONES! (dijo Mario gritando como un
loco. Una enfermera entró y lo mandó guardar silencio) Juan (bajando la voz) habrás
más vacaciones, lo que no habrá es más Juanes (en ese momento Fern entró).
-
Mario, el médico quiere hablar
con nosotros (Camilo
y Mario salieron de la habitación)
-
¿Son los familiares de Juan
Carlos Macias?
(preguntó el doctor)
-
Si, señor (respondió Cristina nerviosa)
-
El paciente ingresó con un
fuerte traumatismo craneoencefálico. Hemos tenido que darle medicación para
prevenir que se formen hematomas y que la presión pueda dañarlo. Nos gustaría
quedárnoslo un par de días más para ver como progresa. Den gracias que el chico
tiene una cabeza tan dura, el golpe podría haber resultado funesto. Pero si en
los próximos días los hematomas desaparecen, todo habrá quedado en un fuerte
chichón y una muñeca y unos dedos rotos. Y señores, recuérdenle al chico que el
casco es obligatorio en la escalada por algún motivo.
-
Descuide, se lo diremos (volvió a contestar Cristina
respirando al fin tranquila. Cuando el médico se fue. Cristina miró a su
cuñado). Mario, quizás Juan debería
volver a casa, al menos hasta que se haya curado del pie (Fern puso cara de
circunstancias. Aquello no era culpa de Mario, no tenía sentido castigarlo a
él. Pero entendía que después de ese susto, su mujer quisiera tener a Juan de
vuelta a casa y cuidarlo).
-
Gracias Cristina, pero no será
necesario (dijo
Camilo, porque se temía que en el estado de nervios que se encontraba Mario pudiera
saltarle con alguna grosería). Ya sabes
que yo estoy en casa todo el día, me podré ocupar mejor de Juan. Tú tienes los
niños y tu trabajo y Juan necesitará alguien que esté encima para que se tome
la medicación y para que le ayude a hacer las cosas, mientras esté de baja.
-
Si, claro, con la muñeca y el
pie enyesado no podrá hacer gran cosa. Me parece Camilo que te va a tocar
ponerte el traje de enfermera (corrió
a decir Fernando, antes que su mujer pudiera decir algo más)
-
Pues tengo uno (dijo bromeando, para aligerar
la tensión, tanto Cristina como Mario se habían quedado todo ese rato mirándose
fijamente) pero no creo que fuera
apropiado
-
Seguro que no jajajajaja (rieron Camilo y Fernando.
Mario Y Cristina simplemente permanecieron callados)
Al
fin le dieron el alta a Juan. Juan estaba hasta la coronilla de hospital,
enfermeras, médicos, visitas, pruebas, blahblahblah. Estaba deseando llegar a
casa y tirarse en su cama y ponerse con su portátil a ver serie y películas.
Para celebrar el alta la familia al completo se fueron a comer fuera. Todo fue
muy ameno. Aquellos dos días habían servido para que todo el mundo se calmara.
Todos menos Juan que la vida hospitalaria solo hacía que crisparle los nervios
más y más. Finalmente quedaron que cuando terminará el segundo trimestre de
aquí a tres semanas, Juan, Mario y Camilo irían hacerles una visita a todos y
se estarían en casa de la abuela, al menos, una semana. Aquello fue lo que
acabó de enterrar las hachas de guerra entre Cristina y Mario.
-
Hogar, dulce Hogar (dijo Juan al entrar al fin a
la casa de Mario y Camilo) Tenía unas ganas de llegar (dijo cojeando hasta el
sofá y tirándose sobre el)
-
Juan, la muleta, el médico te
dijo que no apoyarás peso sobre el píe (le amonestó suavemente Camilo).
-
No he apoyado (dijo mintiendo
descaradamente, todos le había visto apoyarlo)
-
Juan ¿Porqué novas a tu
habitación y te acuestas un rato? (le dijo con una sonrisa dulce y cálida Mario)
-
Mario, me he pasado los
últimos 4 días acostado. Me apetece ver un poco la tele, después quizás me pase
por casa de…
-
¡Oh no! Tú no te vas a pasar
por ninguna parte, el medico dijo reposo. Y te vendrá de perlas para estudiar
porque en dos semanas tienes los exámenes trimestrales (dijo Juan en la típica pose pies
separado, manos en las caderas y ceño fruncido).
-
Mario solo será un momentito,
estaré de vuelta antes de las seis, mira, si hasta agarraré la muleta y todo (dijo agarrando la muleta y
poniéndose en píe).
-
Juan, acabas de salir del
hospital. El médico ha dicho
-
Si blahblahblah sé lo que ha
dicho el médico, siempre dicen la misma estupidez esa del reposo. Y estoy
perfectamente, eso también te lo ha dicho, tranqui, Mario no me voy a morir.
Jajaja (mofándose
de su hermano. La cara de Mario se transformó, hubo algo en su interior que
hizo CLICK. Camilo pudo oír perfectamente el CLICK, Juan lo habría oído si no
hubiera estado tan ocupado riéndose de la preocupación de su hermano)
-
¿entonces… no te duele nada? (preguntó capcioso Mario)
-
Nooooo por supuesto que no,
soy un tipo duro, hermanito jajaja
-
¿Entonces… estás bien?
-
De puta madre
-
No hay problemas para hacer
vida normal ¿no?
