Capítulo
22
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No quiero (dijo
marcos fulminándolo con la mirada)
-
Marcos, por favor, no es momento de
pataletas, ya no eres un bebé. Te he dicho que te quedas y te quedas (dijo Julio resoplando
porque ya era la cuarta vez que tenía que decírselo)
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Yo también quiero ir
- No es ese tipo de acampada, vamos a trabajar
-
Si Max puede yo también, soy más rápido que él
- No se trata de velocidad, hijo. Además ya te he dicho que te quedas y
se acabó la discusión.
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¡No!
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Marcos que se está rifando una zurra y
parece que estás atesorando todas las papeletas (dijo usando la
amenaza visto que el razonamiento no estaba funcionando)
-
No puedes dejarme aquí con ese (dijo con desprecio señalando a Sebastian. Julio rodó los ojos y
contó hasta 30)
-
Sebastian se quedará al mando, es tu
hermano mayor y (Julio dijo entre dientes pero Marcos le
cortó porque cada vez que decían que Sebastian era su hermano se le removía
todo el estómago)
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No, no lo es. y le cortó el brazo a César ¿Me vas a dejar a
solas con el tipo que le cortó el brazo a César? (dijo muy gallito Marcos, Sebastian en vez de
enfadarse se rio y Julio le lanzó una mirada de padre para que dejara de
reírse. Sebastian le costó pero dejó de reírse)
- Tu hermano no te va a cortar el brazo
-
A menos que me des motivos para hacerlo (no pudo callarse Sebastian)
-
¡Sebastian! (le amonestó muy
enfadado su padre que se hacía cruces que Sebastian fuera ya todo un hombre y
de repente a Sebastian aquello ya no le parecía tan gracioso) Como decía tu hermano no te va a cortar ningún brazo ¿no verdad?
(dijo fulminando con la mirada a su hijo
mayor)
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No le cortaré ningún brazo (dijo levantando los dedos como si fuera el
juramento de un boy scout. Marcos le lanzó una mirada de puro odio a Sebastian
porque sabía que solo estaba diciendo que no le cortaría ningún brazo el resto
de cuerpo no decía nada)
-
Me da igual, no quiero estar con él (dijo Marcos sin dejar de mira con odio a
Sebastian)
- Pues es lo que hay (Julio ahora ya estaba muy enfadado y todos
parecieron darse cuenta menos Marcos) Y más vale que no me entere que te has portado mal, porque sino cuando
regrese vamos a tener una charla tu y yo y no va a ser de las agradables ¿eh?
-
Venga,
Maros, yo también me quedo, y te prometo que no dejaré que te haga pedacitos
(dijo sonriéndole dulcemente César)
-
Pufffff como si tú sirvieras de algo (dijo Marcos con desprecio olvidando por
completo que también estaban en la cocina su padre y su tío. Tras decir eso la
cara de todos parecía un poema. Marcos tardó un poco más en darse cuenta de lo
que acababa de soltarle a César. Y para cuando se dio cuenta ya era demasiado
tarde su padre ya se estaba sacando la correa ) No, no, no, lo siento, lo siento, no quise
decir eso, noooo (dijo como loco
viendo que su padre doblaba en dos el cinto y caminaba hacia el como un toro de
miura)
-
Como te atreves a faltarle el respeto a
un mayor (dijo
rojo como un tomate. Julio estaba enfadado de verdad porque para él el respeto
era algo muy importante y siempre había despreciado a esos padres que se
despreocupan de los modales de sus hijos por completo. Nada tenía que ver con
que César fuera la pareja de Julio como bien pudieran pensar Sebastian o el
mismo César). Llevas una temporadita muy insolente pero esto si que
no…ningún hijo mío hablara de esa forma a un mayor y menso a uno de su propia
familia (y agarró por el brazo a Marcos y tiró de él para tenerlo a
tiro) ZWASS ZWASS ZWASS ZWASS (descargó
4 duros cintazos sobre el trasero de Max) ¡Discúlpate! (exigió Julio)
-
Bwuaaaaaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaaa lo siento, César. No debí
hablarte así bwuaaaaaaa (le dijo entre sollozos
Marcos. Julio lo miró duramente un rato más hasta que el niño se fue calmando.
