Capítulo 2:
Pedro
acompañó a Mark y a Bea de nuevo a la escuela, por el camino Pedro intentó
conversar con los chicos pero Mark le estaba premiando con la ley del silencio
y Bea ya de por si no era muy habladora.
Al
llegar a la escuela los chicos huyeron hacía sus clases, nunca un alumno había
tenido más ganas de entrar en un aula. Pedro pensó que ojalá sus alumnos
tuvieran las mismas ganas de asistir a clases que esos dos chicos en ese
momento.
Pedro
también tenía clase a la siguiente hora y se dirigió al aula esperando que ese
día sus alumnos estuvieran más receptivos. Pedro daba clases a los alumnos de
los dos últimos cursos es de decir tenía que enfrentarse a un tajo de hormonas
descontroladas de 16, 17 y18 años. Lo prefería no tenía mucha mano para los
pequeños y los chicos de los últimos
años les parecían un poco más interesantes, solo un poco, porque al fin y al
cabo los chicos a esas edades podrían resumirse en dos palabras frustración y
reivindicación. Por desgracias sus alumnos estaban igual que siempre. Los
buenos atendían a clase o al menos fingían atender y los malos o armaban jaleo
o se sentaban en las últimas filas a hablar o leer la prensa deportiva o
revistas.
Pedro
decidió que hablaría con Cristina de Mark y Bea, pero no sabía como hacerlo.
Tocar el tema de sus hijos con Cristina era bastante peliagudo. Ella no veía
defectos en sus hijos, como la mayoría de padres, pero no solo eso, Cristina
intentaba excusar siempre que podía todas las malas contestaciones y malos modos de Mark. Y cuando se trataba de
Bea no admitía consejo alguno. No se lo admitía a sus hermanos y ni tan
siquiera a sus padres. Bea era su niñita y cualquier cosa que quisiera no tenía
que ni pedirlo que Cristina le daba dos. Cristina era incapaz de decirle que no
a nada, lo sabía y lo reconocía abiertamente, pero no veía nada malo en ello.
Pero tras hablar con sus profesores Pedro había averiguado que parte del problema de Bea era que ella misma
no había querido relacionarse con las demás compañeras. Al inicio todas las
compañeras la recibieron como una celebridad o algo así, pero el hecho que no
les halara les dio la falsa sensación de que Bea era altanera y creída, y en
una semana pasó de crear expectación a crear malestar entre sus compañeras. Uno
de sus profesores le confesó a Pedro que a él también le había dado la
sensación que la niña se creía demasiado buena para estar allí. Pedro pensó que
si un adulto había pensado eso, ¿Qué no habrían pensado un atajo de mocosos de
pre-adolescentes?. Pero aunque Bea hubiera podido dar píe a esa sensación de
estar endiosada eso no excusaba a sus
compañeras del trato que le habían dado las últimas semanas. La escuela tenía
una política muy estricta sobre los abusos y malos tartos entre compañeros. Así
que tras informar a la junta de profesores y al director, se les abrió
expediente a las 6 niñas que habían estado atormentando a Bea las últimas
semanas.
Pedro
también estuvo hablando con los profesores de Mark, de él no tenían sospechas,
estaban 100x100 seguros que era un arrogante, un mal educado y un gallito de
órdago. Faltaba mucho a clase, en casi
dos meses que llevaba matriculado había faltado más de 9 días a escuela,
siempre con justificante de su madre y cada uno de sus profesores le
reconocieron que aparte de esas ausencias Mark se había saltado al menos un par
de clases. Cristina estaba al corriente, el mismo director la había informado,
pero ella le había pedido que tuvieran paciencia con Mark, que él chico estaba
pasando por un momento muy difícil. Ahí estaba Cristina de nuevo excusando a
sus hijos. Mark echó un vistazo al expediente de los críos, Bea tenía 12 años y
hasta entonces sus notas habían sido de cuadro de honor y su expediente estaba
repleto de todo tipo de actividades extraescolares. Pero actualmente no estaba
apuntada a nada y sus controles estaban todos suspensos exceptuando: música,
matemáticas, dibujo e inglés. Pedro pudo entender que su bajada estrepitosa era
motivo del idioma. Y que la niña en unos meses lograría remontar y ponerse a la
par que sus compañeros. Sus profesores le habían dicho que Bea se veía una niña
estudiosa y trabajadora. Aquello le alegró mucho, no todo podían ser malas
noticias. Pero Mark…él era harina de otro costal, no era buen alumno, ya no lo
era en Holanda y tenía un par de anotaciones en su expediente debido a peleas
con sus compañeros y un incidente con una profesora. Mark no era un ángel y no
tenía nada que ver con que su padre les hubiera abandonado y ellos se hubieran
visto obligados a emigrar. Pedro recordó que un día Óscar le comentó que des de
que Mark era muy pequeño él y Fred siempre estaban discutiendo, lo hacían en
Holandés y por eso no sabía sobre que discutían. Pero Óscar le dijo que las
pasadas Navidades cuando estuvieron todos en casa de los abuelos, Fred y Mark
discutieron de una forma tan acalorada que hasta Cris acabó teniendo que poner
paz entre esos dos, porque parecía que en cualquier momento iban a llegar a las
manos. La madre de Óscar se alteró tanto que estuvo el resto del día en la cama
y Cristina no tuvo más remedio que agarrar a los niños y marcharse antes de las
campanadas de fin de año
Pedro
se había hecho un perfil de cómo eran los chicos y veía muy claro cuál era el
problema y cual la solución. Y ambos eran Cristina. Cristina hasta ahora había
jugado siempre al policía bueno y dejando a Fred la faceta de policía malo.