-
Ninguno, excepto lo de no
mojar la escayola cuando me duche, todo está perfecto. No tienes de que
preocuparte Mario. Relájate
(dijo hablándole como quien habla a un loco). Deja de tratarme como un pobrecito desvalido (Camilo miró a su
marido y Mario le devolvió la mirada con complicidad).
-
¿Entonces quieres que te
tratemos con normalidad?
-
Si, por dios, ¡cuanto os
cuesta enteraros!
-
¿Nada de trato especial porque
acabas de salir del hospital?
-
No, Mario no, estoy bien (dijo intentando convencer a
su hermano que se encontraba bien. Cosa que era cierta) es más, deberías ir mañana a trabajar.
-
Aun tengo un par de días de
vacaciones.
-
Pues deberías volver a París (dijo alegremente Juan).
-
No vamos a volver a París, (dijo esta vez Camilo entre
dientes) no por dos días
-
Bueno chicos, prometo no
molestarles mucho, yo me meteré en mi habitación y me pondré a ver películas
-
Es no va a poder ser (le interrumpió Mario)
-
¿porque? (dijo extrañado)
-
Muy sencillo, como te
encuentras bien
-
Si me encuentro (volvió a insistir)
-
(Mario levantó la mano par indicarle que no le
interrumpiera) Como decía, como te
encuentras ya bien, y no necesitas más reposo (Juan le daba la razón con la
cabeza. Al fin su hermano había entrado en razón y se había dado cuenta que se
encontraba bien y que no había motivos para estar en plan madre gallina) no hay motivo alguno por el cual no
podamos volver a la normalidad ¿verdad?
-
Eso es lo que llevo intentando
decirte desde que saliéramos del hospital.
-
Pues Juan Carlos (Mario hablaba sin alterarse
pero acababa de llamarlo Juan Carlos, y en su casa, cuando alguien lo llamaba
Juan Carlos siempre iba seguido de una zurra de las de campeonato) no va a haber pelis, porque vas a estar castigado
sin televisión, ni ordenador, ni nada que pueda resultar remotamente divertido,
durante los próximos 2 meses
-
Peroooooooooooooooo
-
Juan Carlos, no he acabado (el tono de Mario ponía los
pelos de punta, era escalofriantemente tranquilo) nchnchcnh (negando con le
lengua en el cielo de la boca) se
acabaron las salidas para siempre. Y en estas dos semanas tu vida será
habitación-escuela-habitación.
-
¡Mario, dos meses!
-
Juan Carlos aún no he acabado
-
Pero no es justo
-
¿Que no es justo? ¡Qué no es
justo! Estaba dándote las buenas noticias aun no he llegado a las malas. Pero
te las diré de aquí a que se acabe el trimestre recibirás cada mañana antes de
salir de casa para la escuela 14 nalgadas con el cepillo de ducha. Y ahora
cuando acabemos de hablar vas a recibir la mayor zurra que has recibido en tu
vida. Y Juan Carlos, créeme si ahora ya no te duele nada, cuando acabe contigo
te va a doler hasta la partida de bautismo.
-
¡Perooooooooooo si fue un
accidente!
-
¡Un accidente! (Mario estaba punto de
estrangular a su hermano)
-
Mario, cariño, porque no vas a
por las pastillas de tu hermano y te da un poco el aire. Mientras yo hablaré
con él ¿eh? (mirándolo
de esa manera que solo Camilo Sabía mirarlo. Mario comprendió que realmente
estaba muy enojado con su hermano y necesitaba enfriarse o acabaría matándolo.
Mario respiró hondo y salió por la puerta). Ahora qué tu y yo nos hemos quedados solos. Tenemos dos opciones. Una
voy a por mi cinturón y empiezo a darte correazos hasta que se me canse la
muñeca, por haberme hecho pasar el peor día de mi vida. Juan, te caíste de 4
metros de altura, picaste con la cabeza contra el suelo y no despertabas. ¡Y
nosotros estábamos en el puto París de los cojones! A cientos de kilómetros de
aquí. Y no podíamos hacer nada, te morías y nosotros no podíamos hacer nada
(chillaba Camilo descontrolado. Camilo se dio cuenta que también había perdido
los papeles e intentó recuperar el control). Bueno ya has oído la primera opción. La segunda opción, es que te
sientas ahí escuchas bien lo que te voy a decir y no me replicas ni me chistas
ni me resoplas ni nada solo escucha y asiente con la cabeza. ¿qué va a ser la
opción uno o la dos?
-
La segunda (dijo Juan cabizbajo)
-
Ok, te voy a decir lo que tu
hermano quiero oír cuando regrese. Y eso es lo que le vas a decir. Porque Juan.
Mario es la persona que más quiero en esta vida y no quiero volverlo a ver
sufrir de esa manera. Nunca ¿me oyes? (Juan asintió) le dirás, siento haber
desobedecido las normas del campamento, siento haberme fugado, siento haber conducido
un vehículo habiendo bebido, siento haber puesto mi vida en peligro escalando
una pared de noche, sin arneses y con un pie roto (Camilo estaba escupiendo de pura
rabia) así que cuando tu hermano regrese
y te pregunte el porqué de esa zurra, tú sabrás que decirle. Porque eso es lo
que ha pasado Juan. Que casi te matas por…es que ni siquiera alcanzo a entender
por qué ¿Porqué Juan?