A medida que le llanto de Marcos se ahogaba y desaparecía la rudeza de la cara
de Julio también)
-
Nos vamos, y tú, muchachito, te vas a
comportar (le
dijo muy serio a Marcos pero sin rabia. Julio se giró hacia Sebastian y
enseñándole la correa). TOLERANCIA CERO. Si se pasa lo más mínimo (hizo una pausa y miró a su hijo que puso cara
de horror) ya sabes (y Julio le dio la correa a su hijo mayor.
Sebastian odiaba que su padre le pusiera en esa situación, lo odiaba cuando
vivía una con ellos y eran todos uña y carne y lo odiaba ahora)
-
Ten cuidado que no se te vayan a caer ahora los pantalones (dijo Sebastian con ironía. Sabía que así
jamás se ganaría la confianza de Marcos. Y en el fondo lo entendía cuando lo
echaron del clan era muy pequeño y se había pasado casi la mitad de su vida
pensando que su hermano mayor era un monstruo de la peor calaña. Julio alzó una
ceja y Sebastian tragó saliva. Pero todo se quedó ahí).
-
Nos vamos, regresaremos
el jueves…(dijo Alejandro viendo que la situación
entre Sebastian y Julio estaba a punto
de volverse muy volátil)
-
Cuando regrese ya hablaremos (dijo
Julio, cargándose una bolsa al hombro y ni Sebastian ni Marcos supieron si
estaba dirigiéndose a solo Marcos o a Marcos y A Sebastian).
-
Nos vemos (le
dijo Antonia a Sebastian dándole un beso en la mejilla que fue tan casto que
hasta a Sebastian le sorprendió. Pero hizo que su corazón dejara de palpitar a
1000 por hora y se relajaran todos sus músculos que era la intención de
Antonia. Una vez todos se fueron y solo
quedaron en la cocina César, Sebastian y Marcos. Marcos miró con odio a
Sebastian y se encerró en su habitación, como si fuera posible pasar los siguientes
5 días encerrado allí sin salir).
Cuando marcos no
salió a la hora de comer tanto César como Sebastian lo dejaron en paz, era solo
una pataleta del niño. Ya saldría cuando tuviera hambre pero ya eran pasadas
las nueve de la noche y el chico seguía encerrado en su cuarto. Sebastian se
preguntaba si había meado en una botella, porque ni para ir al baño había
salido. Sabía que estaba dentro porque podía oír su respiración y el latido de
su corazón. Hacía ya horas que se le había pasado el enfado, pero era terco
como una mula. Un mal rasgo de los Bocha. César picó a la puerta y sin entrar
intentó hablar con él. Pero el chico ni le hizo caso, solo puso la música un
poco más alta.
Sebastian respiró
hondo. Ni Max ni él eran tan tocacojones de pequeños. Max era bastante perezoso
pero después de una bronca como la de esta mañana hubiera sido un angelito de
niño. Y él…bueno él a la edad de Marcos le tenía tanto miedo a Alejandro que ni
se hubiera atrevido a hacer tal pataleta. Y mucho menos después de aquella
zurra se pondría a actuar como una mujer despechada.
Sebastian llamó a
Marcos una vez más, una sola vez, a cenar. La cena ya estaba más que fría,
aquella hamburguesa era ya de todo menos jugosa, el huevo estaba seco y las
patatas humedecidas.