Cristina los mimaba y consentía mientras Fred les ponía límites. Y cuando los
niños son pequeños esa dinámica puede funcionar pero a medida que los niños
crecen y se vuelven más complejos esa dinámica puede fallar. Y mirando el
expediente de Mark, estaba claro que falló. Lo que había sido un tándem
perfecto en la infancia de los chicos había empezado a desbaratarse con la
llegada a la pubertad de Mark. En la
adolescencia los chicos intentan constantemente reivindicarse como personas
revelándose contra las normas y contra las figuras de autoridad, y en este cado
una sola figura no era suficiente. Cristina debió de cambiar el chip pero no lo
hizo y Fred se vio desbordado con la violenta irrupción en la adolescencia de
Mark. Pedro lo había visto un millón de veces con los padres de alguno de sus
alumnos. Pero para más INRI al irse Fred y abandonarlos, ya no había nadie que
ejerciera de poli malo, y los chicos estaban totalmente perdidos. Bea estaba
asustada y se había recluido del mundo y Mark había visto en la marcha de su
padre la oportunidad de oro de hacer lo que el saliera de las pelotas con su
vida.
Después
de ese intensivo en Markitis y Beatis que se había hecho Pedro se mentalizó
para la parte más dura, hablar con Cristina. Esa mujer era más terca que una
mula y orgullosa como ella sola. Mark había tenido a quién salir. Pero a
diferencia de Mark, cristina no era arrogante y maleducada, no lo fue nunca.
Pedro recordaba a Cristina a la edad de Mark como la defensora de los pobres y
de los diferentes, era tolerante y abierta de miras, era fuerte, decidida y ya
entonces tenía unos objetivos en la vida muy claros. Pero si, Cristina era
orgullosa y terca y eso no había quien se lo quitara. Pedro descolgó el
teléfono de su despachito y marcó el teléfono del trabajo de Cristina.
-
Hola
Cris, soy Pedro.
-
Hola
Pedro ¿todo bien? ¿los niños bien? (el instinto de
madre es que siempre lo primero de todo es preocuparse por sus hijos)
-
Bueno
Cris, de eso quería hablarte, pero no por teléfono ¿A qué hora sales hoy de la
editorial?
-
Hoy
es viernes, salgo a las tres y media (pedro se miró
el reloj eran las tres, pero él tenía aún una clase más).
-
Yo
salgo a las cinco. ¿Qué te parece si cuando vengas a recoger a Bea y Mark os
acompaño a casa y allí hablamos?
-
¿Pero
están bien? (Cristina no reconocía a Pedro con ese
tono tan formal)
-
Sí,
mujer, están bien, no me sufras (dijo calmándola).
-
Ok,
entonces nos vemos a las cinco ¿no? (Cristina
repitió para confirmar)
-
Si,
hasta dentro de un par de horas.
-
Nos
vemos (y colgó)
Aquella
parte había sido fácil, claro que aún no le había explicado lo de la escenita
de esa mañana y que debería ejercer un poco más de disciplina con sus hijos.
Pedro se sentía como si se estuviera metiendo en camisa de once varas, pero por
otra parte se sentía con el deber de hacer algo con los chicos. No soportaba
ver como Mark tiraba su futuro al garete y como Bea se volvía una inadaptada.
A
la salida de la escuela, Pedro estaba más nervioso que los niños, pero al menos
sabía disimularlo mejor que ellos, estuvo 5 minutos esperando a Cristina cuando
apareció Adrián. El menor de los 4 chicos de casa de los Mártinez, el empollón
como lo llamaban sus hermanos. A sus 37 años él era el único de los hermanos
que tenía una licenciatura y dos doctorados. Miguel había empezado una
diplomatura pero jamás llegó a acabarla, en el último año de carrera lo
contrataron en la empresa en la que estaba haciendo las prácticas y dejó la
universidad. Juan dejó derecho en su primer año y se hizo policía, Y Óscar y
Cristina solo acabaron el instituto ni siquiera fueron a la universidad. Así
que Adrián que no solo había acabado su carrera sino que tenía dos doctorados
era el “listo” de la familía
-
¿Adri?