-
(juan no tenía respuesta, para eso, ni él lo
sabía. Sabía porque había escalado esa pared con el pie roto, pero no sabía
porque había accedido en primer lugar a escabullirse del campamento) No lo sé. Bueno dijisteis que no podía
volverme a meter en líos en la escuela que si el director volvía a llamar me
estaríais pegando hasta que me tuviera que volver a afeitar, ¡Camilo, me afeito
una vez al mes! (dijo con cara de pánico. Camilo tuvo que hacer un esfuerzo
titánico para no reírse de ese comentario)
-
Entonces… ¿es mejor arriesgar
la vida que recibir nalgadas por un mes, es eso lo que me estás diciendo?
-
Para ti es muy fácil, no eres
tú el que las recibes.
-
Mira chico, antes que fraile
fue monaguillo. Y tu hermano recibió tantas zurras que es un milagro que le
quede carne el trasero. Y todos hemos sobrevivido. Es más tu mismo has recibido
lo tuyo, y sigues aquí ¿no?
-
Pero duele.
-
Perderte a ti duele más. (hubo un silencio incomodo) ¿sabes que significaría perderte a ti
Juan? Joderías para siempre esta familia. Tus hermanos no volverían hablarse.
Conozco a mi marido desde hace más de 10 años. Mario se haría responsable único
y directo de tu muerte, se torturaría cada segundo de su vida. Y volvería aquel
oscuro pozo sin fondo de hace 14 años. Y sabes si a Mario le pasara algo, o
volviera a toda aquella mierda, creo que yo tampoco lo soportaría (Camilo
estaba llorando. Juan estaba impactado. No sabía que decir ni que hacer.
Instintivamente Juan le pasó el brazo por encima y lo abrazó).
-
Lo siento (y fue un lo siento desde lo
más profundo del corazón. Juan se sentía como una mierda por hacer llorar a
Camilo, por haber hecho llorar a toda su familia, por darles ese susto de
muerte. No había sido cuestión de mala pata, había puesto en peligro seriamente
su vida por no querer afrontar las consecuencias de sus actos. No tenía nada
que ver con Cristina, no podía culparla a ella esta vez, esta vez no era furia,
esta vez simplemente había sido un idiota) Camilo,
sé que ahora es pronto, pero necesito que me perdones, por favor podrás llegar
a perdonarme (Juan estaba haciendo un gran esfuerzo por no llorar). No me odies.
-
(Camilo respiró hondo y le dio un beso en la
frente) Eres tan tonto como tu hermano (dijo
secándole la lagrima que empezaba a asomarse por el lagrimal). No puedo odiarte, no se puede odiar alguien
a quien quieres tanto que la sola idea que le pudiera pasar algo te corta la respiración
y te deja paralizado. No te odio, no te guardo rencor, solo estoy aterrado. Me
aterra que pongas tu vida en peligro tan alegremente. Me aterra hasta el punto
que llevo sin pegar ojo bien desde que nos llamara el director. ¿entiendes? No
es odio, no estoy decepción, no estoy molesto, solo estoy aterrado. Mario y yo
estamos muertos de miedo.
-
Te juro que no volveré a hacer
algo tan estúpido en mi vida, de verdad, Camilo te lo juro.
-
Gracias, estírate un poco en
el sofá, yo iré, otra vez, a llevar al desván todo lo de tu habitación (Camilo también necesitaba un
poco de espacio para asimilar esos 4 días).
Mario tardo una hora y media a
regresar, debió ir a la última farmacia del mundo. Al llegar Juan estaba
dormido en el sofá y Camilo estaba trabajando en su despacho. Decidió darse una
ducha para tonificar los músculos que los tenía todos agarrotados de la tensión
acumulada en los últimos días. Al pasar por el lado del sofá, Juan se despertó.
-
Mario (dijo tímidamente Juan, sentándose
bien en el sofá)
-
Hola (dijo forzando una sonrisa)
-
Mario antes de que me digas
nada, yo quería decirte que lo siento, que lo siento de verás (Juan estaba llorando) no quise asustarte, no quise hacerte daño,
yo no quería que lo pasarás mal, yo soy un imbécil y un idiota y un maldito
mocosos consentido, no merezco vivir con vosotros. Pero Mario, escucha, ya no
quiero vivir en otro sitio, ya no. No me importa, si quieres estudiaré mucho
sacaré todo 10. Trabajaré. Ayudaré en casa, haré lo que sea, puedes pegarme
cada día por el resto de mi vida si quieres, pero Mario por favor perdóname
(Juan lloraba a mares).
-
Juan (lo abrazó fuertemente y lo estuvo
consolando hasta que el chico se calmó)
Juan eres mi hermano pequeño, te adoro, te quiero con locura, no importa que no
haya estado mucho por casa estos últimos años. No puedo hacerme a la idea de
perderte. He perdido demasiada gente en esta vida. Y no pienso perder a nadie
más. Y tienes razón debería pegarte cada día para asegurarme que nunca jamás se
te pasa por la cabeza poner tu vida así en peligro. Pero es estúpido, no
tenemos tantas zapatillas en casa (dijo intentando hacer reír a su hermano)
-
No ha tenido gracias Mario (dijo cruzándose de brazos
poniendo morritos).
-
Venga vamos a tu habitación,
todos estamos muy cansados y creo que vamos a dormir por una semana.
-
¿me vas a pegar, no?
-
No te voy a leer un cuento,
anda y tira para tu habitación
(Juan se levantó del sofá y caminó hacía su habitación) JUAAAAAAAAN la muleta (dijo cansado alargándole la muleta)
-
Si, ahora iba a por ella (dijo con una media sonrisa)
-
Yayaya (Mario le siguió despacio
hasta la habitación)
Una vez en la habitación Mario
puso todos los almohadones sobre la cama. Juan lo miraba extrañado.
