Octavo capítulo: No
quieras correr demasiado, Juan.
-
Chico
tienes derecho a una llamada (dijo
el policía largándole el teléfono). En
ese tablón tienes el teléfono de los abogados del turno de oficio, por si te
interesara (Juan lo miró desanimado y respiró hondo).
-
¿Cuánto
es la fianza?
-
600.
-
Buffff
(resopló Juan,
no es que no tuviera esa cantidad de dinero, sino que si Mario o Fernando se
les pasaba por la cabeza mirar las cuentas aquella sería una cifra difícil de
justificar)
-
Si
no tienes dinero deberás quedarte en el calabozo hasta la vista previa, de aquí
a dos días (Juan gustosamente habría aceptado
pasar dos días en el calabozo pero si no llamaba a casa a diario Mario o Camilo
se ponían como motos, y más de una vez se habían presentado en la residencia
solo para chequear como iban las cosas).
-
En
mi teléfono tengo el número de mi abogado, si pudiera…(dijo
tímidamente Juan)
-
Sí, claro (el
policía sacó el teléfono del chico de una bolsita y se lo entregó. Juan marcó
el teléfono de Miguel).
-
¿Diga?
(la voz de un Miguel muy dormido sonó al otro lado del aparato).
-
Hola
Miguel, soy yo, Juan (dijo tímidamente)
-
¿Juan?
Son las cinco de la mañana ¿está Camilo bien? ¿Mario?
-
Si,
están todos bien. Necesito tu servicios de abogado
(Miguel se incorporó de golpe y encendió la luz de la mesita y se puso las
gafas).
-
¿Mis
servicios de abogado? (dijo aún
desorientado) ¿Qué ha pasado? (dijo
negando con la cabeza)
-
Estoy
en la comisaria, necesito que me saques de aquí. La fianza son 600, yo después
te los devuelvo.
-
¿En
la comisaría? (Miguel se enojó bastante al ver cuáles
eran sus servicios de abogado que Juan necesitaba) ¿Qué demonios ha pasado Juan?
-
Después
te cuento, pero apresúrate pronto serán las siete y tengo que estar de vuelta
en casa o tendré problemas.
-
Estás
en la comisaría Juan ya estás en problemas. Dime qué demonios ha pasado.
-
¿secreto
de abogado-cliente? (Probó a hacer una
bromita para calmar los ánimos, podía oír perfectamente que miguel estaba más
que molesto y no por que le despertaran a esa hora)
-
No,
Juan, no me vengas con mierdas y contesta (le
gritó por teléfono).
-
Carreras
ilegales (dijo muy flojito).
-
¿Carreras
ilegales? Pero tú estás idiota ¿o qué? Está ya es la segunda vez que te tengo
que sacar por eso (Miguel le gritó por teléfono) ¿en qué comisaría estás? (le preguntó
intentando calmarse un poco)
-
En
la del distrito 3 (dijo tímidamente porque aquel
distrito era famoso por su alto índice de delincuencia).
-
Vale
(dijo muy seco)
estoy ahí en tres cuartos de hora.
-
Gracias
de nuevo, Miguel.
-
No,
me las des aún, esta vez no voy a ir solo (dijo
enfadado Miguel).
-
No
Miguel, por favor, si se enteran Camilo o Mario me harán dejar la residencia.
Tengo 19 años, y el dinero de la herencia para pagar la fianza, ellos no tienen
por qué enterarse.
-
Si
no querías que se enterasen, haberte esperado en el calabozo hasta la vista
previa y haber llamado a un abogado de oficio.
-
Por
favor, Miguel (dijo poniendo una voz muy lastimera).
-
45
minutos, ve pensando que nos vas a decir (y
Miguel colgó. Juan se quedó con la palabra en la boca).
…
Ring ring
-
Grrr
son las cinco, ¿Qué cabrón llama a estas horas?
(dijo Mario tapándose la cara con la almohada)
-
Tú
no te muevas, hombre ya voy yo (dijo molesto Camilo y
descolgó el teléfono) ¿Diga?
-
Hola
Camilo (dijo Miguel algo dubitativo).
-
¿Miguelillo?
(Camilo identificó la voz de su hermano a la
primera, también notó que había angustia en su voz y se acabó de despertar de
golpe) ¡Son las cinco! ¿estás bien? ¿Los
papás están bien? (Mario, la oí a su marido agitado y preguntando por sus
padres, se incorporó y se puso a su lado para oír).
-
No
es eso, estamos todos bien, que yo sepa. Me acaba de llamar tu hijo desde
comisaria para que le pagara la fianza y lo sacara de ahí. Yo voy camino de
allá, la fianza son 600 y mis servicios 400.
-
¿Qué?
Pero de qué hablas. Miguel, explícate.
-
Pues
lo que he dicho, la comisaría del distrito tres, yo me visto y voy para allá,
tú y Mario haced lo que queráis (dijo molesto Miguel).
-
No,
espera Miguel, no cuelgues, dime al menos de que lo acusan.