-
Si,
tranquilo, Cris me ha llamado, se fue a la “pelu” y está aún allí liada
¡mujeres! Me ha pedido que venga a
recoger a los niños (Mark puso los ojos en blanco
cuando escuchó como se referían a ellos como “los niños”) y que te pida que la esperes en casa ¿si no te sabe mal? Me ha dicho
que tiene para 20 minutos más.
-
Ok
(aquello era como una moratoria, le daría tiempo para volver a ensayar
mentalmente lo que decirle a Cris y sobre todo como decírselo).
-
¡Ey
Mark! ¿Cuando lleguemos a casa te hace una partidita de GTA?
-
Sure
(sonrió Matk)
-
Claro
(dijo Pedro imitando a Mark), Mark
echará esa partidita contigo, en cuanto acabe sus deberes.
-
Bueno
pero (Ardían iba a echarle un capot a su
sobrino e iba a decir que bien podría hacer los deberes el sábado, pero Mark lo
interrumpió)
-
No
tengo (dijo Mark con cara de asco).
-
¿Perdona?
(Pedro lo miró fijamente y se puso las manos en las caderas. Era viernes, había
un fin de semana por delante, por supuesto que tenía deberes es más Pedro
podría poner la mano en el fuego en que no solo tenía deberes sino algún que
otro examen para el que estudias. Adrián también se quedó mirando a su sobrino
atónito hasta él sabía que todos los profesores ponen tareas para el fin de
semana) ¿Me estás diciendo que ninguno
de tus maestros os ha puesto tareas para este fin de semana? (dijo Pedro
arqueando la ceja. Pero Mark ni le contestó y se puso a hablar con su tío como
si Pedro no estuviera allí)
-
Tío
Adrián ¿Conseguiste las entradas para el partido de mañana?
-
Esto…(Adrián
miraba a Pedro de reojo y no sabía si debía seguirle el juego al niño o esperar
a que Pedro le dijera algo) las
entradas…(precisamente las entradas del futbol era la razón por la que
había llamado a su hermana, finalmente las había conseguido y quería
preguntarle a qué hora pasaba mañana a recoger al niño para llevárselo al
partido. Fue entonces cuando Cris le pidió que le hiciera el favor de recoger a
los niños y excusarse con Pedro)
-
Mark,
te he preguntado algo y espero una respuesta (Pedro
volvió a usar el mismo tono castrense de esa misma mañana) No me gusta repetirme. Y si he de hacerlo también repetiré lo del baño
(refiriéndose a la zurra de esa mañana. Mark se puso rojo como un tomate
solo rezaba para que Pedro supiera mantener la bocaza cerrada y Adrián no
descubriera que esa mañana Pedro lo había zurrado como si él fuera un crio
pequeño).
-
¿Lo del baño? (preguntó
Adrián sin entender nada de lo que estaba pasando entre esos dos).
-
Sí,
es por eso que quería hablar con tu hermana, esta mañana…
-
Sí,
joder, si tengo deberes ¿vale? ¿contento ya? Vamos para casa
(y Mark apretó el paso) I hope you die,
fucking faggot bitch (“Ojalá te
mueras, puto marica de mierda” murmuró Mark entre dientes).
-
¡Mark!
(Adrián lo escuchó y dio dos zancadas largas y atrapó a su sobrino y le forzó a
girarse y mirarlo a la cara)
-
¡Qué!
(se quedó mirando a su tío frente a frente y entonces cayó en lo que acaba de
decir) Tío Adrián. No te lo decía a ti,
se lo decía a él (excusándose).
-
Me
da igual a quién se lo dijeras, discúlpate con Pedro ahora mismo
(dijo enfadado Adrián. Y aquello fue ya el detonante para Mark, aquel capullo
había logrado que su tío favorito se cabreara con él, lo odiaba tanto que si
las miradas matasen Mark ahora estaría cumpliendo cadena perpetua)
-
No!
He’s being a total asshole all the time.
it’s him who has to apologize for being a fucking jerk
(“¡No! él está siendo un completo
gilipollas todo el rato, es él quién debería disculparse por ser un puto
capullo” dijo dándole un empujón a su tío para zafarse. Adrián se quedó de
piedra, nunca su sobrino se había comportado de esa forma con él)
-
¡Mark!
(lo volvió a garrar del brazo y lo abofeteó en medio de la calle haciendo que
los transeúntes se parase y lo miraran y después hicieran comentarios entre
ellos) PLASS ¡Discúlpate AHORA! (Mark lloraba no del dolor sino de
rabia acaban de abofetearlo en público y ahora lo estaban sermoneando a grito
pelado en medio de la calle).