-
Es para no lastimarte ni el
pie ni la muñeca. Bájate los pantalones y calzoncillos. Túmbate en la cama y
pon tus caderas sobre los almohadones. Voy a por la correa y ahora vengo (las temidas palabras fueron
al fin pronunciadas. Cuando Mario entró en la habitación Juan estaba tumbado
esperando a su verdugo. Pero estuvo apunto se salir corriendo viendo que aparte
de la correa de colono llevaba la regla de madera de Camilo).
-
¿Qué vas a hacer con eso?
-
Tomarte las medidas. (Juan no lo encontró
gracioso) van a ser 100 tu eliges
cuantos con la regla, cuentos con el cinto y cuantos con la zapatilla.
-
¿qué? No me puedes hacer
decidir a mí.
-
Fuiste tú el que te pusiste en
peligro, es lo justo, ¿no? (Juan
pensó que su hermano estaba rozando el sadismo) tú decides cuantos yo decido la intensidad, no te vayas a pasar de
listo. ¿Cuantos?
-
50 con la zapatilla
-
Me parece bien
-
20 con el cinto.
-
De acuerdo
-
Y 30 con la regla.
-
Que así sea. Pero antes quiero
asegurarme que sabes el porqué de esta zurra.
-
Porque puse en peligro mi vida (dijo tragando saliva)
-
Empecemos pues (Y Mario no dijo ni una palabra más
agarró la regla y empezó a descargarla sobre el trasero del muchacho) PLACKA
PLACKAPLACKA PACKA PLACKAPLACKAPLACKAPLACKA PACKA PLACKA
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH (eso si que no se lo esperaba
la regla dolía más que la pala)
AAAAAAAAAAAAY AAAAAAAAAAAAAAAAAAY AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGG GRRRRRRRRRRRRRRRRR
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
- PLACKA
PLACKAPLACKA PACKA PLACKA PLACKAPLACKAPLACKA PACKA PLACKA
- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH AU AUA AU AU AYYYYYYYYYY ARGGGG
NOOOO NOOO YA YA PARA AAAAH
- PLACKA
PLACKAPLACKA PACKA PLACKA PLACKAPLACKAPLACKA PACKA PLACKA
-
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
YAAAAAAAAAAAAAA PARAAAAAAAAAAAAAAAAA DUELE DUELE AY AYAY NO AHÍ NO NO OTRA VEZ
NOOOOOOO AAAAAAAAAAAAAAAHH
-
Estos fueron los 30 de la
regla. Ahora tocan los 20 con el cinto, allá voy.
-
ZWASS
ZWASSZWASSZWASSZWASS
-
NOOOOOOOOOOOOO AYYYYYYYYYYY EN
EL MUSLO NOOOOO AAAAAAAAAAAAAAH MARIOOOOOOOOOOOOOOOOOOO PARAAAAAAAAAAAAA
AUUUUUUUUUUU
-
ZWASS
ZWASSZWASSZWASSZWASS
-
MARIO YA NO MÁS
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH NO PUEDO, TE LO JURO AHHHHHHHHHHHHHHHH ME ESTÁS
MATANDOOOOOOOOOOOOOO SOCORROOOOOOOOOOOOOOOOOOO
-
ZWASS
ZWASSZWASSZWASSZWASS
-
CAMILOOOOOOOOOOOOOOOOO
SOCORROOOOOOOOOOOOOOOOO AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU AY AYAYAY ARGGGGG
-
ZWASS
ZWASSZWASSZWASSZWASS
-
BWUAAAAAAAAAAAAAA
BWUAAAAAAAAAAAAAAAAA
-
De acuerdo solo quedan los 50
que pediste con la zapatilla
-
Yo no los pedí
bwuaaaaaaaaaaaaaa
-
Como sea, quedan los 50 de la
zapatilla, te doy 10 minutos para recuperarte, yo ahora vengo.
-
Nooooo Mario acabemos ahora (dijo intentando recuperar el
aliento)
-
Es que he de ir al lavabo
-
¿ahora? ¿en un momento así?
-
Iba a ir cuando llegué a casa
pero me interceptaste en el camino. Juan en serio, tengo que ir (y salió corriendo. Juan se
quedó llorando en la cama mientras se sobaba el pobre trasero iba echando
miradas furtivas para ver si tenía sangre, pero solo las marcas rojizas de la
regle y del cinturón. Mario no tenía ganas de ir al lavabo, se fue con Camilo)
-
¿acabasteis? (preguntó Camilo al ver
asomar la cabecita de su marido por la puerta)
-
Un receso (dijo entrando en la oficina)
-
¿un receso?
-
Mi padre lo hacia, sirve para
que al segunda tanda duela el triple
-
¿el triple? (preguntó Camilo)
-
Si, una vez pasan unos 10
minutos la piel se enfría y vuelve a su sitio, pero no el suficiente como para
que la zona ya no esté adolorida.
-
Me alegra no haber conocido
mejor a tu padre.
-
Ja jajaja
-
Veo que estás de mejor humor,
deberíamos pegarle todos los días tres o cuatro veces al día.
-
Idiota (dándole un beso apasionado) gracias
-
¿Gracias por qué?