-
De
carreras ilegales, y…bueno…como te vas acabar enterando de todas formas hace
dos meses ya lo detuvieron por lo mismo, pero como no hubo daños ni heridos
todo quedó en una reprimenda del juez y una multa. Debí decírtelo, pero en
serio que le creí cuando dijo que sus amigos le habían engañado y que él no
sabía nada, que solo era acompañante.
-
Debiste
decírmelo (le dijo furioso Camilo).
-
Tiene
19 años ¿no recuerdas que es tener esa edad? (dijo a la defensiva Miguel)
-
¿Y
tú? ¿recuerdas que tienes 27? ¿Qué es eso de ir tapándole las mierdas a mi
hijo? Miguel, se supone que eres ya un
adulto, no entiendo a qué viene eso de ir a mis espaldas.
-
Oye,
Camilo, lo lamento, debí decírtelo, te pido disculpas. pero Juan es mayor de
edad, vive fuera de casa, y en serio le creí cuando me dijo que lo habían
enredado que él no sabía nada (dijo bastante
molesto). Solo intentaba ayudar al
muchacho todos hemos sido jóvenes y la hemos cagado.
-
Sí,
pero ni tus cagadas ni las mías nos llevaron nunca a comisaría.
-
Pero
las de Mario si ¿no? Y no olvides que al fin y al cabo es un Macias (aquello
fue como una patada en los huevos para Camilo. Mario que lo estaba escuchando también,
se mordió el labio y sintió una pinzada en el corazón) Mira, Camilo, es muy temprano o muy tarde, depende como lo mires, no
voy a discutir contigo. Solo te digo que el chico está en la comisaría del
distrito 3, que voy a ir a pagar su fianza y a sacarlo. Si quieres vienes y
sino no, tú mismo.
…
Mario Y Camilo llegaron
a la comisaría antes que Miguel. Allí estaba Juan, sentado en una banqueta con
las manos en la cabeza. El policía no les dejó hablar con él, al ser mayor de
edad, solo podría pasar el abogado del chico, pero tanto Mario como Camilo
pagaban con la cara. Y Juan entendía perfectamente que significaban todas y
cada una de las miraditas que le echaban. Miguel llegó a las seis y cuarto,
medía hora más tarde de lo que le había dicho por teléfono.
-
Tuve
que pasar por el despacho, tenía allí el carnet de abogado
(dijo excusándose a Mario mientras miraba de reojo a su hermano. Pero Camilo ni
le dirigió la palabra).
-
Si,
entiendo (dijo Mario) Gracias, igualmente. Nosotros
hemos traído los papeles del banco para lo de la fianza ¿te llevará mucho?
-
No,
es rápido (dijo de forma más calmada, mientras de
reojo miraba a Camilo). ahora regresó
con Juan (y se fue hacía al mostrador para hablar con uno de los policías,
tal y como dijo 20 minutos más tarde Juan y Miguel salían de allí).
-
¿Estás
bien? (fue lo primero que le preguntó Camilo
al verlo).
-
Si,
un poco cansado (dijo sin atreverse a mirar a la
cara ni a Camilo ni a Mario). Siento
haberos despertado, le dije a Miguel, que no os molestará (le echó una
mirada de odio a Miguel), pero no hizo
caso.
-
Yo
debo irme, tu padre ha pagado la fianza
(dijo Miguel) así que es a él a quien le
debes hacer las transferencia de 1000.
-
¿1000?
Eran 600.
-
600
+ 400 de mis honorarios. Aunque debería cobrarte 800, 400 de hoy y 400 de la
última vez (dijo con rabia Miguel. Juan abrió mucho
los ojos, no esperaba que Miguel hablara de eso delante de Camilo y Mario). Yo me regresó al bufet, aprovecharé para
archivar unos casos que ya hace meses que cerré. La fianza está pagada y no
tendrá que comparecer ante al juez para declarar hasta el martes. Así que hasta
entonces, es todo vuestro (dijo muy seco y se marchó).
-
Papá
(empezó Juan) no es lo que piensas, deja
que te lo explique (dijo Juan al ver la cara de perro de Camilo y Mario).
-
Te
lo diré de una forma que parece que entiendes muy bien “tienes derecho a
guardar silencio, cualquier cosa que digas podrás ser usada en tu contra” (le
dijo Mario, viendo que Camilo estaba tan furioso que tenía miedo hasta de
hablar).
-
Mario,
fue un mal entendido.
-
¡Dirás
DOS MAL ENTENDIDOS!
-
Vámonos
a casa (dijo Camilo muy seco, viendo que Mario
estaba a punto de montarla allí mismo en comisaría)
-
Ya
has oído a tu padre, vamos (dijo apretando fuete
los puños para no matar a su hermano allí mismo. Juan obedeció y cerró la boca
y siguió a Camilo y a Mario. Sabía que si rechistaba se iba a montar allí un
auténtico espectáculo y ya tenía 19 años y no quería que nadie pensara que era
un niño malo siendo amonestado por sus papás).