-
Lo
siento, Pedro (dijo como si con cada sílaba le
arrancaran la vida).
-
Disculpas
aceptadas (dijo Pedro y con eso Mark lo odió aún
más).
-
Lo
siento Pedro ¿no sé qué demonios le pasa a mi sobrino? Normalmente es un niño
muy educado (Adrián realmente pensaba eso de los
hijos de Cristina, lo cierto es que no tenía mucha relación con ellos ya que
solo coincidían dos días o tres al año y siempre con mucha más gente). Cuando llegue tu madre a casa ya le voy a
contar yo tú escenita. ¡Ah! Y del partido de mañana vete olvidando. Ya
encontraré algún amigo con quién ir ¿Pedro tienes algo que hacer mañana a la
noche?
-
Me
temo que ya tengo planes, pero gracias
(lo cierto es que no tenía planes pero no quería meter más el dedo en la
llaga).
-
¡QUÉ!
PERO TÚ ME LO PROMETISTE
-
Habrá
otros partidos, Mark, pero entérate bien,, tú conmigo a éste no vas.
-
Pero
(Mark estaba que sacaba fuego por la boca, aquello no solo era injusto era
vergonzoso).
-
No,
Mark, he dicho que no y es que no (dijo muy
tajante Adrián). Y cuando lleguemos a
casa tampoco habrá videoconsola te irás a tu cuarto directo a hacer los
deberes. Y no me vengas con que no tienes porque eso ni yo que no soy maestro
en tu escuela me lo tragué (Adrián iba sermoneándolo camino de casa. Pedro
pensó que Adrián podría ser una buena influencia para los chicos, estaría bien
que se pasara más por casa de Cristina, pero después recordó que Adrián era el
menos familiar de los hermanos).
Para
desmayo de Mark el resto de camino hacia casa lo tuvo que hacer agarrado por el
brazo. Adrián no estaba dispuesto a soltarlo por si el crio se le cruzara por
la cabeza salir corriendo, algo le decía dentro de él que esa `posibilidad no
era ahora tan descabellada como le hubiera parecido una hora antes. Al llegar
al pasar por delante de la tienda de Óscar, Adrián se detuvo y entró, eso sí,
sin soltar aúna Mark.
-
¡Óscar!
(saludo con la otra mano Adrián, Óscar acabó de atender a ese cliente y le
pidió a uno de los dependientes que finalizara la compra).
-
¡Dichosos
los ojos! Joder, Adrián que caro te cotizas, ¿Qué te trae por el viejo barrio?
-
La
niña (refiriéndose a Cristina).
-
Oh,
me siento dolido, pensé que venías a verme a mí, claro que no
(dijo Óscar imitando a su madre y a sus ataques de diva despechada), yo no soy lo suficientemente digno para
que mueves ese culo de empollón y vengas a verme.
-
Óscar,
no me toques las pelotas, que tu sobrino ya ha repleto el cupo hoy ¿eh?. ¿Te
importa si me llevo a Pablo a ver el futbol mañana?
(dijo delante de Mark)
-
¿Por
qué Pablo? ¿por qué no Óscar?, ¿Sabes? A Óscar también le gusta el futbol (dijo
Óscar poniendo ojitos).
-
Porque
tengo una entrada de adulto y otra de niño (A
Mark no le gustó al forma que su tío dijo lo de niño).
-
Entonces
gustosamente te acompañaré al futbol, chiquitín
(dijo Óscar pellizcándole la mejilla como hacen algunas ancianas a los niños
pequeños).
-
Tú
siempre tan gracioso (dijo dándole un
manotazo en plan broma). ¿no en serio me
prestas a Pablo, necesito un sobrino que no me abochorne en público y por lo
visto hay una hay vacante?
-
¿Abochornarte?
¿Qué significa abochornarte? (preguntó Mark que no
sabía que significaba pero estaba seguro que por la forma que lo había dicho
era algo malo)
-
Making
someone cringe (le aclaró en inglés Pedro).
-
Me?
(¿Yo? gritó en medio de la tienda muy
indignado Mark)
-
Si,
tú (dijo Adrián)
y baja el tonito que estamos en la tienda y hay gente que está trabajando
(Mark apretó fuerte los puños y empezó a sacar aire por las narices como un
toro a punto de envestir o una locomotora
a punto de salir).