-
Porque sea lo que sea que has
hablado con él. Sea lo que sea le ha llegado aquí (señalándole al cerebro) y le ha llegado aquí (señalando el al
corazón).
-
Espera, que lo adivino. Ahora
tu charla le está llegando aquí (señalándole al trasero).
-
Ja jajaja (guardándole el rotulador que
tenía en la mano y besándolo apasionadamente mientras lo abrazaba fuerte) no sé que haríamos sin ti.
-
Mataros y vivir en una casa
con muebles de ikea. Y eso si que no lo puedo permitir jajaja
-
¡No por dios! Ja jajaja.
-
¿y cómo ha quedado la
penitencia del amigo spiderman?
-
Jajaja (riéndose de lo de spiderman)
100 ahora y 14 cada mañana las próximas
3 semanas, por cierto te he tomado prestada aquella vieja regla de madera que…
-
Mario, sabes que no me gusta
que me agarres las cosas del trabajo
-
Ey tranquilo, esa regla no la
utilizas para el trabajo, jamás te he visto usarla.
-
No, jamás me has visto usarla,
porque le tengo mucho aprecio, es una regla que utilizaba Mackintosh.
-
Está bien, no se ha roto.
-
¡Debería darte yo con ella! ¡A
veces, eres peor que el niño!
-
Quizás luego a la noche te tome
la palabra (desabrochándole
un par de botones la camisa)
-
No, Mario, no. No estoy de
humor para tus jueguecitos (dijo
apartándose)
-
Lo sientooooo Camilo (hablando como un niño
pequeño). No, ahora en serio, la tomé
porque ni siquiera la tienes aquí en tu despacho, ¡está en el ropero!.
-
La guardo allí, porque me
gusta tenerla cerca, es muy valiosa para mi.
-
Mira que eres rarito tú (levantando las manos al
cielo), más vale que me vaya o Juan pensará
que me he caído por el agujero del lavabo.
-
Si, huye cobarde huye, pero
esto no se ha acabado aquí
(y Mario le cerró la boca con un beso y le devolvió el rotulador)
-
Disculpa, la tardanza. Nos
quedaban los 50 con la zapatilla (dijo agarrando la alpargata)
-
Mario, me duele mucho, yo ya
no puedo más. La regla dolió mucho
-
Ya puede doler era de
Mackintosh.
-
¿De quién?
-
Que no te oiga Camilo
preguntar quien era Mackintosh, yo creo que se empalma solo oír su nombre.
-
¿Es un actor?
-
Peor. Un arquitecto que lleva
chorrocientos mil años muerto.
-
Camilo es muy raro.
-
Y tu muy liante. Anda acabemos
con esto…50.
- PLAFF
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
-
AAAAAAAAAAAAAAAAH CABRÓN DUELE
DUELEDUELE MUCHO MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS AAAAAAAAAAAU
-
Cuidado Juan, que no tenga que
lavarte la boca con jabón después de las 50 con la zapatilla.
-
40, quedan 40, y eres un
grrrrr ahora duele muchísimo ¿porqué duele muchísimo?
-
No, lo sé (encogiéndose los hombros y
haciéndose el inocente) ¿quizás los
calmantes está dejando de hacer efecto?
-
Mariooooooo no me jodas, no es
la primera vez que me pegan con la alpargata, y nunca antes había dolido tanto.
-
¿Puede que sea por que se ha
enfriado la zona?
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF (y dejó caer los
siguientes 10 a traición)
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO AAAAAAAAAAAAAAAAAAH DUELEEEEEEEEEEEEEEEEE
NOOOOOOOOOOOOO
- PLAFF
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAA PARA PAR
PARA NO PUEDO NO PUEDO, ME MUEROOOOOOOOOOOOOOOOOOO, ME MATAS AHHHHHHHHHHH ME
ESTÁS MATANDO AAAAAAAAAAAHH SOCORROOOOOOOOOOOOOOOOOOOO AUUUUUUUUUU
- PLAFF
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
- BWUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
BWUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
- PLAFF
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
-
BWUAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAU BWUA SNIF NO SNIF NO SNIF NO, no más por favor
-
Shhhhhhhhhhhhhhhhhh ya está,
ya está, se acabó, se acabó, ya se acabó shhhhhhhhhhhhh respira monillo
respira, tranquilo estoy aquí no te suelto (Juan le había agarrado la mano
fuerte) shhhhhhhhhhhhhhhh ya mi monillo
ya, te quiero mi monete de feria shhhhhh
-
Lo sientooooosnifff yo sniff
perdóname auuuuu
-
Ey, ya está todo perdonado,
volvemos a ser colegas, ¿ok?
-
Siiiii no te vayas Mario.
-
No me voy (acariciándole el pelo) me
quedaré un ratito, hasta que te duermas
-
Si por faaaaaaaaaaaaa (Pero Juan no tardó ni 10
minutos en quedarse profundamente dormido. Mario lo cubrió con la sabana, apagó
la luz , tomó la regla y salió de la habitación)
-
Toma tu regla
-
Mañana si quieres te compro
una regla de madera bien regia para que no se parta, pero te lo pido por favor,
que no vuelvas a agarrar esta.