Juan
se montó en el coche con Mario y Camilo y fue pensando que narices les iba a
decir cuando llegaran a casa. Tanto Camilo como Mario se veían realmente
furiosos, solo esperaba que al menos le dejaran explicarse. Aunque aún no sabía
que iba a explicarles. Estaba seguro que de decirles la verdad, lo iban a matar.
Pero hacer carreras ilegales en la ciudad no era como en el pueblo, era un
millón de veces mejor. El chute de adrenalina era indescriptible, una vez lo
probabas era imposible no repetir. Juan entendía como se debió de sentir su
hermano cuando se metió en toda esa mierda de las drogas. Hacía ya un año des
de la primera vez que corrió por el viejo puente de los Diques y des de
entonces raro era el fin de semana que no tomara su coche y no pusiera al
límite sus reflejos y su sangre fría al volante. Era muy bueno, todos se lo
reconocían, pero no era por el reconocimiento, era por esa sensación de estar
al límite y a la vez de estar y no estar al control de todo.
Mario
conducía poniendo todos sus sentidos en la tarea de conducir, necesitaba
centrar todos sus pensamientos en algo que no fuera Juan. Porque estaba muy
tentado de soltar el volante, ir hacía el asiento de atrás y darle a su hermano
una soberana paliza. No podía creerse que casi tres años más tarde Juan estuviera
otra vez con lo de las carreras ilegales, después de aquel accidente en que
destrozó por completo el coche de Fernando. Por su cabeza solo pasaba la idea
que ese niño no pararía hasta matarse. Camilo, en el asiento del copiloto iba
haciendo ejercicios de relajación, su condición de budista, en esos mismo
instantes no le estaba ayudando de mucho. No lograba encontrar una paz y
harmonía en sus pensamientos. No lograba despojar de malos pensamientos y
complejidades su mente. Al igual que su marido, a Camilo solo le rondaba por la
cabeza dos cosas Juan y Juan muerto en un estúpido accidente de coche. Y que su
hermano Miguel lo supiera y no le hubiera dicho nada, aquello aún lo cabreaba
más, estaba decidido a no volver a dirigirle la palabra nunca más.
Al
cabo de media hora llegaron a casa, y a Juan aún no se le había ocurrido nada
bueno que contarles y los chicos no había logrado sosegarse lo suficiente como
para tener una conversación civilizada. Pero ya estaba en casa. Juan al entrar
en casa, se fue hacía el salón, sabía que le esperaba una bronca de cuidado,
así que no tuvo que esperar a que lo mandaran. Se fue al salón y se sentó en
una de las sillas de la mesa. Algo le decía que de todo el salón aquel era el
lugar estratégicamente más seguro de todos. El sillón y los sofás, no eran
buena idea. Le traían malos recuerdos y uno cuando se sentaba se veía muy
bajito, y no quería parecer un niño pequeño sino todo un adulto que podía
manejar su vida como le viniese en gana. Quizás los chicos se lo tragasen.
-
Hoy
tengo un montón de cosas que hacer en el ayuntamiento
(dijo Camilo) pero mañana pasamos a por
tus cosas en la residencia. Está claro que aún no tienes la suficiente madurez
para vivir solo (dijo Camilo con fuego en la mirada).
-
¡TENGO
19 AÑOS! (saltó Juan), no puedes obligarme a vivir aquí, puedo vivir donde se me antoje (Juan
esperaba una bronca no que le dijeran que debía regresar a casa. Irse a vivir a
la residencia había sido toda una lucha con Mario y Camilo, pero finalmente
logró convencerlos y que accedieran. Y perder esa independencia ahora era como
dar 4 pasos hacia atrás).
-
Acabo
de recoger a mi hijo de la comisaría y pagar una fianza por él de 600 por hacer
carreras ilegales en plena ciudad. Sí, sí que puedo, Juan, puedo y es lo que
voy a hacer (dijo Camilo a punto de explotarle las
venitas de la frente y el cuello).
-
Bajo
al cajero y te doy esos putos 600, pero no voy a volver a casa, yo ya no vivo
aquí, Camilo (Juan le llamó por su nombre para
dejarle claro que ahora era un igual. En la cabeza de Camilo algo hizo click, y
de repente Camilo ya no estaba ahí parado en la puerta sino que estaba
levantando de la silla a Juan y empezando a zurrarle el trasero como a un niño
que había sido muy muy malo).
-
Plass
Plass Plass A
MÍ, JOVENCITO
Plass Plass Plass,
NO ME HABLAS CON ESE TONO
Plass Plass Plass,
A MÍ ME RESPETAS
Plass Plass Plass,
NO SOY UNO DE TUS AMIGOTES DE CARERAS Plass Plass Plass, SOY TU PADRE Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass
Plass.