-
Agustín,
subo un segundo al apartamento, cualquier cosa me das un telefonazo
(dijo Óscar a uno de sus dependientes y salieron los tres de la tienda y
subieron las escaleras hacía el apartamento). A ver ¿qué pasa hoy contigo, Mark? (agarrándolo por el cuello como
si fueran coleguitas de toda la vida)
Esta mañana nada más abrir se me quejaba tu madre, después Pedro y ahora Adrián
¿qué pasa contigo, chico? ¿Estás ovulando? (preguntó Óscar haciendo un poco
de broma. Pero ni Adrián ni Pedro parecieron compartir el sentido del humor de
Óscar).
-
A
mí no me pasa nada tío Óscar, son ellos que no me dejan en paz
(Bea aprovechó que Mark era el centro de atención, como siempre, y se escabulló
sigilosamente a su habitación).
-
¿Queréis
dejar en paz al chico? ¡Vosotros dos y a vuestra edad!, debería daros vergüenza
(Óscar estaba riñendo alegremente a su hermano y a Pedro mientras avanzaba por
el pasillo hasta el salón para poder hablar más cómodos) atormentar así a mi pobre sobrinito. Dime Mark, ¿Que te ha hecho el
pesado de mi hermanito? (Adrián iba a soltarle una de muy fresca a su
hermano pero Pedro disimuladamente le indicó que no hiciera nada. Pedro conocía
muy bien a su mejor amigo y sabía que Óscar no estaba en plan coleguita con
Mark, sino que estaba siendo irónico).
-
Me
pegó en la cara (Mark no recordaba la palabra para
abofetear en castellano así que lo describió de esa manera), ¡En la calle! Y encima me dijo que me iba a
llevar al partido y ahora quiere llevar a un cualquiera.
-
Aun
cualquiera no, Mark, quiere llevar a mi hijo. Pero entiendo tu punto.
-
Este
hermanito mío te ha avergonzado nch nch nch
y ha roto su palabra nch nch nch, eso está muy mal Adrián nch nch nch (Óscar
se giró dando la espalda a Mark y mirando directamente a Adrián, en ese momento
adrián se dio cuenta porque Pedro le había dicho que n interviniera, Óscar
tenía esa mirada en los ojos, la misma mirada que cuando él tenía 18 años y le
tomó “prestado” el coche una noche y lo dejó en el garaje con un abolladura.
Adrián no le dijo nada esperando que su
hermano no se diera cuenta ni que estaba abollado ni qué se lo había llevado
esa noche. Pero se dio cuenta y tanto que se dio cuenta, aquel coche era la
niñita de sus ojos. Aquella vez su padre tuvo que ponerse en medio de los dos
hijos porque Óscar iba a estrangularlo) muy
pero que muy mal, Adrián malo (le dijo como si fuera un perrito. Mark no
pudo más que reírse que pensaba que Óscar estaba ridiculizando a Adrián) ¿Crees que deberíamos castigarlo ¿Por….
¿Cómo era? (Óscar se hizo el olvidadizo) ¿Avergonzarte y romper su palabra, no?
-
Jajaja
(se reía el necio de Mark)
-
¿Qué
te parece si por avergonzarte él también se quedase sin partido?
-
¡Sí!
(dijo feliz Mark, óscar se hacía cruces de lo iluso
que era Mark que no se había dado cuenta aún de lo que estaba pasando).
-
Y
por no cumplir con su palabra ¿Qué debería hacerle? (dijo
con toda la maldad del mundo y sabiendo que justo esa mañana Pedro lo había
tenido que zurrar por encontrarlo haciendo campana todo borracho tirado en el
sofá y encima haberse mostrado tan impertinente).
-
Zurrarle!
(dijo sin pensarlo dos veces Mark)
-
¿Zurrarle?
¿tú crees? ¿No es demasiado mayor?
-
¡No!
Zúrrale (reclamaba como los que reclaman más
sangre en la arena del circo romano).
-
Entonces
(Óscar se empezó a remangar las mangas de la camisa) quedamos que sin futbol por no saberse
comportar y una zurra por no cumplir con su palabra ¿no?
-
Si
(dijo muy digno Mark aún en su papel de emperador
romano) ¡y por volver a robarme dinero
de la caja registradora, por eso que debería hacerle? (Mark se estuvo
riendo unos segundos más hasta que su cerebro procesó lo que acababa de decir
su tío Óscar. Entonces tragó saliva y dio un paso hacia atrás pero topó con
Pedro que se había puesto justo detrás de él).
-
Tío
Óscar, yo, yo (tartamudeaba del miedo) ¡No, fui yo! (fue lo único que se le
ocurrió y aquello hizo que Óscar dejara el jueguecito de una vez y se pusiera
serio.).
-
Mira,
mocoso, hoy por lo visto te has cubierto de gloria, esta mañana insultas a tu
madre, después finges estar enfermo para quedarte en casa mamando, no contento
con que Pedro te calentara has continuado y ahora por lo visto has montado una
escenita en la calle ya hora vas y me mientas a la cara! Es la segunda vez que
te pillo robándome de la tienda. Si necesitas dinero me lo pides, ¡PERO EN ESTA
FAMILIA NO NOS ROBAMOS! (dijo puntualizando
cada sílaba con un toquecito de su dedo índice en el pecho de su sobrino).
