¿PERO QUÉ HICISTE, ALESSANDRO?
N.A.: Bueno, ya pensé que no me daba tiempo a hacer esto. Sanha, espero
que te guste. Te deseo las mejores vacaciones y que estos días te traigan
muchas muchas ideas para escribir.
Y a los demás…¡Feliz Navidad! :D
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-
Alessandro,
fligio, llegaremos tarde – repitió Gino por milésima vez.
No entendía por qué
le estaba llevando tanto tiempo arreglarse aquella mañana. Nunca tardaba tanto para ir al colegio a no
ser que tuviera algún motivo, como alguna travesura de la que no quería que él
se enterase o algún profesor con el que no quería que hablara. Pero aquél era
el último día de clases, por lo que todo lo que iba a pasar era que iban a
hacer una mini fiesta de despedida en el patio del colegio…
Lo que Gino no podía saber era que su hijo se estaba enfrentando a un
dilema, sentado sobre su cama mientras meditaba dialogando con las manchas de
la pared. Estaba pensando en Antonella, en su novia, en la persona que había
estado para él en alguno de los momentos más difíciles de su vida. Le debía
tanto… La Navidad estaba muy cerca y él quería hacerle el mejor de los regalos.
Algo así como un colgante de oro o incluso un anillo de diamantes como el de la
película de su padre. Pero él no tenía dinero para tanto. De hecho, estaba
bastante bajo de fondos.
Alessandro sabía que su padre, la gran estrella de Hollywood, no tenía
problemas económicos y estaría complacido de poder darle cuanto quisiese, pero
también sabía que había un límite en lo que estaba dispuesto a gastar, y sobre
todo, que el regalo no tendría la misma importancia si venía del dinero de su
padre y no del suyo. Por eso se le había ocurrido una solución intermedia. Una
forma de conseguir dinero rápida e inteligente…. Bueno, quizá no tan inteligente.
Recordó que su Nonno guardaba en una armarito algunas botellas de vino,
y no cualquiera, sino del caro. Recordó también que algunos compañeros estaban
planeando dar una fiesta, pero no tenían forma de conseguir alcohol. Estaban
dispuestos a pagar mucho dinero, pero nadie quería vendérselas por no tener la
edad legal para comprarlas. Así que Alessandro se dispuso a ser el buen
samaritano que les proporcionara las bebidas, a cambio de una justa retribución económica que se transformaría en
un anillo para Antonella.
Con pasos muy sigilosos, caminó hacia el armario de su Nonno y cogió
tres botellas, que guardó con mucho cuidado en la mochila. Guardó también una
chaqueta, para que la tela impidiera que el vidrio chocara, haciendo ruido y
delatándole. Gino subió justo en el momento en el que Alessandro terminaba de
guardarlo todo.
-
¿Qué
haces, bambino? Tenemos que irnos.
-
Ya estoy
listo… guardé esta chaqueta por si hacía frío…
Gino sonrió, y le revolvió el perro.
-
Perfetto.
No quiero que te pongas malo, y menos en Navidad. Vamos, fligio.
Los dos salieron de casa sin que Gino sospechara nada de las
intenciones de su hijo.
El día transcurrió con normalidad en el colegio hasta la hora del
recreo. Entonces, Alessandro sacó su valiosa mercancía y trató de venderla con
más o menos discreción a alguno de sus compañeros. Pero tuvo mala suerte,
porque a uno de ellos le pillaron con una botella, y cuando le preguntaron de
dónde la sacó no dudó en delatar a Alessandro para salvar su pellejo.
Alessandro esperó en la oficina del director mientras llamaban a su
padre, y le escuchó gritar ya por teléfono. Se asustó un poco. Suponía que Gino
iba a enfadarse, pero no había pensado que tanto… al fin y al cabo él estaba
vendiendo las botellas, no bebiéndolas… Aunque claro, seguramente influyó el
hecho de que el director le dijera que estaban pensando en expulsarle.
Gino llegó lo más rápido que pudo e hizo lo imposible para que el
director reconsiderase la expulsión. Al final consiguió que su hijo pudiera
volver al centro al terminar las vacaciones, aunque tenía que redactar un
informe sobre los peligros del alcohol.
Cuando salió del despacho miró a Alessandro, que esperaba fuera, y este
tragó saliva al ver la intensidad del enfado de su padre.
Gino agarró a su hijo por el brazo y se esforzó por controlar la voz
para no gritarle.
-
Tú y yo
vamos a tener una conversación muy larga.
Alessandro se mordió el labio sabiendo lo que venía.
-
No,
papá…. puedo explicarlo…
-
No hay
nada que explicar – zanjó Gino, y tiró de él para que avanzara. Alessandro se
puso algo nervioso.
-
¡No, no!
No en el baño, per favore…. No aquí…en casa…
-
No será
en el baño, ragazzo, porque aquí no tengo el cepillo de la Nonna.
-
¡No, con
el cepillo no! – suplicó, aunque sabía que era en vano.
Gino le miró aún enfadado, pero notó que su hijo tenía algo de ansiedad
y se obligó a relajarse.
-
Sí,
bambino. Lo que hiciste estuvo muy mal.
Alessandro no respondió y eso le extrañó un poco a Gino, que pensó que
iba a discutir o al menos a protestar un poco más. Notó entonces que a su
bambino se le humedecían los ojos y, olvidándose de su enfado, le abrazó.
-
¿Qué
ocurre, bambino?
-
Non mi
hai dato un bacio. (No me has dado un beso) – susurró. - Devi essere molto
arrabbiato. (Debes estar muy enfadado)
-
Lo estoy
fligio, lo estoy… Pero ti amo… - le dio un beso y le llevó al coche.