-
Tranquilo, no la voy a
necesitar más
(ambos se quedaron mirándose un rato). Pero
sobretodo que no se parta (dijo derrotado Mario)
Una semana más tarde…
-
Camilo ¿has visto el dossier
verde? El que llevo un par de días leyendo (dijo Mario mirando debajo del montón
de correspondencia)
-
¿has mirado en la mesita? (dijo Camilo rodando los
ojos)
-
Si, no está (Mario buscaba el dossier con
cara de no entender nada, deben de haber duendecillos cabroncetes en esta casa
que se divierten escondiéndome las cosas, pensaba Mario)
-
¿en el cajón? (con voz cansada)
-
Tampoco (contestó Mario claramente
irritado. Claro que había mirado en el cajón)
-
¿dentro de tu maletín? (preguntó Camilo una vez más,
ahora un poco enojado también)
-
Si estuviera dentro de mi
maletín, no te lo preguntaría (dijo
irritado, Camilo solo rodó los ojos)
-
A ver ¿Dónde recuerdas haberlo
cogido la última vez? (dijo
Camilo armándose de paciencia. Mario se detuvo a pensar y se el iluminó la
cara. Camilo empezó a reírse) ¿Dónde
esta vez?
-
Lo estaba leyendo ayer después
de cenar, en la terraza mientras me fumaba el último cigarrillo.
-
Espero que le pusieras algo
encima, sino habrá volado (pero
Mario ya entraba de nuevo al salón con el mentado dossier en mano, triunfante
como Napoleón). Si no la tuvieras tan
bien anclada, un día te dejarías la cabeza (dijo riéndose y dándole el beso
de los buenos días) ¿Queda café?
-
Nop (dijo sonriente)
-
Perfecto (dijo un poco molesto)
-
CAMILOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO (Juan gritó desde su
habitación)
-
¿QUÉ? (dijo sorprendido, Juan
normalmente no estaba tan despierto por las mañanas)
-
¿DONDE HAS PUESTO MI LIBRO DE
BIO? (aun
chillando desde la habitación)
-
(Camilo miró a Mario con cara de resignación y
le dijo flojito)¡Dónde he puesto YO, SU
libro de mates! ¿En serio que no erais trillizos? (Mario se rio) Me apiado de vuestra pobre abuela.
-
Ey! Que yo a su edad era
perfecto. Me estropee después, jajaja
-
¡Vaya! ¡Qué suerte he tenido,
de conocerte después! (dijo
riéndose)
-
JUAN, ¿HAS MIRADO EN LA
MOCHILA? (gritó
Mario echándole una ayudita a Camilo).
-
¡CLARO QUE SI, IDIOTA!
-
¡EY! SI VAS A INSULTARME NO TE
PIENSO AYUDAR!
-
GRRRRR Dejad de gritad de
punta a punta de la casa no estamos en un mercado vendiendo el pescado día (dijo Camilo que aquello le
recordaba demasiado a su propio hogar).
-
Perdón, tampoco hay leche (dijo dándole un besito)
-
¿A QUIEN LE TOCABA ESTA SEMANA
HACER LA COMPRA?
(dijo claramente enfadado. Mario juntó sus manos a forma de suplica para que lo
perdonara y le mostró su mayor y mejor sonrisa)
-
MARIOOOO ¿QUÉ ESTÁ EN EL
SALÓN? (volvió
a gritar Juan desde su habitación)
-
¿EL QUÉ? (Mario estaba concentrado en
la cara de fastidio de Camilo)
-
¡MI POLLA, NO TE JODE! MI
LIBRO DE BIOLOGIA
(dijo Juan dándole una patada con el pie enyesado a la mochila)
-
Alguien se ha levantado con el
píe izquierdo
(le susurró Camilo a su marido).
-
Me tocaba mí, pero ayer salí
tarde y ya estaba todo cerrado.
-
No voy a tener esta discusión
otra vez contigo. Llama a la cafetería y que nos traigan algo, necesito mi café
(dijo Camilo
y se fue para la habitación de Juan)
-
A ver Juanillo ¿Dónde pusiste
por última vez…?
(Camilo iba diciendo a medida que iba para la habitación, pero cuando llegó a
la habitación vio el desorden abrió mucho los ojos y la boca y se quedó
paralizado en la entrada)
-
Pero…pero…pero… ¿qué demonios
ha pasado aquí? ¿ha habido un cataclismo y la zona cero era tu cuarto?
-
Eeeeeeeeeeeeh (sin saber a que se refería
Camilo. Juan miró a su alrededor y vio todo el desorden) tranquilo, esta tarde lo arreglo.
-
Y tanto que lo arreglas esta
tarde. No me extraña que no encuentres el libro, el milagro es que te
encuentres los píes.
-
Si, Camilo si, está un pelín
desordenado, pero esta tarde cuando llegue de clase, te prometo que lo primero
que hago es ordenarla.
-
Más te vale (apuntándole con el dedo
directamente. Camilo respiró hondo) A
ver, ¿Dónde estabas cuando lo agarraste por última vez? (Juan puso una
mueca y se encogió de hombros) ¿Lo has
agarrado alguna vez? (dijo Camilo con un poco de ironía arqueando una ceja)
-
Siiiii (dijo rodando los ojos), déjate de gilipolleces y ayúdame a
encontrar el puto libro de los co… (camilo le dio un pescozón) Auuuuuuuuuuuuuu ¿pero?
-
Esas palabras son muy grandes
y feas para que salgan de una boca tan pequeñita y bonita (dijo hablándole como si Juan
tuviera 3 añitos, Camilo le sonreía todo el rato, pero aquella sonrisa era como
la del Jocker, espeluznantemente aterradora).
-
Lo siento (dijo tímidamente) ¿quizás me lo deje en la cocina?