-
¡Pero
no fui yo!
-
¿Cómo
la otra vez?
-
No,
esta vez de verdad, te juro que yo no he sido.
-
¿Entonces
me estás diciendo que uno de mis empleados es un ladrón? Ok, bajemos a la
tienda y despidamos a Agustín, no mejor a Iván, ¿o quizás a Sara? Sabes que no
me puedo fiar de ellos, despidámoslos a los tres!
-
¡Pero
no fui yo! 8dijo gritándole Mark)
-
¡Mark
Erwing Geldof! Ayer cerré yo la tienda y cuando cerré la caja había 347 euros.
-
Esta
mañana he abierto YO la tienda y en la caja había 297 euros. Solo hay dos
formas de entrar en la tienda una es con mis llaves y otra es por la puerta
trasera del piso. Si yo no he cogido esos 50 euros y créeme no hay fantasma en
esta tienda ¿Dime como narices han desaparecido eso 50 euros?
-
No
lo sé (dijo enfadado)
-
¿Igual
que no sabías como desaparecieron los otros 90 euros de la semana pasada?
-
¡Eso
los cogí yo, pero tío Óscar te juro que estos no!
-
¡Mark!
¿Robaste en la tienda de Óscar? ¡Dos! ¡Eso es horrible!
(dijo Adrián escandalizado).
-
Ya
le pedí perdón y le juré que no volvería a hacerlo ¡Y NO LO HE HECHO! I’M
SAYING THAT I HAVEN’T TOUCH YOUR DAMNED MONEY, HELL! STOP BEING SUCH A DICK! (empezó
a gritarle que le estaba diciendo que en
no había tocado su maldito dinero, que parar de ser tan capullo, Mark
estaba ya harto de que lo acusaran de ladrón)
-
¿Qué
ha dicho? (Óscar le preguntó a Pedro porqué él no
hablaba apenas inglés y Mark hablaba demasiado rápido para poder pillar ni
media palabra).
-
HE
DICHO QUE NO TENGO TU PUTO DINERO, CAPULLO
(dijo furioso Mark y le empujó contra la pared para abrirse paso a su
habitación. Óscar tardó en reaccionar no se lo esperaba, pero Adrián estuvo más
ágil de reflejos que su hermano y lo agarró por el bíceps y lo volteo y dejó
caer 12 duras palmadas, Adrián antes de ese día en su vida había pegado a nadie
y le pareció sorprendente con la soltura que le había zurrado a su sobrino.
Supuso que haber visto a su padre zurrar a sus hermanos mayores tantas veces le
había hecho adquirir la técnica)
-
¡YA
ESTÁ BIEN, MARK! plass plass plass plass plass plass
plass plass plass plass plass plass ¡DEJA
DE COMPORTARTE COMO UN NIÑO MALCRIADO!
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH
AAAAAAAUUUUUU AY AY AY AAAAAAAAAAAAAAARGHHHHH (Mark
gritó con cada palmada, no se esperaba que la mano de Adrián doliera tanto como
el cepillo de esa mañana. O Pedro le había dado a medio gas o su tío tenía las
manos hechas de titanio, cualquiera de las dos opciones no le suponían ningún
consuelo. En ese momento se escuchó la puerta de casa cerrarse y Cristina al
oír los berridos de su pequeño corrió al salón para socorrerlo)
-
¡PERO
QUE! (Cristina se quedó en shock al ver la
escena. Pedro, y su hermano Óscar de píe con los brazos cruzados contemplando
como Adri le daba una azotaina a su pequeñín) ¡PERO QUÉ COJONES PASA AQUÍ! (Mark corrió a los brazos de su madre
sin importarle su hombría. Cristina, sin darle tiempo ni a preguntar,
instintivamente lo abrazó y consoló).
-
Sniff sniff mama, Thank goodness! You’ve arrived, mom!
They were beating up!
(Sin soltar a su madre y aun lloriqueando debido a
las nalgadas que justo acababa de recibir de manos de su tío Adrián, Mark le
dijo a su madre que “gracias a dios que había llegado, que aquellos hombres le estaban apaleando”).
-
Hush my little man! Chill out, my love! Mama’s here
now don’t be afraid, darling
(Cristina estaba consolando a su hijo mientras
miraba desquiciada a sus hermanos y a Pedro) ¿Alguien va a hacer el puñetero favor de decirme que cojones ha pasado
aquí? ¿Por qué llegó a casa y me encuentro tres hombres adultos apaleando a un
pobre niño? (dijo furiosa Cristina
haciendo que los tres hombres que estaban ante ella se hicieran pequeñitos-pequeñitos).