El camino a casa fue silencioso. Alessandro no dejaba de pensar en cómo
podía salvarse de aquella, pero cuanto más lo pensaba más difícil lo veía. ¿Por qué todo tenía que salirle mal? El sólo
quería un regalo para Antonella…
-
Ya hemos
llegado. Sube a tu cuarto, fligio.
-
Papá…
-
¡NO ME
PUEDO CREER QUE VENDIERAS LAS COSAS DEL NONNO! – estalló Gino, sorprendiéndose
hasta él por aquél grito, pero simplemente no pudo contenerlo más. Extrañaba a
su padre con toda su alma y le dolía que su hijo fuera capaz de desprenderse de
pequeños pedazos de él sin ningún tipo de consideración.
Alessandro entreabrió un poco la boca, sin saber qué responder. Él no
lo había visto así. Es decir… no es como si hubiera vendido un reloj… o algo
más personal… Sólo eran botellas de vino… sólo…
-
Necesitaba
el dinero…
-
¿PARA
QUÉ? ¿QUÉ ES TAN IMPORTANTE PARA… PARA VENDER ALCOHOL SABIENDO QUE ESO NO ESTÁ
BIEN? ¿PARA VENDER LAS COSAS DE TU NONNO?
-
¡Deja de
decir eso, no fue así, no fue así! ¡Sólo quería el dinero! – protestó
Alessandro al borde del llanto.
-
¡Habérmelo
pedido! … Entra en casa, vamos.
Alessandro salió del coche dando un portazo, molesto, pero Gino no
estaba para malcriadeces así que salió justo detrás y le giró en un movimiento
rápido.
¡ZAS! Las puertas ¡ZAS! se cierran bien ¡ZAS!
-
¡Au, auu!
¡Mi dispiace!
Gino le soltó, y Alessandro se alejó un poco. Miró a su padre con mucha
tristeza, porque no estaba acostumbrado a que se molestara tanto con él ni a
que fuese tan poco paciente. Sintió que estaba muy enfadado con él y tuvo miedo
de lo que eso pudiera implicar. Al fin y al cabo había vivido dieciséis años
sin él… ¿Y si se había cansado de que le diera problemas? Era una estrella de
Hollywood, no necesitaba un ragazzo que le diera problemas.
Gino observó como su hijo comenzaba a llorar progresivamente, desde
unas lágrimas que se le escaparon hasta un llanto ya fuerte y le abrazó enseguida, frotando su espalda
para clamarle.
-
¡Mi
dispiace! …..snif… Io solo quería comprarle un regalo a la mia ragazza… Io non
lo farò più pero no me dejes solo de nuevo… quiero vivir contigo no con los
tíos…
-
¿Qué?
Claro que vas a vivir conmigo, para siempre ragazzo, ya lo sabes. Es más, así
te cases con Antonella yo me iré a vivir con vosotros – medio bromeó Gino,
aunque una parte de él deseaba que fuera cierto, y que nunca tuviera que
entregar a un hijo al que había disfrutado tan poco.
-
Promessa?
-
Prometto.
– aseguró Gino, y le besó en la cabeza. Respiró hondo y se separó un poco de su
hijo. - ¿Con que un regalo para la tua ragazza? ¿Y tenías que vender alcohol
para eso?
-
Necesitaba
dinero… no pensé que estuviera vendiendo las cosas del Nonno… no quería vender
nada suyo…es que…snif…. Ella se merece lo mejor – gimoteó el chico. Gino sintió
algo de pena por las lágrimas de su hijo, y supo que en verdad no lo había
hecho con mala intención.
-
Tú te
mereces lo mejor – le susurró, subiéndole la barbilla.
-
¿Eso
significa que no me vas a castigar?
-
Buen
intento, fligio, pero vender alcohol sigue estando mal.
Entró con él en la casa y decidió no retrasarlo más. Le llevó de la
mano al baño y Alessandro solo se resistió cuando ya estaban en la puerta.
-
¡No con
el cepillo! ¡No lo haré mas, prometto, prometto!
-
Eso
espero, fligio. Así yo no haré esto de nuevo – dijo, e hizo un poco más de
fuerza para hacerle entrar y sentarse con él encima. Cogió el odiado cepillo y
bajó la ropa de su hijo.
¡CRACK! ¡CRACK! ¡CRACK! ¡CRACK!
-
Au…au…buaaaaaaaa No lo hago más
-
Si
necesitas dinero me lo pides a mi, fligio.
¡CRACK! ¡CRACK! ¡CRACK! ¡CRACK!
- Buaaaa pero yo quería…snif…
que fuera mío…
-
Sigue
siendo tuyo, fligio, todo lo mío es tuyo, ya lo sabes. Pero no está bien que
vendas cosas…¡y menos alcohol!
¡CRACK! ¡CRACK! ¡CRACK! ¡CRACK!
- Buaaaaaa me duele…¡me duele!
-
Ya, mio
fligio…ya pasó…. – dijo, y soltó el cepillo para colocarle la ropa. Le acomodó
en sus brazos y comenzó a hacerle caricias.
-
Me dolió…
-
Así
recordarás no meterte en problemas… vamos bambino, no llores… te llevaré a
comprar el regalo para Anto…el que tú quieras.
-
¿El que
yo quiera? Pero es muy caro…
-
Eso no
importa, bambino. Ti amo.
-
Ti amo,
papá.
Graciaaaaaaaaaaas DREAM.... me fascino el relato... menos mal me devolviste al novio... y después dices que lo cuidas mejor que yo..
ResponderBorrarjajaja ay Sanha no reclames no sea que te lo vuelva a quitar!!!
ResponderBorrarTe quedo genil Dream11
oooh pero que valiente ese Aless todavía de que estaba en problemas azota la puerta de el coche!! oh que lindo solo quería un regalo para su novia!!