-
¡MARCOS, LA CENA! (Gritó Sebastian, pero como
esperaba no obtuvo respuesta. Respiró hondo, agarró la correa que había dejado
su padre y se fue hacia el cuarto de su hermano)
-
¿A
dónde vas con eso? (le detuvo César)
-
¿Tú que crees? (dijo
con rabia, le molestaba incluso que César le tocara)
-
Es
solo un niño y está enfadado porque tu padre solo se ha llevado a Max. Tú no lo
sabes, porque siempre eras tú al que llevaban a todas partes, pero ¿Cómo crees
que se sentía Marcos?
-
Como una mierda (dijo
con mucha actitud) Son mis hermanos, no vengas a decirme como son o como se
sienten. Yo no inventé este juego ¿sabes? Y ninguno de vosotros parece
importarle lo más mínimo como se sienta la gente…son las normas, es la tradición, es lo
que se supone que tiene que ser (iba enumerando Sebastian como había
tenido que escuchar cientos de veces mientras crecía en la mansión de los
Bocha).
-
No
pagues con tu hermano la rabia que tienes contra tu padre y tu tío.
-
Jajaja el bueno César, siempre preocupándose por los más débiles
¿no? (dijo
con sarcasmo)
-
¿Por
qué sigues odiándome? (le preguntó mirándolo
tristemente)
-
Aparta (dijo
muy seriamente y poniendo los ojos de semi bestia. César dio un paso atrás y le
dejó pasar. Sebastian entró en la habitación de Marcos sin picar a la puerta.
El chico estaba tumbado en al cama jugando con el teléfono de Max y rodeado de
envoltorios de chucherías. Sebastian rodó los ojos, por supuesto que no tenía
hambre, se había pasado el día comiendo porquerías) A cenar
(dijo muy serio Sebastian)
-
No tengo hambre (se
giró rápidamente, le contestó muy agrío y de inmediato regresó al jueguecito).
-
Tienes que comer algo que no sean porquerías, sino papá se
cabreará.
-
Pfffff (resopló pero ni se movió.
Sebastian entendía que estuviera enfadado porque le había tocado quedarse en
casa, pero si supiera lo poco divertido que era lo que estaba haciendo Max y el
resto no estaría tan enfadado).
-
Marcos, tienes que comer, levanta el culo y ve para la mesa…la
cena está más que fría.
-
Ya te he dicho que no tengo hambre, déjame (dijo sin ni levantar la mirada de la
pantallita)
-
Marcos, vamos a estar solos 5 días, mejor nos llevamos bien, tu
vas a la mesa, comes y luego si quieres
volverte a encerrar a aquí hasta mañana por la mañana me parece bien. Pero
tienes que cenar.
-
Ya cené (y
le enseñó una bolsa casi vacía de patatas fritas.
-
Eso no es cenar y lo sabes…no soy ni papá ni mamá no voy a ponerme pesado con lo de los nutrientes y
esas cosas.
-
No, no lo eres
-
Mira, Marcos, ya me cansé. O vas a la mesa y cenas o te zurro (y de repente Sebastian le pasó por las
narices lo que había permanecido
discretamente fuera de la mirada de Marcos, la correa de su padre. La misma
correa que esa mañana le había sacado unas buenas lágrimas por faltarle al
respeto a César),
-
Pffff
(resopló de nuevo y Sebastian respondió a ese bufido con
un ligero cuerazo, pero no fue tan ligero como pensó porque Marcos aulló como
una animal herido. Sebastian se quedó inicialmente un poco parado, no le había
dado tan fuerte, solo había sido un toque de advertencia. Pero Marcos había
aullado como si le hubiera quemado vivo) Aauuuuuuuuuu se lo diré a papá
-
¿En serio quieres decírselo? (dijo
al ver que Marcos solo estaba sobre actuando) Mueve el culo o te llevo a correazos a la
mesa (y no tuvo que repetirlo
Marcos corrió hacia la cocina y se sentó y empezó a cenar. Sebastian respiró
aliviado y fue tras el chico)
-
Está fría (se
quejó malhumorado Marcos. Sebastian lo fulminó con la mirada y pareció hacer
efecto porque Marcos no volvió a quejarse el resto de la cena).