-
Lo dudo, vengo de allá y ni
había leche, ni había café ni libros de biología.
-
¿No hay leche? (dijo escandalizado) ¿A quién le tocaba hacer la compra esta
semana? (preguntó Juan. Camilo arqueó aun más la ceja y torció la boca) ¿A mi? (preguntó un poco asustado
Juan)
-
No, al otro Macias.
-
Ja jajaja Mario está en
problemas (dijo
canturreando como un niño de parvulario)
-
Y tú también lo vas a estar si
vuelves a perder un libro de la escuela. Así que más te vale que aparezca ese
libro ¿Entendido Houdini?
-
Creo que me lo dejé en la
taquilla (dijo
Juan con una sonrisita y parpadeando como una actriz del cine mudo).
-
Grrrrrrr ponte el uniforme,
aun llegarás tarde
(dijo saliendo de la habitación de Juan y yendo a la suya a vestirse. Mario se
estaba acabando de vestir cuando entró).
-
¿qué? ¿lo encontró?
-
No, así que, aparte de lo de
la lista de la compra, lo más seguro es que tendrás que comprarle otro libro de
biología. ¿pero que se cree que somos ricos? (Camilo dejó de abotonarse la camisa y
miró a su marido) Tú eres rico. Yo tengo
sueldo de profesor de universidad.
-
Un profesor que le han subido
el sueldo recientemente. Y que también hace proyectos de viabilidad para
constructores
(Mario siempre le gustaba decir que era pobre y que el rico era Camilo. Y
Camilo, por lo general no lo desmentía. Era estúpido negar que él se ganaba
mejor la vida que Mario. Pero, lo cierto es que Mario no sabía lo que era ser
pobre de verdad. Solo que cuando con 18 años se fue de casa, pasó de tenerlo
todo solo con pedirlo a tener que trabajar para tener cualquier cosa que
quería. Y eso aun no lo había superado del todo), estudios para corporaciones, informes para el ayuntamiento…
-
Voy a empezar a descontarle
todo el material escolar que pierde o rompe de su asignación (ignorando el comentario de
Camilo).
-
¿es que no lo habías hecho
hasta ahora?
-
No lo creí necesario.
-
Así no me extraña que cuide
tan poco sus cosas, si cuando las pierde o rompe, viene su hermanito al rescate
con unas nuevas y mejores.
-
Es un libro de biología, todos
son iguales, no hay mejores.
-
Me has entendido
perfectamente, Mario.
-
Si, disculpa. Solo es que…da
igual…voy estresado, ya sabes cuanto trabajo se me gira en esta época del año.
-
¿has llamado a la cafetería? (masajeándole un poquito los
hombros. Mario le apartó dulcemente las manos y lo besó larga y
apasionadamente)
-
Han dicho cinco minutos.
-
Que pena que sean tan pocos (dijo Camilo devolviéndole el
beso).
-
Puedo llamar a anular el
pedido (dijo
con una sonrisa picarona)
-
(Camilo regresó a la realidad)Tienes clase a primera hora ¿no? (Mario
bajó de golpe la cabeza derrotado) mejor
desayunamos algo.
-
¡MIERDA, PUTA, JODER! (Gritó Juan desde su
habitación. Camilo y Mario corrieron a ver lo que pasaba)
Juan estaba secándose con una
sudadera el zumo de arándanos que se había derramado sobre la escayola del pie.
Juan había derramado todo el contenido del vaso de zumo cuando tiró de la
libreta que había debajo para meterla en la mochila. Camilo no pudo más,
aquella no era una buena mañana. Mario no había comprado el desayuno, Juan
había vuelto a perder un libro y ahora todo estaba lleno de salpicaduras de
zumo de arándanos. Y lo pero Camilo sabía muy bien que llevaban 2 semanas sin
traer zumo de arándanos, así que aquel vaso debía llevar allí semanas. Algo
dentro de Camilo estalló. En dos zancadas fue hasta Juan lo tomó de la oreja y
empezó a darle nalgadas encima del pantalón del uniforme.
-
Ya estoy muy harto de tu
dejadez. PLASS
PLASSPLASS Ya estoy muy harto de tu
vocabulario PLASS PLASSPLASS. Ya
estoy muy harto de que no cuides tus cosas PLASS PLASSPLASSPLASS.
-
Auuuuuuuuuuau (Juan se movía como una
culebrilla para intentar esquivar la mano de Camilo) auau lo siento auau perdón, ya lo recojo, ay ay (las 10 nalgadas
habían sido fuertes pero nada excesivo, solo que le pillaron por sorpresa).
-
Y Ahora ve por la maldita
cepillo, hoy seré yo quien te de esas 14 nalgadas (en ese momento llamaron a la puerta.