-
Cristina,
cálmate, no estábamos apaleando a nadie, y mucho menos a Mark. ¡Por favor,
antes me dejo rebanar la polla que hacerle daño a uno de mis sobrinos! (Pedro
rodó los ojos aquellos ya empezaba a extrañarse él que llevaban mucho rato sin decir
ninguno de los hermano la palabra polla o la palabra cojones) Sí, es cierto le he dado 12 buenas
palmadas en el trasero, pero todas ellas bien merecidas, te lo aseguro. (Cristina
seguía fulminándolo con la mirada) ¡Oh,
venga! hermanita no es nada que tú misma no hubieras recibido alguna vez (dijo
Adrián que se sentía con el deber moral de ser el encargado de dar las
explicaciones pertinentes a su hermana).
-
Déjame
a mí en paz, estábamos hablando de Mark, ¿12 nalgadas?
(aquello la calmó un poquito, pero solo un poquito).
-
Solo
12, lo juro (le dijo Adrián, Cris se lo quedó
mirando un buen rato y finalmente dio una profunda respiración)
-
¿y
porque le has dado 12 nalgadas a mi hijo? (dijo
ahora alzando la barbilla)
-
Porque
es un mal educado, un consentido, un arrogante, un holgazán, un insolente y por
lo visto también un ladrón.
-
¿Qué!
Mira Adrián yo quizás sea chiquita pero o retiras ahora mismo todo eso que
acabas de decir de mi hijo o te juro que
te doy 12, pero no 12 palmaditas sino 12 sartenazos en esa cabecita de empollón
tuya.
-
Cris,
es cierto el chico es todas esas cosas y algunas otras que como entenderás nos
las guardamos para nosotros porque eres tu su madre
(dijo Óscar).
-
¡Oh sí, ya veo! muy considerados por vuestra parte (dijo con
retintín Cristina), muchas gracias,
hermanitos. ¡AHORA LARGO DE AQUÍ, TODOS, YA! (rugió Cristina. Óscar y
Adrián se miraron él uno al otro sin saber que hacer) ¡LARGO!
-
Cristina,
escucha a tus hermanos, sé que eres una buena madre, te desvives por ellos eso
solo hay que verlo, pero…les consientes todo y ellos se aprovechan de tu
bondad. No porque sean malos chicos (aunque Pedro
estaba convencido que Mark era más malo que la piel de Barrabas) sino porque son críos y es lo que hacen
todos los críos, probar como de lejos pueden llegar antes que alguien les de el
alto. Pero Cristina hay que darles el alto alguna vez. Y Mark se pasó ya
demasiadas señales. Esta mañana cuando llegué a casa estaba borracho como una
cuba tirado ahí en el sofá holgazaneando. Y sé que no es la primera vez que lo
hace, en la escuela los profesores están hartos de sus desplantes y de su
pasotismo. Y todos hemos sufrido ya alguna de sus borderías o rabietas. Incluso
se ha atrevido a meter mano en la caja de la tienda de Óscar. ¡Eso es un delito
Cristina! Son palabras mayores, si sigue así de aquí a unos años acabará en la
cárcel o en el hospital. Y ahora si quieres mándame a la mierda y prohíbeme la
entrada a tu casa para siempre pero lo siento Cris, yo no podría dormir esta
noche sino te lo decía. Tus hijos necesitan un poco de amor duro. Ya los
colmaste del otro, ahora debes de imponerte y dejarles bien claro cómo deben de
comportarse (Pedro dijo de un tirón por miedo que la leona Cristina se le
tirara a la yugular antes de acabar su discurso).
-
Mark,
vete a tu habitación (dijo Cristina en un
tono neutro)
-
Pero
mamá…
-
Por
favor hijo, quiero tener unas palabras con tus tío y con Pedro
(le dijo con dulzura).
-
De
acuerdo (dijo muy digno él y se metió en su
cuarto. Cristina salió a la terraza para hablar con sus hermanos y que los
niños no la oyeran).
-
¿Todas
esas cosas que decís que ha hecho Mark son ciertas?
(preguntó entristecida Cristina)
-
Lo
siento, Cris. Pero, sí. No hemos dicho nada antes porque entendemos que los
chicos y tú lo estáis pasando mal, pero todo tiene unos límites
(dijo Óscar dándole un abrazo para consolarla). Y Mark ya hace tiempo que los ha rebasado todos. Hasta mamá ha empezado
a tener sus dudas sobre la “bondad” de Mark. Y cómo todos sabemos es su nieto
favorito, por ser el primero y por haber estado siempre lejos.