Y SI TE DIGO QUE REGRESAS A CASA
Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass, REGRESAS A CASA Y
PUNTO
Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass
Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass
Plass Plass Plass Plass
(Camilo le daba con todas sus fuerzas, no estaba
dándole una lección, estaba enfadado de verdad y aquellas palabras le habían
dolido en el fondo de su corazón. Uno de los grandes temores de Camilo es que Juan
una vez saliera de casa no volviera a verlo como un padre sino que
volviera verlo como a su cuñado, y
aquello hizo que dejarlo ir para él fuera muy duro. Pero Mario y Juan lo
convencieron, con todo tipo de buenos argumentos, así que no tuvo más remedio
que aceptar. El chico ya era mayor de edad, estaba estudiando en la academia de
bellas artes y ellos a su misma edad también habían salido ya de casa).
-
AUUUUUUUUUU
NO, NO PARA, PARA, NO PUEDES, AUUU, YA SOY UN ADULTO, DETENTE, AYYYY
PARA,AUUUU, ME HACES DAÑO, PARAAAAA, AY AY ARGGGG NOOOO NO, PARA, POR FAVOR,
AYYYYY NO.
-
SERÁS
UN ADULTO CUANDO EMPIECES A COMPORTARTE COMO UNO Plass Plass Plass. MIENTRAS TANTO SOLO
SERÁS UN MOCOSO CAPRICHOSO Y DESOBEDIENTE AL QUE AÚN HAY QUE EDUCAR Plass Plass Plass Plass
Plass Plass Plass Plass .
Sabía que me precipitaba dejando que te fueras a vivir a esa estúpida
residencia. Pero quise darte un voto de confianza, si fueras tan adulto como
dices, lo habrías provechado para demostrarte y demostrarnos que así es que
eres un chico lo suficientemente maduro como para vivir solo. Pero en vez de
eso, te tenemos que ir a recoger a comisaría porque has vuelto con lo de las
carreritas esas
Plass Plass Plass.
Esta vez ha sido de la comisaría, hijo, pero quizás la próxima vez no haya
tanta suerte y sea de la morgue de donde tengamos que recogerte.
-
AAAAAAAAAAU
AYYYYY PARA, PARA JODER, AUUUUU NO, YA ESTÁ BIEN, AUUUUUU ESTO ES RIDÍCULO, CAMILO,
TENGO 19, SI QUIERO CORRER, NO NECESITO DE TU PERMISO Y SI QUIERO VIVIR FUERA
DE CASA TAMPOCO AYYYY.
-
SOY PAPÁ, NO CAMILO Plass Plass Plass Plass
Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass
Plass
-
AYYYY
SI, SI LO SIENTO PAPÁ. ES PAPÁ, SI AYYYY
AUUUU
-
Eso
es, soy tu padre sin importar la edad que tengas Plass Plass Plass. Y cómo soy tu padre,
me respetas y obedeces y punto. Si fueras lo suficientemente maduro te
escucharía y tendría en cuenta tu opinión, hijo. Pero hacer carreras ilegales
no tiene nada de maduro Plass
Plass Plass Plass Plass Plass solo
tiene de estúpido y suicida
Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass. (Camilo
cesó la zurra, al instante, Juan empezó a limpiarse las lágrimas y a intentar
normalizar la respiración. Pero al segundo se dio cuenta que Camilo se estaba
desabrochando el cinturón y se dio cuenta que no había acabado que solo estaba
quitándose la correa para darle con ella).
-
Papá,
por favor, no, no me puedes pegar, ya soy mayor (suplicaba
con horror Juan).
-
Hijo,
ya sabes que a mí no me vale eso de soy mayor, lo único que me vale son los
hechos, y tus hechos no dicen nada de que seas mayor, ni que no te merezcas
esta azotaina (Camilo utilizó esa palabra
precisamente en vez de zurra, tunda o paliza, porque le pareció más infantil).
-
Por
favor, papá, por favor, no con la correa, ya me pegaste mucho, te juro que no
vuelvo a correr (suplicaba aún con lágrimas de la
zurra que aunque con la mano y sobre el pantalón que le había dado su padre
había logrado arrancarle las lágrimas de los ojos).
-
Juan
Carlos, no te creo ni una palabra, y no sabes el dolor que eso me causa, hijo (Camilo
dobló el cinturón en dos guardando la hebilla en su puño).
-
Papá,
por favor, por favor, escúchame. Mario, ayuda (acudió
a su hermano con ojos de súplica).
-
Más
vale que yo no te ayude, Juan, porque si te ayudo no vas a poderte sentar hasta
los cuarenta (Mario hablaba con rencor y amargura en
sus palabras). Camilo no es el único que
está furioso. Y cuando se lo cuente a Fern, reza porque no haga lo que creo que
harás, porque si no si, Juan, si, no vas a volver a sentarte cómodamente en tu
vida.
-
¿Fern?
¡No, no llames a Fern! (Juan nunca dejaría de
ver a Fern como una especie de padre/hermano a pesar que ahora Camilo fuera su
padre, Mario ejerciera las 24h del día de hermano mayor mandón y sobreprotector
y Fern estuviera a kilómetros de distancia y solo lo viera para vacaciones).