Juan se quedó quieto)
-
Deben de ser los de la cafetería (dijo Mario y fue a abrir la
puerta. Mario al llegar a la habitación de Juan y ver todo el estropicio,
estuvo a punto de agarrar al chico y darle el mismo esas nalgadas pero Camilo
fue más rápido. Así que, en todo ese rato, se había quedado ahí de pie parado
viendo todo el espectáculo pirotécnico)
-
PLASS EL CE-PI-LLO (Camilo le dio una última
palmada más fuerte para que fuera al baño a por el cepillo de ducha. Juan ni
rechistó, agarró la muleta, no quería enfadar más a Camilo, y al cabo de un
minuto regresó con el cepillo. Camilo estaba furioso y Juan lo sabía, la clase
de primera hora iba a ser una agonía. Juan le alargó el temido implemento de
tortura e intentó ablandarle el corazón con una miradita de cachorrito mojado
por la lluvia. Y pareció funcionar, porque Camilo dio un bufido y rodó los
ojos) De acuerdo. Ya sabes como va,…
pantalones abajo y sobre la cama… si la encuentras (Camilo, no pudo
morderse la lengua. Juan obedeció sin rechistar, solo esperaba que Camilo no
fuera tan severo como Mario con el maldito cepillo. Camilo se quitó se
arremangó la camisa y dejó caer el cepillo)PLACK
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH
(Juan aulló,
maldito Camilo y su manía de ir al gimnasio dos horas diarias al gimnasio pensó
Juan. Ya podría dedicarse hacer calceta. La camarera de la cafetera que había
subido el desayuno abrió mucho los ojos al oír el golpe seco y después el
aullido de Juan)
-
Ya sabe, la adolescencia no es
fácil (dijo
Mario todo rojo y con cara de circunstancias)
-
Ja jajaja (se rio la camarera que por
un momento se había pensado que ese tipo era un sicópata y que la iban a matar
a ella). Espero que tengan un desayuno
más tranquilo (dijo tras contar el dinero y se despidió)
-
PLACK NO
PONDRÁS EN PELIGRO TU VIDA BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA
-
GRRRRRRRRRRRRRRRR
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
(Juan agarró un cojín y lo mordió fuerte para ahogar los gritos)
-
PLACKNO
PONDRÁS EN PELIGRO TU VIDA BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA
-
Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
no, no grrrrrrrrrrrr
-
PLACKNO
PONDRÁS EN PELIGRO TU VIDA BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhbuffbuffbuff
(resoplaba como si estuviera con contracciones)
-
PLACK NO
PONDRÁS EN PELIGRO TU VIDA BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA
-
Camilooooooooooooooooooo
no tan fuerte por dios, me vas a mataaaaaaaaaaaar
-
PLACK (Camilo le dio un poco más fuerte)¡YO NO TE VOY A MATAR PERO TU SI QUE TE
PODÍAS HABER MATADO, ESTÚPIDO! (dándole tres cepillazos más fuertes justo
donde las nalgas se juntan con los muslo) PLACK
PLACKPLACK
-
Noooooooooooooo ahí no, que
tengo que sentarmeeeeeeeeeeeeeeee
-
PLACK NO
PONDRÁS EN PELIGRO TU VIDA BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA (Camilo alzó un poco más el brazo)
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah que
si, que si, que no lo vuelvo a hacer, pero aflojaaaaa Camilo te lo suplico, por
favor
-
PLACK NO
PONDRÁS EN PELIGRO TU VIDA BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH AU
AUAUAU JODER CAMILO AAAAAAAAAAAH QUE ESE ES MI CULO NO LA PUTA BATERIA DE LOS
AC/DC
-
JOVENCITO TE ACABAS DE GANAR
TRES MÁS POR DESLENGUADO (dijo
Camilo que empezaba a cansarle mucho ese vocabulario del chico)
-
NO NO NO (en pánico) lo siento, lo siento, perdón, no quería
decirlo
-
PLACK
PLACKPLACK (Camilo volvió a la zona donde se apoya el trasero cuando uno se
sienta)
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AU AUAUAUAU DUELEEE DUELEEE
-
PLACKNO
PONDRÁS EN PELIGRO TU VIDA BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA
-
NOOOOOOOOOOOOOO
AAAAAAAARGGGGGGGGH snifsnif nunca más, por favor Mario (Juan ahora ye se había
rendido por completo, estaba sollozando sobre la almohada)
-
PLACK NO
PONDRÁS EN PELIGRO TU VIDA BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA
-
Bwuaaaaaaaaaaaaaaaa
no, nunca, nunca lo juro bwaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
-
PLACK NO
PONDRÁS EN PELIGRO TU VIDA BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA (por ser la última Camilo se empleó a
fondo. Desde que Juan lo castigara con 14 cepillazos diarios durante 3 semanas,
siempre había sido Mario él encargado de dárselos antes de ir a al escuela. Y
Juan después de esa mañana realmente esperaba que continuara siendo Mario el
encargado de su castigo. Camilo se había cebado a base de bien, se había
desquitado en esa zurra por toda la semanita que llevaba soltándole mocos y
contestándole mal. Además, Juan tenía que reconocer, que aquella mañana no
había sido su mejor mañana. Así que tomo nota mental de no cabrear mucho a
Camilo de buena mañana. Juan era duro pero Camilo era implacable. Pobre de su
traserito, iba a ser una mañana muy dura para él)
-
BwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaBwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
-
Shhhhhhhhhhhhhhhh ya está, ya
está, mi niño, yaaaaaaaaaaa
(Juan se secó rápidamente las lágrimas e intento respirar con normalidad) shhhh ¿bien? (Juan se levantó y se
subió los pantalones y asintió con la cabeza) entonces ve a lavarte la cara y a vamos al fin a desayunar (dándole
el cepillo para que lo volviera a colocar en su sitio).
-
Camilooooo (dijo Juan haciendo un mohín)
- ¿Qué? Juanito.
- ¿puedo
desayunar de
píe?
-
Ja jaja. si, puedes (dijo colocándole
cariñosamente el pelo bien con la mano). Anda,
ve a asearte, antes que tu hermano se haya acabado también nuestro desayuno.
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