-
Y
por ser tu hijo (añadió Adrián rodando los ojos,
que no era ningún secreto que Cristina era la niñita de los ojos de sus padres)
-
¿soy
una madre horrible, verdad? Fred era quien se encargaba de regañarlos yo he de
confesar que me quedé con la parte más agradecida: la de los mimos y caprichos (se
tapó la cara con ambas manos para ahogar el llanto). ¿Cómo he podido estar tan ciega?, sí que me he dado cuenta que Mark
está más arisco de lo normal, pero lo achacaba a cosas de la edad y lo de su
padre…pero ¿de verdad cogió dinero de la tienda? (Óscar asintió).
-
Sí,
(finalmente pudo decir en voz alta, eso no era lago
ni fácil ni que quisiera decir en voz alta)
Y hoy lo ha vuelto a hacer. La primera vez solo le regañé y le dije que no lo volviera hacer. Pero no solo ha vuelto a hacerlo sino
que encima ha tenido los santos cojones de negármelo a la cara y plantarnos
cara (dijo muy apenado por tener que romperle el corazón a su hermanita, la
conexión entre Cristina y Óscar era más fuerte que la que había entre el resto de hermanos).
-
Eso
es lo que viste cuando llegaste. Viste a Adrián dándole 12 palmadas en el
trasero por empujar e insultarnos y mentirnos diciendo que él no había tocado
ese dinero.
-
¿cuánto?
-
Cristina,
¿Cuánto? cuanto es lo de menos. (dijo Pedro que veía
como Cristina había pasado de poderse medir con Godzilla a no ser más fuerte
que una ardillita asustada) Vuestros
padres os enseñaron igual que los míos que no se toca el dinero de los otros,
que eso tiene un nombre y que está mal y es un delito.
-
Lo
sé Pedro (dijo un poco molesta pero ella quería
saber cuánto dinero le había robado su hijo
Óscar para devolvérselo) No soy
uno de tus alumnos, no me vengas con lecciones (Pedro bajó la cabeza un
poco avergonzado, era cierto a veces se le olvidaba que no trataba con
adolescentes y que estaba tratando con sus amigos. Pero es que a veces sus
amigos se comportaban peor que adolescentes, pero Cristina tenía razón, está no
era una de esas veces). Quiero saber
cuánto dinero ha robado mi hijo para pagárselo a mi hermano (dijo un poco
molesta aún).
-
Cris
(dijo Óscar queriendo ahorrarle ese mal rato a su
hermanita), eso no importa.
-
A
mí sí, ¡Dime! (ordenó Cristina)
-
Calculo
que unos… en serio Chris…míralo como un regalo adelantado de cumpleaños.
-
Óscar
eres padre también, ponte en mi lugar, si Pablo o las mellizas hubieran hecho
cómo Mark ¿no querrías saber tú también cuánto dinero habían robado tus hijos?
-
Unos
140 euros (dijo muy seco). 50 hoy y 90 la otra vez.
-
Muy
bien en cuanto cobre le mes que viene te los devolveré.
-
Cristina
sé que vais muy justos de dinero, no voy a aceptarte esos 140 euros.
-
Si
no me lo aceptas es cómo si Mark lo estuviera robando para mí, ¡Y eso sí que
no! Te lo daré en cuando cobre.
-
No
eres tú quien lo robaste, no deberías ser tú la que se sacrificara
(dijo Óscar negando con la cabeza).
-
Tiene
14 años, Óscar, soy su madre, soy yo la que tiene que sacrificarse, como habéis
dicho si lo hubiera atado en corto antes ahora yo no tendría que devolverte ese
dinero. Míralo así.
-
Sigue
sin parecerme justo (poniendo morros y
cruzándose de brazos).
-
A
mí tampoco, Cris (dijo Adrián)
-
Debería
devolverlo Mark.
-
¿cómo
va devolverle 140euros? ¿si solo es un
niño?
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Tareas
(dijo Pedro y los tres hermanos lo miraron como si fuera un alienígena) No me miréis así. A la edad de Mark mis
padres me daban una paga por hacer ciertas tareas, como bajar la basura,
limpiar los platos, poner la mesa, barrer el patio,...sugiero que Mark ayude en
la trastienda hasta que haya cubierto su deuda.
-
¡Joder!
Adrián (Óscar le dio una colleja a su hermano)
se supone que tú eres el genio, ¿Por qué
no se te ocurrió a ti?
-
Auuuu
quizás porqué debo de tener daños cerebrales ya de tanta colleja. Joder entre
Miguel y tú, me tenéis frito, ¡Sois insoportables! ¿y después te preguntas ¿Por qué hace tanto tiempo que no te hago una visita?
(Adrián empezó a quejarse como una señora mayor en una sala de espera)
-
Jajaja
(empezaron a reírse los 4).
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