-
¿Por
qué no dices que ya tiene es 19, que puedes hacer con tu vida lo que te venga
en gana? ¿qué
problema hay porque Fern sepa lo que haces con ella? (dijo con pura maldad Mario).
-
No,
ya lo sabe Camilo Swass
Swass Swass (tres correazos cayeron sobre el muslo
derecho de Juan) AYYYY quise decir papá (corrigió
rápidamente Juan), ya lo sabe papá, ya
es más que suficiente, deja a Fern a parte.
-
¿Qué
problema hay porque Fern lo sepa? (preguntó de
nuevo Mario).
-
¡Camilo,
no! Sabes muy bien qué problema hay, joder, ya es suficiente con vosotros dos,
no necesito a Fern peleándose por un pedazo más de mi trasero.
-
Si
te crees que pienso ocultárselo, vas apañado, Juanillo (dijo
Mario). Si Fern tiene algo que decirte
sobre tu afición a las carreras ilegales, ya lidiarás tú con él. Por lo que a
mí respeta…nada de lo que te vaya a dar tu padre o Fern es poco comparado con
lo que te mereces. Arriesgar la vida así por un estúpido subidón de adrenalina.
¿no has aprendido nada de mis errores?
-
No
es lo mismo, yo no me drogo (dijo indignado Juan a
su hermano).
-
Es
exactamente lo mismo, Juan, es una adicción peligrosa que puede acabar
matándote (le contestó esta vez Camilo). Pero eso se acabó, no volverás a agarrar el
coche hasta que yo lo considere, tu hermano o yo te haremos de chofer si lo
necesitas, sino los transportes públicos, que para algo, son muy buenos. Y
vuelves a casa, y eso significa que a dormir a casa todas las noches, Juan.
-
NOOOOO.
TENGO 19, NO PUEDES…(empezó a protestar
pero Camilo lo paró en seco)
-
Yo tengo 39, eso hacen veinte más Swass
Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass
Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass
Swass
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAY
AUUUUUU AYYYYYY NOOOOOOOO, ME HACES DAÑO AYYYYYY AUUUUUUU PARA POR FAVOR, PARA
PAPÁ, AYYYYYY DUELE, DUELEEEEEE.
-
Ya
me has oído Juan Carlos Alcázar Macias. Regresas a casa y se acabó el coche
para ti. Y no hay nada más que hablar de eso (Camilo le dio la vuelta y le desabrochó
el pantalón, le bajó el pantalón y los calzoncillos de un mismo tirón y lo
inclinó sobre la mesa del salón) Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass
Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass
Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass
Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass Swass (Camilo descargaba el cinturón solo sobre los muslos del chico, el
trasero de Juan solo había recibido las mano pero los muslos estaban recibiendo
el tratamiento completo.)
-
AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU
AYYYYY ARGGGGGGGGGGGH NOOO COF COF NOOOO AUUU DUELE, DUELE, PARA AYYYYYY ME
DUELEEE, AUUUU NOOOO, YA NO MÁS SOCORROOOOO AUUUUU NO PUEDOOOO PARA PARA,
BASTAAA AUUUUUU NO LO HARÉ MÁS LO JURO, LO JURO, PERO DETENTE AUUUUUUU
-
¡Y
tanto que no lo vas a volver a hacer en tu vida, hijo!. Porque te aseguro que después de hoy la sola
idea de correr al volante te va a doler.
-
NOOOOO
PAPÁ, NOOOOO, NO MÁS, ME MATARÁS.
-
Yo
no te voy a matar, en cambio tú, participando en esas estúpidas carreras
ilegales seguro que acabas matándote. Swass Swass Swass Swass Y no hijo, no. No
pienso quedarme de brazos cruzados mientras te juegas la vida así de tontamente
Swass
Swass Swass.
Ve a por la pala, Juan Carlos (se detuvo).
-
Papá,
por favor, no, por favor, ya me diste muy duro, no podré sentarme bien en días,
por favor, ya aprendí, no vuelvo a correr en mi vida, lo juro (dijo
lloriqueando Juan).
-
Juan,
te he dicho que vayas a por la pala, si te lo tengo que repetir te llevaré yo
mismo a por ella de la oreja y a base de correazos. Y te daré en la misma
terraza para que lo vean todos los vecinos el resto de zurra.
-
Tú
no harías eso (dijo dudando un poco).
-
No
me pruebes, Juanillo (dijo fulminándolo con
la mirada y con los brazos en jarra),
porque estoy tan enfadado contigo ahora
mismo me tienta demasiado la idea de darte una soberana zurra sobre mis
rodillas con el culo al aire, como si aún fueras un niño malo, cosa que has
demostrado con creces que aún eres.
-
Papá,
por favor, ya no puedo más, ya no más (dijo con
ojitos de cachorrito, pero la única respuesta que obtuvo fue Camilo
señalándole, con el dedo, el arcón de la terraza donde estaba guardada la pala.