-
Si has acabado recoge los cacharros, lávalos, cepíllate los
dientes, ponte el pijama y a la cama (dijo
Sebastian al ver que Marcos ya hacía rato que jugaba con las pocas patatas que
habían quedado).
-
Es muy pronto
-
No, no lo es. Papá no te deja quedarte tan tarde (dijo sin ningún tipo de emoción)
-
Hoy es sábado (dijo
tanteando el terreno. Sebastian respiró hondo)
-
Métete en la cama, si te duermes o no ya es cosa tuya (y Marcos sonrió triunfante y se levantó
rápidamente y lavó los cacharros a la velocidad de la luna. Quería superar
todas las puntuaciones de Max y así cuando regresara hacerle rabiar).
-
Mañana
no habrá quien lo aguante (dijo César en cuanto
escuchó el portazo de la habitación de Marcos y Max).
-
No creo que note la diferencia. No importa si ha dormido o
no. Me odia ¿recuerdas? Hicisteis muy
buen trabajo. (dijo
y se levantó de la silla para irse también a acostar. No deseaba quedarse a
solas con César. Para él era más castigo quedarse allí a solas con César que
para Marcos no ir con su hermano y su padre)
-
Tu
tío (empezó a hablar César)
-
Vete a la mierda César (le
cortó Sebastian y como una apisonadora salió de la cocina sin importarle
empujar a César en el camino).
-
Mira
mocoso, ya estoy harto de
-
Se te olvida que soy tu superior, Alejandro me nombró segundo
¿Recuerdas? Ten cuidado, César porque lo que te hice es solo una pequeña
muestra de todo lo que podría hacerte. César, no te confundas, en cuanto tenga
la oportunidad te mataré y te aseguro que no seré amable como lo he sido hasta
ahora (dijo y César se acojonó, Sebastian daba
muchísimo más miedo que Alejandro y eso aún lo asustó más. Realmente habían
metido un lobo en casa pero para Sebastian ellos no eran una manada de lobos
sino de corderitos).
-
No
sé porque me odias tanto (dijo César dolido)
-
César, ahora no está Alejandro por aquí, ahórrate todo ese
teatro. Sabes muy bien porque te odio y
sabes muy bien que no descansaré hasta que pagues por todo lo que me hiciste (dijo sin sonar enfadado pero esas no eran
las palabras de alguien que está en paz).
-
No
sé que piensas que te hice, pero te aseguro que te equivocas (dijo
César que no soportaba vivir en una guerra fría constante) siempre has estado celoso de la relación de tu tío y mía, pero ya no eres un niño pequeño,
Sebastian. Deberías de superar esos estúpidos celos.
-
Puede que cuando viniste te tuviera celos, no lo niego.
Alejandro solo tenía ojos para mí…él era el único que parecía importarle, mis
padres prácticamente me regalaron a
Alejandro, yo era para él (dijo con amargura). Pero como tú
has dicho eso lo superé hace tiempo…lo que no he superado ni superaré es la
traición (y lo miró fijamente
César lo miró extrañado) ¿Sabes? El hechizo,…el hechizo que me envenenó el
entendimiento era un hechizo muy particular
(César lo miraba con cara de póker y aquello hacía que le hirviera la
sangre). Un
hechizo que solo unas pocas brujas puede conjurar. ¿Sabes cual es una?
(Cesar no contestó solo siguió mirándolo) Taz (dijo y sonrió con malicia) ¿Recuerdas a
Taz, verdad? Ese tipo con quien solías ir antes de conocer a Alejandro
(la mirada de Cesar se oscureció) Buenas noches, César
(dijo con una sonrisa triunfante y se fue a su habitación. César se
quedó helado, tardó varios minutos en reaccionar. Sebastian era mucho más
peligroso de lo que inicialmente había creído y debía decírselo a Alejandro.
Pero estaban en medio de una misión y era imposible, tendría que esperar a que
regresaran)
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