Juan se subió los calzoncillos y pantalones, y como el condenado que va hacía
la soga se arrastró hacía la terraza y sacó la maldita pala del baúl de las
herramientas y se la entregó a su padre).
-
Ésta es
la segunda vez que te detienen por conducción temeraria ¿no?
-
Si
(dijo bajito y agachando la cabeza).
-
Muy
bien ¿diecinueve por dos, cuánto es, Juan?
(Preguntó Camilo probando suavemente la pala sobre su propia mano).
-
Papá
por favor no (entendiendo que su padre le iba a dar
38 veces con la pala, ahora entendía porque no le había dado ni una sola vez en
el trasero con el cinturón. Des de un principio su padre planeaba acabar la
zurra con la pala), por favor, te lo
suplico, no más, ya no más, te juro que no lo vuelvo a hacer.
-
Ya
te he dicho que de eso me voy a asegurar (dijo
muy fríamente Camilo).
-
Venga,
Juan Carlos, tu padre te ha hecho una pregunta ¿cuánto es 19x2?
(le dijo Mario, Juan le echó una mirada de profundo odio a su hermano, que le
devolvió una mirada que le hizo poner los pelos de punta a Juan).
-
Treinta
y ocho (a Juan le temblaba la voz).
-
¿Me
permites? (le dijo Mario a Camilo pidiéndole la
pala)
-
¿Seguro?
(Camilo sabía que a Mario no le gustaba castigar a
su hermano, prefería dejarlo en manos de Camilo)
-
Si,
también es mi hermano y hace tres años, justo antes de venir aquí, me hizo una
promesa, la cual no ha sido capaz de cumplir, ha sido a mí y a Fern a quienes
ha desobedecido directamente y ha sido la promesa que me hizo a mí, la que ha
roto. Es tu hijo y ya le has castigado por poner su vida en peligro ahora es mi
turno por habernos desobedecido y por haber roto su promesa
(Camilo asintió y le cedió la pala).
-
No,
Mario, no. Vendré a vivir a casa, no tocaré un coche en mi vida, pero por
favor, perdóname, por favor (Juan le suplicaba casi
histérico. Juan sabía perfectamente que Mario estaba fresco como una rosa y que
estaba tan o más furioso que Camilo con él).
-
Sobre
el respaldo del sofá Juan. Y si te lo tengo que repetir, agarro el puntero de
clase y te doy hasta que sangres (Juan no se había dado
cuenta de lo enfadado que estaba Mario. Se había preocupado exclusivamente de
lo cabreado que estaba su padre y se le había pasado por alto que su hermano
había estado todo el rato con los músculos en tensión, rechinando los dientes y
resoplando por la nariz como un toro a punto de embestir. Juan miró a su padre y Camilo asintió con la cabeza. Juan
tragó saliva y respiró hondo y se colocó sobre el respaldo del sofá, se aferró
a uno de los cojines para apretar con fuerza y morderlo para ahogar los gritos
y cerró los ojos).
-
No
me importa lo que te haga tu padre, pero si vuelves a participar en una carrera
o hacer el loco al volante, te juro que más vale que reces por no sobrevivir
para contarlo, porque te juro por mi madre
(ni Mario ni Fern jamás mencionaba a su madre porque para ambos era doloroso), que de la paliza que te daré a mí me meten
en la cárcel y a ti te llevan directo ala hospital (Mario sonaba como un
sádico y aquello asusto mucho más a Juan que la paliza que estaba por venir). PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK (dejó caer las
cinco primeras e hizo una pausa)
-
AAAAAAAAAAAAAAAAARGHHHHHH
(aquello era el grito de agonía de Juan ahogado por
el cojín del sofá).
-
NO
VAS A VOLVER A PONER TU VIDA EN PELIGRO, NO VAS VOLVER A CORRER EN TU VIDA PLACK PLACK PLACK PLACK
PLACK PLACK
(dejó caer seis, iba a tomarse su tiempo quería que
a Juan le quedase bien claro el mensaje)
-
ARGGGGGGGGGGGGGGGGGGH
-
NO
MÁS CARRERAS, NO MÁS ESTUPIDECES, JUAN CARLOS PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK (
y volvió a hacer una breve pausa mientras Juan se recuperaba).
-
Bwuaaaaaaaaa
no por favor, Mario, ya no más, me muero, me muero, por favor bwuaaaa.
-
Tú
no te mueres ¿lo entendiste? No vas a ser tan gilipollas como tu hermano, eres
un millón de veces más listo que yo, y no vas a cometer mir mismos errores.
Tienes a una familia que te quiere y está a stu lado pase lo que pase, no tienes
ninguna necesidad de arriesgar así tu vida, si te pasa algo si que habrá mucha
gente que sufrirá y que lo lamentarás y se culpará por no haber hecho lo suficiente.
No estás solo en este mundo, no tienes permiso para matarte o ponerte en
peligro ¿entendiste, hermanito? PLACK
PLACK
PLACK
PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK (aquellas 10 nalgadas fueron
especialmente duras, era como si Mario estuviera atizando una alfombra para que
soltará toda la mierda acumulada de años, y realmente así es como se sentía Mario.
Camilo le puso la mano en el hombro y lo miró fijamente. Mario estaba llorando,
las lágrimas brotaban de sus ojos y había una profunda soledad y tristeza en su
mirada. Mario entendió que debí aparar aquello ya no era para enseñarle una
lección a Juan, si continuaba solo sería para
desfogarse él). Dale
las gracias a tu padre te acaba de perdonar las 10 que te faltan
(dijo secamente marchándose al cuarto de baño, porque tenía ganas de vomitar. Mario
pensaba que Juan era como él a su edad, que creía que no importaba nada de lo
que hiciera porque no importaba a nadir, y aquello le destrozaba por dentro,
porque él lo quería con locura y no podía imaginar que le chico no se diera
cuenta).
-
Juan,
hijo, venga, ya está, se acabó (dijo ayudándolo a
ponerse de nuevo en píe y abrazándolo fuertemente, Juan continuó llorando un
buen rato sobre el hombro de su padre) shhhhh shhhhh ya está, shhhhh
-
Lo
siento, papá, lo siento, te juro que no volveré a correr, te lo juro de verdad.
-
Shhhhhh
ya está hijo, ya…
-
Te
lo juro, papá (Juan no paraba de repetir) ¿Me
crees verdad?.( Camilo se quedó callado, lo cierto es que quería creerlo, pero había
una parte en su interior que no podía creerlo. Juan se parecía tanto a Mario
que a veces era espeluznante. A pesar de no haber crecido juntos y que hasta
los 17 años la relación entre ellos era buena pero más bien escasa. Juan se
parecía más a Mario que a Fernando o a
su padre bilógico. Y tanto Juan como Mario eran personas que caían fácilmente
en las adicciones, que les gustaba ponerse al límite y que tenían una
autoestima más bien baja. A Mario le había llevado medía vida darse cuenta de
que aquello no llevaba a ninguna parte, pero hacía más de una década que se
había dado cuenta ahora era feliz junto
a Camilo. Pero Juan, Juan era aún muy joven y tenía su propio camino que
recorrer. Y a Camilo le daba tanto miedo que escogiera un camino tan tortuoso
como escogió Mario que se ponía temblar como una hoja. Así que se repetía que
si estaba más cerca de su hijo y lo iba vigilando quizás podía apartar de su
camino toda piedra con la que pudiese tropezar. Una falsa ilusión que tienen
muchos padres y Camilo no era distinto en eso al resto de padres.)
-
Claro
que te creo hijo (aquella era una mentirijilla
blanca, pero el autoestima de Juan, la necesitaba), ¿Me crees tú cuando te digo que todo lo que hacemos es por tu bien?
Porque te queremos y queremos lo mejor para ti.
-
Sniff
sniff si (dijo un poco triste dándose cuenta que
su padre en el fondo le estaba diciendo de nuevo que por ahora se acababa su
independencia)
-
Entonces no hay nada más que hablar, hijo
/dijo dándole un beso en la frente), ve a tu cama a dormir algo, yo tengo que
ir ayuntamiento y tu hermano a la uni, hoy descansa. Mañana ya hablaremos del
futuro (Juan le dio un abrazo a su padre, cosa
que hacía muchísimo tiempo que no hacía y se fue a su habitación).
-
Mi
amor ¿estás bien? (Camilo le dijo a Mario alargándole
una toallita limpia para que se limpiara la boca).
-
No,
no lo estoy, y tú tampoco y él menos. Esto es un puto desastre, todo se
desmorona ante mis ojos y me siento estúpido e impotente, porque no estoy
haciendo nada
-
Ey
Ey, mi marido no es estúpido y mucho menos impotente
(dijo con una sonrisita picarona en la cara. Mario no pudo más que reírse ero
en seguida se puso triste de nuevo). Cariño,
Juan se parece a ti, sí, pero eso no tiene por qué ser malo. Al fin y al cabo
yo me enamoré de ti, de un hombre guapo, generoso, alegre, de un gran corazón,
un poco desastre y desordenado pero un gran hombre al fin y al cabo. Fuerte,
valiente y tenaz como pocos hombres hay. Y Juan es así también.
-
A
su edad no era así y él tampoco demuestra serlo.
-
Yo
tampoco era sí a su edad. ¿No sé porque todos tenías esa imagen de mí?. Yo no
nací con un palo en el culo ¿sabes?
-
Yo
jamás he dicho eso (dijo abriendo mucho los ojos)
-
Tú
no, pero tu hermanito lo ha dejado caer varias veces y tú siempre te has reído,
jamás se lo has desmentido (dijo riñéndolo un
poquito).
-
Es
que yo no te conocía a su edad (dijo a la defensiva
peor riéndose un poquito).
-
Lo
que digo Mario, es que si con Juan hay que andar con mucho ojo, tienes razón.
Pero también es un gran muchacho, solo que tiende a
-
Descarrilarse
(dijo Mario negando con la cabeza) como
un terrible accidente ferroviario.
-
Pero
para eso nos tiene a nosotros, para vigilar que no toma las curvas con
demasiada velocidad y que toma los desvíos correctos y no descarrila. Y tú y
yo, juntos hacemos unos excelentes ferroviarios (dijo
dándole un achuchoncito y sonriéndole dulcemente). Éste solo ha sido un pequeño bache, Juan es listo y fuerte como su hermano
mayor, y acabará dándose cuenta que se equivocó y que cometió un error, pero
gracias a dios, un error que se puede
subsanar.
-
¿Camilo?
¿No te cansas nunca de ser tan perfecto?
(dijo besándolo en la mejilla de una forma muy tierna).
-
Jajaja
(se rió mientras salía del baño) Lávate
los dientes y desayuna, que aún llegaras tarde a clase (dijo riendo Camilo).
-
Puedo
decir que estoy enfermo (dijo mirándolo de una
forma muy lujuriosa),
-
Pero
yo no puedo decir a los del ayuntamiento que estoy enfermo, así que lávate esa
boca que te huele el aliento a lo que sea que has vomitado
(dijo poniendo carita de asco). Y Mario se olió su propio aliento y se
horrorizó) jajajaa (se rio Camilo al
ver la mueca de Mario y lo dejó lavándose los dientes).
Al
salir del baño, pasó por la habitación de Juan, estaba profundamente dormido
sobre la cama. Camilo lo arropó para que no se resfriara, le dio un beso en la
cabeza y le apagó la luz. En el fondo había un poco de felicidad en su corazón,
su niño volvía a estar en casa donde
podría asegurarse mejor que nada malo le pasaba. Aunque sabía que era algo
temporal, que Juan acabaría yéndose de casa y de forma definitiva, aún no, aún
no había llegado ese momento y mientras no llegase disfrutaría de cada instante
que pasara junto a su hijo y su marido.
-
Muchas Muchas Muchas gracias me encanto los sabes... y si también sabes cuanto extrañaba a Juanillo que alegría que gustos y que gratitud por el maravilloso regalo que me has dado... solo me queda espera que para las 300000 visitas vuelva de visita jejeje.
ResponderBorrarLo repito muchas gracias :D me has hecho inmensamente feliz con le regalo.
...mágicos cuentos...personajes maravillosos...¡oooh que recuerdos me traes Little,que como siempre sígues extrañamente hechicera................................
ResponderBorrar.........nunca dejes de encantarnos querida Little
QUERIDA LITTLE ...
ResponderBorrarAcabo de leer, toda la saga de FIN DE SEMANA, resumiendo el titulo, y acabo de leer a Juan que desde antes me gusta y me parecia triste que no lo hayas continuado y estamos aqui con un mozuelo de 19 años sorpresivamente
pues decirte de corazón que adoro tus publicaciones, he disfrutado mucho a MArk, y toda su familia, los dialogos sin querer me han transportado imaginariamente a tu pais, MIO tambien de corazón, la MAdre patria y los felices momentos que vivi alla..... era como oir el susurro de vuestras voces, o las voces de muchos que en las calles me han sorprendido porque siempre digo, que los españoles no hablan, gritan, jajaja
pero te decia disfrute de cada capitulo sufri por el niño hermoso que has creado, odie a Pedro y su petulancia, odie a Fredd el muy canalla y a los tios con derecho a castigar al crio, ame sus travesuras y a su novia loca, ame sus desmandes y su sufrimiento ante las casualidades y desaveniencias de su vida... y renegue por que no le dan respiro, un poco de cariño, quizas mas cariñito que azote, jjjj
y ahora este pedazo de personaje, Juan y sus padres, anda que esta buenisima la historia, era hora de que vuelva a casita
un abrazo en la distancia, mi Distinguida Dama, sueño con tus letras, adoro tus relatos, son siempre una aventura garantizada
Angelica para servirte
Marambra par fines mas literario sjajajajaj es que quizas note pegue mi nombre pero si mi psudonimo jajajja
Querida Angélica,
ResponderBorrarAgradecerte tus bellas palabras, realmente llegaron a muy prófundo, puesto ya tus relatos son extraordinarios y recibir buenas críticas de tí me hacen pensar que tan mal no lo estaré haciendo.
Pero debo de reconocer que tanto largo fin de semana como tres son compañía están ahí gracias a LadySchumy. Por su mucha insistencia y por sus palabaras de ánimo.
Solo conozco una persona más tenaz que ella y es mi sobrina de 2 años, cuando la pongo sobre mis rodillas y la hago trotar al ritmo de la apertura de Gullermo Tell "MÁS, MÁS! repite una y otra vez. Y así es Lady.
Así que parte de esas buenas palabras debo de cederlas a ella. Pero solo por quedaa bien, y eso de ser jsutos, por que me encanataron jajajaja
Atentamente LittleHoshi